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Monthly Archives: marzo 2014

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Gobernador de Veracruz

Gobernador de Veracruz

La Auditoria Superior de la Federación (ASF) destapó la Caja de Pandora en Veracruz (La Jornada en Veracruz 24/03/2014). Una más que presunta ola de corrupción en la administración pública estatal queda al descubierto.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, por su parte alimentó rumor y especulación con el cese fulminante de dos cercanos colaboradores “por haber traicionado la confianza del gobernador”, confirmándose de hecho lo que siempre se ha negado en el discurso oficial: una pésima administración y el saqueo sin límite a lo largo del mandato de Fidel Herrera Beltrán y en lo que va del actual gobierno duartista, dio pie al déficit en obra y finanzas públicas y su correspondiente ajuste vía endeudamiento creciente.

Hoy no hay dinero en las arcas públicas estatales. Pagar quincenalmente la nómina gubernamental, atender reclamos de acreedores de corto plazo, contratistas y proveedores y cubrir servicio de la deuda es un verdadero calvario. La obra pública estatal brilla por su ausencia y se atiende a necesidades reales y sentidas de la población con saliva.

Si el gobierno de Veracruz prácticamente se sostiene con aportaciones federales al presupuesto autorizado por el Congreso local, esta fórmula no da para más. Elementos de juicio sobran para justificar la pérdida de confianza del gobierno estatal ante la federación y, por ende, tal aportación fluirá por goteo y observada con lupa, o bien, será el gobierno federal el que se haga cargo de la ejecución de obras y servicios de conformidad con su orden de prioridades y no otro.

Adicionalmente, los recursos propios sustentados en el tributo de los veracruzanos, corren el riesgo de venirse abajo. Los contribuyentes no cautivos con justa razón habrán de oponerse a seguir contribuyendo a la inversión y gasto de un gobierno corrupto. Incrementándose informalidad tanto en el aparato productivo como en servicios y consumo.

Y lo más grave. Con el destape federal de la Caja de Pandora, la desconfianza del gobierno del Sr. Peña en el gobierno de Veracruz se reflejará en la actitud por asumir de una población engañada y lastimada que no confiará más en un gobierno fallido que hace del saqueo, impunidad y simulación regla de oro de un Estado de derecho que, en la entidad, sólo existe en el papel. Gobernanza y gobernabilidad a base de saliva y bombardeo mediático, no son ya garantía para paliar el temporal; tampoco marco propicio para crecimiento y desarrollo.

Y en este escenario, en lo político sobra decir que en el 2015 y 2016 las contiendas electorales no serán miel sobre hojuelas. No se puede hacer de lado que los partidos políticos hasta ahora existentes, han sido juez y parte de la corrupción impune y desaciertos gubernamentales y ni qué decir de los senadores priístas, aspirantes naturales a suceder al Dr. Duarte de Ochoa, que avalando a éste, al desorden administrativo, y al saqueo e impunidad, propalan que en Veracruz no pasa nada.

Éstos últimos, parafraseando a conocido columnista, al igual que el gobernador veracruzano, flotan en el espacio en calidad de astronautas. Desde las alturas del espacio sideral ven llover y no se mojan; ignorando la realidad hoy destapada por la Auditoría Superior de la Federación y puesta a la libre interpretación de los veracruzanos. No ven, no escuchan, haciéndose cómplices del saqueo.

Mal momento para Veracruz. A dos años y medio del relevo del Dr. Duarte la población está indefensa frente a un gobierno fallido. Estancamiento y retroceso en todos los órdenes, pese a la panacea de las presuntamente estructurales reformas del Sr. Peña que habrían de incidir positivamente en la entidad. Lo expresado por el gobernador en la rueda de prensa del pasado lunes, son ominoso anuncio de tormenta en suelo veracruzano. Su optimismo desbordado pretendiendo seguir tapando el sol con el dedo, no oculta los negros nubarrones en el horizonte inmediato.

Destapada la Caja de Pandora, Duarte de Ochoa está llamado a poner en la cárcel a quienes han defraudado no su confianza, sino la de los veracruzanos todos, o tirar el arpa pidiendo una licencia que es hoy por hoy lo obligado como primer responsable de desorden, ineficacia y saqueo en su gobierno.

Su partido con vista al 2015 y 2016 se lo agradecería.

Hojas que se lleva el viento

Por donde se le quiera ver, la pensión universal, iniciativa de Peña Nieto y aprobada por la Cámara de Diputados, constituye un engaño mayúsculo al pueblo de México, en tanto que el seguro de desempleo un vil saqueo a los ahorros para vivienda de los trabajadores. La ley de marras, ahora por aprobarse en el Senado, sí que es el robo del siglo.

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Ya lo dijo el santo Papa y algo de eso le toca a Xalapa: «… el desempleo es la consecuencia de un sistema económico que ya no está capacitado para crear trabajo, porque ha puesto en el centro a un ídolo que se llama dinero». El pontífice Francisco añadió que «el trabajo es un bien de todos y tiene que estar disponible para todos», y defendió «la dignidad de llevar el pan a casa», instando a los sectores políticos, económicos y sociales a que favorezcan una economía basada en la «justicia y la solidaridad» que garantice a todos «la posibilidad de desarrollar un trabajo digno».

Sin empleo y salarios dignos y remunerativos que fortalezcan capacidad real de consumo de la población, no hay crecimiento económico ni mejoramiento en la calidad de vida. Sin trabajo que ofrecer a sus habitantes, Xalapa está condenada a ser pueblo mágico en el que se sobreviva de milagro. Ojo señores planificadores.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo…” Gabriel García Márquez

En la jungla política veracruzana el periodismo no sólo es espectador, cronista o mensajero, también juega papeles protagónicos invalidando aquello de que en el oficio “perro no come perro”. Todos contra todos en la búsqueda no sólo de la cotidiana chuleta.

La mayor o menor cercanía con los primeros círculos de la administración pública estatal y municipal hace de la audacia el juego, haciendo nugatorio todo intento por lograr la unidad gremial frente al poder.

Ante la ausencia de expectativas viables de dignificación de la prensa veracruzana y de quienes directa o indirectamente participamos en esta actividad, el periodismo empresa fabrica también sus propias cortinas de humo para ocultar autocensura y proclividad probada de sometimiento a las reglas del juego del poder y de un mercado en el que el único consumidor de la letra impresa que paga, y paga bien, es la llamada clase política en sus diversos niveles y estamentos. Y en este escenario las infanterías del periodismo se van con la finta, prestándose a dicho juego, ahora con falsos debates como el que ocupa a los que auto etiquetándose como “periodistas críticos”, rompen lanzas bien en contra del periodismo ciudadano, bien en contra de los colegas “empíricos” o improvisados que sin contar con título profesional expedido por una institución de educación superior, incursionan en el oficio “sin estar técnicamente capacitados para ejercer”.

No podría afirmar si por soberbia, protagonismo o por sentirse desplazados o rebasados no obstante sus años de formación universitaria ante los alcances de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC´s) que modifican la relación entre emisor y receptor del mensaje, o simplemente por descalificar el trabajo de otros, lo cierto es que con su actitud exhiben el cobre sobre su muy cuestionado desempeño profesional, ignorando lecciones de vida dictadas desde las redacciones por periodistas del tamaño de Gabriel García Márquez o Ryszard Kapuscinski, cuya reconocido valor como paradigmas internacionales del oficio se sustenta en una fructífera práctica y no en su paso por las aulas universitarias.

Aunque cabe reconocer que hoy día, las redacciones dejaron de ser escuela en tanto que el boletín oficial se impone por sobre el trabajo del reportero por muy capacitado que este sea. La rentabilidad para el periodismo empresa, es mayor cuando se privilegia el chisme cortesano, la filtración a modo o la propaganda política y no el mejor de los trabajos de reportaje, crónica o investigación periodística socialmente trascendentes.

A mi juicio, el destacar tal “debate” entre sordos resultaría irrelevante, pérdida de tiempo, si no fuera porque refleja el estado que guarda el ejercicio del periodismo crítico en la entidad y, con ello, el mediocre papel de la prensa veracruzana en la vida social y política de la entidad. Lo importante se oculta tras la superfluo y baladí, destacando las formas y no el fondo de la crisis que en todos los órdenes afecta a Veracruz.

Todo en torno al pequeño mundo de Don Javier, su sucesión, el mayor o menor grado de corrupción de funcionarios menores o las aspiraciones de aquellos que se sienten con tamaño y padrinazgo para ser nominados candidatos a diputados federales. Nada que enriquezca construcción de ciudadanía y democracia; mucho menos aporte significativo a la búsqueda de soluciones a la quiebra moral, económica y social de una entidad federativa al borde del colapso.

Para eso no se necesita estudiar periodismo en la universidad, cualquier hijo de vecino lo percibe en su vida cotidiana, lo difunde entre sus cercanos, o lo hace evidente en las redes sociales hoy instrumento comunicacional con un alto grado de desperdicio en el ejercicio de la libertad de expresión y fortalecimiento de la vida en democracia.

Lo lamentable, siempre a mi juicio, es que se ponga más énfasis en dividir que en auspiciar unidad gremial, en un oficio en el que se denuncia lo externo y se tolera la vida interna de la prensa empresa, como la ausencia de ética periodística, el mal trato, acoso, bajos salarios, o el escamoteo de prestaciones laborales, capacitación y reconocimiento a la entrega del periodista para con su centro de trabajo.

Perro si come perro para satisfacción y conveniencia de quienes desde las esferas del poder sostienen la correa.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

De acuerdo con las reglas del juego impuestas por la partidocracia, en materia electoral palo dado ni dios lo quita. Enrique Peña Nieto es presidente y no hay vuelta de hoja, por más que se compruebe a toro pasado que para asumirse triunfador de la elección presidencial del 2012, incurriera en falta al excederse en 12 veces el gasto de campaña autorizado. Con el estoque adentro sólo queda la satisfacción de que, en su oportunidad ante lo evidente una mayoría contestataria pusiera el grito en el cielo dándose por robada frente al fraude percibido.

Así que ni llorar es bueno. Sólo queda ante “el fraude”, ahora comprobado, del entonces candidato del PRI a la presidencia de la república, reconocer que de acuerdo a las reglas del juego vigentes su mandato es legal; pero no por ello es legítimo y, por tanto, obligado está el Sr. Peña a ganarse la confianza ciudadana con un buen desempeño.

Lo que obviamente no está haciendo al obtener en el corto tiempo de su gestión más rechazo que aceptación al imponer reformas legislativas presuntamente estructurales que, a más de impopulares, no están incidiendo positivamente en mejorías tanto en el orden económico como en un deteriorado tejido social dominado por la desigualdad, pobreza, inseguridad, corrupción y barruntos de gobernanza fallida.

Peor aún, la ilegitimidad de su mandato polariza a los mexicanos;  dividiéndoles más que acercarlos a un principio de unidad y consenso en torno a instituciones republicanas y políticas públicas, con el propósito de  impulsar crecimiento y desarrollo para salir del bache del subdesarrollo. En este escenario, las reformas aprobadas no aterrizan, perdiéndose oportunidad e ímpetus iniciales ahora reducidos a manido discurso reiterativo y ruido mediático que aleja más que acercar a la ciudadanía.

El lastre del subdesarrollo.

Tras cada traspiés legislativo y reforma planteada y aprobada, surge la necesidad de muchas más que den viabilidad a las primeras, mientras el país entero espera resultados que ni por asomo llegan.  Si bien no se le puede ni debe regatear sus hasta ahora exitosos logros en el combate a los varones de la delincuencia, éstos no son suficientes para tranquilizar el ánimo de la ciudadanía; descontento y hartazgo ya pesan más que los aún efímeros  resultados cortoplacistas del Sr. Peña.

El histórico rezago estructural se impone al ambicioso proyecto de modernización y consolidación neoliberal del mandato de un Peña Nieto  enfrentado  -parafraseando  a Vicente Fox-, hoy, hoy a la amarga realidad de patos por doquier disparándoles a las escopetas. El libre mercado como paradigma de su gobierno, no resuelve por sí lo que el lastre del subdesarrollo dependiente construye en el día a día de la pobreza y desigualdad, antes al contrario, lo agudiza.  A mayor valor de la riqueza producida, mayor en México es su concentración en pocas manos,  fórmula que traduciéndose en una  también mayor indefensión económica y social de un pueblo postrado y expoliado, hace nugatorias las reformas presuntamente estructurales por muy ambiciosas que estas sean.

Estado de derecho.

Para fortuna del PRI y sus micro satélites, la oposición perdida en sus propias contradicciones internas, dividida y confrontada en torno a las rebanadas del pastel que las reglas del juego le asignan, carece de fuerza, voluntad y autoridad moral y política para afrontar con energía lo que, en otros países medianamente civilizados sería motivo para desconocer el mandato presidencial. El excederse  en más de cuatro mil millones de pesos en gastos de campaña, además de ruin y escandaloso,  rompe con los principios de equidad,  legalidad y certeza de una elección presuntamente democrática. Con ello, el Estado de derecho se vulnera y hace de la impunidad regla de oro para un país sin ley.

Pero estamos en México. La ley es tan elástica como el titular del poder ejecutivo federal quiera y convenga. A estas alturas, Peña Nieto con el sartén por el mango, hace lo propio. Como también está en sus manos, sin oposición al frente, el ofertar a México en el tianguis internacional del capital. Está en su derecho, visto esto desde la óptica de las reglas del juego político de quienes son los dueños de las canicas.  Más no siendo legítimo, debe aceptarse que en la pseudo democracia representativa ante mirones de palo audacia es el juego  y al que no le guste es, en lenguaje coloquial, “su pedo”.

Y sobre estos últimos, que no son precisamente uno ni dos, vale la pena preguntarse si reconociendo la legalidad del mandato del Sr. Peña, pero convencidos de que carece del mínimo de legitimidad, estarían dispuestos a aceptar sumarse a un cuestionado liderazgo que más que pedir, exige e impone el peso de la autoridad para obtener magros consensos y unidad en torno a un proyecto económico y social del que se derivan reformas legislativas y políticas públicas contrarias al interés nacional y al espíritu del pacto social que el Estado mexicano se ha dado.

A toda acción corresponde una reacción.

Y en este marco, cabe preguntarse también cuál será la respuesta de una indignada, frustrada y lastimada ciudadanía  frente a las urnas en las próximas contiendas electorales,  a sabiendas del  carácter fraudulento y antidemocrático de éstas. Mi opinión es que seguramente no será favorable ni al PRI ni a sus candidatos, juzgados ya desde ahora como delincuentes electorales. Pero tampoco favorable al PAN o al PRD que cogobiernan, si es que tiene validez alguna aquella conseja popular que nos dice que tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata. Desde ya la balanza se inclina a favor de la abstención y el voto en blanco.

Salvo, claro está, que nuevamente nos falle la memoria. Estamos en México y esto suele suceder para nuestro infortunio como país,  con harta frecuencia.

Hojas que se lleva el viento.

Si algo caracteriza al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa es su proclividad a ser políticamente inoportuno. Con la filtración de la información al diario local de mayor circulación en la capital veracruzana sobre el cese de dos connotados funcionarios públicos de primer nivel -por cierto muy cercanos anímicamente al ex gobernador Fidel Herrera Beltrán y públicamente señalados por su ostentoso enriquecimiento-, el Dr. Duarte le gano la de ocho a Peña Nieto y su celebración del 78 Aniversario de la Expropiación Petrolera. Fue mayor el interés que despertara en la opinión pública veracruzana el “manotazo” que todo lo que tenía que decir el Sr. Peña en Cosoleacaque.

-ooo-

El alcalde de la capital veracruzana está invitando a la ciudadanía a participar en los foros previos a la elaboración y, en su caso, aprobación del Plan Municipal de Desarrollo. Lo que en principio suena bien, abonando a las buenas intenciones del joven Américo Zúñiga, sin embargo surgen de inmediato dudas: ¿La invitación va acompañada del diagnóstico sobre la situación que guarda el Municipio de Xalapa, que a estas alturas ya debe estar sobre el escritorio del munícipe? ¿Con cuanto contante y sonante contaría el Ayuntamiento para financiar un plan de cuatro años? Estas y otras más que surgen cuando se habla de un ambicioso plan en el que deben considerarse el qué, por qué, para qué, cómo, quién, en que tiempo  y con cuánto.

Sin un marco de referencia que centre participación y debate, una vez más se estaría bordando en el vacío y tapándole el ojo al macho con una manifestación más de simulación. Tenemos no una Xalapa, sino cuatro, con necesidades reales y sentidas de primer orden  cuya prioridad es limpiar el cochinero existente antes que hablar de grandes y ambiciosos proyectos. ¿A qué orden de prioridades deben atender entonces los participantes en el foro?, partiendo del supuesto de que hay más deudas que dinero líquido en las arcas públicas municipales. ¿Lo explicitó el alcalde xalapeño al invitar a participar?

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Pulso crítico

J.  Enrique Olivera Arce

Para ganar todos, cediendo, todos deben perder algo. De este criterio se parte en toda búsqueda de solución al conflicto social entre diferentes en el marco de la pluralidad.

Para que el colectivo social resulte ganador en torno a un tema específico  como un todo, las individualidades o particularidades deben ceder en beneficio del bien común. Esto viene a colación en relación al por ahora insoluble problema de la recolección y posterior destino de los desechos sólidos en la capital veracruzana.  

Todo mundo opina, se queja, denuncia y responsabiliza al ayuntamiento de un problema común y cotidiano, pero hasta el día de hoy no conozco una propuesta concreta orientada a su solución en beneficio de lo colectivo, que contemple el que la ciudadanía acepte que en lo particular todo xalapeño debe ceder perdiendo en beneficio de todos. De ahí la anarquía y el caos en el tema de la basura, en el que cada quién dispone de los desechos como mejor le viene en gana y acomoda, apoyado en el argumento de que el Ayuntamiento, no obstante cobrar anualmente el servicio no cumple a cabalidad con oportunidad, eficiencia y eficacia a lo que está obligado.

Las autoridades municipales, por su parte, no cumplen con el cometido a que están obligadas, bajo tres argumentos en principio superables:

  1. a.      El Ayuntamiento no cuenta con recursos presupuestales suficientes para actualizar, modernizar y dar respuesta integral a la ciudadanía en la prestación del servicio público.
  2. b.      La ciudadanía no cumple con lo reglamentado, depositando sus desechos fuera de tiempo y de los lugares indicados para la recoja.
  3. c.       El sindicato de trabajadores municipales de limpia pública no acepta  las medidas de racionalización y modernización del servicio propuestas por el Cabildo y, por ende, oponiéndose presiona para que las cosas sigan como están.

Alguien tiene que ceder y nadie lo hace, indisponiéndose a una “perdida” en lo particular para que quien salga ganando sea el Municipio y la totalidad de sus habitantes. El bien común queda así relegado y sujeto a intereses particulares o de grupo.

Llamándome la atención el que quienes más se quejan y lamentan del pésimo servicio, son aquellos que argumentando que pagan puntualmente año con año, se ven obligados a pagar en paralelo a particulares  que, sin el equipo adecuado, prestan el servicio con regularidad y eficiencia, o bien, no obstante estar al corriente del pago, no están considerados por el Ayuntamiento en los programas de recoja de desechos sólidos, viéndose obligados a depositar la basura en lugares distantes a su domicilio –lo más común por cierto-, que les origina molestia y gastos adicionales.

Sin embargo, cuando a estas personas se les dice que lo más sano para todos sería  que el Ayuntamiento concesione a empresas particulares el servicio para que sean estas las que, con el equipo y tecnología apropiada se hagan cargo de manera integral de la solución del problema, la respuesta es casi unánime: “De ninguna manera, es un servicio público  que las autoridades municipales deben atender directamente con recursos presupuestales, que para eso se les paga”.

A nadie se le ocurre que contratando el servicio con una empresa privada –como ya se hace en varias ciudades importantes del país-, las partes signantes se obligan en un acuerdo entre particulares sancionado por la ley,  en el que queden claramente establecidas las obligaciones  de los contratantes, con los alcances jurídicos contemplados en la legislación vigente. Si la empresa o el particular no cumple, está sujeto a una demanda, lo que en términos prácticos no es posible en tratándose de la relación entre Ayuntamiento y particulares, salvo el engorroso procedimiento de una demanda de amparo.

Alguien tiene que ceder, y somos todos. De lo contrario quejas y lamentos ciudadanos seguirán per sécula en tanto que, en defensa propia, las autoridades municipales seguirán haciendo como que hacen sin resolver un  problema ya grave para la ciudad.

Todo conflicto en el terreno de lo público tiene solución. Sólo se requiere voluntad e imaginación.

Esperemos que alguien se atreva a dar el primer paso, ahora que tanto se habla de formular un plan de desarrollo municipal con el concurso de todos.

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J. Enrique Olivera Arce

¿“Que quieren, qué imaginan, tras cual sueño se lanzan todos estos que por costumbre callan y de repente irrumpen en tumulto?” Adolfo Gilly, Historias Clandestinas, México 2009.

Mucho ruido y pocas nueces. Tanto es el ruido mediático en torno a los presuntos avances que en materia económica y social colocan a Veracruz en los primeros lugares en el espectro nacional, que tiro por viaje la realidad desmiente lo propalado y se impone por sobre el optimismo que se pretende inocular en la población.

En el complejo imaginario colectivo, la percepción que de la realidad real da sustento a credibilidad, confianza y seguridad a la población,  no se ve correspondida con una imagen virtual que, en el proceso comunicacional orquestado desde palacio, satisfaga ya a unas mayorías que con talante crítico cuestionando su entorno son más selectivas en el creer o no creer.

Duda e incertidumbre dominan el escenario en un Veracruz estancado en lo económico y con marcado deterioro del tejido social.

La desconfianza en los servidores públicos toca ya a la puerta de credibilidad y confianza en las instituciones en demerito de gobernanza y gobernabilidad. La respuesta a un pretendido encauzamiento del descontento y hartazgo por los caminos de lo que la ley dispone, en amplios sectores de la población es irse por la libre.

Los instrumentos de control social con que cuenta el Estado en sus tres órdenes de gobierno, están rebasados;  el corporativismo sindical y político antaño eficaz, ya no responde a las nuevas condiciones de una correlación de fuerzas políticas que, fuera de cauce, se manifiestan ajenas a partidos, organismos y asociaciones tradicionales,  reivindicando atención y resistencia al actual estado de cosas que priva en la entidad.

No es circunstancial el que un cada vez mayor número de estudiosos, desde la academia,  con datos duros, contemplen a un Veracruz postrado en una  crisis que desde el gobierno estatal no se ve ni se escucha pero que sí, mediáticamente le pondera a salvo de los altibajos de un país que, como México, transita sin rumbo claro en el pantanoso escenario del expansionismo neoliberal y reacomodo geopolítico y geoestratégico de los centros de poder global.

 La realidad veracruzana se exhibe a flor de piel. Pobreza, desigualdad, exclusión, desempleo, discriminación, corrupción, violencia e inseguridad,  lejos de atemperarse se agudizan en un escenario en el que la administración pública dice avanzar en su combate. La imagen mediática de un Veracruz próspero y pujante a cargo de la prensa oficialista,   se desdibuja; hueca palabrería se desvanece ante la confirmación de mentira y simulación así como de  ausencia de visión de pasado, presente y futuro en la conducción política de la entidad.

Veracruz marcha al garete. Sólo la acción intuitiva del pueblo trabajador le mantiene a flote. Creatividad, empeño, esfuerzo productivo y paciencia infinita, a contracorriente hombres y mujeres comunes escribiendo su propia historia salvan a la entidad del desastre ante la indiferencia de un gobierno que le ha fallado a los veracruzanos.

Lo hemos señalado. El privilegiar en la agenda política el tema de la sucesión en el poder ejecutivo del gobierno estatal por sobre la búsqueda de respuestas al crítico estado de cosas que aquejan a Veracruz, es reflejo de la necesidad sentida de un cambio real en la conducción del gobierno de la entidad. Deseo inconsciente de que los tiempos se acorten y el cambio de estafeta ofrezca expectativas reales de crecimiento económico, movilidad social y mejoría en los estándares de bienestar para todos.

Paradójicamente,  la mayor incidencia de tal reflejo se da entre los primeros círculos del poder político -del que se hacen eco los medios de comunicación-, sin parar mientes en que siendo corresponsables del desbarajuste que en todos los órdenes de la vida económica y social del “estado próspero”,  proyectan  éste al futuro con el anhelo sucesorio anticipado.

Por la libre, dice la ciudadanía, actuando en consecuencia. Marchas, plantones, protesta colectiva y organización para participar en la búsqueda de respuestas al margen de la intermediación de partidos políticos e instrumentos de control social, son síntomas de la crisis que acusa Veracruz. Y van en crescendo en todo el territorio estatal, sin que se atienda a la enfermedad, antes al contrario, se le pone más leña al fuego descalificando, criminalizando y reprimiendo la movilización social, agudizando esta y profundizando la crisis que ya tocando  fondo,  no parece ser motivo de preocupación alguna entre gobernantes y gobernados. Cada quien en lo suyo hasta que la cuña apriete parejo.- Xalapa, Ver., marzo 12 de 2014.

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J. Enrique Olivera Arce

Valiéndose del hecho de que no existe oposición partidista al frente,  el gobernador Duarte de Ochoa turna a la legislatura (sin H y con minúsculas) la iniciativa de ley de armonización educativa para el estado de Veracruz y, en menos de 24 horas,  con una abstención y 2 votos en contra, los diputados pastoreados por el priísta Juan Nicolás callejas Arroyo la aprueban sin mediar nada que justifique, tanto inusitada premura como legalidad del agandalle y, mucho menos legitimidad social de dicho ordenamiento. ¡No tienen vergüenza!

Para colmo, Emilio Chuayffet, Secretario de Educación, insinúa que la aprobación de la ley estatal de marras será impugnada por la federación por contravenir lo dispuesto en la reforma educativa peñista (Sociedad 0.3, marzo 5 de 2014).

Si en el pasado para los priístas aquello de que la forma es fondo se tomaba en consideración en los actos de gobierno para taparle el ojo al macho, esto se perdió. La suerte sigue al principal y las decisiones se toman sin más con cinismo y descaro. Y así como hoy el presidente Peña deja atrás la sana distancia con su partido,  pasándose por el arco del triunfo el gobernar para y con todos a que obliga una sociedad plural, en Veracruz la desvergüenza de una dócil y ovejuna pseudo representación popular, se pasa por lo más pando a sus representados, votando al vapor, sobre las rodillas y sin el menor apego a las formas, una inconsulta ley que por principio es rechazada por el principal interesado y afectado como es el magisterio veracruzano.

Pueden cantar a los cuatro vientos que la legislación aprobada está plagada de bondades y beneficios y que sólo es rechazada por una “minoría de güevones”, pero eso no obsta para que conste  el que la ciudadanía se sienta engañada y burlada una vez más por un gobernante y sus lacayos que no dejan de pensar que gobiernan para un pueblo de menores de edad.

Y aquí cabe también calificar como lacayuno el aval al gobernador y sus diputados por parte de los espurios liderazgos oficiales y oficiosos del sindicalismo magisterial, mafia al servicio PRI-gobierno y parte sustantiva de la corrupción en el sector educativo.

Qué bueno que este vergonzoso y ofensivo desaire a la ciudadanía ocurre durante las fiestas de carnaval. Así queda exhibida la mayoría de la diputación local como lo que son: simple comparsa de simuladores que bailan al son que toque el  ahora madrugador gobernador. Ojala y esta imagen perdure en la mente de los veracruzanos para, con todo derecho de causa, den la espalda a la partidocracia en los próximos procesos electorales.

Votar ya no tiene sentido. Si el concurrir a las urnas se consideraba como la única oportunidad de expresarse en democracia frente a un régimen político caduco, autoritario y corrupto, esta oportunidad ya está cerrada.

Las formas hablan por el fondo, democracia representativa deviene en caldo de cultivo para simulación, gatopardismo, corrupción e impunidad sin el menor respeto a los votantes. Y aún hay más, aprobada la ley de marras no garantiza su cumplimiento… Al tiempo

Y a otra cosa mariposa, a propósito de dignidad.

Lamentable es que el gremio de los tundeteclas de a pie renuncien de un día para otro a su rabia y sed de justicia a cambio de un frugal desayuno invitado por el Sr. Dr. Duarte de Ochoa. Lo que hoy se ve a continuación de la rueda de prensa que el gobernador ofrece los lunes, ni es acercamiento con los periodistas ni mucho menos con los veracruzanos todos. Tampoco nueva cara del duartismo como dicen los apologistas de la prosperidad mediática; es simple y llanamente una faceta demagógica más de simulación con la que entre medias verdades y medias mentiras, el poder público pretende reconciliarse con una sociedad que acumula frustración y hartazgo.

Si los reporteros de los diversos medios de comunicación de la capital veracruzana lo que buscan para ganarse el pan de cada día es información de primera mano, no necesitan de que medie un desayuno salpicado de chistes y frivolidades para cumplir con su tarea. Básteles con “refritear” el boletín de prensa que publica la oficina de prensa en la Internet dando cuenta cotidiana de las ocurrencias de la administración pública estatal. Poco profesional, pero seguramente más digno para quienes quieran y estén dispuestos a respetarse  a sí mismos.

Hojas que se lleva el viento

El tiempo transcurre y la población observa. El beneficio de la duda otorgado al joven alcalde de la capital veracruzana, tiene límites. Desde estas líneas recordamos al Sr. Zúñiga Martínez que para cada xalapeño la ciudad empieza en su calle. Cerros de basura en las esquinas, profundos y amplios baches en calles y avenidas, talleres mecánicos y auto perreras o auto macetas a media calle, pésimo y caro servicio de transporte público, nula vigilancia nocturna, desorden en tianguis y mercados sobre ruedas e incuestionables daños a terceros por el comercio informal tolerado, no es la imagen que deseamos para una ciudad que será sede de los más deslucidos Juegos Centroamericanos y del Caribe de que se tenga memoria. Antes que costosas obras de relumbrón, a lo que la ciudadanía aspira es a una ciudad limpia, ordenada, habitable, segura  y digna para propios y extraños…  Ojo, Sr. Alcalde.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Mucho se ha hablado en los últimos días sobre “los cambios” en el gabinete del gobernador Duarte de Ochoa, existiendo amplio consenso en que estos son expresión viva del gatopardismo que anima a los actos de gobierno ya no sólo en Veracruz, sino en el país entero;  en los que la simulación o interés implícito o explícito ocultando lo que compete o afecta a  ciudadanía y democracia, sólo modifica el tenor del discurso.

Sin embargo, poco o nada abonamos a favor de lo que deberíamos entender o esperar  de todo cambio impreso en la estructura orgánica de la administración pública veracruzana. Confundiéndose la necesidad de cambio en el contexto más amplio de la vida política y económica de la sociedad, con el cambio de actitud o de rumbo en el ejercicio del poder público que esperaríamos como sociedad de un gobierno por ahora fallido a los ojos de la ciudadanía.

Esto sin parar mientes en que si bien sociedad civil y gobierno se interactúan y retroalimentan, no necesariamente responden a los mismos propósitos y objetivos ni marchan al mismo ritmo. Como tampoco les afecta en igual medida el estado de cosas que configura el reino de las necesidades reales y sentidas y las respuestas y mecanismos para satisfacerlas.

En tal sentido, no se ve un punto de encuentro que permita aseverar que unidos, los veracruzanos transitamos por el mismo camino en la búsqueda de crecimiento y desarrollo.

En este orden de ideas cabe preguntarse entonces cuales son las expectativas de cambio de la sociedad civil, en que rubros y en qué orden de prioridades, así como cuáles serían los caminos más idóneos que se espera conduzcan a la búsqueda de respuestas eficaces al abanico de necesidades que ésta demanda para alcanzar estadios superiores de convivencia y bienestar.

Y, en este marco, delimitar lo que en justicia es tarea de la sociedad civil y cuál es la que corresponde al poder público en sus tres órdenes de gobierno. Para, a partir de esto, concretar lo que la sociedad espera de su gobierno, así como identificar y encuadrar lo que siendo tareas comunes, exigen la conjunción de propósitos, objetivos y tareas de todos,  en su respectivo ámbito competencia.

Si no se tiene clara esta situación, a mi juicio estaríamos recreando el clima de paternalismo de Estado del viejo régimen, esperando –dejando hacer, dejando pasar- que sea el gobierno el responsable único de proveer respuesta eficaz a todas nuestras necesidades como sociedad. Evadiendo lo que a cada quien corresponde aportar en la construcción de un país más amable y llevadero.

Si lo que se persigue es la utopía de una sociedad justa y solidaria que por sí misma construya y fortalezca lo que se ha dado en llamar “Estado del bienestar”,  lo que encontraríamos con tal talante de dejadez sería reafirmar el carácter ineficaz por sus resultados y autoritario por sus actos, de un régimen político que hoy día parece no dar más.

México ha cambiado, se dice con razón y, por ende, también Veracruz que va en el mismo barco. Habría que clarificar en qué, cómo y hacia donde apunta este cambio, para tomar conciencia de en donde estamos parados y que es lo que en dicho proceso, para bien o para mal, se ha quedado rezagado, y entonces pensar y actuar en consecuencia con visión de futuro. Si esto no se tiene claro, a mi modesto entender sociedad civil y gobierno van de la mano sin rumbo y a la deriva, compartiendo e intercambiando reclamos, lamentos e indiferencia.

Bajo esta óptica es que considero debe contemplarse el “gatopardismo” del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa.

¿Qué cambia para seguir igual? Lo mismo para las expectativas de la sociedad en su conjunto que para una administración pública que, en stricto censu, está obligada a desempeñarse bajo el mandato de la ciudadanía con honestidad, eficiencia, eficacia y transparencia, dando resultados palpables a sus mandantes como coadyuvante en las tareas del crecimiento y desarrollo.

De otra manera, tejeremos burdo o fino en torno a la idea de cambio como mera abstracción, frente a una realidad real que nos ofrece estancamiento económico, deterioro del tejido social y nulo avance en el bienestar de los veracruzanos. Realidad que exige algo más que elaborada retórica.

Hojas que se lleva el viento

Gobierno omiso. Hubo necesidad de un movimiento social de autodefensa en Michoacán para que el gobierno federal “descubriera”, en un mar de corrupción, cuantiosas operaciones presuntamente ilícitas en el puerto Lázaro Cárdenas en esa entidad federativa. Miles de toneladas de minerales y decenas de maquinaria pesada se ocultaban bajo la alfombra ante la mirada complaciente de las autoridades.

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El ya identificado como “falso debate” en torno a la centralización del cobro y administración del impuesto predial por parte del gobierno estatal, ha levantado ámpula en la sociedad. Más allá de la especulación, ignorancia o chisme palaciego, lo que vale y vale mucho, es lo que la ciudadanía percibe. Lo primero que se pensó es que el gobierno duartista ante la falta de dinero para afrontar el costo de los Juegos Centroamericanos, se ve obligado a irse sobre los recursos de los Ayuntamientos. Los veracruzanos no olvidan el affaire de la bursatilización y sus nefastos resultados.  La burra no era arisca…

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En Xalapa no hay obra pública porque aún no hay plan municipal de desarrollo, diría muy molesto el alcalde Américo Zúñiga ante la tempranera crítica. Y tampoco hay con qué, dicen los xalapeños. El Ayuntamiento de la capital veracruzana cuenta con más deudas que disponibilidades, y no es la excepción en el ámbito municipal de la entidad. Así que no nos queda más que aguantar y esperar a que los genios de la planeación, si es que los hay,  hagan de la crisis oportunidad para salir del bache.

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Y ya montados en las expectativas electorales del 2015 y 2016, pasamos por alto que lo que está en juego, de no entender y atender cuál debe ser la prioridad número uno de Veracruz, es su viabilidad económica y social.  El no avanzar en la concreción de logros tan importantes como urgentes de crecimiento económico, creación de empleos y aminorar los efectos de la miseria, desigualdad y marginación, así como en el combate a la corrupción, impunidad y dispendio de los recursos disponibles, la entidad no tiene futuro. De ahí la pregunta obligada: ¿El futuro de Veracruz depende de la política electoral o de la reactivación económica?.- Xalapa, Ver., marzo 5 de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Se escuchó hasta el cansancio la frase acuñada por Calderón Hinojosa: “López Obrador es un peligro para México”,  y de ello derivó el rechazo de amplios sectores de clase media a las aspiraciones del político tabasqueño de alcanzar la primera magistratura del país en la elección presidencial del 2012. La izquierda se equivocó con la postulación de López Obrador, si se hubiera inclinado a favor de Marcelo Ebrard, demócrata sensato y bien portado, Peña Nieto no se levanta con la presidencia, se dijo en su momento.

Hoy esa misma clase media ramplona se desgarra las vestiduras ante los excesos de corrupción en la administración calderonista, que demuestran que el  verdadero enemigo residía en Los Pinos.

Seis años antes, esa misma clase media votó en contra de Andrés Manuel convencida de que nada bueno podía esperarse de un candidato que viendo moros con tranchete, resumía toda su propaganda electoral denunciando a las mafias que, desde los poderes formal y fáctico, saqueaban a la nación. Dos frases del tabasqueño fueron suficientes para concretar el rechazo: “Al diablo con sus instituciones” y,  “Ya cállate chachalaca” en referencia a los constantes y estúpidos exabruptos del presidente Vicente Fox,  abriéndole el camino a Felipe Calderón.

Hoy día, esas mismas clases medias, empobrecidas, frustradas en sus intentos de movilidad social y ascenso económico, son las primeras en reconocer y aceptar que López Obrador tenía razón al calificar en lenguaje llano como “chachalaca”,  a un presidente que aún ahora en su carácter de ex, no controla ni la  lengua ni a su familia. Así como acepta y lo expresa de diversas formas, en privado o en la calle, que las corruptelas que no cesan, o las  políticas públicas aprobadas y puestas en práctica por el poder formal respondiendo a los dictados e intereses mafiosos del poder fáctico,  tienen al país en un brete.

 Así como se reconoce en amplios sectores de la clase media,  que en el actual estado de cosas las instituciones republicanas se corresponden con un pacto social que para México resulta ya anacrónico y obsoleto. “Al diablo con sus instituciones”, es un sentir cada vez más generalizado entre esas clases medias que le abrieran la puerta a una trunca transición política que hoy de manera casi explícita, nos lleva a un nefasto bipartidismo bajo la conducción de un PRI que, con Peña Nieto como presidente,  retoma del viejo régimen y recicla  centralismo, autoritarismo y simulación.

Siendo evidente en la sociedad de un México plural que ya no es la del 2006 o 2012, el rechazo a partidos políticos,  organismos electorales, de defensa de los derechos humanos, de trasparencia y acceso a la información, de seguridad, procuración y administración de justicia, de asistencialismo social, entre otras instituciones del Estado,  y ni que decir, de las municipales, hacendarias y de promoción económica tiende a polarizar a la sociedad. Ausencia de credibilidad y confianza en las instituciones republicanas, es la constante.

Estado de derecho, instituciones públicas  y conducción política, han dejado de ser referentes del pacto social que históricamente nos diera identidad, pertenencia, cohesión y unidad como Estado independiente y soberano. El México de hoy, como en su momento afirmara Andrés Manuel López Obrador, requiere de un nuevo pacto entre los mexicanos que responda a las necesidades de nuestro tiempo; no basta con reformas presuntamente estructurales ni mucho menos con una reforma política ajena al sentir y necesidades de participación ciudadana, cuyo único beneficiario es una parasitaria partidocracia. El país exige un cambio verdadero desde abajo, democratizando la vida de la nación.

Vueltas que da la vida, a 12 años de distancia, el “al diablo con sus instituciones” y el “ya cállate chachalaca”, con un “¡Ya Basta!”  Y,  “que se vayan todos”, refrendan su valia,  dándoles plena vigencia en un México que día con día cambia para seguir igual.

Hojas que se lleva el viento

Definitivamente la humildad no es virtud en la administración pública veracruzana. No se quiere aceptar que en una cajetilla para 20 cigarrillos no caben 500 ni haciéndolos talco. Ni con toda la infraestructura hotelera y restaurantera con que cuenta la entidad, es posible en la conurbación Veracruz-Boca del Río, alojar y dar de comer  a 2 millones de visitantes durante los tres días que dura el carnaval jarocho. Euforia y triunfalismo sin sustento continúan siendo la tónica en una administración pública estatal que gobierna con anuncios de ocasión.

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No se quiere aceptar que lo primero es lo primero. En el orden de prioridades de la agenda veracruzana los medios de comunicación ya impusieron el tema de la sucesión por sobre la búsqueda de soluciones a problemas ingentes de la población. O no quieren al Sr. Dr. Duarte de Ochoa y ya les urge que se vaya, o bien, toman parte en la construcción de una cortina de humo que desvíe la atención de los veracruzanos para minimizar denuncia, protesta y reclamo social que sube de tono. Y en este escenario, la consigna parece ser la de confrontar y desgastar en el camino a los dos senadores priístas y el solitario  del PAN que aspiran a la gubernatura. Xalapa, Ver., Marzo 1 de 2014.

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