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Category Archives: Crisis nacional

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tiempo ha, tanto que se pierden los recuerdos, representando a la dirigencia nacional de la CNC en el Plan Chontalpa, Tabasco, tenía como tarea sustantiva el auxiliar al Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización y a la Comisión del Río Grijalva de la SRH, en  la promoción social y económica, organización y consolidación de 22 ejidos colectivos y su integración como Unión de Ejidos Colectivos, primera en su género en el país. Tarea nada fácil en la que tras un fracaso previo de autoritarismo e imposición por parte del gobierno de Díaz Ordáz, había que remontar la experiencia negativa y resistencia fruto de la desconfianza, a base de convencimiento tanto en lo individual y familiar como en asambleas plenarias en cada ejido.

Ello enfrentando simultáneamente resistencia y boicot por parte del gobierno estatal y poderosos intereses privados, que veían con malos ojos tanto la colectivización en el medio rural como el paulatino empoderamiento político y económico del sector ejidal en la región.

En estas andanzas, el trabajo sustantivo estaba en campo, podría decirse que a pie de surco; desde el amanecer hasta bien entrada la tarde el equipo integrado por entusiastas  jóvenes promotores del DAAC y la CNC, recorríamos todos y cada uno de los ejidos objetivo, sin más propósito que convencer de las bondades económicas y sociales de la organización y capacitación, a la par que estableciendo vínculos entre la organización social para el trabajo y la organización colectiva de las actividades productivas.

El esfuerzo aplicado tanto por las promotorías como por los propios ejidatarios integrados en la Unión de Ejidos Colectivos “Lázaro Cárdenas del Río”, rindió frutos positivos. Las actividades productivas colectivizadas y sustentadas en la ganadería, la agricultura mecanizada, industria azucarera, explotación forestal y rescate y consolidación de la producción cacaotera y arrocera, así como el transporte ejidal y servicios de educación, salud y comercio interior, contribuyeron a elevar la calidad de vida en las 22 cabeceras de igual número de ejidos participantes. Empero, este resultado duró poco. Habiéndose previsto un proceso de 12 años para la consolidación del proyecto, al concluir el sexenio de Luís Echeverría el gobierno federal decidió ponerle fin, suspendiendo el respaldo técnico y  financiero, auspiciando el retorno a la parcelación y dando entrada a la explotación petrolera en las 32 mil hectáreas del plan.

Al día de hoy, ni el recuerdo queda de un ambicioso proyecto que muchos llegaran a considerar como el “niño bonito” del echeverrismo. De López Portillo a Peña Nieto el gobierno federal le dio la espalda, dejando el plan a su suerte como una víctima más de las actividades petroleras en La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco.

Todo esto viene a cuento porque en mis constantes encuentros con ejidatarios del Plan y habida cuenta de que trabajaba para la CNC en un proyecto presidencial sin ser priísta, uno de los argumentos manejados para convencer era el que debería tomarse conciencia de que el gobierno echeverrista era como un ferrocarril en el que había que treparse en tanto éste fuera para adelante, mejorando las condiciones de vida del ejidatario y su familia; ver en el gobierno federal, a la CNC y al PRI como aliados, compañeros de camino a los que había que concederles el beneficio de la duda. Pero una vez que el ferrocarril se desviara y tomara un rumbo distinto, cual ágil saeta había que abandonarle y esperar el arribo de otro medio de transporte que acercara a los 22 ejidos y a su Unión  al destino deseado.

Este símil fue entendido en parte, la mayoría de los 22 ejidos colectivos se bajaron del trenecito, optaron por el reclamo y la resistencia desconfiando de un gobierno que les daba la espalda. Dejaron al PRI, se olvidaron de la CNC y cambiaron de camiseta sumándose al PRD. La minoría no se bajó a tiempo, retornó al trabajo parcelado rascándose cada quién con sus propias uñas, y hoy pagan las consecuencias por confiar en un gobierno que ni les ve ni les escucha.

Algo similar está sucediendo en los tiempos que corren. El campesinado nacional, abandonado por el gobierno federal, desmantelada la infraestructura productiva, traicionado por líderes espurios, y dejado a su suerte, se está bajando del ferrocarril oficial, consciente de que las instituciones agrarias son una farsa, la CNC es un cascarón vacío y el PRI extravió el rumbo abandonando la lucha por la justicia económica y social en el campo. Si alguna vez el sector ejidal fuera la base social de apoyo y respaldo del gobierno y del PRI, esta condición está perdida y, con ello, el voto duro o clientelar que legitimara los triunfos electorales del tricolor.

El campesinado nacional con la paciencia infinita que le caracteriza, al pie de la vía espera el arribo de un nuevo ferrocarril que les acerque a un mejor destino. La pregunta obligada es si en el 2018 hombres y mujeres de nuestro campo  encontrarán un tren que satisfaga sus crecientes necesidades.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 8 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Cuando se concurrió a las urnas en Veracruz para elegir a un gobernador de dos años, se hizo porque no quedaba de otra. Así estaba dispuesto en la legislación electoral y había que solventarle y no necesariamente porque se considerara que,  en un tiempo tan breve de gestión gubernamental,   la entidad retomara el rumbo perdido tras 12 años de saqueo de las arcas públicas, engaño y simulación.

El voto se dividió entre optimistas, pesimistas e indiferentes, dándosele el triunfo a la coalición PAN-PRD como primera minoría, abriéndole el camino a un gobierno que ofreciera un tránsito terso de la corrupción como estilo patrimonialista de gobernar a una honesta y eficaz alternancia esperanzadora. Comprometiéndose los partidos políticos perdedores a ejercer una oposición responsable y constructiva, todos por el bien de Veracruz.

Enderezar la nave de la administración pública estatal y municipal erradicando corrupción e imprimiendo honestidad, austeridad, eficiencia y eficacia; rescate de las finanzas agobiadas por una escandalosa deuda pública; recobrar seguridad, credibilidad y confianza de la ciudadanía, así como crear las condiciones mínimas para un ulterior rescate de  una economía postrada y con visos recesivos,  marcada esta por el desempleo  y baja productividad, fueron los propósitos explícitos del nuevo gobierno.

Y, como corolario, restablecer el clima de legalidad extraviado, imponiendo el peso de la justicia a los prevaricadores que a lo largo de dos sexenios hundieran a Veracruz.

Al gobernador electo, se le concedió el beneficio dela duda -la burra no era arisca-,  aprobándole el Congreso local un mal llamado “Plan Estatal de Desarrollo” contemplado para el corto y mediano plazo y a cuya ejecución se comprometiera el titular del poder ejecutivo en sendas declaraciones públicas, dándose un plazo de seis meses para ofrecer los primeros resultados.

Lástima Margarito, diría el clásico. A Don Miguel Ángel Yunes Linares le ganó la sed de venganza, trastocó el orden de prioridades, se rodeó de un equipo de grises e ineptos funcionarios en el primero y segundo nivel de la administración; se olvidó de gobernar emprendiendo una selectiva cacería de brujas en contra de fidelistas y duartistas que, por cierto,  aún no cesa. Quedando el compromiso asumido  estampado en el costoso “Plan de Desarrollo” como simple letra muerta, anticipo de un fracaso anunciado y que, para algunos nos representara ejemplo viviente del “ejercicio del poder para no poder”.

Hoy a escaso un mes de concluir la primera mitad de una gestión ya de por sí acotada en tiempo, disponibilidad financiera y entorno nacional e internacional adverso, el fracaso de la alternancia es un hecho que, por su obviedad,  es reconocido hasta por los veracruzanos más optimistas.

Ni ha sido terso y transparente el tránsito,  ni por asomo se ha cumplido a cabalidad con el compromiso asumido. Don Miguel Ángel Yunes Linares le queda debiendo a los veracruzanos.

El gobierno estatal sigue en las mismas, o peor dirían algunos al no haberse frenado su deterioro; no es del dominio público,  en forma y fondo, el resultado del proceso de entrega y recepción de la administración estatal saliente y entrante, como tampoco lo es el monto total de la deuda pública heredada e incrementada en el período prevaleciendo opacidad en la obligada rendición de cuentas.

No se observa austeridad, eficiencia y eficacia en el pesado aparato gubernamental ni tampoco resultados en ampliación y mejora de obra y servicios públicos; no existe recuperación en credibilidad y confianza, mucho menos en el controvertido tema de la seguridad pública con una criminalidad en ascenso que tiene en jaque a la población; la percepción sobre corrupción impune en el ejercicio de gobierno toma consenso generalizado, y la gobernabilidad pende de un hilo al imponerse autoritarismo y represión por sobre un diálogo constructivo lo mismo en  la administración de conflictos que en control de daños.

El crear las condiciones mínimas para allanar el camino  a un ulterior rescate de la economía en su conjunto, ha quedado en el tintero como compromiso no cumplido. Se mantiene el clima recesivo y la productividad sectorial y regional se abate día con día, incrementándose desempleo, desigualdad y pobreza, incidiendo esto negativamente en la salud del tejido social.

En suma, los once primeros meses de gestión, salpicados por algunos logros que deben reconocerse, conforman ya una condición de administración fallida en la gestión gubernamental de la “esperanzadora” alternancia, enmarcada por los prolegómenos de la ante víspera del proceso electoral que desembocará en la sucesión en el gobierno de Veracruz ya normalizada de seis años. Proceso que parafernalia partidista de por medio, casi en automático pone a la administración gubernamental en segundo plano.

Malas cuentas que empero, no se pueden ni deberían compararse con los 12 años de los dos últimos gobiernos priístas, como lo hiciera el senador Héctor Yunes Landa con su desafortunada afirmación, propalando mediáticamente que Veracruz padece el peor gobierno de su historia. Las condiciones distintas del entorno doméstico y circunstancias específicas que determinan un estado de cosas generalizado en casi todo el territorio nacional, no dan cabida a comparaciones de tal naturaleza sin pecar de oportunismo electorero.

El tiempo útil prácticamente se agotó para el gobierno de la alternancia. En el segundo año de gestión en medio de la guerra sucia que se espera en un todos contra todos, no se logrará recuperar lo perdido. Es mi opinión.

Xalapa, Ver., 27 de octubre de 2017.

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J. Enrique Olivera Arce

Pérdida de empleos y deterioro del poder adquisitivo del salario, aunado al clima de violencia criminal e inseguridad, pesan más en el ánimo del colectivo nacional que un escándalo de corrupción y saqueo que simplemente confirma lo que es de todos conocido.

Lo evidente mata especulación. Es tal el deterioro y retroceso que en todos los órdenes acusa Veracruz que el discurso especulativo de una clase política corta de miras, encabezada por el gobernador de la entidad, resulta superfluo frente a la terca realidad. Perdida en dimes y diretes en torno al destino último del saqueador de moda  y sus cómplices, no alcanzan a percibir que más importante y relevante para los veracruzanos es la incertidumbre frente a lo que el futuro nos depara que un pasado que ya se fue, que ya no está más que en el herramental con el que se manipula morbo, ignorancia  y sed de venganza en pro de oscuros intereses.

Pasado ominoso que operando como distractor, cortina de humo que pretende ocultar la terca realidad de desigualdad, pobreza, exclusión e inseguridad que acompañan a una economía que se va a pique y, frente a la cual, la incapacidad de los tres órdenes de gobierno para paliarla, es más que evidente; antes al contrario, auspiciando su profundización la ignoran o se sirven de esta para, en río revuelto, satisfacer intereses particulares o de grupo que atentan contra soberanía e independencia nacionales.

Es por ello que llama la atención el que Don Miguel Ángel Yunes Linares afirme que el “affaire” Duarte de Ochoa es tema de primer orden en la vida nacional, cuando no es así. El seguir dándole vueltas a la noria en torno al ex gobernador de Veracruz y sus presuntos cómplices, incluida esposa y amantes, cuando éste ya está a buen recaudo como “vinculado a proceso”, figura únicamente como prioridad en quien confunde venganza con buen gobierno.

Un escándalo más en suelo patrio de los muchos que empañan la vida de la nación, reflejo, insisto, del agotamiento de un régimen político caduco cuya legitimidad se cuestiona cotidianamente.

Para aquellos medianamente informados y para quienes padecen la precariedad de un salario venido a menos, en la jerarquización de prioridades está puesto el énfasis en el renglón económico. El modelo adoptado por los gobiernos neoliberales se agotó; las reformas estructurales están operando en contra, y la crisis de una economía que no crece no obtiene respuesta positiva por parte de los aprendices de brujo del gobierno central. Pérdida de empleos y deterioro del poder adquisitivo del salario, aunado al clima de violencia criminal e inseguridad, pesan más en el ánimo del colectivo nacional que un escándalo de corrupción y saqueo que simplemente confirma lo que es de todos conocido.

“El país vive una situación generalizada de desesperación…” (Orlando Delgado Selley, La Jornada 27/07/2017)

Los veracruzanos ya no se chupan el dedo. Así que a quién quiere engañar el gobernador de dos años, cuando arremetiendo contra Andrés Manuel López Obrador cuestiona a este por no darle la importancia debida al tema que no le deja dormir, afirmando que el silencio del líder de Morena es silencio cómplice resultante de la “untada” de mano que recibiera de Javier Duarte de Ochoa.

A sabiendas de lo que estaba por recibir de ganar la elección, Yunes Linares, candidato a la gubernatura de dos años, se comprometió a dar la debida atención a tres temas prioritarios: el rescate y reordenación de la administración pública estatal, el rescate de la vida económica de la entidad, y el restablecimiento de la seguridad pública.

A casi ocho meses de gestión, el gobierno de la alternancia se ha desentendido de tales prioridades. La administración con una hacienda pública quebrada y asediada por acreedores es un verdadero desbarajuste; la economía veracruzana en franca recesión agudizando su crisis, y la inseguridad ciudadana es ya pan de todos los días a la par que se incrementa el deterioro social dominando desempleo y pobreza.

Trastocado el orden de prioridades, la persecución y acoso por todos los medios disponibles a los aún presuntos saqueadores de la hacienda pública veracruzana, tienen prevalencia.

La alternancia, sin rumbo ni brújula, en vísperas de una renegociación del TLCAN en la que están en juego los principales renglones de la economía veracruzana, hoy por hoy se da por fallida, mientras el titular del ejecutivo da palos de ciego combatiendo a periodicazos fantasmas del pasado.

“Es la economía…” gobernador, tome nota.

Cd. Caucel, Yuc., 27 de julio de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A la par que el presidente Peña y su canciller empecinados insisten en ver la paja en el ojo ajeno, asumiendo una postura intervencionista en el seno de la OEA que no respalda el pueblo de México, la crisis multidimensional que acusa el país se profundiza.

Acusando el nivel más bajo de aceptación de sus gobernados en los últimos 50 años del presidencialismo en México, el inquilino de Los Pinos pareciendo desentenderse de la creciente demanda de la seguridad pública ante los embates del crimen se ocupa y preocupa más por los asuntos internos de Venezuela que por asegurar gobernabilidad y gobernanza democrática en su país, incidiendo negativamente en la crisis que en todos los órdenes de la vida nacional es más que evidente.

Crisis que por cierto Peña Nieto niega, afirmando no existe más allá de una percepción de un pueblo que se niega a reconocer hechos positivos  que hablan de un país pujante, de un México que avanza a pasos firmes por la senda del desarrollo cuando la terca realidad le desmiente.

El descontento y el hartazgo crecen a lo largo y ancho del país,  y no necesariamente en el terreno político-electoral. Desigualdad, pobreza, desempleo, deterioro del tejido social y pérdida de expectativas de bienestar pesan más en el ánimo de la población que el discurso triunfalista. El consenso social en torno a la necesidad de un cambio de régimen que atraiga paz social y nuevos derroteros para el país es cada día más amplio. La gente quiere y exige un cambio y la élite política nacional no ve ni escucha.

La realidad, siempre la terca realidad, se expresa por diversos medios y caminos. La violencia desatada y sin control de los últimos días en Veracruz, es su reflejo en nuestra aldea. Nadie está ni se siente seguro ahora ni en el interior de su propia vivienda, mientras la llamada clase política del régimen caduco se preocupa y ocupa del incierto escenario electoral para el 2018.

No sólo es la inseguridad pública, también la inseguridad en el empleo, la inseguridad frente al costo de la vida que supera el poder adquisitivo del salario, o el acceso a la educación superior, entre otros factores negativos cuyos efectos se resienten cotidianamente en el seno de la familia, conforman un estado de cosas que va más a allá de la simple percepción en el imaginario colectivo y que parecieran no figurar en la agenda político-electoral, salvo en el manido discurso de la simulación de una desacreditada partidocracia.

“Tanto va el cántaro al agua…” , que el descontento y el hartazgo rebasa ya la capacidad gubernamental para contenerle. Ya no es sólo el doble poder que impone con terror la delincuencia a lo que se enfrenta el gobierno de la alternancia, la movilización de protesta ciudadana, con todo y represión en contra,  se deja sentir con toda intensidad ante la incapacidad gubernamental para atender y resolver lo que en justicia reclama la población.

El cambio es ya ineludible. O se empieza desde arriba, o  desde abajo con las consecuencias que ello implica, los veracruzanos de a pie tomarán la iniciativa. ¡Ya basta!

Hojas que se lleve el viento

Ahora sí, como anillo al dedo, no es lo mismo ser cliente que tendero. A dos días de llegar a término el séptimo mes de gestión del gobernador Yunes Linares, se da como fallida a la administración de una alternancia nacida de la alianza del PAN con el PRD, incapaz de cumplir con los ofrecimientos de una campaña electoral sustentada en la venganza política.

Tras la mampara de la violencia criminal desatada, brillan por su ausencia lo mismo rescate de la administración y finanzas públicas que de una economía en recesión. La entidad permanece postrada con pobreza y desempleo en ascenso, las finanzas públicas estatales en quiebra, la administración un desgarriate y el gobernador, como vocero de lujo de su gestión, solo atina a reafirmar su indignación ante un estado de cosas que rebasándole se le derrama.

Xalapa, Ver., 28 de junio de 2017

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