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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Lo he dicho y lo reitero. Si algo frena al desarrollo de Veracruz es la tendencia de su población a aferrarse a un constante estado de politiquería electorera.  Natural o inducida, tal tendencia se retroalimenta de la mediocridad de una clase política que todo lo quiere ver a la luz de la competencia electoral, partidizando hasta lo más nimio de la vida social, económica y cultural de la sociedad veracruzana, dando la espalda a la racionalidad y hasta al sentido común.

No culmina un proceso electoral cuando ya le encimamos el siguiente; concentrándose recursos públicos y privados, materiales, financieros y humanos, para afrontar el incierto futuro de la sucesión de gobernador, diputados federales y locales, alcaldes, dirigencias partidistas, líderes gremiales, comisariados ejidales,  y hasta presidentes de asociaciones de padres de familia, jefes de manzana, liderazgo estudiantil, o pseudo dirigentes de las varias decenas de organizaciones que dicen representar al periodismo veracruzano.

A todo esto habría que agregar la nociva tendencia de algunos funcionarios públicos afectos al lustre de imagen y al discurso fácil y triunfalista, que para sustentar y afianzar su protagonismo en la palestra político-electoral, hablan de más y a destiempo.

Lo anterior viene a cuento porque una vez más, gracias a eso que he afirmado es parte ya de nuestra naturaleza, no sólo ahuyentamos a una potencial inversión industrial chino-mexicana de varios millones de dólares, sino que también politizamos el tema. Especulando que la responsabilidad del siempre no de la empresa, es atribuible a la mala fe de panistas locales que por beneficiar a sus congéneres partidistas de Jalisco, sabotearan el proyecto.

La mayoría de los medios de comunicación, por motu propio o por consigna,  se han hecho eco de tal especulación, cediéndole el paso al desgarre de vestiduras y a una nada despreciable oportunidad de desviar la atención de un caso juzgado y archivado en el morral de la opinión pública, como la aprobación por parte de la diputación federal priísta de una Ley de Ingresos y Miscelánea Fiscal.

Especulación, sólo eso, toda vez que las decisiones de invertir o no,  millones de dólares en uno u otro sitio ni se dan de la noche a la mañana ni existe empresa que se repute como seria que no someta un proyecto de tal naturaleza a estudios acuciosos, evaluaciones financieras y considerandos sobre fortalezas o limitantes de orden social o económico. Si la empresa chino-mexicana ensambladora de tractores y camiones decidió no establecerse en Veracruz, no lo hizo ni por no gustarle el predio que se presume le sería cedido a “título gratuito” o vendido a precio de subasta de garaje, ni porque un político panista de  medio pelo opinara en contrario a lo ya dispuesto por la administración a cargo de Fidel Herrera Beltrán.

A escasa una semana de que el Congreso local aprobara la enajenación del Agrocentro Siglo XXI para  facilitar tanto la inversión ofertada como la generación de 5,000 empleos directos, y dos días antes de que la empresa de marras comunicará al gobernador la decisión tomada, Dionisio Pérez Jácome, jefe de la Oficina de Gobierno y Consejería Jurídica, no sólo ratificó que era un hecho que la ensambladora se instalaría en la entidad sino que, además opinó que “al reglarle el inmueble Veracruz sale ganando”.

Una de dos. O la empresa en ningún momento tuvo la intención de asentarse en los terrenos del Agrocentro y el triunfalismo desbordado local careció de fundamento, o factores y variables a considerar debidamente respaldados por los estudios respectivos, inclinaron la decisión final a favor de establecerse en Jalisco, no por ser un estado gobernado por panistas sino porque así lo recomendara la relación costo-beneficio a considerar. Decisión final que toda lógica indica que no se tomó en escasos cinco días ni es resultado de una pretendida ingerencia política de un panista deseoso de contrariar al gobernador Herrera Beltrán atendiendo a una consigna de Miguel Ángel Yunes Linares.

Más papistas que el Papa, nuestros políticos priístas, opinan en contrario. “El Pipo” ahuyentó a los chinos”. Sin ponerse a pensar que estos últimos, entre otras cosas y dada  su racionalidad fruto de una cultura que sabe diferenciar negocios de política,  pudieran haber sustentado su decisión final precisamente en el clima electorero de una entidad que vive de y para la polítiquería. Hay que aprender de los chinos. Mientras nosotros nos dedicamos al bla bla bla y a especular frente a la bola de cristal, ellos piensan, estudian, observan,  trabajan y conducen a su país a ser primera potencia mundial.

pulsocritico@gmail.com

http://pulsocritico.com

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