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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Vaya dilema para el electorado veracruzano. No votar o de, entre los peores, sufragar por el menos peor. Y no es para menos, el descompuesto proceso electoral que en unos días culminará con la elección del mini gobernador de dos años y el relevo en la Legislatura local, nos coloca a hombres y mujeres de a pie en tal tesitura.

Copados entre dos fuegos, en el medio de una insensata guerra de lodo financiada con recursos públicos, no hay opción válida que soportada en propuestas realistas y viables, permita avizorar la más mínima señal del cambio que los veracruzanos exigen.

Ya en la recta final del proceso, la guerra sucia electoral ahora telefónicamente se traslada a los hogares veracruzanos, que joda. Huérfanos de madre operadores políticos sin distingo de color de camiseta, insensibles no respetan hora ni merecido descanso familiar para trasmitir sus nauseabundos mensajes.

Considerándonos retrasados mentales o bien, los candidatos designados por los partidos políticos están dispuestos a jugarse el todo por el todo para convencer a los votantes potenciales de que no vale la pena perderse el descanso dominical cumpliendo con el deber cívico de sufragar el próximo 5 de junio. Vaya manera de inhibir el voto.

Esto aparejado a una campaña de miedo, filtrando el rumor de posible violencia a lo largo del ejercicio comicial, bajo el supuesto de que a menor número de votos los resultados del sufragio se definirán por el llamado voto duro de partidos y candidatos contendientes. Supuesta estrategia que teóricamente beneficiaría a quienes, cual la marquesa de la historia, saben cómo mover el abanico en menesteres electorales clandestinos históricamente aplicados. Tocaría a la ciudadanía caer o no en el garlito.

Lo cierto es que no se puede dejar en el tintero es el que con justificada razón existe un consenso casi unánime de que Veracruz padece el peor gobernador de su historia, y casi unánime también es que hasta donde se tiene memoria,  nunca se había vivido un proceso electoral tan pedestre, ofensivo y a todas luces  repugnante que sin duda invita al abstencionismo o, en su caso al voto nulo.

Voto duro

Más allá de la lectura de la bola de cristal o la especulación, lo que sí se puede ya establecer como seguro a tres semanas del ejercicio comicial, es que la elección de gobernador se irá a tercios, con muy poca diferencia numérica  entre los tres candidatos punteros y en la que el llamado voto duro o clientelar, poco podrá aportar a la contienda; el clientelismo electoral cada vez es menos tal y al interior de los partidos no existe consenso consolidado respecto a los candidatos postulados de espaldas a las militancias. Correspondiendo al amplio segmento de los indecisos el definir el resultado de la elección.

Empero, no se puede ni debe echarse en saco roto el peso del voto duro de Morena, partido de alcance nacional de nueva creación cuya militancia, seguidores de AMLO  y simpatizantes de vieja data, se enriquece e incrementa tanto por un natural rechazo a las políticas públicas del gobierno federal peñista como por el descontento y hartazgo generado por un gobierno estatal fallido y corrupto. Voto duro  en crescendo que responde más a  posicionamientos ideológicos en el imaginario colectivo que a un pragmatismo coyuntural referido a una elección de orden local dominada por intereses creados; posicionamiento que objetivamente se concreta en un justificado rechazo histórico a todo lo que huela al PRI, al PAN y al PRD, en la lucha social de resistencia frente a reformas neoliberales presuntamente estructurales que privatizadoras y empobrecedoras,  atentan contra la soberanía y patrimonio nacional, el empleo, la educación y salud  pública así como  el bien común.

A la par que cuenta y cuenta mucho en la conformación del voto duro de Morena el descontento y hartazgo en amplios sectores de la sociedad veracruzana frente al abandono infraestructural y productivo, endeudamiento gubernamental,  desempleo,  precarización de las clases medias urbana y rural, así como un ineficiente e ineficaz combate a la delincuencia. El 5 de junio se verá si es tal o el descontento y hartazgo  queda en simple  llamarada de petate.

Pegar donde más duele

Quedaría entonces el hacer de tripas corazón y pegarle a nuestra clase política donde más le duele, derrotándoles en las urnas mediante una copiosa votación asumiendo una actitud responsable, reflexiva, congruente con lo que se está viviendo, que demuestre fehacientemente que la sociedad ha cambiado, que la población se asume más participativa e informada y dispuesta a recuperar para sí la democracia electoral secuestrada. La cita es en las urnas.

Con la elección ya a la vuelta de la esquina, solo queda el asumir que en esta ocasión y dado el clima de rechazo que ha generado el proceso en curso, la ciudadanía sabrá poner freno antes y durante el ejercicio comicial al más que anunciado fraude electoral con el que el gobierno estatal pretende justificarse ante Peña Nieto.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Para hombres y mujeres comunes, la percepción pesa más que cualquier intento de explicación racional de por qué ganó el PRI en Veracruz. En el imaginario colectivo parece ser obvio, sin mayor explicación, que dos factores hasta ahora no suficientemente desmentidos fueron determinantes: la tradicional compra de votos y la inducción del sufragio mediante los programas asistencialistas aplicados estratégicamente en los sectores económicamente más vulnerables.

Para los conocedores del paño electoral, con información histórica, ambos factores estaban más que previstos con bastante anterioridad a los comicios del 7 de junio en la entidad. No hay forma de que sea derrotada maquinaria y estrategia electoral, legal y extralegal del PRI, se dijo, argumentándose que de antemano se operó con eficacia ablandando y dividiendo a la oposición, a más de la oportunidad de capitalizar el amplio espectro de opciones electorales que fragmentaría y pulverizaría la intención del sufragio.

Se argumentó también que el abstencionismo y el voto nulo de castigo, operaría a favor de la estrategia tricolor.

Todo esto en el terreno de la especulación y en un primer análisis lineal previo a la elección, que se confirmaría en los hechos.

Sin embargo, hacía falta un análisis ex post más preciso, respaldado con números duros, para tener claro a nivel distrital el éxito o derrota lo mismo de la estrategia seguida que de la operación de la aplanadora priísta y, en su caso, su equivalente en los terrenos opositores en los que se confiara en el clima de descontento y hartazgo sustentado en la percepción negativa del desempeño de un gobierno fallido.

Corresponde al destacado economista Hilario Barcelata Chávez, el dar una respuesta coherente, congruente y sólida a la interrogante de por qué ganó el PRI la diputación federal en 16 distritos dejándole a sus opositores únicamente 5, repartidas entre el PAN, PRD y Morena. El también Coordinador del Doctorado en Finanzas Públicas de la Universidad Veracruzana, con números duros en exhaustivo y puntual análisis pone en contexto lo que sucedió el domingo 7 de junio.

En el ensayo de su autoría, titulado “Por qué ganó el PRI en Veracruz”, Barcelata Chávez apoyándose en el estudio realizado por la empresa Parametría, que mediante encuestas identificó las características que definen a las personas que votan por cada uno de los partidos políticos en México, para definir el “perfil del votante mexicano”; destaca y desmenuza a detalle tres factores que fueran determinantes para el pírrico triunfo del tricolor: El perfil del votante; El poder del abstencionismo y, La insensatez del voto nulo. Destacando como variables comunes el peso de la pobreza, el nivel de escolaridad, y el de ingresos de los votantes en cada uno de los 21 distritos electorales.

Mapeo electoral que coincide con el grado de desarrollo regional relativo en la entidad y el innegable estancamiento económico, educativo y cultural por el que atraviesa Veracruz. Y que sin duda, refleja también la validez de la opinión sustentada en números duros de diversos expertos, que coinciden en señalar que la entidad veracruzana vive una profunda crisis económica que repercutiendo en la vida social de la población, no es ajena al pésimo desempeño de la administración pública y al endeudamiento creciente del gobierno estatal.

Para quien escribe estas líneas, el análisis del Dr. Barcelata, por su contundencia y oportunidad, no debe ser ignorado. Más allá de propósitos y objetivos electorales, da una idea precisa de cuales deberían ser las prioridades tanto en el combate de la desigualdad y pobreza como en el rescate y fortalecimiento tanto del quehacer económico como de un tejido social en franco deterioro. Si para el PRI la pobreza e ignorancia es un aliado estratégico para sus fines, para Veracruz es un lastre que debe ser superado.

Hojas que se lleva el viento

Y a propósito del partido en el gobierno, se está publicitando a bombo y platillo la llamada “Escuela de cuadros” del PRI en la entidad, como medida de renovación de la estructura jerárquica de la maquinaria tricolor. Medida sustentada en la incorporación de una nueva camada de operadores electorales con mayor nivel de escolaridad y capacitación político-electoral. Sobre ello vale la pena considerar lo siguiente:

Perdida la brújula ideológica liberal con la que el PRI por más de 70 años mantuviera hegemónico rumbo y destino, y no habiendo aún asimilado los nuevos paradigmas neoliberales en que se sustenta el modelo de país que se promueve desde Los Pinos, a lo único que podría aspirar hoy día el priísmo, es a trasmitir a las nuevas generaciones de cuadros partidistas paradigmas de simulación, saqueo, corrupción, impunidad, y un cínico y descarado pragmatismo ajeno a principios y valores éticos. Está en su naturaleza y no se puede apartar del guión en su afán por sobrevivir.

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La especulación, el chisme y la descalificación a priori, ganan terreno al análisis serio de lo que Veracruz espera de su próximo gobernador, perdiéndose la oportunidad para revisar y enmendar entuerto tras entuerto en la entidad. Curiosamente, el ambiente de cotorreo que domina en el anticipado proceso sucesorio, queda restringido a los círculos políticos y periodísticos en los que por inercia y sin duda intereses creados, dan por hecho que la competencia por la gubernatura de dos años una vez más habrá de decidirse cupularmente en los círculos del poder real, ignorándose tanto lo que los votantes potenciales piensen y opinen al respecto como las siempre variables e impredecibles circunstancias políticas y sociales tanto en el ámbito nacional como local. El sonado affaire de la evasión del ahora más buscado capo del narcotráfico internacional, así como el brutal e inimaginable monto del endeudamiento del gobierno duartista, juegan en el proceso sucesorio, sumándose como un elemento más a considerar en las bolas de cristal de los adivinadores. Al tiempo.

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Al agitado cotarro de la grilla veracruzana, ahora se introduce en el tema de la sucesión el factor confusión. Como un distractor más, se auspicia mediáticamente la multiplicación de aspirantes a “candidatos independientes” a la gubernatura de 2 años en la entidad, haciéndole el juego a la estrategia priísta de dividir para vencer, sabiamente precedida por una cuestionada reforma legal que estableciendo nuevos candados para dificultar aún más el registro de los “independientes” da lugar a un falso debate. Pretendiendo con ello dar la impresión de que el partido en el gobierno teme a dicha opción electoral. El nuevo elemento distractor es muy burdo, pero no faltarán los que se vallan con la finta. Veracruz da para eso y más.

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Primero saquean a PEMEX, lo castigan fiscal y presupuestalmente hasta dejarlo en la lona y hoy día, con todo cinismo y descaro el gobierno de Peña Nieto nos dice que la empresa propiedad del Estado mexicano no tiene dinero para participar en las licitaciones de la Ronda Uno. Igual se nos dijo que no se privatizaría el petróleo, hoy en los hechos se afirma lo contrario evidenciando lo que Cuauhtemoc Cárdenas califica como traición a lesa patria.

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

El sorpresivo triunfo electoral de Morena en Xalapa y Coatzacoalcos, tiene necesariamente que inscribirse para su análisis no sólo en la permanencia de Andrés Manuel López Obrador en el ánimo de los votantes, como factor nacional, y el trabajo pie a tierra, casi subterráneo, de los candidatos en un caldo de cultivo estatal de descontento y rechazo social, propicio para enfrentar con relativo éxito a sus adversarios. También y de manera determinante, en una coyuntura en la que tanto el PRI como el PAN en Veracruz subestimaron a Morena a la hora de seleccionar sus candidatos.

Sin menosprecio del triunfo con el que se estrena Morena en Veracruz o de sus candidatos, así como de la capacidad vigente de convocatoria del lópezobradorismo, otro gallo cantaría si los candidatos ganadores se hubieran enfrentado a adversarios de mayor nivel y presencia, que los hay, postulados por el PRI y el PAN. Luego no cabe ni triunfalismo ni el escuchar el falso canto mediático de las sirenas, y sí, con toda responsabilidad, hacer un balance de aciertos y errores, casilla por casilla en el mapa electoral de resultados en los distritos conquistados, aprendiendo de este primer ejercicio como Instituto Político con registro nacional.

Aceptando que la magra pero suficiente votación para salir airosos, no es la suma de un voto duro propio ni consecuencia de un trabajo electoral a fondo, sino fruto de circunstancias que le favorecieran. Aprender para crecer en el marco adverso de unas reglas del juego dispuestas para obstaculizar y frenar electoralmente, a una oposición consecuente que refleje malestar, rechazo y resistencia de amplios sectores de una sociedad que, exigiendo un cambio auténtico del régimen político vigente, le apuestan a nuevas alternativas para avanzar.

Aprender de los errores y aciertos propios, pero también los de sus adversarios, su estrategia y su maquinaria electoral construida a lo largo de más de medio siglo, si es que Morena en Veracruz aspira a crecer y participar con relativo éxito en elecciones venideras. Sin perder de vista que la fuerza electoral del nuevo partido descansaría en su vinculación con la sociedad y, específicamente, en los movimientos sociales surgidos del seno de los sectores más desprotegidos a los que el partido aspira a representar, y no en una estructura burocrática remedo de la existente en prácticamente todos los partidos políticos a los que se opone y enfrenta.

El hacer suyas, sin temor, las reivindicaciones y aspiraciones de los sectores movilizados, evadiendo posiciones soberbias de dogmatismo así como prácticas clientelares o excluyentes que reproduzcan el fenómeno tribal del PRD, es a mi modesto entender el camino para Morena. Esto sustentado en un programa mínimo que sin perder de vista el amplio horizonte del largo plazo en una estrategia de transformación y cambio, en la coyuntura electoral responda a denominadores comunes que auspicien liderazgo, organicidad, unidad y congruencia en el amplio movimiento social contestatario, hoy fragmentado y disperso.

Esto, entendiendo que izquierda como etiqueta, es solo eso, una manida etiqueta y no una forma de vida partidista, colectiva e individual que se construye con participación y compromiso cotidiano entre toda la militancia, bajo los auspicios de una dirección respetuosa e incluyente.

La suma aritmética de militantes y simpatizantes no hace al todo; partido, programa, militancia y dirección es el edificio a construir en el día a día. La unidad en torno a ello es el crisol ético y moral en el que se funde la fuerza política a que se aspira. De no avanzarse en estos campos, el triunfalismo sin sustento y el ondear de banderas al paso del viento, es el camino al fracaso.

Un paso a la vez. Hay tiempos para reír y tiempos para llorar; que el trabajo cotidiano haga la diferencia. El voto llegará por añadidura.

Hojas que se lleva el viento

De los resultados de la elección del7 de junio, los votantes también tenemos mucho que aprender, asimilar la experiencia y reflexionar sobre la diferencia entre un voto mecánico y un voto razonado. El gobierno peñista, con pleno conocimiento de causa, intencionalidad y propósitos, logró su objetivo obteniendo la ansiada mayoría para Peña Nieto en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Su estrategia de dividir y dispersar la opción electoral le funcionó; con diez opciones partidistas y “n” número de candidatos independientes, dividió a los electores; así como también le diera resultado el fortalecer la intencionalidad del sufragio a favor del PRI y sus satélites en los distritos con menor densidad de población de clase media urbana, poniendo en el asador toda la carne previamente sazonada en el medio rural con programas sociales inductivos y amenazas de cancelar beneficios. La pregunta obligada es si el voto de la pobreza a favor del PRI y sus satélites, es equiparable al beneficio tangible y medible que esperan recibir los que votaron a favor de lo mismo.

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La señal mandada por el gobernador de Veracruz de dar por cerrado el capítulo de las denuncias en contra de la corrupción y saqueo durante la gestión de Fidel Herrera y la suya propia, se hace acompañar del silencio de la Contraloría Superior de la Federación. A buen entendedor pocas palabras, de ahí que insista en que ya no hay nada que decir en torno al gobernante fallido. Seguir dándole vueltas a la noria sería necedad, pérdida de tiempo e infantilismo político. Si el pueblo acepta y confía en el borrón y cuenta nueva, que con su pan se lo coma.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si la plataforma de lanzamiento para la búsqueda de la candidatura al gobierno de Veracruz es el resultado de la elección del pasado domingo 7 de los corrientes, pedalear cuesta arriba para los aspirantes será toda una “Odisea”, habida cuenta de que llevarán a cuestas la carga negativa de un régimen político que, a nivel nacional se exhibe como caduco, corrupto e ineficaz y, en lo local la realidad incuestionable de una entidad federativa con un gobierno fallido.

Lo curioso del caso es que a tal régimen le corresponde una sociedad que no se aventura a dar el paso para renovarle, ni la clase política acepta el juicio social para cambiar por sí misma, retroalimentándose ambos entre sí estableciendo un impase que, en términos reales, da lugar a estancamiento económico, violencia criminal y mayor deterioro del tejido social.

Fenómeno que en la entidad veracruzana se confirma con los resultados de la elección de diputados señalados como delincuentes impunes.

En esas estamos y en este escenario se enmarca la sucesión en Veracruz.

Los aspirantes.

La lista de los que queriendo tienen hasta el día de hoy alguna posibilidad, se reduce a tres militantes de los dos partidos que mantienen el primero y segundo lugar en la correlación de fuerzas político electorales en la entidad, no hay más y a sólo a uno de estos les tocará intentar revertir el clima de desaliento y hartazgo de una población que ya no quiere más queso, sino salir de la ratonera en la que en la entidad le ha enclaustrado lo mismo un gobierno fallido que una partidocracia teñida de corrupción e impunidad, o bien, como hasta ahora se observa, dar continuidad a gatopardismo y corrupción impune.

Hay quien se aventura, por ingenuidad o desconocimiento de la realidad nacional, a poner sobre la mesa la idea del surgimiento de un aspirante más, el independiente o “bronco veracruzano”, pretendiendo extrapolar la experiencia vivida en Nuevo León el pasado domingo. Nada más absurdo si tomamos en cuenta que la sociedad veracruzana no está preparada para tal opción electoral, ni las condiciones políticas están dadas para que de manera espontánea surgiera un liderazgo capaz de reproducir tal experiencia, enfrentando con relativo éxito a una maquinaria electoral que capitaliza para sí desigualdad y pobreza.

Lo cierto es, siempre a mi juicio, que revertir la percepción colectiva de un gatopardismo a modo que elección tras elección receta a la población más de lo mismo con distinto ropaje, es el reto y, para ello, las manidas estrategias electoreras no son ya garantía de aceptación en una población lastimada, dolida y con más ganas que voluntad para expresar su hartazgo.

El pedalear cuesta arriba ya no se puede sustentar en vanos discursos, pedestres baños de pueblo y el caudal de promesas que nunca se van a cumplir. O se cambia o se fracasa en el intento a mitad de la cuesta y, desde ya, tal cambio debe ser una necesidad más que evidente.

Más cuando está más que sabido que dos años y nada es lo mismo, cuando de transformar una realidad adversa a la gran familia veracruzana se trata. Y cuando hablamos de la terca realidad, nos referimos al grave estado de cosas que privando en Veracruz, lo mismo está referido a la economía, al deteriorado tejido social, a un gobierno fallido que a la política política, que tocando fondo en un proceso irreversible de descomposición, contamina y arrastra a las finanzas públicas estatales y municipales.

Gobernador de dos años, ¿para qué?

En esta ocasión, pese a lo que afirman la mayoría de medios informativos, la garantía de triunfo considero no está en el padrinazgo que del centro a la periferia y a la inversa, se dice cobija a los aspirantes. En reflexión anterior señalaba que lo relevante no es el quien gana, sino para qué y con qué propósito y este debería ser el meollo del asunto, ¿para qué Veracruz requiere de un gobernador de dos años y que propósitos animarían a éste en la búsqueda del rescate de una entidad postrada, sin rumbo, sin brújula, sin liderazgo, y sin ánimo y voluntad para cambiar el actual estado de cosas?

Porque ganar una elección y encaramarse a la primera magistratura del estado es una cosa, y otra, muy distinta, el afrontar la problemática actual y actuar en consecuencia para sacar al buey del atolladero. Y esto último es lo que en la mayoría de los veracruzanos anida en su mente, cuando con toda la ligereza del mundo, no sólo se aprueba la gubernatura de dos años, también con la misma ligereza, quienes aspiran a gobernar a Veracruz lo aceptan y se asumen como el mesías que desde los confines celestiales en 24 meses bajará el maná salvador.

Y es aquí donde la marrana tuerce el rabo. Los aspirantes deberán atender a las expectativas de rescate, cambio y progreso de esas mayorías más que al respaldo cupular del flamígero dedo. Y si no es así, podrán ganar una elección pero no gobernar en el sentido y propósitos deseables para la mayoría, poniéndose en riesgo la ya de sí frágil gobernabilidad, prolongando la crisis.

Esa mayoría silenciosa no cuenta, dirán quienes ahora, tras la elección del domingo pasado, sin el más mínimo talante crítico afirman que gano la democracia en Veracruz, siendo pieza clave Javier Duarte de Ochoa y su fallida administración que con el respaldo de una minoría, le cumplió al presidente Peña, avalando las llamadas reformas estructurales (y las que siguen). Porque en efecto, en términos cuantitativos la minoría ganó 16 diputaciones federales, en tanto que quienes se le oponen con un mayor número de sufragios apenas obtuvo 5 de las 21 curules en disputa.

La lección del domingo siete

Cuestión de enfoques ya que cualitativamente los comicios no modifican en nada la percepción que alimenta Javier Duarte de Ochoa tanto de un gobierno fallido como de una economía estancada. Como tampoco en nada se reduce la crisis de credibilidad y de confianza en las instituciones republicanas.

Luego no confundir gimnasia con magnesia. Las circunstancias son cambiantes y una cosa es elegir a Juan de los Palotes en una elección intermedia para que represente a sus electores en una democracia representativa simulada, y otra, muy distinta, elegir a quien chueco o derecho gobernará los destinos de toda una entidad federativa ya de sí compleja, desigual y sin destino cierto que, a su vez, está enmarcada en una realidad nacional prendida con alfileres.

Las mayorías suelen equivocarse, pero aprenden sobre la marcha de sus propios errores enriqueciendo la memoria colectiva. El 7 de junio quedó claro que un estómago vacío y la cabeza ardiendo de descontento y hartazgo, electoralmente no son garantía de cambio; pesando más el voto del hambre, el voto esquirol y el voto mercenario bajo la conducción de una maquinaria electoral corrupta, que una voluntad de triunfo desorganizada, fragmentada y sin un programa mínimo para la acción que aglutine, una y haga pesar la necesidad común de cambio y transformación que anida en las mayorías.A la luz de los resultados del domingo siete, la lección queda en el imaginario colectivo. No es ya aceptable el que la sociedad siga siendo manipulada, mangoneada y obligada a transitar por rumbos equívocos, por una minoría que sigue apostándole al más de lo mismo.

Necesidad de cambio

¿Qué tanto aprendió la sociedad de éste traspiés? Eso está por verse pero, poco o mucho, generará condiciones inéditas para la elección de gobernador en 2016, y ello debería ser suficiente para hacer girar la bola de cristal anticipando que los por ahora aspirantes a la gubernatura ni las tienen todas consigo ni pueden proclamar a los cuatro vientos que cabalgan en corcel de hacienda. Las mayorías les dejan hacer, les observan, escuchan, miden, sin olvidar cuál es su procedencia política y el papel que jugaran en el denostado pacto por México y la aprobación de la privatización de la industria energética en lo nacional, así como en lo local el no haber movido un dedo para frenar el descalabro del gobernador fallido.

De ahí que lo menos que se espera de los suspirantes es un diagnóstico serio, realista y a fondo de la realidad veracruzana, como punto de partida en sus afanes electorales, para de ahí actuar y proponer lo que proceda para, en un tiempo acotado de dos años y en espacios específicos, actuar en consecuencia bajo el eje rector de un programa mínimo con propósitos, objetivos y metas por alcanzar, debidamente jerarquizados, priorizados y consensuados con la población. Sin este enfoque que atendería a la necesidad de cambio, que requiere de honestidad intelectual y compromiso con las mayorías, éstas serán inmunes al mensaje proselitista y se prepararán para llegado el momento cobrar facturas pendientes.

Toca a los suspirantes determinar si transitan por el camino correcto aligerando la carga o, con toda ésta sobre las espaldas, intentar remontar la cuesta. A la sociedad, por su parte, le toca definir si nuevamente le apuestan al más de lo mismo o están por trascender el actual estado de cosas que tiene postrado a Veracruz.

Hojas que se lleva el viento

Inaudito aunque nada del otro mundo. Quienes de entre la militancia perredista, no supieron o no quisieron medir los tiempos renunciando con oportunidad al partido del sol azteca y sumarse a Morena, hoy pretenden colgarse del triunfo electoral del joven ingeniero Cuitláhuac García asumiéndose como los hacedores del marco social que posibilitara la derrota de Elizabeth Morales en la capital veracruzana. Oportunistas al fin, ya buscan establecer los puentes que les permitan encaramarse al nuevo instituto político y, tanto seguir medrando a costillas del erario público como obtener ventajas futuras en el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Ojo, mucho ojo, la llegada de última hora de ex perredistas a las filas de Morena, debe ponderarse con cuidado antes que estos den al traste con propósitos y objetivos de renovación y oxigenación de la vida política veracruzana.

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Y a propósito del maestro Cuitláhuac García, se equivocan tanto los que minimizan la campaña electoral que le llevara al triunfo, como los que aseguran es un improvisado al que nadie conoce en la capital veracruzana. Cuitláhuac ha venido picando piedra desde el 2006, organizando y alentando la participación ciudadana en el Movimiento Nacional de Regeneración Nacional en Veracruz. No es de gratis que cuente con toda la simpatía y confianza de Andrés Manuel, la dirigencia nacional y la militancia de Morena dándole un voto de confianza. Como él, un cada vez más amplio grupo de jóvenes y entusiastas veracruzanos trabajan con visión de futuro y voluntad de triunfo a lo largo y ancho de la entidad, no hay que perderlos de vista.

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Noé Valdez, estimado amigo y destacado periodista, falleció hoy domingo tras penosa enfermedad. Nuestro más sincero pésame a su apreciable familia. Descanse en paz.

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Interesante el proceso de democratización de la vida política en el reino de España. Los patos le tiran a las escopetas y una buena parte de las alcaldías, entre ellas las de Madrid y Barcelona, electoralmente son ganadas por una movilización social harta de corrupción y políticas públicas contrarias al legítimo interés de las mayorías. La Unión Europea bajo cuyo manto pretende cobijarse nuestro ínclito presidente Peña, se está reventando por lo más delgado, griegos, españoles y figurando ya en la agenda los franceses, están apostándole al sí podemos.

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Todo parece indicar que a los yucatecos la elección federal intermedia les tiene sin cuidado. Para elegir a sus cinco diputados federales de mayoría relativa, la mayoría voto en automático e inercialmente, favoreciendo al PRI. No así en el caso de la contienda local que motiva y moviliza a prácticamente a toda la población en edad de votar, destacando la elección de alcaldes, en especial en el ayuntamiento de Mérida en el que asentándose más del cincuenta por ciento de la población estatal, en esta ocasión el sufragio nuevamente dio la ventaja al PAN. Lo destacable es que en Yucatán a diferencia del resto del país, la participación ciudadana superó el 67%.

Xalapa, Ver., junio 14 de 2015
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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce 

Lo relevante no es el quien ganó, sino para que y con qué propósito.

Dada la complejidad de la elección del domingo próximo pasado, a lo que habría que agregar la contaminación, por decir lo menos, que sufriera el proceso comicial de elección de diputados federales desde sus inicios, salvo para los expertos que conocen del paño y sus “inteligentes audiencias”, la interpretación de sus resultados para hombres y mujeres comunes resulta ser un verdadero reto. Quizá por ello amplios sectores de la población optan por lo más simple y entendible: ni son confiables ni modifican para bien el grave estado de cosas que aqueja a un país gobernado por un presidente que no inspira credibilidad y confianza.

Posiblemente se  tenga razón al optar por lo más simple, dejando que la partidocracia y sus adláteres se haga bolas en el análisis acucioso del resultado y sus consecuencias futuras para sus particulares intereses, o bien, para justificar ante la audiencia el porqué de su derrota tras haber aprobado nuevas reglas de un juego electoral que no respeta.

¿Derrota? Sí, los números hablan. La elección, con sus asegunes, podrá ser legal a la luz de la legislación vigente que la misma partidocracia se ha dado, pero de ninguna manera es legítima a la luz de un mínimo de normalidad democrática. Una elección financiada con alrededor de 8 mil millones de pesos tomados del erario público, ni arrojó los resultados deseados de un fortalecimiento de la base social de apoyo para un presidente cuestionado, ni mucho menos, recuperó certidumbre, confianza, y credibilidad en el régimen político, representatividad democrática e instituciones republicanas. Esto, para quien escribe estas líneas no puede calificarse sino como una derrota.

Debiendo destacarse que en toda elección  democrática de representantes de la voluntad popular, lo relevante no es quien ganó sino para qué y con que propósito.

Veamos.

Los números que por ahora arroja el “Programa de Resultados electorales preliminares” (PREP), en su simplicidad que no necesariamente en su confiabilidad, nos dicen que con el 93.19% de las actas contabilizadas, de un total de 77, 913, 406 votantes potenciales listados en el Padrón federal vigente, hicieron valer su derecho al voto 36, 623, 125 ciudadanos; cifra de sufragios que representa el 47.5 % del total mencionado en tanto que 41, 290, 281 ciudadanos se abstuvieron de votar. Es decir, el 52.5% de los votantes potenciales se quedó en casita ajeno al juego electoral.

Hay mucha tela de donde cortar para explicar o justificar el fenómeno del abstencionismo. Lo cierto es que este se dio y peso en el resultado final de la elección, quedando a juicio de los propios votantes el juzgarle. Aunque cabe señalar que en política el hubiera no existe como para saber a ciencia cierta cuál hubiere sido el resultado con una mayor participación ciudadana. Empero, con los números en la mano, si se puede colegir que en una democracia medianamente decente menos del 50% de participación en las urnas no legitima una elección, por legal que esta sea, salvo en el remedo que vivimos en México.

Puede argumentarse cualquier cosa, como el que en toda elección intermedia es de esperarse poco interés en los votantes potenciales, lo cierto es que objetivamente tal desinterés responde a algo específico y a la partidocracia corresponde el revertirlo. En esta ocasión, el INE y los partidos políticos fracasaron en el intento, exhibiendo la vulnerabilidad de un régimen político carente de legitimidad democrática.

Aunque no puede dejarse de lado que se cumplió con el propósito de asegurar una mayoría dócil en la Cámara baja para los fines del proyecto neoliberal de Peña Nieto.

Por cuanto a los resultados de la votación, siempre siguiendo los números del PREP, el partido que resultara beneficiado con el mayor número de votos -de acuerdo con las actas contabilizadas en el momento de escribir este artículo-, fue el PRI, con un total de 10, 660, 241 sufragios. Votación a su favor que representa el 13.58 % del total nacional del padrón y el 29.10% de los votos emitidos en la elección. Porcentajes que ni uno ni otro dan visos de legitimidad al pírrico triunfo, ni deberían dar lugar al triunfalismo desplegado por el partido tricolor.

Sumada la votación del PRI con la de su satélite, el Verde Ecologista, el PREP arroja un total de 13, 248, 129 sufragios. Cifra menor al total de la sumatoria de votos a favor de sus adversarios y votos nulos, que ascendió a 23, 374, 996. Razón ésta por lo que el Revolucionario Institucional no alcanza la calificación de partido mayoritario y si, de una cuestionada primera minoría, en la correlación de fuerzas político-electorales en contienda. Todos los partidos que integran la partidocracia, son minoría en este país y ninguno alcanza el mínimo de legitimidad que toda elección en democracia exige.

Hasta aquí la numeralia electoral que arroja la elección nacional de diputados del pasado domingo 7. Que cada quien de acuerdo a su interés y posibilidades, la analice, juzgue y califique, antes o después de conocido el cómputo final que no definitivo, puesto que existen impugnaciones en puerta que tendrá que dirimir el Tribunal Superior Electoral del Poder Judicial de la Federación e, incluso, la Suprema Corte de Justicia de la nación.

Las cifras son públicas y están al alcance de todos.

«Sospechosismo» en Veracruz

Para el caso de Veracruz, sólo acierto por el momento a destacar que el triunfador de la elección fue el “sospechosismo”. Al calor de la noche pudieron pasar muchas cosas como para revertir una tendencia a todas luces contraria al partido en el gobierno y la gente así lo percibe, cuando los números finales benefician de manera más que escandalosa a los candidatos priístas más cuestionados del cotejo e incluso, señalados por la opinión pública como presuntos coparticipes de la quiebra moral, política y financiera del gobierno de la entidad.

No puede pasarse por alto también que:

Morena, de nueva creación, en el primer proceso electoral al que concurre, y a menos de un año de haber obtenido su registro como partido, se coloca ya en la entidad como la tercera fuerza electoral. Ganando con apenas 26, 368 votos la diputación en el Distrito Xalapa Urbano en la capital veracruzana, tomando con los dedos tras la puerta tanto al PRI como al gobierno del estado, que ignoraron o subestimaron lo mismo la inercia del efecto López Obrador y la transferencia de gran parte del voto duro perredista al nuevo instituto político, como el  claro rechazo al PRI, al PAN, al PRD y a la morralla de viejo y nuevo cuño que anima a los xalapeños. 

El voto efectivo de sectores participativos y bien informados de la población urbana xalapeña, es suficiente para nulificar la estrategia electoral, pedestre y antidemocrática del partido gobernante y su “aceitada” maquinaria. 

Como corolario y fuera del menú,  la candidata derrotada fue víctima tanto de su propia soberbia como del fuego amigo de sus correligionarios priístas. Un PRI dividido se unió y operó en contra de la candidatura de Elizabeth Morales, ex diputada federal, ex alcaldesa de Xalapa y ex presidente del CDE del tricolor, dejándole sola en los tendidos a diferencia del apoyo brindado a los “cochinitos” respaldados por Duarte de Ochoa y su padrino y mentor.

La elección de diputados federales para la ciudadanía concluyó. La pelota ahora está en el terreno institucional de árbitros y calificadores, pero eso no obsta para que conste que, de acuerdo a “usos y costumbres” de los veracruzanos, termina un proceso electoral y, de inmediato, inicia otro para no perder la aviada. Hoy a un día después del evento comicial del domingo siete, ya está en marcha el proceso que desembocará en el 2016 con la elección del sucesor del gobernador fallido.

 Hojas que se lleva el viento

El evento comicial en Veracruz dejó en claro que para la vida política de la entidad,  la crítica y denuncia mediática carecen de peso y efectividad en materia electoral en un régimen que,  premiando corrupción e impunidad, el estado de derecho no cuenta. El más de lo mismo entre los mismos, es la constante.

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La mayoría de los medios de comunicación son extensión de la partidocracia rampante, por lo que para amplios sectores de la población en Veracruz y en tratándose de la libertad de expresión, consideran no hay nada que celebrarle a los tundeteclas. Razón ésta quizá, por la que el festejo del “Día de la libertad de expresión” se reduce a los variopintos “Clubs de Tobi”, en los que se reconoce y premia a lo más selecto de su cofradía.-

Xalapa, Ver., 8 de junio de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La suma y combinación de elementos que se oponen al sano desenvolvimiento de la sociedad veracruzana, es el marco referencial dentro cuyos límites el próximo domingo tendrá lugar la elección de diputados federales. Y es en este marco en el que la ciudadanía pondrá a prueba lo mismo su disposición y voluntad de cambio que su aceptación tácita al actual estado de cosas.

Con su participación comicial y sentido de su voto, cada veracruzano legalmente capacitado para expresar su voluntad en las urnas, señalará el rumbo deseable para una sociedad hoy lastimada por la incertidumbre, la inseguridad, el atraso, así como por la orfandad de principios éticos y morales que alimentan corrupción e impunidad en todos los órdenes de la vida en comunidad.

En reflexión anterior señalaba que la elección del 7 de junio podría considerarse como un plebiscito en el que será validado o rechazado lo mismo el quehacer gubernamental, que el desempeño de una partidocracia en la que un grupo de notables mantiene secuestrada a la democracia representativa.

El porcentaje de votos válidos del total del padrón electoral vigente en la entidad, dará el nivel de participación ciudadana responsable y el grado de esa disposición y voluntad de cambio que se percibe en amplios sectores de la población. En función del número de votos válidos se confirmará o no, si el plebiscito de facto es tal y no únicamente un ejercicio cívico, en el que la inercia de “usos y costumbres” de una sociedad desinformada y apática cede una vez más la palabra al abstencionismo y voto nulo en favor del más de lo mismo.

Esto, teniendo en cuenta que la única oportunidad que la partidocracia otorga a la sociedad para manifestarse y expresar su voluntad por la vía legal y pacífica, independientemente del resultado comicial, es la elección.

Luego cabe entonces considerar que a menor número de sufragios menor es tanto disposición a participar como la voluntad de cambio que anima a sufragar. Dejar que el abstencionismo y voto nulo digan la última palabra, es aceptar que la ciudadanía veracruzana no está preparada política y socialmente para dejar de ser menor de edad, justificando y avalando el secuestro de su voluntad ciudadana.

En este contexto el resultado de la elección es lo de menos. Tanto las reglas del juego electoral como el árbitro de la contienda y la selección de candidatos, está en manos del grupo de notables que se despacha a su antojo desde la cúspide de la partidocracia. Lo que debería contar en este proceso comicial es el mensaje que en las urnas deja la ciudadanía lo mismo a sus secuestradores, que a sí misma reconociendo su fortaleza o debilidad, así como su mayor o menor disposición a actuar en consecuencia frente a un estado de cosas dado que le empobrece material y espiritualmente.

En este sentido, cada voto cuenta y cuenta mucho. Un paso a la vez aceptando que la recuperación de la normalidad democrática es un largo y azaroso proceso. “Roma no se construyó en un día”, ni la democracia, aquí y en China, es maná que del cielo se recibe por voluntad divina. Es un proceso permanente de participación y construcción de ciudadanía en el que el punto de partida ya está dicho, cuando el hartazgo se expresa en un ya basta consensuado.

Se hace camino al andar, con nuestro voto ratifiquemos que por voluntad no queda.

Hojas que se lleva el viento

Desde estas líneas nuestro reconocimiento y felicitación a “Crónica del Poder “ en su séptimo aniversario. Un abrazo afectuoso para Felipe Hakim, Francisco Saucedo y Marco González Gama, directivos de esta empresa periodística, así como para reporteros, articulistas y personal técnico y administrtativo que hacen posible el que este medio informativo se mantenga a la vanguardia en el periodismo digital veracruzano.

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Cuídese el PRI de incurrir el próximo domingo en sus clásicas marrullerías, que la seca pradera sólo espera una chispa.

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Tal es la pobreza de la vida política en Veracruz, que cualquier chisme de alcoba o especulación mediática sin el respaldo de fuente explicita que le de valor periodístico, agita las ya de por sí encrespadas aguas en el cochinero electoral que desembocará en los comicios del próximo domingo y lo que viene a partir de un día después.

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Municipio de Xalapa y asiento de la capital veracruzana, sin respuesta a su problemática sustantiva, el alcalde salió vano.. Entre ocurrencias y proyección mediática de imagen nada ha cambiado, todo sigue igual o peor que endenantes.-

Xalapa, Ver., junio 3 de 2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Lo deseable y socialmente sano es que se le de vuelta a la hoja a todo lo concerniente a la elección del domingo 7 en Veracruz. El PRI obtuvo su triunfo pírrico e ilegítimo y así lo registra la ciudadanía. Para el Sr. Duarte de Ochoa,  a decir de sus panegiristas, pavimentó exitosamente el camino de su sucesión conservando aplastante mayoría en el Congreso; para el presidente nacional del tricolor ganó el nuevo PRI, en tanto que para Erick Lagos, dirigente estatal, el abstencionismo no fue tal y su partido gobernará a más del 70 por ciento de los veracruzanos.

Seguirle dando vueltas a la noria es tan inútil como innecesario, palo dado ni Dios lo quita y a otra cosa mariposa, que lo que sigue es ni más ni menos, no la imposición de rector de la Universidad Veracruzana, asunto ya cocinado en la tremenda corte, sino la sucesión del gobernador de Veracruz cuyo proceso ya está, para variar, en plena marcha.

Sin embargo vale la pena detenerse en el por qué del abstencionismo, que si fue tal y de tal magnitud en las 14 entidades federativas en las que se convocara a elecciones locales que se hizo sentir cimbrando a la partiocracia, no tanto por curiosidad sociológica sino por lo que el fenómeno representa para la vida política del país como señal de alerta sobre lo que le espera a la clase gobernante de no poner sus barbas en remojo.

A lo largo de los últimos días se ha especulado mucho al respecto. Mucha tinta ha corrido calificándolo desde manifestación antisocial de apatía, abulia ó limitada inteligencia de los electores, hasta una actitud política de rechazo de una sociedad dominada por el hartazgo. Ni blanco ni negro, como en la viña del señor, hay de todo y los medios tonos también están presentes.

Pero a quien estas líneas escribe, no deja de llamar la atención la corta memoria de políticos, analistas, comentaristas y, con mayor razón de texto servidores orgánicos. A un año de distancia,  parece haber quedado en el olvido que más de 16 millones de electores inclinaron la preferencia de su voto a favor de Andrés Manuel López Obrador, postulado a la presidencia de la República por el Movimiento Progresista.

Mexicanos que frente a un descarado agandalle de un PRI tutelado por los poderes fácticos internos y externos, sintiéndose victimados y frustrados percibieran a la elección presidencial como un fraude electoral más en la larga lista de agravios a la soberanía popular.

Frustración y encono que se queda en el subconsciente de quien se sintiéndose engañado y burlado, cerradas las puertas para expresarlo con relativo éxito, espera una mejor ocasión para  venganza, desquite y castigo. Que mejor que canalizar su frustración en abierto rechazo al juego electoral y sus reglas impuestas.

¿Cuántos mexicanos que le dieran la espalda a las urnas, son parte de esos 16 millones que dieran su voto a López Obrador en 2012?

No se sabe, pero si de algo estoy seguro, es que sin haber participado oficialmente en la elección, Morena jugó a su modo y bajo sus propias reglas, haciendo sentir el polvo de aquellos lodos de los comicios fallidos del 2012.

La memoria colectiva en el imaginario popular, suele imponerse por sobre la memoria corta de los burladores, resultando estos  burlados por las clases subordinadas, como está escrito en la historia de los pueblos. Con mayor razón en la historia no escrita, la que cotidianamente construyen con sus pequeñas vivencias  individuales, de grupo o de movimientos sociales las masas oprimidas.

Vivencias que no se olvidan, que marcan para siempre a los individuos y a los pueblos y que, en momentos álgidos de la sociedad, saltan a la palestra, como bien puede ser el asumir una actitud de rechazo a una elección con la que se confirma el carácter dominante de la clase gobernante.

El rechazo casi unánime a las llamadas reformas estructurales, surgidas de la cúpula del poder formal, es parte de de esta actitud asumida. Si el poder no escucha, no ve, no siente, la memoria colectiva invierte la tortilla haciéndose presente.

Ni López Obrador ni Morena son entidades muertas. El liderazgo del tabasqueño no está apagado como muchos consideran, el Movimiento de Regeneración Nacional está vivo y no dudo que en la memoria colectiva se aloja.

Bien se puede dar dos pasos atrás para avanzar uno con solidez. Seguramente Morena ya sin impedimento legal alguno vendrá por lo suyo en los próximos comicios. Ya veremos como pinta el abstencionismo que ahora cómodamente se ignora y niega. El tiempo lo dirá.- Cd. Caucel, Yuc., 17 de julio de 2013

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Entre otras muchas lecciones que deja la elección del domingo siete en Veracruz, destaca la proclividad a la división al interior de los partidos mayoritarios en la entidad. El PAN pudo haber ganado holgadamente de no ser por los pleitos internos que a lo largo de precampañas y campañas confrontaran a los seguidores de Miguel Ángel Yunes Linares con el panismo rojo cooptado por el gobierno estatal. Y ni que decir  de la alianza fallida con el PRD.

Por cuanto a este último instituto político, profundizó su fosa mortuoria ya de sí cavada por el canibalismo tribal,  permitiendo que fuerzas externas compraran dirigencias y cooptaran militancias. El capital político acumulado a lo largo de la campaña presidencial del 2012, lo tiraron por la borda.

Hasta donde se sabe, los pocos resultados que obtuviera en la elección de autoridades edilicias, fue un raquítico triunfo pírrico, ya que la militancia voto a favor de candidatos en su mayoría identificados como seguidores de Andrés s Manuel López Obrador o priístas resentidos, y no por el partido que les postulara.

Por su parte, el diputado federal Uriel Flores Aguayo, con su capital político nada despreciable, promovió y canalizó el voto duro histórico de su partido a favor de los candidatos de Movimiento Ciudadano.

Tanto en el PAN como al PRD, el común denominador fue la traición y el cambio de camisetas que trabajó en contra del posible triunfo de estos institutos en la contienda.

El PRI no estuvo a salvo de esta tesitura. Candidatos perdedores fueron víctimas tanto del fuego amigo como de concertaciones en lo oscurito por parte de la dirigencia estatal, siendo paradigmática la derrota en Córdoba y Boca del Río, en donde pusiera toda la carne en el asador el propio gobernador Duarte de Ochoa.

La guerra de lodo que protagonizara en el marco del pleito personal entre Fidel Herrera Beltrán y Miguel Ángel Yunes, le fue contraproducente al PRI. Tanto atacó por medios legales y extralegales al oriundo de Soledad  del Doblado y sus vástagos, que el tiro le salió por la culata. Diversos medios informativos contribuyeron con medias verdades y medias mentiras  a engrandecer la figura del choleño y su familia como enemigos de Veracruz, hasta colmar la paciencia del electorado.

Lo verdaderamente absurdo por parte del PRI fue dejar como presidente del CDE del partido en Veracruz al mismo que propiciara la derrota de Peña Nieto en la entidad. Lo cual generó inconformidades y actitudes de franco sabotaje al interior del partido.

Sin embargo, como ya estaba previsto, ganó la elección y eso es motivo suficiente para echar las campanas al vuelo y darse por bien servido. La legitimidad no figura en su diccionario. Está, según lo afirma Gamboa Patrón, para ganar elecciones y nada más.

En suma,  la clase política veracruzana, en sus diversas expresiones partidistas, bacinica en ristre, lodo a discreción, se traicionó a sí misma y, de paso, traicionó a los electores que, de buena fe, en esta confiaran.

La prensa local ha dado cuenta puntual de este desbarajuste coyuntural partidista y sus resultados en la elección. Por lo que toca a quien esto escribe,  lo acontecido al interior de cada partido contendiente, incluida la morralla satélite, la elección del día siete confirma la percepción de una crisis cuasi terminal del régimen político y su sistema de partidos. Todo el conjunto perdió la brújula ideológica y programática, así como la noción de lo que es un partido político de masas en el seno de la sociedad. Y esto va también en referencia al ámbito nacional en el que también se cuecen habas.

El abstencionismo que invirtiera la proporción deseada en toda democracia que se precie de tal, es apenas un pálido reflejo del divorcio entre partidos y ciudadanía, así como del rechazo de esta última al clima de grosero pragmatismo, corrupción, impunidad y limitada eficacia de régimen político caduco que, a su vez, propicia desconfianza y ausencia de credibilidad en las instituciones republicanas.

Reforma del Estado y participación ciudadana

Si la clase política contara con el mínimo de sensibilidad y visión de futuro, la elección en 14 entidades federativas y sus resultados, debe tomarla como señal de alerta para adecuarse a la nueva realidad del México de hoy y a las expectativas futuras Una reforma del Estado a fondo sobre la base de un nuevo pacto social  y un esfuerzo de transparencia, eficiencia y eficacia en la conducción del país, ya no solamente es necesaria sino urgente e imprescindible para reencauzar rumbo y marcha de una sociedad  dividida, polarizada  y confrontada.

Por cuanto a Veracruz, lo acontecido en 7 de julio se sale de toda consideración racional ya que fue el acabose, un pedestre retorno a lo que nunca se fue, teniendo como responsable a un gobernador que perdiendo el piso optó por dejar hacer, dejar pasar, bajo el supuesto de que, ganando su partido mayoría en el congreso, todo será miel sobre hojuelas en los tres años que le restan de mandato.

Las cosas ya no pueden seguir igual, o se da un vuelco en el proyecto de país, generando un cambio positivo a favor de la soberanía nacional y de los sectores más marginados de la sociedad, o parafraseando al extinto Alfredo Bonfil, este país se incendia, ó se apacigua por la vía del autoritarismo y la represión. Dando paso a la involución en el proceso de construcción de ciudadanía y democracia.

Nadie desea esto último. Corresponde a la clase política en su conjunto el cambiar por sí y para sí, abriéndose a los ciudadanos antes que el horno les reviente entre las manos. Y, a la ciudadanía, el hacerse ver y escuchar, canalizando descontento, frustración y rechazo a formas superiores de organización y participación conciente y responsable.

El abstencionismo electoral es un mecanismo de autodefensa frente al poder instituido, también de canalización de una energía reprimida que si bien es una señal válida del hartazgo social, no contribuye a derribar muros,  reconstruir y construir la sociedad que queremos. Instrumentemos el cambio desde abajo, elevando cultura política y democratizando la participación política, tendiendo aquellos puentes que hoy día la clase política no quiere, no puede o no sabe como,  para un respetuoso, eficaz y constructivo encuentro entre ciudadanía y poder público.

Alguien debe dar el primer paso. Si la clase política está imposibilitada por sus intereses poco claros, personales o de grupo, la llamada sociedad civil organizada debe tomar la iniciativa.

Hojas que se lleva el viento

En Veracruz el colapsado sector salud va de mal en peor. Tras suspender el contrato de equipamiento y prestación de servicios en los hospitales veracruzanos por leonino, ineficiente y fraudulento, el titular del ramo en el estado ahora va por más de lo mismo pero en mayor cantidad, como lo anunciara en días pasados;  reconociendo con ello que el sistema hospitalario a cargo de la administración pública estatal ni está a la vanguardia como afirmara el gobernador, ni cuenta con el equipamiento mínimo necesario para satisfacer la demanda creciente de una población al margen de la seguridad social. Hay dinero para comprar conciencias, no lo hay para hacer valer el derecho a la salud de los veracruzanos.

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La elección del domingo 7 ya es historia, démosle vuelta a la hoja. Chueco o derecho los xalapeños tendremos un alcalde que no convence, pero eso es lo que hay y tendremos que bailar cuatro años más  con la más fea del fandango. Américo Zúñiga motivado por el triunfo pírrico e ilegítimo que alcanzara en las urnas, declaró olímpicamente que hará de Xalapa la mejor ciudad del sureste sin tener ni la menor idea del alcance de su aseveración, pero en fin, si ese es su utópico propósito ahora lo que corresponde es tomarle la palabra y exigirle que cumpla cuando menos para salir del bache en que Elizabeth Morales deja a nuestra ciudad capital.

Exigir implica participación responsable sin esperar a que la comuna se haga cargo. Desde ya hay que tomar la iniciativa poniendo a trabajar a los jefes de manzana, empezando por nuestra calle, el barrio, la colonia, sumando granitos de arena para hacer de Xalapa un lugar digno para vivir. No hay que dar pie a que la autoridad nos salga otra vez con que a Chuchita la bolsearon diciendo que la culpa es de todos diluyendo su responsabilidad.

Por cuanto al diputado electo por Xalapa Urbano, a  Don Ricardo Ahued le llegó la hora de demostrar que es más un ciudadano preocupado que un priísta ocupado. Ya veremos si en la próxima Legislatura local puede salir avante enfrentando inercia, corrupción, e ingerencia nociva del ejecutivo.

Xalapa, Ver., julio 14 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“No votar, es un cómodo desinterés de los débiles en inteligencia…”  Claudia Guerrero, periodista

Frente al aparato del gobierno, la mayoría decide no votar 

El triunfalismo sin sustento ofende a los ciudadanos. A casi tres años al frente del ejecutivo estatal la estrategia mediática del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, es ejemplo de ello. El festejo anticipado de la dirigencia estatal del PRI cuando el PREP apenas computaba el 4 por ciento de las actas de casilla, es la puntilla. Con el Programa de Resultados preliminares en el ojo del huracán por sus inconsistencias y sospechosa caída del sistema por casi once horas, se carece de credibilidad y certeza sobre la información difundida. El que éste cerrara anticipando triunfos y derrotas, no es la última palabra, el cochinero 2013 a nuestro pesar no termina hasta que termina y aún hay más.  

En artículo anterior estimamos que la elección de diputados locales y autoridades edilicias, confrontaría al voto duro con el voto nulo. Y no ha sido así. Pese a que el voto nulo sumado al que favoreciera a candidatos no registrados llegó a niveles insospechados, el verdadero oponente al voto duro en el que se incluye el voto comprado, de partidos y candidatos, fue el abstencionismo que, en esta ocasión,  si la numeralia del PREP se acerca a la realidad, derrotó no solo a partidos, candidatos, IEV y prensa oficialista, también al proceso electoral y estrategias de quien mece la cuna. 

En Xalapa, al cierre del PREP y con el 72.71 % de actas capturadas, Américo Zúñiga, candidato de la coalición Adelante por Veracruz contaba a su favor con 35,274 votos, contra 25,336 de Abel Cuevas del PAN y 19,856 de Dulce María Dauzón de Movimiento Ciudadano. Sumando los votos a favor de los tres punteros, tenemos 80,446 sufragios, lo que nos da una idea del peso del abstencionismo en la capital y asiento de los poderes del estado cuya  población se estima como cercana a los 700 mil habitantes. 

Quién entre partidos y candidatos de manera anticipada se asuma como triunfador, de antemano miente engañándose a sí mismo. Independientemente de que aún no se conocen los resultados numéricos de la elección del pasado domingo, inconsistencias y presuntas impugnaciones, en una contienda en la que la ciudadanía se enfrentara electoralmente al aparato del gobierno estatal, el triunfo por donde se le quiera ver  corresponde a los ciudadanos. 

El burlador, burlado

Ni diputados locales o autoridades edilicias que resulten legalmente electos, podrán ocultar el hecho inobjetable de que la minoría se impuso sobre la mayoría. Y aunque se dice como justificación que en la democracia electoral se gana por un voto, es la voluntad ciudadana la que dando la espalda a partidos y candidatos se guarda para sí la legitimidad democrática.  

Frente al cochinero auspiciado desde las esferas del poder, la ciudadanía actuó con mesura. La jornada electoral se desenvolvió en general con tranquilidad y paz social. Si este clima se enturbiara por momentos,  no es atribuible a ésta, se sabe bien quien tira la piedra y esconde la mano. 

Claudia Guerrero nos dice en sus textos que “No votar, es un cómodo desinterés de los débiles en inteligencia…”. Me permito respetuosamente diferir de tan aventurada afirmación de la aguerrida periodista.  El seguirle la corriente a partidos y candidatos o darles la espalda en un juego cuyas reglas se imponen desde el poder por la clase dirigente, no es un asunto de mayor o menor coeficiente intelectual. Si así fuera, frente a un cochinero en el que precisamente se ofendiera hasta el cansancio a la inteligencia de los veracruzanos, la lógica más elemental indicaría que frente al voto duro tanto el abstencionismo, voto nulo o el dispensado a candidatos no registrados debiera haber sido unánime y no simplemente expresión política de una mayoría conciente del agravio.

En un proceso político electoral la ciudadanía se expresa políticamente, con mayor o menor conciencia de sus actos. Si se tratara de poner a prueba la inteligencia o coeficiente intelectual en una elección, seguramente que en la Universidad Veracruzana se elegiría rector mediante un proceso comicial abierto entre  académicos, administrativos y estudiantes y no por imposición de una espuria junta de gobierno en época de vacaciones. 

En la elección del pasado domingo los ciudadanos expresaron a su modo y posibilidades,  su conformidad con el actual estado de cosas, o su descontento y hartazgo frente al cinismo y la desvergüenza, la corrupción e impunidad del régimen político imperante, frente a la pobreza, desigualdad, desempleo, pérdida del poder adquisitivo del salario o falta de expectativas de futuro promisorio para las nuevas generaciones. La ciudadanía se expresó políticamente en las urnas o al margen de estas, a sabiendas de que su voluntad está secuestrada, y eso es lo que cuenta. 

Una vez dados a conocer los resultados definitivos de la elección, individual y colectivamente tenemos que tener conciencia de que se ha avanzado en la construcción de ciudadanía y participación democrática. El sólo saber que la numeralia electoral favorece a la minoría, y que la legalidad de los comicios no implica legitimidad en quien resulte electo, así como tener claro que la elección en nada modifica un estado de cosas que clase política y gobierno se niegan a cambiar, abona a favor de un proceso liberador de la voluntad política de cambio de los ciudadanos. 

En congruencia, lo que sigue es fortalecer ciudadanía y participación y unidad, exigiendo que el mediocre racimo de candidatos electos que nos recetaran gobierno y partidos políticos  una vez en funciones cumplan a cabalidad con su encargo.

Hojas que se lleva el viento 

Congruente actitud de texto servidores y cómplices del cochinero en que devino el proceso electoral, al afirmar en sus columnas sin aún contarse con información oficial, que fue exitosa la estrategia de quien mece la cuna para hundir a la oposición y quedarse con la mayoría en el Congreso local y el gobierno de los principales centros urbanos de la entidad, consolidando al gobierno de Javier Duarte de Ochoa. Ni hablar, para eso les pagan y la gente así lo entiende. Si su afirmación se sustenta en las tendencias que arrojara el PREP, tendrían que aceptar que la elección pone en evidencia que estamos ante un Veracruz social y políticamente dividido, que en nada abona a favor del desempeño del gobernador.- Xalapa, Ver., julio 10 de 2013.

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Elección 2013 para diputados locales y alcaldes

 VERACRUZ. PROGRAMA DE RESULTADOS ELECTORALES PRELIMINARES

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