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Category Archives: Yunes Linares

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El beneplácito social por la captura de Javier Duarte se dejó sentir en todo el territorio nacional, empero, de la mano de un justificado “sospechosismo” que ya destacados analistas políticos se han encargado de destacar y a los que Peña Nieto respondiera con un “No hay chile que les embone…”.

La crisis de credibilidad que arrastra el país, pesa más que el discurso oficial. La reacción social ante el mensaje con el que el presidente Peña Nieto pusiera de manifiesto la fuerza del régimen contra la corrupción, ejemplarizando con la las recientes capturas de los ex gobernadores de extracción priísta, Javier Duarte, de Veracruz y de Tamaulipas, Tomás Yarrignton, fue de escepticismo y de sospecha de un arreglo en lo oscurito garantizando el silencio de los detenidos.

No podía esperarse otra cosa. La credibilidad y desconfianza en las instituciones encargadas de procurar y administrar la justicia en el país, ganada a pulso por el régimen político mexicano da para mucho. Y si bien es de aplaudirse el que el gobierno haga su trabajo, la opacidad de sus acciones da lugar a duda sobre su eficiencia y eficacia.

Con mucha mayor razón cuando estas acciones se politizan, sirviendo de marco a intereses electorales en juego, como podría ser el caso de los presuntos saqueadores hoy a resguardo de las autoridades. Pareciendo que el objetivo último en tiempo y forma de las detenciones de marras es lo mismo de un acto propagandístico a favor del partido en el gobierno ante los próximos comicios en Edomex, Veracruz, Nayarit y Coahuila, que el de un gran distractor tras el cual ocultar el fracaso gubernamental tanto en el combate a la corrupción e impunidad como en materia de seguridad pública, talones de Aquiles del Estado mexicano.

Cortina de humo que más allá de las consecuencias ulteriores que ameriten los aún presuntos actos delictivos de Javier Duarte y Tomás Yarrington, también opera a favor de distraer la atención de la sociedad en lo referente al pobre desempeño de la economía nacional reflejada en el bolsillo de las mayorías empobrecidas.

Esto en el orden nacional. Por lo que toca a Veracruz, la detención del ex gobernador Duarte de Ochoa, no deja de ser parte del show mediático con el que Miguel Ángel Yunes Linares pretende justificar su empeño tanto por restablecer el estado de derecho en la entidad como del rescate de una administración pública quebrada, sin pies ni cabeza. El énfasis de la prensa estatal por destacar lo que la gente quiere escuchar, obviando la problemática toral de un Veracruz de rodillas, lo refleja.

Para empezar, no se puede ni debe pretenderse el restablecer el estado de derecho al margen de la ley. Perseguir delincuentes no está dentro de las funciones del ejecutivo estatal, como tampoco el asumirse como vocero de la Fiscalía declarando sin apego a verdad y transparencia. Y, por cuanto al rescate de la administración pública estatal, el refundir en la cárcel al ex gobernador Duarte de Ochoa ni saneará las arcas públicas ni asegura eficiencia y eficacia, mucho menos credibilidad y confianza en las instituciones veracruzanas que, hasta ahora, bajo el gobierno de la alternancia dejan mucho que desear. La corrupción, impunidad y simulación siguen siendo la constante. Nada nuevo bajo el sol.

Lo prudente sería dejar que la PGR haga su trabajo y el gobierno de Veracruz a lo suyo. El tiempo es oro y no se puede perder con el seguir quemando pólvora en infiernitos. Ya con el proceso electoral en marcha es suficiente como distractor para amainar el temporal. Empero, no se puede echar en saco roto el hecho de que el gobierno de Peña Nieto se valdrá del caso Duarte con fines electoreros. La tendencia del PRIAN pretendiendo de manera orquestada capitalizar a su favor el tema así lo indica. El gobernador Yunes Linares tendrá que aceptarlo, sumándose,  o renunciar a un  juego que sólo reditúa a su ego.

Chetumal, Q. Roo 18 de abril de 2017

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si bien la crisis por la que atraviesan las finanzas públicas estatales y municipales en la entidad veracruzana merecen especial atención por parte de las autoridades responsables, no puede hacerse de lado que todo esfuerzo gubernamental tendiente a paliarla en la actual coyuntura, está contaminado por intereses específicos partidistas encaminados al proceso electoral en curso y, sin duda, a los que vienen en el 2018. Verlo de otra manera sería pecar de ingenuo.

De ahí que el estira y afloja entre el Poder Ejecutivo Estatal, el Congreso local y partidos políticos a favor y en contra del proceso de renegociación de la deuda pública, tengan una connotación eminentemente político-electoral que, para nuestro infortunio, está cada vez más alejada de la búsqueda de soluciones coherentes y viables al problema toral de Veracruz que es una economía estancada y con visos recesivos,  cuyo impacto en la población se observa en una agudización estructural de desigualdad, desempleo, pobreza e inseguridad.

En este marco, se tiende a confundir la crisis multidimensional de Veracruz con la que coyunturalmente en el orden financiero y administrativo aqueja a la administración pública. Y si bien, ambas se retroalimentan interactuando entre sí, a diferencia de la primera, la segunda no es determinante en la conformación de la problemática sustantiva de Veracruz. Más si no se toma en cuenta que ambas manifestaciones críticas para la entidad están inmersas en otra mayor de un país que, en su conjunto, el efecto Trump le tomara por sorpresa, descomponiendo todo el escenario en el que el gobierno federal sustentara su visión de futuro.

Escenario global en el que el rescate de las finanzas públicas veracruzanas para el poder central es aleatorio, en tanto que para el partido de Peña Nieto de antemano electoralmente la entidad ha perdido hegemonía y relevancia, como también estimo juzga que coyunturalmente en su orden de prioridades, la problemática de la economía en la aldea requiere de medidas de fondo que por ahora no está en manos de la federación emprender.

Lo anterior conduce a pensar que si bien el titular del ejecutivo veracruzano lograra en segunda vuelta que el Congreso local con el visto bueno del PRI aprobara su iniciativa de reestructuración, ello no es garantía de que ésta tenga lugar en los plazos y  las mejores condiciones deseables. Como tampoco el que con el ahora presunto respiro, se rescate a una alicaída administración pública estatal; mucho menos el que ésta logre avances significativos en atemperar la crisis estructural que mantiene postrada a la entidad.

Adicionalmente, a escasos 80 días de la elección edilicia, la presión de los actuales alcaldes para que se les restituya lo que alegan les adeuda el gobierno estatal incidirá en el propio proceso electoral, constituyéndose en un escollo más para que el gobierno de la alternancia pueda sacar al buey de la barranca. Habida cuenta de que antes de los comicios ya con la aprobación del presupuesto 2017 diferido, no habrá pretexto para dejar de atender a los alcaldes salientes.

En este marco transcurrirán los primeros seis meses del mandato del Sr. Yunes Linares, a la par que pasada la elección edilicia, toda la carne en el asador tendrá que ponerse en la anticipada carrera para los procesos electorales del 2018.

Los tiempos seguirán jugando en contra del Sr. Yunes Linares; las promesas sustantivas de campaña seguirán en el tintero y, por lo consiguiente, la atención a las expectativas de cambio de una población cada vez más exigente, seguirán anidando en un clima de frustración y descontento creciente. No olvidemos que lo prometido también es deuda y que gracias a las redes sociales la gente todos los días vota.

No se puede ni se debe seguir meando fuera del tiesto sin que haya consecuencias.

Obras son amores. Ya entonces se verá a quién se juzgará como “enemigo del bienestar de los veracruzanos”.

Hojas que se lleva el viento

Gastada la capacidad de asombro e indignación de una población lastimada y dolida, para amplios sectores de la sociedad veracruzana la inseguridad y violencia criminal, siendo el pan de cada día, se toma como algo tan inevitable como irrelevante. De otra manera no se explica uno el cómo es posible que la población se muestre indiferente ante el creciente número de inhumaciones clandestinas, ejecuciones, asesinato de periodistas, extorsión  y privación ilegal de la libertad en la entidad; hechos que por principio quedan impunes. Da tristeza y rabia el observar como Veracruz es calificado de la peor manera lo mismo por la prensa nacional e internacional que por los organismos defensores de los derechos humanos, como uno de los peores lugares para vivir. En cualquier otro país medianamente civilizado, hechos como los descritos en los medios de comunicación darían lugar a diversas expresiones de indignación y exigencia de justicia plena por parte de la población movilizada que, para nuestro infortunio, ni por asomo se dan en Veracruz.

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No se puede esperar paz social, sana convivencia y respeto  entre diferentes cuando desde la cúspide del poder político en Veracruz se auspicia el odio y la confrontación estéril. El gobernador de dos años lejos de propiciar el diálogo político civilizado y la conciliación en el ejercicio de la administración del conflicto, pone más leña al fuego polarizando a las diversas fuerzas político-electorales.

-ooo-

En menos de 72 horas el Congreso veracruzano pasó de la gloria a la ignominia. Si bien el no a una iniciativa del ejecutivo se consideró en su momento un hito histórico, la diputación priísta y sus adláteres menores al corregir su voto en la segunda vuelta, dando el ansiado si a la renegociación de la deuda pública confirmaron el estado de sumisión del Poder Legislativo a los caprichos del Ejecutivo. Lástima, tanto brinco para seguir igual.

-ooo-

Para los conocedores del paño, el voto del PRI a favor de la reestructuración de la deuda pública veracruzana como respuesta a la catástrofe apocalíptica anunciada por el gobernador caso de reincidirse en la negativa de aprobación, incidirá positivamente en las expectativas electorales del tricolor,  sobre todo en la elección del alcalde de la capital veracruzana, asegurándose el triunfo de José Alejandro Montano, ex secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Miguel Alemán. El PAN tendrá que corresponderle al PRI por el favor recibido si está en su intención el frenar a MORENA reduciendo al partido de López Obrador  a su mínima expresión, por abajo del PRD.

Opinión respetable viniendo de verdaderas chuchas cuereras, pero cuestionable si a mi modesto entender, se considera que atípicamente en el proceso electoral en marcha pesarán más a la hora de la elección las siglas y no los candidatos postulados. El hartazgo y la pérdida de credibilidad, como en la anterior contienda electoral, seguirán jugando en contra del PRI saqueador y, de refilón, ahora en contra de la alianza PAN-PRD por no cumplir con lo ofertado en campaña.  El tiempo, más que la bola de cristal, será quien diga la última palabra.

Xalapa, Ver., marzo 22 de 2017.

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