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Daily Archives: marzo 25th, 2009

No requiere de medidas coercitivas el flagelo de la violencia, sino cambiar el modelo económico, dijo

La Jornada On Line. Publicado: 25/03/2009 18:55


México, DF. En el marco de la visita que realiza la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, a México, Andrés Manuel López Obrador mencionó que para resolver lo relativo al fenómeno migratorio y a la inseguridad fronteriza es «indispensable» una relación entre ambos países que se finque en una cooperación para el desarrollo y no «en el uso de medidas coercitivas».


En un mitin realizado afuera de la Cámara de Diputados en el que también abordó lo relativo al proyecto de ley de los salarios máximos, el «presidente legítimo» leyó una carta dirigida a Clinton en la que considera un «error» combatir la inseguridad y la violencia con mano dura y militarización. La solución al flagelo de la delincuencia, agregó, es rescatar al Estado y cambiar de modelo económico de tal manera que se garanticen mejores condiciones de vida y de trabajo para las mayorías.


Aunque mencionó que sólo a los mexicanos corresponde resolver los asuntos internos, «consideramos pertinente, dado lo que usted representa, expresarle el sentir de millones de ciudadanos que luchamos cotidianamente por hacer realidad la justicia y la democracia en México».


Agregó que el problema de la inseguridad y de la violencia en México se ha originado por la corrupción y la impunidad imperantes, y porque «desde hace 26 años no ha habido crecimiento económico».


Usted seguramente sabe, refiere la misiva, que todo esto comenzó cuando un grupo de alrededor de 30 traficantes de influencias y políticos corruptos, utilizando como parapeto a la llamada política económica neoliberal, se apoderó del Estado mexicano, así como de una buena parte de los bienes de la nación y del presupuesto público. «Y esta política de pillaje que ha enriquecido a una minoría de manera exagerada y obscena, como no ha sucedido en ninguna otra parte del mundo, ha condenado al pueblo de México al destierro y a la sobrevivencia.»


Por eso creemos, leyó el político tabasqueño, que es un error querer enfrentar el problema de la inseguridad y de la violencia sólo con mano dura, con militares, con cárceles, con leyes más severas y con penas más largas. La solución al flagelo de la delincuencia pasa, necesariamente, por rescatar al Estado, por cambiar el actual modelo económico y por garantizar mejores condiciones de vida y de trabajo a la población. No debe olvidarse que la paz y la tranquilidad son fruto de la justicia.


«Como en su momento se lo hicimos saber al presidente Barack Obama, sostenemos que la solución al fenómeno migratorio y a la inseguridad no se encuentra en la construcción de muros ni en la militarización de la frontera, sino en el desarrollo económico y social de México. Por eso es indispensable que la relación entre México y Estados Unidos se finque en la cooperación para el desarrollo y no en el uso de medidas coercitivas».


Al final del mensaje, López Obrador refiere que «aunque padecemos de un gobierno usurpador y fallido, cuya debilidad podría llevarlo a tomar acuerdos contrarios al interés nacional, existe también un movimiento ciudadano fuerte y la voluntad de muchos otros mexicanos, decididos a impedir cualquier actitud intervencionista y a defender nuestro derecho como nación libre y soberana».

Pulso crítico


J. Enrique Olivera Arce


En algunos países europeos en los que el sistema electoral merece a los ciudadanos mayor grado de confianza y credibilidad, el voto en blanco constituye una opción válida para el electorado, habida cuenta de que con ello se manifiesta el rechazo a los partidos políticos o a candidatos que no responden al bien común. La suma de votos en blanco, para la clase política y para el gobierno, es así un claro mensaje de la tendencia de la opinión pública a tomarse en cuenta en la mayoría de los casos.


El voto en blanco en un sistema electoral como el mexicano, carente de transparencia, confianza y credibilidad, a diferencia de Europa, resulta, al igual que el abstencionismo, contraproducente; favoreciendo, por un lado al fraude electoral y, por otro, a los partidos mayoritarios a los que se pretende castigar. De ahí que la propuesta de diversas corrientes que, a través del internet, llaman a sufragar en blanco en la elección de julio próximo, a mi juicio resulta improcedente. Ni sería tomado en cuenta como mensaje de rechazo ni contribuiría a sanear nuestra incipiente democracia. Tanto el gobierno como la clase política en México, cotidianamente hacen gala de insensibilidad y oídos sordos frente a una opinión pública mayoritariamente insatisfecha.


De los males el menor. A mi juicio lo procedente será sin duda votar por el candidato menos peor de entre la mediocridad que se nos ofrece como oferta electoral. Ejerciendo un derecho al que no podemos ni debemos renunciar, así como cumpliendo con la obligación cívica que emana de la Carta Magna cuya plena vigencia exigimos los ciudadanos. A mayor número de votos válidos menor será la oportunidad del agandalle y el fraude electoral. Y si este último se repite una vez más en contra de la voluntad ciudadana, como sociedad tendremos la calidad moral y política para impugnarlo, privando de legitimidad democrática a los triunfadores espurios y la justificación plena para cuestionarlos.


Lo anterior viene al caso considerando que las tempraneras encuestas nacionales sobre la intención del voto,  están ya indicando una clara tendencia del electorado a castigar a los partidos políticos, absteniéndose de sufragar o nulificando el voto;  estimándose que el sufragio efectivo no rebasaría el 40 por ciento del padrón electoral, en perjuicio de la legitimidad de la representación democrática en la Cámara Baja del Congreso de la Unión. Esto particularmente grave en tanto daría continuidad a la polarización social y política derivada de la elección del 2006, cunado el país exige la unidad de propósitos frente a la crisis.


La protesta o rechazo sin objetivos claros para avanzar no tiene sentido. Más que por el voto en blanco o la abstención, debe apostarse por la participación razonada y consecuente, generando condiciones para, desde abajo y de manera organizada, exigir a la representación popular cumpla con el cometido para el cual es electa.


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