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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Con afecto para Alfredo Martínez de Aguilar, quien deja la dirección del diario “Despertar”,  en Oaxaca, con la satisfacción haber cumplido su misión con valor, integridad e indudable profesionalismo.

 Los tiempos para hacer valedero el concederle el beneficio de la duda al joven e inexperto gobernador de Veracruz, se agotan. A escaso mes y medio de cumplir su primer año a cargo de la administración pública, ni fu ni fa.  Las arcas vacías cobran la factura y la autocomplacencia es la constante.

Afirmar que “El primer año, el primer año que ha sido el construir las bases de la prosperidad, un año que nos ha permitido poder avanzar enormemente hacia donde queremos llegar, que es hacia el progreso y el bienestar”, es la medida del discurso.

Los primeros diez meses de su mandato han transcurrido con más contratiempos que con hechos contundentes que destacar en el intento de hacer de Veracruz un estado próspero. El discurso triunfalista, reactivo, atropellado y sin sustento, no cubre las expectativas de quienes votaran a favor del priísta, Dr. Javier Duarte de Ochoa. Mucho menos de quienes le negaran el sufragio pero le concedieran el beneficio de la duda. La palabra fácil y la propaganda a modo de tanto repetirse, no ha funcionado como el aglutinante idóneo para el logro de la unidad de los veracruzanos que legitime el triunfo electoral del 2010.

El gobierno estatal marcha sin rumbo cierto. El llamado plan estatal de desarrollo una falacia, en tanto que el programa “adelante” no logra convencer de la presunta diferencia entre lo que es precario asistencialismo a secas y política pública de combate a pobreza y desigualdad. El gobernante le tira a todo lo que se mueve, sin propósitos y objetivos claros; no hay jerarquización de prioridades cuando todo es tan urgente como necesario y todo, al unísono, al mismo tiempo conduce al ilusorio camino de la prosperidad.

La incertidumbre priva en la conducción del gobierno veracruzano. Todo y nada es prioritario. Lo mismo se le apuesta a los biocombustibles, que a PEMEX y los combustibles fósiles, a la infraestructura carretera, a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, al turismo, la cultura, la educación, la alta costura, al apostolado magisterial o a la universidad abierta para pobres, como panaceas para el logro del bienestar de los veracruzanos, mientras la inseguridad se alimenta de inmovilidad y desconcierto.

Quien apuesta por necesidad pierde por obligación, reza la conseja popular,  siendo aplicable a la actual administración pública veracruzana. Se le apuesta a todo, sin respuesta redituable. El resultado es que quien mucho abarca con tan poco, poco aprieta, en medio de la dispersión regional y sectorial de objetivos y propósitos encaminados a fortalecer crecimiento económico y bienestar social. Más que políticas públicas, respuestas a modo a las demandas ciudadanas en la tónica cotidiana del discurso.

Contradicciones… entre otras cosas.

No es posible que en la euforia del discurso no se sepa de la abismal diferencia entre agricultor y campesino indígena. Mucho menos entre promover la autosuficiencia alimentaria y descuidar esta, para favorecer una incierta economía agrícola, sustentada en la producción masiva de materias primas para la producción de etanol en un sector rural que clama por justicia. La pobreza extrema en las comunidades indígenas remontadas en las sierras, hablan de hambre no de prosperidad y  de esperanza.

Abatir la pobreza al 50% en el sexenio tan  utopía resulta como el abatir y exterminar la corrupción. Baste decir respecto a esto último, que en la Secretaría de Finanzas personajes muy cercanos al gobernante, funcionarios de todas sus confianzas, exigen a contratistas y proveedores entre el 30 y el 40 por ciento del monto que el gobierno les adeuda, con el compromiso de ponerles en lugar privilegiado en la lista de cuentas por pagar.

El magisterio es el héroe en el mediático show, la educación marcha adelante, mientras el gobierno se hace bolas al no encontrar salida al fraude de que se le acusa, tras retener y hacer uso indebido de un dinero, descontado en nómina al profesorado y destinado a pagar créditos para vivienda, automóviles y enseres domésticos.

La corrupción no se agota, se reproduce y crece al igual que la pobreza. Prosperidad para unos cuantos, abandono a su suerte para los más. Eso es “adelante”.

Al estar por cumplirse el primer año de Gobierno del Dr. Duarte, vale preguntarse entonces: ¿Seguiremos otorgándole el beneficio de la duda?

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