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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce 

Sin autoridad moral, intelectual y política para hablar en nombre de la gran familia veracruzana, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa en su conferencia de prensa semanal dice: “Veracruz reconoce y agradece al presidente Peña por las reformas estructurales que han sentado las bases del México de transformaciones que por muchos años esperamos”. Sumándose así a la corriente minoritaria que aplaudiendo por anticipado presuntos resultados se inclina ante el poder presidencial.

Las reformas neoliberales que se presumen desde Los Pinos como estructurales, si bien han quedado plasmadas en el papel como muchas otras en un país con un estado de derecho cuestionado, ni se reconocen por todos y mucho menos se agradecen. Fueron aprobadas sin consulta previa a la ciudadanía por un grupo de notables que se abrogan la representación popular en una democracia representativa simulada.

Tampoco lo que en la legislación de marras se asienta, es del conocimiento general como para otorgar el pleno reconocimiento a algo cuyos resultados aún son promesas piadosas. Y, en cuanto a agradecer al Sr. Peña por impulsar y promulgar algo con lo que una gran mayoría no está de acuerdo, resulta a más de una barbaridad, por decir lo menos, un insulto más a la inteligencia de los mexicanos y, en el caso que nos ocupa, de los veracruzanos. Amen de que no debe ser motivo de agradecimiento popular lo que un servidor público hace –o deshace- en el ejercicio de una función que se le confiere como mandatario.

Sin embargo, ya deberíamos estar acostumbrados a que el gobernador Duarte de Ochoa hable en nombre de Veracruz cuando quiere destacar tanto su postura servil de sometimiento al poder central como para justificar, lo injustificable, de su pésimo desempeño como gobernante. Eslabón, uno más, de la cadena de iniquidad que ata a los mexicanos a la voluntad e intereses de una partidocracia utilitarista, corrupta y ramplona, el Sr. Dr. Duarte de Ochoa da por sentado que la parcela de poder que se le cede da para hablar en nombre de un Veracruz plural en el que, en su desigual status social y económico, por principio cada quién habla según le va en la feria; rechazando la mayoría tanto el pensamiento único como la imposición autoritaria que verticalmente se ejerce desde la cúpula formal de gobierno.

Bajo esta lógica, el gobernante también da por sentado que todos los veracruzanos son priístas y, por tanto, obligados a agachar la cabeza ante la presencia o palabra de un gobernante emanado del partido en el poder reconociendo y agradeciendo al presidente Peña por algo tan inmaterial como las  reformas aprobadas. No debe olvidarse que los resultados de las mismas están por verse en el mediano y largo plazo, siendo por ahora simples castillos en el aire.

Curándose en salud el gobernante veracruzano afirma que con las dichas reformas se sientan las bases para alcanzar las transformaciones que por muchos años esperamos. Curiosa afirmación, cuando en su desempeño cotidiano lo que menos le ha preocupado es sentar bases sólidas de transformación y cambio para un Veracruz que lejos de avanzar se estanca y retrocede.

Sentar las bases, frase hecha de vieja data priísta que se corresponde con la manida costumbre oficial de poner la primera piedra de una obra pública que jamás se materializa. Lugar común con el que se refleja el desconocimiento tanto del proyecto neoliberal del México con el que sueña el Sr. Peña, como del contenido y alcances de una cascada de reformas que sin ser “estructurales” cumplen con el propósito no explícito de dividir a México, para así vencer en las urnas, avanzando en allanar el camino para la entrega de la nación al capital trasnacional.

Veracruz no es Duarte de Ochoa ni el PRI. Tampoco es el PAN o la cauda de partidos políticos que minoritariamente como partidocracia gobiernan a México sirviendo a los poderes fácticos. Eso lo entendemos todos, menos aquellos que como el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, ocultan su pequeñez tras la grandeza de una entidad federativa que languidece víctima del saqueo, corrupción e impunidad.

Veracruz hablará con voz propia cuando sus hijos levanten la cabeza y estén dispuestos a rescatar lo que es suyo, voluntad y decisión para construir ciudadanía y una auténtica democracia representativa que no requiera de intermediarios espurios.-

Cd. Caucel, Yuc., septiembre 3 de 2014

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