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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Convencidos de que contender en una elección solos y su alma ya no da más, observamos el estira y afloja al interior de los partidos políticos buscando con vías a la elección del 2018, unos la alianza útil que les asegure el alcanzar lo mismo el triunfo que el poder por el poder mismo, otros el contubernio que les permita seguir uncidos al financiamiento público, sin que se dé el más mínimo asomo de aceptación de que lo que ya no funciona es el régimen político vigente; de una obsolescencia de un sistema presidencialista que, habiéndose quedado en el pasado,  habiendo perdido legitimidad  ya no se corresponde con una sociedad plural y ampliada que en su afán de búsqueda de una democracia participativa, en las actuales condiciones del país ya no encuentra rumbo cierto bajo la conducción del Estado.

Y es en este escenario en el que la vida política del país, arrastrando consigo a una depauperada economía deja de responder a las necesidades de un tejido social en franco deterioro.  Imposibilitado el Estado mexicano para administrar con eficiencia y eficacia el inevitable conflicto de clases y de grupos de poder formal y fáctico, da lugar a significativo incremento lo mismo de desigualdad, desempleo,  pobreza, inseguridad e incertidumbre, que al flagelo de la corrupción impune en todos los niveles y estratos de la población.

Sin más visión de Estado y de futuro, sin más paradigma ideológico que un burdo pragmatismo neoliberal exacerbado desde el gobierno con el auxilio de los medios de comunicación domésticos y extranjeros, así nuestra llamada clase política deambula  como zombi en torno a la política electoral sin brújula ni rumbo.

La historia no da marcha atrás. Cualquier similitud con hechos del pasado es solo eso, similitud diferenciada en tiempo y espacio que no admite como válido el lugar común de “la historia se repite”.  Lo que estamos viviendo en México es inédito, no tiene parangón con lo acontecido a lo largo de la última centuria en la historia del país. Contextos internacionales diferentes, pirámide poblacional, circunstancias específicas de coyuntura y hombres y mujeres como hacedores de la historia también diferentes,   hablan por sí de un cambio de época irrepetible que concita a un cambio tanto en la manera de concebir al Estado como en el comportamiento de una sociedad atrapada en la telaraña de un presidencialismo venido a menos,  partidocracia política corrupta y modelo económico y social neoliberal empobrecedor que desde hace más de 30 años sólo ofrece disfuncionalidad entre propósitos, objetivos y resultados.

No se puede ni debe seguirse así. El llamado social al obligado cambio es cada día más estridente, encontrando como respuesta verborrea presuntamente autocrítica de quienes desde la élite del poder ni ven ni escuchan, priorizando en su orden jerárquico de prioridades lo que conviene a intereses particulares o de grupo siempre ajenos al interés primero de las mayorías.

Y es en este marco de reflexión que ubico a los resultados de la Asamblea Estatal del PRI en Veracruz. Y si bien es cierto que la vida interna de los partidos políticos corresponde juzgarle a su propia militancia, en la medida en que ponen la ropa sucia al sol haciéndola pública y en tanto de una u otra forma incide para bien o para mal en el seno de la sociedad en su conjunto, vale el escrutinio público.

En su pretensión de ofrecer una nueva cara al electorado como un renovado PRI, aplicando la parafernalia del PRI de siempre, la Asamblea –para algunos mitin- se avocó en mesas de trabajo a hacer un recuento de éxitos y tropiezos del partido a lo largo de su historia tanto en el ámbito nacional como en la aldea, concluyendo que son más los primeros en beneficio de la sociedad a la que dicen servir que los segundos que a últimas fechas empañan el tinglado. Predominando la idea de que hay que dejar atrás el mal lastre acumulado, sobre todo en lo que a Veracruz toca, y regresar a “… enarbolar las causas nacionales y locales, las causas por las cuales lucharon sus fundadores y siguen haciéndolo los mexicanos…”

Y bla bla bla, sin un mínimo de talante autocrítico que apuntara a reconocer que de ninguna manera el PRI, o cualquier otro instituto político en México, está o estaría en condiciones de enarbolar las causas nacionales o locales por las que lucharon sus fundadores. La sociedad hoy es otra con otras necesidades, demandas y reivindicaciones; el contexto dominante es diferente al que se enfrentara el PRI en su devenir histórico  y la circunstancia, la elección del 2018 en un país en crisis, evidentemente no tendrá comparación alguna con otra en el pasado.

El crisol fundacional del PRI lo fue una Revolución social interrumpida y traicionada. Su fundación respondió a necesidades concretas del poder formal y fáctico de  la época, y su debacle hoy día está marcada por el arribo de un neoliberalismo trasnochado que substituyendo al modelo estabilizador, desde los inicios de su aplicación a finales del gobierno de López Portillo alejara al partido de las causas nacionales y, por ende, de las de los veracruzanos.

Hasta donde es dado conocer por lo publicado en la prensa, no se dio un punto de encuentro entre la crítica social, la autocrítica interna y la visión de futuro que hoy pretende el priísmo veracruzano venderle a los sufragistas. No se tiene noción o no se quiere aceptar el cambio de época, como no se acepta explícitamente que la ideología extraviada y surgida de la Revolución Mexicana quedó en el pasado; que la dominante y que por tanto delinea el quehacer partidista, presente y futuro,  es la ideología neoliberal en su vertiente pragmática, corrupta y depredadora.

¿A cuál de los dos paradigmas ideológicos contrapuestos se refieren cuando hablan de regresar a “enarbolar las causas nacionales? Cuando bien se cuidan exaltando la figura presidencial y las llamadas “reformas estructurales”, sin el más mínimo asomo de cuestionamiento al modelo neoliberal vigente que ha dado al traste con independencia, soberanía nacional, estado de derecho y justicia social.

Si la pretensión es ofertar para el 2018 a un PRI renovado, tendría que refundarse sobre nuevas bases, atendiendo a la necesidad de un nuevo Estado para una nueva sociedad. No hay de otra. El cambio de época lo reclama y exige, empezando por dejar atrás una retórica hoy carente de sentido.

Cambiar simplemente de página para seguir igual no es la respuesta.

Xalapa, Ver, julio 6 de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Leí con interés el último artículo de Uriel Flores Aguayo,  ex diputado federal perredista y ahora flamante subsecretario de desarrollo educativo en el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, publicado en diversos medios de comunicación y  en el que bajo el título “La crítica fácil y la piel delgada“,  se refiere a la crítica periodística que en la entidad se vierte en torno al gobierno yunista.

Celebro que no tenga pelos en la lengua para abrir un debate sobre un tema por lo demás controvertido, como lo es el desempeño del periodismo en Veracruz y, específicamente, el que con talante crítico cuestiona al gobierno bianual de la alternancia a escaso mes y medio de iniciado el mandato constitucional. Y lo celebro porque no es nada común el que un funcionario público abiertamente con el mismo talante a su vez cuestione el quehacer cotidiano de los medios de comunicación.

En aras de contribuir al debate, debo mencionar que quien esto escribe dándose por aludido en tanto que en más de un maquinazo ha hecho señalamientos en torno a la alternancia y al Sr. Yunes Linares, aclara que por principio no es nada personal lo expresado en este espacio. No se juzga a priori ni a la ligera. Se aprecia y se emite una opinión crítica a partir tanto de una percepción políticamente válida como de hechos concretos que ponen de relieve tendencias negativas que, de tener continuidad, bien pudieran anticipar el fracaso del mini gobierno de dos años en Veracruz, entre otras, pretender combatir la ilegalidad con ilegalidad en el afán si bien legítimo de restablecer el imperio de la ley por ahora extraviado,  no por ello deja de ser equívoco. O bien, anteponer el énfasis en privilegiar las limitaciones financieras y desorden administrativo heredadas de sus enemigos más que adversarios políticos  por sobre la atención a problemas estructurales que conformando la actual crisis multidimensional y multisectorial de la entidad, tienen a Veracruz en franca indefensión frente a lo que en el futuro inmediato se espera con el arribo de Donald Trump a la presidencia de EE. UU.

Se puede por lo que toca a quien estas líneas escribe, estar equivocado en esta apreciación en cuanto a tan corto período de gestión más no puede, a mi juicio,  calificarse de ligera o “facilona” cuando está de por medio no el rescate de la administración pública sino algo de mayor trascendencia como el futuro económico y social de una entidad federativa que ha perdido rumbo y destino.

La prensa veracruzana no es ajena a la crisis que en todos los órdenes se vive en la entidad. De una u otra forma no sólo la refleja también la vive en carne propia. De ahí que recogiendo el guante lanzado por Uriel Flores,  por principio soy de la idea de un repensar del periodismo en Veracruz, eso sí, pero entendido este más que como ideal subjetivo de una actividad llamada a pugnar por el bien común colectivo, como lo que es realmente: un negocio empresarial como cualquier otro en el que obtener ganancias es el propósito último.

Debiendo superarse el viejo y ya caduco esquema de confundir información con propaganda política,  jerarquizando en primer término en el orden de prioridades no lo que el poder formal o fáctico quiere que la gente conozca y actúe en consecuencia sino que, en sintonía con la vida cotidiana de la población, el responder a la necesidad de la sociedad de estar bien informada; contribuyendo tanto a la construcción de ciudadanía como de una vida en democracia que perfeccione con respeto, tolerancia inclusión la necesaria convivencia civilizada entre diferentes en una colectividad en principio plural.

¿Es pedirle peras al olmo?

En este marco de reflexión, cabe tomar en cuenta algunas consideraciones a mi juicio relevantes para dar contexto a la inquietud del subsecretario: 

  1. El periodismo-empresa es un negocio que como tal requiere de vender mercancía (espacio-información) para obtener una legítima ganancia que justifique su presencia y quehacer social;
  2. Tanto la verdad como la objetividad en el periodismo-empresa, son relativos y no conceptos absolutos. Como negocio privado responde a motivaciones, propósitos y objetivos en función del mercado al cual concurre. El cliente que paga manda, en términos llanos;
  3. La libertad de expresión la ejerce el capital y no los periodistas, es decir, cada propietario de una empresa y no los que profesionalmente le venden su fuerza de trabajo puesto que quien decide que, como y cuando publicar es el dueño del negocio;
  4. Los periodistas en particular pueden ser asalariados o colaboradores sin remuneración, profesionales o “amateurs”, pero siempre sujetos a la línea editorial o interés último del propietario del medio informativo;
  5. La empatía entre emisor y receptor de los mensajes depende teóricamente del criterio de los lectores y no necesariamente del periodismo-empresa, dependiendo de ello el éxito o fracaso editorial;
  6. Paradójicamente en Veracruz, aunque no es la excepción, el fracaso o el éxito editorial no depende del lector, del grado de aceptación, orientación, tiraje, penetración o influencia ante la opinión pública del medio, sino de la capacidad de negociación del propietario ante el poder público o sus personeros, clientes podría decirse,  si no únicos si sustantivos para la supervivencia del medio periodístico.

El periodismo ciudadano o independiente y no comercial, tiene sus propios asegunes, siempre también motivado por propósitos y objetivos coincidentes o no con el periodismo-empresa, coincidentes o no con el interés general de la sociedad, pero siempre acicateado por un interés específico, implícito o explícito, que le somete también a la relatividad de la verdad y la objetividad como paradigmas de la prensa impresa o electrónica.

Nadie escapa a un mínimo de intencionalidad individual o colectiva respecto al mensaje a difundir. En este juego todos participamos, el sistema y su ideología dominante nos iguala.

De estas consideraciones, entre otras que pudieran enumerarse, siempre a mi juicio habría que partir para poner en su exacta dimensión a lo que conocemos como crítica periodística, amén de que a esta también habría que diferenciarle, pues no es lo mismo la especulación, la denuncia, el comentario, la opinión fundada, o el simple chisme tan socorrido en el síndrome de la grilla electorera que caracteriza a la vida política en la entidad.

Expuesto lo anterior, cabe entonces recordar que en el mundo de la percepción que anima al imaginario colectivo, cada cabeza es un mundo. Reflejándose ello en el ejercicio del talante crítico a que hace referencia el ahora subsecretario de desarrollo educativo de la SEV, en relación a lo que se dice o deja de decirse del gobierno bianual de la alternancia en Veracruz.

A lo que habría que incorporar otro elemento que no puede soslayarse: el factor tiempo, ya que no es lo mismo 45 días en un gobierno de dos años que 45 días en uno normal de seis, dando lugar lo mismo a impaciencia por parte de los gobernados que a desesperación e impotencia del poder público para legitimarse en un plazo tan perentorio.

Uriel Flores nos dice en un recadito como colofón a su artículo: “El pesimismo de la inteligencia contra el optimismo de la voluntad”. Frase razonable, el voluntarismo irracional siempre estará en contraposición a la inteligencia y, yo agregaría, al sentido común, puesto que en el caso que nos ocupa, suele pensarse en la cúpula del poder que el ciudadano de a pie careciendo de inteligencia fundamenta su pesimismo en la ignorancia y no en el optimismo voluntarista que se pretende inocularle desde las esferas del poder.

Y hago referencia al sentido común, porque nadie puede ignorar que la inviabilidad del gobierno de la alternancia no reside únicamente en el estilo personal de gobernar del Sr. Miguel Ángel Yunes Linares o de los propósitos de una alianza PAN-PRD circunstancial y perentoria, sino que, fundamentalmente en el contexto que da marco al desempeño de un gobierno que pretendiendo navegar contra la corriente, está sujeto a una cruda realidad que oponiéndosele, condiciona presente y futuro del país y por ende, de la entidad veracruzana.

La gente no es tan tonta como se piensa. Observa, calla y guarda en el morral sus percepciones y conclusiones esperando su oportunidad como en junio pasado; nadie en su sano juicio, puede asegurar sin un dejo de pesimismo que la realidad que lastima a las mayorías gracias a políticas públicas contrarias al interés nacional, como el gasolinazo y la brutal pérdida real de la capacidad de compra del salario, rebasa por mucho optimismo y buena voluntad del gobierno actual de Veracruz en su pretendido afán de rescate de una entidad cuya crisis tiempo ha tocara fondo. 

Ante “la crítica facilona” cabe entonces la “piel gruesa” y poco sensible, aceptándose que en la relación gobierno-prensa, cercanos o distanciados del bien común, como en el juego de Juan Pirulero uno y otro atendiendo a su juego lleva agua a su respectivo molino. No hay de otra… por ahora.

En el inter, la crisis multidimensional y multisectorial que afecta a Veracruz sigue sin respuesta que valga.

Hojas que se lleva el viento

No se murió la gallina de los huevos de oro, gobiernos neoliberales por más de 30 años le retorcieron el pescuezo, como bien afirmara López Obrador. Políticas públicas entreguistas, corrupción y saqueo, imprevisión y pésima administración, dieron al traste con la industria energética nacional hoy a merced de las trasnacionales domésticas y extranjeras. La reforma energética auspiciada por los gobiernos de Fox y Calderón e implementada por Peña Nieto, fue sólo la puntilla.

-ooo-

Siempre oportuno y a caza de la ocasión, el Sr. senador Héctor Yunes Landa nos dice que hay que prepararse para lo que viene, recomendándole a los veracruzanos generalidades y lugares comunes  pero, eso sí, sin comprometerse a emitir propuestas concretas que, como legislador debería elevar como iniciativas al Congreso de la Unión en previsión a las arremetidas del presidente electo de los EE UU. Tampoco reconoce, como es lógico, la necesidad de presionar al Sr. Peña Nieto para que dé marcha atrás a sus presuntas reformas estructurales que, como la energética y laboral ponen a la sociedad contra la pared.

-ooo-

Gobierno de Veracruz, duro y tendido en todos los frentes contra molinos de viento. Hombre orquesta solo contra el mundo, más que gobernador operador político, Yunes Linares olvida que gobernar es saber delegar.

Cd. Caucel, Yuc., enero 17 de 2017.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En la entidad veracruzana su gente vive aturdida en medio de optimista esperanza y una realidad agobiante. Entre aquello a lo que se aspira, a lo que se quiere para un hoy incierto, lo que se puede con lo que se tiene y, el consabido con lo que se debe hacer, que trasciende los límites de un simple voluntarismo, para ubicarse en los terrenos de una terca realidad en lo que política, económica y éticamente consideramos como  viable y correcto para transformarle.

El gobernador en turno diciéndole a sus fans en los tendidos lo que estos quieren escuchar. Los medios de comunicación, haciéndose eco, por lo consiguiente y, en el inter, ante la indiferencia del padre,  la tía de las muchachas llevando a éstas al bailongo. Sin que el ominoso panorama de un Veracruz con crisis multidimensional y multisectorial con mayorías cada vez más pobres, merezca la menor atención.

Confusión en la que el debate está ausente, huérfano de ideas. Por sobre éstas, dominando el incierto panorama, el “Síndrome de Estocolmo” que, inoculado en nuestro ADN por el viejo régimen priísta, nos ata a paradigmas presuntamente superados, esclaviza  y determina nuestro destino, convencidos de que no existiendo política a secas que le apueste al bien común con la que comprometerse, hacemos de la política electoral razón de ser de nuestra cotidiana y domesticada existencia.

No salimos aún de una, cuando ya estamos inmersos en lo que viene, la elección de alcaldes en el 2017. En el escenario electoral se aferra la esperanza de lo que nunca llega.

Parte intrínseca de nuestro folklore, en los procesos electorales ciframos nuestras más caras expectativas de bienestar y progreso, esperando que de arriba de la pirámide la bienaventuranza descienda como Maná del cielo sobre las mayorías siempre excluidas, siempre empobrecidas.

Y con qué facilidad olvidamos el ayer para volcarnos en un futuro incierto. Entusiastas participamos en las campañas políticas, sufragamos a favor de quién habrá de privarnos de esperanza, de saquearnos hasta más allá de un límite concebible y, frustrados, retornamos al punto de partida, una nueva elección, nuevos gobernantes o representantes de elección popular que restituyan confianza, credibilidad y renovada fe en las instituciones republicanas. Círculo vicioso en el que la política, a secas como instrumento en el que confiar el bien común, está ausente, trastocada por la política-política reducida a su expresión pedestre.

Resultado de ello, hoy día transitamos de un gobierno corrupto y fallido a la llamada alternancia, simple cambio de siglas partidistas en el ejercicio de gobierno. Despotricamos en contra del que se fue dejándonos con un palmo de narices, a la par que aplaudimos y confiamos un cambio que no pasa más allá del manido discurso. Permaneciendo ajenos a lo sustantivo y confiando en lo accesorio, dejamos hacer, dejamos pasar, en espera de una nueva elección en la cual depositar la confianza perdida.

No se aprende del pasado, las lecciones recurrentes no impactan en el imaginario colectivo. El efímero presente y la expectativa de futuro promisorio, es lo que cuenta, lo vivido queda para el anecdotario popular, cerrándose el círculo perverso.

Más de lo mismo, siempre sujetos a los vaivenes de la circunstancia electoral más como invitados de piedra que como protagonistas de nuestra propia historia. Secuestrada la democracia representativa, siempre fieles al “Síndrome de Estocolmo”, por más que nos peguen siempre dispuestos a lamer la mano de los secuestradores de siempre. ¿Hasta cuándo?

Hojas que se lleva el viento

Lo afirmamos en su oportunidad. ¿Con qué ojos mí querido tuerto?

 Saqueada la hacienda pública bajo la solapadora indiferencia del gobierno de Peña Nieto, no hay dinero para paliar el temporal, ni lo habrá en suficiencia para costear en escasos dos años un mediocre rescate de la administración pública.

Hoy el gobierno de la alternancia curándose en salud descubre el hilo negro: La federación, injusta e inequitativa cierra los ojos ante nuestras carencias. En Veracruz se vive una emergencia en las finanzas públicas estatales, que requieren el sacrificio de todos para sacar al buey de la barranca.

Yunes Linares lo sabía desde endenantes, estaba consciente de ello al aceptar la candidatura al mini gobierno de dos años. Hasta el cansancio, por sí mismo o por interpósitos voceros, denunció el saqueo y conoció de la quiebra de la hacienda pública. Se comprometió en campaña a sanear las finanzas y rescatar del desastre al gobierno de Veracruz a la par que metería en la cárcel a los prevaricadores,  más en ningún momento expresara que pagarían justos por pecadores.

Hoy pide comprensión y respaldo, forzando a ocho millones de veracruzanos a comprometerse con una estrategia de austeridad y nuevos endeudamientos, sin que se diga una sola palabra sobre el trasfondo real de la crisis política, económica y social por la que transita la entidad y que a todos afecta. Sustento económico en picada, deterioro del tejido social, desigualdad, pobreza y un régimen político caduco, no figuran en la agenda del rescate. Veracruz es algo más que su gobierno.

En este espacio se puso en duda la viabilidad del llamado “Plan Veracruzano de Desarrollo”, respondiendo a una lógica hoy oficialmente confirmada: no hay dinero suficiente ni siquiera para pagar completos sueldos y prestaciones de la burocracia, adeudos con proveedores y trabajadores de la educación y la salud. ¿Lo habrá para impulsar crecimiento económico y desarrollo? Exceso de optimismo, falta de previsión, o simulación sería la respuesta.

El mamotreto, instrumento legal de cajón avalado por la Universidad Veracruzana y aprobado por el Congreso, ni da razón ni advierte que para rescatar la hacienda pública,  la única salida es recurrir nuevamente a onerosos endeudamientos.

Empantanados y sin salida. Si en el pasado reciente el Sr. Yunes Linares advirtiera de lo negativo del endeudamiento creciente del gobierno de Duarte de Ochoa, hoy día sólo le queda optar por más deuda pública para salir del atolladero. Vana esperanza, afirmáramos en maquinazo anterior, la terca realidad lo confirma. Más de lo mismo; ahora bajo el manto de la alternancia la esperanza hay que afincarla en la elección del 2018.

Xalapa, Ver., diciembre 14 de 2016

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Veracruz no es su gobierno…

El discurso triunfalista sin visos de sustento que caracterizara al mandato de Javier Duarte, en labios de Miguel Ángel Yunes Linares pareciera ser la tónica del “nuevo lenguaje” a imperar en Veracruz. Esperemos que la historia no se repita.

A decir de los expertos, todo ejercicio de planeación regional debe partir de una idea clara del ámbito en el cual se pretende incidir en tiempo y en espacio, bien sea para cambiarlo o modificarlo o, en su caso para consolidar logros alcanzados.  Lo cual implica contar con un diagnóstico preciso del cual partir que de sustento a un plan equilibrado, rentable, socialmente justo y éticamente responsable. Premisa que presumiblemente no se contempla en el llamado “Plan Veracruzano de Desarrollo”, presentado al congreso local para su análisis y aprobación en su caso, y ampliamente cacareado por el aún gobernador electo, atribuyéndole carácter de panacea.

Afirmo lo anterior sin conocer el resultado del ejercicio a cargo de especialistas de la Universidad Veracruzana, su propósito último, variables tangibles e intangibles consideradas  y, por supuesto, estrategias, objetivos y metas concretas por alcanzar, apoyándome en un único elemento de juicio a mi alcance, a saber:

Recursos escasos y, en términos prácticos, tiempo disponible para la implementación del Plan.

El monto total de la deuda de corto plazo  del gobierno estatal, recién ha sido puesto del conocimiento de Miguel Ángel Yunes Linares por las autoridades responsables (o irresponsables) de la administración pública veracruzana, luego resulta inaudito que se proyectara el porvenir de Veracruz sin contar en el momento de la elaboración del “Plan” con el diagnóstico puntual de la disponibilidad o carencia de recursos frescos de la cual partir para implementarlo,  sino con supuestos inciertos.

Por otra parte, tampoco ha sido del conocimiento oportuno de los especialistas de la UV el monto del adeudo presente y futuro de los ayuntamientos veracruzanos, puntales pie a tierra de las finanzas públicas globales de la entidad y que, por los últimos eventos en la capital del estado, se da como un hecho que cuentan con recursos propios insuficientes para asumir las tareas que “El plan” estatal les asigne en su ámbito de competencia.

En cuanto al tiempo disponible, como variable a considerar, es tan escaso como los recursos financieros de los cuales echar mano. Dos años a no dudarlo, en un contexto nacional e internacional adverso son insuficientes para instrumentar cursos de acción que conduzcan a un proceso de crecimiento y desarrollo regional exitoso.

Luego se obvió la ley de oro de la planeación que exige conjugar lo deseable o probable a partir de lo disponible.

Partiendo de esta única consideración, doy por hecho que el llamado “plan”, carece de un diagnóstico preciso de la situación parada actual que, como punto de partida, de sustento y legitime  el ejercicio académico que Miguel Ángel Yunes califica de “histórico” y guía para el rescate de Veracruz.

Peor aún, si en un exceso de optimismo, el futuro de Veracruz se está proyectando a un horizonte de largo aliento que, trascendiendo los 24 meses de vigencia del mandato yunista, pretenda marcar rumbo y destino futuro para una entidad federativa que, hoy por hoy, acusa estancamiento y recesión tanto en lo económico como en lo social, prevaleciendo un clima de incertidumbre que adicionalmente cubre la totalidad del territorio nacional.

Esto, cuando lo procedente, siempre a mi modesto entender, es el contar pragmáticamente con una modesta estrategia bianual de salvataje de la administración pública veracruzana en sus vertientes estatal y municipal, sin aspiraciones ambiciosas de rescate e impulso al desarrollo de Veracruz, cuya materialización está fuera del alcance de la autoridad local.

Si es que se tiene claro que debemos entender por desarrollo, no puede dejarse de considerar que la crisis financiera de la administración pública es parte y no el todo de la vida económica de la entidad. Y si bien el gobierno es rector y dinamizador, es la llamada sociedad civil la que está a cargo del aparato productivo; producción, distribución de bienes y servicios y contribución a la hacienda pública dependen de la inversión privada doméstica y externa, cuyas expectativas presentes y futuras de crecimiento trascienden el marco de un gobierno estatal -por ahora fallido- que arrastra un endeudamiento jamás imaginado.

Esperemos que el Congreso local tenga la atingencia de someter el mamotreto a la consideración de todos los veracruzanos, antes de aprobarlo. Si esto es así, entonces podrán observarse todas las inconsistencias de un ejercicio, presuntamente democrático, hecho sobre las rodillas y sin mayor propósito que contar con un instrumento legalmente exigible para el nuevo gobierno.

Por lo pronto, con el instrumento legal o sin este, la tarea de rescatar ya no a Veracruz sino modestamente a la hacienda pública estatal y municipal, se ve cuesta arriba; el déficit de los recursos disponibles, incluidos los intangibles como credibilidad, confianza, aceptación y consenso social, es de tal envergadura que Miguel Ángel Yunes Linares bien podría parafrasear lo dicho por el limitado gobernador interino: “De haber sabido a lo que me enfrentaría, no hubiera aceptado ser gobernador”.

Empero, Yunes Linares aceptó y muy a su estilo muestra disposición a tomar el toro por los cuernos y eso cuenta. Para bien de Veracruz esperemos que así sea.

Hojas que se lleva el viento

Para estar a tono con el clima mediático de especulación y rumores, me pregunto si no Javier Duarte sino Fidel Herrera Beltrán ha sido el artífice de la debacle. Si lo es, al señor de Nopaltepec, gozando de absoluta impunidad no se les toca ni un pelo.

-ooo-

El responsable gubernamental de velar por la justicia es el Poder Judicial. Me pregunto, donde ha estado estos últimos doce años?.

Xalapa, Ver., 15 de noviembre de 2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Frente a las turbulencias que agitan la vida política y social de Veracruz, se alza la voz   de una infinidad de medios de comunicación, columnistas, comentaristas y politólogos  que, en nombre de la verdad, la objetividad e independencia de criterio, confundimos  más que informar a una audiencia ávida de escuchar  lo que quiere  escuchar.  Anteponiendo a lo sustantivo la especulación y el rumor que rodea al sonado caso de barandilla “Veracruz, Javier Duarte y su cauda de pillastres”.  Construyendo una verdadera cortina de humo tras la que en los hechos,  se pretende ignorar u ocultar la existencia de una profunda crisis estructural que, multisectorial y multidimensionalmente lo mismo atañe a la política política que a la economía  y al tejido social.

Crisis que lejos de tocar fondo, profundiza día con día en sus alcances, conforme se pierde un tiempo valioso en el propósito de llevar hasta sus últimas consecuencias una absurda venganza social que,  en primera y última instancia no conduce en lo absoluto a resarcir el daño causado a Veracruz por una caterva de saqueadores con disfraz de servidores públicos. Concentrándose la atención en el árbol más próximo e ignorándose el bosque que se consume bajo el fuego.

La economía estatal en picada, la política política en franca descomposición reflejando los estertores de un régimen que ya no da más y un tejido social vulnerado,  en el que la desigualdad y la pobreza ahíjan y cobijan conductas contrarias al bien común. Caldo de cultivo propicio y auspiciador lo mismo de violencia criminal que de perpetuación de prácticas nefastas contrarias a la vida democrática de una sociedad hoy sometida y manipulada por espurios intereses de mafias y camarillas que, desde la administración pública,  atentan contra la sociedad en su conjunto.

Estado de cosas que, inédito y guardando la necesaria proporción en relación al acontecer nacional, no tiene cabida en la prioridad mediática ni da marco referencial para distinguir entre lo que es el saqueo a la administración pública,  con todas sus consecuencias presentes y futuras y una crisis que no es potestativa de Veracruz en tanto está presente a todo lo largo y ancho del país. México se le escurre entre los dedos al viejo régimen y el alto grado de descomposición política y social que se vive en la entidad veracruzana, es solo la punta del iceberg.

Habría que insistir, el régimen político vigente ya no da más, arrastrando consigo en su obsolescencia al todo nacional. La tragedia veracruzana lo confirma, el rumbo está extraviado,  se carece de brújula y la llamada clase política en medio de la corrupción impune, dando palos de ciego agudiza sus propias contradicciones abonando al creciente deterioro poniendo en evidencia la necesidad de un nuevo pacto social para el México del Siglo XXI.

Conocedor del paño, juez y parte, Manlio Fabio Beltrones asegura que “El problema está en el sistema político, no solamente en los hombres”, empero, no puede dejarse de considerar que son los hombres los que dan vida a un régimen político y este,  en México está podrido, la corrupción rampante anida lo mismo en los hombres que en un sistema político depredador que ya no responde a las necesidades del Estado mexicano.

Javier Duarte no es “chivo expiatorio”, como señala Andrés Manuel López Obrador. El hoy prófugo gobernador con licencia, a mi juicio es expresión viva del grado de descomposición del régimen caduco. Y aquí cabe apuntar que en medio del caos, para Veracruz el ratificado como gobernador electo y el interino que tomara la papa caliente pretendiendo salvar lo insalvable, no escapan a esta realidad que se retroalimenta lo mismo del centro a la periferia que de ésta última al centro.

El deterioro es generalizado y no hay forma de evadirlo. El mundo entero atraviesa por la misma tesitura sin que se vislumbre alguna luz al final del túnel.

Quizá por ello, los pueblos originarios agrupados en el Congreso Nacional Indígena y jalonados por el EZLN, sin ataduras que les vinculen con los intereses mafiosos de la partidocracia, llamen lo mismo a resistir que a oxigenar la vida política nacional rescatando con una participación masiva, responsable y consecuente por la vía del voto, los principios sustantivos de la democracia representativa. Llamado que no puede echarse en saco roto, si se pretende entender el estado de cosas que configura la profundidad de la crisis de un régimen político rebasado por la terca realidad.

Hojas que se lleva el viento.

Sin pena ni gloria y sin más presencia que los mismos de siempre, transcurrieron las dos horas que Enrique Ochoa Reza, presidente del CEN del PRI le dispensara a Veracruz. La renovación del partido y el combate a la corrupción, fue el tema central del manido discurso del administrador partidista designado por Peña Nieto. Lo destacable es que mientras Ochoa Reza leía la cartilla a la élite priísta veracruzana, el militante sin derechos haciendo gala de impunidad, tomó las de Villadiego presuntamente cobijado por el mismo PRI… Desconocemos su paradero, declaró el responsable de la política y seguridad interna de México. Así se las gastan.

Cd. Caucel, Yuc., octubre 20 de 2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El manotazo del Sr. Peña Nieto instruyendo a la PGR para impugnar el blindaje de los gobernadores de Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, a mi juicio pretende ir más allá de un interés genuino por combatir la corrupción. No es circunstancial el que casi simultáneamente imponga a Enrique Ochoa Reza como presidente del CEN del PRI.

De hecho, la medida adoptada es un claro deslinde de su gobierno con el viejo PRI, que ya constituye una pesada carga en su propósito transexenal de dar continuidad a su proyecto neoliberal de país.

La derrota en siete de doce procesos electorales estaduales en el presente año, para Peña Nieto no fue resultado de políticas públicas equivocadas de su gobierno, como lo dejara entrever Manlio Fabio Beltrones en su renuncia como dirigente nacional del tricolor. Lo atribuye a un partido político que incapaz de vender y defender con acierto y eficacia la bondad de las reformas llamadas estructurales, se ha mantenido prácticamente al margen dejando en manos de los gobernadores el respaldo a la estrategia “modernizadora” presidencial.

La semana pasada al referirme a la caducidad del régimen político en México,  señalaba que el PRI ha dejado de serle funcional al presidente. La reacción aunque tardía de Peña Nieto parece confirmarlo.

El PRI ahogado en sus propias contradicciones no está con dios ni con el diablo. Los intereses del partido en el mosaico nacional, se identifican más con  los respectivos virreyes en cada entidad federativa que con la estrategia trazada por el gobierno del Sr. Peña. No ha habido interés real del PRI para acompañar  -más allá del posicionamiento retórico del discurso mediático-, al presidente en la instrumentación y consolidación de  las reformas estructurales en que este sustenta su concepción de modelo de país al que deberíamos aspirar los mexicanos.

En Veracruz a lo largo de los últimos doce años, y con énfasis en la primera mitad del mandato Peñista, el PRI ha respondido en todo tiempo a cubrirle las espaldas al gobernador en turno en su interminable secuela de saqueo y corrupción impune, desentendiéndose de lo que para Peña Nieto es prioritario para el país.

Y si bien, omiso Peña Nieto dejó hacer, dejó pasar, el rechazo callejero cada vez más amplio a las reformas y pérdida de aceptación de su mandato reflejada en las urnas, le obliga tardíamente a reaccionar,  poniéndole un hasta aquí a tres gobernadores, entre ellos, al fallido de Veracruz que contribuyera activamente a la derrota electoral.

Sumándose a la vieja práctica de decir lo que la gente quiere escuchar para,  en su pretensión de recuperar el terreno perdido, concluir su mandato con el respaldo social y  la fuerza necesaria para imponer su proyecto transexenal.

El que no ayuda que no estorbe

Con Ochoa Reza, Peña Nieto pretende recuperar el control sobre el partido en el gobierno. O bien, dejarle morir reduciéndolo a su mínima expresión. Puesto que no hay de otra, ya que la opción de renovarle adecuándolo a los propósitos neoliberales del régimen, es tarea algo más que imposible. Los intereses creados heredados y la inercia de una corrupción que anida en todos los niveles, está inscrita en el ADN del dinosaurio viviente. A lo cual habría que sumarle el rechazo popular a una institución caduca a la que se identifica en el imaginario colectivo como  ajena a los intereses más caros de la nación.

Ante el transcurrir de un tiempo que al Sr. Peña se le escurre entre los dedos y el cada vez más amplio movimiento social de rechazo a las políticas públicas emanadas de Los Pinos, si el viejo PRI no ayuda que no estorbe. Es al parecer la conclusión a que ha llegado Peña Nieto. De ahí a mi juicio  su estate quieto presuntamente en defensa de la legislación anti corrupción que le aprobara el Congreso de la Unión.

En este escenario, la pregunta obligada es si un tecnócrata salido del pesebre de los aprendices de brujo, artífices de las reformas presuntamente estructurales, podrá recuperar ya no solamente el control del partido, sino incluso, los niveles de confianza y credibilidad en su propia militancia.

Por lo pronto, lo más execrable del PRI, como es el caso del ex gobernador Ulises Ruíz, ya brincó ante la imposición del ex director de la CFE como dirigente nacional, considerando fuera de lugar la intervención presidencial atropellando a la “nomenklatura” de la vieja guardia partidista, o, la oportunista postura de la CNC, exigiendo como moneda de cambio la vuelta al pasado en el reparto de posiciones, prebendas y canonjías clientelares.

En la aldea

En la aldea, la vida política de la entidad veracruzana, conducida por Duarte de Ochoa, se concentró en impedir la llegada a la gubernatura del enemigo número uno del fidelismo, desentendiéndose de los propósitos y objetivos que con carácter prioritario pretende alcanzar el presidente. Y peor aún, desviando, por decir lo menos, recursos federales destinados a dar soporte a la estrategia presidencial, orillando a la entidad a un palpable desastre económico y social, generador del protagonismo exacerbado del descontento y el hartazgo.

De ahí que en el imaginario colectivo pese más la impugnación de la PGR que abona a la exigencia de la renuncia de Javier Duarte, que la imposición del dirigente nacional del tricolor.

Con un PRI en los hechos descabezado en Veracruz y sin más visión que la electoral cortoplacista para lo que viene en el 2017 y 2018, lo accesorio se impone sobre el principal, los propósitos y objetivos del Sr. Peña se consideran irrelevantes ante el reto doméstico de recuperar el gobierno de Veracruz.

Faltaría ver si la alternancia con Miguel Ángel Yunes Linares, contribuye o no a lo que el presidente exige, cumpliendo con aquellas tareas a las que el PRI les diera la espalda. Si el PAN como partido en el gobierno de Veracruz cumple con las expectativas presidenciales, la opción para el relevo en el 2018 está más que cantada.

Lo que suceda en el futuro cercano, está condicionado a la realidad real, en un país en el que el descontento y el hartazgo están al límite. El no a las reformas presuntamente estructurales domina en la calle. ¿Podrá el PAN revertirlo para hacerse merecedor a la confianza del Sr. Peña? Es pregunta.

Mérida, Yuc.- Julio 13 de 2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tras advertencia no hay engaño. Héctor Yunes Landa, ex candidato a la mini gubernatura de dos años en Veracruz, se dice traicionado cuando es del dominio público que se traicionó a sí mismo.

Tras un largo periplo en busca de la candidatura, contra viento y marea le fue  concedida por su partido en circunstancias tales en las que la derrota en las urnas  -y fuera de ellas-,  estaba más que cantada y, aun así, la aceptó a sabiendas de que su principal oponente no era Miguel Ángel Yunes sino el llamado primer priísta de Veracruz.

Esto en una coyuntura social y política en el que el anti priísmo se consolidaba lo mismo en Veracruz que en la mayoría del territorio nacional.  El rechazo al autoritarismo represivo y las reformas estructurales, así como políticas públicas impulsadas e impuestas  por el gobierno de Peña Nieto y el clima de corrupción impune y violencia criminal en la entidad, no dejaba lugar a dudas. En la elección del 2016 el descontento y el hartazgo social participarían protagónicamente en contra del PRI, su alianza con partidos satélites a modo y sus candidatos.

Nada que en el imaginario colectivo no anidara como oportunidad para echar al PRI del gobierno.

Yunes Landa no lo consideró así. No lo vio o no lo quiso ver, confiando en la fortaleza de una estructura partidista más virtual que real y en una estrategia electoral  a todas luces equivocada. La realidad se encargó de lo demás, reflejándose en las urnas el cinco de junio. Descontento y hartazgo, como protagonistas de primer nivel, fueron disputados por la oposición, el voto de castigo se polarizó entre la derecha y la izquierda electoral, dándole el triunfo a la alianza PAN-PRD y, de manera significativa fortaleciendo a Morena que por primera vez participara en una elección de gobernador en la entidad.

Luego en donde reside la traición. Tras advertencia no hay engaño. El senador le apostó al voto duro tradicional cargando con todo en contra sobre sus espaldas.  Pudo más el disputado voto de castigo que su escasa visión sobre una realidad que nunca quiso aceptar. Hoy ni llorar es bueno. Si acaso se puede hablar de traición,  es aquella infringida por los gobiernos priístas a una sociedad lastimada y dolida  a la que no han querido ver ni escuchar.

Paradójicamente,  con el auxilio de una prensa afín al gobernador electo, ve en Morena, López Obrador y Cuitláhuac García como responsables de un oscuro pacto con el gobernador fallido para restarle los votos necesarios para vencer a Miguel Ángel Yunes Linares en las urnas. Paradójicamente en tanto que con ello fortalece a los opositores al PRI en el camino al 2018 exhibiendo las miserias de un partido político venido a menos que, subestimando a los electores, atribuye triunfos y derrotas a pactos cupulares y no a la voluntad ciudadana.

Perdiendo el tiempo

Y mientras el senador Yunes Landa clama traición rumiando su derrota, el otro Yunes, hoy virtualmente gobernador electo, desesperado ve escurrírsele el tiempo entre los dedos, perdiendo oportunidad para la ansiada legitimización que solo puede consolidar ofreciendo respuestas contundentes al descontento y el hartazgo que le dieran el triunfo en las urnas. “El pueblo quiere sangre”, se dice, y la sangre no llega al rio. Como último recurso se dirige a Peña Nieto exigiendo justicia para Veracruz, aceptando que a nivel local no hay forma de echar a Duarte de Ochoa del gobierno y meterle a la cárcel como ha prometido. Mucho menos asegurar que los miles de millones que se dan por desaparecidos, regresen a las arcas públicas.

Obnubilado por la poca respuesta a sus palos de ciego, se olvida de lo sustantivo y se concentra en lo accesorio. La prioridad es venganza, es el discurso que la gente quiere escuchar, la crisis multisectorial y multidimensional que vive Veracruz aun habiendo tocado fondo  puede esperar.

Así, Yunes Linares lejos de concentrarse en el diseño de una estrategia de corto plazo que asegure un buen gobierno, se desgasta quemando pólvora en infiernitos. Perdiendo un tiempo valioso para los veracruzanos  de espaldas a una realidad real nacional en la que,  frente a los recortes presupuestales a que se obliga la federación y el clima social de rechazo que ello genera en la población,  en el ánimo de Peña Nieto y sus aprendices de brujo el combate a la corrupción impune es tarea secundaria, quedando en el papel como simple recurso retórico y  mediático para justificarse ante la presión y la crítica internacional.

Nada extraño para Veracruz. Perder el tiempo en grilla, especulación, chisme mediático, está inscrito en usos y costumbres de una entidad en la que la política electoral ocupa el primer lugar en el orden de prioridades. Economía y bienestar de la gente, para nuestra aldeana clase política y un buen de medios de comunicación, pasan a segundo término, siempre con la esperanza de que el poder mesiánico de quienes gobiernan,  sea garantía de salpique y prosperidad.

Hojas que se lleva el viento

¿Con qué ojos?, señalábamos en maquinazo anterior en referencia a promesas de campaña de quienes aspiraban a la mini gubernatura de dos años. La terca realidad se impone. No hay con que dar cumplimiento a lo ofertado en materia de obra y servicios públicos. Tampoco para resarcir a la Universidad Veracruzana y hacer efectiva la aportación del gobierno estatal en el esquema de autonomía aprobado por el Congreso. Yunes Linares iniciará su mandato a partir de cero en las arcas públicas, con obligaciones de pago de adeudos cuyo monto real al día de hoy se desconoce y, por si fuera poco, con aportaciones federales mermadas por los recortes anunciados por el secretario de hacienda y la inviabilidad de incrementar recursos fiscales propios. Mal augurio para los dos años de mini gobierno, descontento y hartazgo seguirán siendo protagonistas de primer nivel en un Veracruz postrado y sin visos de cambio real.

Al gobernador electo sólo le queda, para legitimarse, seguir con el juego del gato y el ratón, hasta donde la ciudadanía aguante.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Para unos ¿ganó el PAN o perdió el PRI?

En tanto que para otros Morena ganó perdiendo y el gran perdedor fue el PRD.

Gano Veracruz, dicen los más.

Parafraseando a Ramón de Campoamor, en el momento que se vive en Veracruz nada es verdad ni mentira, todo se ve de acuerdo al cristal con se mira. Ante la incertidumbre de un futuro incierto, todos somos ganadores a la par que perdedores. Como a cada quién le fue en el circo electoral en cada quien se alberga la miel del triunfo o el vinagre de la derrota cuando, al fin y al cabo, ganadores o perdedores, todos vamos en el mismo barco.

Si la esperanza muere al último, que ello nos sirva de consuelo. Ya vendrán tiempos mejores.

Y si en este mundo traidor, soñar con un Veracruz mejor todo es un sueño, sea verdad o sea mentira, nada nos impide construir nuestra propia realidad. No por nada la imaginación no tiene límites.

¿Y la realidad real, crisol cotidiano de nuestra desventura?

Unos ganando perdieron y otros, perdiendo ganaron. Veracruz hoy está postrado, de rodillas y sin expectativas de cambio real. Vana ilusión, necesidades sentidas no son necesariamente necesidades reales para salir de la postración.

“Es la economía, estúpido”, dijeran con acierto. No es lo mismo escuchar lo que queremos escuchar que callar para engañar. El pueblo quiere sangre que en eso del comer, ya mañana dios dirá.

El divorcio entre la llamada sociedad civil, como mandante, y clase política, como mandataria, es más que evidente en el remedo de democracia que priva no sólo en Veracruz, también en todo México y, sin duda en el resto del mundo. Ello define nuestra realidad política, económica y social real y el alcance de nuestros sueños, expectativas y desventuras. Ni somos ni no somos, a la luz del cristal con que se mira Veracruz ni es de todos ni de la minoría que gobierna para la minoría.

Reconciliación

Los llamados a la conciliación y al evitar la polarización de la sociedad, están enfocados a calmar los ánimos de los rijosos, los políticos, incluyendo los expresados por el Sr. Peña Nieto y el gobernador de papel. A la llamada sociedad civil ni le va ni le viene; ni mucho menos es tema de preocupación. Ni el odio ni el encono divide a los veracruzanos de a pie, como para ser destinatarios de los demagógicos llamados.

La diversidad de opiniones, puntos de vista y posicionamiento de los votantes respecto a partidos y candidatos en pugna, pasada la elección en eso queda, recuperando las aguas su nivel y a otra cosa mariposa. Al fin y al cabo, sea cual fueren ganones o perdedores, en la toma de decisiones que nos afectan a todos, somos simples convidados de piedra.

Cumplimiento de propuestas y promesas de campaña habrán de reducirse a aquello que dentro de lo posible, esté en el ánimo y voluntad política de quien ajeno a la voluntad popular, haga gobierno.

Así las cosas, no teniendo caso el que en el seno de la llamada sociedad civil el encono alimente negativamente la relación familiar o de amistad, extendamos la mano al otro, convencidos de que siendo adversarios, pese a la insidia de una guerra sucia, jamás nos vimos como enemigos.

Ni perdón ni olvido

Otra cosa es el agravio que la sociedad acusa respecto a los actos de un gobierno fallido y de un gobernador que nunca estuvo a la altura de sus responsabilidades. Ahí sí, ni reconciliación ni olvido. Cuidado y se lleva adelante la farsa de  desvirtuar resultados de la elección; el hartazgo y descontento social podría tomar color de hormiga. Se votó para elegir un gobierno diferente, eficiente y eficaz, voltear la tortilla cupularmente para favorecer a uno u otro candidato, a gobernador o a diputado local, sí que despertaría en las mayorías irracional encono y sed de venganza. Cuidado.

A lo hecho pecho, se votó y la autoridad electoral dio un resultado que los sufragantes dan por bueno. Si hubo fraude, y los escépticos lo dan por hecho, ni modo, hoy por hoy el arroz ya se coció, para que tantas vueltas estando el suelo tan parejo. ¿O se trata de ponerle más leña al fuego incendiando  la pradera?

Lo que queda para la historia

Lo relevante en el ánimo colectivo es que de buena fe y con un alto sentido de civilidad y voluntad de participar, el 54 por ciento de los electores potenciales en la entidad, acudieron a las urnas no solo a votar, también a expresar el sentir de cada quien respecto a las instituciones, la política y los políticos, así como el deseo implícito de contribuir al cambio que Veracruz exige de su gobierno.

La tarea era echar del gobierno al PRI. Anhelo de los hartos e inconformes. Si se pudo. Haiga sido como haiga sido, acierto o error en la elección, el voto ciudadano inclinándose a favor de la alternancia hizo valer su propósito. Para bien o para peor, descontento y hartazgo pudieron más que la estructura mafiosa de un partido político que, por más de 80 años, ha mantenido secuestrada en su provecho a una incipiente y endeble democracia representativa. El futuro inmediato aún no está escrito. La realidad real tiene por encargo la última palabra.

¿Cheque en blanco o beneficio de la duda?

Pasada la elección y contándose ya con un gobernador electo que, “haiga sido como haiga sido”  capitalizó en su favor el voto del descontento de amplios sectores de votantes -numéricamente mayor que el voto duro del PAN-PRD-, la sociedad civil debería reflexionar sobre la conveniencia de extenderle un cheque en blanco a Miguel Ángel Yunes Linares, o concederle el beneficio de la duda.

Siendo tanto o más los ofrecimientos de campaña que las necesidades sentidas de una población agraviada y ninguneada, el gobernador entrante tiene ante sí el reto de desvanecer tal descontento y hartazgo, cumpliéndole para legitimarse ya no sólo a sus electores sino a los veracruzanos todos sin distingo de camiseta. De no cumplir o cuando menos dado el tiempo perentorio para ello, sentar las bases para un auténtico cambio en la conducción de la cosa pública, el malestar social ira en crescendo poniéndose en riesgo una vez más la paz social y la gobernabilidad.

Corresponderá a la sociedad el evaluar desempeño y compromiso en los primeros seis meses del nuevo gobierno en la entidad, separando hechos concretos de la paja mediática del discurso triunfalista y sin sustento. Alternancia no es garantía, recordemos a Fox y Calderón.

Esto por lo que toca a lo local. En cuanto a factores externos que sin duda también inciden en el ánimo de la población, como es el caso de la imposición de las reformas llamadas estructurales del gobierno federal, que han generado mayor desigualdad, pobreza y exclusión, habría que partir de la idea de que el gobernador electo no es suicida. Se deberá en todo tiempo más que los partidos que le postularan y a los veracruzanos, al presidente Peña. De eso a mi juicio no cabe la menor duda. Luego el reto a enfrentar reside en el cómo conciliar el interés más general de los veracruzanos con la mano que meciendo la cuna meterá basa desde Los Pinos. Habida cuenta de la dependencia política y presupuestal que Veracruz guarda respecto a la federación.

Conciliación exigida y negociación obligada. De lo contrario, descontento y hartazgo no perderán presencia en la entidad. Y aquí cabe preguntarse si Miguel Ángel Yunes Linares está a favor o en contra de las reformas energética, educativa, laboral, o de salud, cuya incidencia en la entidad es manifiesta contribuyendo a favor o en contra del desempeño económico y social de los veracruzanos. Así cómo hasta donde contará con arrestos y capacidad personal y de gobierno para cumplirle a cabalidad a los veracruzanos sin distanciarse de las políticas públicas neoliberales bajo su responsabilidad en Veracruz.

Hojas que se lleva el viento

Una cosa es Juan Domínguez y otra, muy distinta… El PRI si bien fue vapuleado electoralmente el pasado domingo, no está muerto. El dinosaurio, al iniciar el 2017 seguirá siendo primera minoría, gobernando para efectos prácticos en más de la mitad del territorio nacional, amén de contar con la titularidad del poder ejecutivo federal. La votación del domingo 5 en contra del tricolor no es suficiente para darle vuelta a la tortilla, así que no hay que cantar victoria por anticipado. Si en el ánimo colectivo está el echar al PRI del gobierno en México, hace falta algo más que triunfos parciales en las entidades federativas, incluida la capital del país. Los partidos que se le oponen en el 2018 tendrán que echar mano, más que del justificado hartazgo y descontento en amplios sectores de la población, de una ardua tarea de información, politización y organización en los terrenos de las clases medias,  para dar paso a una auténtica alternancia sustentada en el voto razonado de las mayorías. Si el estómago vacío electoralmente es mal consejero, el hígado enardecido es aún peor cuando de construir un cambio verdadero se trata.

El cambio tiene un costo. Asumámoslo racionalmente con visión de largo aliento.

Xalapa, Ver., 12 de junio del 2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

No todo lo que brilla es oro. Lo afirmamos en maquinazo reciente: “¿con que ojos?”, mi querido tuerto, al referirnos a promesas de campaña que jamás en su momento  serán cumplidas por no contar en sus alforjas, quien resulte electo como mini gobernador de Veracruz, ni con tiempo suficiente ni con recursos públicos disponibles al recibir una administración pública quebrada y endeudada más que en exceso.

A lo largo de las campañas de aspirantes a la gubernatura y a la Legislatura local -la excepción hace la regla-, no ha sufrido cambio relevante en una percepción no sólo de quien estas líneas escribe, también de amplios sectores de la sociedad veracruzana. No hay dinero y un gobierno de dos años es insuficiente para incluso, solamente ocultar la basura bajo la alfombra. Así que ¿con que ojos?

Lo que sí destaca en la estrategia del “yoyo”, es que a falta de propuestas viables que equilibren disponibilidades reales con expectativas de cambio de la población, se prometan acciones de gobierno que no sólo son de la esfera federal y privada, incluyendo trasnacionales petroleras cuyas decisiones de inversión están fuera del alcance estatal, sino que incluso, van más allá de los propósitos y objetivos del modelo neoliberal que impulsa el Sr. Peña Nieto.

Y hay que hacer constar que en materia de demagógicas y utópicas promesas asistencialistas, no hay distingo partidista ni color de camiseta de los hacedores de milagros que aspiran a gobernarnos.

La burra no era arisca, reza la conseja popular. Y este saber fruto de más años de experiencia que los acumulados por el PRI en el gobierno, hoy se hace presente con especial énfasis en la ausencia de credibilidad y confianza en la política, las instituciones y los cancerberos del poder real y formal.

Promesas orientadas a lo que la gente quiere escuchar, sin sustento ni posibilidad real de conjugar lo deseable con lo posible y desconfianza y ausencia de credibilidad, se retroalimentan dialécticamente dando la medida de lo que se espera como continuidad de un gobierno corrupto y la persistencia de una sociedad que no quiere ver más allá de su ombligo.

De ahí que, compañeros de camino al fin, sociedad civil y clase política ilustran metafóricamente lo que se observa del actual proceso electoral en curso. Montados en el mismo tren, el desconfiado viajero no sabe si escoger como vecino de asiento al culto y refinado ladrón que con toda atingencia roba los calcetines sin quitar los zapatos, o aquel que burdo con descaro y cinismo le dejará descalzo.

Sin calcetines o descalzo, el viajero bajará del tren, prometiéndose a sí mismo no volver a tropezarse con la misma piedra. Vana promesa, masoquista al fin, la sociedad seguirá sin remedio lamentándose de lo que ella misma ha creado.

Hojas que se lleva el viento

La campaña de Héctor Yunes se desinfla en la capital veracruzana. El encuentro programado con intelectuales, artistas y promotores de la cultura que tendría lugar en Xalapa, fue cancelado por el coordinador de campaña del senador con licencia al considerarlo como no prioritario, dejando a los organizadores colgados de la brocha. La atención a la cultura no viste ni acarrea votos de ahí que el énfasis proselitista sea puesto en el ámbito de la pobreza y la ignorancia que sí reditúan. ¿O será que Don Héctor ya da por perdida a la capital veracruzana, eminentemente anti priista?

-ooo-

Desconcierto entre las filas de quienes en los medios de comunicación están identificados como los textoservidores de siempre. Lo mismo los que sirven al gobernante fallido que aquellos al servicio del Yunes rojo o el azul. Sin decir agua va les crecieron los enanos y hoy tienen que enfocar sin argumento alguno que valga, su diatriba en contra de Morena y su candidato sorpresa.

-ooo–

El rumor, solo eso, simple rumor, en torno a la posibilidad de la anulación de la elección de gobernador cobra fuerza en los círculos políticos y periodísticos, anotándose como un triunfo a favor de Javier Duarte y Fidel Herrera,  padrino y mentor este último del gobernante fallido. ¿Y el enorme dispendio de recursos públicos ya aplicados al proceso sucesorio qué?

Y la gente se pregunta: ¿Quién respalda a Javier Duarte que impune sigue con sus tropelías? ¿Será Peña Nieto, o acaso Osorio Chong?

Xalapa, Ver., mayo 25 de 2016

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

En el marco de la tragicomedia en que un gobierno fallido arrastra a la vida política de la entidad, no deja de sorprender el que los aspirantes a la minigubernatura de dos años insistan en orinar fuera del tiesto.

Tras meses de precampaña, los aspirantes inician el proceso de registro formal de sus intenciones sin modificar un ápice la tónica triunfalista y mesiánica con la que han bombardeado a propios y extraños. El yo por delante, fuera de contexto con el que asumen ser los llamados a transformar para bien a una entidad federativa postrada y en constante deterioro en todos los órdenes, habla por sí del carácter triunfalista y sin sustento del discurso

De espaldas a un ominoso horizonte nacional e internacional en el que estancamiento y recesión sistémica es la única luz que se vislumbra al final del túnel, machaconamente reiteran su disposición de salvataje para enderezar el gran entuerto en escasos 18 meses. Yo estoy listo, yo puedo, yo estoy limpio, yo generaré miles de empleos con mejores salarios, yo protegeré a los veracruzanos de la violencia criminal, yo acabaré con corrupción e impunidad, yo aseguraré un futuro pleno de oportunidades para los jóvenes. Yo, yo y sólo yo, y nadie más, es la cantaleta de moda en el proceso electoral en marcha, como si de un solo hombre o mujer dependiera el enderezar el rumbo y retomar el sendero perdido.

En contraste, la realidad real ofrece un panorama distinto. No hay respuesta válida para una crisis sistémica global. El deterioro económico es generalizado en todo el orbe y su tendencia a profundizarse se agudiza. En México el INEGI anuncia recesión y el Banco de México advierte que las posibilidades de crecimiento y rescate del empleo son limitados. El gobierno federal aprieta el cinturón y los recortes al presupuesto son ya pan de cada día,  en detrimento de tan optimistas como infundados propósitos y objetivos de un presidente Peña al que el país se le escurre entre los dedos.

Ni a cual ir, tanto quienes aspiran a la gubernatura como los que se apuntan para el relevo de la Legislatura en funciones, cojean del mismo pie.  Cual iluminados tenedores de una varita mágica capaz de enderezar al jorobado más contrahecho, pasan por alto que la realidad real les desmiente.

Ni apego al contumaz contexto de una realidad real ni la más mínima idea de lo que siendo deseable es posible realizar en el corto período de transición. Sólo el prurito de convencer con un falso discurso a un electorado potencial que, curándose en salud por principio niega el sufragio a una partidocracia corrupta, voraz e impune que a fin de cuentas, su propósito último es mantener secuestrada a una incipiente democracia representativa.

Hoy precampañas, mañana campañas, para culminar en junio próximo con una elección que por principio para el imaginario colectivo no garantiza nada que no sea más de lo mismo.

Estimados lector@s, si buscan que alguien les cuide, les de empleo, les mejore el salario y les asegure una vida digna, no lo piense mucho, sólo voten deshojando la margarita. Para el caso es lo mismo, con  más de lo mismo te gratificará con creces el poder del yoyo.

Hojas que se lleva el viento

Indignante el que texto servidores al servicio del autismo oficial,  califiquen a la megamarcha universitaria como fruto de la manipulación político partidista del PAN, orquestada desde las sombras por Miguel Ángel Yunes Linares. Si esta burda maniobra del denostado gobernador fallido estuviera respaldada por algún viso de verdad, su difusión por diversos medios tendría que interpretarse como un flaco servicio al PRI y a sus precandidatos, al exhibir una capacidad de convocatoria y manipulación social de la alianza opositora que está muy lejos de tener. Para el grueso de la sociedad, la maniobra duartista no es otra cosa que una expresión palpable de desprecio ya no sólo a la comunidad universitaria y al respaldo que le diera la Benemérita Escuela Normal Veracruzana, también a la inteligencia de los veracruzanos. Patadas de ahogado de un pseudo gobernador aferrado con desesperación a un cargo que la sociedad le niega.

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