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Category Archives: Elección 2012

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

«Sólo cuando baja la marea descubrimos quién estaba nadando desnudo». Warren Buffett

Peña Nieto, primer año

Peña Nieto, primer año

Quién en la calidez del barrio en su niñez no jugó “cascaritas” en la calle, difícilmente puede saber lo que es compañerismo identitario de equipo. Y dado que lo no aprendido no se olvida, resulta muy cuesta arriba aceptar que quienes integran el  gabinete presidencial, conozcan del paño tanto en su desempeño  como en su relación con el pueblo llano. El individualismo neoliberal resultante de su origen familiar, educación elitista y formación académico profesional en instituciones privadas, les gana.

Aquí, en la misma tesitura, cabe, entra y se acomoda el Sr. Enrique Peña Nieto, que en su afán de modernizar al país opone, privilegia e impone criterios tecnocráticos, posiblemente de incuestionable valía para su concepción neoliberal del mundo y de la a la vida, pero ajenos a la percepción de una realidad que en carne propia viven las mayorías del pueblo que gobierna.

Nación es equipo, reiteraba Nelson Mandela a sus cercanos colaboradores en sus propósitos y objetivos de unificar al pueblo de Sud África, para dejar atrás la indignante experiencia histórica del apartheid

Lo que se vive en México a 365 días de la toma de posesión del Sr. Peña como presidente, es todo lo contrario a los propósitos del Dr. Mandela. Lejos de buscar la unidad de su pueblo, el Sr. Peña divide y polariza confrontando a los mexicanos en torno a las llamadas “reformas estructurales” que, por cierto,  no inciden en modificación alguna a los problemas estructurales históricos que mantienen al país en el subdesarrollo.

La búsqueda de incrementos de productividad, competitividad y excelencia a cualquier costo, tiene un precio demasiado alto en un país que ha cifrado sus esperanzas en la inmovilidad y la inercia nacida del paternalismo de Estado. El que el pueblo por decreto dé un paso adelante, rompe con la idea de equipo entre gobernante y gobernados.

Las consecuencias están a la vista.

Siempre atendiendo a la relatividad de las mediciones estadísticas, no es circunstancial que por primera vez en varias décadas, un presidente de la república en su primer año de gobierno cuente apenas con el 50 % de aceptación entre sus gobernados.

De acuerdo a la encuesta de Buendía & Laredo/ El Universal, cuyos resultados fueran ampliamente difundidos por la prensa nacional, entre otras razones de la baja calificación (4.9) que al Sr. Peña le otorga la opinión pública, el diario Vanguardia destaca lo siguiente:

1. Que venció el periodo de gracia para el Presidente (un año).

2. Los detractores se empiezan a manifestar con más fuerza.

3. El gobierno no ha dado a conocer los beneficios de las reformas planteadas con eficacia (la gente no ve cómo estas reformas impactarán positivamente en su vida diaria).

4. La imagen presidencial comienza a sufrir el desgaste natural de todo gobernante.

Lo cierto es que la “química” entre gobernante y gobernados no se da en la medida de lo deseable; lo que  en mi opinión en este fenómeno inédito, lo que en mayor medida cuenta y pesa, es el pecado de origen de un presidente de la República que surge de un proceso electoral cuestionado que contribuiría en gran medida a la polarización que hoy se evidencia.

Pesando más la desinformación, especulación y rumor que los esfuerzos presidenciales por encontrar eco y acompañamiento en sus afanes modernizadores (o privatizadores).

El pacto en la coyuntura queda cojo.

Coincidentemente con la difusión de la encuesta, el PRD abandona el llamado pacto por México rebasada la dirección nacional colaboracionista por sus bases, a la par que se mantiene y radicaliza la protesta magisterial. Esto en vísperas de la concentración en el zócalo de la ciudad de México, convocada por Andrés Manuel López Obrador para este domingo, fecha en la que el Sr. Peña cumple un año al frente del gobierno federal.

Si en efecto en política no hay coincidencias, podría considerarse entonces que lo que tenemos es un principio de unificación orgánica entre la izquierda social y la electoral en torno a un abierto rechazo a las iniciativas,  reformas y políticas públicas de manufactura elitista cocinadas en el seno del pacto e impulsadas desde “Los Pinos”. Lo que se confirma con el anuncio de la cúpula perredista de que se buscara la construcción de un frente amplio, acercándose a “Morena” y a movimientos sociales movilizados en contra de las reformas, específicamente, en contra de la reforma energética que ya se discute en el Congreso de la Unión.

Esto la inteligencia de que la actitud asumida por el PRD pudiera ser uno más de sus pragmáticos desplantes de simulación y chantaje, por lo que antes de irnos con la finta es necesario diferenciar lo que son las bases partidistas y las corruptas dirigencias de las tribus negro amarillas.

Por lo pronto y en tanto no suceda otra cosa,  el as que Peña Nieto se sacara de la manga para mantener el control sobre la partidocracia y las fuerzas políticas que esta representa, hace agua. El llamado pacto por México sin el colaboracionismo de la cúpula perredista queda cojo en un país que, de entrada, rechaza el bipartidismo como fórmula de negociación y consenso. A la par que, con el estira y afloja entre las cúpulas de los tres partidos políticos mayoritarios, se abren espacios para un proceso de dispersión y democratización  de la vida interna de los partidos al imponerse las bases opositoras por sobre sus dirigencias formales.

A lo que habría que agregar el desconcierto de la autoridad en su compromiso de Estado de brindar seguridad, en su sentido más amplio, a la población.

Mal momento para el Sr. Peña y para la Nación. Entre su obcecación por avanzar a contracorriente y a paso acelerado, y  la división y polarización de la sociedad, incidiendo en una economía estancada y en evidente declive no auguran nada bueno para el país en el futuro inmediato.

La realidad está desbordando toda capacidad de previsión y administración del conflicto, observándose por momentos que se pierde el control de daños.

¿Cómo reaccionará Peña Nieto ante esta coyuntura adversa? No habrá que esperar mucho tiempo para conocer la respuesta.

Hojas que se lleva el viento.

En el inter, en nuestra bucólica aldea, seguimos con la cantaleta de que Veracruz ya forma parte del primer mundo con una economía de las más sólidas del país ocupando un  lugar destacado en América latina. Ahora en un tan costo como inútil despliegue publicitario en prensa nacional.

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Y ya que “el trabajo infantil es tradición y cultura” en Veracruz, como expresara el secretario de Trabajo y productividad en su comparecencia ante la LXIII Legislatura del estado, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa ya debería ir pensando en un magno festival con sede en San Juan de Ulúa, que ponga en alto la contribución de la niñez trabajadora a la promoción turística de la entidad.

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Va un abrazo sincero y mi felicitación al estimado amigo, maestro y Premio Nacional de Periodismo, Froylán Flores Cancela, a quien el Congreso del estado en representación del pueblo de Veracruz, reconociéndole su destacado desempeño profesional a lo largo de más de cincuenta años, le hace justicia otorgándole la Medalla al mérito “Adolfo Ruíz Cortines 2013”

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Los curas en Veracruz también son mortales

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Tras el intercambio del epíteto  “pinche”, y en el contexto del deterioro ético y falta de credibilidad de la prensa en Veracruz, quienes han estado quedado mal ante la opinión pública son los propios reporteros y columnistas que viendo la paja en el ojo ajeno, olvidan que corresponde a los lectores calificar y respaldar en su caso a quienes en el ejercicio de su profesión demuestran contar con dignidad, respeto a su propia persona y compromiso con la comunidad a la que se deben.

Sin estos atributos el periodista se coloca en una incómoda situación de indefensión. No puede ni debe desgarrarse la vestidura cuando aceptando sin rubor “el chayo”, al mismo tiempo protesta porque le faltan al respeto o ponen en riesgo su integridad física. Antes que asumir protagonismos fuera de lugar exigiendo ante el poder público consideración y respeto, nuestros reporteros deberían entender que el enemigo está en casa. Sus empleadores les mandan a la guerra sin fusil, los someten a la autocensura, les asignan salarios de hambre, les niegan prestaciones de ley,  y los orillan a completar el chivo en los terrenos de la corrupción oficial.

El no entender esto último, pone a indefensos periodistas al resguardo de comisiones oficiales cuya función es repartir atole con el dedo. Y nada más.

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 En entrega anterior,  a quien esto escribe pesándole los años se le atravesó el alemán cuyo nombre no puede recordar, incurriendo en un doble error en la redacción del texto, mencionando como presidente municipal electo al estimado maestro Guillermo Zúñiga Martínez y no a su joven vástago, Américo. Pido disculpas a mis estimados lectores.- Xalapa, Ver. , noviembre 30 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Peña Nieto no es monedita de oro, como se pudo observar en los resultados de la elección presidencial del 2012. Sin embargo, habiendo iniciado su mandato con un afán renovador que por principio de cuentas apuntaba a un combate real a la corrupción,  se ganó el beneficio de la duda, sobre todo, en amplios sectores de clase media impactados por la defenestración y encarcelamiento de “la maestra”, Elba Esther Gordillo.

Hoy día las cosas son diferentes, el presidente Peña acusa un notable descenso en popularidad, el beneficio de la duda se ha perdido y sus reformas presuntamente estructurales, como el mismo afirma, encuentran resistencia y rechazo en amplios sectores de la población.

Entre errores propios del “aprendizaje” de inicio de sexenio, arrastre no previsto de inercias nocivas de usos y costumbres políticas, y un entorno internacional negativo, la falta de claridad de rumbo y destino propició un sub ejercicio presupuestal a lo largo de 9 meses del orden de 28 mil millones de pesos,  que impactó en la vida económica de las entidades federativas y, por ende, en el conjunto de la economía nacional, generándose un clima de estancamiento y desaceleración cercano a la recesión que ya impacta, a su vez, en la economía familiar.

Caldo de cultivo para el descontento y protesta ciudadana, que enmarca el rechazo a las reformas laboral, de comunicaciones, educativa y fiscal propuestas por el titular del ejecutivo federal.’ Así como el estira y afloja en el Congreso de la Unión por una reforma electoral que pretende modificar sin consenso,  reglas del juego  para la partidocracia.

Esto como prolegómeno a la “madre de todas las batallas”, la reforma energética, que en sus propósitos y alcances no del todo explicitados,  más que sumar divide lo mismo a las fuerzas político-electorales, que a las élites empresariales, academia y a una escéptica opinión pública poco informada pero perspicaz en sus percepciones.

Ante la proximidad del Primer Informe de Gobierno del Sr. Peña, las cosas no le pintan como este deseara y, en su frustración e impotencia, se obliga a sí mismo a imponer más que a convencer, mostrándose proclive a un autoritarismo que, de entrada, genera más rechazo y resistencia social a leyes y políticas públicas reformistas que se derivan de modificaciones constitucionales que viene aprobando un Congreso  pusilánime, sometido tanto al poder ejecutivo como a intereses coyunturales partidistas.

En este escenario de deterioro económico con pinceladas de inseguridad e ingobernabilidad en diversas regiones del país, el presidente Peña anuncia una más de sus reformas en cascada, la del sector agropecuario, sin tener claro que con la continuidad de la contrarreforma salinista en el campo, se mete en camisa de once varas.

Si bien México está ávido de incrementos substanciales en productividad y rentabilidad de la fábrica nacional para hacerle frente al mercado mundial en condiciones de los mínimos de competitividad que este exige, no se puede aplicar tabla rasa en aplicación de políticas públicas neoliberales en un sector en el que la desigualdad social, económica, tecnológica e incluso orográfica, climática y ecológica, es la constante.

El afirmar que se buscaría pasar de los subsidios a los incentivos productivos, buscando poner al día las normas y reglamentos del sector para incentivar las inversiones, combatir la pobreza, generar más empleos y elevar su productividad, como lo comentara el Sr. Peña con diputados de su partido, sin tener a mano un diagnóstico socio-histórico de la conformación estructural del campo mexicano, es a mi juicio un paso al vacío.

A lo largo de más de 70 años el  PRI-gobierno, en congruencia con su traición a los postulados de la Revolución Mexicana, con una Reforma Agraria más ambiciosa en el papel que en los hechos, lo intentó todo, valiéndose de diversas fórmulas, unas extralógicas y otras de manufactura nacional, contando con lo mejor del pensamiento agrario que, teórica y pragmáticamente estuviera a disposición del régimen. El PRI topó con pared al igual que en su momento, con la alternancia aconteciera con el PAN en el poder.

La contrarreforma salinista  continuada con Zedillo, lo único que logró fue profundizar las contradicciones propias del sector, agudizándose desigualdad, pobreza y abandono de la producción en el campo mexicano.

De que la estrategia asistencialista que substituyera al paternalismo populista, con fines más electoreros que de racionalidad productiva, ha sido un fracaso, no hay duda. La fórmula no funcionó, salvo para incrementar corrupción. Debe por tanto someterse a una revisión estricta para actuar en consecuencia. Se requiere una reforma sí, pero de fondo, que incida a profundidad en la estructura agraria y productiva del campo mexicano  pero, por favor, sin pensar en Monsanto, sus semillas transgénicas y su control de la producción y del mercado, como beneficiario directo.

Y este nuevo capítulo de una reforma agraria inacabada, traicionada y vuelta a traicionar por la revolución hecha gobierno, considero no puede ser otro que aquel que surja tanto de un diagnóstico preciso, regional, micro regional y por cuencas hidrológicas de la realidad del campo mexicano, pero sobre todo, de un nuevo pacto social incluyente en el medio rural, que con visión de largo aliento   y voluntad política, convenga en que no es ya posible que el campo mexicano continúe transfiriendo capital neto vía políticas de precios de alimentos y materias primas, al hoy magro desarrollo nacional.

Si profesores, sindicatos, pequeños, medianos y grandes empresarios, están brincando de la sartén al comal con lo que ya se aprobara en materia de reformas presuntamente estructurales, no quiero imaginarme lo que sucedería, no estando el horno para bollos, si a continuación de la reforma energética, diputados y senadores le entraran a una reforma agropecuaria como la que pretende el Sr. Peña. Este debe pensarlo dos veces antes de que se le incendie la pradera en su afán modernizador y transformador, que no es otro que darle oxígeno a un neoliberalismo trasnochado cuyo fracaso histórico transita a lo largo y ancho de los llamados países del primer mundo.

Hojas que se lleva el viento

El gobernador veracruzano les modificó la plana a sus críticos. Personalmente el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, ante la cúpula de la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), aclaró que las 600 empresas de nueva creación en el trienio en curso, no son MIPYMES, sino grandes empresas aportadoras de multimillonarias inversiones en dólares y generadoras de más de 200 mil nuevos empleos. Las MIPYMES ordinarias de nueva creación, para ser precisos mencionó, ascienden a 8,400.

Como en su momento Fidel Herrera respondiera a la crítica por sus presuntos logros en materia de construcción de un titipuchal de puentes, si no las han visto, búsquenlas, que 9,000 empresas de nueva creación no se pueden esconder bajo la alfombra.- Xalapa, Ver., noviembre 13 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A la luz de lo que hoy se vive en México y en la entidad veracruzana, 12 meses después de publicada  comparto con los lectores mi percepción de hace un año sobre una realidad nacional caracterizada por el hartazgo y desencanto ante una alternancia política fallida y que,  hoy día con la prisa de Enrique Peña Nieto por ganarle tiempo al tiempo se ve agudizada en sus contradicciones y conflictos, es otra más compleja, difícil y ríspida de la que gota a gota paso a paso, a golpes  y tropiezos la sociedad va tomando  conciencia.

“En tiempos de crisis los otros también son nosotros”

02/11/2012

En la tierra de los vivos, el más vivo propone disponiendo.  Reflexión personal.

Empantanada la vida política nacional en torno a lo que la partidocracia reinante mediáticamente estima conveniente para México, lo mismo en materia legislativa que en combate a la corrupción, a la pobreza, a la desigualdad y a la violencia criminal, Calderón Hinojosa tranquilamente se prepara para abandonar una presidencia obtenida por medios poco convencionales, por decir lo menos. Peña Nieto en la antesala, en espera de una tersa sucesión negociada en lo oscurito.

Por su parte, la enorme mayoría de los mexicanos, excluidos y empobrecidos, al margen de los diferendos políticos hace transcurrir su existencia rascándose cada quien con sus propias uñas. La otredad le es ajena y lo mismo se encomienda al más allá tratándole de encontrar sentido a la vida, que a la esperanza terrena de no perder el magro equipaje que le acompaña en busca de un mejor destino. Todos contra todos y contra todo, roto el diálogo, sin entenderse que lo que afecta a uno le afecta a todos y  a todo.

No aflojar el paso, el camino es de la unidad para alcanzar el vellocino de oro al otro lado del arco iris, mientras el país, a tumbos, amenaza con desquebrajarse dando la espalda a una crisis que, económica y financiera, ya arrastra consigo a lo que desde la antigüedad entendemos y aceptamos como democracia entre notables, perdiéndose principios y valores que hacen de la vida en común para unos y otros una carga llevadera.

Aunque se niegue, la crisis sentó sus reales tocando a la puerta del bolsillo. No hay crecimiento real; desempleo, pobreza y expectativas de progreso canceladas en lo individual y colectivo domina el imaginario popular. La política dejó de ser administrador de los conflictos, el suyo es más profundo; corrupción, simulación, descrédito e impunidad hacen de la representación popular una entelequia. La democracia representativa quedó en los textos de los clásicos para solaz de los filósofos.

En los albores de la ya denominada “Tercera Revolución Industrial”, el rumbo cierto para México en el escenario de la crisis sistémica que tiene de cabeza a la aldea global, está perdido. Los caminos se cierran, barruntos de autoritarismo y una nueva edición de la guerra de clases amenaza en el horizonte próximo.

Una mejor educación, incluyente y de excelencia es la salida, dicen unos, en tanto que otros cómodamente se acogen a la idea de un dios para salir del paso,  ignorando que en la tierra de los vivos, el más vivo propone disponiendo.

Un pueblo en la miseria no puede aspirar a una educación que gravita bajo los designios de una economía que se le niega, ni es escuchado por dioses omnipresentes y omnipotentes que dan a la minoría lo que a la mayoría le quitan.

Sin una economía boyante y una distribución equitativa que destine excedentes  a la cultura, a la educación, a las bellas artes, a la recreación y, a la política como medio y no fin en sí en la búsqueda del bien común, el aula no es solución, la resignación tampoco. Quiero pensar que está en el hogar, en la proximidad de la calle, en el ágora pública, en el diálogo fraterno, respetuoso, y el entender padres e hijos y los hijos de los hijos, que el nosotros solidario y no el yo individualista, como principio ético y moral de una sociedad de todos y para todos, es el bien de todos.

Revolución en las conciencias  y no falsos becerros de oro premiando el todos contra todos que hoy nos ofrecen el político, el sabio y el profeta, como modelo educativo que hace del hombre y del saber  pedestre y desechable mercancía.

“A cada quien según su necesidad, de cada cual según su capacidad”. Afirmara Marx, privilegiando la solidaridad entre diferentes en una utópica sociedad sin clases sustentada en la equidad. No es posible salir del atraso, la pobreza y desigualdad inducida en una sociedad que premia a los menos y excluye a los más de la riqueza producida. En esto último radica la semilla de la corrupción; su combate retórico es el fertilizante que le hace crecer  y multiplicarse día con día. Discurso e intereses creados, enriquecen el nauseabundo florecer de lo que dicen combatir. La Ley y el libro de texto van de la mano, políticos, jueces, legisladores y mentores, artífices son del hombre contra lo humano.

¿Hasta cuándo?

Hojas que se lleva el viento

 Por lo que la Dirección de Comunicación Social difunde y que la mayoría de los medios de comunicación reproducen como propaganda pagada con dinero público, la tónica del segundo informe de gobierno del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa estará enfocada no a convencer sino a pretender engañar. Ya no sólo con un falso triunfalismo fruto de incapacidad y carencia de visión de Estado. Ahora con el engaño y el insulto a la inteligencia de los gobernados. Como si tapar el sol con un dedo fuera varita mágica para ocultar la realidad, a la prensa se le encomienda el resto.

La prosperidad que se construye día con día gracias a la acción de una administración pública estatal y municipal eficaz, es el tema del momento; “buen fin” anticipado para los medios de comunicación que así lo tienen convenido. Una mano lava a la otra, sin lograr disimular sequía y carencia lo mismo de políticas públicas que de honestidad intelectual para, en tiempos de crisis, promover, auspiciar e impulsar crecimiento económico con justicia social a favor del bienestar de los veracruzanos todos. Xalapa, Ver., noviembre  1 de 2012.

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J. Enrique Olivera Arce

Nuestra clase política de manera reiterada, insiste en considerar a los veracruzanos como menores de edad… Lo grave es que social y  políticamente asumimos que lo somos. Reflexión personal

A jalones y estirones y sin faltar fuego amigo e intervención externa oficial y oficiosa, se concretó la alianza del PAN y el PRD para la contienda en Veracruz por la elección de diputados locales, así como de alcaldes ahora constitucionalmente de cuatro años. La alianza va (https://pulsocritico.wordpress.com/) en los términos pragmáticos previstos.

Sin mediar posicionamientos ideológicos, programáticos o doctrinarios, en el toma y daca se resolvió que al PAN le corresponderá el 60 por ciento de las candidaturas y al PRD el 40 restante. Reduciéndose así lo que parecía ser un problema irresoluble, a una conciliación aritmética de intereses particulares o de grupo.

“Haiga sido como haiga sido” el arreglo cupular entre ambos institutos políticos, lo concreto es que por ahora de manera inédita se crea un frente común opositor de probado peso electoral en contra del PRI en Veracruz. Lo que falta es lo que el sentido común recomienda: que se haga extensivo a la militancia de base de ambos partidos. Lo cual plantea un nuevo escenario de conflicto en torno a la selección de los precandidatos y / o candidatos en su momento, así como la aceptación de estos por consenso. Paso previo para influir en el electorado para que este respalde a la alianza en las urnas.

Resuelto esto último, vendrán precampañas y campañas en las que se determinará de que cuero salen más correas en la confrontación con el PRI-gobierno, pues no basta con el consenso partidario si no se cuenta con aceptación y participación activa de la llamada sociedad civil a la hora de la emisión del voto. Y en este trance es donde los veracruzanos todos tienen mucho que decir. O se acepta sin más que los partidos coaligados digan la última palabra  ó la ciudadanía participa pesando en la toma de decisiones a la hora de preseleccionar y seleccionar.

Luego falta aún un largo trecho por recorrer para que la alianza “Gran Alianza por Ti” (PAN-PRD) prospere como opositor competitivo en la elección de julio próximo y cobre sentido la frase del senador  Fernando Yunes Márquez: “Lo que nos une es la voluntad de cambio para Veracruz”.

Ser opositor competitivo hoy día no está reñido con las reglas del juego preestablecidas, diseñadas y administradas  por la partidocracia para las contiendas electorales. Luego también deben considerarse otros factores de peso para enfrentar al priísmo en el gobierno, como, entre otros, la capacidad financiera y disposición para invertir en las tareas proselitistas. Sin invertir con inteligencia, oportunidad y eficacia, -Dante Delgado Rannauro podría ilustrarnos al respecto-, no se gana una elección.

Sin obviar que la ingeniería electoral para la oposición debe contemplar estrategias que contrarresten y si capitalicen a favor, el efecto de la andanada priísta en la aplicación de sus tradicionales usos y costumbres clientelares, que van desde cooptar y  utilizar con fines proselitistas el asistencialismo oficial que la compra directa e indirecta del voto. Tras lo ocurrido en la elección presidencial del 2012, no cabe más la ingenuidad política: el PRI en Veracruz va por el carro completo al costo que sea. El gobernador Duarte de Ochoa no se puede dar el lujo de perder nuevamente una elección. “Veracruz para adelante” es el pendón del tricolor en alianza por el Verde y el Panal ya bendecido por el gobernante en Tlacotalpan al expresar: ¡“Hacia delante, la dirección en la que va Veracruz”!

Y en este contexto se inscribe el que se haya acordado en la alianza opositora pactada,  que el PRD lleve la mano en la capital veracruzana para la elección de alcalde, en tanto que al PAN le dejan contender por la diputación local. Esto bajo el supuesto de que el perredismo le gano Xalapa urbano al PRI en la elección del 2012.

No obstante, tal supuesto está más que cuestionado. No se puede ni se debe apostarle a dudosas pasadas glorias. Uriel Flores Aguayo y el PRD no ganaron por sí en Xalapa la diputación federal en 2012. La votación se inclinó a la “izquierda” tanto por el hartazgo ciudadano que viera en López Obrador la oportunidad de cambio, como por el desprestigio nacional del gobierno de Felipe Calderón y la nula respuesta de los gobiernos locales a la demanda ciudadana, a lo que se sumara la pésima imagen de Reynaldo Escobar Perez como candidato del PRI a la diputación por el distrito.

Hoy es otra cosa en un escenario circunstancial distinto. López Obrador no apadrina al PRD en su alianza con el PAN ni Morena ha dicho esta boca es mía;  tampoco los xalapeños quieren saber más de una variopinta oferta partidista de la que se desconfía. En amplios sectores de la población se ha tomado conciencia de que la partidocracia tiene secuestrada voluntad y representación popular y que el atraso que en todos los órdenes priva en la capital veracruzana, no conmueve a partidos políticos y sus personeros. El voto ciudadano será para uno u otro candidato, no para los partidos postulantes.

La clase política en general es mal vista y las esperanzas de la ciudadanía en torno a la elección de un alcalde de cuatro años, se cifran en un candidato surgido de la sociedad civil que esté dispuesto a someterse a reglas mínimas de honestidad, eficacia, transparencia, escrutinio y contraloría social, así como al plebiscito y revocación de mandato cuando ello lo amerite.  Una propuesta de trabajo sensata, sustentada en la participación ciudadana que atienda a las necesidades más sentidas del municipio, la ciudad  y sus habitantes,  es lo menos que se espera.

Pero también hoy la oposición al “nuevo” PRI se enfrenta a una maquinaria electoral que cuenta con todo el respaldo del aparato al servicio del poder presidencial, que no es poca cosa. Luego  no cabe el triunfalismo anticipado y si realismo, coherencia, congruencia y humildad para afrontar el reto.

Es indudable que la alianza por sí misma y el candidato de ésta si llegara a triunfar en las urnas, no es garantía suficiente para los xalapeños. Tanto el PRD como el PAN están identificados en lo sustantivo con el PRI. Los tres institutos se tapan con la misma cobija mereciendo desconfianza de la ciudadanía. No obstante, la única forma de restar presión al descontento y hartazgo ofreciendo una alternativa diferente de gobernar, es encauzar pragmáticamente el rechazo al PRI. Estimo que por ahí va la intención de la “alianza impúdica” como le calificara el politólogo Alfredo Bielma y, por los mismos cauces, avanza la idea de postular a un candidato ciudadano independiente. Esperemos que se de una sana concurrencia entre ambas opciones y no un enfrentamiento estéril que de al traste con el objetivo común.

Para mi gusto, no compartido por muchos por cierto, espero que el Movimiento de Regeneración Nacional” (Morena), partido político en ciernes, entienda que por el bien de la capital del estado y la región, es la hora de sumar y multiplicar y no de dividir. Ojala y así sea.

 Por lo pronto, Veracruz está ya en lo que le gusta, anima y entusiasma: politiquería y no política trascendente que vea por el bien común.

Hojas que se lleva el viento

Manteniéndose siempre dentro de los límites de lo políticamente correcto, el Profr. y Lic. Guillermo Zúñiga Martínez en su quijotesca cruzada no ceja en su intento de convencer de que la Universidad Popular Autónoma de Veracruz es iniciativa, obra y resultados palpables del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa. Plausible el reconocimiento público, no obstante es de llamar la atención el que ni el gobernador ni su secretario de educación le correspondan con igual medida. El fuego amigo, que no es otra cosa, no cede, minimizando empeño y logros, que los hay, de un modelo de educación superior inédito cuando menos en Veracruz. Podemos estar o no de acuerdo con el modelo y la manera de llevarlo adelante, pero no podemos negar que está cumpliendo con el propósito y objetivos trazados, como tampoco negarle a Zúñiga Martínez su disciplinada persistencia y entrega a un sueño, una idea con la que se siente comprometido.

Leí con interés el último artículo del destacado mentor: “Nuevos modelos de Universidad”. No estoy de acuerdo con lo expresado por el maestro. Parte en su análisis de dos contextos diferentes y opuestos, al destacar lo que se viene haciendo en la UPAV frente a lo que promueve la nueva rectora de la Universidad Autónoma de Barcelona. En el modelo veracruzano se dice que el propósito es reafirmar el carácter público de la educación superior, “democratizándole” y poniéndole al alcance de quienes menos tienen aunque en los hechos, no logra trascender el marco del individualismo y competitividad personal de los “aprendientes” en el mercado laboral. Esto en consonancia con la visión neoliberal de la educación.  En  tanto que en el reino de España, al igual que en el resto del sistema-mundo, la tendencia es privatizarle y someterle al libre juego del mercado en beneficio de de las grandes empresas. Dos modelos, dos visiones que a mi juicio excluyéndose entre sí, coinciden en negarse a reconocer que su marco social, económico y político paradigmático, ya es rechazado por una juventud movilizada y contestataria.- Xalapa, Ver., enero 3 de 2013

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Las declaraciones del hijo de Miguel Ángel Yunes y senador por Veracruz,  señalando que su padre es la persona idónea para ocupar una diputación plurinominal por el PAN en el Congreso local, causó enorme revuelo en los mentideros políticos de la entidad; provocando reacciones encontradas en las militancias partidistas. Así como desatando una ola de rumores entre la población que, con ello, prevé un escenario de guerra sucia inédito  para una elección de alcaldes  y diputados. 

Y no es para menos. Con Miguel Ángel Yunes Linares aspirando a una diputación plurinominal, lo mismo le descuadra la estrategia a seguir para los próximos comicios al PAN que al PRI e incluso al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa. En el PAN el contar con el capital político de un personaje protagónico que estuviera a punto de ganar la elección de gobernador, podría pesar para olvidar la alianza en ciernes con el PRD e irse solo a la contienda, dejando descobijada a la autollamada izquierda..En tanto que al  titular del poder ejecutivo estatal  le complica el  camino de su sucesión. 

Por cuanto al partido del actual gobernador,  la sola mención de la posibilidad de que Miguel Ángel pudiere llegar al Congreso, además del miedo que le tiene al “demonio azul”, le modifica todo el esquema. Hasta donde se alcanza a observar no tendría ningún diputado con tamaños para enfrentar al  experimentado político de Soledad de Doblado en la próxima Legislatura. A más de la nada remota posibilidad de que el PAN lograra alcanzar la mayoría de diputados con un conductor  de campaña de ese calibre. 

Y todo esto mientras el gobernador Duarte de Ochoa se encuentra fuera del país, esperando que el presidente Peña le de calor y le brinde la oportunidad de resarcirse de la derrota electoral en el 2012. 

Por lo pronto, todo queda en especulación en el marco de la grilla jarocha. Lo relevante en estos momentos no se inscribe en la politiquería aldeana de Veracruz.

El Secretario de Hacienda ya camina por el sendero de las reformas energética y fiscal, confiando en que a partir del llamado “Pacto por México”, pueda sacar adelante en el Congreso de la Unión las iniciativas del Sr. Peña. Presunción nada halagadora gracias al resolutivo del IFE, que exenta de toda responsabilidad al PRI por violación de los topes de financiamiento de campaña en la elección del 2012, cargándole todo el muerto a los tres partidos que postularan a López Obrador como candidato a la presidencia.  

Resolutivo que hace tambalear al pacto cupular, por considerar tanto el PRD como el PAN, un agravio mayor del IFE en su contra, atribuible a la mano que mece hoy la cuna desde Los Pinos,  a estas alturas injustificable. 

Adicionalmente, obtener la aprobación en el Congreso del presunto rescate productivo y financiero de PEMEX inyectándole más capital privado, no será nada fácil en el marco de un régimen de partidos políticos que luchan por sobrevivir a su propia crisis de identidad. 

En lo tocante a la reforma fiscal, al contemplarse lo mismo la aplicación generalizada al IVA, incluyendo alimentos y medicinas,  que la escala móvil impositiva en el ISR bajo la presunción de que pagará más quien mayores ingresos obtenga, desatará una ola de protestas sobre todo en sectores de contribuyentes cautivos de la clase media y media alta, que ya sienten pasos en la azotea que ponen en peligro su status económico y social. 

Sin hacer de lado que también sentará las bases para un jalón ascendente de la economía informal, sustentada principalmente en la evasión fiscal de larga data en México.

 Dicen que el que pega primero pega dos veces, pero también la conseja popular señala que no por mucho madrugar amanece más temprano.

De ahí que cuando menos para quien esto escribe, resulta inexplicable la prisa por anticipar un debate sobre estas dos “reformas estructurales”, cuando está visto que aún no se asientan las aguas como resultado de la aprobación Fast track de las reformas laboral y educativa.  

Y, por si fuera poco, el cumplimiento del ambicioso listado de objetivos pactado entre el gobierno del Sr. Peña y la cúpula de los tres principales partidos políticos nacionales, se pone en duda, cuando menos en el presente año, al no contarse con cubertura presupuestal para aterrizarlo. 

Mal inicio, a mi juicio, insisto, del retorno del PRI a Palacio Nacional. El que mucho abarca poco aprieta, y eso es lo que se percibe. El escenario político es incierto, pese a las declaraciones de dientes para afuera de las cúpulas panistas y perredistas que dicen mantener firmes sus compromisos en el pacto por México. El PRI aún no aceita lo suficiente su maquinaria como para remontar una opinión pública que le es adversa.  

Y pese a los buenos augurios de las calificadoras internacionales y del Banco de México, o el triunfalismo mediático del nuevo régimen, el país no logra aún contar con el blindaje necesario para paliar una crisis global que, poniendo en jaque a la economía mundial, amenaza con agravarse haciendo extensiva a los países emergentes los efectos de la recesión. La paradoja existente entre fortaleza macroeconómica y la microeconomía que descansa en el bolsillo de los mexicanos, es una ecuación no resuelta que limita los márgenes de maniobra del nuevo gobierno. 

No se puede correr cuando aún se intenta aprender a caminar. El escenario nacional como contexto para una nueva versión de alternancia, ahora con el PRI en Palacio Nacional, es muy diferente al que el tricolor estaba acostumbrado. Y aunque no cantó mal las rancheras cogobernando con el PAN dese el Congreso de la Unión, tendrá que reaprender usos y costumbres del ejercicio hegemónico y autoritario del poder y eso, tiene un costo tanto en términos de tiempo como en pobres resultados. Costo que se cobraría la ciudadanía lo mismo en la calle que en las urnas.  

Más vale paso que dure que atropellado trote que canse. El tiempo dirá la última palabra si antes, no se anticipa la airada voz de la rebeldía y resistencia latente en el México bronco de nuestros días. Xalapa, Ver.- enero 30 de 2012.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Bajo condiciones y contextos distintos, siguiendo el modelo brasileño arrancó en México la cruzada contra el hambre con una parafernalia sin precedente. Contradiciéndose con el propósito presidencial de austeridad lo que se vivió en Las Margaritas, Chiapas, fue la representación teatral política y financiera más onerosa de los últimos treinta años, cuando menos.

La concentración de todo el gabinete legal y ampliado, 30 gobernadores, senadores, diputados, más de 10 mil indígenas acarreados, soldados y policías en torno al presidente Peña, trajo nuevamente a escena la parafernalia con la que el PRI acostumbrara destacar su poder hegemónico sobre la Nación, exacerbando las formas para arropar el vacío de contenido.

Los discursos ahí vertidos, desde el del gobernador Velasco hasta el del Sr.  Peña, tuvieron de todo, menos autenticidad. Las medias verdades y medias mentiras como estrategia mediática,  sin una autocrítica profunda del hacer y deshacer de más de 70 años de gobiernos priístas dando la espalda a la pobreza y abandono de los pueblos indígenas,  no logra ocultar la verdadera intencionalidad de un gobierno que le está apostando a más de lo mismo: los pobres como objeto y no como sujetos de su propio desarrollo. ¿O acaso no lo indica así el acarreo de miles de indígenas de 122 municipios chiapanecos para aplaudir al Sr. Peña?

Abatir estadísticamente el hambre de  7.4 millones de mexicanos de un total de más de 50 millones en el medio rural y centros urbanos en condiciones de pobreza y pobreza extrema, siguiendo tardíamente el ejemplo de un aún cuestionado éxito del programa “Hambre cero” del presidente Lula en Brasil, suena a demagogia, afán mediático de trascender como el estadista que “saldó la deuda histórica” con los pobres  de este país y, de paso, con los pueblos originarios en una falsa respuesta en territorio rebelde al silencioso reclamo de justicia del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.

¿Cuánto costó el poner toda la carne en el asador para tratar de convencer de que una deuda histórica con más de quinientos años de opresión, exclusión y abandono, el Sr. Peña y su partido lo saldará en seis años?

Despilfarro de recursos públicos y de capital político, para no convencer a nadie con un palmo de razón;  atendiendo únicamente al frágil estatus del beneficio de la  duda que se le concede a un presidente de la República cuyo ascenso a la titularidad del poder ejecutivo federal, registra cuestionables irregularidades como ya lo está reconociendo el Instituto Federal Electoral.

Lo que mal empieza mal acaba, reza el refrán. No se puede hablar con seriedad de abatir el hambre de un pueblo, tirando la casa por la ventana para anunciarlo.

Sin embargo, lo gastado y lo comido ahí queda para la posteridad. Lo relevante es el contenido programático, el como, con quién, y los recursos presupuestales destinados para materializarlo. Y ahí es donde la marrana empieza a torcer el rabo. Como propósito de legitimación viste al nuevo presidente: todo y con todo contra el hambre y la pobreza. El escollo desde ahora a salvar, es su implementación nacional desde una administración pública instrumentalmente ineficiente, ineficaz y corrupta en los tres órdenes de gobierno; una clase política sin sustento ideológico que le identifique con un modelo extralógico (“Hambre cero”), que ni entiende ni conoce y;  una iniciativa privada que careciendo de vocación humanista le es ajena la solidaridad social que pudiere comprometerle con los que menos tienen.

Andrés Manuel López Obrador  en su momento propuso que “primero los pobres”. Conocemos la respuesta de los poderes fácticos.

“Hambre Cero” En 2003, fue descrito como un “programa creado para combatir el hambre y sus causas estructurales, que perpetúan la exclusión social. En otras palabras, “Hambre Cero” fue creado para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional a todos los brasileños y brasileñas. La seguridad alimentaria es más que terminar hoy con el hambre. Significa garantizar que todas las familias puedan alimentarse por sus propios medios, con dignidad, comiendo regularmente la cantidad de alimentos con la calidad necesaria para mantener su salud física y mental. (FAO).

Brasil y su particular problemática no son lo mismo que México y su coyuntura. El PRI de Peña Nieto no es el Partido del Trabajo de Lula y Dilma Rousseff. Sin un gobierno fuerte con un amplio respaldo popular, incluyendo un catastro único que permita identificar a los beneficiarios, garantizar la transparencia en el manejo de los recursos, y perfeccionar el proceso de selección de los beneficiarios (ONU), la cruzada a emprender quedará en el papel como una fallida buena intención. Brasil lo intentó y los resultados no han sido del todo satisfactorios. La pobreza, el hambre, la desigualdad y la exclusión son fenómenos estructurales concomitantes y consubstanciales al sistema mundo dominante  -así como, en su caso, al modelo neoliberal de desarrollo adoptado por el gobierno de México y cuya continuidad corre hoy a cargo del Sr. Peña-, que no se modifican con voluntarismo autoritario, así sea el de un presidente de la república.

A ello habría que agregar lo disímbolo de criterios e intereses creados que mueven a cada uno de los gobernadores del país y al Jefe de Gobierno del Distrito Federal. Pues una cosa es manifestarse por lo “políticamente correcto”, aplaudiendo y sumándose de dientes para afuera a la estrategia presidencial y otra, muy distinta, a secundarla en los hechos. La guerra contra la delincuencia organizada emprendida por Felipe Calderón a lo largo de su sexenio es un ejemplo de ello.

Que más quisiéramos que le fuera bien a México en todos los órdenes de la vida nacional, empezando por abatir el enorme rezago social que históricamente marca las condiciones de subdesarrollo del país, así como creando condiciones para dar sustentabilidad a la microeconomía que descansa en el empleo y el ingreso familiar. Pero ¿eso es posible sacando teatralmente de la chistera al conejo? ¿O hace falta otra cosa? El tiempo y la paciencia de los millones de pobres de este país lo dirá. Por lo pronto esperemos la contra respuesta del EZLN.

Hojas que se lleva el viento

¿Ahora sí el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa podrá como lo prometiera,  abatir en un 50% la pobreza en Veracruz?

 Cd. Caucel, Yuc., 22/01/2013

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J. Enrique Olivera Arce

“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños”: Jacinto Benavente

Mal que bien, tenemos que reconocer que en el mundo convulsionado de hoy se impone el triunfo de lo más rancio de la derecha. Los afanes democratizadores en la mayoría de los países van a la zaga de instituciones y políticas públicas contrarias a los intereses vitales de las mayorías. La salida que toma a la austeridad gubernamental y a la precariedad del empleo como respuesta a la crisis global de un sistema económico y social injusto y en decadencia, es el denominador común que prevalece, socializándose las pérdidas y privatizándose la magra ganancia de un crecimiento económico venido a menos.

Crece déficit fiscal y deuda pública, se rescatan las pérdidas de la banca y poderosas empresas transnacionales, condenando a los más pobres, incluida una deteriorada clase media, a pagar los platos rotos en un clima de franca indefensión para los que menos tienen.

México no es la excepción. El triunfo de la derecha con Enrique Peña Nieto como presidente de la República, es inobjetable. Si se ganó en las urnas o se compró la presidencia, queda para el anecdotario popular. Lo determinante es que lejos de mejorar las condiciones del país, con la derecha en el poder la continuidad del modelo económico y social prevaleciente será la constante.

Podrán variar algunos matices, las aristas más agudas de la realidad nacional que ponen en riesgo la gobernabilidad  pero, lo sustantivo es que el crecimiento económico deseable, de darse este, seguirá gravitando en torno a la concentración del ingreso en unas cuantas manos y el empobrecimiento de las mayorías. La llamada segunda transición del poder político en México, continuará por el mismo camino que su antecesora del 2000, sorteando mayores obstáculos, pero al fin más de lo mismo, bajo la egida de los poderes fácticos que, por cierto, no son ninguna mafia, simplemente son los dueños del país.

El adversario a combatir y vencer, para la izquierda, es a mi juicio en este escenario, éste y no otro en todas las latitudes del orbe y, en particular en nuestro  país. Los malabarismos de la llamada izquierda, combatiendo al gobierno, sus adalides, y no al capitalismo rampante en su fase más salvaje de la historia, son eso, simples malabarismos políticos llamados a encubrir su complicidad con el adversario. Lo mismo en los llamados países del primer mundo, los emergentes o los condenados de la tierra.

No reconocer el triunfo de la derecha, exaltando el éxito de pequeñas escaramuzas que en lo virtual colocan a las llamadas izquierdas como la segunda fuerza política en México, es gloria vana. Tan virtuales y efímeros son los triunfos parciales como sus resultados para hoy, el mediano plazo y lo que se espera en un horizonte de largo aliento en tanto estos no apunten a una mejor calidad de vida de millones de mexicanos.

Reconocerlo para actuar en consecuencia, es a mi modo de ver la postura a asumir en congruencia con una realidad que, a gritos, desaforadamente anuncia la incapacidad y falta de visión de la izquierda para retomar el hilo conductor de la historia. Izquierda sin partido y partidos sin izquierda, más temprano que tarde terminan combatiendo fantasmas, como en lo que nos atañe sucede en nuestro país con los partidos políticos de la autonombrada izquierda, enclenques organismos carentes de vitalidad y de futuro cuya única función social y política es colocar la alfombra roja al paso del PRIAN, derecha electoral triunfante al servicio de los poderes fácticos domésticos y externos.

En unas horas Peña Nieto y su cohorte tricolor, protocolariamente inician la segunda alternancia, anunciando a bombo y platillo combate a la corrupción, eficiencia administrativa, crecimiento económico con incremento de productividad y competividad, seguridad pública, rescate del tejido social, así como nuevas medidas asistencialistas para paliar desigualdad y pobreza. La autonombrada izquierda elevará tibia protesta contra lo que dicen es imposición de un personaje que compró la presidencia, lo sustantivo, razón de Estado, queda en el tintero. Para tirios y troyanos tras una espesa cortina de humo en la algarada, lo relevante son las formas políticamente correctas, para el pueblo empobrecido el contenido implícito de un rumbo sin destino al paso de la derecha triunfadora.

Hojas que se lleva el viento

Dice el gobernador Duarte de Ochoa que se vale especular, ejemplarizándolo con su anuncio de que se irá en el 2017. La invitación del presidente electo a integrarse al gabinete, por hoy se rechaza, será en el último jalón de despedida del Sr. Peña, una vez alcanzada plena  prosperidad para las familias veracruzanas cuando entregará los bártulos a su sucesor. El senador Héctor Yunes no cree en especulaciones, convencido de que el Sr. Dr. Duarte de Ochoa pronto tirará la toalla levanta la mano y dice: yo soy el llamado a gobernar a Veracruz, Pepe Yunes será senador de seis años y los delfines en un mar de lágrimas, con el bat en la mano quedarán en la banca rumiando su dolor.

–ooo-

La verdad demostrada no aparece. Flor de un día la parafernalia mediática en torno al Segundo Informe de Gobierno del Sr. Dr. Duarte de Ochoa. 24 horas de labia cumpliendo con el protocolo y a otra cosa mariposa. Ni se le han cubierto adeudos pendientes a la mayoría de los medios impresos de comunicación con convenio de propaganda suscrito, ni el mensaje al pueblo veracruzano, preñado de mentiras por dos años de caprichos, inconsecuencias y estrafalario triunfalismo verbal, dieron para más.

-ooo-

Malestar entre priístas. No ven con buenos ojos que desde palacio se jueguen dos cartas para la candidatura a la alcaldía de Xalapa. Una tricolor, abierta, con la efigie de Américo Zúñiga y otra boca abajo, con la de un aspirante de la maiceada oposición.

-ooo

Insólito, pero así es como se expresa el cariño sexenal. Nadie del priísmo veracruzano ha salido a dar la cara en defensa de Carolina Goudiño, alcaldesa del puerto y fidelista despechada.

-ooo-

En Otero Ciudadano no se aprendió la lección. A propuesta de la alcaldesa Elizabeth Morales se tiene programado un nuevo encuentro para volver a escuchar más de lo mismo sobre su pésima gestión al frente de la comuna xalapeña y proyección de imagen. Pérdida de tiempo y ofensa a la inteligencia de los integrantes de la cada vez más sólida agrupación de la sociedad civil.

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Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce

“Un partido vive cuando viven una doctrina y un método de acción. Un partido es una escuela de pensamiento político y, por consiguiente, una organización de lucha. El primero es un hecho de conciencia, el segundo es un hecho de voluntad, más precisamente, de tendencia a una finalidad.”: Federico Engels

El diputado federal veracruzano Uriel Flores Aguayo en su artículo semanal, bajo el título “El PRD y Peña Nieto”, comparte con sus lectores su preocupación sobre el papel a asumir por el Partido de la Revolución Democrática frente al gobierno de Enrique Peña Nieto, a partir de la toma de protesta del priísta el próximo primero de diciembre.

“Son tiempos de definición para la izquierda mexicana, el PRD centralmente en ella”, reflexiona, agregando que es imperativo que el partido se ubique en el momento histórico, que precise como quiere ser y que quiere para México”.

Reflexiones válidas, efectivamente enmarcadas en el momento histórico que vive nuestro país. Más no precisamente por el retorno del PRI con Peña Nieto a la presidencia de la República, sino por el entorno global de una crisis recurrente más del capitalismo, dentro del cual se cuestiona el modelo neoliberal, económico y social de nuestro país que, agotado, requiere de reformas estructurales de fondo y no actos legislativos simulados, que den viabilidad al Estado-Nación para su transcurso en el nuevo siglo.

Las definiciones que se reclaman no sólo atañen a la izquierda mexicana, a un partido político en particular, sino a todo el Estado-Nación en su totalidad en un horizonte de mediano y largo plazo, no solamente en la coyuntura sexenal de de un proceso político administrativo de continuidad de la administración pública federal.

En este sentido, a mi juicio la atención, preocupación y reflexión de Flores Aguayo sobre su partido, debería ser extensiva a toda la sociedad en su conjunto. Qué y como concebir a México para la próxima centuria, a partir de lo que es hoy a la luz de realidades objetivas, así como percepciones que suman experiencias de un ayer guardadas en la memoria histórica, y el quehacer presente sin rumbo y sin un destino claro al cual arribar.

Más sin embargo, el diputado se queda corto. Su estrechez de miras dominada por el pragmatismo de los tiempos que corren, ideológicamente no dan para tanto. No obstante refleja una preocupación real y la confusión existente (izquierda sin partido, partido sin izquierda) no sólo en muchos perredistas bien intencionados, que ven en la izquierda una alternativa de lucha acorde con su concepción del mundo, de la vida y el quehacer político que exige mayor participación ciudadana en la búsqueda de equidad y democratización del país.

Su planteamiento se sustenta en premisas a mi juicio falsas que desvirtúan su preocupación e interés como hombre de izquierda.

Argumenta razones de gobierno y no de Estado en cuanto al papel del PRD como partido de oposición. Lo sustantivo a mi entender no es quien gobierne sino como gobierne, con que propósitos y con que objetivos se orientará la marcha del Estado-Nación. En este marco no se puede hacer de lado que la razón última de todo partido es la toma del poder político del Estado.

Afirma que el PRD es un partido de izquierda, cuando no lo es en el sentido clásico del concepto y denominación y, ni siquiera puede ubicársele como de “izquierda moderna” en los terrenos reformistas de la social democracia europea. Su eclecticismo ideológico, oportunismo pragmático y falta de compromiso para con las clases subordinadas en pie de lucha, le desdibuja como partido y como movimiento social.

Como una conjunción de fracciones o tribus de lo más disímbolo en propósitos y objetivos, carente de un programa unitario para la acción lo mismo para el corto plazo que en un horizonte de largo aliento, si en el marco del sistema político electoral en México se le puede considerar como partido político, este en tal escenario jurídico se ubica ideológicamente en el centro del espectro en la actual correlación de las fuerzas político electorales en el país, dominadas por cierto por las corrientes de centro-derecha.

Para dar contenido a su preocupación, Flores Aguayo recurre a los resultados de la última elección presidencial por la autodenominada izquierda, agrupada en el  “Movimiento Progresista”.

Si bien la alianza electoral cuantitativamente obtuvo algo más de 16 millones de votos, el PRD, por sí mismo participando solo en la contienda no habría alcanzado tal cifra que, objetivamente, fue un logro atribuible al liderazgo de López Obrador como candidato común. Cualitativamente, lo alcanzado es resultado de un proceso de maduración en amplias capas de la población que en medio del hartazgo y la frustración, votaran a favor de un cambio verdadero no más allá del reformismo limitado ofertado por el político tabasqueño. En esta premisa, vale acotar que con la salida de Andrés Manuel de las filas perredistas, el partido se queda huérfano de liderazgo y capacidad opositora.

Partiendo de tales premisas, considero que no hay mucho de que discutir en torno al papel que debiera jugar el PRD a lo largo del mandato del Sr. Peña, incluyendo el acto formal de toma de posesión en el seno del Congreso de la Unión. Por cuanto a la izquierda real, social y políticamente relevante, sus preocupaciones y tareas van más allá de los límites de los partidos políticos actuales cuyo agotamiento para hacer frente a las expectativas de la sociedad mexicana en el Siglo XXI, también están agotados.

El Partido de la Revolución Democrática simplemente jugará el papel protocolario que como “oposición de izquierda”, le fije e imponga el sistema político nacional. Lo demás, incluida la toma de tribuna o no en San Lázaro, es un simple show para justificar obtención y uso de las prerrogativas que se le tienen asignadas. Como sin duda ocurrirá con los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano.

Luego la preocupación central de Flores Aguayo sobre el futuro de su partido, cae en el vacío por irrelevante, cuando lo que sí debería ser objeto de revisión y debate, es el papel que los partidos políticos juegan en el Estado-Nación mexicano, implicando ello  revalorar lo que la ciudadanía en general y la militancia para el caso  particular del PRD, espera de ellos. Aclarándose una confusión que ya deviene en crisis político existencial para la izquierda electoral.

Los perredistas de buena fe que vienen de la izquierda histórica, lo viven y sienten en carne propia, resistiéndose a abandonar las filas de lo que aún creen es una alternativa opositora válida en México, cuando al mismo tiempo están cada vez más convencidos de que con el PRD no van a ningún lado, ni en lo electoral ni el propósito sustantivo de todo partido que es la toma del poder.

Sentimiento de inmovilidad e impotencia que se incrementa conforme se observa un ascenso mundial de masas, en el marco de la nueva expresión de confrontación clasista frente a los triunfos coyunturales de la derecha. Una nueva oportunidad de ascenso para la izquierda, jalonada por la movilización internacional de trabajadores, profesionistas, amas de casa y estudiantes bajo banderas rojas, frente a las medidas de austeridad fiscal y precariedad del trabajo consecuencia de la crisis sistémica global. Es la hora de la izquierda al lado del pueblo y,  para los perredistas bien intencionados su partido se mantiene al margen, les fue secuestrado por una burocracia insensible, acomodaticia y corrupta. Ahora están a la deriva, confundidos ideológicamente sobre el qué hacer y frustrados por equivocar el camino.

Dentro de esta crisis ideológica, ética y moral se encuentra Flores Aguayo. Por un lado se aferra a un  PRD social y políticamente agotado, con la intención de sumarse a su rescate desde dentro, asegurando supervivencia política y modus vivendi con el cargo que detenta, por otro, su sensibilidad social y experiencias del pasado, le dice como ciudadano de a pie y simpatizante de López Obrador que el camino a seguir es participar en Morena como nuevo partido en construcción. Su indefinición y falta de decisión para abandonar el PRD, lo mismo le genera rechazo al interior de su partido y  en las filas de Morena que un vacío existencial.

Sin una u otra opción, no es nada, como nada son quienes como el diputado no se atreven a dar un paso adelante. Sobre ello se debería reflexionar, más que preocuparse por si la cúpula tribal y burocrática del PRD concilia o no con el Sr. Peña y su proyecto de continuidad.

Hojas que se lleva el viento

Gracias al talante democrático que priva en el seno del PRI en Veracruz, el Consejo Político del tricolor en asamblea celebrada el pasado domingo ratificó a Erick Lagos como presidente del CDE, cumpliendo así con la instrucción del gobernador Duarte de Ochoa de premiar al destacado organizador de derrotas. El fidelismo, de plácemes. Xalapa, Ver., 21 de noviembre de 2012.

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J. Enrique Olivera Arce

En artículo anterior, bajo el título Peña Nieto: el garlito del combate a la corrupción, señalaba: “Si el ajedrez político indica que el primer año de gobierno del Sr. Peña estaría destinado a legitimar su cuestionado mandato, con su aceptación tácita al garlito legislativo que le tendiera Calderón se exhibe ante la opinión pública, bien como ingenuo ó más grave aún, como continuador de las políticas antipopulares de su antecesor como resultado de un pacto no escrito que le permite al PRI el retorno a Los Pinos”.

Todo apuntaba en tal sentido, la trampa estaba puesta y el Sr. Peña la aceptó. La bancada del PRI en la Cámara de diputados impuso la aprobación de la llamada reforma estructural laboral, dejando fuera el tema de la transparencia sindical y la revocación de mandato, poniendo al Sr. Peña entre la espada y la pared: o quedaba bien con Calderón sujetándose a lo convenido ó afrontar tanto a una opinión pública adversa como a un desgaste innecesario con los partidos políticos que serán oposición a partir del primero de diciembre. Cediendo a presión e intereses creados de lo más corrupto del corporativismo sindical.

Una pretendida salida de la trampa quedó en manos de la bancada priísta senatorial, buscándose en el seno de la Cámara alta el conciliar intereses de tirios y troyanos. Todo iba bien hasta que  en sendos congresos, Elba Esther Gordillo y Carlos Deschamps fueran ratificados como dirigentes máximos del magisterio y trabajadores petroleros. La amenaza, más que mensaje de la maestra en Playa del Carmen, fue claro y rotundo: la autonomía sindical no se toca si es que el Sr. Peña quiere aliados y no enemigos en el marco de la necesaria gobernabilidad de un país convulsionado.

El día de hoy, el Senado de la República acusó el golpe reculando. La bancada priísta recibió línea desde el bunker del Sr. Peña, votando a favor de dejar el tema de la transparencia sindical en los términos propuestos por calderón, eliminando unicamente lo concerniente a la revocación de mandato. Sacrificando así el respaldo de un corporativismo venido a menos electoralmente y privilegiando el objetivo de legitimación del Sr. Peña quien, ante la opinión pública, estaba más que obligado a demostrar quien mandará en este país. La minuta fue devuelta a la Cámara de origen y ahora los diputados tendrán dos opciones: o la congelan o acatan lo aprobado por el Senado. En uno u otro caso, el PRI pierde terreno y Calderón Hinojosa avanza en su magistral jugada de ajedrez.

Pero no termina ahí la cosa. Queda la duda de si todo no se reduce a un simple juego de valores entendidos, en el que más allá de los propósitos y objetivos explícitos de la iniciativa preferente de Calderón, subyace una expresión más de simulación y gatopardismo con reformas y adiciones a la Ley Federal del Trabajo que, en principio,  nacen muertas al imponerse la realidad por sobre las presuntas buenas intenciones plasmadas en la exposición de motivos.

La burra no era arisca, reza la conseja popular. Ante la miseria moral de una clase política que vive de y para la corrupción, el combate de esta lacra por parte del Sr. Peña, sin tocar al poder de lo que queda del corporativismo sindical en México, para la opinión pública resulta una grave ofensa a la inteligencia de los mexicanos. Hasta no ver no creer, con transparencia sindical por decreto y una cuestionada desde ahora legislación anticorrupción, todo cambiará para seguir igual.

La inteligente perversidad de Calderón Hinojosa, pegó en blandito. En tanto el Sr. peña no nos sorprenda con un “quinazo” auspiciando la construcción de una auténtica democracia sindical, el PRI queda en entredicho, perdiendo ganando la elección presidencial, en el marco de la exigible legitimidad de quien gobernará por seis años a un México que harto de la corrupción y la simulación, ya está despertando.

No más Elba Esther Gordillo, Carlos Deschamps y demás líderes charros viviendo y acumulando riqueza a costa de los trabajadores, es lo mínimo que se exige ahora al Sr. Peña para legitimarse. Calderón con una iniciativa preferente que beneficia a la patronal, así lo planeó, el PAN lo sabe y no quitará el dedo del renglón.

Hojas que se lleva el viento

Vaya manera vil y pedestre de tirar a la basura un capital político ganado con la participación de López Obrador en las boletas electorales. Si aún quedan personas con vergüenza y dignidad al interior del PRD en Veracruz, es la hora de decirle adiós a un partido político que dejó de ser tal, convirtiéndose en botín a disputar entre un puñado de corruptos burócratas al servicio del mejor postor.

Para el priísmo veracruzano la fractura de la dirigencia perredista se considera un golpe maestro del Sr. Enrique Ampudia Mello, subsecretario de gobierno, que con ello deja sin contrapesos a la política electoral en la entidad. La verdad es que el cochinero tiene historia. Fue Fidel Herrera el artífice,  quien por conducto de Erik Lagos, hoy presidente estatal del tricolor y con la ayuda del perredista Fredy Ayala y sus porros, comprara y sometiera a las cabezas de las facciones que en Veracruz representan a la organización tribal nacional. En la elección de gobernador en la que obtuviera el triunfo el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, también Miguel Ángel Yunes Linares participó en el tianguis, comprando voluntades de personeros de todos conocidos que llamaran a votar por el choleño y que, más tarde, abiertamente hicieran labor de proselitismo a favor de la Sra. Vázquez Mota en la reciente elección federal.

Así las cosas, se confirma que el ahora diputado federal Uriel Flores Aguayo, borda en el vacío al confiar que el perredismo veracruzano está llamado a colocarle como alcalde de la capital del estado. A sabiendas de cómo se teje el cochinero al interior de su partido, más le vale abandonarle y buscar cobijo en “Morena” como un militante más de base, con obligaciones y sin cargo ni prebendas.- Xalapa, Ver., 23 de octubre de 2012.

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J. Enrique Olivera Arce

Vaya contradicción. Por un lado el presidente electo se dice complacido por la aprobación de la iniciativa preferente de Calderón en materia de contabilidad gubernamental y transparencia, como instrumento legal para transparentar el gasto y combatir la corrupción y, por el otro, aplaude y apapacha a la diputación federal por la aprobación en la Cámara baja de una reforma que modifica y adiciona la Ley Federal del Trabajo, que se abstiene de meterle mano al corporativismo sindical, dejando intacta la relación gobierno, partidos políticos y camarillas dirigentes del sindicalismo nacional.

Mal inicio. Si el ajedrez político indica que el primer año de gobierno del Sr. Peña estaría destinado a legitimar su cuestionado mandato, con su aceptación tácita al garlito legislativo que le tendiera Calderón se exhibe ante la opinión pública bien como ingenuo ó más grave aún, como continuador de las políticas antipopulares de su antecesor como resultado de un pacto no escrito que le permite al PRI el retorno a Los Pinos.

Aunque falta aún conocer la última palabra de la colegisladora,  Calderón se saldría con la suya imponiendo cambios y adiciones regresivos a la Ley Federal del Trabajo, en tanto que Peña Nieto conservaría la nefasta alianza con lo más corrupto de su base social de apoyo, los “charros sindicales”. Por cierto, no cualquier charro, sino los más representativos de un corporativismo que se resiste a morir, como son las dirigencias de los gremios con presencia nacional como el petrolero, eléctrico, magisterial y trabajadores al servicio del gobierno federal. Entidades que gravitan en torno al erario en un claro y nefasto maridaje entre servidores públicos y burocracia sindical.

Sin embargo, Calderón con la batuta del mando aún en la mano, coloca al Sr. Peña de espaldas contra la pared al obtener la aprobación de su iniciativa preferente en materia de contabilidad gubernamental y transparencia. El futuro presidente tendrá que gobernar de la mano con la corrupta mafia sindical y, en paralelo, combatir la inacabable lacra de la corrupción. Combate este último de antemano perdido ante la opinión pública si no rompe, ahora de facto, con la corrupción e impunidad de las mafias sindicales que ahogan a Pemex, CFE y SNTE, las que por cierto, ampliamente enquistadas en las bancadas legislativas del PRI.

Por lo pronto, para la opinión pública está claro que personajes como Elba Esther Gordillo en el SNTE, Carlos Romero Deschamps en el SNTPRM ó Joaquín Gamboa Pascoe en la CTM, entre otros, para el Sr. Peña serán intocables, bajo el pretexto de los legisladores del PRI de que su permanencia responde a condiciones de la vida interna sindical normados por la Carta Magna y acuerdos internacionales, que el Estado mexicano está obligado a respetar.

Curándose en salud, los diputados que aprobaran la minuta ya turnada a la Cámara de senadores para su revisión y rechazo o aprobación en su caso, con la venia del presidente electo dejan en manos de las asambleas sindicales la potestad de sacudirse a la parasitaria dirigencia, atendiendo a una democracia sindical inexistente.

El garlito calderonista por ahora está funcionando. ¿Cómo va a librarse del jaque el Sr. Peña? Está por verse, aunque cabe señalar de antemano sin necesidad de ser clarividente, que las reformas propuestas con carácter preferente por Felipe Calderón no le serán funcionales a la administración pública federal entrante. Enrique Peña Nieto y su partido tendrán que echar mano de mucha imaginación para que éstas no operen en contrario en la búsqueda de legitimación de un muy cuestionado proceso de alternancia.

Hojas que se lleva el viento

Tuve en suerte escuchar el discurso de toma de posesión de Orlando Zapata Bello como gobernador Constitucional de Yucatán. No obstante ser considerado como activo del priísmo duro yucateco, su mensaje, así sea de dientes para afuera, sin estridencias fue firme pero conciliador aceptando con humildad y tolerancia el dialogo con todas las fuerzas vivas de la entidad. Destacando un realismo pie a tierra que ya quisiéramos los veracruzanos. Nada de triunfalismo sin sustento, reconociendo el peso de la pobreza como condicionante de la democracia y el crecimiento económico, poniendo énfasis en que las tareas por venir son tareas de todos, poniendo cada quien lo mejor de sí mismo por el bien común de Yucatán. Honestidad, austeridad y administración por resultados como norma de gobierno, fue la línea marcada a quienes serán sus más cercanos colaboradores por el sucesor de la frívola Ivonne Ortega. El mensaje de Zapata Bello fue bien recibido por la comunidad yucateca que no ve con malos ojos que el poder estatal y municipal, en el caso de Mérida, se compartan entre el PRI y el PAN, habida cuenta del bipartidismo dominante. Cd. Caucel, Yuc., octubre 2 de 2012

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