Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Las consecuencias de una guerra sucia, abierta y soterrada, del priísmo veracruzano en contra de funcionarios federales y alcaldes de extracción panista, así como en contra del ya destapado por Elba Esther Gordillo como su candidato para el 2010, las vive en carne propia la sociedad veracruzana.
Si como afirma el gobernador Herrera Beltrán, existe un sub ejercicio del 72 % del total de recursos federales autorizados y etiquetados en el presupuesto de egresos, ello no daña al PRI, el daño lo resiente la entidad; frenándose o difiriéndose la ejecución de obra y prestación de servicios. Pero eso es pecata minuta para la insensible y acomodaticia ola roja, pues en la medida en que los priístas tengan tema para descalificar al panismo, la ganancia de su pedestre campaña se reflejará en las urnas el próximo año.
Desconocemos quién o quienes asesoran al priísmo estatal en técnicas de guerra sucia, o si, como el burro que tocó la flauta, se les da de manera natural a la hora de diseñar y aplicar el libreto. Pues es bien sabido que la técnica de la “propaganda espejo”, que atribuye al contrario las intenciones propias, viene de ultramar, habiéndose aplicado con éxito en Rwanda en la década de los 90, bajo la asesoría belga y francesa. El concepto es simple pero complejo y costoso en su diseño, aplicación, y consecuencias, debiéndose contar con fuerzas propias proclives al fanatismo y la complicidad de los medios de comunicación.
A diferencia de la guerra sucia que abierta y de manera directa le atribuyó al candidato presidencial perredista en el 2006 ser un peligro para México, creando incertidumbre en el electorado más conservador, lo que se observa en Veracruz es más sofisticado y sutil. Afirmándose en la propaganda priista desplegada, que el panismo se vale de los programas federales y recursos asignados al combate a la pobreza, para comprar voluntades e inclinar el ejercicio del voto a su favor; influyendo en el electorado veracruzano y creando un ambiente de rechazo a todo lo que huela a PAN. Cuando la experiencia política en el país y en la entidad tiene muy bien documentado que por costumbre, es el PRI el que se vale de recursos públicos para mantener en activo su estructura partidista y asegurar sus triunfos electorales. Está fresco lo que recién se observo en 2007. Y si partimos de la idea de que gallina que come huevo, aunque le quemen el pico… Es de esperarse que la intencionalidad de reincidir en tales usos y costumbres -contrarias al estado de derecho- en el 2009 y en el 2010, deba atribuirse al PRI.
Te acuso de pretender incurrir en los mismos vicios que yo por costumbre pongo en práctica, es el concepto de la “propaganda espejo” que hoy se ha puesto de moda en Veracruz.
Lo que no se piensa, y mucho menos se dice para no herir susceptibilidades en el círculo íntimo de Los Pinos, es que no hay necesidad de destinar cuantiosos recursos a una grosera guerra sucia que demerita la imagen del gobernador y daña a la sociedad en su conjunto; cuando de manera natural el gobierno panista se descalifica a sí mismo con su fracasada actuación, arrastrando consigo a su sustento partidista; ayudado en ello con éxito por la izquierda social, que cotidianamente exhibe, a nivel doméstico e internacional, la ilegitimidad del “presidente espurio”, así como la ineficiencia e ineficacia de un gobierno y un partido que no saben gobernar.
Paradójico, pero así se da la política. La izquierda se desgasta, se fragmenta y se hunde, combatiendo al panismo, en tanto que colateralmente favorece a un PRI que sin mayor esfuerzo, imaginación e inteligencia, y mucho menos con cuadros de valía, asegura triunfos futuros en las urnas. Así que guerra sucia ¿para qué?