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Daily Archives: enero 29th, 2009

«La política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros».


JALAPA, Ver.- El Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) detectó un presunto quebranto patrimonial por más de 16 millones de pesos en la administración pública estatal y otro por 329 millones de pesos en 92 de los 212 ayuntamientos veracruzanos, durante el ejercicio fiscal de 2007.


De acuerdo con el dictamen entregado a la Comisión de Vigilancia del Congreso local, derivado del informe de resultados de la Cuenta Pública de 2007, las secretarías de Comunicaciones y de Desarrollo Social y Medio Ambiente (Sedesma) fueron las dependencias que más daño causaron a la hacienda pública estatal.

Según el documento, que será llevado al pleno este martes para su discusión y eventual aprobación, la Secretaría de Comunicaciones ejerció indebidamente 3 millones 303 mil pesos; la Sedesma, 2 millones 770 pesos; el Instituto Veracruzano de Desarrollo, Regional y Vivienda, 6 millones 900 mil; el Consejo Técnico del Papaloapan, 3 millones, y el Colegio de Educación Profesional Técnica, 309 mil pesos.


También se detectó un presunto daño patrimonial por 4 millones 272 mil pesos en la Comisión de Agua y Saneamiento de Fortín de la Flores y en el Sistema de Agua y Saneamiento Metropolitano de Veracruz, Boca del Río y Medellín, por 636 mil 100 pesos.


En tanto, en los institutos Electoral Veracruzano y el Veracruzano de Acceso a la Información, La Universidad Veracruzana y el Poder Judicial, se detectaron inconsistencias que dan a lugar a probable responsabilidad administrativa de carácter disciplinario a cargo de los servidores públicos.


Ante ello, según el dictamen de la Comisión de Vigilancia, se ordenará al Orfis iniciar la fase de determinación de responsabilidades y fincamiento de indemnización y sanciones ante la Procuraduría General de Justicia del Estado contra los presuntos responsables del daño cometido a la hacienda pública, cuya conducta implica irregularidad o ilicitud en el ejercicio de los recursos públicos.


Respecto de la revisión de las cuentas públicas de los ayuntamientos veracruzanos del mismo ejercicio fiscal 2007, el documento señala que 92 de los 212 incurrieron en irregularidades financieras y, en consecuencia, en presunto daño patrimonial, que asciende a 392 millones 275 mil 900 pesos en total.


Publicado por Thomas Quintero Buendía en: «Agenda de Veracruz»

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


Lamentable el lastimero tono del mensaje de Felipe Calderón en Davos recomendando que se cuide la generación de expectativas, pues cuando son cada vez más negativas pueden carecer de fundamentos sólidos e inhibir a los agentes económicos, cuando la realidad nacional nos dice que quien carece de de fundamentos sólidos para conducir la buena marcha del país es el propio declarante, quién a su vez es factor determinante para inhibir la más mínima expresión de confianza y credibilidad en su gestión. Tal trivialidad es sólo comparable con el cinismo del ex presidente priísta Ernesto Zedillo, que sin mayor empacho declarara ante el mundo que México destinó mayores recursos de los contribuyentes en el rescate bancario, que los que hoy destinan los Estados Unidos por el mismo concepto.  Vaya exponentes del PRIAN.


Si lo declarado por el chaparrito pelón de lentes iba dirigido a sus connacionales en México para generar optimismo y confianza frente al escenario de recesión económica en que ya estamos inmersos, el tiro le salió por la culata. La terca realidad e incluso el gobernador del Banco de México, lo desdicen; el desempleo y los salarios congelados, frente a la escalada de precios impulsada por la devaluación del peso frente al U.S. Dólar, no pueden sino generar expectativas negativas en la mayoría de la población, agente económico sustantivo, sin necesidad de que los medios de comunicación se hagan eco del pesimismo que impacta ya en el ánimo de un sector empresarial, que califica la profundidad de la crisis en función de la pérdida de liquidez y disminución de sus ganancias.


El asumir actitudes pesimistas, que paralizan e inhiben, no tendría cabida si, frente a la crisis,  quienes gobiernan mantuvieran el mínimo de congruencia, oportunidad,  y buen juicio en la conducción del país. Lo cual no se da en México, antes al contrario, el gobierno va a la zaga de los acontecimientos, hoy dice una cosa y al día siguiente afirma lo contrario,  presionado por el descontento y protesta de la ciudadanía, sin el menor asomo de ánimo y voluntad política para imprimir cambios que el buen juicio recomienda, tras más de 25 años de mediocridad y estancamiento.


Si en desacuerdo con lo que vive y piensa el pueblo de México, lo declarado por Calderón estaba destinado a la cúpula mundial de la política y los negocios reunida en Davos, mucho peor aún. La mayoría de los ahí reunidos no sólo expresan pesimismo sino que lo difunden  abiertamente frente a la debacle de la economía en sus propios países y en el mundo, generando expectativas ciertas que les obligan a pensar en una refundación sistémica del capitalismo.  Lo que tiene mayor relevancia en tanto los presentes en su gran mayoría, son defensores a ultranza del neoliberalismo como expresión pragmática del capitalismo salvaje de los últimos años del Siglo XX y principios del actual.


La ligereza de Calderón en tal contexto, no pudo haber generado más reacción que una soterrada sonrisa de compasión para un país subdesarrollado, que, entre otras cosas, sufre el (des) gobierno de un iluso.


Como colofón, vale la pena destacar que el interés planetario frente a la crisis global,  está puesto no en Davos, sino en Belém de Pará, Brasil, donde tiene lugar la Séptima Edición del Foro Social Mundial, contando con más de de 100 mil participantes.


pulsocritico@gmail.com

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Más de 8 mil millones de pesos para que los 78 millones de ciudadanos, si asisten todos a las urnas (lo que no va a ocurrir), elijan a sus diputados.


Aquí no pasa nada, parecen decir las autoridades del Instituto Federal Electoral (IFE) y los dirigentes de los partidos. Éstos, en conjunto, recibirán para gastos de campaña, gastos ordinarios y otras «actividades específicas» la cantidad de 3.6 mil millones de pesos, aproximadamente, más lo que cuesta mantener el IFE, cuyo presupuesto de operación es de alrededor de 5.2 mil millones más. La suma de gastos presupuestados, según la nota de Alonso Urrutia en La Jornada (27/1/09), rebasa la que se estimó en el acuerdo del Consejo General del Instituto para el ejercicio fiscal de 2008, en el que se presumía de ajustes por austeridad, para luego pedir a Hacienda una ampliación de casi mil 500 millones más por necesidades derivadas de la reforma electoral. Como sea, estamos hablando de más de 8 mil millones de pesos para que los 78 millones de ciudadanos, si asisten todos a las urnas (lo que no va a ocurrir), elijan a sus diputados.


A ojo de buen cubero cada diputado costará 16 millones de pesos, más lo que ganen mensualmente durante los tres años que ocuparán sus curules. Por otro lado, pero dentro de las mismas cifras mencionadas, partidos que nunca debieron tener registro, como Nueva Alianza (de Elba Esther Gordillo), recibirán (en este caso) 254 millones de pesos. El Socialdemócrata un poco menos: 190 millones.


Agréguese a lo anterior el costo de las campañas locales para gobernadores, presidentes municipales y diputados locales que también se llevarán a cabo este año. Estas cantidades millonarias se antojan todavía más extravagantes cuando uno se asoma a los métodos por los cuales se está designando a los candidatos a diputados.


En todos los partidos (sí, en todos) las candidaturas se están decidiendo por cuotas de poder de grupos internos, de gobernadores en turno y hasta por nepotismo de líderes bien colocados, nada que ver con asambleas de delegados democráticamente electos o por votación directa de las bases de los partidos.


Es cierto es que así ha sido antes y más cuando el PRI era el partido «casi único». Pero uno esperaba (quizá con ingenuidad) que la transición democrática iniciada hace 30 años siguiera en curso y que los partidos se hubieran puesto a tono con esa esperanza de millones de mexicanos.


Nada. Las cosas siguen iguales que antes, pese a que el corporativismo sindical ha disminuido su peso sustancialmente.


Los partidos insisten en arreglos de cúpulas y los miembros de éstas continúan el palomeo que antes dominaba en el priísmo como modus operandi de los de mero arriba, comenzando por el presidente de la República. Éste influye poco ahora, pero los gobernadores, los dirigentes partidarios, los líderes «indispensables» y otros que por ahí andan son los que deciden y los que, a la vez, se oponen a toda suerte de democratización en el interior de sus organizaciones políticas. Las bases de los partidos, que no han sabido exigir sus derechos (incluso estatutarios), no cuentan; el 5 de julio se convertirán en bases de la sociedad, comunes y corrientes, y votarán o no según su amor por la camiseta partidaria (que en realidad es prestada), casi de la misma manera que los ciudadanos sin partido que no resuelvan abstenerse.


Si no hay democracia en el interior de los partidos, ¿por qué la habría en el ejercicio de la representación política? Aunque sea criticable (que no debiera serlo) que en las cámaras los diputados y los senadores respondan a los partidos que los llevaron ahí, razón por la cual a cada partido se le reconoce una bancada y un líder, uno esperaría que las lealtades de los legisladores fueran con su partido (y con sus electores) y no, como ocurre y ocurrirá, con quienes les dieron el visto bueno para ser candidatos, tanto uninominales como plurinominales. (Dije entre paréntesis que no debiera ser criticable que los legisladores respondan en primer lugar a sus partidos y luego a sus electores, porque en una sociedad con partidos políticos se supone que los ciudadanos votan por éstos, por sus propuestas y planteamientos, y no por quienes individual o grupalmente los hicieron candidatos mediante arreglos en la cúspide ajenos a la democracia más elemental y a las bases de esos mismos partidos.)


Las próximas elecciones entrañan ya (y nadie podrá cambiarlas) vicios de origen: por un lado un IFE que, al igual que los candidatos a diputados y que los anteriores consejeros electorales (Ugalde y compañía), es producto de negociaciones partidarias entre los «peor es nada» que escogieron para dirigirlo y, por otro lado, partidos divididos e incapaces de escoger a sus candidatos mediante reglas democráticas y transparentes para todo mundo.


No deberá sorprender a nadie, así las cosas, que la abstención el próximo julio sea mayúscula. Si esto ocurre el costo de cada diputado será muy superior al señalado al principio, por el escaso beneficio que obtendrá la República.


Mientras tanto, miles de personas pierden sus trabajos y otras miles (millones) no los consiguen, los costos de los productos básicos e indispensables para más o menos vivir aumentan, la inseguridad persiste, cierran empresas, disminuyen las remesas de nuestros paisanos en Estados Unidos y, en fin, se ve un horizonte negro que los panistas no quieren que se explote en las campañas de la oposición (porque la crisis no la provocó -dijo Germán Martínez- Felipe Calderón).


Sin embargo, hay una pequeña luz de esperanza: que el PAN y sus aliados (reales y formales) sean derrotados en todos los frentes y no sólo en la Cámara de Diputados federal.


Tomado de: La Jornada 29/01/09

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