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Monthly Archives: agosto 2016

Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Se ha convocado a los foros que en teoría son el punto de partida para la elaboración del “Plan Estatal de Desarrollo” que normará la acción del gobierno de dos años en Veracruz. Para los optimistas, dicho ejercicio es indicativo de apertura democrática de lo que se conoce como “alternancia”.  Así como también el que por primera vez el plan estatal no será puro rollo, mostrando el interés de la próxima administración pública veracruzana en el rescate de la entidad.

Para los pesimistas, tanto los foros respaldados por la Universidad Veracruzana como el documento que habrá de aprobar la Legislatura local, son más de lo mismo. En tanto que para el grueso de la población, ni siquiera está enterada a cabalidad de lo que entraña un compromiso gubernamental de tal naturaleza.

Para quien esto escribe, haciendo honor a la etiqueta de “contreras”, que se le colgara desde el momento mismo que en estas líneas se afirmara que Veracruz no podría cifrar sus esperanzas de bienestar y progreso con un gobernador como Javier Duarte de Ochoa, ni pesimismo ni optimismo en torno al ejercicio en cuestión. Mucho menos confianza en una intención pragmática y coyuntural presuntamente de buena voluntad y apertura democrática.

Hasta no ver no creer, cuando de conocer los resultados se trate.

Esto, porque como ya lo he señalado en maquinazos anteriores, ni se trata de un auténtico plan de desarrollo para Veracruz, ni el horizonte de planificación de dos,  u ocho años en su caso, es congruente con el nivel de atraso y rezago de una entidad federativa sin pies ni cabeza. Amén de que nadie puede asegurar que se contará con los recursos públicos y privados para respaldar propósitos, objetivos y metas por alcanzar, si efectivamente estamos hablando de alcanzar niveles superiores de crecimiento y desarrollo que, cuando menos, nos pongan a la altura de estados vecinos.

Ello, independientemente de que el entorno nacional e internacional no es nada propicio para el crecimiento económico y, mucho menos, para proponerse alcanzar objetivos y metas de desarrollo que incidan en el progreso y bienestar de las mayorías. Todo indica que lejos de avanzar se retrocede en el logro de mejores condiciones de vida para las poblaciones, ante una crisis globalizada que estando tocando fondo, al no encontrar salida satisfactoria hace pagar el costo de los platos rotos a los sectores más vulnerables de la sociedad. Ejemplos sobran. Como también sobran los que ni ven ni aceptan la realidad real. Pero así están las cosas.

De lo que sí podríamos hablar es de bajarnos de la nube, aceptando con honestidad y modestia, que no se trata de un “Plan Estatal de Desarrollo”, sino acaso de un plan o programa de gobierno para la administración pública estatal en un horizonte de dos años que, en la coyuntura actual permita encauzar con un mínimo de racionalidad y visión de Estado, tanto el rescate como la reordenación del aparato gubernamental con propósitos y objetivos viables de eficiencia, eficacia, austeridad y, por supuesto, con un alto grado de honestidad y buen juicio en el manejo de la cosa pública.

Desde luego, aceptando también que se gobernará con una  minoría que respalde la acción de gobierno. Quedando obligado el gobernador entrante a rescatar en primer término, credibilidad y confianza en las instituciones y servidores públicos, hoy prácticamente inexistente. Primero limpiar la casa y, si alcanza tiempo y recursos a otra cosa mariposa.

Y hasta ahí. Pretender otra cosa, a mi juicio, es demasiado ambicioso cuando el horno no está para bollos lo mismo en la entidad veracruzana que en el todo nacional. Con alternancia o sin esta en Veracruz, el gobierno de México en general está rebasado, sin visos de respuesta y corrección del rumbo neoliberal emprendido hace ya más de tres décadas,  exacerbado hoy día por un presidente que lejos de administrar y solucionar conflictos, los crea y se le salen de control. La sola presencia de Javier Duarte de Ochoa aún al frente del gobierno de Veracruz tras un larguísimo estira y afloja, es ejemplo de ello.  Reflejo de descomposición político administrativa del todo nacional.

Empero, hay que aceptar las cosas como son. Dejemos que optimistas y pesimistas jueguen sus cartas y esperemos resultados. Después de todo a Veracruz ya no le queda nada que perder. Si algo queda de positivo tras dos años de un gobierno panista será ganancia para los veracruzanos.

Xalapa, Ver., agosto 25 de 2016

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Conforme pasan los días estoy más convencido de que lo reiterativo del discurso de un Javier Duarte en sus patadas de ahogado, así como el de Yunes Linares, avivando el fuego en contra del gobernador fallido, la crítica, la denuncia y las mentadas de madre en las redes sociales, lejos de contribuir al rescate de Veracruz, le hunden más; haciendo las veces de cortina de humo, distractora en el proceso de toma de conciencia de los veracruzanos de la necesidad de pensar más en la crisis estructural que se vive y las medidas concretas para sacar a la entidad de su atraso y postración, que en una venganza social, puesto que no es otra cosa, en contra de los saqueadores que a lo largo de casi 12 años dispusieran a su antojo del erario público.

En primera y última instancia, de prosperar el espíritu de venganza encarcelando a los responsables del saqueo, esto no necesariamente significa que se van a recuperar los miles de millones de pesos que se presume fueron a dar al bolsillo personal de nefastos servidores públicos. Tampoco y no hay nada que pruebe lo contrario, se recuperará el tiempo perdido y, mucho menos, se rescatará a una economía estatal que a nivel nacional ocupa los primeros lugares en deterioro del aparato productivo.

Habría que insistir en la necesidad de repensar a Veracruz. No es posible seguir contemplándole con los ojos de un ayer que siendo historia no se corresponde con la realidad presente, como tampoco con las expectativas que para el futuro se plantea una sociedad insatisfecha y harta del más de lo mismo.

Veracruz y el entorno nacional e internacional dentro del cual la entidad se desenvuelve, se enfrentan a un cambio de época que ha tomado al mundo con los dedos tras la puerta. La profunda crisis sistémica de un neoliberalismo empobrecedor, aceleró la descomposición económica, política y social del capitalismo a nivel planetario, habiendo fallado, hasta ahora, las más de las teorías y fórmulas propuestas para su rescate y continuidad. La fractura en la Unión Europea, las elecciones presidenciales en USA y el interminable conflicto bélico en el Medio Oriente, dan cuenta de ello, conformándose una nueva realidad global que a su vez exige nuevos paradigmas en todos los órdenes.

Tan profunda es la crisis sistémica que, para algunos estudiosos, ésta tiene ya carácter civilizatorio. Lo que la humanidad entiende como civilización está en jaque planteándose cambios estructurales profundos que le oxigenen. Cambios que van más allá de los paradigmas vigentes vinculados tanto a la concepción decimonónica del Estado como de la vinculación a los avatares del mercado.

En esta encrucijada se encuentra Veracruz, viviendo una crisis multidimensional y multisectorial que ha tocado fondo. No sólo en la política política que incide en la descomposición de la administración pública y sus saqueadas finanzas, también y con carácter determinante en las políticas social y económica, íntimamente imbricadas que al igual que un aparato productivo obsoleto e ineficaz, ya no se corresponden con las demandas de una mayoría empobrecida.

De ahí que, a mi juicio, el futuro inmediato demanda de los veracruzanos serenidad y reflexión constructiva orientadas al rescate del todo y no únicamente de un gobierno estatal que, en sus tres vertientes, ejecutiva, legislativa y judicial, está corrompido hasta el tuétano.

Entendiendo que especulaciones, dimes y diretes, intercambio de acusaciones entre el gobernador saliente y el electo, o bien la venganza social hasta sus últimas consecuencias, son distractores que sólo conducen a una pérdida lo mismo de un tiempo valioso que de oportunidad de tomar conciencia plena de la necesidad de cambio y ajuste a la nueva época.

Ya nos saquearon a la vista de todos. Dejamos hacer, dejamos pasar sin inmutarnos. Con cárcel o sin esta para ladrones y prevaricadores, lo perdido está perdido. Ni se va a reponer el tiempo ni el dinero extraviado retornará a la hacienda pública. Así que para qué tanto brinco. Más que denuncias, críticas exacerbadas y mentadas de madre, lo conducente es priorizar la participación activa, responsable y consecuente exigiendo con oportunidad a la administración entrante, lo mismo transparencia y rendición de cuentas en todos los ámbitos de gobierno que políticas públicas acordes con los tiempos que se viven.

Es tiempo de dejar atrás la democracia secuestrada. No más el dejar hacer, dejar pasar, conformándonos con ser mirones de palo. Apostémosle a la participación, resistencia solidaria y el cambio necesario.

Xalapa, Ver., agosto 20 de 2016.
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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si partimos del supuesto de que en la elección de junio al voto de los simpatizantes de Miguel Ángel Yunes Linares se sumara el del descontento y hartazgo,  dando el triunfo a la alianza PAN-PRD y con ello, dar paso a la alternancia en el gobierno de Veracruz, habría entonces que considerar que ante el pedestre diferendo entre  Javier Duarte de Ochoa y su sucesor,  no son pocos los veracruzanos que hartos de dimes y diretes descalifican a ambos por igual.

“Tan malo el pinto como el colorado”, es lo que se escucha. Mermando el respaldo inicial otorgado en las urnas al hoy gobernador electo.

 Descontento y hartazgo no tienen color de camiseta. Luego el voto de castigo que beneficiara al PAN-PRD,  no necesariamente representa un cheque en blanco para Yunes Linares. Tan volátil es,  que de la noche a la mañana lo mismo puede expresar confianza en la alternancia para obtener respuesta a sus expectativas de retorno a la normalidad democrática, paz social y bienestar, que amplio rechazo caso de no cumplirse con lo que la ciudadanía espera del cambio de estafeta.

De ahí que el capital político con el que iniciará Yunes Linares su mandato, a mi juicio estará sujeto en el futuro inmediato al alza o a la baja conforme se frene o continúe  el clima de incertidumbre y malestar que aqueja a una gran mayoría de  los veracruzanos. Y este estado de ánimo, por lo que se alcanza a observar,  no necesariamente va de la mano con la oferta política, económica y social de una alternancia que, para empezar, aparentemente no cuenta con el respaldo presidencial pues de otra manera Peña Nieto ya hubiera frenado a Javier Duarte en su estrategia de defensa al costo que sea.

Oferta que habrá de concretarse en el llamado “Plan Estatal de Desarrollo” que, su momento será aprobado por la Legislatura local y, que, siempre a mi juicio, no es garantía de congruencia en la tarea de rescatar a la entidad de la situación que se viene arrastrando a lo largo de la última década.

Esto último podría confirmarse con la tónica de la orientación tecnocrática que se pretende dar al “Plan Estatal de Desarrollo”, basada en algo tan jalado de los pelos como “una economía creativa para Veracruz” (De Interés Público 2016/08/09), tesis sustentada por el  economista Francisco Montfort en su carácter de coordinador responsable de la elaboración del documento y que a todas luces está fuera de contexto ignorándose la realidad real del país y de la entidad.

A ello habría que sumarle el hecho de que en el ámbito de la política política, la alternancia no será torpedeada únicamente los partidos políticos opositores, también por el “fuego amigo” de entre las filas de un PAN dividido, así como por las naturales contradicciones de una alianza que, ante la proximidad de los comicios municipales del 2017 y la “madre de todas las batallas” en el 2018, se antoja endeble y de muy corta duración si se considera que el PRD para sobrevivir debe renunciar a sus coqueteos con la derecha e intentar rescatar su identidad como partido de izquierda electoral, dejando sólo al PAN en la tarea de gobernar.

Luego cabe  preguntarse si el gobernador electo contará con una base social sufrientemente amplia como para que durante su mandato la fiesta marche en paz. El tiempo se encargará de poner las cosas en su exacta dimensión, empero, en el presente más allá del pleito que domina el escenario mediático, la economía veracruzana sigue cuesta abajo sin visos de interés alguno por su rescate y reordenación.

Hojas que se lleva el viento

A rio revuelto ganancia de pescadores. Conforme empiezan a pesar en las espaldas de Miguel Ángel Yunes los kilos perdidos de Javier Duarte, priístas como el senador Héctor Yunes Landa ven en la crisis veracruzana oportunidad para llevar agua a su molino. El 2018 está a la vuelta de la esquina y los anhelos de revancha están a la orden del día.

No está de más insistir. Morena no debe perder tiempo subiéndose al ring mediático. La tarea de construcción de una estructura partidista desde abajo que responda a los retos del 2017 y 2018,  tiene prioridad.

Xalapa, Ver., agosto 11 de 2016.

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A nuestros lectores

Séptimo Aniversario de "Pulso crítico.com

Edición 364. Agosto 10 de 2016

Con la edición No. 364, de fecha 10 de agosto de 2016, el Semanario en línea  “Pulso crítico” arriba a su Séptimo Aniversario. 364 semanas de publicación ininterrumpida en la Red de Redes como expresión independiente de periodismo ciudadano, fruto de un esfuerzo individual, no comercial y libre de patrocinios oficiales u oficiosos, al que concurren en un espacio plural  destacados articulistas y comentaristas que han depositado su confianza en este medio  de comunicación veracruzano.

Con el compromiso de seguir adelante y hasta donde el cuerpo aguante, mi agradecimiento al generoso aporte y estímulo de colaboradores, amigos y, especialmente, a los lectores que nos siguen en la Red.  

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Congruente con el estado de descomposición política que prevalece en Veracruz, el proceso sucesorio transita por el nada edificante sendero del absurdo. Exhibiéndose entre dimes y diretes, intercambio de acusaciones y pedestres actitudes de ramplón protagonismo, una crisis institucional que desde endenantes ya tocara fondo. Haciéndose eco de ésta, los medios de comunicación al fin y al cabo compañeros de camino, tomando parte activa en un pleito que a la mayoría de la población ni le va ni le viene,  pierden el piso sumándose a la descomposición existente hacen de la sucesión un show mediático  que opera como el gran distractor.

Problemas torales que aquejan a todos los sectores de la población, como la recesión económica que se hace acompañar por restricción del gasto público, desempleo,  pérdida del valor adquisitivo del salario y, por ende mayor desigualdad, pobreza y abatimiento del mercado interno en detrimento del aparato productivo, pasan a segundo plano. El show que vende está referido al diferendo entre el gobernador  saliente y su sucesor. Descontándose de antemano el que la alternancia sirva para maldita la cosa, salvo para profundizar y agudizar una crisis estructural que va más allá de  los dimes y diretes en torno a una administración pública estatal fallida, el saqueo impune de la hacienda estatal, y el destino carcelario de un gobernador por ahora intocable.

Siempre en el camino de lo absurdo, sin el menor talante crítico, se festina mediáticamente al gobernador electo por su iniciativa de diseño y puesta en marcha de un “Plan Veracruzano de Desarrollo” para el bienio, haciendo de lado el hecho irrefutable de que en las condiciones actuales, ni será un plan ni mucho menos de desarrollo para una entidad federativa con una economía postrada, por decir lo menos. Lo importante es seguir el libreto del show distractor, a sabiendas de que en escasos 18 meses, mucho se habría de avanzar si todo para en un simple rescate y reordenación de la administración pública recuperándose confianza y credibilidad.

Lo destacable es que la señora rectora de la Universidad Veracruzana, se trepe al carro de la simulación, haciendo gala de deshonestidad intelectual respaldando la iniciativa de un inviable “plan de desarrollo”, comprometiendo  a la institución de educación superior a su cargo con su participación activa en el llamado “Comité Rector del Plan Veracruzano de Desarrollo»; tarea en la que, de entrada, se  desconoce o a priori se descarta el contexto más amplio de la crisis nacional e internacional dentro de la cual se inscribe la que particularmente vive Veracruz. Lo urgente es seguir le el juego al sucesor del peor gobernador que ha padecido la entidad. Lo importante puede quedar en el tintero para mejores ocasiones.

El absurdo sobre la razón. La visión kafkiana por sobre el pensamiento crítico. Al fin y al cabo, solo es un show mediático con el que distraer en  los tendidos al siempre mirón de palo, en tanto Peña Nieto desentendiéndose de su papel de embajador de Obama, toma las riendas del gobierno nacional.

Hojas que se lleva el viento

En este surrealista escenario y teniendo como fondo las declaraciones del comisionado de Peña Nieto para la depuración y renovación del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa Reza,  respecto a la honestidad a toda prueba del priísmo, en la entidad veracruzana la fuerza inercial  de la costumbre,  ¿o interés creados específicos?, exhibe una paradoja mediática:   En tanto de manera orquestada se combate en los medios informativos a Javier Duarte, gobernador priísta origen del descontento y el hartazgo que se volcara en las urnas en contra del dinosaurio tricolor, derramando ríos de tinta en torno a las hasta ahora sólo declaraciones del gobernador electo,  simultáneamente se destaca como un hecho el que para el 2018 el PRI renovado recuperará la gubernatura de Veracruz.

Se considera nuevamente a Héctor Yunes Landa como el llamado a revertir la alternancia. O bien, elevándose a la calidad de iluminado al senador José Yunes Zorrilla, se le augura  seguro triunfo como candidato del PRI en el 2018 a la gubernatura de Veracruz sin entender que el joven y dinámico político peroteño dejó hacer, dejo pasar, perdiendo la quizá más importante oportunidad de su vida pública. La candidatura en el 2016  era suya y la dejó ir.

El 5 de junio se registraron traspiés coyunturales que serán superado gracias al espíritu renovador de un partido político hoy copado por la aristocracia tecnócrata del presidente, es la tónica de la mayoría de los medios de comunicación en la entidad que aún no registran el cambio de época. Triunfalismo sin sustento como en su momento se echaran las campanas al vuelo con la imposición del carga maletas  de Fidel Herrera aplaudiéndose a Duarte de Ochoa por  sus nefastas y aberrantes  ocurrencias, tendiéndole la alfombra roja por más de cinco años de pésimo mandato.  

Con los resultados de la elección de junio, quedó en evidencia la recomposición de las fuerzas políticas y político electorales en Veracruz. No más un partido hegemónico en una sociedad plural de desiguales. La sociedad veracruzana es otra y en el 2018 se repetirá el fenómeno de una elección a tercios, con la salvedad de que gracias a Peña Nieto, es de esperarse que el PRI descienda a tercera minoría. Ya no será Duarte de Ochoa el responsable de la debacle tricolor, serán las fallidas “reformas estructurales” las decisorias. A más gasolinazos e incremento de las tarifas eléctricas, menos votos para el PRI y para la alianza PAN-PRD. A mayor resistencia de la protesta social,  con sus asegunes mayor presencia para una izquierda responsable. Nuevos vientos para una nueva época en el despertar de los veracruzanos, que la inercia mediática no puede o no quiere asimilar.

Cd. Caucel, Yucatán. Agosto 3 de 2016

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