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Category Archives: Identidad

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce
«Lo más seguro es que quien sabe…» Sabiduría popular

La imagen del México de hoy que se ofrece tanto en el orden interno como en el exterior, se ilustra con pinceladas mediáticas en las que se reflejan lo mismo hechos objetivos irrefutables, que percepciones subjetivas de una agobiante realidad de un país sin rumbo ni brújula.

Lo objetivo y lo subjetivo se entrelazan y se retroalimentan, mostrando una realidad única que para unos guarda tintes de optimismo y de esperanza en tanto que para otros, los más, lo que domina es un pesimismo justificado e incertidumbre ante un futuro incierto que, ofreciendo más de lo mismo, apunta a un desastre.

En un país plural, con altos índices de desigualdad, cada quien ve lo que quiere ver, según le va en la feria. Lo mismo trátese de quienes teniendo todo, o aspiran a tenerlo, que quien no tiene nada, salvo una mísera existencia, pasando por una clase media, ya no tan media y en proceso constante de empobrecimiento, cuyas expectativas de un futuro próspero se antojan canceladas.

Y en este marco referencial, en el que lo objetivo del diario acontecer nacional fortalece la visión subjetiva de la realidad real que alimenta al imaginario colectivo, la llamada clase política vela armas ante la contienda electoral en puerta, bordando al margen de una realidad que no ve, no entiende, o considera irrelevante para sus propósitos y objetivos cortoplacistas.

La mayoría de medios de comunicación masiva, se hacen eco de este ignorar de la realidad, lo mismo de la objetiva que la subjetiva que anida en la percepción de los presuntos votantes. Privilegiando lo accesorio y circunstancial del momento por sobre lo sustantivo de un país en crisis cuya salida no descansa precisamente en las urnas.

Tan es así, que al actual proceso electoral se le ubica en un contexto históricamente superado, sin aceptar que el México de hoy ya no es el mismo en el que se pretende aplicar rancias estrategias electorales que si bien dieran resultados en el pasado, en el presente carecen de agarraderas. La población sobre la que operan los partidos políticos es otra; mejor informada, más participativa y más consciente, hoy la población sabe a ciencia cierta lo que significa confiar o no confiar en su llamada clase política.

Y en este saber colectivo, es más que evidente que los partidos políticos ya no cuentan con credibilidad, confianza, legitimidad y beneficio de la duda. Como también carecen de una estructura orgánica que pueda con eficacia revertir en el corto plazo lo que con deshonestidad intelectual, corrupción impune y descarado cinismo cada partido político ha construido para ganarse la animadversión del electorado.

De ahí que cabe preguntarse entonces si en este nuevo e inédito escenario, los partidos políticos de espaldas al sentir de la gente, podrán ser competitivos sin recurrir a la compra de votos y dignidades.

El Instituto Nacional Electoral (INE), se anticipa asegurando que en el peor de los escenarios, bastaría con que un partido político se levantara con el 5% de la votación total para ser declarado ganador. Y a eso le apuesta la llamada clase política. La elección sería legal, pero como siempre careciendo de legitimidad democrática; de ahí que en los círculos políticos la crisis nacional lo mismo en lo económico que en lo social, vale madre en tanto no interfiera con el proceso electoral.

En este orden de ideas, cabe preguntarse también si bajo este esquema de inmoralidad política, en el que la legitimidad lo mismo que el sentir de las mayorías pasa a segundo término, vale la pena el preocuparse u ocuparse en elegir a un diputado federal.

Así como también obligado es preguntarse para qué sirve un diputado federal en el régimen presidencialista, si no es más que para levantar el dedo aprobando lo que en principio lesiona el interés más general de la nación. El desempeño de los actuales diputados en el Congreso de la Unión, atentando contra el patrimonio de todos los mexicanos, nos da la respuesta.

Y si bien existen honrosas excepciones que levantaran más que el dedo la voz, en contra de las iniciativas presidenciales, estas voces son contadas y los resultados obtenidos del discurso opositor son irrelevantes, como irrelevante es la gestión de un diputado para que se pavimente una calle o se instale una farola cuando en lo sustantivo no cumple con su encargo.

Luego, para que queremos diputados, si la representación popular está secuestrada por una partidocracia oportunista, corrupta, impune e insensible, que no quiere, no puede, o no le interesa el cómo salir de una crisis de Estado que hoy por hoy no tiene más salida que el dejar hacer, dejar pasar, hasta que reviente por el hilo más delgado.

Hojas que se lleva el viento

Imprevisión, improvisación, y palos de ciego frente a la crisis globalizada y la que en lo específico vive el Estado mexicano, parecen ser las variables que sustentan la errática política energética de la actual administración pública federal. Sólo así se explica el que en un escenario internacional negativo para la mezcla mexicana de crudo, se privilegie el mercado externo por sobre el mercado interno de los energéticos que mueven al país. Persistiéndose en vender barata la materia prima e importar caro y en dólares, gasolinas y gas industrial y doméstico, dañando lo mismo a la industria, el transporte y distribución de mercancías, que a la economía familiar.

Petróleo crudo barato para el exterior y combustibles caros para el consumo nacional, es la tónica que nos receta el “hombre del presidente” desde la Secretaría de Hacienda.

Y en este marco de lo absurdo, el Sr. Peña Nieto desde Oaxaca afirma que en el presente año se verán los resultados positivos de la llamada reforma estructural energética, sin parar mientes en que lo que el país requiere son refinerías que generen nuevos empleos y combustibles a precio accesible para consumidor final y no ventas de garaje de nuestra materia prima básica.

Lo verdaderamente grave de este absurdo proceder, es que en una economía petrolizada como la de México, el bien estratégico de la nación sea administrado bajo una óptica de improvisación y saqueo en nombre de un modelo de desarrollo del país que para el Sr. Peña es el idóneo para “mover a México”.

Muere un periodista, grande entre los grandes. Descanse en paz Julio Scherer.-

Cd. Caucel, Yuc., enero 7 de 2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En los tiempos que corren la inseguridad no es un asunto menor. Habiendo trascendido el marco de la historia negra marginal que se ventila en barandilla, ha pasado al escenario político y social en el que la percepción ciudadana cuenta y cuenta mucho en tanto le vincula con corrupción e impunidad generalizada, en un Estado-Nación en el que el Estado incumple con su propósito sustantivo y la Nación en un proceso ascendente de deterioro y pérdida de identidad y de valores se nos escapa entre los dedos.

El problema no es encontrar culpables, pretendiendo que tal o cual funcionario cumplan o dejen de cumplir con aquellas responsabilidades y obligaciones que la sociedad mandata, como observo en el manejo de cierta prensa en Veracruz que encuentra en la denuncia y el morbo acogida entre los sectores más atrasados de la población, a la par que abona al conflicto político electoral llevando agua al molino del mejor postor.

En todo caso, los responsables y con un alto grado de culpabilidad somos todos. La inseguridad pública deviene del rechazo de la población a involucrarse en la conducción de los destinos de la sociedad. La ausencia de ciudadanía deja espacios que la delincuencia, común, organizada, de cuello blanco, o gubernamental, paulatinamente ocupa hasta dominar el escenario; envolviéndonos y dando lugar a un doble poder en el que el Estado cede, deja hacer, deja pasar, terminando por encubrirse bajo la máscara del aquí no pasa nada.

De ahí que a mi juicio la denuncia periodística sea irrelevante; son más los lectores que optan por desentenderse que los pocos que podrían interesarse u obligarse a tomar cartas en el asunto. El servidor público lo sabe, y la crítica le resbala, fortaleciéndole en tanto que quejas y denuncias en su contra contribuyen a darle presencia, protagonismo e importancia en el seno de la sociedad. Y, cuando la voz de la prensa es escuchada, si la autoridad actúa positivamente en consecuencia, algo hay detrás, intereses a los que conviene hacer como que se hace poniendo en la picota al presunto o infractor. Retornándose al principio, corrupción e impunidad por encima del interés legítimo de la sociedad.

Cuando se no quiere ver más allá de nuestro propio ombligo, violencia e inseguridad se descontextualizan. Se ignora su carácter de fenómeno social generalizado, y se politiza y partidiza con criterios aldeanos de buscar responsables entre aquellos adversarios que interesa descalificar. Consecuencias y no causas entonces se privilegian y el problema toma el cauce de lo insoluble; si tiene solución que bueno y si no, también.

El afán enfermizo de una minoría por acumular bienes materiales, como sea y sin importar el costo social que ello implique, crea las condiciones sistémicas de acumulación y concentración de la riqueza, desigualdad, pobreza, corrupción e impunidad, caldo de cultivo estructural de violencia e inseguridad en una sociedad en la que el fin justificando los medios, le tiene atrapada en el capitalismo salvaje de nuestro tiempo. Este es el adversario a vencer y no las individualidades que le ejemplifican.

En este marco el caldo económico, social y político de cultivo de delincuencia e inseguridad, queda no sólo incólume, sino que se extiende y profundiza. En este nauseabundo pantano, queja, lamento, crítica o denuncia, siembran en terreno esteril, hasta disolverse en el ácido corrosivo de la indiferencia social.

Quiza esta sea la razón por la que evado concientemente en mis maquinazos el tema de policías y ladrones. La solución a la problemática no se encuentra litigando a periodicazos ni se abona al terreno de la seguridad ciudadana individualizando el fenómeno y ejemplificándolo con la denuncia al calce. Antes al contrario, como suelen decir algunos políticos dados a los lugares comunes, lo que resiste apoya; impunidad y miedo van de la mano fortaleciendo la ilegalidad y disminuyendo capacidad de indignación y de respuesta social. La población se esconde tras la puerta y la participación ciudadana brilla por su ausencia, cediendo espacios a las conductas antisociales.

Habida cuenta de que lo mismo delinque el malandrín que se ostenta y actúa como tal, que el servidor público que en el mejor de los casos tolera la conducta del primero sin que pase nada, la erosión del estado de derecho no tiene freno, contribuyendo a la disolución del Estado y a separar a éste de lo que entendemos por Nación.

Lo cual da a la problemática de la creciente criminalidad e inseguridad el carácter de asunto de Estado y de seguridad nacional. Algo muy ajeno al amarillismo y escándalo que suele acompañar a la denuncia periodística poniendo en la picota a ciudadanos o servidores públicos de medio pelo.

Por su trascendencia e impacto en la vida presente y futura de la sociedad, entonces el tema de la violencia criminal e inseguridad pública, debería tipificarse como un fenómeno estructural de primer orden, lo que no se hace, dejando su solución al garete y en manos de autoridades administrativas que la mayor de las veces no cumplen con su encomienda.

Más cuando se es juez y parte, sirviendo a los intereses del poder fáctico y no a la mayoría de la población. La criminalidad de cuello blanco que no se ve pero se siente, es intocable. Razón por la que privilegiar atención y respuesta a la ilegalidad creciente, no tiene cabida en el reformismo presidencial de moda. Combatir con honestidad, eficiencia y eficacia a la corrupción, delincuencia e inseguridad, equivale a escupir para arriba, mala costumbre que no figura en la conducta de nuestra clase política, siempre al cuidado de que no le pisen la cola.

Hojas que se lleva el viento

Curioso caso el del anuncio y amplia difusión del proyecto de construcción de un nuevo aeropuerto para la capital del país. Atiende a las necesidades del gran capital y no resuelve en nada el rezago económico y social de la gran mayoría de los mexicanos. Y, por si fuera poco, para el secretario de comunicaciones y transportes, la panacea aeroportuaria será costeada con recursos públicos, en terrenos propiedad del gobierno y será propiedad de este y no privada, “por ahora”. Curioso, sí, porque de acuerdo con el funcionario peñanietista, los bienes públicos a partir de este régimen son propiedad del gobierno y no del Estado nacional.

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No hay peor ciego que el que no quiere ver (o reconocer) El senador Héctor Yunes Landa cual llanero solitario habla y habla, dice y dice, que el Segundo Informe de Gobierno del mexiquense Peña Nieto muestra fehacientemente objetivos cumplidos a favor de los mexicanos. Tanto habla y tanto dice, que más que convencer de su valía como aspirante a gobernar a Veracruz obtiene lo contrario en una entidad en la que el PRI va de bajada arrastrado por el reformismo peñanietista.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sin lugar a dudas, el futbol no tiene la culpa. El que como espectáculo sea funcional a otros intereses más allá de los estrictamente comerciales y cuya pretensión sea el manipular y distraer a la opinión pública, estableciendo cortinas de humo que oculten o intenten ocultar problemas de fondo que inciden de manera relevante en la vida política y económica de la sociedad, no justifica el que se satanice a priori un evento recreativo de alcance mundial.

Vivir el momento, disfrutar del espectáculo y olvidarse del día a día bajo el acoso apremiante de necesidades insatisfechas, no está reñido con el entender que el circo es efímero y que, una vez concluido, la vida sigue.

Independientemente de que como espectáculo sea un gran negocio privado del que se benefician unos pocos a costa de los más, el futbol como un deporte popular cuya práctica está al alcance de todos y, por ende, merecedora de ser considerada como ejercicio pleno del derecho a la salud y a la recreación, esta debe ser apoyada y estimulada en todo tiempo y a todos los niveles y no sólo llevarle a primer plano con motivo de un evento comercial, por muy importante que este sea.

No obstante, una cosa es Juan Domínguez y otra, muy distinta…

El que como espectáculo el futbol escénico juegue el doble papel de oportunidad recreativa para las mayorías y el de manipulador y distractor del que se valen las clases dominantes para afianzar su control ideológico, sobre todo, en niños y jóvenes en los que hay que imbuir desde temprana edad la idea de las bondades que individualmente ofrece ser competitivo en una sociedad de desiguales, no elimina por sí la necesidad de jerarquizarle; privilegiando ocupación y preocupación por aquello que por su trascendencia en nuestra vida cotidiana tiene mayor relevancia que el resultado de un encuentro deportivo, así sea el triunfo o derrota de la representación del futbol escénico-comercial del país de que se trate.

Empezando por tomar conciencia de la necesidad de separar lo que es deporte y recreación de lo que es manipulación y distractor, para no dejarse llevar perdiendo lo más por lo menos. La contienda mundial celebrándose en Brasil no elimina guerras, mitiga hambre o resuelve crisis económica y deterioro social.

Por lo que toca a México, dado el proceso privatizador y empobrecedor que impulsan gobierno y partidos políticos, es especialmente importante separar lo uno de lo otro para que no nos tomen con los dedos tras la puerta.

Peña Nieto y el Futbol.

Baste para tal efecto leer el discurso pronunciado por Enrique peña Nieto al recibir a sus pares en Nayarit con motivo de la Cumbre de la Alianza Pacífico.

Subordinando el papel de México a simple esquirol de los poderes fácticos trasnacionales, utiliza al balompié como símil de identidad nacional, productividad y competitividad en el libre mercado. Exaltando el desempeño de la selección nacional en el mundial de Brasil y soslayando el triste papel que asume el gobierno de México en el concierto de los esfuerzos de la mayoría de los países latinoamericanos que pugnan por liberarse de las cadenas de los organismos financieros internacionales.

Apoyado en el “éxito” alcanzado por el colectivo mexicano empatando con Brasil, se guarda de hacer referencia tanto al estado que guarda la fábrica nacional de estancamiento y recesión, como al lastimoso desempeño del Estado mexicano en el proceso latinoamericano de integración económica en el mercado global, dependiendo de los vaivenes de la crisis económica, financiera y social de nuestros vecinos del norte.

Esto sin considerar que en paralelo a su exaltación a la “gesta” futbolera nacional, está “goleando” al pueblo de México impulsando un proyecto económico y social sustentado en políticas públicas privatizadoras, que incluyen la entrega del territorio nacional a las empresas petroleras y gaseras domésticas y extranjeras.

El discurso dirigido a sus pares en Nayarit estuvo orientado a convencer en el extranjero que en México no pasa nada, todo es prosperidad y disposición exitosa a la participación e integración a los mercados en la Cuenca del Pacífico. Y, para uso doméstico, palabras de aliento capitalizando para su gobierno el “momento”   de entusiasmo y efímera alegría, en favor de un acercamiento –empatía le llaman ahora-, con el pueblo que dice no a las reformas neoliberales.

Lo destacable es que pese a la pasión que despierta la sed de triunfo y la esperanza depositada en el futbol profesional mexicano, al parecer no escapa en la percepción de las mayorías el hecho de que, en el Congreso de la unión, se cocina la traición a México en materia de telecomunicaciones, energía y entrega del territorio al libre mercado energético. Lo que se piensa y escribe en las redes sociales, conjugando deporte-espectáculo y política, es apenas un pálido reflejo del sentir nacional en un pueblo ignorado, lastimado, ofendido, y excluido de las grandes decisiones que afectan presente y futuro de la Nación.

La pasión ahora desbordada ante el desempeño de la selección de futbol, no es eterna. Pasado el evento mundialista, la realidad cruda y terca que lastima y genera rechazo y resistencia, retornará para tomar el sitio que a sí misma se asigna. De la borrachera futbolística, se pasará de golpe a los efectos de lo que la economía dicta al bolsillo de los mexicanos. El espectáculo dejará satisfechos a sus dueños, los jugadores ganen o pierdan retornarán con fama y dinero, mucho dinero y, los “fans”, a lidiar con su vida cotidiana. El circo es efímero y la necesidad de pan es permanente.

Hojas que se lleva el viento.

Y a propósito de deporte e intereses comerciales y políticos, los xalapeños no se dejan envolver por el bombardeo publicitario promoviendo los Juegos Centroamericanos y del Caribe que tendrán lugar en noviembre próximo. Primero está la ciudad y su gente y así se expresa en diversos sectores de la población. No estándose de acuerdo con una Xalapa maquillada para la ocasión, la respuesta a problemas de fondo que ya hacen inviable la sana convivencia entre desiguales, así como el futuro ordenado de la mancha urbana, es exigencia permanente a un Ayuntamiento que privilegiando un evento deportivo internacional cuyos beneficios económicos se quedarán en unas cuantas manos, no sabe qué hacer para agarrar al toro por los cuernos y cumplirle a sus gobernados.

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Con todo respeto, es absurdo el sólo pensar que el debate cupular en torno a los alcances de la reforma electoral y su adecuación en el marco jurídico estatal, fortalece la imagen del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa y favorece al buen éxito del proyecto transexenal Herrera-Borunda. Antes al contrario, demerita la poca o casi nula autoridad política del gobernante, reflejando que en los tendidos es mayor el interés porque ya tire la toalla y se retire que por su visión política futurista. Y mientras el gobernador alcanza su más bajo nivel de popularidad y aceptación, al interior del PRI a contracorriente se cocina la candidatura del pavorreal o gallinazo de la fidelidad, vocero oficial del régimen duartista, como aspirante a gobernador de dos años. Lo que para el caso es lo mismo, continuidad a favor del saqueo impune que tanto ha dañado a Veracruz.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“La confianza es un factor fundamental del cemento social para la cohesión y el funcionamiento adecuado de los procesos sociales. Este bien social y público, que es la confianza, se encuentra en ruinas. Los ciudadanos no creemos en nada que venga de las autoridades y de los partidos políticos.” Juan Castaingts Teillery (El Financiero 15/05/2014)

La alcaldía xalapeña confía en la ciudadanía para el buen éxito de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en nuestra ciudad capital pero, ¿la ciudadanía confía en la alcaldía?

La profusa y costosa promoción mediática de imagen no abona a favor de Américo Zúñiga Martínez en respuesta a esta interrogante.

En ello debería reflexionar el alcalde de la capital veracruzana, antes de que sea demasiado tarde en el logro de conjunción de voluntades.

La participación ciudadana no se logra de la noche a la mañana, fruto de generación espontánea, o resultado de “un pacto” cupular y mediático, se construye cotidianamente en torno a tareas comunes, concretas y organizadas pero sobre todo, en un clima de solidaridad y confianza mutua, que lo mismo en el seno de la sociedad que entre esta y las autoridades, permita establecer un mínimo de consenso en torno a propósitos y objetivos que atañen a todos.

Clima que al día de hoy brilla por su ausencia. La sociedad no tiene confianza en sí misma como para proponerse hacer de la participación social consciente y organizada herramienta para enfrentar la problemática de la ciudad, ni el Ayuntamiento le merece confianza como para signar un pacto consensuado sustentado en compromisos comunes.

Unos y otros nos rascamos cada quién con nuestras propias uñas. Con el grado de violencia de los últimos días desconfiamos no sólo de la autoridad sino hasta del vecino.

Por su parte, la alcaldía si bien habla de pactar con la sociedad para hacer de la capital veracruzana una ciudad ordenada, limpia y atractiva para recibir dignamente a quienes nos visiten con motivo de los Juegos, tampoco la sociedad xalapeña le merece confianza como para echar a andar una estrategia de participación social en la que la población seguramente exigiría más de lo que la alcaldía está dispuesta a dar.

En tales condiciones, llegará noviembre y el tal pacto no pasará de acuerdos coyunturales y cupulares prefabricados, de nulo impacto en el propósito de rescatar a una ciudad sumida en el atraso y abandono; aún si sólo se tratara de montar un fastuoso escaparate destinado a la atención de atletas y público asistente a los eventos tan ampliamente cacareados. Lo deseable es sin duda otra cosa, pero el resultado está por verse.

El gobernador del estado ha dicho ¡Estamos listos! ¿Realmente lo estamos en la capital veracruzana?

Es de dudarse ya que si bien las instalaciones físico deportivas podrían estar en condiciones óptimas para la realización de los Juegos, la ciudad no lo está para recibir dignamente a miles de visitantes, empezando por disponibilidad suficiente de infraestructura hotelera y de servicios, transporte público decente y personal de policía y tránsito políglota y eficiente, si se toma en cuenta que la expectativa de las autoridades habla de una afluencia y concentración de visitantes extranjeros sin precedente. Esto sin hablar del tema de seguridad que por lo que se observa, va de mal en peor en la región.

El alcalde con Otero ciudadano

El alcalde seguramente sabe de la magnitud del reto y de las debilidades de la comuna. Es por ello que convoca a un pacto ciudadano que coadyuve a la tarea, consciente de que sin la participación de todos, dignificar Xalapa en un mínimo de tiempo, es prácticamente imposible.

Pero una cosa es que sea consciente y otra, muy distinta el que se haga acompañar de honestidad, voluntad política y confianza en sus gobernados como para poner en marcha la estrategia de participación social aún a costa del riesgo que ello implica. No es circunstancial que ponga su mayor interés en cooptar a los líderes de movimientos sociales de mayor presencia y peso en las colonias populares, para así asegurar participación social simulada y lleno en las graderías, sin que ello tenga el menor impacto en el rescate de Xalapa y mucho menos en construcción de ciudadanía consciente, responsable y comprometida con su ciudad capital.

Américo Zúñiga dialogará el próximo miércoles con exponentes de la llamada sociedad civil en el marco de Otero Ciudadano, Asociación propiciatoria de dialogo entre actores políticos y población. En esta ocasión seguramente el joven alcalde en su intervención pondrá énfasis en su estrategia de pacto con las cúpulas ante la proximidad de los Juegos centroamericanos y del Caribe llamando a los asistentes a unidos sumarse a la tarea, la respuesta a tal demanda más que de compromiso de dientes para afuera, será de una nueva andanada de quejas, reclamos y propuestas, así como de una enérgica demanda de información puntual en torno al Plan Municipal de Desarrollo para el cuatrienio.

Sin conocimiento público de propósitos, objetivos, tareas y metas por alcanzar, la participación ciudadana sustentada en un pacto a la palabra, se quedará en el tintero. El qué, por qué, donde, cuándo, cómo y con qué sería el punto de partida para un principio de entendimiento mutuo, sin esto en una comunidad desinformada, apática y harta de discursos y promesas, la desconfianza seguirá siendo la constante.

Hojas que se lleva el viento

Al fin jarochos. Por más esfuerzos que la autoridad realiza para dar realce a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, se queda atrás frente a un madrugador proceso electorero. No se quiere entender que primero lo primero; lo mismo se trate de los señalados como aspirantes a la gubernatura que a los que suspiran por una diputación federal deberían entenderlo así. El fuego amigo desatado y las patadas mediáticas, ponen en entredicho la prioridad de los Juegos y quien pierde es Veracruz.

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J. Enrique Olivera Arce

Loable la intención del alcalde y bienvenido el apoyo del BID al Ayuntamiento xalapeño a través de expertos de la empresa “Gehl Architects”, consultora urbanística con sede en Copenhague, Dinamarca. Ojalá y esta asesoría profesional de primer nivel pudiera rendir los frutos esperados.

Sin embargo, en mi modesta opinión cabe comentar que está probado que la problemática situación por la que atraviesa la ya caótica Xalapa exige respuestas que lejos están de ser de orden técnico. Adicionalmente, la receta esperada debería hacerse acompañar del trapito, ya que el Ayuntamiento ni tiene dinero ni capacidad para un mayor endeudamiento que se pudiera destinar al rescate integral de la capital veracruzana.

El bucólico pasado de una ciudad provinciana en la que sus habitantes se esmeraban por hacer de ésta un lugar digno para vivir, trabajar, emprender negocios prósperos y educar a los hijos en un clima de tranquilidad, arte y cultura con un alto sentido de civilidad y sana convivencia, quedó atrás; cediéndole el paso a un crecimiento atropellado y anárquico del que se derivan carencias de servicios básicos y respeto al medio ambiente así como pérdida de identidad, cincelados esto por una absurda competencia entre un falso concepto de modernidad y necesidades económicas insatisfechas por falta de emprendimiento productivo para la creación de fuentes permanentes de trabajo y generación de empleos dignos y remunerativos.

Transcurrir de una ciudad capital que no fue circunstancial. Lustros de corrupción, indiferencia, apatía, abandono y ausencia de visión de futuro de autoridades estatales y municipales, así como el flujo migratorio del campo a la ciudad ante el desmantelamiento de la agricultura de subsistencia en la región, al que se sumara el que diera lugar el Sismo de 1985 en la ciudad de México, propiciaron una problemática urbana que hoy por hoy tiene tintes de insoluble y que atañe ya no sólo al municipio de Xalapa.

Fenómeno este último al que no han sido ajenos los partidos políticos que avidos de clientela electoral, auspiciaran “paracaidismo” y creación de decenas de humildes colonias irregulares en cerros, colinas y barrancas, rebasando tanto la capacidad de dotación de servicios públicos del Ayuntamiento como de un ordenamiento territorial del municipio y de la ciudad capital, que resultara racionalmente acorde con criterios técnico-urbanísticos que contemplaran, lo mismo multiculturalidad y desigualdad social y económica, que usos y costumbres en la pluralidad de una población que ocupando espacios comunes, entremezcla a la sociedad xalapeña tradicional con decenas de miles de recién avecindados.

Tal desborde de capacidades y de aprovechamiento racional del espacio, ha dado lugar a una conurbación directa e indirecta en la que la ya grave situación del municipio se hace extensiva tanto a la región en su conjunto como a los municipios vecinos, cuyas autoridades edilicias se ven incapacitadas para afrontar el caos generalizado.

La ausencia de una planeación regional y conflicto de intereses entre poderes municipales superpuestos, cobra hoy una factura que nadie está dispuesto a pagar; antes al contrario, ante la limitación de la extensión territorial y ausencia de visión integral de la problemática que acusa la conurbación, se dan tanto conflictos limítrofes como el fenómeno de la privatización del espacio público tanto en el centro histórico como en la periferia, en detrimento de cohesión comunitaria y sentido de identidad.

A esto, entre otras cosas de igual o mayor complejidad, se enfrenta Américo Zúñiga, alcalde novel que de buenas intenciones ha creado su propio laberinto; dependiente y disciplinado políticamente del titular del ejecutivo estatal y de su partido, presionado por el clientelismo partidista, sin recursos presupuestales y enfrentando a un entorno económico sustentado en la informalidad, da palos de ciego improvisando y tratando de encontrar una salida que él mismo ante la falta de congruencia entre el discurso y los hechos, va cerrando.

La solución -si es que la hay-, a la problemática de nuestra ciudad, juzgo que por ahora no es de orden técnico, requiriéndose a mi juicio de honestidad y voluntad política de las autoridades, participación responsable de la población, así como una radical ausencia de injerencia clientelar de partidos políticos que haciendo labor de proselitismo entre los que menos tienen, más que sumar y construir ciudadanía dividen y confrontan a la población con falsas expectativas de solución. Y peor aún, pretendiendo tapar el sol con un dedo vendiendo la idea, como es el caso del PRI, de que la belleza incomparable de nuestra ciudad capital basta por sí misma para superar la cotidianeidad del abandono y el atraso.

Sin esto último, pueden asesorar al Ayuntamiento los mejores urbanistas del mundo, sin que cambien las cosas, antes al contrario, complicarse aún más en el propósito de aplicar recetas extra lógicas y euro centristas a un problema que, al paso del tiempo, ha conformado ya una idiosincrasia colectiva propia y muy arraigada dentro de la que se inscribe de manera dispersa lo que contemplan y esperan los xalapeños en materia de desarrollo urbano.

Si los xalapeños no somos conscientes de lo que somos y donde estamos parados, cuantimás expertos extranjeros que llegan, ven, pontifican y recetando a un desconocido, cobran y se van.

Hojas que se lleva el viento

Si fuera Pinocho, el senador José Yunes Zorrilla se pisaría la nariz. En Papantla aseguró que: “Con respecto a las reformas estructurales llevadas a cabo recientemente a partir de este momento se comenzarán a ver los beneficios y las bondades de éstas, especialmente en los bolsillos de los que menos tienen…” Sin mayores comentarios.

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La coordinación de Comunicación Social del gobierno estatal está haciendo bien su trabajo. El número de apologistas de la prosperidad aumenta y, por lo consiguiente, también la crítica independiente. Vamos bien, se está logrando un sano equilibrio.

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Periodismo veracruzano pierde dos estimados comunicadores. Mario Ugalde Fuentes, quien se desempeñara como jefe de Redacción del diario Marcha, de Xalapa, falleció el pasado jueves en esta capital, en tanto que Alfredo Valenzuela Calderón, director fundador de la revista “Fundamentos”, un día después sufrió un accidente carretero en el que perdió la vida. A sus apreciables familias, al gremio de tundeteclas en Veracruz y a al amplio círculo de amistades que cultivaran a lo largo de su desempeño profesional nuestras sinceras condolencias por tan sensibles pérdidas. Descansen en paz.

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J. Enrique Olivera Arce

Amigo lector, ¿no está de acuerdo con mi maquinazo? ¿Considera que con una clase política culta le iría mejor a México? Cuestión de enfoques mi estimado. Lo que habría que definir es que debemos entender  por “política del conocimiento”, concepto al que hace referencia Eduardo de la Torre Jaramillo, no sin antes considerar qué debemos entender por conocimiento en la política para entender el porqué para el autor de “François Hollande/Edgar Morin: diálogo sobre la política “, es asignatura pendiente en el bagaje cultural de la mayoría de nuestros políticos; empezando por preguntarnos: ¿que conocimiento?, ¿conocimiento para qué? Y ¿para que sociedad y al servicio de quien estaría éste?

Sin una respuesta racional a estas interrogantes, a mi juicio estaríamos hablando de una abstracción, habida cuenta de la amplitud y complejidad que en sí misma encierra la palabra “conocimiento”.

Política del conocimiento no significa lo mismo que conocimiento de la política entendida esta bien como dominio de la teoría que como praxis resultado de la experiencia.

Atendiendo al texto de Eduardo de la Torre, el conocimiento de la política debería estar subordinado a una política concreta, la del conocimiento; en un lugar y en un tiempo determinado, así como en el marco ideológico en el que anida,  para saber de que se trata esta última. Lo cual el autor no especifica.

Es por ello que en el maquinazo al que usted refiere su desacuerdo, hago hincapié en la necesidad de contextualizar la idea del déficit de conocimientos en nuestra clase política refiriéndome a un marco concreto, el del modelo neoliberal que desde el exterior se nos ha impuesto, referido al México de hoy y no al México de cualquier tiempo.

Ya que para mi gusto no es lo mismo conocer de la política como instrumento en la búsqueda del bien común para todos los mortales, que como herramienta de la que se vale la minoría plutocrática para poner a su servicio el bien común, caso del neoliberalismo como expresión del capitalismo salvaje que hoy por hoy prevalece a escala global.

Como le digo estimado lector, es cuestión de enfoques.

“Política del conocimiento”

Quiero decirle aprovechando el viaje, sin temor a equivocarme, que en dicho marco hoy día en México y la mayoría de las naciones del orbe, no existe una política del conocimiento ajena a propósitos y objetivos neoliberales; es por ello que, desde temprana edad el conocimiento válido al que se tiene acceso es aquel que se trasmite lo mismo a través de modelos educativos y  libros de texto amañados, que con los medios electrónicos e impresos y las nuevas herramientas de la comunicación y la información; conocimiento enfocado a condicionar y someter al individuo a la ideología dominante, al pensamiento único que modela la concepción del mundo y de la vida en pueblos y naciones, en los términos e interés de la clase dominante por el cabal cumplimiento de la estrategia sistémica de incremento sostenido de la rentabilidad del capital,  por sobre la legítima aspiración de las mayorías a la libertad y el bienestar para todos.

Luego el conocimiento implícito valedero para nuestra llamada clase política, es aquel que conciente o inconcientemente en términos de congruencia y pragmatismo, le condiciona, limita y somete a la política del conocimiento dominante.

Si esto es así, entonces no podemos pedirle peras al olmo pretendiendo que los políticos, con preparación, eficiencia y eficacia, se incorporen al mundo de la modernidad atendiendo al conocimiento de la política, en el contexto de una política de conocimiento que no sea aquella neoliberal oficialmente adoptada por el Estado mexicano, orientada a servir al capitalismo salvaje.

En primera y última instancia, habría que considerar si nuestros políticos, ilustrados o no, le son funcionales al sistema. Por lo que se vive en México indudablemente desde el presidente Peña para abajo, sin distingo partidista, si que lo son reduciendo frente a los avatares del mercado al Estado mexicano y eso,  mi estimado  lector, es lo que cuenta para los propósitos neoliberales

Cabe entonces preguntarse:

¿Es al conocimiento impuesto por la ideología neoliberal al que debemos remitirnos al hablar de la “política del conocimiento” ó el conocimiento de la política en México?

¿O a otro conocimiento ajeno a la ideología dominante que norme conductas y quehaceres de la llamada clase política?

Ahí se lo dejo de tarea mi estimado, invitándole a leer “La revolución de los ricos”, libro de Carlos Tello y Jorge Ibarra, UNAM, 2013.

Otros saberes alternativos

Aclaro que indudablemente existen otros saberes en la política -la no formal y ajena a lo electoral-, que hace verano para nuestra fortuna en cada vez más amplios sectores de la población, lo mismo en el ámbito intelectual que en el común de hombres y mujeres que los oponen al neoliberalismo en su vida cotidiana; resistiendo y generando otra política u otras políticas alternativas del conocimiento retomando el hilo conductor de nuestra identidad, experiencia histórica y afanes libertarios.

Ejemplo de esto último es la experiencia de 20 años del EZLN, con otros paradigmas, otros valores, otras conductas, otra forma de vida, que enriquece teoría y praxis en el conocimiento de la política a nivel internacional. Gobernar obedeciendo, es conocimiento político trascendente que no cabe en los paradigmas de la cultura política neoliberal. Es otra cosa y así lo están entendiendo un cada vez mayor número de movimientos sociales que ya marchan sobre los mismos pasos que el zapatismo.

 Luego si hay de saberes a saberes políticos, cuando hablamos de política del conocimiento o del conocimiento político, lo menos que se debe hacer es contextualizar estos conceptos en el marco de la ideología, paradigmas y valores que en lo personal más nos satisfagan. De lo contrario, insisto, hablar en abstracto de la carencia del conocimiento en la mayoría de nuestros políticos para insertarse y desempeñarse con acierto en una moderna política del conocimiento, es simple juego de palabras, cortina de humo para distraer de asuntos de mayor envergadura y relevancia para el país.

Este es mi pienso estimado lector. Esperemos que Eduardo de la Torre Jaramillo, desde su óptica panista y con la autoridad que como estudioso de la ciencia política le da el conocer del paño, a  usted y a un servidor nos ofrezca mayor luz sobre el tema.- Cd. Caucel, Yucatán, enero 22 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

«Sólo cuando baja la marea descubrimos quién estaba nadando desnudo». Warren Buffett

Peña Nieto, primer año

Peña Nieto, primer año

Quién en la calidez del barrio en su niñez no jugó “cascaritas” en la calle, difícilmente puede saber lo que es compañerismo identitario de equipo. Y dado que lo no aprendido no se olvida, resulta muy cuesta arriba aceptar que quienes integran el  gabinete presidencial, conozcan del paño tanto en su desempeño  como en su relación con el pueblo llano. El individualismo neoliberal resultante de su origen familiar, educación elitista y formación académico profesional en instituciones privadas, les gana.

Aquí, en la misma tesitura, cabe, entra y se acomoda el Sr. Enrique Peña Nieto, que en su afán de modernizar al país opone, privilegia e impone criterios tecnocráticos, posiblemente de incuestionable valía para su concepción neoliberal del mundo y de la a la vida, pero ajenos a la percepción de una realidad que en carne propia viven las mayorías del pueblo que gobierna.

Nación es equipo, reiteraba Nelson Mandela a sus cercanos colaboradores en sus propósitos y objetivos de unificar al pueblo de Sud África, para dejar atrás la indignante experiencia histórica del apartheid

Lo que se vive en México a 365 días de la toma de posesión del Sr. Peña como presidente, es todo lo contrario a los propósitos del Dr. Mandela. Lejos de buscar la unidad de su pueblo, el Sr. Peña divide y polariza confrontando a los mexicanos en torno a las llamadas “reformas estructurales” que, por cierto,  no inciden en modificación alguna a los problemas estructurales históricos que mantienen al país en el subdesarrollo.

La búsqueda de incrementos de productividad, competitividad y excelencia a cualquier costo, tiene un precio demasiado alto en un país que ha cifrado sus esperanzas en la inmovilidad y la inercia nacida del paternalismo de Estado. El que el pueblo por decreto dé un paso adelante, rompe con la idea de equipo entre gobernante y gobernados.

Las consecuencias están a la vista.

Siempre atendiendo a la relatividad de las mediciones estadísticas, no es circunstancial que por primera vez en varias décadas, un presidente de la república en su primer año de gobierno cuente apenas con el 50 % de aceptación entre sus gobernados.

De acuerdo a la encuesta de Buendía & Laredo/ El Universal, cuyos resultados fueran ampliamente difundidos por la prensa nacional, entre otras razones de la baja calificación (4.9) que al Sr. Peña le otorga la opinión pública, el diario Vanguardia destaca lo siguiente:

1. Que venció el periodo de gracia para el Presidente (un año).

2. Los detractores se empiezan a manifestar con más fuerza.

3. El gobierno no ha dado a conocer los beneficios de las reformas planteadas con eficacia (la gente no ve cómo estas reformas impactarán positivamente en su vida diaria).

4. La imagen presidencial comienza a sufrir el desgaste natural de todo gobernante.

Lo cierto es que la “química” entre gobernante y gobernados no se da en la medida de lo deseable; lo que  en mi opinión en este fenómeno inédito, lo que en mayor medida cuenta y pesa, es el pecado de origen de un presidente de la República que surge de un proceso electoral cuestionado que contribuiría en gran medida a la polarización que hoy se evidencia.

Pesando más la desinformación, especulación y rumor que los esfuerzos presidenciales por encontrar eco y acompañamiento en sus afanes modernizadores (o privatizadores).

El pacto en la coyuntura queda cojo.

Coincidentemente con la difusión de la encuesta, el PRD abandona el llamado pacto por México rebasada la dirección nacional colaboracionista por sus bases, a la par que se mantiene y radicaliza la protesta magisterial. Esto en vísperas de la concentración en el zócalo de la ciudad de México, convocada por Andrés Manuel López Obrador para este domingo, fecha en la que el Sr. Peña cumple un año al frente del gobierno federal.

Si en efecto en política no hay coincidencias, podría considerarse entonces que lo que tenemos es un principio de unificación orgánica entre la izquierda social y la electoral en torno a un abierto rechazo a las iniciativas,  reformas y políticas públicas de manufactura elitista cocinadas en el seno del pacto e impulsadas desde “Los Pinos”. Lo que se confirma con el anuncio de la cúpula perredista de que se buscara la construcción de un frente amplio, acercándose a “Morena” y a movimientos sociales movilizados en contra de las reformas, específicamente, en contra de la reforma energética que ya se discute en el Congreso de la Unión.

Esto la inteligencia de que la actitud asumida por el PRD pudiera ser uno más de sus pragmáticos desplantes de simulación y chantaje, por lo que antes de irnos con la finta es necesario diferenciar lo que son las bases partidistas y las corruptas dirigencias de las tribus negro amarillas.

Por lo pronto y en tanto no suceda otra cosa,  el as que Peña Nieto se sacara de la manga para mantener el control sobre la partidocracia y las fuerzas políticas que esta representa, hace agua. El llamado pacto por México sin el colaboracionismo de la cúpula perredista queda cojo en un país que, de entrada, rechaza el bipartidismo como fórmula de negociación y consenso. A la par que, con el estira y afloja entre las cúpulas de los tres partidos políticos mayoritarios, se abren espacios para un proceso de dispersión y democratización  de la vida interna de los partidos al imponerse las bases opositoras por sobre sus dirigencias formales.

A lo que habría que agregar el desconcierto de la autoridad en su compromiso de Estado de brindar seguridad, en su sentido más amplio, a la población.

Mal momento para el Sr. Peña y para la Nación. Entre su obcecación por avanzar a contracorriente y a paso acelerado, y  la división y polarización de la sociedad, incidiendo en una economía estancada y en evidente declive no auguran nada bueno para el país en el futuro inmediato.

La realidad está desbordando toda capacidad de previsión y administración del conflicto, observándose por momentos que se pierde el control de daños.

¿Cómo reaccionará Peña Nieto ante esta coyuntura adversa? No habrá que esperar mucho tiempo para conocer la respuesta.

Hojas que se lleva el viento.

En el inter, en nuestra bucólica aldea, seguimos con la cantaleta de que Veracruz ya forma parte del primer mundo con una economía de las más sólidas del país ocupando un  lugar destacado en América latina. Ahora en un tan costo como inútil despliegue publicitario en prensa nacional.

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Y ya que “el trabajo infantil es tradición y cultura” en Veracruz, como expresara el secretario de Trabajo y productividad en su comparecencia ante la LXIII Legislatura del estado, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa ya debería ir pensando en un magno festival con sede en San Juan de Ulúa, que ponga en alto la contribución de la niñez trabajadora a la promoción turística de la entidad.

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Va un abrazo sincero y mi felicitación al estimado amigo, maestro y Premio Nacional de Periodismo, Froylán Flores Cancela, a quien el Congreso del estado en representación del pueblo de Veracruz, reconociéndole su destacado desempeño profesional a lo largo de más de cincuenta años, le hace justicia otorgándole la Medalla al mérito “Adolfo Ruíz Cortines 2013”

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Los curas en Veracruz también son mortales

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Tras el intercambio del epíteto  “pinche”, y en el contexto del deterioro ético y falta de credibilidad de la prensa en Veracruz, quienes han estado quedado mal ante la opinión pública son los propios reporteros y columnistas que viendo la paja en el ojo ajeno, olvidan que corresponde a los lectores calificar y respaldar en su caso a quienes en el ejercicio de su profesión demuestran contar con dignidad, respeto a su propia persona y compromiso con la comunidad a la que se deben.

Sin estos atributos el periodista se coloca en una incómoda situación de indefensión. No puede ni debe desgarrarse la vestidura cuando aceptando sin rubor “el chayo”, al mismo tiempo protesta porque le faltan al respeto o ponen en riesgo su integridad física. Antes que asumir protagonismos fuera de lugar exigiendo ante el poder público consideración y respeto, nuestros reporteros deberían entender que el enemigo está en casa. Sus empleadores les mandan a la guerra sin fusil, los someten a la autocensura, les asignan salarios de hambre, les niegan prestaciones de ley,  y los orillan a completar el chivo en los terrenos de la corrupción oficial.

El no entender esto último, pone a indefensos periodistas al resguardo de comisiones oficiales cuya función es repartir atole con el dedo. Y nada más.

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 En entrega anterior,  a quien esto escribe pesándole los años se le atravesó el alemán cuyo nombre no puede recordar, incurriendo en un doble error en la redacción del texto, mencionando como presidente municipal electo al estimado maestro Guillermo Zúñiga Martínez y no a su joven vástago, Américo. Pido disculpas a mis estimados lectores.- Xalapa, Ver. , noviembre 30 de 2013.

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Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce

“Un partido vive cuando viven una doctrina y un método de acción. Un partido es una escuela de pensamiento político y, por consiguiente, una organización de lucha. El primero es un hecho de conciencia, el segundo es un hecho de voluntad, más precisamente, de tendencia a una finalidad.”: Federico Engels

El diputado federal veracruzano Uriel Flores Aguayo en su artículo semanal, bajo el título “El PRD y Peña Nieto”, comparte con sus lectores su preocupación sobre el papel a asumir por el Partido de la Revolución Democrática frente al gobierno de Enrique Peña Nieto, a partir de la toma de protesta del priísta el próximo primero de diciembre.

“Son tiempos de definición para la izquierda mexicana, el PRD centralmente en ella”, reflexiona, agregando que es imperativo que el partido se ubique en el momento histórico, que precise como quiere ser y que quiere para México”.

Reflexiones válidas, efectivamente enmarcadas en el momento histórico que vive nuestro país. Más no precisamente por el retorno del PRI con Peña Nieto a la presidencia de la República, sino por el entorno global de una crisis recurrente más del capitalismo, dentro del cual se cuestiona el modelo neoliberal, económico y social de nuestro país que, agotado, requiere de reformas estructurales de fondo y no actos legislativos simulados, que den viabilidad al Estado-Nación para su transcurso en el nuevo siglo.

Las definiciones que se reclaman no sólo atañen a la izquierda mexicana, a un partido político en particular, sino a todo el Estado-Nación en su totalidad en un horizonte de mediano y largo plazo, no solamente en la coyuntura sexenal de de un proceso político administrativo de continuidad de la administración pública federal.

En este sentido, a mi juicio la atención, preocupación y reflexión de Flores Aguayo sobre su partido, debería ser extensiva a toda la sociedad en su conjunto. Qué y como concebir a México para la próxima centuria, a partir de lo que es hoy a la luz de realidades objetivas, así como percepciones que suman experiencias de un ayer guardadas en la memoria histórica, y el quehacer presente sin rumbo y sin un destino claro al cual arribar.

Más sin embargo, el diputado se queda corto. Su estrechez de miras dominada por el pragmatismo de los tiempos que corren, ideológicamente no dan para tanto. No obstante refleja una preocupación real y la confusión existente (izquierda sin partido, partido sin izquierda) no sólo en muchos perredistas bien intencionados, que ven en la izquierda una alternativa de lucha acorde con su concepción del mundo, de la vida y el quehacer político que exige mayor participación ciudadana en la búsqueda de equidad y democratización del país.

Su planteamiento se sustenta en premisas a mi juicio falsas que desvirtúan su preocupación e interés como hombre de izquierda.

Argumenta razones de gobierno y no de Estado en cuanto al papel del PRD como partido de oposición. Lo sustantivo a mi entender no es quien gobierne sino como gobierne, con que propósitos y con que objetivos se orientará la marcha del Estado-Nación. En este marco no se puede hacer de lado que la razón última de todo partido es la toma del poder político del Estado.

Afirma que el PRD es un partido de izquierda, cuando no lo es en el sentido clásico del concepto y denominación y, ni siquiera puede ubicársele como de “izquierda moderna” en los terrenos reformistas de la social democracia europea. Su eclecticismo ideológico, oportunismo pragmático y falta de compromiso para con las clases subordinadas en pie de lucha, le desdibuja como partido y como movimiento social.

Como una conjunción de fracciones o tribus de lo más disímbolo en propósitos y objetivos, carente de un programa unitario para la acción lo mismo para el corto plazo que en un horizonte de largo aliento, si en el marco del sistema político electoral en México se le puede considerar como partido político, este en tal escenario jurídico se ubica ideológicamente en el centro del espectro en la actual correlación de las fuerzas político electorales en el país, dominadas por cierto por las corrientes de centro-derecha.

Para dar contenido a su preocupación, Flores Aguayo recurre a los resultados de la última elección presidencial por la autodenominada izquierda, agrupada en el  “Movimiento Progresista”.

Si bien la alianza electoral cuantitativamente obtuvo algo más de 16 millones de votos, el PRD, por sí mismo participando solo en la contienda no habría alcanzado tal cifra que, objetivamente, fue un logro atribuible al liderazgo de López Obrador como candidato común. Cualitativamente, lo alcanzado es resultado de un proceso de maduración en amplias capas de la población que en medio del hartazgo y la frustración, votaran a favor de un cambio verdadero no más allá del reformismo limitado ofertado por el político tabasqueño. En esta premisa, vale acotar que con la salida de Andrés Manuel de las filas perredistas, el partido se queda huérfano de liderazgo y capacidad opositora.

Partiendo de tales premisas, considero que no hay mucho de que discutir en torno al papel que debiera jugar el PRD a lo largo del mandato del Sr. Peña, incluyendo el acto formal de toma de posesión en el seno del Congreso de la Unión. Por cuanto a la izquierda real, social y políticamente relevante, sus preocupaciones y tareas van más allá de los límites de los partidos políticos actuales cuyo agotamiento para hacer frente a las expectativas de la sociedad mexicana en el Siglo XXI, también están agotados.

El Partido de la Revolución Democrática simplemente jugará el papel protocolario que como “oposición de izquierda”, le fije e imponga el sistema político nacional. Lo demás, incluida la toma de tribuna o no en San Lázaro, es un simple show para justificar obtención y uso de las prerrogativas que se le tienen asignadas. Como sin duda ocurrirá con los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano.

Luego la preocupación central de Flores Aguayo sobre el futuro de su partido, cae en el vacío por irrelevante, cuando lo que sí debería ser objeto de revisión y debate, es el papel que los partidos políticos juegan en el Estado-Nación mexicano, implicando ello  revalorar lo que la ciudadanía en general y la militancia para el caso  particular del PRD, espera de ellos. Aclarándose una confusión que ya deviene en crisis político existencial para la izquierda electoral.

Los perredistas de buena fe que vienen de la izquierda histórica, lo viven y sienten en carne propia, resistiéndose a abandonar las filas de lo que aún creen es una alternativa opositora válida en México, cuando al mismo tiempo están cada vez más convencidos de que con el PRD no van a ningún lado, ni en lo electoral ni el propósito sustantivo de todo partido que es la toma del poder.

Sentimiento de inmovilidad e impotencia que se incrementa conforme se observa un ascenso mundial de masas, en el marco de la nueva expresión de confrontación clasista frente a los triunfos coyunturales de la derecha. Una nueva oportunidad de ascenso para la izquierda, jalonada por la movilización internacional de trabajadores, profesionistas, amas de casa y estudiantes bajo banderas rojas, frente a las medidas de austeridad fiscal y precariedad del trabajo consecuencia de la crisis sistémica global. Es la hora de la izquierda al lado del pueblo y,  para los perredistas bien intencionados su partido se mantiene al margen, les fue secuestrado por una burocracia insensible, acomodaticia y corrupta. Ahora están a la deriva, confundidos ideológicamente sobre el qué hacer y frustrados por equivocar el camino.

Dentro de esta crisis ideológica, ética y moral se encuentra Flores Aguayo. Por un lado se aferra a un  PRD social y políticamente agotado, con la intención de sumarse a su rescate desde dentro, asegurando supervivencia política y modus vivendi con el cargo que detenta, por otro, su sensibilidad social y experiencias del pasado, le dice como ciudadano de a pie y simpatizante de López Obrador que el camino a seguir es participar en Morena como nuevo partido en construcción. Su indefinición y falta de decisión para abandonar el PRD, lo mismo le genera rechazo al interior de su partido y  en las filas de Morena que un vacío existencial.

Sin una u otra opción, no es nada, como nada son quienes como el diputado no se atreven a dar un paso adelante. Sobre ello se debería reflexionar, más que preocuparse por si la cúpula tribal y burocrática del PRD concilia o no con el Sr. Peña y su proyecto de continuidad.

Hojas que se lleva el viento

Gracias al talante democrático que priva en el seno del PRI en Veracruz, el Consejo Político del tricolor en asamblea celebrada el pasado domingo ratificó a Erick Lagos como presidente del CDE, cumpliendo así con la instrucción del gobernador Duarte de Ochoa de premiar al destacado organizador de derrotas. El fidelismo, de plácemes. Xalapa, Ver., 21 de noviembre de 2012.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En nuestra incipiente e imperfecta democracia, para una gran mayoría ésta se materializa con un acto meramente protocolario, como es el sufragar cada vez que se convoca a elecciones locales o federales. Una vez cumplimentado esto en las urnas, se le da curso legal, medianamente se legitima con el ritual acostumbrado y el ciudadano, tras el deber cumplido, retorna a su vida cotidiana, dejando hacer, dejando pasar. Ahí concluye el carácter democrático de un Estado-Nación más que fallido en sus alcances plasmados en una parchada e inoperante Carta Magna y las leyes que de ella emanan.

 Un presunto estado de derecho cada vez más cuestionado, no por los mexicanos sino por la terca realidad, se encarga con el auxilio del sistema educativo y de los medios de comunicación de que la simulación sea aceptada como lo que entendemos como democracia.

Acotada así, nuestra democracia es tomada por la clase política y los poderes fácticos que representa  para, en su nombre, secuestrar la voluntad ciudadana, mantener el statu quo y reciclar todo aquello que, paradójicamente, niega en los hechos la prevalencia de  los principios sustantivos del utópico ideal de un gobierno del pueblo para el pueblo.

Así transcurre la vida política, económica y social del Estado-Nación a lo largo de su historia. Fruto de esta sinrazón es el México de hoy, dependiente, mediocre, sin rumbo cierto en lo interno y externo, y sin un destino claro que oriente su marcha con visión de largo aliento.

De ahí que todo el acontecer nacional esté enfocado a los procesos político electorales y, por lo consiguiente, sujeto a un régimen administrado por una partidocracia parasitaria. Una elección no termina de concluir en todos sus términos cuando ya se está preparando la siguiente. Los partidos políticos dictan la agenda nacional, sus personeros construyen su ruta individual y de grupo proyectándose al futuro en atención a lo que el destino manifiesto les depare y, los ciudadanos, en su mayoría indiferentes, esperan el momento en que se les convoque para, una vez más ratificar en las urnas su vocación democrática, legitimando el inacabable proceso de simulación, corrupción y engaño que los mexicanos hemos adoptado como forma superior de convivencia.

Entre todos conformamos una sociedad plural en la que es más lo que entre diferentes nos separa que lo que nos une, sin embargo, lo que como denominador común nos identifica, y nos iguala es lo que entendemos y vivimos como democracia  a la mexicana. No siendo circunstancial entonces el que para los sectores más reaccionarios quien no esté a favor y respete las reglas impuestas por tal remedo de forma superior de organización de la sociedad, es un adversario a eliminar, un mexicano mal nacido, ó, en su caso, malos políticos que, como señala el rector de la Universidad Autónoma Popular de Veracruz, maestro Guillermo Zúñiga Martínez, sin atreverse a mencionar por su nombre a Andrés Manuel López Obrador “…se dedican a estorbar el progreso de la nación”,  No se concibe que alguien se aparte de aquello que obligatoriamente nos iguala en un  Estado-Nación de desiguales. La disidencia es condenable, quién la ejerce es simple y llanamente  demente ó enemigo de la democracia. Concepto maniqueo de lo que debemos entender por unidad nacional.

En un país de ciegos, el tuerto que se atreve a percibir lo que no perciben los demás, no es rey, es un estorbo. Como ha quedado claramente establecido por las cúpulas perredistas que ya sin la “carga negativa” del político tabasqueño, se regodean del calificativo de “izquierda moderna”, que les colgaran las cámaras empresariales tras haber aceptado someterse a los dictados del presidente electo. O bien, con la condena abierta o solapada del senador Javier Corral por transgredir usos y costumbres, no por calificar a Calderón Hinojosa como cobarde sino por haber este allanado el camino para el regreso del PRI a Los Pinos.

Así las cosas en nuestra democracia de papel, el destape de Morena como una fuerza política independiente, contestataria y no sujeta al control de la partidocracia, no se alcanza a ver más allá de su posible incidencia formal en los procesos electorales venideros, siempre «atada dogmáticamente al caudillo que mesiánicamente aspira una vez más al poder presidencial». Lejos de aceptarse que, como movimiento social o como partido político, no sólo refleja el hartazgo de la mayorías empobrecidas, trastoca la correlación de fuerzas políticas y agudiza la crisis del régimen de partidos, también mantiene la esperanza de millones de mexicanos en que si es posible por la vía pacífica el cambio que reclama el país.

Ni se quiere ver ni mucho menos se acepta que Regeneración Nacional trascendiendo la coyuntura y el statu quo impuesto, con visión de largo aliento se asuma, por ahora, como el germen de una nueva izquierda capaz de construir ciudadanía y auténtica democracia,  en un México hundido en la corrupción, la impunidad y la simulación.

Es más cómodo, para regocijo de nuestros vetustos demócratas electoreros anclados en el pasado, percibirle, exhibirle y satanizarle como un mal entuerto creado por el aprendiz de brujo, que hay que someter, cooptar y neutralizar que como instrumento de transformación y cambio identificado con el sentir de un número creciente de mexicanos que se resiste a la ceguera por decreto.

¿O acaso la reacción en contra de Morena por parte de la clase política profesional y sus texto servidores, es miedo a ser barridos del escenario de la historia? Me inclino por esto último, la democracia a la mexicana no acepta actores ni protagonismos que se salgan del libreto.  Cd. Caucel, Yuc., septiembre 15 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A mi amiga Yasi Konan,  joven víctima de la barbarie en Costa de Marfil

 Se inició en la Huasteca veracruzana el hecho insólito de combatir pobreza y desigualdad con pobreza conceptual, moral, espiritual y material de un gobierno intelectualmente deshonesto, promotor de un programa sin programa y sin mayor propósito que marchar hacia “adelante” para seguir igual. Javier Duarte de Ochoa, cual moderno Hernán Cortes, se hizo presente en el municipio de Zontecomatlán para compartir  espejos y abalorios con sus habitantes.

No es crítica al gobernador de Veracruz. El joven Duarte de Ochoa, enfrentado a su circunstancia y rodeado de mediocridad, hace lo que puede, pretendiendo combatir molinos de viento sin un duro en el bolsillo,  en un país sin rumbo inserto en un mundo sin pies ni cabeza, en el que la pobreza y desigualdad son la constante, no la excepción.

A Javier Duarte de Ochoa le ha tocado gobernar contra la corriente más general. El reclamo e indignación popular están de regreso en todo el orbe. El modelo económico neoliberal se agotó y, con ello, las recetas para acceder y mantener a la llamada “sociedad del bienestar”.

De ahí que lo que debería estar a discusión y no motivo de ruido mediático, aplauso fácil y lisonjas cortesanas, es la factibilidad de ir al combate con una endeble política pública de desarrollo social sin crecimiento económico, que conceptualmente  pretende todo, menos mayor equidad en la distribución de la riqueza como podría esperarse en un Veracruz próspero.

A mi juicio es arar en el desierto, pretendiéndose sembrar bienestar social donde precisamente la vida material de las comunidades más pobres de la entidad, pobladas en su mayoría por indígenas, está marcada históricamente por el atraso económico, fruto de la explotación, expoliación, expropiación de trabajo y capital neto acumulado, así como exclusión y discriminación de nuestros pueblos originarios.

Pisos de cemento más, pisos de cemento menos, un brochazo por aquí, otro por allá, no hacen la diferencia cuando se trae sobre la espalda el pesado fardo  de 490 años de sometimiento y  marginación.

Mejoría social sin crecimiento económico compartido es entelequia. Trocar asistencialismo por “participación responsable” sin el sustrato productivo que le sustente, a más de demagógico resulta grosero cuando a los pueblos indígenas se les niega en los hechos autonomía y autogestión, en el marco de su particular concepción identitaria, integral e integradora, de la vida en común y en estrecha relación con la naturaleza. Ofreciéndoles a cambio seguro popular y conectividad de banda ancha al internet por su participación en el combate gubernamental a su endémica pobreza.

Sobre esto último cabría destacar que hasta donde se sabe, el programa “Adelante” contempla alcanzar objetivos y metas de manera individualizada para que ello se refleje en las estadísticas, de ahí la ya desatada arrebatinga por los padrones de beneficiarios. Habría que preguntar a las comunidades indígenas si están a favor del yo individuo beneficiado o del nosotros comunidad en desarrollo. Cuestión de enfoques que incide en los resultados por alcanzar.

Ofensa a la inteligencia no del gobernador al pueblo que gobierna, sino de un modelo capitalista de desarrollo diseñado para reproducir las mismas condiciones económicas, sociales y culturales, impuestas históricamente a las clases subordinadas.

¿Cambiar para seguir igual, o peor? Esto es lo que debería ser objeto de preocupación colectiva, tema de debate que se soslaya en aras de comodinos intereses espureos y electoreros. Ignorar la historia hace de Javier Duarte de Ochoa una víctima más del sistema y no, parafraseando a Franz Fanon,  moderno adalid de “los condenados de la tierra”.

Seguir insistiendo sobre “Adelante” es necedad, a más de “políticamente incorrecto”. Hasta aquí llego tocando un tema incómodo, esperando que los pueblos originarios oprimidos y expoliados y no el tiempo, hagan escuchar su palabra.

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