Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Pretendiéndose curar en salud, cuando la póstula gangrenó, suena a algo así como a algo fuera de lugar. Tal es el caso de la nomenklatura priísta que, desgarrándose las vestiduras y en nombre del combate a la corrupción hace como que hace expulsando de sus filas al primer priísta de Veracruz.
Habiendo no sólo consentido sino solapando a Javier Duarte de Ochoa en sus desaciertos y tropelías a lo largo de un sexenio, hoy, que ya se va, indignados piden la horca para el peor gobernador que Veracruz ha padecido. El colmo del absurdo, pero así es, los corruptos investigan, juzgan y condenan a uno de sus más paradgmáticos correligionarios, no por su pésimo desempeño, carencia de autoridad moral y política y ganador a pulso del repudio popular, sino por no haber sabido guardar las formas exhibiendo con cinismo y descaro lo peor de la militancia tricolor.
Pero no sólo el priísmo corrupto y simulador, la partidocracia se hace uno respondiendo no al bien común de una sociedad saqueada y harta de desatinos y corrupción impune, más bien como es ya del conocimiento público, atendiendo a la consigna que, desde la cúpula presidencial pretende dar vida a una legislación y a un “sistema anti corrupción” que habiendo nacida muerta, encuentra víctima propiciatoria a modo para levantar la imagen de un presidente de México hoy en el sótano.
¿O no acaso tanto la ley como el sistema no fueron diseñados, aprobados e impuestos por lo más notable y destacado de la corrupción partidocrática?
Pero no para ahí la cosa. ¿Por qué hoy y no cuando el clamor popular y el bombardeo mediático pusieran en primer plano el desastre de una administración pública a cargo de un tan inútil como perverso discípulo y ahijado de Fidel Herrera Beltrán?
Simple a mi juicio la respuesta. Peña Nieto requiere de un distractor a modo que encubra ya no sólo su propia tendencia corrupta y corruptora, también el fracaso de un régimen político caduco y en plena obsolescencia cuyas aristas más agudas de su crisis, se expresan en un paquete económico que, para el 2017, acarreará serias consecuencias en la vida económica y social de un país en el que las mayorías empobrecidas suelen pagar los platos rotos.
Estrategia mediática de óptimos resultados en Veracruz. La cortina de humo es tal y tan espesa, que para la audiencia el presunto castigo a un priísta saqueador tiene prioridad por sobre la realidad real de un presente y futuro económico y social al que no se le encuentran pies ni cabeza.
Devaluación en la paridad cambiaria, deterioro del salario real y pérdida de su poder adquisitivo, un aparato productivo caduco e ineficiente generador de más desempleo, inseguridad y violencia, entre otros rubros del desastre, ¿se privilegian en la jerarquización de prioridades en Veracruz? No. El juicio, desafuero y cárcel de Javier Duarte y sus achichincles no menos corruptos, primero, lo demás es lo de menos que ya mañana dios dirá… Aunque ya sea demasiado tarde.
¿Qué nos pasa?
No cabe duda, nos guste o no, en Veracruz el PRI sigue siendo el ombligo que da vida y en torno al cual seguimos girando. No aprendemos ni siquiera de una realidad que nos agobia.
Xalapa, Ver., septiembre 25 de 2016