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Category Archives: Morena

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En recuerdo de David, Eunice, Mariana y Felipe

En el convulso reacomodo geopolítico  de un sistema económico, político y social que tiene de cabeza al planeta entero no es de extrañarse  el que hombres y mujeres comunes,  no le encontremos  la punta al mecate. 

Entre “postverdad” y “postmentira”, el exceso de información y contra información lejos de aclarar dudas les incrementa, haciendo nugatoria la búsqueda de algo que pudiera dar luz al clima de incertidumbre  en el que discurre la cotidianeidad de vidas y haciendas.

Quizá por ello una inmensa mayoría opta por hacer caso omiso de lo que la prensa,  internacional, nacional y local, difunde sobre lo que para ésta estaríamos obligados a  entender como contexto trascendente para ubicarnos en una realidad agobiante.

Cual habitantes de la Torre de Babel, en la que cada cabeza es un extraño mundo que no se comparte, vivimos encerrados en nosotros mismos, tratándole de sacar el mejor partido a nuestra gris existencia refugiándonos en trivialidades, por cierto diseñadas como punto de fuga legitimador de nuestra condición de subordinados.

Sobrevivir es el juego. Rascándose cada quién con sus propias uñas, sin intentar ver más allá de nuestro ombligo, ante el temor de confirmar el vacío de una vida sin futuro halagüeño en un mundo que no más nos es propio. Mundo en el que a miles de millones de seres humanos se  les impone la etiqueta de desechables sin opción al reciclaje. El que no consume es prescindible para la sociedad de mercado, no tiene derecho a la vida.

Extraña reflexión, empero obligada en una terca realidad cuya interpretación nos es impuesta por un poder real concentrado en una escasa minoría que,  ideológica, económica, política y culturalmente,  subordina a su interés la vida entera en el planeta.

No hay más sentido de pertenencia para las mayorías empobrecidas material y espiritualmente. Nada a que aferrarse,  somos y no somos a voluntad de nuestro dueño común.

Si, extraña reflexión en la que ganándome el pesimismo, en estas fechas dedicadas a la muerte viene a mi mente el recuerdo de camaradas que en la flor de su juventud fueran masacrados por las fuerzas represivas de la reacción, cuando acaso solo aspiraran a un mundo mejor.

Empero, no pierdo la esperanza, valorando en todo lo que vale la resistencia como expresión rebelde de un querer retornar de hombres y pueblos a la libertad y disfrute pleno en armónica consonancia con la naturaleza, utópica confirmación de la esencia  humana hoy aherrojada con la sutil cadena de las leyes del mercado.

Rebeldía y resistencia, individual y colectiva, destacada en formaciones sociales originarias o indígenas cuya presencia confirma dominación y subordinación,  en un estado de cosas impuesto más allá de nuestra imaginación en la perenne confrontación del hombre contra lo humano. Dominación y subordinación que en su relación dialéctica parece recrearse en el tiempo, cerrando el perenne círculo perverso de una humanidad sin futuro.

Y sin embargo, todo lo que es muere, como en estas fechas se pone en primer plano. La esperanza también muere pero muere al último.

Hojas que se lleva el viento

Con el inicio del proceso electoral 2018 en Veracruz, la batahola matraquera que mediáticamente ocupa a políticos y periodistas se incrementa exhibiendo el peso del Tarot, las güijas  y las bolas de cristal como  instrumentos de análisis para definir el incierto futuro de la vida político electoral nacional y local. Lo singular del estruendoso ruido, es que la llamada clase política y salvo honrosas excepciones en la prensa estatal, a diferencia del resto de la ciudadanía parece importarle un bledo presente y futuro económico y social de la entidad.

Hablar de partidos políticos, de alianzas y trastupijes, personajes iluminados y presuntos resultados de la contienda que hoy inicia, es el tema de moda en tanto que lo sustantivo y determinante para 2018, la economía veracruzana y el deterioro del tejido social concatenado, está ausente en el ánimo y quehacer de los aprendices de brujo.

La desigualdad, pobreza y desasosiego, también juegan.

-ooo-

Desde endenantes consideramos que a nuestro modesto pensar Morena, como nuevo partido político emergente,  estaba obligado a sumar y no a restar en su relación con los movimientos sociales que en resistencia defienden territorios y formas de vida comunitaria. No sucedió así, antes al contrario, respetando las reglas excluyentes  de la partidocracia se distanció de éstos. Ahora sus dirigentes se rasgan las vestiduras acusando al EZLN y al Consejo Nacional Indígena de competir electoralmente con MaryChuy, su vocera y aspirante a una candidatura presidencial independiente para restarle votos a la izquierda,  cuando en realidad electoralmente no es competencia ni modificará los nomios que hoy señalan a López Obrador como puntero indiscutible en la contienda por la presidencia de la república. Los pueblos originarios en resistencia y  organizados desde abajo, sólo muestran el camino para un México incluyente y sin prejuicios atávicos. Morena está a tiempo de reflexionar y corregir.

Cd. Caucel, Yuc., noviembre 2 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En abierto, sin tapujos, Peña Nieto inicia su sexto año de gestión provocando polarización y encono entre los mexicanos ante el proceso electoral 2018 que formalmente inicia en noviembre próximo.

Enrique Peña Nieto (La Jornada 03/09/2017) aseguró que hace muchos años que el país no se encontraba ante una encrucijada tan decisiva y determinante como la actual. “La disyuntiva es muy clara: seguir construyendo para hacer de México una de las potencias mundiales del siglo XXI o ceder a un modelo del pasado que ya ha fracasado’’. Afirmación en clara alusión al “populismo” que se dice colocaría a México en igual o peor tesitura que lo que se vive en Venezuela.

Frenar a López Obrador y Morena a cualquier costo es el propósito ya explícito del gobierno peñista y su partido, como se pusiera de manifiesto al afirmar Peña que respeta al tabasqueño pero difiere de su modelo económico, dando lugar a una orquestada andanada de descalificaciones al partido de reciente creación y su líder nacional.  Destacando las declaraciones del secretario de educación, Aurelio Nuño Mayer (La Crónica 010917),  quien llamó a los priistas “… a la unidad y a dar la batalla para que el legado del presidente Enrique Peña Nieto en materia educativa continúe en 2018 y así convertir a México en la Corea del Sur del siglo XXI y no tomar el camino que nos lleva a resultados populistas como los que vemos en Venezuela”.

Nueva versión de “López Obrador un peligro para México”, ahora sustentada en una deformada idea mediática de “populismo” y en presuntos nexos de López Obrador con el gobierno venezolano de Maduro. Ello enmarcado en la posición injerencista del gobierno de México en los asuntos internos de la nación sudamericana.

Con la diferencia de que el México de hoy no es el que gobernaran Vicente Fox y Felipe Calderón. Como tampoco la presidencia de la república y el PRI cuentan con respaldo suficiente para rescatar la hegemonía de antaño, como para pretender  arrebatarle  el posible triunfo a  un López Obrador cuya popularidad y aceptación va en ascenso.

Fruto de la impotencia y la desesperación la estrategia peñista lejos de ser exitosa no solo podría revertírsele en el último año de su gobierno, también y eso acusa extrema gravedad, el que la sociedad se polarice sumando encono entre los mexicanos cuando ya de si no estando el horno para bollos, México se debate en una espiral de violencia que cuestionando a un endeble estado de derecho, lo mismo merma gobernabilidad que capacidad para administrar un conflicto que rebasando a las instituciones republicanas tiene como caldo de cultivo desigualdad, pobreza y deterioro del tejido social en ascenso.

La mayoría del pueblo de México ya no se mueve por consigna dictada desde la cúpula de la élite. La estructura poblacional en lo social, así como la económica caracterizada por una profunda desigualdad en el ingreso, ya no se corresponde con el discurso oficial ni responde a pie juntillas a intencionalidad y propósito del poder formal y fáctico dominante, luego pretender alcanzar unidad nacional en base a una supuesta disyuntiva que equivale  a dos sopas, “o estás conmigo o estás contra mí”, oponiendo el negro al blanco sin ponderar los medios tonos, a mi juicio no solo cae en los terrenos de lo absurdo, también divide y agudiza los conflictos en un país que en su conjunto y salvo pequeñas islas que confirman la regla, sin rumbo claro, timonel y brújula, a partir de la violencia criminal impune, ronda peligrosamente el camino de la anarquía.

Atendiendo al bajo nivel de aceptación que registra Peña Nieto y su gestión, confirmado con la indiferencia de la mayoría de los mexicanos ante un V Informe de Gobierno plagado de triunfalismos sin sustento, mentiras y verdades a medias, en qué cabeza cabe, sin desvariar u optar por un autoritarismo a ultranza, el oponer como una disyuntiva que parte de premisas falsas,  la continuidad de un modelo neoliberal fracasado, entreguista y empobrecedor al retorno al pasado. ¿Cuál pasado? ¿Aquel al que el partido hegemónico con sus luces y sus sombras nos sometiera a lo largo de décadas? ¿A los gobiernos panistas de Fox y Calderón? Vaya manera tan simplista de contemplar la historia de México en aras de dar continuidad a lo que las mayorías rechazan.

México ni es Corea del Sur ni es Venezuela. Cuenta con su propia historia, su propia circunstancia en el orden nacional e internacional, pero sobre todo cuenta con un pueblo que, en las encrucijadas más álgidas de la historia nacional ha sabido encontrar su propio camino. De ahí a que viene entonces la dicotomía planteada, si no es con el propósito explícito no solo de confundir a sectores desinformados de la población, también el de encontrar un respaldo social que no se tiene, en una clase media alta que contempla como peligro a sus aspiraciones de ascenso económico y social el que López Obrador sea un Maduro más en América Latina.

El mismo juego que en Venezuela opone a la clase media alta con las mayorías populares con el resultado por todos conocido. ¿Eso es lo que queremos para México?

Insistiré una vez más: Andrés Manuel López Obrador no es el revolucionario que se sataniza; tanto el cómo Morena son simple expresión de un reformismo progresista que se identifica con el descontento y hartazgo que ha generado un régimen político obsoleto y caduco que, para una población de 130 millones de mexicanos, ya no responde a las necesidades presentes de nuestras realidades.

Ya experimentamos con el PRI y el PAN en el gobierno, por qué entonces se nos quiere negar la opción que ofrece Morena, si no es para seguir igual o peor que endenantes.

Hojas que se lleva el viento

Patética la andanada mediática del priismo en Veracruz  condenando la ausencia de democracia interna en Morena, como si el tricolor tuviera calidad política, ética  y moral para asumirse como paladín de la democracia. Despotrica contra la paja en el ojo ajeno sin tomar conciencia de la viga que nubla su tuerta visión. Todo sea por alcanzar un pedazo de pastel en el 2018.

Cd. Caucel, Yuc., septiembre 3 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Pérdida de empleos y deterioro del poder adquisitivo del salario, aunado al clima de violencia criminal e inseguridad, pesan más en el ánimo del colectivo nacional que un escándalo de corrupción y saqueo que simplemente confirma lo que es de todos conocido.

Lo evidente mata especulación. Es tal el deterioro y retroceso que en todos los órdenes acusa Veracruz que el discurso especulativo de una clase política corta de miras, encabezada por el gobernador de la entidad, resulta superfluo frente a la terca realidad. Perdida en dimes y diretes en torno al destino último del saqueador de moda  y sus cómplices, no alcanzan a percibir que más importante y relevante para los veracruzanos es la incertidumbre frente a lo que el futuro nos depara que un pasado que ya se fue, que ya no está más que en el herramental con el que se manipula morbo, ignorancia  y sed de venganza en pro de oscuros intereses.

Pasado ominoso que operando como distractor, cortina de humo que pretende ocultar la terca realidad de desigualdad, pobreza, exclusión e inseguridad que acompañan a una economía que se va a pique y, frente a la cual, la incapacidad de los tres órdenes de gobierno para paliarla, es más que evidente; antes al contrario, auspiciando su profundización la ignoran o se sirven de esta para, en río revuelto, satisfacer intereses particulares o de grupo que atentan contra soberanía e independencia nacionales.

Es por ello que llama la atención el que Don Miguel Ángel Yunes Linares afirme que el “affaire” Duarte de Ochoa es tema de primer orden en la vida nacional, cuando no es así. El seguir dándole vueltas a la noria en torno al ex gobernador de Veracruz y sus presuntos cómplices, incluida esposa y amantes, cuando éste ya está a buen recaudo como “vinculado a proceso”, figura únicamente como prioridad en quien confunde venganza con buen gobierno.

Un escándalo más en suelo patrio de los muchos que empañan la vida de la nación, reflejo, insisto, del agotamiento de un régimen político caduco cuya legitimidad se cuestiona cotidianamente.

Para aquellos medianamente informados y para quienes padecen la precariedad de un salario venido a menos, en la jerarquización de prioridades está puesto el énfasis en el renglón económico. El modelo adoptado por los gobiernos neoliberales se agotó; las reformas estructurales están operando en contra, y la crisis de una economía que no crece no obtiene respuesta positiva por parte de los aprendices de brujo del gobierno central. Pérdida de empleos y deterioro del poder adquisitivo del salario, aunado al clima de violencia criminal e inseguridad, pesan más en el ánimo del colectivo nacional que un escándalo de corrupción y saqueo que simplemente confirma lo que es de todos conocido.

“El país vive una situación generalizada de desesperación…” (Orlando Delgado Selley, La Jornada 27/07/2017)

Los veracruzanos ya no se chupan el dedo. Así que a quién quiere engañar el gobernador de dos años, cuando arremetiendo contra Andrés Manuel López Obrador cuestiona a este por no darle la importancia debida al tema que no le deja dormir, afirmando que el silencio del líder de Morena es silencio cómplice resultante de la “untada” de mano que recibiera de Javier Duarte de Ochoa.

A sabiendas de lo que estaba por recibir de ganar la elección, Yunes Linares, candidato a la gubernatura de dos años, se comprometió a dar la debida atención a tres temas prioritarios: el rescate y reordenación de la administración pública estatal, el rescate de la vida económica de la entidad, y el restablecimiento de la seguridad pública.

A casi ocho meses de gestión, el gobierno de la alternancia se ha desentendido de tales prioridades. La administración con una hacienda pública quebrada y asediada por acreedores es un verdadero desbarajuste; la economía veracruzana en franca recesión agudizando su crisis, y la inseguridad ciudadana es ya pan de todos los días a la par que se incrementa el deterioro social dominando desempleo y pobreza.

Trastocado el orden de prioridades, la persecución y acoso por todos los medios disponibles a los aún presuntos saqueadores de la hacienda pública veracruzana, tienen prevalencia.

La alternancia, sin rumbo ni brújula, en vísperas de una renegociación del TLCAN en la que están en juego los principales renglones de la economía veracruzana, hoy por hoy se da por fallida, mientras el titular del ejecutivo da palos de ciego combatiendo a periodicazos fantasmas del pasado.

“Es la economía…” gobernador, tome nota.

Cd. Caucel, Yuc., 27 de julio de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si en Francia el “populismo” de centro derecha gano la elección presidencial en segunda vuelta, no es de extrañarse que en México pueda darse el caso de que sea el “populismo” de centro izquierda,  con Morena,  el que en el 2018 se levante con el triunfo.   

La gente, aquí y en una gran parte del mundo  ya no quiere más de lo mismo. El descontento y hartazgo popular frente a los partidos políticos tradicionales es más que evidente; trátese de institutos políticos de derecha, izquierda o centro, ya no se consideran opción viable en las expectativas electorales de las mayorías.

Esto quizá explique a mi juicio, el por qué entre más se insista en descalificar a Morena o a su líder moral, más crece la empatía y aceptación del partido de nuevo cuño, surgido del Movimiento de Regeneración Nacional que diera la pelea en contra de las llamadas “reformas estructurales” que auspiciaran la privatización del petróleo y la energía eléctrica, así como la pérdida de soberanía al abrírsele las puertas a las poderosas trasnacionales de los energéticos.

Fenómeno nuevo en el que el análisis tradicional sobre el curso de una elección, ya no tiene cabida. Factores decisorios como “estructura partidista”, “voto duro”, “imagen mediática de partidos y candidatos”, entre otros, quedaron atrás. Por primera vez en la historia de este país, es la gente con sus percepciones y su participación consecuente,  la que define el curso definitorio de un proceso electoral que desembocará con la elección del sucesor de Peña Nieto.

Muy cierto que la gente suele equivocarse. Son muchos decenios en los que se votara por proyectos partidistas contrarios al interés nacional, luego de sufragarse en favor de Morena y esta decisión resultara fallida, sería una equivocación más, con la salvedad de que ello contribuiría a elevar la conciencia política de los mexicanos. Y si al contrario, los resultados obtenidos por la opción “populista” de centro izquierda fueran positivos, por primera vez en muchos años se vislumbraría como viable el anhelado cambio que la gente exige, a la par que se fortalecería la participación popular y el ejercicio del derecho ciudadano a elegir lo que más convenga al interés de las mayorías.

La moneda está en el aire y, pese a  la alianza tácita de los partidos tradicionales en contra de la muy posible elección de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México, todo indica que la gente está comparando y diferenciando la opción de Morena con la de años de simulación, corrupción, impunidad y secuestro de la democracia representativa por oscuros intereses de la partidocracia, en un régimen caduco soportado por el PRI, PAN y la llamada “morralla” partidista.

La gente está diciendo ¡Basta!, lo mismo en el Estado de México, Nayarit, Coahuila y sin duda Veracruz. Frente al más de lo mismo y a sabiendas de que al PRI o al PAN se les puede derrotar en las urnas, ve en Morena al “rayito de esperanza”. Nos guste o no, el “populismo” está tomando las calles.

Los mexicanos no somos tontos. Sabemos que en la vida política nacional la corrupción impune es denominador común, ningún partido político se salva de esta lacra y Morena no es la excepción, empero, hay de corrupción a corrupción y la gente lo valora tras ser del dominio público aquellos extremos a los que se llegara con auténticos saqueadores  emanados de las filas priístas, panistas y perredistas. La diferencia entre Morena y los partidos tradicionales es tal, que no deja lugar a dudas entre los electores potenciales. De entre lo pésimo, lo menos peor podría ser la respuesta como se confirmara en EE. UU con Trump, o en Francia con Emmanuel Macron, electo presidente por el voto del hartazgo el pasado domingo.

Que tanto pesará el voto ciudadano frente a la orquestada andanada del PRIAN desde Los Pinos, es la interrogante. De lo que sí podríamos estar seguros es que la guerra sucia como argucia electorera, desgasta ante la opinión pública a quienes la propician, revertiéndoseles. La sociedad ya es otra y la crisis de credibilidad en las instituciones y aparatos propagandísticos al servicio del statu Quo, se deja sentir hasta en los sectores políticamente más atrasados o menos informados.

Será el tiempo el que dicte la última palabra.

Hojas que se lleva el viento

Cerrar los ojos ante una realidad contundente, también es un derecho que hay no solo que tolerar sino respetar. Bienvenidos sean los senadores Yunes Landa y Yunes Zorrilla a una contienda que, en el 2018, se da de antemano perdida para el PRI.

Cd. Caucel, Yucatán, mayo 11 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Los que saben del asunto de la guerra dicen que lo trascendente en toda conflagración bélica no es el ganar o perder una batalla sino ganar la guerra. Y si como dicen los conocedores del paño, “la guerra es la política por otros medios”, bien podría establecerse como válido que en la política electoral es quien gana la guerra y no una batalla el que a la larga se hace merecedor al triunfo.

Bajo esta lógica, y atendiendo que el pasado domingo se diera inicio formalmente a la carrera electoral que desembocará en las urnas el 4 de junio próximo con la elección de alcaldes en los 212 municipios veracruzanos, cabe considerar que el PAN-PRD y MORENA, los dos grandes contendientes a enfrentarse con relativo éxito, se encontrarán en la tesitura de ganar o perder una batalla en el largo camino de ganar la guerra.

Por ahora y en lo que toca a la vida política postduartista de la entidad, la alianza PRD superó a Morena ganando la batalla por la gubernatura de dos años, más no la guerra; debiendo refrendar su triunfo parcial en la batalla por las alcaldías veracruzanas como prolegómeno para la gran batalla del 2018.

Por su parte, MORENA estará en la obligación de ganar la batalla parcial en el presente proceso electoral si quiere aspirar al triunfo de la guerra en el 2018, alzándose con la gubernatura local y la presidencia de la república.

Siempre bajo este orden de ideas, habría que considerar si alguno de los dos grandes contendientes tiene conciencia plena del con que armas cuenta no para ganar batallas, sino de manera relevante para ganar la guerra no a nivel nacional que es otro cantar, sino en territorio veracruzano.

Y es que bajo mi punto de vista personal, bajo esta óptica habría que analizar los pros y contras en el abanico de posibilidades reales de ganar la contienda, más que en los actores que de manera destacada circunstancialmente en ella participan.

Para empezar, habría que partir de si ambas fuerzas electorales tienen en mente ganar la guerra o sólo contiendas parciales; no por la intencionalidad que en eso no hay duda, ambas aspiran a la sucesión del enterrador del PRI en la presidencia de México, pero los buenos deseos no bastan, se requiere algo más que buenas intenciones y es aquí en donde a mi juicio la alianza PAN-PRD en Veracruz está en desventaja frente a MORENA.

A la cabeza de dicho contubernio sui generis de intereses locales en el que el sol azteca va sobre la espalda del blanquiazul, se ubica al actual mini gobernador Yunes Linares, cuya visión de mediano y largo plazo es prácticamente nula al estar obsesionado más en atacar fantasmas del pasado que en gobernar con visión de futuro.

Al frente de las huestes azul-negro amarillas, no tiene nada que ofrecer a una sociedad ávida de cambios que positivamente pongan al alcance de los electores mejores condiciones de vida material, política y social. No existe, cuando menos en el discurso, un proyecto-programa de acción que apunte al mediano y largo plazo; el quehacer político se reduce a una coyuntura inmediatista en el que el objetivo último es borrar del mapa a las corrientes fidelistas y duartistas enquistadas en la administración pública estatal y municipal. Ya mañana Dios dirá.

Por el contrario, MORENA –siempre a la luz del discurso- tiene más claro que el objetivo último es ganar la guerra y no solamente batallas aisladas; ofertando al electorado lo mismo hipotéticas respuestas a la coyuntura que se vive en Veracruz que expectativas, más o menos viables de florecer, plasmadas en un nuevo proyecto de nación enmarcado por un escenario internacional fuente permanente de incertidumbre, descontento y hartazgo ciudadano; vinculando el sentir popular frente a un gobierno local transitorio, “zombi” con poco dinero en efectivo y mucha deuda e incapaz de auspiciar crecimiento y desarrollo, con el pésimo gobierno priísta de Peña Nieto que lastima lo mismo inteligencia que el bolsillo de las mayorías.

Líneas arriba insisto en que mi apreciación se sustenta en el discurso-mensaje político electoral. Los hechos concretos están aún por verse en el marco de la terca realidad, toda vez que depende en mucho el que MORENA sepa capitalizar a su favor la batalla del 2017, aglutinando a la mayoría electoral en torno a democracia e inclusión en su base militante y corriente de simpatizantes para convencer a los indecisos; implicando esto el mayor esfuerzo por seleccionar a los mejores candidatos con amplia aceptación a las gubernaturas edilicias. Y aquí es donde, a mi juicio, la marrana tuerce el rabo, cuando el discurso no se hace acompañar por una praxis congruente y consecuente menospreciando a las bases y pragmáticamente recurriendo a prácticas antidemocráticas y antipopulares presuntamente superadas, dejando en manos de Andrés Manuel López Obrador la última palabra, cuando es evidente que este desconoce antecedentes, probada militancia y nivel de compromiso para con el partido y ciudadanía de la mayoría de los que -dejándose llevar por lo que la dirigencia estatal recomienda-,  con su dedo señale como precandidatos y candidatos en su momento a contender por las alcaldías.

En las filas de MORENA ni están todos los que son ni son todos los que están, dejando abierta la puerta de acceso a oportunistas de toda laya como le consta a los veracruzanos, y en ello debe poner atención tanto el líder moral del partido-movimiento como la dirigencia nacional, evitando lastimar a una militancia auténtica que a brazo partido se ha rajado el cuero acompañando a López Obrador en la lucha por la soberanía nacional y defensa del petróleo desde el 2006.

Mostrar el músculo, evidenciando la fortaleza de MORENA frente a la alianza PAN-PRD como gobierno local,  como se observara el pasado domingo en la capital veracruzana, no basta si el objetivo último es ganar la guerra. Por si no lo sabe Andrés Manuel, un buen de veracruzanos ya aprendió a leer entre líneas; cansados y agotados están de más de lo mismo y este malestar se inicia y concreta a partir de los gobiernos municipales.

Ganar una batalla a cualquier precio puede significar el perder la guerra.

Hojas que se lleva el viento

En plena incertidumbre y a goteo las arcas públicas en materia de convenios de comunicación y propaganda, la mayoría de la prensa veracruzana añorando el pasado da palos de ciego en torno a la vida política de la entidad; aspirando entre sueños al retorno a un pasado que Yunes Linares pretende sepultar. Solo así se explica que el cada vez más estrecho círculo priísta siga figurando de manera relevante en notas de prensa y columnas políticas, dándole más importancia que la que en la realidad tiene o pretende tener. Situación inercial que habrá de reflejarse durante el Foro “Medios de comunicación, comunicadores, libertad de expresión y derecho a la información”, que se realizará los días 13 y 14 de febrero en las instalaciones del Congreso del Estado y convocado por Instituciones de educación superior, públicas y privadas de la entidad.

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Si el gobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares no alcanzó su propósito de “cimbrar a México”, Andrés Manuel lo logró con creces con tres magnas concentraciones en Michoacán, Estado de México y Veracruz en las que se ratificara el “Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México”. Confirmándose la amplia ventaja del tabasqueño rumbo al 2018 y un PRI que se desdibuja en el escenario nacional.

Y a propósito de Don Miguel Ángel, ni la burla perdona al afirmar que la prioridad de su administración es “Combatir la pobreza y el rezago social… por lo que se mejorará la calidad de vida de un millón de familias en materia de alimentación, salud, vivienda, educación y bienestar”. Ni dinero ni tiempo, tampoco claridad respecto a lo que en Veracruz representa pobreza y desigualdad, pero sí tremendismo mediático de un triunfalismo sin sustento. Javier Duarte al inicio de su mandato afirmó lo mismo, sólo que con mayor modestia, pues sólo se comprometió a reducir la pobreza en un 50%.

Xalapa, Ver., febrero 8 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Una cosa es expresar lo que la gente quiere oír y otra… muy distinta, es el aprovechar la euforia en los tendidos, para legitimarse actuando en consecuencia.  Si el virtual gobernador electo no da resultados inmediatos en su propuesta de encarcelar al por ahora todavía gobernador fallido y su séquito de presuntos saqueadores,  el volátil voto de castigo que le favoreciera, con las mismas podría retirarle credibilidad y confianza.

De ahí que el Sr. Yunes Linares, a sabiendas de lo que está en juego, pretenda acelerar los tiempos  dando, por ahora, palos de ciego ignorando el protocolo legal para, en contravención a la legislación vigente,  insistir en asegurar su disposición a proceder en contra de Javier Duarte de Ochoa.

Esto, a partir de la idea de que el descontento y hartazgo contribuyera en grado sumo al por ahora gobernador electo de Veracruz.

Empero, no por mucho madrugar se amanece más temprano, reza la conseja popular.  Con un Congreso estatal cómplice -por comisión u omisión-  de aquellos contra los cuales el electo y aún no confirmado, clama y exige justicia –o venganza- en el desierto.  Sin juicio político de por medio el fallido es intocable y, para que surtiera efecto demanda penal en su contra habría que esperar a diciembre.  Más si como consta  en el imaginario colectivo, desde Los Pinos no se da la orden de proceder en contra de los presuntos saqueadores.

El tiempo transcurre y se le escurre entre los dedos a Yunes Linares. Y al paso de los días el descontento y hartazgo no encuentra respuesta que le satisfaga. Quién contra viento y marea enarbolara la bandera de la honestidad a lo largo de meses y meses -¿o años?-  de precampaña y campaña electoral, en tanto no ofrezca resultados contundentes, queda como un deshonesto intelectual si no calma a quienes en las urnas, le extendieran su voto de confianza votando en contra del PRI explicando con peras y manzanas cual es el procedimiento y plazos legales para hacer efectiva su tan cacareada promesa.

Ante el golpeteo a las puertas de palacio, tanto el secretario de gobierno como la presidenta de la mesa directiva de la Legislatura local, han dado respuesta: “hasta noviembre”, fundamentándola en lo dispuesto en lo establecido en la Constitución Política del estado libre y soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave.

Si la ley es la ley y el virtual gobernador electo pretende apegarse a ésta como lo ofreciera, hoy por hoy ésta no está a su favor y obligado está a esperar sin desesperar. Pero las circunstancias son cambiantes, para noviembre el descontento y el hartazgo que le diera el triunfo el pasado cinco de los corrientes podría estar transitando por cauces no previstos o bien el Sr. Peña determinar que la fiesta de la alternancia en Veracruz se lleve en paz con un sano borrón y cuenta nueva.

En tanto los tribunales no resuelvan impugnaciones admitidas, mesura y paciencia. No obstante, el que espera desespera y, sobre todo, los que confían en ver a Javier Duarte de Ochoa tras las rejas, ¿sabrán esperar sin desesperarse?

Hojas que se lleva el viento

Como siempre, subestimado el poder de la gente,  el PRI en Veracruz busca culpables de su derrota hasta debajo de las losas del cementerio, empero, Manlio Fabio Beltrones al renunciar a la presidencia nacional del tricolor puso los puntos sobre las ies, señalando como responsables a Peña Nieto por omiso y al corrupto gobernador fallido, generadores del descontento y hartazgo en amplios sectores de la sociedad. Políticas públicas contrarias al sentir de las mayorías, corrupción impune, excesos  e irresponsabilidad en el ejercicio del servicio público, propiciaron y auspiciaron el voto de castigo el pasado 5 de los corrientes. Más claro ni el agua.

-ooo-

Un poco de memoria. En su momento tocó al PAN con Calderón Hinojosa en la presidencia,  el generar las iniciativas de reformas estructurales que con Enrique Peña Nieto y gracias al llamado “pacto por México”, aprobara el Congreso de la Unión. Siguiendo la pauta dictada desde Washington, hoy la ultraderecha está de plácemes.

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Si lo que se pretende es tirar el agua de la bañera con todo y niño, Peña Nieto lo está logrando proponiéndose imponer su reforma educativa desmantelando a la oposición magisterial a sangre y fuego, cuando el horno no está para bollos.

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J. Enrique Olivera Arce

A reserva de los resultados del cómputo oficial de la elección del pasado domingo, con base en los preliminares difundidos por los OPLES es posible adelantar, como un hecho por ahora irreversible, que estos se inscriben en el marco de un proceso polarizado de recomposición y redistribución de las fuerzas político electorales en México.

El país cambió y el mapa electoral para la elección presidencial en el 2018 permite delinear la hipótesis de que la contienda se dará entre el conservadurismo afín al neoliberalismo y el “populismo” representado por la nueva izquierda.

Corresponderá a los que saben del paño, el estudiar este fenómeno que, a mi juicio, confronta al modelo neoliberal impulsado por Peña Nieto y su gobierno con un movimiento emergente de masas en resistencia.

El ascenso de Morena

El ascenso meteórico de Morena en su segunda participación en un proceso electoral, no lo considero circunstancial. Si bien como instituto político es de nueva creación en el espectro partidista, no lo es así como un movimiento social más de resistencia,  anidado en amplias capas de la población que se oponen a las políticas privatizadoras y empobrecedoras que acompañan a la profundización del neoliberalismo en el país; Morena no surge por generación espontánea,  ni puede considerarse su capacidad organizativa y penetración en el seno de la sociedad únicamente por la tozudez y acción unipersonal de Andrés Manuel López Obrador.

Morena, como movimiento social, tiene un amplio camino andado, reivindicatorio de la soberanía nacional y de resistencia a la privatización de la industria energética nacional, contando con una amplia estructura de cuadros en la mayoría de las entidades federativas y, en especial, en la hoy denominada Ciudad de México, centro político del país. Viéndose fortalecido en su tránsito a partido político por el descontento y deseo implícito de resistencia lo mismo en el movimiento obrero independiente que en segmentos empobrecidos de las clases medias y comunidades originarias. Y, si bien, está obligado a sujetarse a las reglas del juego electoral impuestas por la partidocracia tradicional, no deja de responder a las expectativas de cambio del modelo neoliberal dominante.

Para un buen número de politólogos y comentaristas, representa a un populismo de izquierda, añejo, rancio y retrógrada que   en la mayor parte de América Latina,  está siendo desplazado por un nuevo concepto de modernidad política que se ajusta a las necesidades globales de crecimiento económico y desarrollo en las que se privilegia el modelo neoliberal dictado desde los centros del poder mundial. Empero, esta visión impuesta por la ideología neoliberal, minimiza y desprecia el anhelo libertario y voluntad de cambio de millones de seres humanos, víctimas de opresión, exclusión, desigualdad y hambruna de un proyecto de Estado-nación  cuyo objetivo y propósito último, es la acumulación de ganancia y reproducción ampliada  del capital al costo que sea.

Tal visión, parcial, interesada y corta de miras, subestima y estigmatiza por ello a Morena y,  en general,  a todo movimiento de masas que se oponga a las políticas públicas neoliberales, partiendo de la idea de que el pueblo de México no caerá en la trampa dejándose seducir por falsos mesías que ofertan un “populismo” decadente y opuesto a la modernidad y al desarrollo.

Esta corriente de opinión soportada en medias verdades y medias mentiras mediáticas es favorable a la derecha y al régimen peñista y su proyecto transexenal; suma votos de segmentos conservadores de las clases medias fortaleciendo electoralmente al PAN y, con ello, polariza la correlación de fuerzas políticas.

De otra manera, considero no es explicable la “sorpresa” electoral del pasado domingo; tomando con los dedos tras la puerta a un priísmo soberbio y caduco que, más por costumbre y seguidismo que por convicción propia, da soporte social al peñismo. El PAN se fortalece al igual que la izquierda electoral de nuevo cuño representada por MORENA, en tanto que el PRI habiendo dejado de serle funcional al régimen, incrementa su pérdida de hegemonía.

Veracruz

A ello, en este marco referencial, por lo que toca a Veracruz se suma el descontento y hartazgo provocado por un gobierno fallido ayuno de visión de Estado, que incurriría en manifestaciones extremas de corrupción e impunidad alejándose de todo principio de gobernabilidad y racionalidad político administrativa. Contribuyendo el sentir de las mayorías al proceso general de redistribución y polarización de las fuerzas político electorales.

Derrotado el PRI el pasado domingo en Veracruz, la pugna por el poder político se concentrará entre la derecha extrema y la emergente nueva izquierda. La derecha apoyando y respaldando el modelo neoliberal y su oponente, al movimiento cada vez más amplio de resistencia entre las clases oprimidas y empobrecidas.  Proceso en el que la derecha deberá legitimarse cumpliendo los ofrecimientos de campaña de la alianza PAN-PRD para el período 2017-2018, en tanto que MORENA tendrá como reto el construir un frente amplio de oposición y resistencia que aglutine a las fuerzas progresistas para la contienda presidencial en el 2018.

El PRI, desplazado, afirma estar llamado a sostener una oposición civilizada y racional, sin ubicarse en la nueva realidad política de la entidad. Si se pensara más allá de la coyuntura, tendría que reconocer que tras su derrota, la tarea inmediata no es hacer oposición al PAN en el gobierno, sino impedir que su “estructura” clientelar sea borrada del mapa. Si se pudo, dice la gente y, bajo esta premisa, los liderazgos espurios del sindicalismo obrero oficial, de la Liga de Comunidades Agrarias y del magisterio, sostén de viejo PRI, tienen los días contados.

Sin dientes, el partido caduco no es nada. Si de responderle a Peña Nieto se trata, el PAN en Veracruz –y no necesariamente con el PRD, cadáver insepulto- es el alfil del 2018 para la continuidad del proyecto neoliberal transexenal. Así considero lo debería entender MORENA en la entidad y actuar en consecuencia, más que perder tiempo y recursos subiéndose el ring de los reclamos y las impugnaciones. Ganó perdiendo y de ello se debe tomar conciencia para seguir avanzando.

Xalapa, Ver., junio 7 de 2016

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sepultadas por el lodo, si alguna vez existieron, han quedado propuestas concretas sobre el qué hacer, cómo y con qué encauzar el rescate de Veracruz. Para vergüenza de todos, la sociedad veracruzana se ha dejado envolver por una guerra de intercambio de detritus ético y moral, en un proceso electoral que, desde sus orígenes y a 20 días escasos de la elección del sucesor del gobernador fallido, no ha aportado nada positivo que merezca destacarse a un ejercicio presuntamente democrático. Lo único que deja en la ciudadanía es un mal sabor de boca al constatarse el desprecio a la inteligencia de los veracruzanos por parte de una clase política corrupta, oportunista y ajena a los más caros intereses de una entidad federativa hoy postrada y sin esperanzas.

Nadie se salva. Unos por comisión y otros por omisión, partidos y candidatos a la gubernatura han exhibido públicamente sus miserias, evadiendo el necesario compromiso para con la búsqueda de soluciones viables a la problemática toral de un Veracruz que se desliza en el tobogán de la desigualdad,  la pobreza, la inseguridad y pérdida de expectativas de bienestar y progreso.

La sola posibilidad de un cambio para bien por la vía electoral, no se vislumbra. Los electores están frente a la disyuntiva de elegir de entre los peores al menos peor, siempre en el marco del más de lo mismo resultado de un régimen político caduco que ya transita por los caminos de la obsolescencia.

Incluso Morena, partido de nueva creación, se ubica en tal tesitura.  Su candidato no logra substraerse  del lastre de una más que justificada pérdida de confianza y credibilidad en la política, en los partidos políticos y en una llamada clase política que no ve más allá de los intereses personales o de grupo, motivo y razón de su quehacer social.

Lo comentamos en el pasado reciente. Un movimiento social de largo aliento, como el de regeneración nacional, una vez transformado en partido político queda sujeto a las reglas del juego de la partidocracia dominante; atado de manos y en un proceso constante de alejamiento de su origen como ente social de lucha y resistencia frente a un neoliberalismo que no por encontrarse en agonía como expresión del capitalismo salvaje del siglo XXI, ceja en sus propósitos privatizadores y empobrecedores de las mayorías.

Señalábamos que la elección del 2016 habría que considerarla como prolegómeno de la del 2018, en la que se enfrentaría un nuevo proyecto de nación impulsado por Morena al modelo neoliberal transexenal de Peña Nieto. A la luz de lo que se vive hoy día en Veracruz, deterioro galopante de la vida económica y social acompañado de niveles inéditos de descomposición política, tal confrontación se desdibuja en todo el ámbito nacional, pareciendo que todo se reduce a simple ajuste mafioso de cuentas en las altas esferas de una partidocracia al servicio de los poderes fácticos, trasnacionales, domésticos e incluso aldeanos cacicazgos.

Ya no es la búsqueda del poder por el poder mismo, ahora todo indica que la manzana de la discordia es el botín en una insana competencia por la acumulación de riqueza entre la llamada clase política y los detentadores del poder real, el capital especulativo. El pragmatismo coyuntural se impone por sobre tareas de Estado de largo aliento; subordinándose el bien común al afán desmedido de lucro marcado por el libre mercado que todo trastoca.

En este pesimista escenario,  el próximo 5 de junio los electores, hoy simples convidados de piedra, habrán de enfrentarse a su propio nivel de consciencia y voluntad de cambio actuando en consecuencia en las urnas; de cómo se vote  dependerá no necesariamente un cambio para bien, este está descartado de antemano, sino fundamentalmente,  el que la ciudadanía pueda expresarse libremente manifestando su rechazo al actual estado de cosas y su deseo implícito de intervenir en la toma de decisiones en todo aquello que le compete.

Si hasta el cansancio se ha dicho basta, que sea en las urnas en el que el descontento y el hartazgo cobren vigencia plena de manera consecuente. Será el sufragio mayoritario el que determine si los veracruzanos nos conformamos con el más de lo mismo o estamos dispuestos a participar en favor de un proceso de transformación y cambio que saque a la entidad de su actual marasmo. Determinación que implícitamente conlleva el no permitir que una vez más la voluntad popular sea escamoteada y manipulada por los delincuentes electorales de siempre; desde ya hay que preservar el derecho a la libre elección evitando la intromisión del clásico “mapache” y su compra de conciencias. No más explotación electoral de pobreza e ignorancia, de la ciudadanía depende.

Hojas que se lleva el viento

Ignorantes, calificó Duarte de Ochoa a quienes se oponen a la criminalización del aborto. Y en la misma frecuencia, Héctor Yunes Landa, candidato del PRI y sus satélites a la mini gubernatura de dos años, se declara a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte, doblando las manos frente al poder eclesiástico e identificándose con lo más retrógrado y conservador del PAN, así como rompiendo generacionalmente con la juventud progresista de la entidad. En un tema tan controversial, el senador con licencia calladito se hubiera visto más bonito.- Xalapa, Ver. 12/05/2016

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El politólogo y destacado comentarista Alfredo Bielma Villnueva, se pregunta si ya se tocó fondo en Veracruz. La respuesta la tiene la ciudadanía, empero, para quien esto escribe la crisis por la que atraviesa la entidad veracruzana tocó fondo desde muy endenantes. El tiempo, once años de saqueo y mal gobierno, así como una estructura económica ineficiente e ineficaz se han encargado de ello, acompañados de un galopante deterioro social marcado por desigualdad, pobreza, desempleo e inseguridad.

Lo grave de esta situación es que no sólo no se le ve salida a la crisis, sino que incluso, se le ignora en sus aristas más agudas, posponiéndose la búsqueda de cursos de acción viables que le den respiro. Y no hablo precisamente del cambio de estafeta en el gobierno estatal, parte de esta crisis, sino del deterioro generalizado, multiregional y multisectorial, que ha puesto a Veracruz de rodillas.

Números duros lo confirman y bolsillo y percepción ciudadana lo reflejan.  A lo largo y ancho de la entidad el abandono, la pobreza y la desigualdad se enseñorean colocando a Veracruz entre los últimos lugares en los indicadores de crecimiento económico y desarrollo relativo. Si esto no es tocar fondo, no sé cómo podría considerársele.

Y aun así, sin parar mientes en la profundidad de la crisis, la clase política sin distingo de color de camiseta, de espaldas a la realidad cifra sus esperanzas en que en 18 meses escasos, el sucesor del gobernador fallido detenga el tobogán y rescate a Veracruz. Vana esperanza. Ni en dos años ni en ocho con los mismos y el más de lo mismo, el mesías más pintado, más honesto y más dispuesto,  podrá evitar morder el polvo en el intento. Esto, en tanto no se reconozca la profundidad de la crisis, se tome plena consciencia de ella y se acepte que sin la sociedad organizada y participando activamente con pleno conocimiento de causa, la vía electoral no es paliativo y mucho menos solución.

Paradójicamente, la prensa estatal llamada a poner los puntos sobre la ies advirtiendo sobre la necesidad de observar más allá de una absurda pugna electoral, no se ve en el espejo; ramplona, acomodaticia y rayando en la ignorancia se pierde en trivialidades pasando por alto lo sustantivo.

A mi juicio tiene que entenderse que el problema siendo de todos, no sólo es de gobernanza y saneamiento de administración y finanzas públicas sino fundamentalmente de una estructura económica obsoleta, ineficiente e ineficaz, en algunos casos herencia de modelos productivos decimonónicos,  que ya no se corresponde con las actuales necesidades  y expectativas de progreso de una población en constante crecimiento.

Castidad virtuosa no es solución

Reflexionando sobre este pesimista escenario y atendiendo al bombardeo mediático a que la clase política tiene sometida a la población, me recuerda a una tía ya entrada en años que, tras haber enterrado a dos maridos y en vísperas de sus terceras nupcias, ante la sociedad de su tiempo se asumía como casta y virtuosa.

De una sociedad construida sobre la hipocresía y la simulación, en la que valores y principios éticos y morales se autoproclaman ante el poder del que dirán y no en la convicción personal y colectiva de entender y ejercer la vida en común, no se puede esperar nada valedero. Si la tía de marras chocaba por su virginal simulación, lo mismo podría decirse del o los candidatos al mini gobierno de Veracruz que,  pretendiendo ganar votos,  autoproclamando limpieza y honestidad en su persona solo dan lugar a soterrada condena y chascarrillos de mal gusto.

Veracruz requiere de visión de Estado y no santurrones de parroquia, exige hombres y mujeres de buena voluntad, lo suficientemente honestos intelectualmente como para reconocer y aceptar que la crisis veracruzana les rebasa y que es la sociedad en su conjunto y no un  mesías de ocasión, la que debe afrontarla tomando al toro por los cuernos.

Hojas que se lleva el viento

Con un fructífero diálogo con el senador José Francisco Yunes Zorrilla, presidente de la Comisión de Hacienda del Senado, la Asociación Veracruzana de Comunicadores “Froylan Flores Cancela”,  inauguró su transitar por la vida pública de la entidad. Con la asistencia de más de 50 propietarios de medios, articulistas, columnistas, caricaturistas y reporteros gráficos, en un clima de pluralidad, tolerancia y respeto el legislador federal dio puntual respuesta a inquietudes y preguntas que se le formularan en torno a la vida política y económica de la entidad, con énfasis en la coyuntura electoral. Buen inicio de una organización gremial de la que se espera algo más que servir únicamente de pasarela para la proyección de imagen y lucimiento de políticos y servidores públicos.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sin demérito del reconocimiento y simpatía que quien esto escribe tiene para con Andrés Manuel López Obrador y lo que este representa en el despertar de las conciencias de un cada vez mayor número de mexicanos, he reiterado en mis maquinazos no estar de acuerdo con el machacón discurso en el que, por encima de un análisis a profundidad de la realidad nacional en sus diversos tonos de grises y el qué hacer para trascenderla para bien, coloca a una etérea “mafia” presuntamente encabezada por Carlos Salinas de Gortari como origen de todos los males que México padece.

Los grandes problemas nacionales son estructurales y sistémicos. Con o sin la “mafia salinista», el México neoliberal no tiene futuro.

Aclarado esto y tras observar la tónica pedestre que dominara el “debate” que en Coatzacoalcos confrontara a seis de los 7 candidatos a la gubernatura de Veracruz, no tengo más remedio que aceptar que si la temática dominante en la guerra sucia electoral en curso, es la pátina ética y moral  de cuyo recubrimiento cada uno de los contendientes participantes presume adorna a su persona a la par que cuestiona la calidad de la de sus adversarios,  el candidato de mayor mérito ético y moral –por no tener cola visible que le pisen- es Cuitláhuac García, postulado por Morena e impulsado por López Obrador.

Corresponde al votante potencial el valorarlo.

Empero, me mantengo en lo dicho, el joven maestro universitario en el terreno de la política política aún está verde para menesteres como el enfrentarse a las chuchas cuereras de un sistema de partidos corrupto y pragmático al extremo que, de todas se las saben todas en tratándose de envolver con papel fantasía su afán último por alcanzar el poder por el poder mismo.

Frente a la retórica demagógica, consabidas mañas y mutuo baño de hediondeces de sus oponentes punteros, el candidato de Morena aún exhibe inexperiencia e ingenuidad, tanta como para dejarse llevar por la tentación de subirse al ring e involucrarse en el intercambio de lodo y detritus en una guerra sucia sin cuartel,  en detrimento del manejo de ideas, diagnóstico puntual de la realidad a la que los veracruzanos nos enfrentamos, así como propuestas concretas, viables y aceptables,  que no paren simplemente en considerar la urgente necesidad del rescate y reordenación de la administración pública a cargo del gobernador fallido,  cuando esto último es apenas una faceta más de la crisis multidimensional y multisectorial de un Veracruz postrado.

La sociedad veracruzana requiere cambios verdaderos en todos los ámbitos de la vida social, económica y política de la entidad y el proponer el qué y el cómo satisfacer esta necesidad es lo que, en la medida de lo posible y viable para un gobierno de dos años -¿o año y medio?-, debería ser el énfasis de la campaña proselitista del joven candidato. Ese es el reto para Cuitláhuac.

En el entendido de que en el marco de la estrategia de un paso a la vez en una constante de aproximaciones sucesivas de Morena para la presidencial del 2018, el nuevo partido-movimiento gana aun perdiendo la elección del 2016 en Veracruz,  sacrificando a Cuitláhuac pero fortaleciendo su propuesta de gobierno, incipiente estructura y cuadros probados en distritos claves de la geografía política veracruzana.

Esto en el entendido de que por todos los medios a su alcance, Peña, como ya lo ha manifestado, no dejará que el “populismo” de López Obrador triunfando en las urnas,   dé marcha atrás a las llamadas reformas estructurales del neoliberalismo dominante.

Luego el adversario a vencer en esta etapa, a mi juicio no son los candidatos que postula el PRI y sus satélites o la coalición PAN-PRD, compitiendo con estos en una tan absurda como pedestre guerra de lodo, sino la desinformación, apatía y dispersión de un  electorado frustrado, lastimado y harto de más de lo mismo, ofertando el maestro García expectativas de cambio real mediante el rescate de la política política y participación consecuente de las mayorías en la construcción de un nuevo modelo de sociedad para el bien común de todos los veracruzanos. Si se puede y de eso toca a Cuitláhuac el convencer con vías a la elección presidencial del 2018,  madre de todas las batallas en la confrontación entre el modelo neoliberal de país que impulsa Peña Nieto y el reformismo progresista que propone López Obrador.

Hojas que se lleva el viento

En el marco de la guerra sucia electoral que se auspicia desde el gobierno del estado, llama la atención el que los candidatos a la sucesión del gobernador fallido, coincidan en propalar que cuentan con una varita mágica y,  con ésta en mano, ofertan los cuernos de la luna, caso de resultar electos.

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