Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Salud y bienestar para todos en unión de sus seres queridos.
Mientras el derrumbe de Europa sacude al mundo entero, en Veracruz la crisis globalizada nos hace lo que el viento a Juárez. Nos adentramos en el 2012 con la misma tónica discursiva, el mismo triunfalismo sin sustento con el que el Sr. Doctor Duarte de Ochoa iniciara la fiesta de la prosperidad veracruzana en los albores del año que culmina.
“Veracruz reforzará sus políticas, programas, proyectos y acciones de gobierno el año próximo para seguir consolidando las bases de la prosperidad que se asentaron durante 2011 con el apoyo de todos”, frase con la que el gobernador veracruzano despide al año viejo, sin el menor rubor, sin el menor asomo de toma de conciencia de lo que para las mayorías se percibe como un año fallido para la administración pública bajo la conducción del delfín de la “dinastía Herrera-Borunda”.
Mal augurio para Veracruz y la nobleza de su gente. Más de lo mismo para un año que está siendo precedido por negros nubarrones lo mismo en el contexto económico internacional que en el de un creciente deterioro social y político a lo largo y ancho de un México que, perdido rumbo y brújula, retrocede a tumbos en medio de violencia y desconcierto.
El “agorero” ex secretario de Hacienda, hoy presidente del Banco de México, se olvidó del “catarrito”. Hoy anuncia que se han prendido focos rojos en el entorno económico del país, ante la amenaza de la crisis global. Menor crecimiento y mayor inflación en los índices macroeconómicos, así como pérdida del valor adquisitivo del salario de las mayorías que aún conservan un empleo y, consecuentemente, contracción de la demanda interna en la microeconomía.
Ante las advertencias del Sr. Cartens, en Veracruz lejos de poner las barbas en remojo, nos manifestamos triunfalmente como ajenos a la crisis, boyantes anunciamos que el 2012 será el año de la consolidación de las bases para una prosperidad que sólo alcanza a percibir un gobernante que al paso de la procesión no pone la rodilla en tierra.
El beneficio de la duda
Si bien el joven e inexperto gobernador de Veracruz contó a lo largo de su primer año de gestión con el beneficio de la duda, generosamente otorgado por los más de dos millones de Veracruzanos que no votaran a su favor en el 2010, con el inicio del nuevo año, y ya inmersos en el proceso electoral que culminará con el relevo presidencial e integrantes del Congreso de la Unión, las circunstancias cambian, tal beneficio se diluye y, tanto partidos políticos como votantes potenciales, pugnarán por sus propios intereses al margen de los buenos deseos y utópicos propósitos del Dr. Duarte de Ochoa.
La ansiada unidad entre diferentes pasa a segundo plano. En los hechos cada tercio de los sufragios esperados responderá a su propia visión de la realidad veracruzana, reduciéndose la base social de apoyo en que se sustenta el régimen duartista. Lo que por seguidismo está bien para el PRI y sus aliados comparsas, no se verá de igual manera en el PAN o en la coalición de las llamadas izquierdas, cuando a la vista está expuesto que en un proceso electoral que ya se salió de cauce, contaminado por los propios árbitros de la contienda, el Gobernador estará permanentemente en el centro del ojo del huracán.
La belicosidad del discurso del aún presidente estatal del PRI, Héctor Yunes Landa, pretendiendo defender lo indefendible pidiendo no se politicen por el PAN los yerros del Dr. Duarte en materia de seguridad pública, así lo ejemplifican.
El futuro de Veracruz está en su gente
Afortunadamente para Veracruz, su gente, ajena al desmadre, falta de visión y de sensibilidad de una clase política que dejó de responder al interés de las mayorías, sabe rascarse con sus propias uñas. Pie a tierra afronta su realidad cotidiana, trabaja y se provee del diario sustento, cifrando sus esperanzas y buenos deseos para el nuevo año en su propia capacidad de respuesta ante la crisis. El aparato productivo está en pie, deteriorado pero al fin en pie, sin depender de los sueños duartistas construidos de espaldas a la realidad agobiante. Esto nos salva de un desastre por ahora circunscrito a la pésima administración pública y al estilo personal de gobernar del joven delfín.
Pero el horno no está para bollos. No se puede cantar victoria por anticipado. El lastre de una llamada clase política que más que motor de desarrollo es un estorbo, podría echar por tierra lo mismo buenos deseos que el mejor de los propósitos para el 2012. Luego cabe no aflojar el paso, mantener la frente en alto y enfrentar la crisis ya presente con la mayor de las cautelas. No esperemos a que el Dr. Duarte de Ochoa despierte de su almibarado sueño. Mérida, Yuc.- 29/12/11