Roberto Fonseca Flores / Correo de la Noche al Día
Observando el desmadre que se trae el panismo estatal, así como el desinfle de seguidores del candidato Miguel Ángel Yunes Linares y la toalla que oportunamente tirara la coalición presunta apoyadora de la candidatura de Dante Delgado Rannauro, no puede uno más que asegurar que quienes votaran en contra de la alianza del PRI y sus paleros, verde ecologista y la empresa privada del Sr. Laborde, lo hicieron en contra de Fidel Herrera Beltrán, su proyecto fidelidad y su pleito personal con el neopanista choleño, ex director del ISSSTE, más no así en contra de Javier Duarte de Ochoa, a quien marginalmente se enderezaran críticas sin sustancia a lo largo del proceso electoral.
Conforme se enfría el ambiente post electoral y se asientan las aguas, eso me queda claro y así debería quedarle claro al aún gobernador electo. Toda crisis implica oportunidad, y esta última es la que se le ofrece al “delfín” para congraciarse con todos los veracruzanos, deslindándose de los excesos de su padrino y presunto manejador, para obtener consenso y unidad en torno a su propio proyecto de gobierno. El “todo se los debo a Fidel”, debería ser expresión de gratitud de un hombre de bien, con valores bien cimentados, pero, esto en lo íntimo de su conciencia y no como sustento de un hacer las cosas en nombre y beneficio de y para, como es la percepción que de manera amplia se tiene sobre lo que será su gobierno. El poder lo ejerce quien lo tiene y lo pasado quedó atrás. Fidel es Fidel, sobrado está para manejarse solo en lo que le depare el destino, sin pretender depender de su sucesor. El cacique rojo ya no debe meter las manos en asuntos que serán responsabilidad única de Javier Duarte.