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Category Archives: Política en Veracruz

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sin querer queriendo,  el senador José Fco. Ynes Zorrilla ha traido a colación la gran incógnita en torno al futuro de Veracruz. ¿Cómo reactivamos nuestra economía?, expresó el legislador veracruzano en uno de tantos discursos en su ya largo peregrinar en busca de su nominación como candidato al gobierno de la entidad, sin tener, es obvio, la respuesta, como también es obvio que a estas alturas ninguno de los que aspiran a tal cargo de elección popular  tienen idea del cómo afrontar la crisis multidimensional y multisectorial que teniendo a la economía estatal en franca postración, contribuye a una descomposición social cada vez más aguda.

El cómo es la interrogante. A la cual se llega si antes se tiene claro y de manera puntual cual es el diagnóstico de una enfermedad de larga data, cuyos síntomas son a no dudarlo, estancamiento y recesión. Y es en este preámbulo en el que tuerce el rabo la marrana, no obstante los esfuerzos de algunos especialistas que, de manera parcelada y sin ánimo de ver el problema de manera integral, advirtieran de la proximidad de la llegada del lobo, hoy confirman llegada y presencia de la fiera  al calor de indicadores estadísticos agregados.

Los números fríos no mienten, insisten éstos. Empero no dan el paso necesario para transitar  de la información estadística a un diagnóstico puntual, regional y sectorial, de la problemática que aquejando a un aparato productivo a todas luces obsoleto, se le sostiene artificiosamente con respuestas asistencialistas que de ninguna manera inciden positivamente en crecimiento económico e incremento de bienestar social de la población.

“El gran tema para Veracruz es cómo reactivamos nuestra economía, cómo generamos condiciones de trabajo para nuestras empresas, cómo podemos utilizar los recursos públicos federales, que son de ustedes. Porque de eso se trata. De que el Gobierno de la República los acompañe en aquellas actividades que van a multiplicar su esfuerzo económico, que les va a repercutir en su ingreso, que les va a poder dar la oportunidad de trabajar y lograr una vida más digna, y poder incidir de manera puntual en sus condiciones de vida”:  expresara Yunes Zorrilla. (Comunicado 06/10/2017)

El mismo rollo, girando en torno a finanzas y políticas públicas asistenciales, deteniendo la mirada en el árbol sin mirar el bosque. Fijando  la mirada en una promoción económica que no es tal, sin la más mínima idea de cuál es el problema toral a que se enfrenta Veracruz, lo mismo en zonas urbanas que en zonas rurales, cuyo origen tiene más de estructural que de coyuntura.

Qué, donde y como producimos. Con que propósito y objetivos. Con qué herramental tecnológico se cuenta. A qué mercado y bajo qué condiciones concurre la producción regional y sectorial y a quienes beneficia en primer término, son interrogantes no tocadas ni por asomo. El conocimiento preciso de nuestra realidad económica se substituye con discursos que no dicen nada, al fin instrumento electorero son palabras que se lleva el viento.

Solo a manera de ejemplo, en los discursos no se dice que la industria azucarera veracruzana gira en torno a fábricas chatarra, con zonas de abastecimiento de la gramínea con suelos empobrecidos por el monocultivo a lo largo de más de un siglo, que hacen nugatoria la rentabilidad de la actividad primaria y secundaria. Sosteniéndose precariamente esta rama industrial con subsidios gubernamentales crecientes sin que exista voluntad de transformarle. Y aún hay más en los diversos renglones productivos en que se sustenta lo mismo economía que ecología social de la entidad,  tocándole eso sí, a los especialistas señalarlo.

Sin punto de partida no hay punto de llegada. Sin diagnóstico no hay plan a futuro. Lo debería saber el legislador veracruzano y todos aquellos que aspiran a la gubernatura. Si es que ésta en su ánimo el aproximarse a una respuesta racional al ¿cómo?

Cd. Caucel, Yuc.  octubre 10 de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

Cae más pronto un hablador que un cojo, más en la casa del jabonero, en donde el que no cae resbala… Sabia conseja popular que para todo y en todo se acomoda sin más sustento que el sentido común que suele superar en no pocos casos a la filosofía, hermana mayor que de tanto incursionar y profundizar en lo que pudo haber sido y no fue, termina por perderse en el laberinto de su propia soledad. Si, la sabiduría popular en épocas de pragmatismo a ultranza, confusión ideológica e incertidumbre frente a un futuro incierto, suele quedar como anillo al dedo cuando la política deja de tener sentido en el imaginario colectivo,  como es el caso de lo que se está viviendo en Veracruz.

Sin rumbo ni brújula, con un timonel ajeno al bien común, la sociedad veracruzana navega al garete. El discurso proselitista que tantas expectativas levantara,  quedó en eso, simple herramienta retórica con la pretensión de decir lo que los veracruzanos querían escuchar. A nueve meses de distancia de su toma de posesión como gobernador de dos años, Miguel Ángel Yunes Linares es juzgado por la opinión pública como un hablantín pendenciero, incapaz de sustentar sus dichos con hechos palpables que apunten a un desempeño eficiente y eficaz del gobierno de la alternancia.

Creyó a pie juntillas que con enfocar sus baterías en contra de sus adversarios políticos con Javier Duarte a la cabeza, los veracruzanos reconocerían su férrea voluntad por sanear a una administración pública postrada y saqueada. Se equivocó. Para el imaginario colectivo el combate a la pandilla de corruptos servidores públicos, no pasa de lo anecdótico alimentando mediáticamente el morbo de lo más atrasado de la sociedad, cuando el interés general exige un buen gobierno, capaz de enderezar la nave escorada retomando el rumbo del bienestar general, expresado éste en inversión pública y privada, empleos, mejores salarios, seguridad y servicios públicos de calidad.

Gobierno implica conducción y gobernabilidad,  entendida esta como estrategia y praxis de gobierno  convertidas en ejercicio del poder institucionalizado con implicación social y económica,  trascendiendo como paradigma político. Otra cosa muy distinta cuando no se observa conducción y el poder institucionalizado se decanta y diluye perdiéndose gobernabilidad. Veracruz con Miguel Ángel Yunes Linares se encuentra en tal tesitura en una espiral de violencia que pone en entredicho lo mismo al estado de derecho que el fin último del gobierno de dos años.

Si su interés residiera únicamente  en rescatar y sanear a la administración y finanzas públicas estatales, el tiro le ha salido por la culata. Para sus gobernados se percibe no solo el no cumplimiento de tal propósito, sino todo lo contrario. Perdiéndose un tiempo valioso en tanto que el deterioro económico y social en la entidad sigue cuesta abajo, arrastrando consigo al quehacer político cuya mediocridad en vísperas del proceso electoral del 2018, es más que evidente. Tanto que se da como un hecho el que por sobre la razón de Estado, Yunes Linares imponga como candidato a sucederle en la gubernatura a uno de sus vástagos.

Faltándole escasos 15 meses de gestión al frente del gobierno de Veracruz, no solo cual invitado a la casa del jabonero resbala, también peca de soberbia ignorando la conseja popular que nos dice que más pronto cae el hablador que el cojo. Soberbia que su partido no ignora y que su aliado, el PRD, mirando para otro lado se hace como el tío Lolo.

Partido político este último que bien se guarda de decir esta boca es mía, salvo por las esporádicas declaraciones del politólogo, destacado operador político y ahora filósofo, Uriel Flores Aguayo, que invita a no ver todo en blanco y negro, sino ponderar los medios tonos, puesto que “ni todo está mal ni todo está bien” con el gobierno de la alternancia, sino todo lo contrario.

De ahí que la interrogante obligada del momento, alimentada por la idea de que el gobernador de Veracruz sería nominado como candidato plurinominal al senado en el 2018, es si éste obtuvo el poder institucionalizado para no poder o es una expresión más de la descomposición generalizada en el país de un régimen político cuya fecha de caducidad está vencida.

Cd. Caucel, Yuc., agosto 26 de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

“Un parlamento, es un parlamento, sólo bajo determinadas condiciones se convierte en una estafa, un ayuntamiento es un ayuntamiento, solo bajo determinadas condiciones se convierte en una cueva de ladrones, un tribunal es un tribunal, solo bajo determinadas condiciones se convierte en una broma de mal gusto. No se trata, pues, de inventar algo mejor o más lúdico, creativo o transversal que los parlamentos, los ayuntamientos y los tribunales, sino de cambiar sus condiciones”. Carlos Fernández Liria

Siguiendo esta línea de pensamiento considero que es una falacia el afirmar que del triunfo de Morena en los procesos electorales devendrá en “mandar al diablo a las instituciones” republicanas. Antes al contrario, si partimos de la premisa de que el Movimiento de Regeneración Nacional y su líder histórico no son revolucionarios radicales,  sino expresión de un reformismo progresista que, cuestionando las condiciones actuales de deterioro por las que atraviesan  las instituciones que el pueblo de México se ha dado, se propone  sanear éstas y ponerlas al día para que así respondan al interés de las mayorías y no únicamente al de una élite depredadora y empobrecedora de la vida nacional, estimo que su propósito último es fortalecer y no destruir el andamiaje institucional.

Y es en esto último que se sustenta a mi modesto entender tanto la penetración en el seno de la sociedad mexicana como el respaldo  político electoral que observamos en el lopezobradorismo. La gente no desea una nueva revolución, sino dar continuidad a un proceso que  habiendo iniciado en 1810, retome el “Sentimiento de la Nación” del ideario político de  Morelos y las reivindicaciones no satisfechas enarboladas por Zapata, Villa y  los Constituyentes de 1917, alejando de la vida económica, política y social del país todo vestigio de corrupción, impunidad, simulación, depredación  y secuestro de la voluntad popular, fortaleciendo a las instituciones republicanas y no destruyéndolas, priorizando honestidad, eficiencia y eficacia como pilares del cambio deseado.

El pueblo de México no es tonto, como se le quiere ver desde la cúpula del poder y sus adlateres. El solo pensar en que estaría de acuerdo en “mandar al diablo” a las instituciones republicanas, construidas a lo largo del tiempo con sangre, sudor y lágrimas, es tanto como persistir en considerar a los mexicanos como idiotas, incapaces de discernir lo  que a sus más caros  intereses conviene aceptando sin chistar lo que bien a bien se  le concede o impone bajo el régimen de un paternalismo de Estado que, en los hechos, niega el carácter soberano de la voluntad popular.

El pueblo sabe leer entre líneas. Así, cuando López Obrador discursivamente manda al diablo a las instituciones, la gente sabe a ciencia cierta que se trata de mandar al diablo el vaciamiento de que ha sido objeto el andamiaje institucional de la nación, recuperando para sí el sentido y razón de un estado de derecho que trascendiendo los límites estrechos de lo que entendemos como gobierno, da sustento al Estado-Nación.

Más que un gobierno para todos, gobernar entre todos como lo mandata la Carta Magna, es lo que la gente estimo interpreta del discurso de MORENA. De ahí la esperanza y confianza que anima al imaginario colectivo y su voluntad de expresarlo en las urnas. Libertad, independencia, y soberanía; no más corrupción impune; que la honestidad norme la búsqueda del bien común en nuestro futuro y el futuro de nuestros hijos. La nación y sus instituciones republicanas  lo demandan, así quiero entenderlo.

Hojas que se lleva el viento.

¡Para Ripley! Vaya cinismo del senador yucateco Emilio Gamboa Patrón -a quien sus paisanos conocen por el mote de “El chupón”-, cuando arropado por sus pares Yunes Zorrilla y Yunes Landa, viene a Veracruz a decirnos que el PRI si sabe gobernar. “No me defiendas compadre…” Dirían los candidatos priístas a las alcaldías veracruzanas.

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Teniendo como escenario de fondo el fracaso manifiesto de seis meses de gestión del gobierno de la alternancia (no hay nada que asegure lo contrario) así como la incapacidad del PRI para salir de su debacle,  los veracruzanos a una semana de la elección del 4 de junio velan armas dispuestos a dar la batalla en las urnas. Salvo que seamos masoquistas, es de esperarse que la mayoría le dé la espalda al PRIAN votando a favor de los candidatos de MORENA, partido al que se considera como el mejor posicionado en la contienda edilicia. Sufragar a favor del PRI o de las fórmulas postuladas por “la morralla” partidista o candidatos independientes, dividiendo y pulverizando el voto, se dice favorecerá a  la alianza PAN-PRD, apostándole a ello el gobernador Yunes Linares en su desenfrenado intento por hacerse de una base social de apoyo que dé continuidad a su proyecto familiar.

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Quienes en Veracruz habiendo tocado en la puerta equivocada, esperando encontrar en MORENA posiciones, prebendas y canonjías, toparan con pared, se ven impelidos a renunciar y buscar nuevos y más amplios derroteros en los que mojar su pambazo sea la recompensa. Nada nuevo bajo el sol. Es la “condición humana”, dicen los que confundiéndose ven el árbol y no el bosque. Lo que si resulta inédito es que por cada 2 que se van frustrados en sus intenciones,  se incorporan al lopezobradorismo 20 nuevos cuya motivación va más allá del dinero fácil. De ese tamaño es el descontento y el hartazgo.

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Mañana 31 de mayo da término la etapa de campañas del proceso electoral 2017 en Veracruz. El balón pasa a manos de los electores sin que el gobernador, partidos y candidatos contendientes, alcanzaran un marcador distinto al  ya anotado en la etapa previa.  Salvo el fraude electoral como última instancia, MORENA se levantará con el triunfo en el mayor número de los 212 municipios de la entidad y, para sorpresa de muchos, a no dudarse el PRI en alianza con el partido verde de Fidel Herrera, inercialmente quedará en segundo lugar en el tablón de resultados. El gobierno de la alternancia reducido a su mínima expresión. ¿O no es así?

Xalapa, Ver., 30 de mayo de 2013

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J. Enrique Olivera Arce

Los que saben del asunto de la guerra dicen que lo trascendente en toda conflagración bélica no es el ganar o perder una batalla sino ganar la guerra. Y si como dicen los conocedores del paño, “la guerra es la política por otros medios”, bien podría establecerse como válido que en la política electoral es quien gana la guerra y no una batalla el que a la larga se hace merecedor al triunfo.

Bajo esta lógica, y atendiendo que el pasado domingo se diera inicio formalmente a la carrera electoral que desembocará en las urnas el 4 de junio próximo con la elección de alcaldes en los 212 municipios veracruzanos, cabe considerar que el PAN-PRD y MORENA, los dos grandes contendientes a enfrentarse con relativo éxito, se encontrarán en la tesitura de ganar o perder una batalla en el largo camino de ganar la guerra.

Por ahora y en lo que toca a la vida política postduartista de la entidad, la alianza PRD superó a Morena ganando la batalla por la gubernatura de dos años, más no la guerra; debiendo refrendar su triunfo parcial en la batalla por las alcaldías veracruzanas como prolegómeno para la gran batalla del 2018.

Por su parte, MORENA estará en la obligación de ganar la batalla parcial en el presente proceso electoral si quiere aspirar al triunfo de la guerra en el 2018, alzándose con la gubernatura local y la presidencia de la república.

Siempre bajo este orden de ideas, habría que considerar si alguno de los dos grandes contendientes tiene conciencia plena del con que armas cuenta no para ganar batallas, sino de manera relevante para ganar la guerra no a nivel nacional que es otro cantar, sino en territorio veracruzano.

Y es que bajo mi punto de vista personal, bajo esta óptica habría que analizar los pros y contras en el abanico de posibilidades reales de ganar la contienda, más que en los actores que de manera destacada circunstancialmente en ella participan.

Para empezar, habría que partir de si ambas fuerzas electorales tienen en mente ganar la guerra o sólo contiendas parciales; no por la intencionalidad que en eso no hay duda, ambas aspiran a la sucesión del enterrador del PRI en la presidencia de México, pero los buenos deseos no bastan, se requiere algo más que buenas intenciones y es aquí en donde a mi juicio la alianza PAN-PRD en Veracruz está en desventaja frente a MORENA.

A la cabeza de dicho contubernio sui generis de intereses locales en el que el sol azteca va sobre la espalda del blanquiazul, se ubica al actual mini gobernador Yunes Linares, cuya visión de mediano y largo plazo es prácticamente nula al estar obsesionado más en atacar fantasmas del pasado que en gobernar con visión de futuro.

Al frente de las huestes azul-negro amarillas, no tiene nada que ofrecer a una sociedad ávida de cambios que positivamente pongan al alcance de los electores mejores condiciones de vida material, política y social. No existe, cuando menos en el discurso, un proyecto-programa de acción que apunte al mediano y largo plazo; el quehacer político se reduce a una coyuntura inmediatista en el que el objetivo último es borrar del mapa a las corrientes fidelistas y duartistas enquistadas en la administración pública estatal y municipal. Ya mañana Dios dirá.

Por el contrario, MORENA –siempre a la luz del discurso- tiene más claro que el objetivo último es ganar la guerra y no solamente batallas aisladas; ofertando al electorado lo mismo hipotéticas respuestas a la coyuntura que se vive en Veracruz que expectativas, más o menos viables de florecer, plasmadas en un nuevo proyecto de nación enmarcado por un escenario internacional fuente permanente de incertidumbre, descontento y hartazgo ciudadano; vinculando el sentir popular frente a un gobierno local transitorio, “zombi” con poco dinero en efectivo y mucha deuda e incapaz de auspiciar crecimiento y desarrollo, con el pésimo gobierno priísta de Peña Nieto que lastima lo mismo inteligencia que el bolsillo de las mayorías.

Líneas arriba insisto en que mi apreciación se sustenta en el discurso-mensaje político electoral. Los hechos concretos están aún por verse en el marco de la terca realidad, toda vez que depende en mucho el que MORENA sepa capitalizar a su favor la batalla del 2017, aglutinando a la mayoría electoral en torno a democracia e inclusión en su base militante y corriente de simpatizantes para convencer a los indecisos; implicando esto el mayor esfuerzo por seleccionar a los mejores candidatos con amplia aceptación a las gubernaturas edilicias. Y aquí es donde, a mi juicio, la marrana tuerce el rabo, cuando el discurso no se hace acompañar por una praxis congruente y consecuente menospreciando a las bases y pragmáticamente recurriendo a prácticas antidemocráticas y antipopulares presuntamente superadas, dejando en manos de Andrés Manuel López Obrador la última palabra, cuando es evidente que este desconoce antecedentes, probada militancia y nivel de compromiso para con el partido y ciudadanía de la mayoría de los que -dejándose llevar por lo que la dirigencia estatal recomienda-,  con su dedo señale como precandidatos y candidatos en su momento a contender por las alcaldías.

En las filas de MORENA ni están todos los que son ni son todos los que están, dejando abierta la puerta de acceso a oportunistas de toda laya como le consta a los veracruzanos, y en ello debe poner atención tanto el líder moral del partido-movimiento como la dirigencia nacional, evitando lastimar a una militancia auténtica que a brazo partido se ha rajado el cuero acompañando a López Obrador en la lucha por la soberanía nacional y defensa del petróleo desde el 2006.

Mostrar el músculo, evidenciando la fortaleza de MORENA frente a la alianza PAN-PRD como gobierno local,  como se observara el pasado domingo en la capital veracruzana, no basta si el objetivo último es ganar la guerra. Por si no lo sabe Andrés Manuel, un buen de veracruzanos ya aprendió a leer entre líneas; cansados y agotados están de más de lo mismo y este malestar se inicia y concreta a partir de los gobiernos municipales.

Ganar una batalla a cualquier precio puede significar el perder la guerra.

Hojas que se lleva el viento

En plena incertidumbre y a goteo las arcas públicas en materia de convenios de comunicación y propaganda, la mayoría de la prensa veracruzana añorando el pasado da palos de ciego en torno a la vida política de la entidad; aspirando entre sueños al retorno a un pasado que Yunes Linares pretende sepultar. Solo así se explica que el cada vez más estrecho círculo priísta siga figurando de manera relevante en notas de prensa y columnas políticas, dándole más importancia que la que en la realidad tiene o pretende tener. Situación inercial que habrá de reflejarse durante el Foro “Medios de comunicación, comunicadores, libertad de expresión y derecho a la información”, que se realizará los días 13 y 14 de febrero en las instalaciones del Congreso del Estado y convocado por Instituciones de educación superior, públicas y privadas de la entidad.

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Si el gobernador veracruzano Miguel Ángel Yunes Linares no alcanzó su propósito de “cimbrar a México”, Andrés Manuel lo logró con creces con tres magnas concentraciones en Michoacán, Estado de México y Veracruz en las que se ratificara el “Acuerdo político de unidad por la prosperidad del pueblo y el renacimiento de México”. Confirmándose la amplia ventaja del tabasqueño rumbo al 2018 y un PRI que se desdibuja en el escenario nacional.

Y a propósito de Don Miguel Ángel, ni la burla perdona al afirmar que la prioridad de su administración es “Combatir la pobreza y el rezago social… por lo que se mejorará la calidad de vida de un millón de familias en materia de alimentación, salud, vivienda, educación y bienestar”. Ni dinero ni tiempo, tampoco claridad respecto a lo que en Veracruz representa pobreza y desigualdad, pero sí tremendismo mediático de un triunfalismo sin sustento. Javier Duarte al inicio de su mandato afirmó lo mismo, sólo que con mayor modestia, pues sólo se comprometió a reducir la pobreza en un 50%.

Xalapa, Ver., febrero 8 de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

Conforme pasan los días estoy más convencido de que lo reiterativo del discurso de un Javier Duarte en sus patadas de ahogado, así como el de Yunes Linares, avivando el fuego en contra del gobernador fallido, la crítica, la denuncia y las mentadas de madre en las redes sociales, lejos de contribuir al rescate de Veracruz, le hunden más; haciendo las veces de cortina de humo, distractora en el proceso de toma de conciencia de los veracruzanos de la necesidad de pensar más en la crisis estructural que se vive y las medidas concretas para sacar a la entidad de su atraso y postración, que en una venganza social, puesto que no es otra cosa, en contra de los saqueadores que a lo largo de casi 12 años dispusieran a su antojo del erario público.

En primera y última instancia, de prosperar el espíritu de venganza encarcelando a los responsables del saqueo, esto no necesariamente significa que se van a recuperar los miles de millones de pesos que se presume fueron a dar al bolsillo personal de nefastos servidores públicos. Tampoco y no hay nada que pruebe lo contrario, se recuperará el tiempo perdido y, mucho menos, se rescatará a una economía estatal que a nivel nacional ocupa los primeros lugares en deterioro del aparato productivo.

Habría que insistir en la necesidad de repensar a Veracruz. No es posible seguir contemplándole con los ojos de un ayer que siendo historia no se corresponde con la realidad presente, como tampoco con las expectativas que para el futuro se plantea una sociedad insatisfecha y harta del más de lo mismo.

Veracruz y el entorno nacional e internacional dentro del cual la entidad se desenvuelve, se enfrentan a un cambio de época que ha tomado al mundo con los dedos tras la puerta. La profunda crisis sistémica de un neoliberalismo empobrecedor, aceleró la descomposición económica, política y social del capitalismo a nivel planetario, habiendo fallado, hasta ahora, las más de las teorías y fórmulas propuestas para su rescate y continuidad. La fractura en la Unión Europea, las elecciones presidenciales en USA y el interminable conflicto bélico en el Medio Oriente, dan cuenta de ello, conformándose una nueva realidad global que a su vez exige nuevos paradigmas en todos los órdenes.

Tan profunda es la crisis sistémica que, para algunos estudiosos, ésta tiene ya carácter civilizatorio. Lo que la humanidad entiende como civilización está en jaque planteándose cambios estructurales profundos que le oxigenen. Cambios que van más allá de los paradigmas vigentes vinculados tanto a la concepción decimonónica del Estado como de la vinculación a los avatares del mercado.

En esta encrucijada se encuentra Veracruz, viviendo una crisis multidimensional y multisectorial que ha tocado fondo. No sólo en la política política que incide en la descomposición de la administración pública y sus saqueadas finanzas, también y con carácter determinante en las políticas social y económica, íntimamente imbricadas que al igual que un aparato productivo obsoleto e ineficaz, ya no se corresponden con las demandas de una mayoría empobrecida.

De ahí que, a mi juicio, el futuro inmediato demanda de los veracruzanos serenidad y reflexión constructiva orientadas al rescate del todo y no únicamente de un gobierno estatal que, en sus tres vertientes, ejecutiva, legislativa y judicial, está corrompido hasta el tuétano.

Entendiendo que especulaciones, dimes y diretes, intercambio de acusaciones entre el gobernador saliente y el electo, o bien la venganza social hasta sus últimas consecuencias, son distractores que sólo conducen a una pérdida lo mismo de un tiempo valioso que de oportunidad de tomar conciencia plena de la necesidad de cambio y ajuste a la nueva época.

Ya nos saquearon a la vista de todos. Dejamos hacer, dejamos pasar sin inmutarnos. Con cárcel o sin esta para ladrones y prevaricadores, lo perdido está perdido. Ni se va a reponer el tiempo ni el dinero extraviado retornará a la hacienda pública. Así que para qué tanto brinco. Más que denuncias, críticas exacerbadas y mentadas de madre, lo conducente es priorizar la participación activa, responsable y consecuente exigiendo con oportunidad a la administración entrante, lo mismo transparencia y rendición de cuentas en todos los ámbitos de gobierno que políticas públicas acordes con los tiempos que se viven.

Es tiempo de dejar atrás la democracia secuestrada. No más el dejar hacer, dejar pasar, conformándonos con ser mirones de palo. Apostémosle a la participación, resistencia solidaria y el cambio necesario.

Xalapa, Ver., agosto 20 de 2016.
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J. Enrique Olivera Arce

Si partimos del supuesto de que en la elección de junio al voto de los simpatizantes de Miguel Ángel Yunes Linares se sumara el del descontento y hartazgo,  dando el triunfo a la alianza PAN-PRD y con ello, dar paso a la alternancia en el gobierno de Veracruz, habría entonces que considerar que ante el pedestre diferendo entre  Javier Duarte de Ochoa y su sucesor,  no son pocos los veracruzanos que hartos de dimes y diretes descalifican a ambos por igual.

“Tan malo el pinto como el colorado”, es lo que se escucha. Mermando el respaldo inicial otorgado en las urnas al hoy gobernador electo.

 Descontento y hartazgo no tienen color de camiseta. Luego el voto de castigo que beneficiara al PAN-PRD,  no necesariamente representa un cheque en blanco para Yunes Linares. Tan volátil es,  que de la noche a la mañana lo mismo puede expresar confianza en la alternancia para obtener respuesta a sus expectativas de retorno a la normalidad democrática, paz social y bienestar, que amplio rechazo caso de no cumplirse con lo que la ciudadanía espera del cambio de estafeta.

De ahí que el capital político con el que iniciará Yunes Linares su mandato, a mi juicio estará sujeto en el futuro inmediato al alza o a la baja conforme se frene o continúe  el clima de incertidumbre y malestar que aqueja a una gran mayoría de  los veracruzanos. Y este estado de ánimo, por lo que se alcanza a observar,  no necesariamente va de la mano con la oferta política, económica y social de una alternancia que, para empezar, aparentemente no cuenta con el respaldo presidencial pues de otra manera Peña Nieto ya hubiera frenado a Javier Duarte en su estrategia de defensa al costo que sea.

Oferta que habrá de concretarse en el llamado “Plan Estatal de Desarrollo” que, su momento será aprobado por la Legislatura local y, que, siempre a mi juicio, no es garantía de congruencia en la tarea de rescatar a la entidad de la situación que se viene arrastrando a lo largo de la última década.

Esto último podría confirmarse con la tónica de la orientación tecnocrática que se pretende dar al “Plan Estatal de Desarrollo”, basada en algo tan jalado de los pelos como “una economía creativa para Veracruz” (De Interés Público 2016/08/09), tesis sustentada por el  economista Francisco Montfort en su carácter de coordinador responsable de la elaboración del documento y que a todas luces está fuera de contexto ignorándose la realidad real del país y de la entidad.

A ello habría que sumarle el hecho de que en el ámbito de la política política, la alternancia no será torpedeada únicamente los partidos políticos opositores, también por el “fuego amigo” de entre las filas de un PAN dividido, así como por las naturales contradicciones de una alianza que, ante la proximidad de los comicios municipales del 2017 y la “madre de todas las batallas” en el 2018, se antoja endeble y de muy corta duración si se considera que el PRD para sobrevivir debe renunciar a sus coqueteos con la derecha e intentar rescatar su identidad como partido de izquierda electoral, dejando sólo al PAN en la tarea de gobernar.

Luego cabe  preguntarse si el gobernador electo contará con una base social sufrientemente amplia como para que durante su mandato la fiesta marche en paz. El tiempo se encargará de poner las cosas en su exacta dimensión, empero, en el presente más allá del pleito que domina el escenario mediático, la economía veracruzana sigue cuesta abajo sin visos de interés alguno por su rescate y reordenación.

Hojas que se lleva el viento

A rio revuelto ganancia de pescadores. Conforme empiezan a pesar en las espaldas de Miguel Ángel Yunes los kilos perdidos de Javier Duarte, priístas como el senador Héctor Yunes Landa ven en la crisis veracruzana oportunidad para llevar agua a su molino. El 2018 está a la vuelta de la esquina y los anhelos de revancha están a la orden del día.

No está de más insistir. Morena no debe perder tiempo subiéndose al ring mediático. La tarea de construcción de una estructura partidista desde abajo que responda a los retos del 2017 y 2018,  tiene prioridad.

Xalapa, Ver., agosto 11 de 2016.

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J. Enrique Olivera Arce

Congruente con el estado de descomposición política que prevalece en Veracruz, el proceso sucesorio transita por el nada edificante sendero del absurdo. Exhibiéndose entre dimes y diretes, intercambio de acusaciones y pedestres actitudes de ramplón protagonismo, una crisis institucional que desde endenantes ya tocara fondo. Haciéndose eco de ésta, los medios de comunicación al fin y al cabo compañeros de camino, tomando parte activa en un pleito que a la mayoría de la población ni le va ni le viene,  pierden el piso sumándose a la descomposición existente hacen de la sucesión un show mediático  que opera como el gran distractor.

Problemas torales que aquejan a todos los sectores de la población, como la recesión económica que se hace acompañar por restricción del gasto público, desempleo,  pérdida del valor adquisitivo del salario y, por ende mayor desigualdad, pobreza y abatimiento del mercado interno en detrimento del aparato productivo, pasan a segundo plano. El show que vende está referido al diferendo entre el gobernador  saliente y su sucesor. Descontándose de antemano el que la alternancia sirva para maldita la cosa, salvo para profundizar y agudizar una crisis estructural que va más allá de  los dimes y diretes en torno a una administración pública estatal fallida, el saqueo impune de la hacienda estatal, y el destino carcelario de un gobernador por ahora intocable.

Siempre en el camino de lo absurdo, sin el menor talante crítico, se festina mediáticamente al gobernador electo por su iniciativa de diseño y puesta en marcha de un “Plan Veracruzano de Desarrollo” para el bienio, haciendo de lado el hecho irrefutable de que en las condiciones actuales, ni será un plan ni mucho menos de desarrollo para una entidad federativa con una economía postrada, por decir lo menos. Lo importante es seguir el libreto del show distractor, a sabiendas de que en escasos 18 meses, mucho se habría de avanzar si todo para en un simple rescate y reordenación de la administración pública recuperándose confianza y credibilidad.

Lo destacable es que la señora rectora de la Universidad Veracruzana, se trepe al carro de la simulación, haciendo gala de deshonestidad intelectual respaldando la iniciativa de un inviable “plan de desarrollo”, comprometiendo  a la institución de educación superior a su cargo con su participación activa en el llamado “Comité Rector del Plan Veracruzano de Desarrollo»; tarea en la que, de entrada, se  desconoce o a priori se descarta el contexto más amplio de la crisis nacional e internacional dentro de la cual se inscribe la que particularmente vive Veracruz. Lo urgente es seguir le el juego al sucesor del peor gobernador que ha padecido la entidad. Lo importante puede quedar en el tintero para mejores ocasiones.

El absurdo sobre la razón. La visión kafkiana por sobre el pensamiento crítico. Al fin y al cabo, solo es un show mediático con el que distraer en  los tendidos al siempre mirón de palo, en tanto Peña Nieto desentendiéndose de su papel de embajador de Obama, toma las riendas del gobierno nacional.

Hojas que se lleva el viento

En este surrealista escenario y teniendo como fondo las declaraciones del comisionado de Peña Nieto para la depuración y renovación del Partido Revolucionario Institucional, Enrique Ochoa Reza,  respecto a la honestidad a toda prueba del priísmo, en la entidad veracruzana la fuerza inercial  de la costumbre,  ¿o interés creados específicos?, exhibe una paradoja mediática:   En tanto de manera orquestada se combate en los medios informativos a Javier Duarte, gobernador priísta origen del descontento y el hartazgo que se volcara en las urnas en contra del dinosaurio tricolor, derramando ríos de tinta en torno a las hasta ahora sólo declaraciones del gobernador electo,  simultáneamente se destaca como un hecho el que para el 2018 el PRI renovado recuperará la gubernatura de Veracruz.

Se considera nuevamente a Héctor Yunes Landa como el llamado a revertir la alternancia. O bien, elevándose a la calidad de iluminado al senador José Yunes Zorrilla, se le augura  seguro triunfo como candidato del PRI en el 2018 a la gubernatura de Veracruz sin entender que el joven y dinámico político peroteño dejó hacer, dejo pasar, perdiendo la quizá más importante oportunidad de su vida pública. La candidatura en el 2016  era suya y la dejó ir.

El 5 de junio se registraron traspiés coyunturales que serán superado gracias al espíritu renovador de un partido político hoy copado por la aristocracia tecnócrata del presidente, es la tónica de la mayoría de los medios de comunicación en la entidad que aún no registran el cambio de época. Triunfalismo sin sustento como en su momento se echaran las campanas al vuelo con la imposición del carga maletas  de Fidel Herrera aplaudiéndose a Duarte de Ochoa por  sus nefastas y aberrantes  ocurrencias, tendiéndole la alfombra roja por más de cinco años de pésimo mandato.  

Con los resultados de la elección de junio, quedó en evidencia la recomposición de las fuerzas políticas y político electorales en Veracruz. No más un partido hegemónico en una sociedad plural de desiguales. La sociedad veracruzana es otra y en el 2018 se repetirá el fenómeno de una elección a tercios, con la salvedad de que gracias a Peña Nieto, es de esperarse que el PRI descienda a tercera minoría. Ya no será Duarte de Ochoa el responsable de la debacle tricolor, serán las fallidas “reformas estructurales” las decisorias. A más gasolinazos e incremento de las tarifas eléctricas, menos votos para el PRI y para la alianza PAN-PRD. A mayor resistencia de la protesta social,  con sus asegunes mayor presencia para una izquierda responsable. Nuevos vientos para una nueva época en el despertar de los veracruzanos, que la inercia mediática no puede o no quiere asimilar.

Cd. Caucel, Yucatán. Agosto 3 de 2016

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Pulso crítico

J, Enrique Olivera Arce

“El respeto al derecho ajeno es la paz”. Paradigma liberal atribuible al presidente Juárez en el que más allá de conceptualizaciones legaloides, se sustentaría el endeble estado de derecho en México,  dando lugar a principios no escritos de gobernabilidad y gobernanza basados en el respeto y tolerancia,  lo mismo entre diferentes que entre gobernados y gobernantes.

Esto, habida cuenta de que clases dominantes y subordinadas convienen en reconocerse como tales, en un pacto social de no agresión que asegure un mínimo de condiciones para una convivencia civilizada, democrática, pacífica, tolerante e incluyente, basada en el respeto sacralizado a la propiedad privada de los medios de producción.

Empero, la realidad real suele desmentir tales supuestos.  Imponiéndose en la vida cotidiana no solamente intolerancia dogmática y ausencia de respeto entre diferentes, también gobernanza y gobernabilidad sustentados en autoritarismo, prepotencia y abuso de autoridad que desdibujan los límites que,  en el derecho público y privado, dan marco de referencia al pacto social convenido.

¿Dónde empieza el derecho de unos y otros, el propio y los que nos son ajenos? La obligación de respeto mutuo se diluye lo mismo entre ciudadanos de a pie que entre gobernantes y gobernados, poniéndose en entredicho el clima de paz a que en teoría debería dar lugar a una sana y pacífica convivencia social; prevaleciendo la violencia en sus diversas manifestaciones, empezando por la que el propio Estado ejerce sobre los ciudadanos. Así, el estado de derecho es letra muerta. Prevaleciendo la ley del  más fuerte. La del embudo y, coloquialmente la más socorrida, la “Ley de  Herodes”.

Y en esas andamos. Lego no debería ser motivo de extrañeza el que en México resulte más cómodo pedir perdón que pedir permiso, caminando de la mano corrupción e impunidad, siempre bajo la premisa de la subordinación de los más al poder dominante, sea este de naturaleza económica o política.

Por sobre el estado de derecho, usos y costumbres. Laxa justicia para quienes detentan el poder y, todo el rigor de la ley a los subordinados.

En éste escenario, la lógica del poder opresor se impone sobre el respeto al derecho ajeno entre diferentes,  y al reconocimiento general al pacto social de no agresión que cobra carácter lo mismo de fetiche que de mito, en la subjetividad de la vida cotidiana.

Pareciendo de lo más normal lo mismo el enriquecimiento ilícito que el pedir perdón por agravios legal y éticamente  injustificables. Tanto o más cuando se trata de quienes primeros obligados al respeto pleno al estado de derecho, como es el caso del presidente Peña Nieto, optan por la comodidad del perdón y el olvido.

Se perdona pero no se olvida en las lides del amor. O en este terreno de la pasión humana, se olvida pero perdonar, ¡jamás!

Lo que extrapolado a la vida pública, bajo el mandato de la “Ley de Herodes”, carece de sentido. Se perdona y se olvida, no hay de otra, salvo estar dispuesto a sufrir las consecuencias como ya sucede con aquellos que, en el ejercicio periodístico, “extralimitándose” destaparan la “Caja de Pandora” investigando sobre los turbios orígenes de “La casita Blanca” de la familia presidencial.

Pecata minuta, dirían los veracruzanos, frente a la cauda de corrupción, impunidad y agravio a la sociedad que arrastra el peor gobernador que la entidad ha padecido. La “Casa blanca” de la familia Peña, no es nada frente a miles de millones de pesos de los contribuyentes, extraviados en el doble fondo de las arcas públicas.        

Ni perdón ni olvido, dice Veracruz entero, azuzado por su gobernador electo. Javier Duarte y compinches partícipes del saqueo, lo menos que merecen es cárcel. A todos ellos el peso de una  ley que para Peña Nieto y el poder fáctico que le sostiene, es letra muerta.

Si el presidente, impune  espera  perdón y olvido por errores cometidos  y agravio al pueblo de México, perdón y olvido para los desmanes de Duarte de Ochoa están en la misma tesitura. Con que cara Peña Nieto establecería distingo alguno, salvo el recurrir a la “Ley del embudo”, reventando el hilo por lo más delgado.

Chuburná Puerto, Yuc., 22 de julio de 2016

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Una cosa es expresar lo que la gente quiere oír y otra… muy distinta, es el aprovechar la euforia en los tendidos, para legitimarse actuando en consecuencia.  Si el virtual gobernador electo no da resultados inmediatos en su propuesta de encarcelar al por ahora todavía gobernador fallido y su séquito de presuntos saqueadores,  el volátil voto de castigo que le favoreciera, con las mismas podría retirarle credibilidad y confianza.

De ahí que el Sr. Yunes Linares, a sabiendas de lo que está en juego, pretenda acelerar los tiempos  dando, por ahora, palos de ciego ignorando el protocolo legal para, en contravención a la legislación vigente,  insistir en asegurar su disposición a proceder en contra de Javier Duarte de Ochoa.

Esto, a partir de la idea de que el descontento y hartazgo contribuyera en grado sumo al por ahora gobernador electo de Veracruz.

Empero, no por mucho madrugar se amanece más temprano, reza la conseja popular.  Con un Congreso estatal cómplice -por comisión u omisión-  de aquellos contra los cuales el electo y aún no confirmado, clama y exige justicia –o venganza- en el desierto.  Sin juicio político de por medio el fallido es intocable y, para que surtiera efecto demanda penal en su contra habría que esperar a diciembre.  Más si como consta  en el imaginario colectivo, desde Los Pinos no se da la orden de proceder en contra de los presuntos saqueadores.

El tiempo transcurre y se le escurre entre los dedos a Yunes Linares. Y al paso de los días el descontento y hartazgo no encuentra respuesta que le satisfaga. Quién contra viento y marea enarbolara la bandera de la honestidad a lo largo de meses y meses -¿o años?-  de precampaña y campaña electoral, en tanto no ofrezca resultados contundentes, queda como un deshonesto intelectual si no calma a quienes en las urnas, le extendieran su voto de confianza votando en contra del PRI explicando con peras y manzanas cual es el procedimiento y plazos legales para hacer efectiva su tan cacareada promesa.

Ante el golpeteo a las puertas de palacio, tanto el secretario de gobierno como la presidenta de la mesa directiva de la Legislatura local, han dado respuesta: “hasta noviembre”, fundamentándola en lo dispuesto en lo establecido en la Constitución Política del estado libre y soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave.

Si la ley es la ley y el virtual gobernador electo pretende apegarse a ésta como lo ofreciera, hoy por hoy ésta no está a su favor y obligado está a esperar sin desesperar. Pero las circunstancias son cambiantes, para noviembre el descontento y el hartazgo que le diera el triunfo el pasado cinco de los corrientes podría estar transitando por cauces no previstos o bien el Sr. Peña determinar que la fiesta de la alternancia en Veracruz se lleve en paz con un sano borrón y cuenta nueva.

En tanto los tribunales no resuelvan impugnaciones admitidas, mesura y paciencia. No obstante, el que espera desespera y, sobre todo, los que confían en ver a Javier Duarte de Ochoa tras las rejas, ¿sabrán esperar sin desesperarse?

Hojas que se lleva el viento

Como siempre, subestimado el poder de la gente,  el PRI en Veracruz busca culpables de su derrota hasta debajo de las losas del cementerio, empero, Manlio Fabio Beltrones al renunciar a la presidencia nacional del tricolor puso los puntos sobre las ies, señalando como responsables a Peña Nieto por omiso y al corrupto gobernador fallido, generadores del descontento y hartazgo en amplios sectores de la sociedad. Políticas públicas contrarias al sentir de las mayorías, corrupción impune, excesos  e irresponsabilidad en el ejercicio del servicio público, propiciaron y auspiciaron el voto de castigo el pasado 5 de los corrientes. Más claro ni el agua.

-ooo-

Un poco de memoria. En su momento tocó al PAN con Calderón Hinojosa en la presidencia,  el generar las iniciativas de reformas estructurales que con Enrique Peña Nieto y gracias al llamado “pacto por México”, aprobara el Congreso de la Unión. Siguiendo la pauta dictada desde Washington, hoy la ultraderecha está de plácemes.

-ooo-

Si lo que se pretende es tirar el agua de la bañera con todo y niño, Peña Nieto lo está logrando proponiéndose imponer su reforma educativa desmantelando a la oposición magisterial a sangre y fuego, cuando el horno no está para bollos.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Para unos ¿ganó el PAN o perdió el PRI?

En tanto que para otros Morena ganó perdiendo y el gran perdedor fue el PRD.

Gano Veracruz, dicen los más.

Parafraseando a Ramón de Campoamor, en el momento que se vive en Veracruz nada es verdad ni mentira, todo se ve de acuerdo al cristal con se mira. Ante la incertidumbre de un futuro incierto, todos somos ganadores a la par que perdedores. Como a cada quién le fue en el circo electoral en cada quien se alberga la miel del triunfo o el vinagre de la derrota cuando, al fin y al cabo, ganadores o perdedores, todos vamos en el mismo barco.

Si la esperanza muere al último, que ello nos sirva de consuelo. Ya vendrán tiempos mejores.

Y si en este mundo traidor, soñar con un Veracruz mejor todo es un sueño, sea verdad o sea mentira, nada nos impide construir nuestra propia realidad. No por nada la imaginación no tiene límites.

¿Y la realidad real, crisol cotidiano de nuestra desventura?

Unos ganando perdieron y otros, perdiendo ganaron. Veracruz hoy está postrado, de rodillas y sin expectativas de cambio real. Vana ilusión, necesidades sentidas no son necesariamente necesidades reales para salir de la postración.

“Es la economía, estúpido”, dijeran con acierto. No es lo mismo escuchar lo que queremos escuchar que callar para engañar. El pueblo quiere sangre que en eso del comer, ya mañana dios dirá.

El divorcio entre la llamada sociedad civil, como mandante, y clase política, como mandataria, es más que evidente en el remedo de democracia que priva no sólo en Veracruz, también en todo México y, sin duda en el resto del mundo. Ello define nuestra realidad política, económica y social real y el alcance de nuestros sueños, expectativas y desventuras. Ni somos ni no somos, a la luz del cristal con que se mira Veracruz ni es de todos ni de la minoría que gobierna para la minoría.

Reconciliación

Los llamados a la conciliación y al evitar la polarización de la sociedad, están enfocados a calmar los ánimos de los rijosos, los políticos, incluyendo los expresados por el Sr. Peña Nieto y el gobernador de papel. A la llamada sociedad civil ni le va ni le viene; ni mucho menos es tema de preocupación. Ni el odio ni el encono divide a los veracruzanos de a pie, como para ser destinatarios de los demagógicos llamados.

La diversidad de opiniones, puntos de vista y posicionamiento de los votantes respecto a partidos y candidatos en pugna, pasada la elección en eso queda, recuperando las aguas su nivel y a otra cosa mariposa. Al fin y al cabo, sea cual fueren ganones o perdedores, en la toma de decisiones que nos afectan a todos, somos simples convidados de piedra.

Cumplimiento de propuestas y promesas de campaña habrán de reducirse a aquello que dentro de lo posible, esté en el ánimo y voluntad política de quien ajeno a la voluntad popular, haga gobierno.

Así las cosas, no teniendo caso el que en el seno de la llamada sociedad civil el encono alimente negativamente la relación familiar o de amistad, extendamos la mano al otro, convencidos de que siendo adversarios, pese a la insidia de una guerra sucia, jamás nos vimos como enemigos.

Ni perdón ni olvido

Otra cosa es el agravio que la sociedad acusa respecto a los actos de un gobierno fallido y de un gobernador que nunca estuvo a la altura de sus responsabilidades. Ahí sí, ni reconciliación ni olvido. Cuidado y se lleva adelante la farsa de  desvirtuar resultados de la elección; el hartazgo y descontento social podría tomar color de hormiga. Se votó para elegir un gobierno diferente, eficiente y eficaz, voltear la tortilla cupularmente para favorecer a uno u otro candidato, a gobernador o a diputado local, sí que despertaría en las mayorías irracional encono y sed de venganza. Cuidado.

A lo hecho pecho, se votó y la autoridad electoral dio un resultado que los sufragantes dan por bueno. Si hubo fraude, y los escépticos lo dan por hecho, ni modo, hoy por hoy el arroz ya se coció, para que tantas vueltas estando el suelo tan parejo. ¿O se trata de ponerle más leña al fuego incendiando  la pradera?

Lo que queda para la historia

Lo relevante en el ánimo colectivo es que de buena fe y con un alto sentido de civilidad y voluntad de participar, el 54 por ciento de los electores potenciales en la entidad, acudieron a las urnas no solo a votar, también a expresar el sentir de cada quien respecto a las instituciones, la política y los políticos, así como el deseo implícito de contribuir al cambio que Veracruz exige de su gobierno.

La tarea era echar del gobierno al PRI. Anhelo de los hartos e inconformes. Si se pudo. Haiga sido como haiga sido, acierto o error en la elección, el voto ciudadano inclinándose a favor de la alternancia hizo valer su propósito. Para bien o para peor, descontento y hartazgo pudieron más que la estructura mafiosa de un partido político que, por más de 80 años, ha mantenido secuestrada en su provecho a una incipiente y endeble democracia representativa. El futuro inmediato aún no está escrito. La realidad real tiene por encargo la última palabra.

¿Cheque en blanco o beneficio de la duda?

Pasada la elección y contándose ya con un gobernador electo que, “haiga sido como haiga sido”  capitalizó en su favor el voto del descontento de amplios sectores de votantes -numéricamente mayor que el voto duro del PAN-PRD-, la sociedad civil debería reflexionar sobre la conveniencia de extenderle un cheque en blanco a Miguel Ángel Yunes Linares, o concederle el beneficio de la duda.

Siendo tanto o más los ofrecimientos de campaña que las necesidades sentidas de una población agraviada y ninguneada, el gobernador entrante tiene ante sí el reto de desvanecer tal descontento y hartazgo, cumpliéndole para legitimarse ya no sólo a sus electores sino a los veracruzanos todos sin distingo de camiseta. De no cumplir o cuando menos dado el tiempo perentorio para ello, sentar las bases para un auténtico cambio en la conducción de la cosa pública, el malestar social ira en crescendo poniéndose en riesgo una vez más la paz social y la gobernabilidad.

Corresponderá a la sociedad el evaluar desempeño y compromiso en los primeros seis meses del nuevo gobierno en la entidad, separando hechos concretos de la paja mediática del discurso triunfalista y sin sustento. Alternancia no es garantía, recordemos a Fox y Calderón.

Esto por lo que toca a lo local. En cuanto a factores externos que sin duda también inciden en el ánimo de la población, como es el caso de la imposición de las reformas llamadas estructurales del gobierno federal, que han generado mayor desigualdad, pobreza y exclusión, habría que partir de la idea de que el gobernador electo no es suicida. Se deberá en todo tiempo más que los partidos que le postularan y a los veracruzanos, al presidente Peña. De eso a mi juicio no cabe la menor duda. Luego el reto a enfrentar reside en el cómo conciliar el interés más general de los veracruzanos con la mano que meciendo la cuna meterá basa desde Los Pinos. Habida cuenta de la dependencia política y presupuestal que Veracruz guarda respecto a la federación.

Conciliación exigida y negociación obligada. De lo contrario, descontento y hartazgo no perderán presencia en la entidad. Y aquí cabe preguntarse si Miguel Ángel Yunes Linares está a favor o en contra de las reformas energética, educativa, laboral, o de salud, cuya incidencia en la entidad es manifiesta contribuyendo a favor o en contra del desempeño económico y social de los veracruzanos. Así cómo hasta donde contará con arrestos y capacidad personal y de gobierno para cumplirle a cabalidad a los veracruzanos sin distanciarse de las políticas públicas neoliberales bajo su responsabilidad en Veracruz.

Hojas que se lleva el viento

Una cosa es Juan Domínguez y otra, muy distinta… El PRI si bien fue vapuleado electoralmente el pasado domingo, no está muerto. El dinosaurio, al iniciar el 2017 seguirá siendo primera minoría, gobernando para efectos prácticos en más de la mitad del territorio nacional, amén de contar con la titularidad del poder ejecutivo federal. La votación del domingo 5 en contra del tricolor no es suficiente para darle vuelta a la tortilla, así que no hay que cantar victoria por anticipado. Si en el ánimo colectivo está el echar al PRI del gobierno en México, hace falta algo más que triunfos parciales en las entidades federativas, incluida la capital del país. Los partidos que se le oponen en el 2018 tendrán que echar mano, más que del justificado hartazgo y descontento en amplios sectores de la población, de una ardua tarea de información, politización y organización en los terrenos de las clases medias,  para dar paso a una auténtica alternancia sustentada en el voto razonado de las mayorías. Si el estómago vacío electoralmente es mal consejero, el hígado enardecido es aún peor cuando de construir un cambio verdadero se trata.

El cambio tiene un costo. Asumámoslo racionalmente con visión de largo aliento.

Xalapa, Ver., 12 de junio del 2016.

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