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Category Archives: Economía de Veracruz

Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

En el marco de una aberrante violencia criminal que a lo largo y ancho del territorio veracruzano tiene en jaque a la seguridad pública, los últimos coletazos de un políticamente desahuciado Javier Duarte de Ochoa incrementan descontento y hartazgo en una sociedad que, sintiéndose inerme e indefensa, no ve para cuando cambie el actual estado de cosas.

El malestar social crece y la mayoría de la llamada clase política haciendo como que la Virgen le habla, lo echa en saco roto pareciendo no importarle en la coyuntura electoral lo que la sociedad piensa y dice respecto de un gobierno fallido, así como de una partidocracia cómplice que dejando hacer, dejando pasar, le deja las manos sueltas a un Duarte de Ochoa que se regodea ofendiendo y lastimando a los veracruzanos.

Malestar que por ahora orgánicamente se expresa disperso pero que dejando entrever un justificado enojo, toma senderos que salvo contadas excepciones no contribuyen a un proceso constructivo de participación, organización y acción política consecuente. Así, el malestar social se diluye entre chistes de mal gusto, pedestre lenguaje e imágenes ofensivas en torno a quienes consideran responsables del deterioro social y económico, empezando por el titular del ejecutivo. Reflejándose en las redes sociales lo mismo tal animosidad que la ausencia en la llamada sociedad civil de instrumentos idóneos para canalizar positivamente descontento y hartazgo.

Pálido reflejo pero expresión válida al fin, de una sociedad en franca indefensión que no encontrando camino viable para frenar y sacudirse a lo que considera un pésimo gobierno y recuperar la tranquilidad y paz pública perdida, canaliza su hartazgo quemando pólvora en infiernitos.

Dice la conseja popular que en política el que se enoja pierde y a tal resultado conduce el que el insulto y la diatriba fruto del descontento substituya a ideas y propuestas constructivas. Si de echar al PRI del gobierno en la elección de junio próximo tomando como referente a más de 10 años de pésimos gobiernos emanados del tricolor, el enojo mal canalizado no es el camino, hagamos del hartazgo punto de partida para una participación responsable, organizada y consecuente en el seno de la llamada sociedad civil. Si no es hoy será mañana, pero sólo organizados en un frente único en torno a un programa mínimo que reivindique el rescate de la democracia, la paz pública y la reordenación de la vida económica de Veracruz, será viable superar el bache y salir avante.

Cierto, en la coyuntura no hay de otra que buscar la salida por la vía electoral, cifrando esperanzas en que con una administración pública renovada cambie para bien atemperando una ya insostenible situación. Empero, poco o casi nada en el espectro partidista y sus correlativas reglas del juego, se vislumbra ya no sólo una auténtica voluntad de cambio, tampoco voluntad para ofertar un programa mínimo que reivindique un gobierno del pueblo, con el pueblo y para el pueblo; el interés personal o de grupo en la cúpula de nuestra aldeana clase política no está en esa línea, antes al contrario, se privilegia la búsqueda del poder por el poder mismo desentendiéndose de aquello que más lastima, duele, indigna y enoja a la gente.

Luego esto obliga a un voto razonado en la elección de gobernador y diputados locales en junio próximo que pese y haga sentir en las urnas que más allá del justificado enojo, los veracruzanos están diciendo basta, no más las mismas desgastadas caras ni más de lo mismo.

Hojas que se lleva el viento

Dicen que no pasa nada en Veracruz, Javier Duarte reitera que prevalece pleno estado de derecho en la entidad, pero en los medios de comunicación locales y nacionales la nota roja que registra hechos de violencia criminal en la entidad ya ocupa las primeras planas. Por algo será.

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Quienes no quieren ver que la correlación de fuerzas políticas en la sociedad veracruzana ya cambió, insisten en que la estructura, estrategia y ejército de expertos operadores forjados en las lides electorales, favorece al PRI para que este partido se alce con el triunfo en la elección del gobernador de dos años pasando por encima de descontento y hartazgo social. Si bien para la sociedad no hay tela de donde cortar frente a diversas opciones electorales que en primera y última instancia son lo mismo (no olvidemos el “Pacto por México, la aprobación de pseudo reformas estructurales empobrecedoras, la privatización de facto de las industrias petrolera y eléctrica), no se puede ignorar que en el imaginario colectivo los personeros del PRI que hoy aspiran a la gubernatura o a las diputaciones locales, en su momento por comisión u omisión avalaron con silencio cómplice todo aquello que hoy se le reclama lo mismo a Peña Nieto que al gobernador fallido de Veracruz, y eso cuenta igual o más que el andamiaje histórico del partido en el gobierno. Ya veremos de qué cuero salen más correas.

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Y a propósito de silencio cómplice, es de destacarse como Américo Zúñiga Martínez, alcalde de nuestra ciudad capital, hace como que la virgen le habla frente al clima de violencia criminal e inseguridad pública que se vive en Xalapa y sus alrededores. Eso calienta y más, cuando con recursos públicos proyecta una falsa imagen de alcalde modelo de una ciudad capital de las mejor gobernadas en el país.

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“Será un PRI con la cara y las manos limpias”: Amadeo Flores en su toma de posesión como presidente del CDE del tricolor. Retóricamente suena bien en un discurso en el que se plasma lo que a los priístas les gusta escuchar, más sin embargo la realidad real se encarga de desmentir lo dicho, ya que de aquí a junio es prácticamente imposible cambiarle la cara al caduco partido gobernante y, mucho menos, lavarle las sucias manos teñidas de sangre con las que impunemente desde el poder formal han saqueado a Veracruz. Aunque cabe el beneficio de la duda ya que es de justicia reconocer que entre tantas caras duras, también hay priístas honestos y bien intencionados que podrían hacer suyo el llamado del viejo líder.

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Objetiva o subjetivamente, en calidad de opinante de a pie, puede quien esto escribe coincidir o no en primer término con los cuatro lectores que nos siguen y, en segundo término con una audiencia más amplia que de rebote leen estos maquinazos. Lo único cierto es que es la realidad real la que se encarga de validar o descalificar una opinión vertida a vuela pluma sobre un estado de cosas por demás incierto e inquietante.

Partiendo de esta premisa, vale la pena insistir en la necesidad de tomar conciencia de que lo que se oferta en una campaña política no necesariamente será cumplida. Más aún,  cuando en el caso de Veracruz es del dominio público que la principal limitante para quien sea electo como gobernador de dos años en junio próximo, es la conjunción de  la obligada sequía en las finanzas públicas estatales y municipales y los compromisos partidistas que haga suyos quien resulte vencedor en la contienda.

No hay dinero ni para pagar las obligaciones contraídas con la misma burocracia, mucho menos para cubrir los adeudos pendientes con empresarios, profesores, jubilados, Instituciones de educación superior, becarios, etc., etc, etc, luego la pregunta casi unánime de la ciudadanía ante ofrecimientos y promesas de quienes ya inician formalmente su campaña proselitista, es con qué ojos mi querido tuerto.

La respuesta cómoda para el caso del candidato del PRI y sus adláteres,  es que se confía en que el presidente Peña saldrá al quite, volcando el erario público federal en apoyo a Veracruz. Lo que no se dice es en qué rubros, cómo, cuándo  y con  cuánto, habrá de rescatarse a una administración pública quebrada, como tampoco se toma en cuenta que el régimen peñanietista ya no quiere queso,  sino salir de la ratonera al no haber previsto que la crisis económico financiera que globalmente afecta a todo el planeta,  pondría a México entero contra la pared sin que las presuntas reformas estructurales incidan positivamente en crecimiento y desarrollo sino incluso, para blindar al país contra efectos y consecuencias de la crisis.

En tanto que, para el caso de la aún no formalizada alianza del PAN con el PRD, bastaría con poner orden en la casa, aplicar la ley a los saqueadores del erario público y sentar las bases para el rescate de una economía deteriorada y recesiva, a partir de la alternancia en el ejercicio del poder formal y la construcción de una  transición presuntamente democrática. Sin que se haga la más mínima mención a lo que en pesos y centavos costaría enderezar entuertos y barrer bajo la alfombra; mucho menos, de donde se obtendrían los recursos para el logro de tales por ahora buenos propósitos.

En ambos casos, el discurso voluntarista, orientado a decirle a la gente lo que esta quiere escuchar, raya en la demagogia careciendo de sustento real, cuando debería aceptarse y así hacérselo saber a la audiencia, que tendría que partirse de cero, sin que lo deseable pueda ser soportado por una hacienda pública endeudada y sin capacidad real de maniobra para obtener e  incrementar el capital líquido que exige la tarea.

Por cuanto a los compromisos partidistas, vinculados a los que imponen los poderes fácticos que como poder real desde las sombras mueven la cuna, éstos, independientemente del color de la camiseta, están presentes en todo tiempo, pesan y determinan tanto en el diseño como en la operatividad del quehacer gubernamental; privilegiándose en el orden de prioridades por sobre buenos propósitos, buenas intenciones y ofrecimientos proselitistas de campaña.

No pudiéndose hacer de lado en este contexto la intencionalidad transexenal que anima la estrategia del gobierno del Sr. Peña Nieto que, en materia electoral, contempla la elección del 2016 como antesala de la presidencial en el 2018 y, por ende, la sumisión de partidos políticos y gobernadores a la continuidad del proyecto neoliberal que a contracorriente se le impone al pueblo de México.

Disponibilidad de recursos frescos y compromisos contraídos, será entonces la limitante para el ejercicio de un gobierno con el pueblo e incluso, para un gobierno cercano a la gente.

Así que, como bien apunta uno de mis cuatro lectores, independientemente de formación, capacidad y experiencia de quienes aspiran a gobernar a Veracruz,  todo quedará en promesas, sin que existan visos de que lo ofrecido habrá de cumplirse. Lástima Margarito, bajo este supuesto, se confirma la idea de que se cambiará para seguir igual, o peor, en tanto no se demuestre lo contrario.

En este escenario, los dos años de gobierno transcurrirán sin pena ni gloria, pues en tanto se toman medidas para “limpiar la casa”, la crisis económica que va de la mano de otra, más profunda, que es la social, derramará el vaso. Escenario en el que algunas voces ya se apuntan para predecir que el neoliberalismo saldrá adelante en sus propósitos electorales, frente a los embates de un “populismo de izquierda” que a la chita callando socava la vida democrática de Veracruz y quizá no estén del todo equivocados. El neoliberalismo empobrecedor como expresión hegemónica de un capitalismo en crisis, no abandonará así como así cediéndoles la estafeta a sus adversarios.

Cuestión de enfoques, ni el neoliberalismo impulsado por  el PRI, el PAN, el PRD y la morralla partidista de acompañamiento, ni ninguna otra corriente política autonombrada como de izquierda, por muy reformista que ésta sea, a mi juicio contempla en propósitos y objetivos programáticos  el cambiar de caballo a mitad del río. Totalmente descontextualizado respecto a una realidad dominada por la crisis global y su incidencia en México, el proceso electoral en curso transcurrirá a “la antigüita”, bajo la común tesitura partidista de insistir en orinarse fuera del tiesto. Lo que se piensa, se dice y se hace, inter y extramuros de la llamada clase política y medios de comunicación afines, seguirá transitando por el camino de ignorar que nuestra aldeana y doméstica realidad jarocha no escapa a efectos y consecuencias de la crisis neoliberal globalizada que tiene de rodillas hasta al país mejor pintado.

Allá ellos, las mayorías ya empiezan a pensar y actuar diferente, sabedoras de que la lumbre ya llegó a los aparejos, siendo testigo de calidad “la volatilidad” financiera en el bolsillo de cada uno y las consecuencias que, en el nivel de vida individual y familiar, ya está afectando a todos por igual. El deterioro económico y social es evidente y los anuncios de mayor control de la macroeconomía, revalorización del peso y elevación paulatina del precio del petróleo, son para la ciudadanía, eso, simples anuncios de ocasión como los que vierte el fallido gobernador Duarte de Ochoa al negarse al clima de inseguridad que de percepción colectiva, ya anidó como realidad en un Veracruz en el que el poder formal se comparte con la delincuencia.

Dicen los que saben del paño, que el descontento y hartazgo social no incide negativamente en propósitos, estrategias, objetivos y modo de operar en las campañas políticas y sus ulteriores resultados en las urnas. Quien esto escribe piensa que sí. Y si los expertos insisten en que la política es de circunstancias, y que estas son favorables para alcanzar el éxito deseado en el actual proceso electoral gracias a las fortalezas y nivel de experiencia y competitividad de los candidatos designados, no están lejanos los tiempos en que los patos le tiren a las escopetas en una coyuntura marcada por el rechazo creciente al quehacer político de la partidocracia en una sociedad lastimada y ofendida.

El tiempo lo dirá. Esperemos que sea para bien.

Hojas que se lleva el viento

Los gobiernos neoliberales de los últimos tiempos, primero matan a la gallina de los huevos de oro, privatizando la industria energética nacional para, más tarde, desgarrándose las vestiduras anunciar que con recursos presupuestales en el presente año se atenderá a su rescate. Ahogado el niño urge tapar el pozo, nos dice Luís Videgaray, secretario de hacienda y uno de los aprendices de brujo que en torno a Peña Nieto, artificiosamente construyen una realidad virtual con pies de barro ajena a los intereses más caros de la nación.

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Mientras toda la clase política y medios de comunicación se ocupan del tema electoral, Javier Duarte de Ochoa se despacha a su antojo con la cuchara grande sin que nadie le amarre las manos. Y así seguirá hasta finalizar su mandato, ofendiendo y lastimando al pueblo que dice gobernar.

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Avieso plan para ahogar financieramente a la Universidad Veracruzana denuncia el destacado economista Hilario Barcelata Chávez, responsabilizando al gobierno fallido a cargo de Duarte de Ochoa. Alerta roja que debería ser tomada en cuenta por alumnos y ex alumnos de nuestra principal casa de educación superior. Mañana podría ser demasiado tarde.

Xalapa, Ver., enero 27 de 2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

No está de más insistir en que el rescate de Veracruz debe contemplarse con una visión integral y de futuro, participativa e incluyente. El desempeño de la administración pública, hoy desastrosa y sin rumbo, es importante en la coyuntura, pero no lo es todo por más que se considere su brutal endeudamiento como limitante para la buena marcha del estado.

La crisis de Veracruz, dentro de otra crisis que ya es global, es estructural y tiene carácter histórico. Es la crisis de obsolescencia de una sociedad cuya economía ya no da para más bajo las actuales condiciones de un sistema de producción y acumulación de capital caduco.

Desigualdad, pobreza y exclusión en el medio rural, así como una creciente precarización en el medio urbano, son la constante regional y sectorialmente a lo largo y ancho del territorio veracruzano. El aparato productivo estatal demanda con urgencia un proceso profundo de actualización tecnológica, innovación, reordenación y anclaje a una realidad nacional e internacional que reiteradamente nos hemos propuesto ignorar. No podemos seguir engañándonos con la falsa premisa de un Veracruz cuya prosperidad descansa en la fortaleza de un potencial pródigo en recursos naturales y el denodado esfuerzo de sus habitantes, cuando la realidad exhibe atraso y retroceso.

Tampoco podemos seguirle la corriente a quienes vaticinan bienestar y progreso a partir de las llamadas reformas estructurales del gobierno de Peña Nieto, cuando la realidad indica que estas más que incidir positivamente en la economía estatal, profundizan su crisis, generando desempleo, capacidad instalada ociosa, descapitalización del aparato productivo y pérdida de expectativas y confianza en el futuro.

Estamos ya en pleno proceso electoral y la ciudadanía no conoce un diagnóstico serio, regional y sectorial, en el que pudiera sustentarse la propuesta de gobierno de todos y cada uno de quienes aspiran a la gubernatura de dos años. Anclados estos en lugares comunes y el ya desgastado discurso amenaza de encarcelar a los prevaricadores, pasan por alto que la problemática toral de la entidad es de carácter estructural y no de coyuntura por más que esta esté marcada por 11 años o más de un pésimo desempeño de gobiernos estatales corruptos e ineficientes.

Hablar de rescate sin atender el fenómeno económico, es insistir en el más de lo mismo, sin atacar origen y consecuencias de estancamiento, retroceso y deterioro del aparato productivo y tejido social, que van de la mano anidados en una estructura productiva que ha dejado de responder a las necesidades vitales de la población.

Bastaría observar, a manera de ejemplo, a una industria azucarera sustentada en fábricas chatarra con zonas de abastecimiento de materia prima, asentadas en suelos empobrecidos por un monocultivo sostenido por más de dos siglos de las que dependen productores permanentemente subsidiados. O el amplio litoral veracruzano sin presencia de una industria pesquera moderna, generadora de efectos económicos multiplicadores, respaldada por una industria naval acorde a nuestro potencial marítimo. La lista de ejemplos es larga de enumerar, pero que conforman, determinan y explican el por qué lejos de avanzar retrocedemos.

Curándose en salud la dirigencia estatal del PRI afirma que en dos años no es posible hacerlo todo. Sabia reflexión de quien descubriendo el agua tibia, no tiene ni la más mínima idea de lo que Veracruz requiere para salir de su marasmo. Antes que descubrir el hilo negro, tiene que aclararse que se entiende por el todo y cuál de las partes de ese todo, debería privilegiarse en el orden de prioridades del minigobierno.

Hasta donde es posible escudriñar entre tantos pedestres dimes y diretes, nuestra aldeana clase política no tiene la respuesta. La expectativa para los electores no puede ser otra que más de lo mismo, independientemente del color de la camiseta de quienes aspiran a suceder al corrupto gobernador fallido y a ocupar un lugar en la renovación de la cohorte de prevaricadores y simuladores en el Congreso estatal, cuando no habiendo voluntad de cambio la motivación dominante es el saqueo.

Hojas que se lleva el viento

Exhumando el cadáver con propósitos eminentemente electorales, a mi juicio es la interpretación correcta que debería considerarse ante la conmemoración anual de la revolución agraria en México por una organización que, como la Confederación Nacional Campesina (CNC) y las Ligas estatales de comunidades agrarias y sindicatos campesinos afines, interrumpieran y traicionaran el proceso de reforma agraria integral que impulsara la Revolución Mexicana. Simulación y oportunismo que en el marco de un PRI venido a menos, requiere en épocas electorales de lo que queda del clientelismo rural. Más ahora, en el que el neoliberalismo paulatina y contundentemente desmantela y privatiza la propiedad social de la tierra y sus frutos. En respuesta a esta fingida exaltación a los mejores principios y valores de la lucha agraria, el campesinado mexicano va tomando conciencia de que llegó la hora de abandonar el tren.

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Con más de cuatro millones de pesos mensuales que presuntamente son pagados a medios periodísticos por el Ayuntamiento de Xalapa, el alcalde, Américo Zúñiga Martínez no logra remontar la imagen negativa que de su desempeño perciben amplios sectores de la población en la capital veracruzana. El impacto de la promoción personal en medios, prácticamente viene siendo nulo ante los problemas no resueltos por el ex secretario de Trabajo del gobierno estatal.

Cómplice por omisión del clima de inseguridad que se vive en Xalapa, el joven alcalde evade su responsabilidad, dejando en manos de la autoridad estatal la protección de una ciudadanía que se percibe a sí misma como en estado de indefensión ante la violencia criminal que se ha venido apoderando de la capital veracruzana.

Así como también es responsable por omiso ante el problema creciente de la vialidad, deterioro de la infraestructura urbana, invasión de espacios públicos por el comercio informal y ni qué decir del constante crecimiento anárquico de la mancha urbana que genera rezago y pésima calidad de los servicios públicos.

Siendo evidente que rebasado por una realidad inocultable, la imagen pública el Ayuntamiento xalapeño no se corresponde con la imagen mediática de eficiencia, eficacia y atención a la ciudadanía, que día con día un buen número de medios informativos abonan a favor de Américo Zúñiga. Luego el dispendio de recursos públicos destinados al rubro de comunicación social resulta gravoso para un Ayuntamiento con disponibilidades financieras escasas y, con mayor razón en un 2016 que amenaza con sequía en las finanzas públicas de los tres órdenes de gobierno.

Calladito, el alcalde sería menos gravoso para los contribuyentes, a más de no forzar la obligada comparación entre imagen mediática y desempeño real, que poco abona en favor de quien aspira a una senaduría.

El dispendio de recursos públicos en proyección de imagen personal, cuando el cuerpo de bomberos de nuestra ciudad capital sobrevive en la indigencia, debería decirnos algo.

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Ya inmersos en un atípico proceso electoral que desembocará con la elección del gobernador de dos años, resulta por demás incongruente y patético el que el Consejo General del Organismo Público Local Electoral (OPLE) Veracruz, encargado de la organización, seguimiento y control del ejercicio comicial, esté envuelto en dimes y diretes, jaloneos, fuego amigo y arbitraria interpretación del marco legal, incrementando, desconfianza y carencia de credibilidad en la legalidad de las próximas elecciones que ya han hecho verano en el imaginario colectivo. Se explica tal situación en un régimen político que vive una crisis terminal, pero no se justifica de ninguna manera si se pretende llevar la fiesta en paz.

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Siempre en el marco de la elección que tendrá lugar en junio del presenta año, también resulta por demás patético el observar la enorme distancia que existe entre un presidente nacional del PRI que afirma que su partido trabaja para generar mejores gobernantes, y su contraparte en el CDE tricolor en Veracruz, que se afana en destruir con actitudes porriles la ya de si desgastada imagen de lo que los veracruzanos perciben de un gobierno emanado del tricolor.

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La interrogante de moda: ¿El PRI de Héctor Yunes Landa es el mismo que el que en la entidad encabeza Javier Duarte de Ochoa? Las respuestas se dividen y polarizan. Y por cierto, el soñador veracruzano que aspira a gobernarnos, afirma que gracias a las reformas legislativas de última generación que el Congreso de la Unión le aprobara al Sr. Peña, “la cuesta de enero” será leve para los veracruzanos. Baja el precio de las gasolinas, sube el precio del gas doméstico y de los productos de la canasta básica alimentaria y no alimentaria. ¿Dónde está el gane para los ciudadanos de a pie?

Cd. Caucel, Yuc. Enero 6 de 2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Para Veracruz referible un matrimonio desavenido que un mal “acostón”, y bajo esta pedestre premisa, Javier Duarte de Ochoa finca la unidad priista rumbo a la candidatura al mini gobierno de dos años, encontrando lo mismo aceptación que sumisión entre sus correligionarios. Nadie entre las filas priístas le objeta, nadie, incluidos los senadores Yunes Landa y Yunes Zorrilla le enmienda la plana a quien con vulgar lenguaje, se asume como el legítimo consorte de los veracruzanos. Así se teje la democracia en la entidad.

Héctor y Pepe, sus seguidores y sus porras a modo, no aplaudieron pero guardaron silencio, muy al contrario de la voz unánime en los tendidos, condenando la “bellaquería” de quien ostentándose como el primer priista de Veracruz, enloda aún más tanto a su partido como al cochinero electoral en curso. El que calla otorga, la pírrica unidad priista en la entidad pasa por Javier Duarte.

En este marco de referencia, el tricolor cede la iniciativa a una mal conformada oposición que no perderá la ocasión para darse por victimizada ante el votante potencial, como victimizada se da la mayoría de los veracruzanos opuestos al matrimonio por arreglo.

Y si de matrimonio se habla, antes que un contrato social y político devenido en violencia intrafamiliar, esas mayorías hoy ofendidas, preferirán el estatus de unión libre, como el libre que es el albedrío para escoger mejor partido. Por la libre, ni matrimonio forzado ni en mal momento el “acostón” ausente de futuro. Ni sufragio para unos ni sufragio para otros. Antes que coyunda, el voto en blanco de castigo para todos; la descomposición del proceso electoral en curso lo amerita, poniéndose nuevamente sobre la mesa la negativa opción del voto nulo.

Opción más que comprobada que no conduce a nada, salvo ponerle al tricolor el triunfo en charola de plata. Voto nulo, voto en blanco, voto a favor de candidato independiente, o voto por Juan de los Palotes como candidato sin registro, para el caso es lo mismo contribuyendo a la dispersión y atomización del sufragio, cediéndole terreno al voto duro tricolor, comprado o por convicción que valida y refrendará el triunfo pírrico comicial de la primera minoría.

Alianza PAN-PRD

Como contrapartida se asume que la alternancia opositora del PAN-PRD, abre el camino a la democracia negada, contribuirá a sacar a la entidad del atascadero encauzándole por un nuevo rumbo, camino del anhelado progreso. Canto de sirenas, a falta de ciudadanía y cultura política, para el pueblo empobrecido oferta de un nuevo orden libre de corrupción, impunidad, simulación y con seguridad pública plena en el cotarro. Falsa ilusión, el nuevo orden empieza en casa y está más que comprobado que los partidos aliancistas, solos o coaligados, se niegan en los hechos a la vida democrática en su propio corral.

Triste realidad, pero electoralmente es la nuestra en Veracruz.

Ganar por ganar

“Es la economía, estúpido”, dirían al presidente Clinton lo mismo sus críticos que sus más cercanos favorecedores. La alternancia opositora está en la misma tesitura. Si de pragmatismo coyuntural en la política política aldeana se trata, nada más alejado de una opción de cambio, democracia y progreso, que esconder la cabeza en la arena, negándose en el afán electorero a un entorno externo e interno más amplio, determinado por la economía de un todo que arrastra a cada una de sus partes. El mundo globalizado dicta las reglas del juego, economía de mercado bajo las reglas del neoliberalismo, o nada. El problema es ideológico en lo global, la aldea no escapa a tal encanto, uncida la entidad al modelo de país que impulsa el peñismo en concordancia con los centros del poder mundial, vamos en el mismo costal.

Si la opción ideológica neoliberal es todo o nada, la opción para una oposición real no puede ser otra que buscarle por el lado de una izquierda auténtica que, en frente único con movimientos populares contestatarios, electoralmente oferte alternativas diferentes.

Utopía, dicen los aliancistas del PRD. La izquierda en solitario borda en el vacío renunciando de facto al propósito de echar fuera del gobierno al PRI. Pasando por alto que con todas sus implicaciones en la coyuntura, ganar por ganar sin aspirar a un cambio real en una economía lastrada, estancada y en acelerado derrumbe, no tiene sentido. Combatir la corrupción gubernamental y la inseguridad no es todo ni garantiza fortalecimiento democrático, si la bondad de la alternancia propuesta no se refleja cotidianamente en el bolsillo de los veracruzanos.

Resistir también es opción

Luego buscar con dignidad, de pie y con la frente en alto, una alianza con el pueblo ignorado, engañado y empobrecido en oposición al modelo económico y social neoliberal que el régimen político en México respalda, también es opción. Si no se gana hoy, se ganará mañana, que con utópicos sueños se construye futuro y se escribe la historia. Cuestión de enfoques.

Empero, no basta para una alianza de tal envergadura con buena voluntad, formación profesional y carta de honestidad de quien pudiere pasar la prueba del ácido para sacar adelante al buey de la barranca. Un frente amplio popular requiere de experiencia, oficio político y liderazgo legítimo, aceptación plena desde abajo, horizontal y verticalmente, de quien la encabece y no imposición cupular al estilo del viejo régimen. Luego queda la interrogante:

¿Se cuenta Veracruz con un liderazgo de izquierda capaz de movilizar a las mayorías, aglutinarles y transformar descontento y hartazgo en conciencia de la necesidad de tal frente amplio popular? Honestamente lo dudo, pero no hay peor lucha que la que no se hace. Resistir también es opción.

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Quien esto escribe y pulsocritico.com desean a sus lectores y amigos, felices fiestas decembrinas, así como a lo largo del nuevo año, salud, bienestar y un cúmulo de logros personales y familiares. Que no decaiga la esperanza.

Cd. Caucel, Yucatán, diciembre 21 de 2015.
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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

 «La democracia sufre un vacío de comunicación que ha sofocado el debate y, en los hechos, negado la importancia crucial que la deliberación pública tiene para la forja de un buen gobierno». Rolando Cordera campos

Desde hace algunas semanas, el ex diputado federal Uriel Flores Aguayo ha venido señalando la necesidad de un debate constructivo que enriquezca la vida política de Veracruz, privilegiando respeto, diálogo y confrontación de ideas y propuestas. Encomiable llamado, cuando lo que se percibe es precisamente ausencia de diálogo y debate responsable ya no sólo entre la clase política, también en el ámbito académico, en torno a los problemas torales de la entidad.

El análisis serio, de profundidad, incitando al diagnóstico del actual estado de cosas y a la formulación de propuestas viables, para el corto y mediano plazo es aislado y se pierde en el vacío. Es más importante el intercambio de dimes y diretes en torno a la definición de las candidaturas al mini gobierno de dos años, que entender y atender lo que debería ser prioritario para un Veracruz que vive una crisis dentro de otra, más amplia, como podría ser la que acusa el país en su conjunto ahora acicateada lo mismo por un acuerdo comercial asimétrico y negativo para México en la Cuenca del Pacífico, que la pretensión de llevar adelante reformas neoliberales, presuntamente estructurales, al precio que sea, incluido el uso de la fuerza.

Nada que no sea el contexto aldeano de la coyuntura electoral -descarrilada por cierto por los afanes continuistas del clan Herrera-Duarte-, preocupa y ocupa a nuestra llamada clase política y a la prensa afín a los primeros círculos del poder formal. Y es en este escenario que Flores Aguayo pierde también la brújula, al ubicar su llamado al debate en los mismos términos, circunscribiéndolo al tema o temas electorales en boga, a los dimes y diretes e incluso a confrontaciones personales, como una manera de adecentar y oxigenar el clima político electoral, sin parar mientes que con ello está contribuyendo al proyecto de regeneracionismo lampedusiano de un régimen político caduco y obsoleto.

Más de lo mismo

Cierto, entre la llamada clase política, el tema electoral es prioridad. Más no por eso debería evadirse el debate de altura sobre una temática que, guste o no, es determinante lo mismo para quienes resulten candidatos a la gubernatura y, con mayor razón, para el futuro cercano de los veracruzanos. Sea quien fuere quien resulte electo gobernador, más temprano que tarde habrá de enfrentar el escenario adverso consecuencia tanto del deterioro económico del país y de la entidad, como aquel de orden social fruto del descontento y el hartazgo que ya se asoma por sobre la superficie de encrestadas aguas.

Esto, además de una administración pública quebrada en lo administrativo y financiero, carente de credibilidad y confianza, que se revuelca en el cochinero de la corrupción impune. Quiebra financiera, moral y política cuya solución no está en manos del más pintado y con mayor razón, el intentarlo siquiera en un periodo acotado de gobierno insuficiente incluso para desenmarañar la madeja y encontrarle el hilo al mecate.

Consecuencia de tal obcecación no puede ser otra que la imprevisión y la improvisación, debiendo pagar nuevamente los platos rotos la mayoría de los veracruzanos cuyo acceso a la toma de decisiones que le competen, le está vedada. Un proceso de cambio para seguir igual, en tanto que la sucesión de antemano está amarrada al proyecto transexenal de peña Nieto.

“Es imposible debatir sin información, no hay tema y se habla al vacío…”, nos dice Flores Aguayo. Y podría tener razón. Antes de debatir hay que informarse, filtrar la información disponible separando la paja de lo sustantivo, y a eso debería contribuir la prensa, empero, a su vez esta se encuentra atada de manos ante la falta de rendición de cuentas y transparencia en el quehacer gubernamental.

Si se habla del PRI y sus enredos sucesorios, me dice un buen amigo, analista y comentarista político, es porque no hay más tela de donde cortar. Pasando por alto que más allá de dimes y diretes electoreros, la crisis multidimensional de Veracruz periodísticamente da para eso y más si hubiera compromiso con la necesidad de un cambio real.

Lo paradójico, es que Flores Aguayo privilegia la necesidad del debate, pero al mismo tiempo acepta la inviabilidad de lo que propone por falta de información fidedigna en que sustentarlo. A lo que yo agregaría, por exceso de desinformación y ausencia de interés a todos los niveles, por trascender los límites de nuestra aldeana visión de lo que debemos entender por política y lo que este corto entendimiento significa en la vida de 8 millones de veracruzanos. Pero si existiera voluntad para debatir en torno lo prioritario, la información disponible reiteradamente propalada por investigadores serios de la Universidad Veracruzana, sería más que suficiente para su inicio.

No hay tal voluntad política. Basta y sobra con lugares comunes como la frase hecha: “Veracruz, un estado que nos llama, nos convoca y exige trabajar en unidad”, para salir del paso en una coyuntura estrictamente de corte e intencionalidad electoral.

“Primero el programa” ¿Y el diagnóstico puntual qué?

Primero el programa, después el candidato, es la señal que baja de la cúpula priísta, dijera el presidente del CDE del PRI en Veracruz en un encuentro con periodistas. Si la lógica no miente, la frase es acertada, primero lo primero. ¿Más de qué programa se habla en la cúpula tricolor si no se antepone diagnóstico y debate para concertar, conciliar y establecer consenso? Y esto cabe para todos los partidos en contienda. Luego parcialmente Flores Aguayo en su cortoplacismo, tiene razón. Información y debate antes que programa y candidato en una racional jerarquización de prioridades que contribuya a enderezar el rumbo.

Hojas que se lleva el viento

El régimen político en torno al cual giran las vidas y haciendas de los mexicanos, en su obsolescencia no logra superar la etapa patriarcal antidemocrática, de exclusión y clientelar. Aún se sigue requiriendo del “dedazo” cupular para que se mueva la rueca. Se observa en todo el espectro partidista y permea al resto de la sociedad. La situación político electoral que se vive en Veracruz lo refleja, cuando lejos de que la selección de candidatos sea fruto de un proceso democrático, ésta esté condicionada a lo que desde la cúpula de la pirámide se considere como lo más conveniente. Resultado de ello, es una democracia representativa simulada y contraria a la búsqueda del bien común. Régimen patriarcal que no se atreve a dar el paso adelante legislando en torno a una auténtica y legítima reforma de Estado. El peso histórico de los intereses creados, personales y de grupo, es superior a una necesidad objetiva que requiere de urgente atención. La sociedad y un país que viven anclados en el pasado, sin eufemismos lo demandan.

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Cuando se requiere del uso de la fuerza pública y no de la fuerza de la razón para llevar adelante las presuntas reformas estructurales que le aprobara un congreso sumiso y omiso al presidente Peña, es que algo anda mal y no se hace nada para corregir el entuerto. La violencia de Estado es incapacidad para convencer, lo que deriva en impotencia sectaria del aparato gubernamental para gobernar con la razón. Con amenazas y palos, mis estimados, no se construye ni modernidad ni buen gobierno salvo en las mentes retrógradas de los aprendices de brujo.

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La mayoría de los acarreados al evento en que rindiera el senador veracruzano Pepe Yunes su informe legislativo, son los mismos de siempre, profesionales por definición y obvia necesidad. ¿Cuándo se acabará con esta indignante práctica onerosa de exhibición de un falso respaldo político? Ni construye ciudadanía ni fortalece nuestra incipiente y balbuceante democracia.

Xalapa, Ver., 01 de Diciembre de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Vaya lío. Como de película y sin saber si reír o llorar ante un V informe de gobierno que lo mismo empina a los titulares del gabinete legal del gobierno de Veracruz, que al priísmo estatal y prensa orgánica de acompañamiento. ¿Cómo defender lo indefendible? No hay respuesta y a 48 horas escasas, toco al aún secretario de finanzas comparecer en el congreso local para confirmarlo.

No hay nada que de soporte a la exaltada pieza oratoria del domingo. No hay argumento con el que avalar el retrato hablado de una realidad que sólo existe en la mente del controvertido orador. Nada con que salir en su defensa. Nada con que convencer en los tendidos, a lo largo y ancho de Veracruz y allende sus fronteras, de que la percepción colectiva y el amargo sabor de boca que dejara en el imaginario social el mensaje político dominguero, se sustenta en el trabajo de zapa y la mala leche de los detractores de siempre y no, como debiera esperarse, en la bondad, certeza y números duros expresados por el hombre mejor informado de la entidad.

Misión imposible, ante la sublime obsesión de un servidor público que creyendo a pié juntillas en sus propias fantasías, a lo largo de una hora, ante sus escuchas, lo mismo el representante personal del Sr. Peña que invitados especiales, acarreados a modo y audiencia radial y televisiva, evidenciara desprecio a la verdad, ceguera frente a la realidad de su entorno próximo y lejano y una soberbia enfermiza que refleja un total desapego para con los veracruzanos que dice gobernar.

Sublime obsesión que para infortunio del Sr. Duarte de Ochoa, es compartida únicamente, quizá, por el amanuense por contrato que plasmara en blanco y negro sus infortunadas fantasías.

Nunca en Veracruz. Ni siquiera en tiempos de su “Alteza Serenísima”, la torcida retórica exhibiera al desnudo la pobreza moral y política de quien ejerce el poder formal por consigna, a tras mano y con distancia de por medio. Decepción incluso para el pequeño grupo de mafiosos fidelistas que aspirando a la minigubernatura de la entidad, ven frustradas sus aspiraciones anidadas en un proyecto transexenal que desbarrancara en escasos 60 minutos.

Sí. De película cuyo guión trágico cómico, de no ser por el hecho de que afecta, lastima y ofende a una gran mayoría de la población veracruzana, se hace merecedor a los más altos galardones del mundo de la farándula. Sólo en descargo del autor, cabe decir que la culpa no es del indio. Sus ínclitos compadres llevados por la ingente necesidad de quien trueca dignidad por una torta, en las urnas le dispensaran el alto honor de hacer, deshacer y fantasear a su antojo. A esta pobre gente, urgida de pan es a la que habría de reclamarle del desastre que hoy se vive en la entidad.

Sin faltar aquellos que cotidianamente tienden la ignominiosa alfombra roja de la lisonja desmedida y el ocultar en defensa de sus intereses económicos o políticos, los desvaríos de quien no ha sabido gobernar. También estos son merecedores del reclamo. No está en ellos el hoy desgarrarse las vestiduras y llorar lo que en su momento no supieron denunciar y defender, parafraseando a la madre del último Abencerraje del Califato de Granada.

Así que a lo hecho pecho y a otra cosa mariposa. Aprender de lo andado y no insistir en tropezar con la misma piedra, confiando en quienes no merecen nuestra credibilidad y confianza.

La sucesión

Con el V informe sobre el comportamiento de una realidad que no existe, se cierra toda esperanza en el corto plazo de corrección de rumbo, castigo a los prevaricadores y retorno del gobernante a la realidad que olímpicamente ignora. Si en el pasado el gobernador pasaba a ser políticamente un cero a la izquierda en cuanto se destapaba al candidato de su partido a sucederle, en esta histórica ocasión Duarte se anticipa, sentando el precedente de ser el primero en adelantarse a los designios y propósitos del CEN del PRI, mostrando la ausencia de unidad y capital político que considerar en su calidad de primer príista de Veracruz y dejando al garete el proceso sucesorio.

Escenario inédito que resta capacidad de maniobra de un PRI que en el estado ha venido a menos a lo largo de las últimas décadas, y que si ofrece como nunca, oportunidad a las fuerzas opositoras para legítimamente vencerle en buena lid. Oportunidad condicionada ya no sólo a la inteligencia y oficio político de la oposición electoral, también y de manera relevante, en el como se vinculen a la llamada sociedad civil, ofertando con responsabilidad liderazgo y un programa mínimo para una acción transformadora, en torno a lo cual se canalice descontento, hartazgo y limitadas expectativas de una mejoría por la vía de una sana alternancia en la conducción política, económica y social de la entidad. Sin esto último, no hay camino viable para sentar las bases del rescate en los escasos 15 meses de un mini gobierno de dos años.

Una alternancia que auspicie la oxigenación de la política y contribuya a la democratización del quehacer gubernamental, más que opción de venganza en el ejercicio del poder. De no ser así, la alternancia por sí y para sí no sería garantía de nada, y, para nuestro infortunio, esto último es lo que se vislumbra en los intentos de coalición electoral del PAN y el PRD, que tras un aparente realismo pragmático, se oculta oportunismo e interés cupular para cambiar de manos el manido proceso de prevaricación y corrupción impune que, de dientes para afuera, se pretende combatir. Restándole a esta postura política el mínimo de legitimidad democrática y abriéndole de nueva cuenta la puerta al execrable continuismo fidelista.

Luego procede no perder de vista que en el juego electoral, la pelota está en los terrenos de la llamada sociedad civil y no en partidos políticos que ya no más responden al interés de las mayorías y ni por asomo, por sí solos cada uno de estos, en la contienda en marcha cuentan con el suficiente caudal de votos duros para alzarse con la minigubernatura. Por lo consiguiente, si de alianzas o coaliciones se trata para echar al PRI del gobierno y acceder a una legítima alternancia, es a la llamada sociedad civil, a sus organizaciones y a sus liderazgos, el establecer términos y condiciones para que estas fructifiquen por el bien de Veracruz. La sociedad civil tiene la palabra. En esta cabe el decidir si está por el cambio o por más de lo mismo. Tiempo al tiempo.

Xalapa, Ver., 18 de noviembre de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En memoria de los próceres socialistas del agrarismo veracruzano.

Suele decirse que los toros se ven mejor de lejos. Para quien esto escribe cobra plena vigencia el decir popular cuando, desde la apacible y dinámica capital yucateca, a distancia se observa de conjunto el desgarriate que se vive en Veracruz. Si ya de sí es grave el estancamiento de una economía en la que de manera negativa inciden finanzas públicas quebradas, más grave aún resulta el que la política política lejos de contribuir a su rescate, sea un factor más en la agudización de su deterioro.

Se insiste en ver el árbol y se pierde de vista el bosque, generándose un círculo perverso en el que por sobre el interés más general de Veracruz y sus habitantes, predomina el interés coyuntural, personal o de grupo, en la búsqueda del poder por el poder, sin parar mientes que con ello lo que se está perdiendo es precisamente el poder que deviene del ejercicio de la política, cediéndole terreno a una crisis generalizada que lastima y deteriora aún más al tejido social en la entidad.

Resultando una verdadera paradoja el que en los círculos del poder político se hable de crisis, sin aceptar que se está parado sobre ella y no precisamente como un fenómeno sistémico globalizado. Como es el caso del gobernador veracruzano que sin el menor pudor nos dice que “Veracruz, está preparado ante el panorama económico mundial previsto para 2016”. Afirmación que no se puede entender como uno más de los desbarres en que incurre un mandatario tan ignorante como simulador, sin caer en la misma actitud de ligereza y estupidez de quien lo expresa.

Javier Duarte, y así a mi juicio deberíamos entenderlo, con su cortedad de miras en el discurso refleja el desconocimiento casi generalizado de lo que se debe entender en el marco de la crisis sistémica globalizada, como panorama económico mundial adverso. Tal desconocimiento a su vez implica el no reconocer que la crisis sistémica multidimensional tiempo ha que llegó para quedarse, lo mismo en México que en la entidad veracruzana y, por lo consiguiente, el no estar preparados para mayores descalabros económicos y con estos, un mayor deterioro del tejido social. Insisto, por lo que se observa y se vive día con día en la entidad veracruzana, tanto la crisis económica como sus nocivos efectos de desigualdad, pobreza y violencia, se ignora por aquellos que desde el poder público deberían prender la alerta roja y tomar medidas para paliarla.

La economía veracruzana está inmersa en una espiral crítica negativa, y no necesariamente como consecuencia de 10 años de un pésimo gobierno. Existen elementos históricos que muestran fehacientemente que el atraso, estancamiento y retroceso vienen de muy atrás, configurándose como factores estructurales y no como un fenómeno de coyuntura derivado de cuatro lustros de corrupción y saqueo en las esferas de la administración pública. Ejemplo de ello, entre otros elementos a considerar, es la quiebra de la industria azucarera, la pérdida de valor de la ganadería extensiva, y la venida a menos de la actividad pesquera predominantemente artesanal.

Esto sin considerar el estancamiento de las manufacturas, la construcción, y pérdida de dinamismo y valor cuantitativo y cualitativo de la extracción petrolera. (Leer a Hilario Barcelata Chávez).

Javier Duarte, desde su campaña como candidato a la gubernatura, lo ignoró, e impuso una visión triunfalista sin sustento, que ha mantenido a lo largo de su gestión. Bajo esta prospera premisa, la clase política en su conjunto se desentendió de la economía y perdió de vista lo importante priorizando lo superfluo. Hoy de dientes para afuera, habla de crisis, sin entenderla ni reconocerla, circunscribiéndola al ámbito de las finanzas publicas, en el marco de la política política y en el escenario de la sucesión en el gobierno de Veracruz.

El gobernador Duarte de Ochoa y quienes aspiran a sucederle, en su discurso así lo reflejan, independientemente del estado de insanía que, resultante de impotencia y ausencia de capacidad de maniobra para administrar el conflicto político de la sucesión, viene aquejando al fallido gobernante.

Así las cosas, desde lejos es posible percibir de conjunto que en Veracruz dentro del mismo costal conviven la crisis económica, la crisis política y la crisis mental de quien gobierna, haciéndose una, cada vez más profunda que atañe a todos los veracruzanos.
Lo verdaderamente grave, es que del interior del costal se pretende salga el sucesor de Javier Duarte, con lo que se cerraría el círculo perverso que irremediablemente conduce al más de lo mismo… Hasta que el cuerpo social aguante.

Hojas que se lleva el viento

El consenso cada vez más amplio y justificado en torno al tema de los normalistas de Ayotzinapa, es apenas la punta del iceberg de un movimiento generalizado de resistencia que se opone lo mismo al modelo neoliberal de país que a un régimen político caduco que se sostiene con autoritarismo, represión y violencia. La respuesta nacional a la infortunada frase del Sr. Peña, afirmándoles a los familiares de los 43 normalistas desaparecidos que “está del mismo lado”, es apenas un pálido reflejo de lo que está anidando en el imaginario colectivo.

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27 de septiembre de 2015, fecha que se inscribe en la memoria histórica como el día que formalmente, entre acarreo multitudinario, bufonadas y chistoretes, se dio sepultura a la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos de Veracruz y, con ello, compartiendo la misma tumba, al ideario, programa y banderas socialistas del agrarismo mexicano.

Cd. Caucel, Yuc., a 30 de septiembre de 2015.

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