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Category Archives: Michoacan

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Y bajo esta premisa México tiene el gobierno ad hoc que responde al cuerpo social de un Estado-Nación decadente en el que las minorías se imponen por sobre el interés más caro de las mayorías: su independencia y soberanía, libertad, seguridad, educación, salud, recreación y oportunidades para desempeñarse en un trabajo digno y remunerativo.

¿Hasta cuando seguiremos como país, bajo esta premisa?

En estos maquinazos desde el 2010 se ha insistido de manera reiterada en la percepción de una crisis del régimen y partidos políticos que le sustentan, que ha tocado fondo, requiriendo de una profunda renovación que le permita ser funcional a las nuevas realidades de los dos Méxicos que conforman el todo nacional. La situación que hoy acusa México en todos los órdenes de su vida económica y social confirma tal percepción, objetivizándole y mostrándose al mundo su precaria desnudez.

La corrupción, impunidad, miopía, simulación, así como carencia de honestidad intelectual para reconocer que México transita sin brújula y sin rumbo cierto, a diferencia de lo que afirma el Sr. Senador José Fco. Yunes Zorrilla, se están encargando de negar posibilidad alguna de viabilidad de futuro al Estado Mexicano. Imponiéndose una nueva percepción que ronda en torno a la no muy lejana posibilidad de sumarnos a la lista de Estados fallidos que, por cierto, frente a la crisis económico financiera global va en aumento.

El régimen político que tiene secuestrado al Estado mexicano, ya no es funcional al cuerpo social; el pensamiento serio y lúcido de no pocos analistas propone un nuevo pacto social, así como la realidad real exige un nuevo pacto federal que atienda lo mismo al desarrollo regional desigual que a la polarización cada vez más severa entre entidades federativas con ventajas comparativas que les favorecen y las que se debaten entre pobreza y pobreza extrema.

Y en este marco, es de llamar la atención el que nuestra llamada clase política, apoltronada en sus privilegios, mantenga la inveterada costumbre de bañarse empezando por los pies. Auto recetándose reforma tras reforma, pretende encontrar en sí misma respuesta a una enfermedad social y política de la cual es directamente responsable.

¡Al ladrón… al ladrón!

Peña Nieto ha venido posponiendo el combate a la corrupción. Hoy la realidad le obliga a declararse de dientes para afuera favorable a una reforma constitucional que limpie la basura oculta bajo la alfombra. De inmediato, los partidos políticos se unen a tal propósito presidencial y, en un gesto más de seguidismo y simulación, secundan la iniciativa del PAN dispuestos a legislar sobre el particular. Los corruptos, en el papel dejarán asentado que son enemigos a muerte de la corrupción e impunidad y, con fundamento legal, el Estado mexicano se encargará de que cobre vigencia aplicando todo el peso de la ley en chivos expiatorios a modo.

Desgarre de vestiduras a destiempo. Pretender tapar el pozo después del niño ahogado, en medio del descrédito, protesta y resistencia social poco abona a su favor al régimen que en su propósito de salir bien librado del atolladero, descarga su crisis terminal en las espaldas de una sociedad ofendida.

Si hay algún culpable en la ofensa a los guerrerenses, son estos al permitir la presencia de la delincuencia organizada en su vida pública y privada, es la tónica adoptada. De un plumazo una crisis política de Estado se transforma mediáticamente en crisis de un tejido social local deteriorado y penetrado por “el narco”, saliendo al quite el gobierno federal para enderezar el entuerto que éste mismo creara.

En tal escenario, el combate a la corrupción que propone el régimen, nace corrupto por así determinarlo su antecedente genético. Si “la corrupción somos todos”, esta empieza por la cabeza y ésta, cómodamente se mantiene al margen e impune.

Primero Michoacán, ahora Guerrero y el estado de México, son la punta del iceberg que sobresale en las nauseabundas aguas en que el régimen político ha transformado a México. Estas entidades federativas no son sino un pálida muestra de de que el régimen político, sus partidos con el PRI a la cabeza y los obvios poderes fácticos que mueven los hilos, no son más garantía de progreso y buen gobierno; así lo está inscribiendo en su agenda el imaginario popular en sus afanes por retomar el hilo de la memoria colectiva y revivir la Revolución interrumpida.

La moneda está en el aire, toca a la sociedad actuar en consecuencia por los amplios caminos del fortalecimiento de ciudadanía, participación responsable y exigencia de honestidad, transparencia y resultados, en un marco de civilidad y respeto entre diferentes.

Hojas que se lleva el viento

La creación en Veracruz de un organismo policíaco de élite muy al estilo de series televisivas (de primer mundo, dicen), no se corresponde con el tipo de delitos que predominan en la entidad, pues a decir del propio gobernador, el mayor índice delictivo se registra en el renglón de robo de golosinas en tiendas de conveniencia. Esta sobredimensionada medida tomada por el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, tiene dos lecturas: O el gobernante insiste en mentir ocultando la realidad existente en materia de seguridad, o le sobran recursos públicos y no sabe en que gastarlos. Una u otra cosa lo cierto es que Peña Nieto le toma la palabra y a Veracruz no entra la gendarmería nacional en el «combate al robo de pingüinos».- Cd. Caucel, Yucatán., octubre 22 de 2014.
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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Dada la situación que está viviendo la sociedad mexicana, considero de mal gusto hablar de la soga en casa del ahorcado. La sola mención de la palabra “cadáver” crispa los nervios de más de uno, quizá por ello los excluidos del PRD en la aldea, autodenominados “amarillos”  para diferenciarse de sus correligionarios “rojos” uncidos al gobierno estatal, se niegan a reconocer  públicamente que el partido del sol azteca tiempo ha es fiambre insepulto, en Veracruz cuando menos.

Si así lo hicieran, en congruencia lejos de desgastarse inútilmente en una ramplona pelea que no lucha, al interior de su instituto político, tendrían por principio de cuentas que reconocer que la fuerza electoral de la izquierda ya no está en los partidos que,  en la geometría política nacional  se asumen como exponentes, representación y voz autorizada  de los intereses de una ciudadanía opositora en desacuerdo con las políticas públicas que vulneran soberanía, democracia y bienestar de la gente.

Si su corta visión les permitiera ver más allá de lo electoral y de los beneficios personales, prebendas y canonjías  que acarrea el ejercicio de la política y el servicio público, actuarían en consecuencia identificando quienes son en la realidad los electores que materializan en las urnas sus apetitos de acceso al poder formal. Y sin embargo, no parece tengan claro que la fuerza electoral real de la izquierda electoral no radica ni en las dirigencias espurias ni en una raquítica militancia que ha sido desplazada por los movimientos sociales contestatarios que, al margen de siglas y color de camisetas partidistas, optan por la autodefensa de sus más caros intereses, lo mismo de inclusión y participación solidaria y democrática en las tareas del desarrollo nacional que en aquellos asuntos que les afectan trastocando su vida cotidiana en el seno de las comunidades que les son propias.

Defensa popular a la que los partidos autodenominados de izquierda son ajenos, como bien se constata con  las diversas movilizaciones sociales que pugnan por hacerse cuando menos escuchar por las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

A estos movimientos sociales lo electoral les vale un cuerno. Pero sus integrantes ejercen su derecho a votar a sabiendas de que la democracia representativa es un mito, en tanto esta esté secuestrada por la partidocracia y que el gobierno en sus diversas esferas de la administración pública está para servir a los poderes fácticos y no al mandato de la voluntad ciudadana recibido en las urnas. Pero también recurren por la libre en la defensa de sus legítimos intereses.

Lo mismo les vale un rábano la pugna entre amarillos y rojos al interior del PRD en la entidad o la tribal que se da a nivel nacional, que para el caso es lo mismo. Identificado como partido palero, coparticipe en el diseño y aprobación de políticas públicas antipopulares y contrarias al interés nacional, más que como un aliado de valía al que otorgarle un voto de confianza, se le ve como un obstáculo más a enfrentar en el accidentado camino de la lucha social.

Los perredistas honestos y bien intencionados, que los hay, no quieren o no pueden ver que con la reforma política peñista, o sin esta, los dueños de las canicas son quienes por la buena o a la mala, imponen sus reglas y que, en éstas, la izquierda partidista es un mal necesario al que hay que acotar, usar y desechar cuando así convenga en oposición a la izquierda social y sus pretensiones de inclusión y participación en un juego al que no está invitada. Que, por tanto, como un bien utilitario al servicio de los poderes fáctico y formal, hay que cultivar y conservar compartiéndole clientelarmente algunas de las migajas que ofrece el servicio público a la servidumbre leal y bien portada.

Falta de visión y de ubicación política, que a esta militancia bien intencionada  le lleva a confiar y actuar en consecuencia en una confrontación electoral que no ofrece futuro y, de ahí, el que se preocupen y ocupen en dirimir diferencias internas que les restan presencia y peso en el escenario electoral; paseando de cuerpo presente  a un corrompido difunto que habiendo cumplido su ciclo en el escenario político nacional, exige ya, con urgencia, cristiana sepultura.

Tanta es su miopía que marginados de la lucha social trascendente, día con día alimentan odios y rencores al interior del partido, absurdamente a sabiendas de que en tanto la militancia no renuncie a la estructura tribal y se sacuda a “los chuchos”, todo queda en inútiles amentos.

Por cuanto a las dirigencias espurias del sol azteca, hace ya un buen tiempo que espaldas de la militancia se olvidaron del cadáver, utilizando el petate del muerto para mantener vigente la posición de dependiente utilitario  y el disfrute de prerrogativas, prebendas y canonjías que en vida le fueran concedidas al difunto.

Para la izquierda electoral no hay dilemas. Cumplió en su momento con el papel asignado por el Estado mexicano al sacar del closet a la izquierda histórica en la clandestinidad, extirpándole los dientes. Cumplido su ciclo y auto marginada de la lucha social de las mayorías empobrecidas y lastimadas, sólo le queda un camino, el de sepulturero de su propio despojo.

Hoy la sociedad es otra en un México que paradójicamente, se transforma para seguir igual en su estructura desigual y excluyente. Los tiempos presentes son para la izquierda social que, expresándose en un cada vez mayor número de movilizaciones de la más diversa índole, reclaman para sí el espacio  que venían ocupando los “partidos tradicionales de izquierda electoral”.  Y esto, pese a mi simpatía explicita para con Andrés Manuel López Obrador y su persistente llamado al cambio verdadero, va también para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), aspirante aún a partido político, en tanto no represente a la auténtica izquierda social y haga suyas, sin eufemismo, medias tintas y al margen del juego electoral,  las demandas de las mayorías hoy movilizadas;  en un programa mínimo para la acción, que incluya, unifique y de sentido con visión de largo plazo a las buenas intenciones que hoy animan a las fuerzas contestatarias de este país que se oponen al modelo neoliberal expoliador.

Hojas que se lleva el viento

No nos engañemos, la autodefensa no sólo se expresa en el ámbito de la seguridad pública, ni la mejor expresión de este fenómeno se da en terrenos michoacanos. Es una realidad nacional que cotidianamente se expresa en todos los órdenes de la vida social; los mexicanos vivimos día a día auto defendiéndonos de abusos, agravios e injusticias que derivan de un estado de derecho imperfecto, vulnerado y copado por la corrupción,  impunidad, intereses fácticos, pobreza y desigualdad e ineficiencias de un gobierno fallido. Y en este escenario, quien tiene más saliva come más pinole.- Xalapa, Ver., febrero 9 de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Para el dirigente nacional del PRI es un hecho irrefutable  que para el 2015 su partido se lleve carro completo en los 21 distritos electorales de Veracruz. Vistas las cosas sobre la condición que guardan los partidos opositores en la entidad, no anda tan equivocado el Sr. Camacho, no por las políticas públicas del gobierno federal y el desempeño de la actual administración pública estatal, o la designación de Elizabeth Morales como dirigente estatal como se quiere interpretar, sino por la carencia de una oposición sólida que en materia electoral pudiera impedirlo.

 Es  público y notorio que lo mismo el PAN que el PRD como opositores mayoritarios no viven su mejor momento. Pérdida de identidad, de rumbo y pugna facciosa a su interior, así como su cada vez mayor alejamiento de las necesidades reales y sentidas de la población, les imposibilitan el poder transitar en sentido contrario a las expectativas de triunfo a que hiciera referencia el ex gobernador de Edomex.

Aún en el caso de que tuviera tiempo la oposición para recomponerse, el peso específico de su pérdida de confianza y credibilidad ante un electorado mejor informado y participativo, le imposibilitaría el poder hacer un papel decoroso en la próxima contienda electoral.

Así las cosas, a mi juicio tenemos PRI para rato.

Esto si nos atenemos a las reglas del juego tradicionales, que circunscriben el comportamiento de la ciudadanía en las urnas  a un reflejo del quehacer de las diversas fuerzas político electorales en contienda. Otros factores que marginalmente pudieran entorpecer el libre tránsito del PRI en sus afanes hegemónicos, no se contemplan en el escenario triunfalista que hoy pone de relieve el Sr. Camacho.

Entre ellos, el cada vez mayor hartazgo ciudadano con respecto ya no sólo a la partidocracia y lo que políticamente esta representa para nuestra incipiente y vulnerable democracia representativa. La frustración y hartazgo ciudadano también está referenciado al comportamiento errático del Estado mexicano ante los grandes y complejos problemas nacionales que afectan, en primer término, a los sectores más débiles e indefensos de la sociedad, como es el caso de la inseguridad, corrupción, impunidad, disminución de derechos individuales y sociales, desempleo y pérdida del poder adquisitivo del salario. Frustración y hartazgo cuyo origen no se identifica con el Estado como tal sino que es atribuible al gobierno, a la administración pública en sus tres estamentos de autoridad y a la pésima imagen de los actores políticos que les encabezan.

Para la mayoría el Estado es una abstracción poco entendible. Lo concreto, cuestionable, sujeto a valoración y al alcance de todos, es el gobierno que, a su vez, se nutre del sistema prevaleciente de partidos políticos. Luego a estos, indistintamente del color de la camiseta, se le atribuyen culpas y responsabilidades.

Hoy gobierna el PRI tanto a nivel federal como en la mayoría de los estados y municipios del país. Lo que pase o deje de pasar en los meses que faltan para los comicios federales del 2015, se atribuirá a este partido y es aquí en donde el triunfalismo priísta podría topar con pared,  enfrentando un nada despreciable voto de castigo ó, en el mejor de los casos, al fantasma del abstencionismo que no mella en lo legal pero que si priva de legitimidad.

Escenario que, en el caso concreto de Veracruz es más que previsible y viable, si nos atenemos al estado de cosas  que guarda una administración pública estatal disminuida, así como evidente corrupción impune en el ámbito de de los gobiernos municipales.

Luego a mi juicio,  el triunfalismo del Sr. Camacho habría que entenderse como un gesto de cortesía para con el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, más que convicción objetiva. Porque si de algo debe estar conciente el dirigente nacional del PRI, es de un escenario adverso para su partido en el que la inseguridad ciudadana busca a quien pasarle la factura.- Xalapa, Ver., 28 de enero de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Distractores políticos como el debate en torno a las reformas y adiciones a la Ley Federal del Trabajo, ocupan nuestra atención,  pasándose por alto  lo que para la vida cotidiana del mexicano de a pie es sustantivo en un país en el que es más seguro lo comido. Asegurar el presente antes que un futuro incierto, y eso significa contar hoy con alimentación, vivienda, salud, educación y recreación, que ya mañana Dios dirá. Seguridad mínima de supervivencia en nuestra sociedad sólo posible con un empleo u ocupación remunerada,  a cuenta propia o como dependiente. Todo lo demás es accesorio, así de simple. 

Es por ello que,  quizá a sabiendas de lo anterior el ruido mediático, el discurso de la llamada clase política e incluso, sesuda argumentación de no pocos expertos y académicos, para no hacer olas privilegian reformas a la superestructura jurídica del Estado y no,  a la estructura económica que deviene de la producción y el trabajo. Tomar el toro por los cuernos afrontando la naturaleza de unas relaciones sociales de producción existentes, basada en la explotación de la fuerza del trabajo en beneficio del capital, no entra en los propósitos del debate. 

De ahí que todo gire en torno a la reglamentación del mercado laboral en beneficio del patrón con pretexto de incrementar productividad, competitividad, tasa de ganancia, inversión y reinversión y, poco o nada, se atienda al derecho humano a un empleo y su justa remuneración en la que descansa la seguridad y sustentabilidad de supervivencia de la mayoría. 

Hasta donde es dable observar y escuchar, en la discusión no se toca la composición del mercado laboral en México, la precariedad del empleo, ni mucho menos cuantitativa y cualitativamente los componentes de una masa salarial que de éste se deriva en beneficio del país en su conjunto. Aplicándose tabla rasa para una población económicamente activa, presente y futura, de acuerdo a criterios estadísticos y parámetros oficiales que tienen más que ver con simulación y autoengaño gubernamental en materia de generación de empleos, que con la realidad cotidiana de la economía familiar;  recreándose un clima laboral jurídicamente surrealista que choca con lo que a diario vive el mexicano de a pie, en perjuicio de este.  

La reforma a la ley una vez votada será de observancia general en teoría, pero eso no cambia el hecho de que su  aplicación estará restringida a la relación obrero patronal en la llamada economía formal. Para la ocupación informal y para el creciente número de los sin trabajo, será letra muerta, en tanto de facto este sector de la población para el capital seguirá siendo en el proceso de reproducción de la fuerza de trabajo, ejército marginal y prescindible de una reserva sobredimensionada. 

Muertos de hambre, numéricamente más o menos, víctimas del desempleo y la pobreza, no entra en los cálculos del capital en la actual coyuntura ni en el debate legislativo. Lo determinante es la fuerza de trabajo activa en un mercado laboral excedentario. 

Hay quien me dice lo contrario: “Con la aplicación de la nueva legislación (o parche a la vigente) se combate el desempleo y se abren espacios para los desocupados al contar los patrones con mayor flexibilidad de contratación y despido y, por ende, con mayor seguridad para invertir en nuevas fuentes de empleo y modernización  del aparato productivo”.  

A mi juicio, podrían tener razón en un contexto diferente. Roto el equilibrio entre población ocupada y remunerada y el ejército de reserva que se crea a sí mismo el capital, tanto para reposición de la fuerza de trabajo como para presionar los salarios a la baja, tal posibilidad, salvo casuísticamente y en una bajísima proporción,  se hace nugatoria en un mercado laboral en el que la oferta de mano de obra, a cualquier nivel, supera en mucho a la demanda del aparato productivo. Fenómeno que a su vez repercute en detrimento de modernización, productividad y competividad. La contratación y despido discrecional privilegiará el uso extensivo de mano de obra barata como fuente generadora de plusvalía para el capital, en demérito de la innovación tecnológica en la micro, pequeña y mediana empresa urbana y rural, incrementándose la precariedad del empleo. 

En un país con más de cincuenta millones de pobres cuya necesidad familiar primaria de supervivencia es un empleo más que sea mal pagado y sin prestación social alguna contemplada en la ley, hoy y en el futuro cercano la sobreexplotación de la fuerza de trabajo que propicia la realidad sistémica y no precisamente la legislación laboral por aprobarse, será la regla general y no la excepción. Contar hoy con alimentación, vivienda, salud, educación y recreación, deja el día de mañana para los hogares mexicanos en manos de Dios.

O se reforma la estructura económica del país o todo cambio en la superestructura jurídica del Estado, será para seguir igual. ¿O peor?

Hojas que se lleva el viento 

Si el Sr. Peña con su improvisada gira por Europa pretendía hacerse presente como hombre de Estado ante la opinión pública internacional, algo falló. Para los principales diarios europeos el viajero mexicano no mereció ser destacado en sus primeras planas, pasando desapercibida su visita. La profundidad de la crisis a que se enfrenta la Eurozona no permitió dar cabida mediática a frivolidades tercermundistas.  Lo que si logró el presidente electo es alborotar la gallera doméstica en México, ofreciendo al capital extranjero lo que no es suyo y sí propiedad de la Nación como preámbulo del intenso debate que tendrá lugar con motivo de la pretendida reforma energética.

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Señal ominosa lo acontecido en Michoacán. Se radicalizan protesta juvenil  y represión gubernamental en demérito de la tranquilidad pública deseable en un país azotado por la violencia criminal. ¡Aguas!

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Cuando se convoca a la unidad es porque esta no existe. Es el mensaje que deja el Consejo Político Estatal del PRI en Veracruz, confirmándose que en la entidad de todos los partidos políticos nacionales con registro no se hace uno. Intereses personales y de grupo, tribu o cacicazgo en época pre electoral pueden más que la razón de Estado. Para los medios de comunicación el  Sr. Dr. Duarte de Ochoa se asume como el líder natural e indiscutible del priísmo veracruzano, lo que queda en duda cuando habla de romper con un pasado que, en los hechos, se resiste a abandonar el escenario.   Xalapa, Ver., octubre 17 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Partido revolucionario institucional

Más allá del derroche de recursos públicos y la presunta injerencia del poder intimidatorio de grupos delictivos, la elección de gobernador en el estado de Michoacán, independientemente de las implicaciones que ésta pueda tener coyunturalmente, bien para Calderón Hinojosa, su delfín  y su partido, bien para el PRI con Humberto Moreira y Enrique Peña Nieto, a mi juicio lo que ha puesto de manifiesto es un evento cualitativo en el proceso de cambio de la sociedad mexicana, manifestándose en la nueva composición de las diversas fuerzas políticas actuando sobre los resultados cuantitativos de la elección del pasado domingo.

De acuerdo con las cifras que arrojara tanto el Programa preliminar de resultados como las encuestas de salida, es evidente que el partido hegemónico y el carro completo ya pasaron a la historia en México. La tendencia  observada en una elección local en la que todos los partidos políticos pusieran toda la carne en el asador, seguramente habrá de expresarse en los comicios federales del próximo año.

Jugándose el todo por el todo, habiendo sufragado apretadamente el 51 por ciento de los ciudadanos empadronados, hasta este momento el PRI se levanta con el triunfo en números redondos con apenas el 35.3 de los votos válidos emitidos, siendo seguido de cerca por el PAN y el PRD con el 32.6 y el 28.8 por ciento, respectivamente, dividiéndose el pastel en prácticamente tres porciones de casi igual peso y dimensión, en tanto que el abstencionismo se queda con una tajada del 49 por ciento del sufragio potencial total.

Indicando lo anterior, por un lado, que los partidos han sufrido merma considerable en competitividad, encontrándose actualmente a casi el mismo nivel entre sí de ineficaces. La diferencia porcentual entre el ganador de la elección y su adversario más cercano, el PAN, siendo mínima, echa por tierra la idea del tradicional carro completo y el carácter hegemónico de la aplanadora priísta. Reflejando un cambio cualitativo en el electorado, que habla tanto de un mayor pluralismo en el seno de la sociedad como de la pérdida de capacidad de maniobra y de convocatoria del partido presuntamente mayoritario en México. Su voto duro sumado al del partido verde, apenas alcanzo para triunfar con 5 puntos porcentuales por sobre el PAN, no obstante que presuntamente le beneficiara la opinión pública respecto a la estrategia de Calderón Hinojosa en el combate a la delincuencia organizada, así como de la injerencia del gobierno federal en el proceso electoral.

Pero por otro, el que se mantenga casi inalterable el índice de abstencionismo registrado en los últimos procesos electorales locales y federales, no refleja otra cosa que la crisis por la que atraviesa el régimen político en México. Tanto partidos políticos como instituciones públicas no dan más en confianza, credibilidad y legitimidad entre el electorado. Siendo más que evidente que para el cincuenta por ciento de los sufragantes potenciales, las elecciones dejaron de ser fuente de expectativas de progreso y razón de ser para el enriquecimiento de la vida democrática del país.

Por cuanto a legitimidad, el partido triunfante en la elección de gobernador en Michoacán, repite una vez más lo que ya se va haciendo costumbre, triunfo pírrico para gobernar con menos del 20 por ciento de la voluntad de los ciudadanos legalmente empadronados.

La sociedad ha cambiado cualitativamente, como se expresara cuantitativamente el pasado domingo en Michoacán. El triunfalismo de los partidos políticos no se corresponde con la nueva realidad. No alcanzando ninguno el 40 por ciento o más de los sufragios emitidos no habla bien de la democracia en México, antes al contrario, expresa una enorme debilidad del régimen político frente a las expectativas democráticas de la ciudadanía.

Otra cosa que abona a lo anterior, es el hecho de que la voluntad ciudadana se inclina en las urnas más a favor o en contra de la imagen proyectada mediáticamente por los personajes contendientes que por los partidos políticos que les postulan, ante la ausencia de programas y propuestas partidistas creíbles y sustentables que merezcan el respaldo de los votantes.

Y en tanto el feudo cardenista se derrumba estrepitosamente, como bien lo señala Julio Hernández López, en su columna “Astillero” no puede echarse en saco roto la derrota que, en paralelo, sufriera Elba Esther Gordillo y su aparato corporativo, poniéndose de manifiesto por parte del magisterio michoacano el no más a dejarse manipular e influenciar por el petate del muerto puesto a disposición del mejor postor.

Con la elección federal del 2012 ya encima, bien vale la pena reflexionar sobre los comicios michoacanos y poner la barba en remojo. Más que el relevo presidencial lo que está en juego para el corto y mediano plazo es la gobernabilidad en México. O los partidos políticos se actualizan en visión ideológica y programática, aceptando la profundidad de su crisis actuando en consecuencia, o en julio próximo la ciudadanía les da una sopa de su propio chocolate dejándoles colgados de la brocha.

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Con Lupa

Con el 98 por ciento de casillas computadas, a las 08:12 hrs. De hoy lunes 14, el PREP   daba una ventaja a Fausto Vallejo del PRI con el 38.38 de los votos en la elección de gobernador, contra el 33.66 de la candidata panista Luisa María Calderón. El PRD en el tercer lugar de la contienda obtuvo el 28.9 por ciento de la votación para su candidato Silvano Aureles.

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