Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
“En Veracruz lo prometido, es deuda”: Rafael Árias Hernández
No sólo meter dolosamente la mano al cajón de los dineros públicos es corrupción. Engaño, simulación y deshonestidad intelectual van de la mano, siendo manifestaciones de corrupción que, entre más alto sea el nivel en el gobierno y la política en que en ellas se incurra, mayor es el daño punible al Estado de derecho y, en consecuencia, deuda que se acumula al déficit democrático.
Bajo esta óptica, no se puede estar de acuerdo con la iniciativa de quien asumirá la presidencia de la República para combatir la corrupción en los tres órdenes de gobierno y, mucho menos, con quienes cortesanos y amanuenses dentro de la misma esfera del poder expresan su beneplácito por la anunciada creación de la Comisión nacional anticorrupción, a sabiendas de que la opinión pública les identifica como parte activa de lo mismo que se pretende combatir.
Tanto el presidente electo como la clase política en su conjunto agrupada en la partidocracia, así como una gran mayoría de medios de comunicación, incurren lo mismo en deshonestidad intelectual que en simulación. Conceptual y pragmáticamente un sistema corrupto no puede combatirse a sí mismo sin incurrir en flagrante engaño. Y eso es lo que se observa en los propósitos y contenido de la iniciativa presentada al Congreso de la Unión. La Iglesia en manos de Lutero para todos los fines y alcances a que haya lugar.
Quien esté libre de culpa que tire la primera piedra, diría el Nazareno. De ahí las preguntas que surgen de inmediato:
¿Con que calidad moral y política se asume el Sr. Peña como enemigo jurado de la corrupción? O ¿con que cara senadores y diputados que emergen de la corrupción institucionalizada van a aprobar un instrumento de Estado que les refleja de cuerpo entero, sin incurrir en simulación?
Pero también: ¿Hasta que punto tal decisión al más alto nivel, será pretexto para una puntual cacería de brujas?
Reflexionando sobre ello me topo con una declaración del senador veracruzano José Yunes Zorrilla, vertida con motivo del Segundo Informe del Gobernador de Veracruz, en la que de acuerdo a la nota periodística, afirma lo siguiente:
“Además de ser un gran estadista, el gobernador Javier Duarte de Ochoa es un excelente administrador de los recursos de las familias de la entidad, porque ha llevado a cabo acciones para garantizar que el dinero público vaya a los rubros a los que están estipulados y a las personas que más lo necesitan”.
Con ello el Sr. Senador exhibe a mi juicio deshonestidad intelectual. Dada su formación y preparación académica, antes de verter su opinión debería haber consultado las cifras estadísticas sobre el comportamiento de la economía veracruzana en los cuatro últimos años; verificar en el terreno de lo real las aseveraciones del gobernante veracruzano sobre obra pública, combate a la pobreza, vivienda, inversión pública y privada, generación de empleo y, desde luego, qué piensan las familias veracruzanas sobre el monto, manejo y destino de sus contribuciones a las arcas gubernamentales. No lo hizo. A bote pronto se dejó llevar por lo “políticamente correcto”, anticipándose a los resultados de las comparecencias de los secretarios del gabinete ante la Legislatura local; sobredimensionando visión de Estado, capacidad, y manejo transparente y eficaz de los recursos públicos de aquel a quien desea suceder en la titularidad del poder ejecutivo del gobierno estatal.
Su circunstancia política le orilló a incurrir en simulación, que también es corrupción.
No es de un estadista perder el piso, ignorar la realidad del pueblo que gobierna, sobredimensionándose a sí mismo en busca del aplauso fácil de una ciudadanía desinformada e indiferente. Ojo.
José Yunes Zorrilla será uno de los senadores del PRIAN que aprobará la creación de la Comisión anticorrupción y, uno más de los que aprobaron al vapor las iniciativas preferentes de un Felipe Calderón que va de salida, atendiendo a un llamamiento del Sr. Peña, presidente electo, y no porque previa consulta, así convenga a la entidad federativa que representa en el Congreso de la Unión.
Naturalmente que si así se expresa todo un senador respecto al actual gobernador de Veracruz, ello avala y justifica la cargada de la mayoría de los medios de comunicación que, sin mayor análisis, siguen al pie de la letra el boletín oficial; calificando como extraordinario al comportamiento de la administración pública estatal en los dos primeros años de mandato del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa.
Lo curioso del caso es que esos mismos medios informativos dan cabida a las declaraciones del empresariado veracruzano, que afirma que todavía están pendientes de cubrir por el gobierno estatal adeudos pendientes que datan del 2010, lo que ha dado lugar al cierre de empresas, despido de trabajadores, quebranto patrimonial de quienes arriesgan su capital, y congoja familiar de los afectados.
Para muestra basta un botón. Engaño, simulación y una absoluta carencia de honestidad intelectual, reina en la vida pública nacional. Esto es a lo que se enfrentara el Sr. Peña, ya veremos si dejando a la Iglesia en manos de Lutero nuestra clase política se redime.
Hojas que se lleva el viento
A partir del primero de diciembre, a los gobernadores se les acaba su status de virreyes en sus respectivas entidades federativas. Con el retorno del PRI a Los Pinos, la súper secretaría de gobernación a cargo de Miguel Ángel Osorio Chong recupera el control centralizado de la vida política nacional que se diluyera con los gobiernos panistas de Vicente Fox y Calderón Hinojosa. Acatamiento a la voluntad presidencial y rendición de cuentas ante el Sr. Peña será la tónica a seguir bajo la conducción de la triada, Osorio, Murillo Karam y Videgaray.
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Con el segundo informe de labores al frente de la administración pública veracruzana, el Sr. Dr. Duarte de Ochoa abre el compás de espera de su sucesión y, con ello las pasiones desatadas en una guerra sin cuartel entre los dos delfines, actualmente alcaldes de Tuxpan y Boca del Río, que ya se consideran cada uno por su lado, precandidatos designados, muy a pesar de las legítimas aspiraciones de los senadores priístas Yunes Zorrilla y Yunes landa.
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Ante la posibilidad prácticamente confirmada de que será el joven junior Américo Zúñiga el candidato del PRI a la alcaldía de Xalapa, la alianza electoral ampliada entre el PAN y la autonombrada izquierda para la contienda municipal con un candidato ciudadano, se da también como un hecho, considerándose como finalistas en la consulta respectiva para la designación de abanderado común al Dr. Carlos Luna Escudero por el panismo xalapeño, al periodista José Valencia Sánchez por el PRD y la Sra. Dulce María Dauzón Márquez por Movimiento ciudadano. El diputado federal Uriel Flores Aguayo está descartado, su cercanía con López Obrador no es bien vista como elemento aglutinador para que cuaje la alianza.
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Por cuanto a las diputaciones por los distritos urbano y rural de la capital veracruzana, en el sistema informativo de radio y televisión del gobierno estatal, molcajete en mano se promueven mutuamente la alcaldesa Elizabeth Morales y Antonio Neme Dib, Director del DIF en la entidad, como aspirantes por la dupla PRI-PVEM respectivamente.