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Category Archives: Seguridad pública

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A la par que el presidente Peña y su canciller empecinados insisten en ver la paja en el ojo ajeno, asumiendo una postura intervencionista en el seno de la OEA que no respalda el pueblo de México, la crisis multidimensional que acusa el país se profundiza.

Acusando el nivel más bajo de aceptación de sus gobernados en los últimos 50 años del presidencialismo en México, el inquilino de Los Pinos pareciendo desentenderse de la creciente demanda de la seguridad pública ante los embates del crimen se ocupa y preocupa más por los asuntos internos de Venezuela que por asegurar gobernabilidad y gobernanza democrática en su país, incidiendo negativamente en la crisis que en todos los órdenes de la vida nacional es más que evidente.

Crisis que por cierto Peña Nieto niega, afirmando no existe más allá de una percepción de un pueblo que se niega a reconocer hechos positivos  que hablan de un país pujante, de un México que avanza a pasos firmes por la senda del desarrollo cuando la terca realidad le desmiente.

El descontento y el hartazgo crecen a lo largo y ancho del país,  y no necesariamente en el terreno político-electoral. Desigualdad, pobreza, desempleo, deterioro del tejido social y pérdida de expectativas de bienestar pesan más en el ánimo de la población que el discurso triunfalista. El consenso social en torno a la necesidad de un cambio de régimen que atraiga paz social y nuevos derroteros para el país es cada día más amplio. La gente quiere y exige un cambio y la élite política nacional no ve ni escucha.

La realidad, siempre la terca realidad, se expresa por diversos medios y caminos. La violencia desatada y sin control de los últimos días en Veracruz, es su reflejo en nuestra aldea. Nadie está ni se siente seguro ahora ni en el interior de su propia vivienda, mientras la llamada clase política del régimen caduco se preocupa y ocupa del incierto escenario electoral para el 2018.

No sólo es la inseguridad pública, también la inseguridad en el empleo, la inseguridad frente al costo de la vida que supera el poder adquisitivo del salario, o el acceso a la educación superior, entre otros factores negativos cuyos efectos se resienten cotidianamente en el seno de la familia, conforman un estado de cosas que va más a allá de la simple percepción en el imaginario colectivo y que parecieran no figurar en la agenda político-electoral, salvo en el manido discurso de la simulación de una desacreditada partidocracia.

“Tanto va el cántaro al agua…” , que el descontento y el hartazgo rebasa ya la capacidad gubernamental para contenerle. Ya no es sólo el doble poder que impone con terror la delincuencia a lo que se enfrenta el gobierno de la alternancia, la movilización de protesta ciudadana, con todo y represión en contra,  se deja sentir con toda intensidad ante la incapacidad gubernamental para atender y resolver lo que en justicia reclama la población.

El cambio es ya ineludible. O se empieza desde arriba, o  desde abajo con las consecuencias que ello implica, los veracruzanos de a pie tomarán la iniciativa. ¡Ya basta!

Hojas que se lleve el viento

Ahora sí, como anillo al dedo, no es lo mismo ser cliente que tendero. A dos días de llegar a término el séptimo mes de gestión del gobernador Yunes Linares, se da como fallida a la administración de una alternancia nacida de la alianza del PAN con el PRD, incapaz de cumplir con los ofrecimientos de una campaña electoral sustentada en la venganza política.

Tras la mampara de la violencia criminal desatada, brillan por su ausencia lo mismo rescate de la administración y finanzas públicas que de una economía en recesión. La entidad permanece postrada con pobreza y desempleo en ascenso, las finanzas públicas estatales en quiebra, la administración un desgarriate y el gobernador, como vocero de lujo de su gestión, solo atina a reafirmar su indignación ante un estado de cosas que rebasándole se le derrama.

Xalapa, Ver., 28 de junio de 2017

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J. Enrique Olivera Arce

“El gobierno ya no puede ignorar la contradicción que existe entre el país pujante, moderno y en movimiento que se presenta al mundo, y el endeble Estado de Derecho que padece México de manera cotidiana”, CIDAC

Finalizando el mes próximo pasado escribí sobre la contradicción de un presidente de México que pretendiendo ganarse un lugar como estadista en el concierto internacional, en lo interno da palos de ciego mientras el país se le escurre entre los dedos.

De acuerdo a los últimos acontecimientos ampliamente difundidos por la prensa nacional e internacional, algo hay de eso, confirmando una percepción que gana consenso: el fracaso de Peña Nieto y sus reformas.

Señalaba que “Incongruencia tras incongruencia, el México cotidiano de millones de mexicanos no se corresponde con el México que el Sr. Peña Nieto pretende conducir a lo que el, los poderes fácticos, y sus círculos cercanos conciben como modernidad…”

La realidad lo confirma en el abigarrado mosaico nacional. La criminal masacre de normalistas en Iguala, Gro., y la ola de inconformidad y protesta que tal suceso provocara a lo largo y ancho del país, habla por sí de la existencia de dos Méxicos, el que el Sr Peña nos quiere vender con sus reformas presuntamente estructurales y el real que arrastra históricamente el peso de un subdesarrollo estructural no superado que se intenta suprimir por decreto y con una buena dosis de autoritarismo ciego.

Si. El México que llegando tarde a un neoliberalismo trasnochado se ofrece al mundo como paradigma de transformación, cambio y apertura a la modernidad, y el México bronco y profundo que, en medio de exclusión, desigualdad y la pobreza, exhibe las llagas abiertas de un subdesarrollo agravado por una constante de corrupción e impunidad que le corroe hasta los huesos.

Dos Méxicos que siendo contrarios entre sí, se entrelazan, alimentan y retroalimentan conformando como unidad indisoluble la realidad real de un país que no aprende de la historia.

El dos de octubre del 68 y el 26 de septiembre de 2014, marcan de manera indeleble el peso específico de una carga histórica de autoritarismo y violencia de Estado, en un México que secuestrado por los más oscuros intereses de un régimen político que se niega a sí mismo como instrumento de cambio y transformación, se regodea auspiciando inmovilidad y retroceso.

La contradicción se agudiza. El régimen político caduco ya no le es funcional al Estado mexicano; el subsistema de partidos políticos ya no da más ni ofrece muestras de renovarse. Entre el descrédito público, grosero pragmatismo y representación simulada, los partidos políticos nacionales y locales no cumplen ya con la función que la sociedad les asigna.

A los afanes “modernizadores” del presidente de México que exigen limpieza étnica y social para avanzar en la consolidación del modelo neoliberal de crecimiento que propone, la realidad real, la del México profundo, se le opone mostrando el puño cerrado de un pueblo que retomando memoria histórica, se organiza, moviliza y no cede en la defensa de soberanía nacional, territorio y derechos individuales y sociales conquistados a lo largo del tiempo.

Y en este proceso e agudización de contradicciones y crisis recurrentes de la vida económica, social y política, aún falta mucho por hacer para enderezar la nave, lo mismo trátese de imponer el modelo neoliberal en todas las regiones y sectores del país, que para frenar y dar para atrás a éste propósito. Los dos Méxicos, empantanados y confrontados, de seguir así las cosas habrán de vivir las páginas más ominosas de la historia moderna del país.

El PRI gobierno en su penuria moral no cejará en su intento de imponer el pensamiento único y la resistencia y protesta social irá en crescendo. Lo que hoy lamentamos calificándolo como crimen de Estado, es apenas la punta del iceberg de un Estado-Nación que en su deterioro y pérdida de rumbo cierto, todo cambia para seguir igual.

El vacío de poder y con ello la pérdida de control político y gobernanza, se hace presente en diversas regiones del país. El mismo Sr. Peña lo califica como un fenómeno grave que hay que detener, llamando a los gobernadores a cerrar filas en el fortalecimiento de las instituciones republicanas. No me lo dejen sólo, es el grito de auxilio del aprendiz de brujo, mientras el deterioro del tejido institucional y social avanza y se cuela como la humedad a todos los rincones del país.

Lo más grave es que como resultado de la agudización de las contradicciones, se derive hacia el camino de estériles luchas intestinas. Esperamos que no sea así, nadie desea en México una balcanización al estilo de Europa oriental. ¿O sí?… La interrogante queda en el aire.

Hojas que se lleva el viento

Y mientras el país decide si va al baile a invitación de las muchachas, en Veracruz su gobernador montado en la cresta del arco iris, se preocupa y ocupa del como librarse de los que “escupen para arriba”, sin la más mínima consciencia de que él es el problema.

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J. Enrique Olivera Arce

En los tiempos que corren la inseguridad no es un asunto menor. Habiendo trascendido el marco de la historia negra marginal que se ventila en barandilla, ha pasado al escenario político y social en el que la percepción ciudadana cuenta y cuenta mucho en tanto le vincula con corrupción e impunidad generalizada, en un Estado-Nación en el que el Estado incumple con su propósito sustantivo y la Nación en un proceso ascendente de deterioro y pérdida de identidad y de valores se nos escapa entre los dedos.

El problema no es encontrar culpables, pretendiendo que tal o cual funcionario cumplan o dejen de cumplir con aquellas responsabilidades y obligaciones que la sociedad mandata, como observo en el manejo de cierta prensa en Veracruz que encuentra en la denuncia y el morbo acogida entre los sectores más atrasados de la población, a la par que abona al conflicto político electoral llevando agua al molino del mejor postor.

En todo caso, los responsables y con un alto grado de culpabilidad somos todos. La inseguridad pública deviene del rechazo de la población a involucrarse en la conducción de los destinos de la sociedad. La ausencia de ciudadanía deja espacios que la delincuencia, común, organizada, de cuello blanco, o gubernamental, paulatinamente ocupa hasta dominar el escenario; envolviéndonos y dando lugar a un doble poder en el que el Estado cede, deja hacer, deja pasar, terminando por encubrirse bajo la máscara del aquí no pasa nada.

De ahí que a mi juicio la denuncia periodística sea irrelevante; son más los lectores que optan por desentenderse que los pocos que podrían interesarse u obligarse a tomar cartas en el asunto. El servidor público lo sabe, y la crítica le resbala, fortaleciéndole en tanto que quejas y denuncias en su contra contribuyen a darle presencia, protagonismo e importancia en el seno de la sociedad. Y, cuando la voz de la prensa es escuchada, si la autoridad actúa positivamente en consecuencia, algo hay detrás, intereses a los que conviene hacer como que se hace poniendo en la picota al presunto o infractor. Retornándose al principio, corrupción e impunidad por encima del interés legítimo de la sociedad.

Cuando se no quiere ver más allá de nuestro propio ombligo, violencia e inseguridad se descontextualizan. Se ignora su carácter de fenómeno social generalizado, y se politiza y partidiza con criterios aldeanos de buscar responsables entre aquellos adversarios que interesa descalificar. Consecuencias y no causas entonces se privilegian y el problema toma el cauce de lo insoluble; si tiene solución que bueno y si no, también.

El afán enfermizo de una minoría por acumular bienes materiales, como sea y sin importar el costo social que ello implique, crea las condiciones sistémicas de acumulación y concentración de la riqueza, desigualdad, pobreza, corrupción e impunidad, caldo de cultivo estructural de violencia e inseguridad en una sociedad en la que el fin justificando los medios, le tiene atrapada en el capitalismo salvaje de nuestro tiempo. Este es el adversario a vencer y no las individualidades que le ejemplifican.

En este marco el caldo económico, social y político de cultivo de delincuencia e inseguridad, queda no sólo incólume, sino que se extiende y profundiza. En este nauseabundo pantano, queja, lamento, crítica o denuncia, siembran en terreno esteril, hasta disolverse en el ácido corrosivo de la indiferencia social.

Quiza esta sea la razón por la que evado concientemente en mis maquinazos el tema de policías y ladrones. La solución a la problemática no se encuentra litigando a periodicazos ni se abona al terreno de la seguridad ciudadana individualizando el fenómeno y ejemplificándolo con la denuncia al calce. Antes al contrario, como suelen decir algunos políticos dados a los lugares comunes, lo que resiste apoya; impunidad y miedo van de la mano fortaleciendo la ilegalidad y disminuyendo capacidad de indignación y de respuesta social. La población se esconde tras la puerta y la participación ciudadana brilla por su ausencia, cediendo espacios a las conductas antisociales.

Habida cuenta de que lo mismo delinque el malandrín que se ostenta y actúa como tal, que el servidor público que en el mejor de los casos tolera la conducta del primero sin que pase nada, la erosión del estado de derecho no tiene freno, contribuyendo a la disolución del Estado y a separar a éste de lo que entendemos por Nación.

Lo cual da a la problemática de la creciente criminalidad e inseguridad el carácter de asunto de Estado y de seguridad nacional. Algo muy ajeno al amarillismo y escándalo que suele acompañar a la denuncia periodística poniendo en la picota a ciudadanos o servidores públicos de medio pelo.

Por su trascendencia e impacto en la vida presente y futura de la sociedad, entonces el tema de la violencia criminal e inseguridad pública, debería tipificarse como un fenómeno estructural de primer orden, lo que no se hace, dejando su solución al garete y en manos de autoridades administrativas que la mayor de las veces no cumplen con su encomienda.

Más cuando se es juez y parte, sirviendo a los intereses del poder fáctico y no a la mayoría de la población. La criminalidad de cuello blanco que no se ve pero se siente, es intocable. Razón por la que privilegiar atención y respuesta a la ilegalidad creciente, no tiene cabida en el reformismo presidencial de moda. Combatir con honestidad, eficiencia y eficacia a la corrupción, delincuencia e inseguridad, equivale a escupir para arriba, mala costumbre que no figura en la conducta de nuestra clase política, siempre al cuidado de que no le pisen la cola.

Hojas que se lleva el viento

Curioso caso el del anuncio y amplia difusión del proyecto de construcción de un nuevo aeropuerto para la capital del país. Atiende a las necesidades del gran capital y no resuelve en nada el rezago económico y social de la gran mayoría de los mexicanos. Y, por si fuera poco, para el secretario de comunicaciones y transportes, la panacea aeroportuaria será costeada con recursos públicos, en terrenos propiedad del gobierno y será propiedad de este y no privada, “por ahora”. Curioso, sí, porque de acuerdo con el funcionario peñanietista, los bienes públicos a partir de este régimen son propiedad del gobierno y no del Estado nacional.

-ooo-

No hay peor ciego que el que no quiere ver (o reconocer) El senador Héctor Yunes Landa cual llanero solitario habla y habla, dice y dice, que el Segundo Informe de Gobierno del mexiquense Peña Nieto muestra fehacientemente objetivos cumplidos a favor de los mexicanos. Tanto habla y tanto dice, que más que convencer de su valía como aspirante a gobernar a Veracruz obtiene lo contrario en una entidad en la que el PRI va de bajada arrastrado por el reformismo peñanietista.

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J. Enrique Olivera Arce

A 18 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto signos ominosos ensombrecen el panorama nacional. Estancamiento y retroceso económico, pérdida de expectativas de bienestar y un clima de inseguridad que ronda a lo largo y ancho del país, conforman prolegómenos de un Estado fallido.

El orden de prioridades de las grandes tareas del desarrollo está trastocado, la necedad de imponer reformas con simultaneidad y en cascada, contrarias tanto al sentir de amplias capas de la población en lo interno como a las tendencias más generales de recomposición y corrección de rumbo en un mundo de cabeza, lo mismo empantanó el quehacer político legislativo que frenó la actividad económico productiva a lo largo y ancho del país.

La vida social, a rastras de estrategias fallidas en materia de seguridad pública y políticas equívocas de atención a los avatares del mercado por sobre las necesidades reales y sentidas de una población en su gran mayoría empobrecida, agudiza su deterioro profundizándose pobreza y ampliándose la brecha de la desigualdad a la par de expresiones de descontento y hartazgo. Las reformas presuntamente estructurales no aterrizan y el tiempo ya juega en contra de los propósitos neoliberales de un presidente que, de 266 compromisos de campaña avalados por notario público, se le reconocen a lo largo de su mandato únicamente 13 (Vanguardia 12/05/2014).

Y en este marco, no son pocas las voces que advierten que en diversas entidades del país existen condiciones de gobierno fallido, que aceleran el proceso de deterioro social e inhiben tanto la consolidación de la fábrica nacional como nuevas inversiones productivas y generación de empleo, que ya se reflejan en los indicadores de desempeño económico nacional.

De acuerdo con informes del Banco de México y números duros del INEGI, la economía está estancada y con visos de recesión. Advertencia de entes autónomos que lejos de tomarse en cuenta por el poder ejecutivo federal, son desmentidas por el propio presidente y su secretario de hacienda, que sin el menor rubor, propalan que “la economía va por buen camino” y que, lejos de pisar los umbrales de la recesión, se transita por un camino sólido sustentado tanto en una macroeconomía boyante como en el incremento de exportaciones y crecimiento del aparato productivo estratégico.

Contradicción a los más altos niveles de la conducción económica del país, que lejos de asentar las aguas, propicia mayor desconfianza e incertidumbre, cuando a ojos vista la realidad nacional, si, la que se palpa en el terreno microeconómico y se mide en el bolsillo de los mexicanos, estancamiento y retroceso ya es evidente, reflejándose en desempleo, bajos salarios y pérdida del poder adquisitivo.

La población se llama a engañada y las promesas de bienestar a la vuelta de la esquina gracias a las reformas peñistas, se siembran en terreno infértil. La crisis de credibilidad en el gobierno y sus actores, se acentúa, a la par que la aceptación de Peña nieto por sus gobernados a la baja y polarizándose.

Si mediáticamente al secretario de hacienda se le consideraba el hombre fuerte, poder tras el trono, su fracaso en la conducción de la economía le ubica ya como triste caricatura objeto de escarnio y rechazo, señalándosele como el artífice del fracaso de Peña Nieto en el propósito de modernización, incremento de productividad y competitividad en la fábrica nacional.

Mal augurio que ya se hace sentir en una partidocracia ineficaz que no logra establecer acuerdos en torno a las iniciativas presidenciales, haciendo prevalecer intereses partidistas y dictados de los poderes fácticos que lejos de fortalecer al retorno del presidencialismo autoritario, le desgastan, estorbándole.

Y en esto último, el Partido Revolucionario Institucional se pone en evidencia como incapaz para brindar sustento social a Peña Nieto. Antes al contrario, marcha a la zaga de la movilización popular, ganándose a pulso crítica y rechazo de las mayorías.

Veracruz no es ajeno a este escenario. Pese a opiniones oficiales en contrario, números duros registran desempleo creciente, ausencia de crecimiento económico, y barruntos de recesión, contribuyendo al pésimo desempeño de la economía nacional. Condición que se hace acompañar de endeudamiento, corrupción e impunidad en las esferas de la administración pública, auspiciando deterioro y reclamo social, hablándose ya en círculos calificados de un gobierno estatal fallido, sin pies ni cabeza que se niega a reconocer la realidad de su crisis.

En esto andamos y no hay sol que nos caliente. México se deshace y no hay para cuándo ni cómo evitarlo.

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J. Enrique Olivera Arce

El horno no está para bollos. Ante la prevalencia de opacidad y simulación la especulación y el rumor se imponen. Descomponiendo aún más un escenario político que, en Veracruz,  entre barruntos de inseguridad pública y conflicto de intereses entre medios de comunicación y gobierno estatal inciden en el deterioro creciente del tejido social.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa anunció la renuncia del procurador y el nombramiento como encargado del despacho en favor de la persona que considera idónea para la tarea en esa por ahora cuestionada dependencia.

La oficialización de tal designación fue precedida por filtraciones, rumores y especulación en las que se incluye la hasta este momento presunción de otro cambio en la secretaría de desarrollo social y la remoción de  la Coordinadora de Comunicación Social, dejando muy mal parado al mandatario ante la opinión pública, en la medida en que se le regatea un acto de gobierno resultado de su decisión personal, atribuyéndose el ajuste en su gabinete lo mismo a una instrucción no escrita del gobierno federal que a una recomendación expresa del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán.

Una u otra versión hablan de una enorme debilidad del Sr. Dr. Duarte, arrinconado y atado de manos para decidir por sí mismo lo que mejor conviene a su gobierno y a Veracruz, ante la andanada de críticas de que ha sido objeto por parte de amplios sectores del gremio periodístico, nacional y local, como consecuencia del artero crimen que cobrara la vida de un conocido comunicador del sur de la entidad, el décimo de la fúnebre lista de periodistas ultimados en lo que va de su administración.

Lo menos que se dice es que no cuidando los tiempos, por falta de oficio político se apresuró a sacar de la jugada tanto al procurador como a la vocera del gobierno estatal, dando la razón a sus detractores sobre el mal desempeño de sus colaboradores en el manejo del trágico caso.

La amplitud del rumor sobre los presuntos cambios, que desde el sábado pasado corriera como pólvora, se vio fortalecida tanto por lo publicado por la revista Proceso sobre seguridad y justicia en Veracruz, como por la decisión del Gobernador de asumirse como su propio vocero, en la conferencia de prensa del lunes.

Ante esta situación, tanto el cambio ya anunciado como los que se espera ocurran en los próximos días, ha dado lugar lo mismo  a cuestionamientos a priori de los funcionarios que resulten beneficiados con la decisión de la primera autoridad del estado que a ilusorias expectativas respecto a la sucesión del ahora gobernador de la entidad.

Lo grave, a mi juicio, es que se especule que con los nuevos nombramientos se acomodan las fichas para la consolidación del proyecto transexenal de Fidel Herrera Beltrán, ninguneando la autoridad del Sr. Dr. Duarte de Ochoa a la par que dejando fuera de la futura sucesión a los dos senadores que, desde las trincheras del PRI,  vienen aspirando a la gubernatura de Veracruz.

Y lo considero grave en tanto clase política y medios de comunicación hacen suyo rumor y especulación, consolidando no el pretendido proyecto político del ex gobernador que por ahora no pasa de ser ingenua leyenda urbana ante la tendencia centralizadora del gobierno federal, sino el orden de prioridades en la agenda de nuestra aldeana vida política jarocha, privilegiándose afanes electoreros tempraneros en los que ya se da por sentado que el gobierno estatal seguirá en manos del PRI.

Pasando a segundo plano el interés superior de Veracruz en los esfuerzos por abatir desigualdad, pobreza y exclusión, así como el encausamiento de la entidad por los caminos del crecimiento económico y bienestar de la gente.

Si de por sí resulta complejo el que en dos años y medio el Sr. Dr. Duarte de Ochoa reponga el tiempo perdido enmendando limitaciones, deficiencias, desatinos y políticas públicas equívocas o anti populares, el no tener control sobre las legítimas aunque madrugadoras aspiraciones de sus más cercanos colaboradores, anuncia un desastre como escenario para lo que resta de su mandato. Veracruz no se lo merece.

Como arriba lo señalo, la dañina especulación y el rumor respecto al quehacer de la administración pública, nace de la opacidad y la desinformación. Más cuando en este fenómeno social  alcanza a los medios de comunicación, asumiéndose estos como portavoces del rumor popular en un escenario negativo de confrontación entre prensa, autoridad y madrugadores aspirantes.

Lo que me motiva a insistir en que más que cambios de funcionarios o ajustes en el primer círculo del gobernante, que en primera y última instancia dan la impresión de cambiar para seguir igual o peor, lo que con carácter de urgente se requiere resolver es el tema de la estrategia de Comunicación Social de la administración a cargo del Sr. Dr. Duarte de Ochoa;  transparentando el quehacer gubernamental de frente a la ciudadanía y alejándose del triunfalismo sin sustento.

La actual estrategia no ha funcionado a lo largo de más de tres años, antes al contrario, lo que se ha ganado como resultado es la pérdida creciente de credibilidad, confianza no sólo en los servidores públicos,  sino aún más grave, en las instituciones. Por ahí debería empezarse si lo que se busca es fortalecer la base social que da sustento a certidumbre y gobernabilidad.- Xalapa, Ver., Febrero 19 de 2014.

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J. Enrique Olivera Arce

“La ciudadanía de Brasil debe pagar 35 mil millones de dólares para que el futbolista  Neymar siga cobrando sus 22 millones de euros al año, para que las corporaciones hagan su publicidad, y para que los habitantes de Río sigan viviendo como viven.” Claudio Lomnitz

Los procesos cuantitativos en la sociedad son por naturaleza lentos y no exentos de estancamiento y retroceso, hasta que se derrama el vaso.

Los últimos acontecimientos en Brasil son un ejemplo de ello. La cantidad cedió el paso a la calidad y, lo que para muchos fueran actos vandálicos de una multitud inconforme, se transformó en un movimiento ciudadano pacífico en el que el descontento y el hartazgo social puso a gobierno, partidos políticos y poderes fácticos contra la pared. Hecho que el politólogo Massimo Modonesi califica como El fin de la revolución pasiva en Brasil (La Jornada 22/06/2013).

Todo empezó por una manifestación de protesta ante el incremento del precio del pasaje del transporte público en perjuicio de los sectores más vulnerables de la población. La protesta en unos cuantos días subió de tono en cantidad y calidad, las demandas populares se elevaron cualitativamente exigiendose reformas políticas y económicas en contra de la exclusión, pobreza, desigualdad y corrupción.

Para el pasado miércoles 26 de junio la fuerza de la movilización popular en las principales ciudades del país  -tras obtener que el gobierno frenara el alza del transporte-, bajo las banderas de “Passe Livre” y con el respaldo de los sindicatos logró que a instancias de la presidente Dilma Rousseff,  los diputados aprobaran una ley que obliga a que las regalías petroleras se destinaran a educación y salud, al mismo tiempo que los senadores por su lado aprobaran una reforma legal que equiparara  penalmente los actos de corrupción con crímenes “hediondos”, como el homicidio calificado, así como la iniciativa de la propia mandataria para la realización de una amplia consulta popular sobre una urgente reforma política.

Si aceptamos que en política no hay coincidencias, no podemos dejar de considerar que lo que acontece en la superpotencia económica latinoamericana, es continuidad de las movilizaciones de protesta en Egipto, España, Portugal, Grecia, Turquía, de los “indignados” en la Unión Europea y Wall Street en los Estados Unidos de Norteamérica, no estaríamos equivocados al afirmar que los llamados  efecto dominóefecto mariposa, toman presencia e impactan ya en  todo el mundo globalizado.

Los estertores del modelo neoliberal impulsado por el Tatcherismo” y el Consenso de Washington se expresan en su abierto rechazo de los pueblos. Los sectores más avanzados y progresistas del orbe están diciendo ¡Ya basta!, no más de lo mismo. La resistencia popular en el mundo frente a la globalización neoliberal en crisis,  está llegando a su punto más álgido. El vaso medio vacío o medio lleno se está derramando con consecuencias aún impredecibles.

Las barbas en remojo

Frente a este fenómeno, cabe entonces preguntarnos si en México se le está previendo o, en su defecto, ni se le ve ni se le escucha cuando deberíamos estar preparados para evitarlo o cuando menos paliar el temporal.

El malestar y descontento de los mexicanos frente a una economía que no crece y cuyos efectos sociales ya están a la vista, va en crescendo. La respuesta del gobierno del Sr. Peña parece ser la de tundir con palos de ciego a una realidad inobjetable que le rebasa. Persistir en mantener a cualquier precio el modelo neoliberal de desarrollo a instancias del gobierno de Washington, organismos financieros internacionales como el FMI, el Banco Mundial y la OCDE, no ofrece buenos augurios.

Las reformas estructurales, panacea paradigmática de la estrategia peñista para el crecimiento y desarrollo, además de que no resuelven problemas en lo inmediato de la coyuntura, no ofrecen expectativas de éxito para el mediano y largo plazo, en tanto no atacan frontalmente deformaciones estructurales históricas de fondo en lo social, como la desigualdad, pobreza extrema, exclusión, precarización del empleo y seguridad social, así como la petrolización de las finanzas públicas, limitada productividad y competividad de la fábrica nacional en lo económico.

Tampoco resuelven efecto y consecuencias de la crisis globalizada, como la vulnerabilidad del mercado externo, la volatilidad financiera y una galopante contracción del mercado interno acompañada del deterioro de ingreso y consumo en la mayoría de la población,  que exigen respuesta inmediata.

La corrupción rampante, se cuece aparte. En tanto no se resuelva esta lacra histórica, todo lo demás es por demás.

Los cortos y limitados alcances de las reformas planteadas, a partir de su imposición extralógica y origen cupular, se observan ya como contraproducentes y son objeto de rechazo por amplias capas de la población jalonadas por una clase media en proceso de pauperización. No es nada circunstancial que al diputado Manlio Fabio Beltrones su experiencia de dicte proponer institucionalizar el llamado “Pacto por México”,  para legitimar lo que de facto impone la cúpula de la dupla presidencia-partidocracia.

El problema de fondo es que el modelo adoptado de desarrollo y todo lo que este arrastra, está agotado y no se quiere reconocer tal status, mientras el descontento y el hartazgo social crece y se manifiesta ya en todo el territorio nacional,  como evidente rechazo al actual régimen político, al que se identifica como el artífice del deterioro del todo nacional.

La amenaza del desborde está latente y no hay indicios en nuestro país de que las barbas se pongan en remojo.

¿Cuánto tiempo tardará en impactar a México el efecto dominó de la indignación movilizada?  Seguramente más pronto que tarde, el horno no está ya para bollos. Sacar avante las reformas fiscal y energética en un proceso transparente y terso es el reto, si antes no se derrama el vaso con llevar adelante la pretensión de privatizar el suministro de agua por parte de la CONAGUA (La Jornada 28/06/2013).

Por lo pronto en nuestra bucólica aldea del son y la salsa, gobierno y sociedad caminan por sendas diferentes, en medio del avance de la corrupción y deterioro creciente de la gobernabilidad. De espaldas a la realidad y a las necesidades reales de los veracruzanos, nos aprestamos para elegir diputados locales y autoridades edilicias, sin parar mientes en que ya las elecciones locales no son garantía para frenar corrupción, impunidad, estancamiento y retroceso.

Mientras los partidos y candidatos salpiquen a lo largo de campaña tras campaña electoral, Don Javier Duarte puede dormir tranquilo, seguro de que el Veracruz próspero no es Brasil.

Como diría el clásico,  “que sea lo que Dios diga”.

Hojas que se lleva el viento

Confirmando su posicionamiento como organismo serio y comprometido, “Otero Ciudadano” bajo la entusiasta conducción de Leonor de la Millar Huerdo dio un marco de apertura, diálogo constructivo y respeto, a la presentación de propuestas de los candidatos de Movimiento Ciudadano, PAN, PRD y PRI tanto a la diputación local de los distrito urbano y rural de Xalapa, como a quienes aspiran a gobernar la capital veracruzana.

A este escenario cívico se sumó la Red de Comunicadores Independientes de la entidad, cuyos integrantes reconocen en Otero Ciudadano punta de lanza como una vía válida de participación en la tarea de construir democracia y ciudadanía. A lo largo de las intervenciones de los candidatos invitados, destacó como “un garbanzo de a libra”, el ex alcalde de Xalapa y ex diputado federal,  Ricardo Ahued, quien invitado por la Alianza Veracruz para adelante, busca la diputación por Xalapa urbano.

Don Ricardo no perdió el tiempo en rollos estériles o desplantes demagógicos. Con la congruencia que le caracteriza, sin tapujos, y con la cruda franqueza de quien conoce el paño, mostró un retrato hablado de Veracruz, del deterioro de la política y los políticos, de la corrupción e impunidad, de la inseguridad en aumento que sufre la población, de las limitaciones y potencial del distrito que pretende representar, así como de Xalapa y su problemática presente y futura.

Impactando las aseveraciones de quien en su momento fungiera como vicepresidente fundador de Otero Ciudadano, sobre la creciente deuda pública que ahoga a la administración estatal, servicios públicos de salud colapsados en la entidad, sin faltar el lastimoso tema de los más de 60 mil xalapeños sin servicios públicos básicos y sin expectativas de mejorar en el corto plazo.

No presentó propuestas y promesas, reconociendo que quienes resulten electos simplemente deberán desempeñar fielmente el trabajo para el que estarán obligados. Habló el ciudadano con los pelos de la burra en la mano y no el candidato priísta, reconociendo con respeto calidad y carácter plural de sus anfitriones.- Xalapa, Ver., junio 30 de 2013.

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Veracruzanos.info

Gobernador de Veracruz

Xalapa, Ver.- Veracruz concluye un año de grandes retos y pronto iniciaremos el 2012, un año que será mejor para todos los veracruzanos, expresó el gobernador Javier Duarte de Ochoa, y junto con sus deseos de prosperidad para las familias, manifestó su satisfacción por haber conseguido grandes logros con la participación ciudadana.

Acompañado por su esposa, la señora Karime Macías de Duarte, el mandatario veracruzano dijo que 2011 fue un año de grandes retos para Veracruz que se superaron con el esfuerzo y el trabajo conjunto del gobierno y la sociedad.

“Me llena de orgullo y satisfacción haber compartido con ustedes también un año de importantes logros. Estas fechas de fin de año son siempre una buena oportunidad para reafirmar nuestros compromisos y plantearnos nuevas metas” expresó.

En nombre suyo y de su familia, el titular del Poder Ejecutivo deseó Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo a las familias de la entidad. Como veracruzano y como gobernador, reiteró su convicción y confianza en que el 2012 será un año pleno de desarrollo y éxito.

El Financiero

México, 17 de noviembre.- El presidente Felipe Calderon Hinojosa designó a Alejandro Poiré, como nuevo Secretario de Gobernación en lugar de José Francisco Blake, quien murió en un accidente aéreo. En conferencia de prensa, Calderón aseguró que Poiré trabajará incansablemente para consolidar a la nación a través de la ley y las instituciones. Destacó su amplia experiencia en el ámbito de la seguridad, y aseguró que «cuenta con los conocimientos y experiencia necesarios para desarrollar el cargo que le encomiendo el día de hoy». Quien hasta entonces se desempeñó como  director del Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (Cisen), aseguró que  continuará contribuyendo a la Estrategia Nacional de Seguridad y destacó que, «ante todas las cosas es un servidor público que cree en la política y en el diálogo para crear un significado compartido de las cosas».

Nacido en el Distrito Federal en 1971, Poiré es licenciado en Ciencia Política por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y doctor en Ciencia Política por la Universidad de Harvard.

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A diferencia de Cartens, el actual Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, diría que lo que se viene con la crisis económico financiera de nuestros vecinos del norte, no es ningún catarrito, tras conocer el informe del FMI en el que se advierte que  una desaceleración prolongada en el crecimiento de Estados Unidos sería una carga sustancial para la economía de México. Advertencia que hace propia la Canacintra señalando a su vez que México es capaz de enfrentar la crisis financiera, pero no para enfrentar una desaceleración o recesión en EU.

Escenario en el que no puede dejar de jugar el hecho de que en esta ocasión, a diferencia del pasado reciente, la crisis económico financiera global se hace acompañar por una espiral de efervescencia social, que confronta a los gobiernos con su población, sin que se encuentre más salida que el autoritarismo antidemocrático y la represión.

Así las cosas, ante la gravedad de una crisis estructural que afecta ya al mundo entero, cabe entonces poner las barbas en remojo, puesto que siendo los Estados Unidos nuestro principal socio comercial y dada nuestra dependencia económica y política con el país más poderoso del mundo, su fragilidad en la coyuntura arrastrará consigo necesariamente a México, sin contar con el blindaje suficiente para amortiguar el golpe.

Agotado el modelo económico que nos ha sido impuesto, las recetas neoliberales ya no dan más. O se cambia de rumbo a nivel nacional o nos lleva al baile la tía de las muchachas.

Ello implicaría tomar el ejemplo de otras economías que en el ámbito internacional están optando por políticas públicas proteccionistas, fortaleciendo su mercado interno, restringiendo importaciones no indispensables  y consumiendo prioritariamente bienes y servicios locales.

Si lo anterior es motivo de preocupación nacional, con mayor razón debería ser tema de primer orden para una economía en franco deterioro como la veracruzana. Misma que en el renglón productivo acusa un alto grado de dependencia tanto de las exportaciones al país del norte como de las remesas que nos llegan del exterior. Sin perder de vista que en lo social, el abandono del campo y los cinturones urbanos de miseria cobran factura. Acusamos  niveles de pobreza que mantienen deprimido el mercado interno, en un marco de inestabilidad y restricción de finanzas públicas. O lo que es lo mismo, como entidad federativa carecemos de “blindaje”, estando a merced del tsunami recesivo anunciado.

Si ya la prosperidad en Veracruz es utopía, de seguir por el mismo camino, dependiendo de inversión externa y de reducidos nichos de mercado en los países consumidores de América del Norte y Europa, la amenaza de mayores índices de desempleo, pobreza y desigualdad no es simple expresión de catastrofismo a la que haya que ignorar.

En nuestra pueblerina aldea, vamos en el cabús, a la zaga de otras entidades federativas mejor equipadas para afrontar la nueva etapa de la crisis global. El colmo para la economía veracruzana es que se tenga que depender del exterior  para satisfacer el abasto de productos básicos, incluida el agua, favoreciendo a las grandes cadenas comerciales al extremo de felicitarnos por privilegiar productividad y competitividad de la inversión externa, ignorando al productor local por ineficiente.

Naturalmente el explorar nuevos caminos no figura en la agenda de nuestra llamada “clase política”. Lo que está a debate no es la economía ni mucho menos los efectos sociales de una muy posible recesión mundial. Al fin veracruzanos, la prioridad es la política electoral, privilegiando dimes y diretes, ajustes de cuentas, acomodos y reacomodos, con vías a la elección del 2012. Tan es así, que las deterioradas finanzas públicas estatales arrastrando cuantioso endeudamiento, parecen no ser de su incumbencia. Lo hecho, hecho y a otra cosa mariposa, como si éstas no fueran palanca del crecimiento económico y desarrollo de la entidad, o bien impedimento para avanzar.

Es problema de Javier Duarte y de nadie más, al fin es el que manda, dirían nuestros políticos, desentendiéndose de la bronca a la cual contribuyen.

Los partidos políticos nacionales en su expresión estatal, presuntas correas de trasmisión y amortiguamiento entre gobierno y sociedad civil, juegan cada uno para su santo; la elección del 2012, está por encima de cualquier otra consideración, así sea el futuro de Veracruz. Nada que pudiera afectar la suma o resta de sus nomios, es de su interés, mucho menos desviar su atención a problemas económicos y sociales que por incapaces no está en sus manos resolver. En la jerarquización de prioridades primero está definir presuntas candidaturas para contender por senadurías o diputaciones federales para de ahí, concentrarse en la pugna nacional por la presidencia de la República. La recesión económica y sus muy previsibles efectos pueden esperar.

Quien ya no espera son los veracruzanos de a pie, quienes cotidianamente consultando su bolsillo, restringen no por gusto su consumo a la par que sus condiciones de vida, observando como la espada de Damocles pende sobre sus cabezas. El pobre, por pobre, ya no aguanta más tras estarse acostumbrando a no comer, en tanto que los varios millones que sobreviven en la medianía, pierden expectativas y esperanzas en un futuro incierto que ya es hoy.

La amenaza es real. Estamos indefensos, aceptémoslo.

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Por primera vez en la historia del país, de frente, cara a cara, en un diálogo histórico, mandantes exigen cuentas al presidente de la República.

 

Diálogo Felipe calderón - Sicilia

Calderón debe una disculpa por 40 mil muertos: Sicilia

La Jornada

México, DF. Al iniciar el diálogo con el presidente Felipe Calderón, el poeta Javier Sicilia le preguntó: «¿les parecemos bajas colaterales?» y le planteó que está obligado a pedir perdón a la nación por los 40 mil muertos que ha ocasionado la guerra contra la delincuencia, declarándole corresponsable junto con los gobernadores de una guerra que se hizo sin reformas previas. En su encuentro con el presidente Calderón en el Castillo de Chapultepec, Sicilia presentó una propuesta para atender el tema de la violencia que incluye la creación de una comisión de la verdad o una fiscalía social de la paz, la aprobación de una ley de atención y protección a las víctimas, el regreso de las fuerzas armadas a los cuarteles, y establecer mecanismos para castigar a funcionarios involucrados en redes de complicidad.

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