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Daily Archives: abril 30th, 2009

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce


A ciencia cierta no se quien le cree y quien no le cree al gobernador Herrera Beltrán. Las opiniones están muy divididas gracias a los excesos mediáticos de la actual administración estatal.

En lo personal y en referencia al tema de la influenza porcina, más allá de mi opinión personal sobre la política veracruzana, me inclino por creerle. No puede ser de otra manera. Frente a la gravedad de la amenaza epidemiológica todos los ciudadanos estamos obligados, por razones más que obvias, a confiar en nuestras autoridades, creer a pie juntillas en lo que estas informan sobre la evolución de la enfermedad, así como atender puntualmente todas y cada una de las medidas y recomendaciones que, con carácter preventivo, se han puesto a disposición de la ciudadanía. La vida va de por medio.


No creer, no confiar, dejándonos llevar por el rumor, la especulación o la maledicencia, a más de propiciar el miedo irracional, rompe con la necesaria unidad de los veracruzanos y da paso a la anarquía frente a un problema grave que no respeta condición social o económica. La amenaza es general y su atención atañe a todos por igual.


Pero si los ciudadanos estamos obligados a actuar con responsabilidad, con mayor razón debe prevalecer la cordura y la responsabilidad en el liderazgo que frente a la crisis de salud pública asume el gobierno de la entidad. No es correcto ni social ni políticamente, que desde el mismo poder público se atente contra unidad y credibilidad, politizando el manejo del fenómeno epidemiológico como ya está sucediendo.


Bastó una simple hipótesis atribuyéndosele a Veracruz el punto de partida de la infección para que el tema, por demás grave,  adquiriera tinte electoral al negarse desde el poder ejecutivo tal posibilidad. De inmediato la maquinaria mediática entró en acción, respondiendo sin duda a consigna dictada, medios de comunicación y texto servidores al servicio del régimen procedieron al desgarre de vestiduras, ubicando al epicentro de la epidemia en el Distrito Federal, gobernador por Marcelo Ebrard, y en el estado de México, cuya titularidad del ejecutivo estatal recae en Enrique Peña Nieto. Sin faltar señalamientos infundados de una conspiración panista en contra del gobernador Herrera Beltrán, orquestada desde la oficina de Calderón Hinojosa.


Los mismos que en el tema de la refinería pedían una decisión técnica y no política, hoy, frente a la crisis epidemiológica, anteponen a criterios científicos el interés político de un futurismo fuera de lugar. No se vale. Si los veracruzanos estamos obligados a confiar en las autoridades estatales, en congruencia estas, a su vez, están obligadas a confiar en los estudios científico-técnicos de expertos y responsables del sector salud a nivel nacional que, por su parte, confían en las autoridades internacionales del ramo. Y estas, hasta este momento, no tienen elementos para afirmar donde, como, cuando, y bajo que condiciones hizo acto de presencia en territorio nacional el amenazante virus trasmisor de la influenza porcina.


Tampoco en este momento debería interesarnos generar polémica al respecto. La Organización Mundial de la Salud (OMS),  ya declaró el nivel cinco de la alerta general y es mucho lo que está en juego; acompañando a la incertidumbre generada por la epidemia, la economía, ya de si deteriorada por los efectos de la crisis sistémica global, indirectamente paga un alto costo  por la contingencia. Si la economía cae, lo sufrimos todos. De ahí que lo determinante sea el  frenar la amenaza, evitar que se propague el mal  y conducirle por los mejores cauces.


Por encima de intereses partidistas o pugnas electorales,  está el privilegiar el interés más general de la vida, salud y economía de los mexicanos. No hay que perderlo de vista. Actuemos todos con responsabilidad observando tranquilidad, mesura y buen juicio, que con ello contribuiremos a que los veracruzanos crean en su gobernador, en su liderazgo, en un asunto que es de vida o muerte.

pulsocritico@gmail.com

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Ángel Guerra Cabrera


La aplastante victoria de Rafael Correa y de las fuerzas populares de su país en las elecciones generales del domingo pasado proporciona un enorme estímulo al ascenso y consolidación de los procesos revolucionarios constituyentes en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Estos pueblos de vigorosas raíces indígenas o africanas, liberados por la espada de Bolívar, cuyo legado veneran, son hoy, en la América austral, las tres principales fuentes inspiradoras del cambio social, el rescate de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos y la unidad e integración regional.

Venezuela, Bolivia y Ecuador realizan una valiosísima contribución teórica y práctica a la transformación radical de las repúblicas oligárquicas enseñoreadas en el siglo XIX en América Latina, criticadas a fondo por José Martí, quien advirtiera tempranamente su incidencia en la división de los pueblos de nuestra América y como facilitadoras del expansionismo del naciente imperialismo estadunidense. No es casual que Chávez, Evo y Correa se cuenten entre las voces más lúcidas y dignas que, junto a la del veterano revolucionario Daniel Ortega, se alzaran en Puerto España en irrestricta solidaridad con Cuba, en contra del capitalismo y en defensa de la soberanía de América Latina y el Caribe.


En trance de profundos cambios desde abajo por la rica diversidad cultural y popular de sus sociedades, estos tres procesos revolucionarios han surgido de grandes movilizaciones de masas, legales o extralegales, que operando dentro, o en los márgenes, de la legalidad liberal oligárquica, lograron hacerse gobierno y desde allí iniciar radicales procesos constituyentes. Esto les permitió elaborar y aprobar, con gran participación popular, nuevas y avanzadas constituciones con postulados auténticamente revolucionarios, que constituyen la base de una nueva legalidad antioligárquica, antimperialista, anticapitalista y de orientación socialista, que les franquea el paso hacia sus objetivos liberadores.


En Venezuela (caracazo), Bolivia (guerras del agua y del gas) y Ecuador (derrocamiento insurreccional de presidentes neoliberales) se gestó el parlamentarismo de calle en la misma lucha por desalojar a la oligarquía del gobierno y se ha continuado desarrollando desde aquél, que, llegado el caso, logra el cambio en la correlación en favor de las fuerzas populares.


Estas fuerzas actúan eficazmente a la vez dentro del marco legal liberal en retroceso y el revolucionario en ascenso. Maniobran, con tacto e inteligencia, combinando un genuino respeto por las formas democráticas con creativas e ingeniosas formas de lucha, como la reciente huelga de hambre de Evo, que, unida al desbordante apoyo popular, dobló hace días el brazo a la oligarquía.


Entre sus aportes fundamentales está la redefinición y reconstitución, ajustada a la realidad latinoamericana, del nuevo sujeto histórico de los cambios sociales en nuestro continente y la creciente construcción de poder popular desde las bases, complemento indispensable del primero.


Las generalizaciones corren el riesgo de pasar por alto las particularidades de los procesos. En Bolivia y Ecuador, donde los pueblos indígenas son mayoritarios, ellos han llevado casi siempre el mayor peso de las trasformaciones, antes desde la oposición y luego desde el gobierno, aunque no excluyan la acción destacada de otras fuerzas populares, como el caso de los forajidos en Ecuador. En Venezuela, donde los indígenas son chavistas militantes pero minoritarios, aquel papel les ha correspondido principalmente a otros sectores excluidos o explotados: desempleados, trabajadores, negros y mestizos, militares, amas de casa. Fue allí donde se sentó en 1999 el precedente del pueblo como único poder constituyente.


El quebradero de cabeza mayor de estos procesos para las oligarquías y el imperialismo es su sorprendente capacidad para recuperar, mediante audaces proyectos constituyentes con gran apoyo popular, el poder político, económico, cultural y militar que les fuera enajenado por las clases explotadoras nativas y foráneas; su eficacia en la demolición de las viejas estructuras, instituciones e ideas en que se parapeta la contrarrevolución, a la vez que derrotan sus feroces campañas mediáticas y desmantelan sus planes subversivos.


(Aldabonazo desde Cuba: Raúl responde a Washington que al agredido y bloqueado no le toca hacer ningún gesto.)

aguerra_123@yahoo.com.mx

La Jornada 30/04/09

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