Por: María Doris Hernández Ochoa
Milenio.com
Sábado, 21 Febrero, 2009
En los partidos políticos existe la obligación de registrar una oferta de campaña ante las autoridades electorales, que será la bandera que llevarán quienes los representen en una campaña electoral; se trata de imprimir la ideología y el planteamiento de trabajo desde un cargo, con base en un diagnóstico de la sociedad en sus necesidades.
Sin embargo, son pocos los candidatos que esgrimen los lineamientos de la propuesta de su partido por que no la conocen o porque piensan que la suya propia es mejor ; ante esta disonancia el elector no sabe qué esperar, porque los partidos se muestran indiferentes ante la falta de cumplimiento con la plataforma propia y la ofertada fuera de guión, una vez que se llega al poder .
En ninguna plataforma política partidista hemos leído que exista la obligación de entregar regalos, organizar tómbolas, fiestas, ofrecer almuerzos o rifar objetos, y sin embargo, es lo que más se desempeña la mayoría de los candidato en campaña.
Al aspecto ideológico se le hace a un lado, y se trata de convencer de la bondad de una candidatura o de un partido por la cantidad de regalos que se entregan… algunos de manera anticipada a costa del erario público, porque se ha sabido que el gobernante-chapulín será el «elegido de las masas» .
¿Cuántos cientos de camiones cargados de despensas se han repartido «oportunamente» entre las clases populares? Porque no se trata de una situación de emergencia producto de catástrofes naturales, sino que, graciosamente se hace la distribución sin causa, justificación ni exigir una responsabilidad a los beneficiados. Ahora ya no se trata de esgrimir ideas, de esforzarse en convencer con propuestas y contrastar personalidades, sino de dar, entregar, regalar, condonar, agasajar , divertir, consentir y… humillar al pobre .
A este nivel han caído las campañas electorales en México… y el resultado está a la vista por las encuestas: pobreza política porque políticamente se actuó con pobreza.
La revista Nexos y la Fundación Manuel Arango han retratado la democracia en México a través de una encuesta aparecida en el número de este mes de febrero ; por ejemplo, se calificaron en los políticos los niveles de : tolerancia, aprobación de leyes, disposición al diálogo-negociación, rectitud en el comportamiento, representación de la sociedad, capacidad para llegar a acuerdos, transparencia-rendición de cuentas, cercanía con la gente y, congruencia … las calificaciones van entre 4.2 a 5.4, siendo 10 la nota máxima.
En otras palabras, nuestros políticos siguen reprobados y sin interés en ellos de ir a una segunda vuelta.
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