En Perspectiva
J. Enrique Olivera Arce
En el portal de internet “Crónica del Poder”, citando como fuente a la Agencia informativa “Imagen del Golfo”, se publicó lo siguiente:
“Más de un millón de turistas atiborran playas de Veracruz”
“Al no encontrar habitaciones disponibles o de plano no tener para pagarlas, decenas de turistas durmieron en las banquetas y en la playa de las ciudades de Veracruz y de Boca del Río. Aunque desde el Carnaval las autoridades locales trataron de impedir esas prácticas, de nuevo, los visitantes de bajo presupuesto, se apoderaron de la vía pública. Y no sólo durmieron ahí, también ocuparon las calles para hacer sus necesidades fisiológicas y por las mañanas y al mediodía hacer de comer o desayunar en anafres calentados por fogatas. Basta con recorrer la zona de Villa del Mar en la noche para constatar como las casas de acampar se apropian de las banquetas que se convierten en un gran hotel público. Incluso quienes ni siquiera llevaron tienda sacaron zarapes y colchas para ocuparlas como colchón y se tendieron a dormir sin importar que los transeúntes les pasaran brincando por encima de sus rostros…”
Una vuelta más a la noria, avanzando para arribar al punto de salida. Año con año, lo mismo en las fiestas de carnaval que en el período vacacional de Semana Santa, el fenómeno arriba citado se repite sin que exista el menor esfuerzo por cambiar las cosas. Responsabilizando de ello como siempre, a la ínfima calidad turística del “millón” de seres humanos que se concentran en la conurbación Veracruz-Boca del Río para disfrutar de un barato y merecido descanso, solaz y esparcimiento. Cuando no hay más responsable que la propia autoridad tanto por no aprender la lección como por la falta de visión y conocimiento de la tarea que en materia turística tienen encomendada.
Quejas y rebuznos se acumulan sin que nadie haga nada al respecto.
Si año con año se presenta el mismo fenómeno, el más elemental sentido común indica que la infraestructura turística tiene que adecuarse a las necesidades específicas de quienes masivamente nos visitan. Si por ahora, no habiendo indicios de que la calidad del turismo en la zona conurbada de referencia mejore en el corto y mediano plazo, la flexibilidad debería privilegiarse por sobre el triunfalismo infundado con el que se aplaude el alcanzar una ocupación hotelera al 100 por ciento, en una entidad federativa deficitaria en la materia, con una derrama económica cuyo monto real nunca se conoce.
Si la cortedad de miras tanto de la Sra. secretaria estatal de turismo como de las autoridades municipales de Veracruz, Boca del Río y otros destinos de playa cercanos a las ciudades del altiplano lo permitiera, con toda anticipación deberían prepararse para afrontar la desbocada afluencia de visitantes de bajo y mediano nivel económico en las dos épocas más socorridas para la industria sin chimeneas en la entidad. Si el alojamiento es a todas luces insuficiente ó está fuera del alcance del bolsillo de la mayoría que nos visita, lo menos que debería hacerse es habilitar albergues públicos en zonas estratégicas, dotándoles de sanitarios, cocinas y agua corriente. O bien habilitar áreas transitorias o permanentes para acampar, como se hace en cualquier destino turístico que amerite ser considerado como tal.
Lo ahora ocurrido no es nuevo para nosotros, sin embargo, no puede soslayarse que todo lo anotado es previo al inicio en Veracruz de un programa permanente de cruceros, en el que se cifran esperanzas de un mejor nivel económico de quienes nos visitan. ¿Podrá ocultarse a los ojos de las empresas navieras y agencias internacionales de viajes que Veracruz destaca como destino turístico por toneladas de basura, caca y orines en sus playas, calles, parques y sitios de interés, así como por la animadversión de los habitantes contra todo aquello que la llamada industria sin chimeneas les deja año con año? ¿Podrá ocultarse que la prestación de servicios en nuestros destinos turísticos no está capacitada para atender al turismo internacional? Lo dudo. A esta fecha, gracias a internet, nuestra aldea está en boca de todos tras haberle torcido el pescuezo a lo que se presume gallina de oro para el impulso al desarrollo de la entidad.
Insisto a sabiendas de que el arar en el mar no reditúa. Si el turismo figura entre otras prioridades –por cierto no jerarquizadas- en el Plan Veracruzano de Desarrollo, lo menos que se debería hacer es poner al frente de la promoción y fomento de la industria sin chimeneas a personas que sepan del paño y quieran actuar en consecuencia. “Pa los toros del jaral los caballos de allá mesmo”, diría conseja popular aplicable a lo que se comenta. Lo que hoy tenemos en materia de infraestructura y cultura turística, incluida la dependencia estatal encargada de su fomento, apenas si está a la altura de lo que el portal de internet citado reporta.