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Daily Archives: marzo 10th, 2009

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


En el marco de la crisis del sistema de partidos políticos en México, el grupo parlamentario del PRI en la Cámara de Diputados denunció que por parte del PAN existe una guerra sucia que enmugra la política. Vaya novedad, como si la clase política en su conjunto no hiciera lo indecible por hacer de la vida política del país un auténtico cochinero. No por nada,  conforme pasan los días se profundiza el abismo que separa a los partidos políticos del grueso de la población.


Más que acusarse mutuamente de enmugrar la política, tanto el PRI como el  PAN deberían preguntarse que hacen para limpiar al país del mugrero en que lo han convertido, frente a un electorado harto de corrupción, impunidad, procesos electorales fraudulentos, simulación y gatopardismo. Si en algún momento la ciudadanía confió en la alternancia como vía para abrir cauces de mayor amplitud a la vida en democracia, los partidos políticos se han encargado de cancelar tal esperanza. El PAN con el poder formal transformado en caricatura,  no sólo adoptó lo peor de la herencia histórica del priísmo, superó al partido tricolor al grado de que,  hoy día, tan no existe diferencia entre ambos institutos políticos que el pueblo ya les identifica como «PRIAN». Al icono de tal engendro se le conoce como Felipe de Jesús Calderón Hinojosa.


El resto de los partidos políticos con registro vigente, se encuentran en la misma tesitura. La herencia acumulada a lo largo de varias décadas de un sistema político corrupto y autoritario, con diferentes matices, permea en todos por igual. La crisis del sistema de partidos va de la mano del creciente deterioro de un Estado que no hace esfuerzo alguno por limpiar tanto en lo externo como en el ámbito doméstico,  su imagen de «fallido».


La credibilidad en la vigencia del estado de derecho, en la legitimidad de las instituciones republicanas, y en la clase política en su conjunto, lastimosamente ya no existe. La partidocracia y su cauda de corrupción y oportunismo, vinculada a los poderes fácticos que dimanan del poder del dinero,  mantiene secuestrado al pueblo de México; la democracia, como forma de vida en sociedad, quedó entrampada entre las telarañas iconográficas de los grandes mitos nacionales.


Bombardeada por millones de spots, triviales propuestas de los candidatos, y obscenas cantidades de limosnas asistencialistas,  la ciudadanía habrá de decidir por quien votar en los comicios de julio próximo. Ejercicio inútil que desde ya apunta al triunfo del abstencionismo.  Por lo que a mi respecta, conciente de que a menor número de electores mayor será el agandalle del PRIAN, responsablemente concurriré a sufragar  pero eso sí, tengo la seguridad plena de que mi voto no será a favor del PRI o del PAN. No es mi voluntad participar a favor del cochinero.


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En perspectiva

J. Enrique Olivera Arce


Ya era de extrañarse. Convergencia se estaba salvando o aparentaba estar al margen de la crisis generalizada de los partidos políticos en México. La división en este instituto político está a flor de piel y la polarización ideológica y de intereses cupulares ya es del dominio público.

En Veracruz, cuna del partido naranja, era previsible el conflicto, se veía venir y todo era cosa de tiempo. Tras un largo período de ayuno de ideas, propuestas, y compromiso partidista,  auspiciado por Alfredo Tress y su antecesor en la conducción del partido en la entidad, la frágil estructura se fractura confrontando a quienes están a favor de la «Coalición Salvemos a México» y los que comulgan con la equívoca intención de mantener al partido en un inexistente centro del espectro político nacional, ajenos a cualquier bronca que ponga en peligro el registro y el disfrute de canonjías y manejo de las prerrogativas.


La incapacidad de la dirigencia estatal para conciliar los intereses diversos de la militancia fue más que evidente. En tanto que la mayoría se inclinara por la defensa del petróleo, sumándose al movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador, la minoría, vinculada pragmáticamente a los intereses del titular del Poder Ejecutivo estatal a través del «Pacto de gobernabilidad», se mantuvo en el mejor de los casos, al margen de la movilización social en la que, incluso, participa en forma destacada el senador Dante Delgado Rannauro.


Hoy día, frente a la posibilidad de que la mayoría de la militancia de  base de Convergencia y el PT, se imponga en la definición de las candidaturas a la diputación federal de la «Coalición Salvemos a México», la minoría convergente se da por desplazada y pone el grito en el cielo. Manifestando su inconformidad en relación a una presunta violación a los estatutos del partido; cuestionando la designación de la Comisión Ejecutiva que encabeza Armando Méndez de la Luz, a sabiendas de que el ex alcalde xalapeño no se andará por las ramas. El rescate del partido en la entidad exige poner a cada quién en su lugar, reconstruir la estructura y concretar en los mejores términos la alianza con el PT; privilegiando a los militantes que se han mantenido firmes tanto en la defensa del petróleo como en el reconocimiento de Andrés Manuel López Obrador como «presidente legítimo».


Lo que reduce el conflicto existente, ya extensivo al Distrito Federal y algunas entidades federativas, primero,  a una clara intención de la minoría de sabotear a la coalición «Salvemos a México», quedándose con el control de la estructura convergente y el manejo de los recursos financieros del partido. En segundo término, sabotear la participación de Convergencia en el movimiento popular para, en alianza con los «chuchos» del PRD, restarle fuerza al movimiento social que encabeza el político tabasqueño.


Como era de esperarse, el bombardeo mediático se encarga de agregar leña a la hoguera. En Veracruz los medios de comunicación  exageran la nota respecto a  un  conflicto que es real pero superable,  para restar capital político a Dante Delgado y frenarle en sus aspiraciones de obtener la candidatura al gobierno de la entidad.


De cómo se maneje el conflicto por parte de la dirigencia nacional y la Comisión Ejecutiva en la  entidad, evitando el choque de trenes en las vísperas de las campañas que culminarán con la elección de diputados federales, depende el que las diferencias existentes no se desborden poniendo en riesgo el registro del partido. Pero también de la acción enérgica de la mayoría de la militancia, definiendo con toda claridad su postura y participación tanto en el movimiento lopezobradorista como en la «Coalición Salvemos a México».


No hay lugar para a estas alturas asumir una actitud vergonzante, negándose a lo que es obvio. Ante la nación Convergencia está con Andrés Manuel López Obrador y,  si no es así, que la militancia abiertamente lo manifieste y actúe en consecuencia.


Sea cual fuere la solución al conflicto existente, lo que hoy acontece en Convergencia es un aviso más de la necesidad de resolver la crisis del sistema de partidos políticos en México por la vía democrática. El país no puede ni debe seguir siendo rehén de las cúpulas de la  partidocracia.


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