Salte la navegación

Daily Archives: octubre 27th, 2008

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La controvertida postura adoptada por Andrés Manuel López Obrador en torno al proyecto de Reforma Energética aprobado por el pleno del Senado y por la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, tras ser objeto de un linchamiento mediático más, a la luz de los últimos acontecimientos y análisis más detallados del grupo de asesores cercanos al FAP, se ha considerado como correcta y políticamente necesaria; pese a que un destacado medio de comunicación y los adversarios del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, hicieran mofa del ex candidato a la presidencia de la República, colgándole el mote de “El Sr. Contreras”, que ya hacen extensivo a todos sus seguidores. A esto último AMLO ha contestado: “Prefiero ser Don Contreras, que traidor”.

Más que un capricho y pretexto para darle continuidad al movimiento, la postura adoptada es resultado de una estrategia muy bien elaborada para contrarrestar la trampa que la derecha, en sus diversas expresiones partidistas y el grupo de cuates de Los Pinos, tendiera a López Obrador y al Movimiento de resistencia pacífica.

De manera sencilla, en muy pocas pero contundentes palabras, el periodista y autor de la columna “Astillero” de La Jornada, Julio Hernández López, hace una interpretación de la presunta trampa y de la estrategia adoptada por Andrés Manuel, de rechazo a la aceptación plena de los términos en que fuera aprobado el proyecto y por ende, a festinar un triunfo parcial de los legisladores del FAP y del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que por cierto, se prestara a no poco “sospechosismo”, cuando éste diera lugar a declaraciones expresas de beneplácito de Felipe Calderón Hinojosa, Consejo Coordinador Empresarial, y la Conferencia Episcopal de México, entre otras voces de la derecha. Triunfo que a su vez prematuramente se adjudicara el PRD por voz de la actual dirigencia nacional, controlada por “Los Chuchos”, dándose por satisfecho en los términos de lo obtenido en el Senado.

En la parte sustantiva de su exposición, Julio Hernández señala: Los funerales políticos de López Obrador estaban disfrazados de fiesta. Sus letales adversarios políticos trataron de conducirlo a la kermés de la victoria, donde le coronarían rey de la legalidad triunfante, emperador de los acuerdos que sí se pueden, comandante supremo de los batallones de la negociación enchuchada, ideólogo y operador estrella del sistema elitista de entendimientos. De haber aceptado la entronización emponzoñada que sus antagonistas le habían fabricado, el jefe de la exitosa resistencia civil flotaría en los cuernos mediáticos de la luna de queso concertador (si fuera cortometraje, se llamaría Ingeniero Cárdenas 2), con la corte periodística, intelectual y política ensalzando su madura, racional y patriótica disposición a asumir la conquista increíble, inconmensurable e histórica, pero a partir de ese momento, en realidad, estaría convalidando las maniobras de mapachería legal que en los textos reformistas sembraron los habilidosos de siempre para hacer que más delante (con el opositor embriagado de incienso y su base social desmovilizada y recelosa) las armas de la transa acaben cubriéndose de gloria a partir de los resquicios, las lagunas y las imprecisiones intencionales que en su momento permitirán la realización de los grandes negocios… En ese contexto de lucha preservada, la movilización de este martes en San Lázaro no debe juzgarse en razón del éxito o fracaso que tenga en la búsqueda de que no se aprueben las reformas de privatización posdatada.

A la luz de esta lógica expresada por un periodista que ha seguido de cerca el proceso, se presume que Andrés Manuel y sus más cercanos colaboradores, no cayeron en el garlito. Acusados de “Contreras” y bajo la presión mediática, incluso proveniente de destacados intelectuales y analistas políticos afectos al líder popular, decidieron mantener en alerta al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, frente a una Cámara de Diputados proclive a no modificar ni una coma a lo aprobado por la Cámara alta.

Así las cosas, se espera que mañana martes, la diputación federal, previo encuentro público de Andrés Manuel López Obrador y los integrantes de la Mesa Directiva de la Cámara baja propiciado por la bancada de Convergencia, apruebe los siete dictámenes que comprende la Reforma Energética; en un clima de alta tensión, en el que habrá de todo, y en el que cada legislador a conciencia habrá de enfrentarse a la historia de este cada vez más deteriorado país.

pulsocritico@gmail.com

http://pulsocritico.com

Ante miles de personas que se congregaron en el Monumento a la Revolución, Andrés Manuel López Obrador llamó a brigadistas en defensa del petróleo a congregarse mañana a las 8 horas en el Zócalo para de ahí partir a la Cámara de Diputados, donde se votarán los dictámenes sobre la reforma de Pemex. ‘‘El PRI y el PAN decían que no habría privatizaciones, pero no tardaron en enseñar el cobre’’, expresó en su discurso.

Foto Carlos Ramos Mamahua/La Jornada

AMLO: Luchar contra la crisis y por el petróleo

Andrés Manuel López Obrador convocó ayer a unificar estrechamente el Movimiento en Defensa del Petróleo con la defensa de la economía popular y advirtió que la lucha para evitar la privatización de los hidrocarburos no terminará en el Congreso, donde los diputados defenderán el martes “el petróleo con firmeza y patriotismo”, sino que recurrirá al amparo, a foros internacionales, e inclusive comunicará a las petroleras trasnacionales “que no permitiremos que les entreguen en pedazos nuestro territorio, para que sepan a qué atenerse”.

Desde 1976 el gobierno ha tenido que defender en diversas ocasiones el peso. Es decir, trata de evitar que pierda valor frente al dólar. Otra vez estamos en ese escenario de defensa.

El más famoso intento, por peculiar e inefectivo, fue el de José López Portillo cuando ofreció defender el peso como un perro. No pudo y a mediados de febrero de 1982 el dólar pasó de 22 a 70 pesos. Luego, por razón de los famosos alfileres que prendían la economía al final del gobierno de Carlos Salinas, el precio del dólar, que en diciembre de 1994 era 3.44 pesos, en marzo de 1995 pasó a 7.20 pesos.

Y no hay que olvidar que para entonces ya se había hecho una reforma monetaria que cambió la denominación del dinero quitándole tres ceros. Con eso se disipó la noción de la pérdida real de valor del peso asociada con la fuerte inflación.

Ahora las presiones sobre el peso provienen de la crisis financiera iniciada en Estados Unidos y que se ha propagado por todas partes del mundo. La estabilidad financiera mexicana se ha ido mermando paulatinamente en los meses recientes.

La inflación aquí se ha ido elevando por el alza de los alimentos y de los precios de los productos y servicios administrados, o sea, los que fija el gobierno (principalmente los energéticos). El mayor ritmo de crecimiento de los precios expresa, también, la poca productividad del sistema económico. Las tasas de interés también se fueron para arriba para evitar las presiones sobre el peso. Así el diferencial con las tasas en Estados Unidos se ha abierto, lo que pone de manifiesto el riesgo que perciben quienes invierten en pesos.

El tipo de cambio, base de la estabilidad, ha cedido ya y se ha depreciado. Desde fines de septiembre pasado el peso se ha devaluado alrededor de 20 por ciento en su cotización oficial (tipo de cambio “fix”, determinado por el Banco de México), ya que el dólar, que se vendía a 10.95 pesos, se encareció hasta 13.50 pesos, o sea, 23 por ciento. Hoy el banco central ejerce una activa intervención en el mercado cambiario.

El instinto primordial en el banco central es defender el valor del peso frente al dólar. Pero esto puede estar sucediendo ahora en un entorno completamente distinto al de los episodios de crisis anteriores.

Esta crisis financiera altera de manera profunda la estructura misma del sector financiero, desquicia las corrientes del crédito, contraviene las relaciones causales que definían a los mercados y repercute de modo cada vez más intenso en las condiciones de la producción.

En Estados Unidos los bancos de inversión han desaparecido, los bancos comerciales siguen reportando grandes pérdidas y balances débiles. Las condiciones de fragilidad se transmiten entre las empresas y por todas partes. La intervención del gobierno es masiva; traspasa el entorno del funcionamiento de los mercados y llega a los derechos de propiedad con la compra de partes de acciones que en efecto convierte a los gobiernos en propietarios de algunas empresas. En algunos casos en únicos propietarios como ocurre con la aseguradora AIG o las dos hipotecarias más grandes. Eso ha levantado el grito entre los conservadores más retrógrados y desquiciados de que se instaura el socialismo en ese país.

Los efectos son ya ruinosos en los mercados bursátiles, donde los precios de las acciones se derrumban cada día. Las intervenciones estatales que se suceden por todas partes no logran recrear la confianza. En lo que va del año la bolsa de Nueva York perdió 37 por ciento de su valor. Cifras de esa magnitud y mayores se reproducen a lo largo de Europa, Asia y América Latina.

En este marco general de crisis y de acciones de tipo y magnitud inédita por parte de los gobiernos desde hace seis décadas debe cuestionarse la estrategia convencional de defensa del peso que se sigue en México.

Ésta no es, insisto, una crisis convencional, y la manera en que se hace la narración cotidiana de los hechos y en que se analizan las consecuencias no parece estar adaptada a la situación de gran incertidumbre y a las condiciones de los riesgos que prevalecen.

La cuestión es si las reservas que tiene Banco de México deben exponerse para intentar defender al peso en este entorno. A la hora de una corrida generalizada contra el peso no va a haber reservas que aguanten. Hay que ver lo que está pasando en Corea. Los dólares los compran las empresas que tienen grandes tesorerías, especialmente los bancos, y no los mantienen aquí, sino que los sacan para apoyar sus operaciones en otro lado.

Éste es un momento peculiar. Al peso no se le puede defender, pero sí se pueden diferenciar los dólares con los que se cuenta y dedicar las reservas a mantener la planta productiva y el empleo. El resto de las transacciones que se hagan al precio que defina el mercado y sin subsidio de la sociedad para quienes los demanden. México pierde divisas por todas las fuentes que las proveían: petróleo, remesas, exportaciones de mercancías y servicios.

Que no se asusten quienes tienen alergia a los controles, pues éstos ya se están aplicando de otra forma en todos lados. El mercado ya no es el lugar impoluto que está al margen y se autorregula. Las corrientes del dinero y del crédito pasan ahora ineludiblemente por el Estado.

No se puede pensar hoy como de costumbre y los instintos usuales del quehacer de la política pública no son necesariamente útiles ahora, como tampoco lo son las prácticas y las relaciones de poder en el mercado.

Es tiempo hoy de comprender que las condiciones son extraordinarias y exigen maneras no convencionales de pensar. Entre ellas plantear una estrategia que no confunda la defensa del peso con un nacionalismo barato en condiciones de crisis.

Hasta ahora la reacción del gobierno ha sido lenta y titubeante. Hacienda debe revisar el IETU para no constreñir más los flujos de liquidez de las empresas y plantear acciones que confronten la incertidumbre reinante. El banco central tiene que atender ámbitos más amplios que la paridad con el dólar y liderar el examen ineludible de las pautas de regulación y supervisión que prevalecen.

La Jornada. 271008

La Jornada. Matilde Pérez U.

Por el incremento de 65 por ciento en el costo de los fertilizantes, 43 en combustibles y 30 por ciento en semillas –entre abril del año pasado y de 2008–, reducción de los créditos y cambios en las reglas de operación que prácticamente paralizaron el acceso de los campesinos a los recursos de los programas productivos, un millón 100 mil hectáreas de maíz se dejaron de sembrar, según datos de la Asociación Mexicana de Secretarios de Desarrollo Agropecuario (AMSDA).

“De seguir en un escenario inercial, es decir, sin aplicar los principios establecidos en la Constitución y en sus leyes derivadas, como la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, la dependencia de las importaciones agroalimentarias será cada vez mayor, además de que en lo interno, el gran riesgo está en el desabasto y en un gran descontento de amplios sectores sociales de la sociedad mexicana”, sostuvo Octavio Jurado Juárez, coordinador técnico de AMSDA.

Las importaciones de maíz, arroz, soya y sorgo provienen en casi su totalidad de Estados Unidos; en 2005, se compraron en el exterior 47.6 millones de toneladas de granos y oleaginosas frente a una producción interna de casi 30 millones; para 2010 se estima que las importaciones ascenderán a 51.4 millones de toneladas y la producción interna será de 30.5 millones de toneladas, la cual en los próximos dos lustros se incrementará en medio millón de toneladas, en tanto el volumen de las compras externas se elevará en casi 4 millones de toneladas.

“Por la escasez de granos en el mundo, México se acerca peligrosamente a padecer hambruna, pues ha perdido su autonomía e independencia alimentarias”, dijo el presidente de la Comisión de Desarrollo Rural de la Cámara de Senadores, Heladio Ramírez López.

A %d blogueros les gusta esto: