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Category Archives: Crisis de credibilidad, Simulación

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cuando se concurrió a las urnas en Veracruz para elegir a un gobernador de dos años, se hizo porque no quedaba de otra. Así estaba dispuesto en la legislación electoral y había que solventarle y no necesariamente porque se considerara que,  en un tiempo tan breve de gestión gubernamental,   la entidad retomara el rumbo perdido tras 12 años de saqueo de las arcas públicas, engaño y simulación.

El voto se dividió entre optimistas, pesimistas e indiferentes, dándosele el triunfo a la coalición PAN-PRD como primera minoría, abriéndole el camino a un gobierno que ofreciera un tránsito terso de la corrupción como estilo patrimonialista de gobernar a una honesta y eficaz alternancia esperanzadora. Comprometiéndose los partidos políticos perdedores a ejercer una oposición responsable y constructiva, todos por el bien de Veracruz.

Enderezar la nave de la administración pública estatal y municipal erradicando corrupción e imprimiendo honestidad, austeridad, eficiencia y eficacia; rescate de las finanzas agobiadas por una escandalosa deuda pública; recobrar seguridad, credibilidad y confianza de la ciudadanía, así como crear las condiciones mínimas para un ulterior rescate de  una economía postrada y con visos recesivos,  marcada esta por el desempleo  y baja productividad, fueron los propósitos explícitos del nuevo gobierno.

Y, como corolario, restablecer el clima de legalidad extraviado, imponiendo el peso de la justicia a los prevaricadores que a lo largo de dos sexenios hundieran a Veracruz.

Al gobernador electo, se le concedió el beneficio dela duda -la burra no era arisca-,  aprobándole el Congreso local un mal llamado “Plan Estatal de Desarrollo” contemplado para el corto y mediano plazo y a cuya ejecución se comprometiera el titular del poder ejecutivo en sendas declaraciones públicas, dándose un plazo de seis meses para ofrecer los primeros resultados.

Lástima Margarito, diría el clásico. A Don Miguel Ángel Yunes Linares le ganó la sed de venganza, trastocó el orden de prioridades, se rodeó de un equipo de grises e ineptos funcionarios en el primero y segundo nivel de la administración; se olvidó de gobernar emprendiendo una selectiva cacería de brujas en contra de fidelistas y duartistas que, por cierto,  aún no cesa. Quedando el compromiso asumido  estampado en el costoso “Plan de Desarrollo” como simple letra muerta, anticipo de un fracaso anunciado y que, para algunos nos representara ejemplo viviente del “ejercicio del poder para no poder”.

Hoy a escaso un mes de concluir la primera mitad de una gestión ya de por sí acotada en tiempo, disponibilidad financiera y entorno nacional e internacional adverso, el fracaso de la alternancia es un hecho que, por su obviedad,  es reconocido hasta por los veracruzanos más optimistas.

Ni ha sido terso y transparente el tránsito,  ni por asomo se ha cumplido a cabalidad con el compromiso asumido. Don Miguel Ángel Yunes Linares le queda debiendo a los veracruzanos.

El gobierno estatal sigue en las mismas, o peor dirían algunos al no haberse frenado su deterioro; no es del dominio público,  en forma y fondo, el resultado del proceso de entrega y recepción de la administración estatal saliente y entrante, como tampoco lo es el monto total de la deuda pública heredada e incrementada en el período prevaleciendo opacidad en la obligada rendición de cuentas.

No se observa austeridad, eficiencia y eficacia en el pesado aparato gubernamental ni tampoco resultados en ampliación y mejora de obra y servicios públicos; no existe recuperación en credibilidad y confianza, mucho menos en el controvertido tema de la seguridad pública con una criminalidad en ascenso que tiene en jaque a la población; la percepción sobre corrupción impune en el ejercicio de gobierno toma consenso generalizado, y la gobernabilidad pende de un hilo al imponerse autoritarismo y represión por sobre un diálogo constructivo lo mismo en  la administración de conflictos que en control de daños.

El crear las condiciones mínimas para allanar el camino  a un ulterior rescate de la economía en su conjunto, ha quedado en el tintero como compromiso no cumplido. Se mantiene el clima recesivo y la productividad sectorial y regional se abate día con día, incrementándose desempleo, desigualdad y pobreza, incidiendo esto negativamente en la salud del tejido social.

En suma, los once primeros meses de gestión, salpicados por algunos logros que deben reconocerse, conforman ya una condición de administración fallida en la gestión gubernamental de la “esperanzadora” alternancia, enmarcada por los prolegómenos de la ante víspera del proceso electoral que desembocará en la sucesión en el gobierno de Veracruz ya normalizada de seis años. Proceso que parafernalia partidista de por medio, casi en automático pone a la administración gubernamental en segundo plano.

Malas cuentas que empero, no se pueden ni deberían compararse con los 12 años de los dos últimos gobiernos priístas, como lo hiciera el senador Héctor Yunes Landa con su desafortunada afirmación, propalando mediáticamente que Veracruz padece el peor gobierno de su historia. Las condiciones distintas del entorno doméstico y circunstancias específicas que determinan un estado de cosas generalizado en casi todo el territorio nacional, no dan cabida a comparaciones de tal naturaleza sin pecar de oportunismo electorero.

El tiempo útil prácticamente se agotó para el gobierno de la alternancia. En el segundo año de gestión en medio de la guerra sucia que se espera en un todos contra todos, no se logrará recuperar lo perdido. Es mi opinión.

Xalapa, Ver., 27 de octubre de 2017.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Un parlamento, es un parlamento, sólo bajo determinadas condiciones se convierte en una estafa, un ayuntamiento es un ayuntamiento, solo bajo determinadas condiciones se convierte en una cueva de ladrones, un tribunal es un tribunal, solo bajo determinadas condiciones se convierte en una broma de mal gusto. No se trata, pues, de inventar algo mejor o más lúdico, creativo o transversal que los parlamentos, los ayuntamientos y los tribunales, sino de cambiar sus condiciones”. Carlos Fernández Liria

Siguiendo esta línea de pensamiento considero que es una falacia el afirmar que del triunfo de Morena en los procesos electorales devendrá en “mandar al diablo a las instituciones” republicanas. Antes al contrario, si partimos de la premisa de que el Movimiento de Regeneración Nacional y su líder histórico no son revolucionarios radicales,  sino expresión de un reformismo progresista que, cuestionando las condiciones actuales de deterioro por las que atraviesan  las instituciones que el pueblo de México se ha dado, se propone  sanear éstas y ponerlas al día para que así respondan al interés de las mayorías y no únicamente al de una élite depredadora y empobrecedora de la vida nacional, estimo que su propósito último es fortalecer y no destruir el andamiaje institucional.

Y es en esto último que se sustenta a mi modesto entender tanto la penetración en el seno de la sociedad mexicana como el respaldo  político electoral que observamos en el lopezobradorismo. La gente no desea una nueva revolución, sino dar continuidad a un proceso que  habiendo iniciado en 1810, retome el “Sentimiento de la Nación” del ideario político de  Morelos y las reivindicaciones no satisfechas enarboladas por Zapata, Villa y  los Constituyentes de 1917, alejando de la vida económica, política y social del país todo vestigio de corrupción, impunidad, simulación, depredación  y secuestro de la voluntad popular, fortaleciendo a las instituciones republicanas y no destruyéndolas, priorizando honestidad, eficiencia y eficacia como pilares del cambio deseado.

El pueblo de México no es tonto, como se le quiere ver desde la cúpula del poder y sus adlateres. El solo pensar en que estaría de acuerdo en “mandar al diablo” a las instituciones republicanas, construidas a lo largo del tiempo con sangre, sudor y lágrimas, es tanto como persistir en considerar a los mexicanos como idiotas, incapaces de discernir lo  que a sus más caros  intereses conviene aceptando sin chistar lo que bien a bien se  le concede o impone bajo el régimen de un paternalismo de Estado que, en los hechos, niega el carácter soberano de la voluntad popular.

El pueblo sabe leer entre líneas. Así, cuando López Obrador discursivamente manda al diablo a las instituciones, la gente sabe a ciencia cierta que se trata de mandar al diablo el vaciamiento de que ha sido objeto el andamiaje institucional de la nación, recuperando para sí el sentido y razón de un estado de derecho que trascendiendo los límites estrechos de lo que entendemos como gobierno, da sustento al Estado-Nación.

Más que un gobierno para todos, gobernar entre todos como lo mandata la Carta Magna, es lo que la gente estimo interpreta del discurso de MORENA. De ahí la esperanza y confianza que anima al imaginario colectivo y su voluntad de expresarlo en las urnas. Libertad, independencia, y soberanía; no más corrupción impune; que la honestidad norme la búsqueda del bien común en nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos. La nación y sus instituciones republicanas  lo demandan, así quiero entenderlo.

Hojas que se lleva el viento.

¡Para Ripley! Vaya cinismo del senador yucateco Emilio Gamboa Patrón -a quien sus paisanos conocen por el mote de “El chupón”-, cuando arropado por sus pares Yunes Zorrilla y Yunes Landa, viene a Veracruz a decirnos que el PRI si sabe gobernar. “No me defiendas compadre…” Dirían los candidatos priístas a las alcaldías veracruzanas.

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Teniendo como escenario de fondo el fracaso manifiesto de seis meses de gestión del gobierno de la alternancia (no hay nada que asegure lo contrario) así como la incapacidad del PRI para salir de su debacle,  los veracruzanos a una semana de la elección del 4 de junio velan armas dispuestos a dar la batalla en las urnas. Salvo que seamos masoquistas, es de esperarse que la mayoría le dé la espalda al PRIAN votando a favor de los candidatos de MORENA, partido al que se considera como el mejor posicionado en la contienda edilicia. Sufragar a favor del PRI o de las fórmulas postuladas por “la morralla” partidista o candidatos independientes, dividiendo y pulverizando el voto, se dice favorecerá a  la alianza PAN-PRD, apostándole a ello el gobernador Yunes Linares en su desenfrenado intento por hacerse de una base social de apoyo que dé continuidad a su proyecto familiar.

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Quienes en Veracruz habiendo tocado en la puerta equivocada, esperando encontrar en MORENA posiciones, prebendas y canonjías, toparan con pared, se ven impelidos a renunciar y buscar nuevos y más amplios derroteros en los que mojar su pambazo sea la recompensa. Nada nuevo bajo el sol. Es la “condición humana”, dicen los que confundiéndose ven el árbol y no el bosque. Lo que si resulta inédito es que por cada 2 que se van frustrados en sus intenciones,  se incorporan al lopezobradorismo 20 nuevos cuya motivación va más allá del dinero fácil. De ese tamaño es el descontento y el hartazgo.

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Mañana 31 de mayo da término la etapa de campañas del proceso electoral 2017 en Veracruz. El balón pasa a manos de los electores sin que el gobernador, partidos y candidatos contendientes, alcanzaran un marcador distinto al  ya anotado en la etapa previa.  Salvo el fraude electoral como última instancia, MORENA se levantará con el triunfo en el mayor número de los 212 municipios de la entidad y, para sorpresa de muchos, a no dudarse el PRI en alianza con el partido verde de Fidel Herrera, inercialmente quedará en segundo lugar en el tablón de resultados. El gobierno de la alternancia reducido a su mínima expresión. ¿O no es así?

Xalapa, Ver., 30 de mayo de 2013

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Los procesos electorales en México históricamente no son otra cosa que una cadena de esperanzas frustradas. La democracia representativa es un mito; secuestrada por un régimen de Estado surgido de una Revolución interrumpida y traicionada, responde a los intereses fácticos y no al bien común.

Partiendo de esta premisa, a mi juicio es que la vida política nacional y, en lo particular la de Veracruz, gira en torno a una cúpula elitista en la que gobierno y partidos políticos cumplen con su papel de administradores del poder real dominante,  en tanto que las mayorías cumplen su rol subordinado de simples mirones de palo.

Y es a partir de este supuesto que, a mi juicio, la descomposición de nuestra aldeana clase política da lugar a que los patos le tiren a las escopetas, bordando en el vacío en su  intento de mantener viva la relación de dominio y subordinación que se ratifica periódicamente con el sufragio.

A dos semanas de la elección de autoridades edilicias en los 212 municipios veracruzanos, la llamada clase política y la ciudadanía transitan por caminos divergentes, sin que se observe punto de encuentro alguno. El corto periodo legal de campaña y la ausencia de propuestas viables de partidos y candidatos, amén del descrédito y desconfianza que merecidamente arrastran, impide un acercamiento real entre aspirantes y electores.

Los medios de comunicación, banda trasmisora lo mismo del mensaje electoral que de la legitimización de la elección, perdidos aún en la resaca postduartista, lejos de cumplir con su misión, trivializan el quehacer político,  contribuyendo al distanciamiento entre propósitos y objetivos del poder formal y real y los votantes potenciales; profundizándose el escenario del divorcio anunciado.

La elección del 4 de junio próximo será legal, más no legitimada por una voluntad popular  sustentada en la búsqueda del bien común por una ciudadanía participativa,  informada y consciente de sus derechos y obligaciones,  como se esperaría en   una auténtica  democracia representativa.  

Y es en este marco referencial en el que estando de por medio el futuro económico y social de los veracruzanos, estos deberán optar por elegir entre avanzar por un cambio en forma y contenido que responda a expectativas de progreso y bienestar  o seguir por el camino trillado del más de lo mismo sumando eslabones a la cadena de esperanzas frustradas. 

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Hojas que se lleva el viento

El Senador José Yunes Zorrilla, encaminando sus esfuerzos hacia su postulación en el 2018 a la gubernatura de Veracruz, confía en que los miles de” priístas honorables” dispuestos a imprimirle una nueva cara al PRI en la entidad contribuyan a la restauración de la hegemonía perdida. Buen intento y loable reconocimiento a la honestidad y buena fe de los sin duda honorables priístas que habiendo cruzado el pantano sin enlodarse el plumaje, aún se cuentan por miles en Veracruz, sin embargo, Pepe Yunes olvida que esos miles fueron insuficientes para frenar el saqueo brutal a manos del duartismo. No pudieron o no quisieron, contribuyendo con su silencio y  apática indiferencia a la debacle de un PRI que hoy por hoy acusa total descrédito ante una ciudadanía que ya vive en carne propia la lección del sí se puede.

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La paradoja del momento.  En la capital veracruzana lo que queda del priísmo votará a favor del sedicente capitán, Alejandro Montano Guzmán, presuntamente impuesto y respaldado  como candidato a la alcaldía xalapeña  por el gobernador panista Miguel Ángel Yunes Linares,  en el afán por frenar el por ahora imparable ascenso de MORENA, en consonancia con el acuerdo en lo oscurito de Peña Nieto, el PRIAN y el poder fáctico por evitar la instauración en el 2018 del “populismo en México”.

Xalapa, Ver., mayo 24 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

 “La naturaleza política de la democracia, puede mirarse a través de tres elementos generales…: lo primero que la democracia exige es que todo su engranaje tenga como base el reconocimiento de los derechos humanos y estos cuenten con plenas garantías para su realización, pero a la vez que sirvan como limite al poder del Estado; lo segundo que haya una efectiva separación e independencia de los poderes públicos y que las leyes no sean usadas como arma política; y lo tercero que la representatividad, las autoridades tengan legitimidad y atiendan y actúen siguiendo las demandas de los diversos grupos sociales y su discurso aliente la elevación de la conciencia política y social de la ciudadanía.- Manuel Humberto Restrepo Domínguez

Siguiendo esta línea de pensamiento de Restrepo Domínguez, cabe preguntarse si en nuestra incipiente democracia con las condiciones de descomposición política y social que hoy día prevalecen a lo largo y ancho del país,  Enrique Peña Nieto tiene razón cuando afirma que: “Quienes dicen que México está en crisis, es porque la tienen en la mente” (xeu.com-mx 28/03/2017).

Si la sociedad mexicana atravesara por un proceso de polarización en el que más o menos la mitad de la opinión pública percibiera que todo marcha bien, que la corrupción y la inseguridad acompañadas del desempleo, desigualdad y pobreza, únicamente anidan en la mente de quienes resistiendo se oponen a la versión oficial, la aseveración presidencial encontraría eco calificándose como acertada. Empero, la terca realidad indica que tal polarización no existe, ni los consensos se dividen por partes iguales, las mayorías no solo perciben el estado crítico del Estado mexicano, en su cotidianeidad lo viven en carne propia.

En lo político el régimen acusa una crisis terminal de principios y valores que se refleja en la ausencia de honestidad, representatividad y legitimidad en una democracia representativa secuestrada por la partidocracia, mermando credibilidad y confianza en las instituciones.

En lo económico, las reformas estructurales neoliberales impulsadas por Peña Nieto y sus aprendices de brujo, lejos de estimular crecimiento y desarrollo agudizan estancamiento y retroceso,  tanto en el aparato productivo como en unas finanzas públicas que dejaran de contar con la “gallina de los huevos de oro”.

En lo social, la inseguridad pública y criminalidad en ascenso en todas sus denominaciones, siendo el pan de cada día conviven con exclusión, salarios de hambre y desempleo creciente,  estimulando lo mismo la reproducción ampliada de la economía informal, la desigualdad y la pobreza que la migración de compatriotas que buscan en el extranjero mejores oportunidades; resultando nugatoria la obligación del Estado por preservar el reconocimiento de los derechos humanos otorgando plenas garantías para su realización.

 “No vivimos en el peor de los mundos…” afirma Peña Nieto. Pero tampoco México es el mejor cuando más de 50 millones de mexicanos carecen de la seguridad de saber a ciencia cierta si comerán mañana.

Si esto no configura la condición de crisis del Estado mexicano, efectivamente con toda certeza el Sr. Peña nieto se expresa con verdad. Luego entonces, más que reprobar su mandato cabe elevar nuestro nivel de aceptación, reconociendo que por sobre una percepción equívoca de una mayoría “ignorante” que ve moros con tranchete, debe imponerse el pensamiento lúcido, coherente y congruente de la minoría ilustrada que hoy por hoy nos conduce al despeñadero. Cuestión de enfoques.

Hojas que se lleva el viento

Mientras a Veracruz le va como en feria viviendo en plena penuria política, económica y social, nuestra aldeana expresión de la partidocracia preocupada y ocupada en la arrebatinga electoral, en una disputa de todos contra todos por ganar el derecho a colocarse donde hay… o había antes del saqueo.

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A la Confederación Nacional Campesina lo único que le queda como reminiscencia de su histórico papel como paladín del agrarismo, es el sombrero de ala ancha de sus hoy dirigentes, encumbrados terratenientes millonarios.

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El alcalde xalapeño, Américo Zúñiga, dispuesto a vender caro su apoyo al candidato del PRI al gobierno de nuestra ciudad capital, le pisa duro al acelerador rescatando el voto duro entre las organizaciones de tianguistas y vendedores ambulantes que, a últimas fechas,  les ha dado por poner sus barbas en remojo simpatizado con las propuestas de MORENA… por si acaso.

Xalapa, Ver., 29 de marzo de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

La gran confusión de Trump y sus allegados es que no estamos en una época de cambios, sino del cambio de una época.-  Luis Manuel Arce Isaac

Los días transcurren, uno tras otro en suelo veracruzano sin que las aguas se  asienten. La turbulencia política en un clima de inseguridad en todos los órdenes de la vida social y económica, mantiene en ascuas a la población.

Una entidad federativa que, mereciendo mejor destino no encuentra rumbo cierto, es el pan de cada día en medio de un aciago entorno nacional e internacional adverso en el que para México, se blande lo mismo la amenaza del proteccionismo norteamericano que la recesión económica y el deterioro social.

Confundiéndose política con política electoral, la brújula gubernamental gira incesantemente en todas direcciones, perdiéndose la oportunidad de racionalizar el quehacer público en un legítimo y auténtico esfuerzo por rescatar a Veracruz de su postración.

Si nos atenemos a percepciones generadas a partir de notas y columnas periodísticas y no solo de especulaciones estériles, la terca realidad señala que no es aventurado anticipar un nuevo fracaso para una administración pública perdida entre la ausencia de visión de Estado y de recursos frescos en las arcas públicas.

Atrapado el gobierno de la alternancia entre el poder y no poder, brilla por su ausencia la honestidad intelectual suficiente para reconocer que no solo no se cuenta con una varita mágica, tampoco con claridad para encontrar la diferencia entre un pasado tortuoso y las exigencias de un presente que exige gobernar a partir de tiempo y recursos disponibles escasos.

No es pesimismo infundado ni se pretende en estas líneas asumirse como agorero del desastre. Anticipar el fracaso de la alternancia es atender a las tendencias por ahora observadas y ampliamente difundidas por la prensa en los escasos 75 días de la administración a cargo del Sr. Miguel Ángel Yunes Linares. Administración por cierto en la que parece estar ausente la alianza partidista PAN-PRD que transita en el margen, ajena a las expectativas generadas y sin mayor interés que el jaloneo electoral, con vías a la elección edilicia como prolegómeno de lo que esperan obtener en el 2018.

Percepción que a diferencia de la oficial, anida cada vez en mayor medida en amplios sectores de la población. Más de lo mismo,  dominando los temas de inseguridad, desempleo, bajos salarios, pobreza creciente, deterioro de los servicios de educación y salud, así como el de la cada vez menos accesible vivienda digna para todos.

Arropada esta percepción en un clima político preñado de un interminable perder el tiempo en una guerra sin cuartel, en la que los frentes abiertos, cual hongos se multiplican día con día.

Si lo que se pretendía con un discurso acorde con lo que la gente deseaba escuchar, era el justificar carencias y desorden administrativo como nefasto legado del saqueo y gobierno fallido de los sexenios previos, el tiro salió por la culata; el tremendismo se desinfla ante una opinión pública que se da por defraudada.

Hasta ahora, las necesidades cotidianas y el incumplimiento de lo ofertado en campaña se imponen por sobre el discurso oficial; los buenos deseos de la minoría que sufragara a favor de la alternancia van quedando atrás, desconfianza y pérdida de expectativas de cambio se generaliza.

Si el dilema es no poder en el ejercicio del poder, aún es tiempo de corregir y enderezar el rumbo, gobernando para todos sin distingo y sin prejuicios. El pasado es pasado; tan necesario como urgente es construir el presente si en algo se valora el futuro para las nuevas generaciones. Veracruz está a la espera.

Xalapa, Ver., 15 de febrero de 2017

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