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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Con el respeto y admiración que me inspira Andrés Manuel López Obrador, me tomo la libertad de manifestar no estar de acuerdo con la postura electorera que asumiera el pasado sábado en su visita a Xalapa, capital de Veracruz.

A mi juicio, a más de no tocar la problemática de fondo que acusa Veracruz, en la que deuda pública y percepción de inseguridad no son todo, con ligereza se inserta en el proceso electoral adelantado que desembocará con la elección de gobernador en 2016, sumando a Morena a los dimes y diretes, especulación y chismorreo que, como distractor, mantiene ocupados y preocupados lo mismo a suspirantes de todos sabores y colores, que a la clase política en su conjunto y mayoría de medios de comunicación.

A mi entender el eje central de los problemas que aquejan a Veracruz es una economía estancada y con visos ya recurrentes de recesión. Su rescate va más allá de buenas intenciones y posturas electoreras.

Y si bien es cierto que en esta crítica realidad incide negativamente una administración pública ineficiente, corrupta, moral y financieramente quebrada, es mayor el peso específico de un aparato productivo obsoleto y reacio tanto al cambio como a la innovación tecnológica. Situación que exige propuestas concretas y viables y no discursos sobre lo que electoralmente ofrece un futuro incierto.

El ex candidato presidencial y líder moral de Morena no lo ve así, pensando en términos de votos y preparación de una plataforma de despegue para una nueva nominación como candidato presidencial en el 2018. De ahí que, sin mediar talante democrático, sin más y sin consulta previa a las bases del partido en la entidad, insinúe, por decir lo menos, la posibilidad de que Cuitláhuac García, actual diputado federal por el distrito de Xalapa urbano, sea el indicado para contender en la búsqueda de la gubernatura veracruzana de dos años en el 2016

Reconozco la valía del joven diputado y así lo he manifestado en mis maquinazos, empero no lo considero a la altura de lo que Veracruz requiere para sentar las bases de su rescate. Mucho menos si anticipadamente, como quedara asentado el pasado fin de semana, lo lanzan a un proceso de desgaste mediático sin contar con capacidad y experiencia suficiente como para alternar competitivamente con los aspirantes rojos y azules descalificados por Andrés Manuel, a priori y con desconocimiento de la realidad electoral de Veracruz.

En maquinazos anteriores he considerado que antes de proponer candidato para hacerse cargo de abanderar a Morena en la contienda por la sucesión en Veracruz, el nuevo partido político deberá hacer un análisis exhaustivo de por qué y bajo que condiciones Morena ganó la diputación federal en Xalapa y Coatzacoalcos; valorando no sólo el peso indiscutible de la figura y liderazgo de Andrés Manuel, también, entre otras cosas, el hecho objetivo de la participación ciudadana que sin militar o simpatizar con un partido en especial, optara por castigar al partido gobernante.

Sin este análisis exhaustivo, identificando y reconociendo fortalezas y debilidades en el marco de la política electoral veracruzana, la actitud asumida por el ex candidato presidencial lanzando al ruedo al novel diputado federal, suena más a voluntarismo sin conocimiento de causa en la cúpula de Morena, que resultado de una ponderación democrática sustentada en la consulta de la base del partido-movimiento. Esto, a mi juicio resta y divide, más que sumar y multiplicar en un proceso de crecimiento y consolidación de Morena como partido político tanto en Veracruz como en el resto del país. Lo cual me parece equívoco y contraproducente para las aspiraciones del propio López Obrador y, lo más grave, para las expectativas de cambio de las fuerzas progresistas.

Veracruz no es Xalapa urbano ni Cuitláhuac siendo estatalmente un desconocido, es Morena. El mosaico multiregional estatal es más complejo, lo mismo electoralmente que en la vida económica y social de los veracruzanos en su cotidianeidad, como para encasillar la realidad política de manera simplista en la percepción de inseguridad, indignación, frustración y hartazgo que anima a una sociedad lastimada y dolida que quiere respuestas y no voluntariedad discursiva.

La reciente elección de diputados federales lo dejó claro. El clima de violencia y corrupción impune, así como el descontento y hartazgo, no pesaron lo suficiente en el electorado como para derrotar a la maquinaria del partido gobernante y sus satélites, alzándose como triunfadores en la contienda aquellos más señalados por la opinión pública como saqueadores de la hacienda pública.

El hartazgo social por sí mismo no gana elecciones. Sin Liderazgo, unidad, y participación consecuente, el descontento se fragmenta y diluye en las urnas, favoreciendo a un adversario político que dictando las reglas del juego, es además el dueño de las canicas.

Honestamente considero que Andrés Manuel en el tema electoral veracruzano se equivoca. No puede anticipar vísperas asegurando el triunfo de Morena en el 2016 con Cuitláhuac García, sin valorar con humildad la fuerza electoral, real y supuesta del partido-movimiento en la entidad. La manera como los medios de comunicación interpretaron el mensaje, lo dice todo, colocando a la militancia del nuevo partido como sumisos acatadores del dedazo voluntarioso y cupular del “Mesías”.

Para bien de la oposición progresista en Veracruz, ojalá y rectifique.

Xalapa, Ver., septiembre 14 de 2015.

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

El sorpresivo triunfo electoral de Morena en Xalapa y Coatzacoalcos, tiene necesariamente que inscribirse para su análisis no sólo en la permanencia de Andrés Manuel López Obrador en el ánimo de los votantes, como factor nacional, y el trabajo pie a tierra, casi subterráneo, de los candidatos en un caldo de cultivo estatal de descontento y rechazo social, propicio para enfrentar con relativo éxito a sus adversarios. También y de manera determinante, en una coyuntura en la que tanto el PRI como el PAN en Veracruz subestimaron a Morena a la hora de seleccionar sus candidatos.

Sin menosprecio del triunfo con el que se estrena Morena en Veracruz o de sus candidatos, así como de la capacidad vigente de convocatoria del lópezobradorismo, otro gallo cantaría si los candidatos ganadores se hubieran enfrentado a adversarios de mayor nivel y presencia, que los hay, postulados por el PRI y el PAN. Luego no cabe ni triunfalismo ni el escuchar el falso canto mediático de las sirenas, y sí, con toda responsabilidad, hacer un balance de aciertos y errores, casilla por casilla en el mapa electoral de resultados en los distritos conquistados, aprendiendo de este primer ejercicio como Instituto Político con registro nacional.

Aceptando que la magra pero suficiente votación para salir airosos, no es la suma de un voto duro propio ni consecuencia de un trabajo electoral a fondo, sino fruto de circunstancias que le favorecieran. Aprender para crecer en el marco adverso de unas reglas del juego dispuestas para obstaculizar y frenar electoralmente, a una oposición consecuente que refleje malestar, rechazo y resistencia de amplios sectores de una sociedad que, exigiendo un cambio auténtico del régimen político vigente, le apuestan a nuevas alternativas para avanzar.

Aprender de los errores y aciertos propios, pero también los de sus adversarios, su estrategia y su maquinaria electoral construida a lo largo de más de medio siglo, si es que Morena en Veracruz aspira a crecer y participar con relativo éxito en elecciones venideras. Sin perder de vista que la fuerza electoral del nuevo partido descansaría en su vinculación con la sociedad y, específicamente, en los movimientos sociales surgidos del seno de los sectores más desprotegidos a los que el partido aspira a representar, y no en una estructura burocrática remedo de la existente en prácticamente todos los partidos políticos a los que se opone y enfrenta.

El hacer suyas, sin temor, las reivindicaciones y aspiraciones de los sectores movilizados, evadiendo posiciones soberbias de dogmatismo así como prácticas clientelares o excluyentes que reproduzcan el fenómeno tribal del PRD, es a mi modesto entender el camino para Morena. Esto sustentado en un programa mínimo que sin perder de vista el amplio horizonte del largo plazo en una estrategia de transformación y cambio, en la coyuntura electoral responda a denominadores comunes que auspicien liderazgo, organicidad, unidad y congruencia en el amplio movimiento social contestatario, hoy fragmentado y disperso.

Esto, entendiendo que izquierda como etiqueta, es solo eso, una manida etiqueta y no una forma de vida partidista, colectiva e individual que se construye con participación y compromiso cotidiano entre toda la militancia, bajo los auspicios de una dirección respetuosa e incluyente.

La suma aritmética de militantes y simpatizantes no hace al todo; partido, programa, militancia y dirección es el edificio a construir en el día a día. La unidad en torno a ello es el crisol ético y moral en el que se funde la fuerza política a que se aspira. De no avanzarse en estos campos, el triunfalismo sin sustento y el ondear de banderas al paso del viento, es el camino al fracaso.

Un paso a la vez. Hay tiempos para reír y tiempos para llorar; que el trabajo cotidiano haga la diferencia. El voto llegará por añadidura.

Hojas que se lleva el viento

De los resultados de la elección del7 de junio, los votantes también tenemos mucho que aprender, asimilar la experiencia y reflexionar sobre la diferencia entre un voto mecánico y un voto razonado. El gobierno peñista, con pleno conocimiento de causa, intencionalidad y propósitos, logró su objetivo obteniendo la ansiada mayoría para Peña Nieto en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Su estrategia de dividir y dispersar la opción electoral le funcionó; con diez opciones partidistas y “n” número de candidatos independientes, dividió a los electores; así como también le diera resultado el fortalecer la intencionalidad del sufragio a favor del PRI y sus satélites en los distritos con menor densidad de población de clase media urbana, poniendo en el asador toda la carne previamente sazonada en el medio rural con programas sociales inductivos y amenazas de cancelar beneficios. La pregunta obligada es si el voto de la pobreza a favor del PRI y sus satélites, es equiparable al beneficio tangible y medible que esperan recibir los que votaron a favor de lo mismo.

-ooo-

La señal mandada por el gobernador de Veracruz de dar por cerrado el capítulo de las denuncias en contra de la corrupción y saqueo durante la gestión de Fidel Herrera y la suya propia, se hace acompañar del silencio de la Contraloría Superior de la Federación. A buen entendedor pocas palabras, de ahí que insista en que ya no hay nada que decir en torno al gobernante fallido. Seguir dándole vueltas a la noria sería necedad, pérdida de tiempo e infantilismo político. Si el pueblo acepta y confía en el borrón y cuenta nueva, que con su pan se lo coma.

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 J. Enrique Olivera Arce 

 “Árbol que crece torcido,  jamás su tronco endereza”

Gobernador de Veracruz

Gobernador fallido

A la sombra de la descomposición de la vida política y económica en la mayor parte del territorio nacional, el gobierno de Veracruz pretendiendo nadar de muertito da patadas de ahogado. Convenientemente cubierto por la sábana del “mal de muchos…”, Javier Duarte de Ochoa plañideramente pide al cielo que no le jalen la cobija. Más todo es en vano, al descubierto por los cuatro flancos ya no puede ocultar sus miserias, para los veracruzanos todos resultó fallido.

Para priístas y no priístas, el sexenio de Javier Duarte es sexenio perdido. De ahí el que con la esperanza de un cambio duradero, las campañas electorales de los aspirantes a una curul en la Cámara baja del Congreso de la Unión, sean opacadas por el tema de la sucesión. Si se presume que la mayoría de los veracruzanos se mantiene al margen de los comicios del 2015 (Democracia sin ciudadanía, dice Emilio Cárdenas Escobosa), es porque esperan con ansias los del 2016, confiando en que con la gubernatura de dos años algo se pueda hacer si no para enderezar rumbo, cuando menos para limpiar el tiradero.

Vana esperanza, es tal el deterioro que como legado deja el gobernante próspero que una década será insuficiente. Quienes aspiran a la gubernatura de dos años, mienten si en su afán de alcanzar las mieles del poder formal aseguran otra cosa en su proselitismo desbocado.

Economía, política y sociedad, en franco deterioro exigen algo más que un mesiánico gobernante armado con la tan de moda mágica varita de aprendiz de brujo.  El mal del abandono y el saqueo en la dinámica inercial del legado de corrupción impune, no es flor de un día. Su peso específico habrá de imponerse en dos o más años,  simple y llanamente porque ya tocó a quienes ahora aspiran. El silencio es cómplice, no se pueden, mañana, enderezar entuertos que hoy por conveniencia se solapan. No basta con afirmar de dientes para afuera no pertenecer al círculo de amigos de Duarte de Ochoa como mensaje de deslinde, si en el presente en la posición que ocupan no señalan, no denuncian, no se hacen cargo hasta sus últimas consecuencias de ponerle  freno a un tren que descarrila.

Si hoy no lo hacen, mañana será tarde. Barrer para atrás, si esa fuere la promesa, no es garantía. El sucesor de Javier Duarte de Ochoa bastante hará si oculta su propia basura bajo la alfombra.  No es personal, son las reglas de un juego perverso en el que el sucesor se debe a quien le permite ganar en amañada elección.  Una mano lava a la otra. El favor se paga, el silencio cómplice es moneda de cambio;  cerrándose el círculo en el que todos, sin excepción, se tapan con la misma cobija.

La relación entre Enrique Peña Nieto y el gobernador próspero de los veracruzanos es ejemplo de ello. El ahora presidente contó con el apoyo de los gobernadores priístas para alcanzar el triunfo, hoy está obligado a solaparlos, así se trate de un corrupto y corruptor que con su mediocre actuación y desempeño, lejos de cumplirle a Veracruz le ha hundido.

Duarte de Ochoa lo sabe, o se lo han hecho saber sus millonarios asesores. Peña Nieto cojea del mismo pie, su aceptación por sus gobernados va en caída libre. De ahí que no sólo la crítica y fundados señalamientos, también la movilización social en su contra, le resbale. Conoce de lo que para Peña Nieto en un año electoral significa mandar a volar a un gobernador priísta puesto en la picota por una opinión pública que ya no sólo pide que se vaya, sino que exige  regrese lo que se embolsó. Y de eso se vale para retroalimentar cinismo y descaro, haciéndolo extensivo al pequeño círculo de amigos que con él comparten ineficiencia, próspera y mal habida  riqueza y corrupción impune.

Todo lo que tenía que decirse sobre el gobernador de Veracruz, ya está dicho. Ineptitud, valemadrismo y saqueo, han sido la constante. Lo que hoy y hasta pasada la elección del 7 de junio, se agregue, no serán otra cosa que polvos de aquellos lodos convenientemente aplicados al proceso electoral en curso y al que sigue.  No pago para que me peguen, dijo López Portillo, a Duarte de Ochoa si le pegan es porque no paga.

Sin vergüenza alguna, espera ganarle tiempo al tiempo a sabiendas de que su tiempo se acorta,  pero también de que si cae no caerá solo ni tampoco será el primero.

 

Hojas que se lleva el viento.

Pintoresco proceso electoral en Veracruz. En caleidoscópico desfile carnestolendo, los rojos se ofrecen a la vista de los electores potenciales como  verdes, los azules como rojos y los amarillos tornasoles y al caer la noche, la luz mortecina de los faroles a todos los exhibe como iguales.

-oooo-

Se me ha dicho con insistencia que para el conservadurismo yucateco sólo hay PAN y PRI.  Morena, partido de nueva creación por lo consiguiente no pinta en el panorama electoral, pero o sorpresa, en su última visita a la entidad Andrés Manuel López Obrador demostró lo contrario. El Peje sigue siendo el Peje y así se evidenció en el oriente y sur del estado, así como en la ciudad capital  con copiosa asistencia a sus mítines informativos en los que llamara a cambiar de régimen, pero en las urnas no votando por el PRIAN.

Otra sorpresa. El partido de Dante Delgado con la ex panista Ana Rosa Payan como candidata a la alcaldía de Mérida, hace camino al andar. Al Movimiento Ciudadano  ya se le reconoce como la tercera fuerza político electoral de Yucatán. Los tiempos cambian y la estructura, pluralidad y nivel educativo de la sociedad yucateca también. El bipartidismo cede terreno a otras opciones políticas.

Cd. Caucel, Yuc., abril 29 de 2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

 “Los moralistas quieren, ante todo que la historia les deje en paz…” León Trotsky  (Su moral y la nuestra)

Con la plena convicción de que la hipocresía es consustancial a la simulación, corrupción e impunidad  que domina a este país y que, para la gente bonita las “malas palabras” constituyen atentado flagrante a la cultura  y reglas elementales de decencia, respeto  y buen gusto,  con igual convicción quiero considerar que lo expresado en tribuna por la Sra. Senadora Layda Sansores, en relación al prácticamente hecho consumado de la privatización de los Recursos energéticos de la Nación por el mayoriteo del PRI y el PAN en el Congreso de la Unión, en su contexto coyuntural tiene un alto contenido de cultura política, elevando el lenguaje llano popular, por su énfasis y contenido, al rango de connotación objetiva de la realidad real que se vive en México.

  Aclarado lo anterior, salvando respetables excepciones y corriendo el riesgo de ser etiquetado como políticamente incorrecto, cito en todas sus letras lo expresado por la Sra. Senadora quien parafraseando a Saramago dijera a sus pares del PRI y del PAN:

 “[…] Vayan y privaticen a la puta madre que los parió […] No tienen vergüenza”.

 Expresión que se puede consultar en todos sus términos en la WEB, accediendo a la página de  YouTube, con dirección:

 http://www.youtube.com/watch?v=t2PTqrHTzsg&feature=youtube_gdata

Nunca en los últimos tiempos, en la vida política de México se había escuchado una frase tan contundente y tan bien aplicada. Reflejando no una postura partidista de una izquierda electoral que ni como caricatura es de izquierda, más sí, el hartazgo e indignación de amplios sectores de la población que, sin voz ni voto en los Congresos federales y locales, en toda su connotación política y social hacen suyo en forma y contenido el tajante y oportuno exabrupto.

Y aún más, la voluntariosa invitación de la política campechana se hace extensivo lo mismo a senadores que a diputados del PRI, del PAN, la morralla satélite o la fracción entreguista del PRD, que tras haber insistido en que con la reforma energética no se pretendía privatizar el recurso petrolero y eléctrico, patrimonio de la Nación, hoy alineados en el extremo de la ultraderecha de la partidocracia, exhiben carecer de vergüenza y de amor a México.

 La duda razonable ha sido disipada en el Senado. Lo que en el Congreso de la Unión se debate y se aprueba, es un proyecto privatizador a ultranza que pone en manos de las trasnacionales petroleras el destino de recursos que hasta hoy en principio son de la Nación.

 Decisión cupular de los partidos mayoritarios -sediciente representación de las más importantes fuerzas políticas de este país-, expresión de la alianza entre los poderes partidocrático y fácticos, que incluso, rebasa lo que de primera intención propusiera sobre la materia el presidente Peña.

 En el ejercicio democrático electoral en el que se sustenta la democracia representativa que nos rige, nadie mandató en las urnas al presidente de la República, senadores y diputados a tomar tan trascendental decisión. Tampoco éstos en campaña, ofertaron y pusieron a consideración a los votantes modificar la Constitución en tan lesivos términos con los que hoy se entrega petróleo y electricidad a empresas privadas domésticas y extranjeras.

 En los hechos, una pandilla de corruptos y farsantes simuladores, de motu propio y sin mediar consulta ciudadana alguna, toma para sí y entrega a particulares la riqueza nacional.

 Eufemismo. Los recursos petroleros en el subsuelo son de la Nación, en la superficie pasan a ser de empresas privadas.

Ultraderecha, objetivo cumplido. El artículo tercero transitorio ya establece un plazo a más tardar de dos años, a partir de que se publique la reforma constitucional para que Pemex y CFE dejen de ser paraestatales, y se conviertan en «empresas productivas del Estado«.

Muertos PEMEX y CFE, se acabó la rabia.

 Frente a este crimen -no se puede llamar de otra manera-,  es el que la Senadora Sansores haciendo uso de “las malas palabras”, en una frase calificara políticamente a los privatizadores, interpretando fielmente lo que las mayorías empobrecidas del pueblo de México piensan y sienten de una presuntamente respetable pléyade de indignos legisladores.

 Con ello, la tan atinada como combatida expresión de Andrés Manuel López Obrador, cobra plena vigencia para las mayorías de este país: “Al diablo con las instituciones”.

 No porque el pueblo de México pretenda vivir en la anarquía, desconociendo instituciones que él mismo se diera. Simplemente porque la pandilla en el poder despachándose con la cuchara grande en favor de intereses personales o de grupo, no honra la representación y mandato ciudadano.

 La serpiente devorándose a sí misma. Ante el pueblo de México el cínico e indignante entreguismo de la representación popular en las Cámaras, se exhibe como lo que es, negando la vigencia de la democracia representativa como mandataria de la voluntad popular.

 Paradoja, el gobierno impone por la fuerza para cambiar, el pueblo pacíficamente cambia rechazando imposición y autoritarismo.

 Lo que Leyda Sansores dijera en tribuna, forma ya parte del nuevo México en el que historia y cultura construyéndose cotidianamente en la calle,  el pueblo rescata, retoma y a su modo impone en el imaginario colectivo.

 PRI y PAN cierran el último capítulo de la Revolución Mexicana en su versión oficial y el pueblo, en su permanencia, retoma memoria histórica y le da continuidad. Así se escribe la historia. – Xalapa, Ver., diciembre 11 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El deterioro económico y social en México, va en aumento. Desempleo, informalidad, bajos ingresos de la población, contracción del mercado interno, estancamiento del crecimiento, bajas o nulas expectativas de inserción de millones de jóvenes al mercado laboral, marginación de comunidades indígenas, pobreza extrema, distensión del tejido social, violencia e inseguridad, son entre otros, factores que configuran la condición de subdesarrollo de un país enfrentado a la crisis sistémica global. Y PEMEX,  más que contribuir a este ramillete de fenómenos estructurales, es y ha sido la tablita de salvación.

Sin los ingresos petroleros y la esquilma de que es objeto la paraestatal por parte del gobierno central, México estaría hundido y sin posibilidad alguna de salir adelante. 

Y por si fuera poco, PEMEX lleva sobre sus espaldas un enorme costal de corrupción e impunidad que le resta recursos; tanto en su administración como en un sindicato ajeno a los intereses de los trabajadores petroleros y a los de la propia empresa, el saqueo de que es objeto es del dominio público. 

En todo ello reside su presunta postración tecnológica y financiera, no en impedimentos constitucionales para ser eficiente y eficaz en su papel de motor de la economía nacional.

Luego a mi parecer resulta una absurda incongruencia el sólo pretender privar a PEMEX de una importante tajada de la renta petrolera, bajo el supuesto de que se encuentra tecnológicamente obsoleta y financieramente en quiebra constituyendo una onerosa carga para el Estado y sin expectativas de futuro. 

Igual de incongruente el que se pretenda disminuir su presencia en la cadena productiva de la industria petrolera, obligándole a compartir utilidades con empresas privadas nacionales y extranjeras, y al mismo tiempo se hable sin rubor alguno de que con ello despegará el desarrollo económico del país, arribarán ríos de inversión externa, se incrementará el empleo y se beneficiará a la población con incremento de salarios y precios bajos de los energéticos. 

O no se atiende puntualmente a un diagnóstico integral de la situación por la que atraviesa México y PEMEX en lo particular, así como del papel que esta empresa paraestatal juega en la economía y en las finanzas públicas, o simplemente hay ignorancia y mala fe, al atribuir como panacea para el desarrollo de México a su “modernización” y coparticipación privada en la cadena productiva a su cargo, así como el compartir utilidades con sus “socios”. 

Sin ser experto en este y en otros muchos temas sin duda, como seguramente en su momento destacados expertos serán diputados y senadores encargados de aprobar la iniciativa de decreto por el cual se modificarían los Artículos 27 y 28 de la Carta Magna, simplemente me es incomprensible el afán del presidente Peña por llevar adelante una reforma energética modificadora del status legal de PEMEX y CFE, sin antes reconocer cabalmente su valía y librarles de la carga fiscal y de corrupción que estas cargan a cuestas.

Y no sólo eso. Más incomprensible me es aún, el que se trate de convencer al pueblo de México que con la “modernización” y esquema de utilidades compartidas, se resolverá el atado de problemas estructurales históricos que arrastra como lastre el país, muchos de ellos reminiscencia del régimen colonial impuesto por  la cruz y la espada española. 

La Revolución Mexicana, interrumpida y traicionada, con millones de mexicanos muertos, no logró resolverles. Hoy de un plumazo en un acto de soberbia intelectual y autoritarismo político, un aprendiz de brujo oferta la fórmula para comerse la gallina de los huevos de oro, sin lastimarle. 

Ya es común el que desde la cúpula del poder se de al pueblo de México el carácter de menor de edad o minusválido. Pero como decía mi abuela, ya no son los tiempos de antes. Hoy el pueblo está más despierto y más informado que lo que suponen quienes ofenden su inteligencia. Por más decálogos mediáticos (“Que no te engañen”) en referencia a la argumentación de quienes se oponen a la iniciativa de reforma, una mayoría percibe que quien trata de engañar es el propio autor de la cantaleta, el gobierno federal a cargo del Sr. Peña y su “renovado” partido. 

El pueblo tiene memoria. Reconoce el engaño a partir de hechos concretos, la implantación transitoria del IVA, el TLC con nuestros vecinos del norte, la estatización de TELMEX, la privatización de la banca, el Fobaproa, los gasolinazos, y tantas otras medidas gubernamentales tomadas bajo la premisa de que con ellas la inserción México en el primer mundo y el disfrute de la sociedad del bienestar, estaban a la vuelta de la esquina.

Nada se logró con estas inteligentes medidas, salvo empobrecer a México en beneficio de las corporaciones trasnacionales y el enriquecimiento de unos cuantos cipayos domésticos, dentro y fuera del gobierno.

Hoy el señor Peña nos quiere convencer de que con sus reformas sacadas de la manga,   auspiciadas por los poderes fácticos y secundadas sin el menor asomo de pensamiento crítico por un vetusto partido que tiempo atrás perdiera brújula y vergüenza, la prosperidad está al alcance de la mano.

Topa con pared. Podrá imponer con autoritarismo y la complicidad del Congreso de la Unión, gobernadores y Legislaturas locales, lo que en perjuicio de México se propone, pero convencer al pueblo de lo que este en principio por memoria histórica y sentido común rechaza, a mi juicio está en chino.

Lo que desde las esferas del poder no se escucha ni se ve, son las consecuencias de asumir medidas antipopulares. El horno no está para bollos y son muchos los síntomas que afloran que hablan en voz alta de cansancio y hastío de una sociedad frustrada, por decir lo menos. Ponerle más leña al fuego con presuntas medidas modernizadoras, panaceas virtuales de alquimista neoliberal, podría salirle contraproducente al aprendiz de brujo.

Esperemos que en alguien quepa la razón de Estado, frenando lo que la población percibe como inconsecuente provocación. No olvidemos que ¡El ya basta! Está a flor de piel.

Hojas que se lleva en viento

 Con la edición de hoy 14 de agosto, el semanario pulsocritico.com, cumple cuatro años en la WEB como una publicación alternativa, ambiciosa en propósitos y modesta en sus alcances.

208 semanas ininterrumpidas de transitar por los amplios caminos de la Red de Redes, como un esfuerzo personal sin ánimo de lucro, que trasciende semana a semana con la difusión del pensamiento plural de distinguidos editorialistas y columnistas. A estos se debe el lugar que hoy ocupa pulsocritico.com en las preferencias de los internautas, para ellos mi agradecimiento sincero.

Con pobreza en recursos tecnológicos, económicos y humanos; con dignidad e independencia, así como con el acicate de un mayor número de visitantes cada día, pulsocritico.com va. Siendo un modesto ejemplo de que aún navegando contra la corriente, si se puede cuando se quiere y hay voluntad para lograrlo con honestidad y constancia, sin necesidad de recurrir a prácticas nocivas y al cobijo gubernamental que prostituye.

Aprovecho la ocasión para expresar mi convicción personal de que pese a las evidentes limitaciones del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa en el desempeño de su mandato, a quien esto escribe y funge como director y editor del semanario,  va  por las tortas y sacude el polvo al escritorio, toca reconocer la valía del gobernador de Veracruz por su irrestricto respeto a la libertad de expresión y consideración para con las voces que con apego a derecho y a las buenas costumbres, ejercen la crítica en la entidad.

Xalapa, Ver., agosto 14 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En nuestra incipiente e imperfecta democracia, para una gran mayoría ésta se materializa con un acto meramente protocolario, como es el sufragar cada vez que se convoca a elecciones locales o federales. Una vez cumplimentado esto en las urnas, se le da curso legal, medianamente se legitima con el ritual acostumbrado y el ciudadano, tras el deber cumplido, retorna a su vida cotidiana, dejando hacer, dejando pasar. Ahí concluye el carácter democrático de un Estado-Nación más que fallido en sus alcances plasmados en una parchada e inoperante Carta Magna y las leyes que de ella emanan.

 Un presunto estado de derecho cada vez más cuestionado, no por los mexicanos sino por la terca realidad, se encarga con el auxilio del sistema educativo y de los medios de comunicación de que la simulación sea aceptada como lo que entendemos como democracia.

Acotada así, nuestra democracia es tomada por la clase política y los poderes fácticos que representa  para, en su nombre, secuestrar la voluntad ciudadana, mantener el statu quo y reciclar todo aquello que, paradójicamente, niega en los hechos la prevalencia de  los principios sustantivos del utópico ideal de un gobierno del pueblo para el pueblo.

Así transcurre la vida política, económica y social del Estado-Nación a lo largo de su historia. Fruto de esta sinrazón es el México de hoy, dependiente, mediocre, sin rumbo cierto en lo interno y externo, y sin un destino claro que oriente su marcha con visión de largo aliento.

De ahí que todo el acontecer nacional esté enfocado a los procesos político electorales y, por lo consiguiente, sujeto a un régimen administrado por una partidocracia parasitaria. Una elección no termina de concluir en todos sus términos cuando ya se está preparando la siguiente. Los partidos políticos dictan la agenda nacional, sus personeros construyen su ruta individual y de grupo proyectándose al futuro en atención a lo que el destino manifiesto les depare y, los ciudadanos, en su mayoría indiferentes, esperan el momento en que se les convoque para, una vez más ratificar en las urnas su vocación democrática, legitimando el inacabable proceso de simulación, corrupción y engaño que los mexicanos hemos adoptado como forma superior de convivencia.

Entre todos conformamos una sociedad plural en la que es más lo que entre diferentes nos separa que lo que nos une, sin embargo, lo que como denominador común nos identifica, y nos iguala es lo que entendemos y vivimos como democracia  a la mexicana. No siendo circunstancial entonces el que para los sectores más reaccionarios quien no esté a favor y respete las reglas impuestas por tal remedo de forma superior de organización de la sociedad, es un adversario a eliminar, un mexicano mal nacido, ó, en su caso, malos políticos que, como señala el rector de la Universidad Autónoma Popular de Veracruz, maestro Guillermo Zúñiga Martínez, sin atreverse a mencionar por su nombre a Andrés Manuel López Obrador “…se dedican a estorbar el progreso de la nación”,  No se concibe que alguien se aparte de aquello que obligatoriamente nos iguala en un  Estado-Nación de desiguales. La disidencia es condenable, quién la ejerce es simple y llanamente  demente ó enemigo de la democracia. Concepto maniqueo de lo que debemos entender por unidad nacional.

En un país de ciegos, el tuerto que se atreve a percibir lo que no perciben los demás, no es rey, es un estorbo. Como ha quedado claramente establecido por las cúpulas perredistas que ya sin la “carga negativa” del político tabasqueño, se regodean del calificativo de “izquierda moderna”, que les colgaran las cámaras empresariales tras haber aceptado someterse a los dictados del presidente electo. O bien, con la condena abierta o solapada del senador Javier Corral por transgredir usos y costumbres, no por calificar a Calderón Hinojosa como cobarde sino por haber este allanado el camino para el regreso del PRI a Los Pinos.

Así las cosas en nuestra democracia de papel, el destape de Morena como una fuerza política independiente, contestataria y no sujeta al control de la partidocracia, no se alcanza a ver más allá de su posible incidencia formal en los procesos electorales venideros, siempre «atada dogmáticamente al caudillo que mesiánicamente aspira una vez más al poder presidencial». Lejos de aceptarse que, como movimiento social o como partido político, no sólo refleja el hartazgo de la mayorías empobrecidas, trastoca la correlación de fuerzas políticas y agudiza la crisis del régimen de partidos, también mantiene la esperanza de millones de mexicanos en que si es posible por la vía pacífica el cambio que reclama el país.

Ni se quiere ver ni mucho menos se acepta que Regeneración Nacional trascendiendo la coyuntura y el statu quo impuesto, con visión de largo aliento se asuma, por ahora, como el germen de una nueva izquierda capaz de construir ciudadanía y auténtica democracia,  en un México hundido en la corrupción, la impunidad y la simulación.

Es más cómodo, para regocijo de nuestros vetustos demócratas electoreros anclados en el pasado, percibirle, exhibirle y satanizarle como un mal entuerto creado por el aprendiz de brujo, que hay que someter, cooptar y neutralizar que como instrumento de transformación y cambio identificado con el sentir de un número creciente de mexicanos que se resiste a la ceguera por decreto.

¿O acaso la reacción en contra de Morena por parte de la clase política profesional y sus texto servidores, es miedo a ser barridos del escenario de la historia? Me inclino por esto último, la democracia a la mexicana no acepta actores ni protagonismos que se salgan del libreto.  Cd. Caucel, Yuc., septiembre 15 de 2012

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Pulso crítico

 J. Enrique Olivera Arce

 Partiendo de la premisa de que estamos en México, país surrealista en el que la incipiente democracia se corresponde con un régimen político caduco, corrupto y al servicio de los poderes fácticos, la tersa separación de López Obrador de los partidos que le postularan en segunda ocasión como candidato a la presidencia tiene múltiples lecturas, interpretaciones y, sin duda, mensajes entre líneas, que expertos politólogos y sesudos analistas irán desgranando al paso de los días.

 Para quien esto escribe, se confirma la profundidad de la crisis del sistema de partidos políticos en México que, habiendo sido superados por el crecimiento cuantitativo y cualitativo de una sociedad plural, ya no responden a su cometido. El resultado impuesto de la elección presidencial y el hecho de que el sufragio, pese a todo,  se dividiera en tercios, negando la posibilidad de hegemonía del partido que gobernará al país, es prueba de ello. La gota que derramara el vaso es sin duda la confirmación de que la oposición centrista, representada por las alianzas del PRD, PT y Movimiento Ciudadano, no tiene posibilidad alguna de acceder al poder bajo las reglas, usos y costumbres del régimen político actual.

 Andrés Manuel López Obrador en buena ley no perdió la elección. Simplemente no se le permitió llegar, como de antemano estaba claro que ocurriría por así convenir a la partidocracia dominada por el PRIAN y los poderes fácticos a los que sirve. El resto de los partidos nacionales con registro, jugando de comparsas hicieron lo que tenían que hacer, como ha quedado claro con las declaraciones de Jesús Ortega, líder máximo de las tribus chuchistas del PRD. En este entramado la voluntad popular es un mal necesario aparentemente bajo control.

 Como consecuencia de lo anterior, todos los partidos, sin excepción, ante la ciudadanía han perdido credibilidad, capacidad de maniobra y de respuesta e, ideológicamente, quedan totalmente desdibujados como instituciones al servicio de la sociedad. Si el primero de julio fuera atípica la participación  cuantitativa y cualitativa de los sufragantes, hoy día, si se convocara a elecciones, el abstencionismo sería histórico. La mayoría de los votantes potenciales le pensaría dos veces antes que perder su tiempo concurriendo a las urnas. Cada uno de los partidos políticos, fuera de contemplárseles como agencia circunstancial de empleo,  no tendría cara para convencer de que ahora sí contará la voluntad popular.

 De ahí que resulta inverosímil el que López Obrador se separe de los partidos de la llamada izquierda, para crear otro, a partir del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), a sabiendas de que estaría obligado, bien como candidato presidencial o simplemente como líder moral,  a jugar una vez más en la cancha y bajo las reglas del régimen político actual controlado por el PRIAN. Amén de que como partido político Morena estaría obligado a reconocer institucionalmente al Sr. Peña como presidente de México, contraponiéndose con la estrategia lopezobradorista de desobediencia civil en rechazo a la imposición validada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

 Como igualmente resulta por demás extraño que López Obrador se incline por una tersa separación de los partidos que le postularan, cuando es del dominio público que lo que procedía era el rompimiento franco con el PRD, partido que desde la cúpula tribal le jugara las contras colaborando con el PRIAN como saboteador. Quedando la impresión de que opta por lo primero con el afán de dejar abierta la puerta para futuras aventuras electorales o legislativas, compartiendo el lecho con su embozado enemigo.

 Pero si resulta inverosímil y extraña la nueva estrategia puesta sobre la mesa por López Obrador, no podemos hacer de lado que también deja la interrogante sobre Morena: Mantenerle como asociación civil, o transformarle en partido político. Disyuntiva cuya solución deja en manos de una próxima asamblea nacional del movimiento que, en noviembre próximo, a su vez estará alimentada con los resolutivos de sendas asambleas estatales.

 Poniendo así el cascabel al gato, jugando con los tiempos, auspiciando la desbandada en las filas del PRD y apoyándose debajo del agua en el PT y en Movimiento ciudadano, partidos pequeños que han contribuido y se han beneficiado de  la creación, expansión y fortalecimiento de Morena.

 Sea cual fuere la intención de López Obrador y sus estrategas, lo cierto es que a partir del domingo 9 Morena sale de las penumbras, manifestándose como una fuerza política opositora real e independiente que sacude al sistema de partidos y al régimen político en su conjunto que profundizará su crisis con el desfondamiento de la izquierda institucional, oposición a modo para mantener los equilibrios entre las diversas fuerzas políticas que participan en el juego, así como de instrumento de control de movimientos emergentes en el seno de la sociedad. 

 Lo otro a considerar al margen, es que como ya estaba previsto, pese a los esfuerzos del priísmo y de la cúpula perredista por eliminar de la vida pública a Andrés Manuel, tenemos López Obrador para rato.

 Lo que está por verse es si Morena respeta sus bases estatutarias, rompiendo con las prácticas, usos y costumbres del viejo régimen, asimiladas y aumentadas por una izquierda institucional dominada por cúpulas colaboracionistas, corruptas y ajenas a las expectativas y  necesidades reales y sentidas de las grandes mayorías de este país. Si es así, la asamblea informativa del domingo nueve será un parte aguas en los esfuerzos por imprimir aire nuevo en la larga lucha por democratizar la vida política de México.

 Hojas que se lleva el viento

 Optimismo desbordado del perredismo veracruzano, cuando su dirigencia anuncia a bombo y platillo que en la entidad el partido del sol azteca no registrará desbandada alguna. El diputado federal Uriel Flores Aguayo ya anunció que deja al PRD para incorporarse a Morena, pero después de la elección local del año próximo, confiando en que su partido le postulará como candidato a alcalde de la capital veracruzana. Oportunismo en uno de los mejores exponentes del perredismo cupular jarocho, que aún cree que gano la diputación gracias a un  PRD desprestigiado y poco confiable. La desbandada y paso a engrosar las filas de Morena no se dará, ya se dio desde endenantes en las bases del partido y sólo resta confirmarla.

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 Interesante la estrategia propuesta por el gobernador electo de Yucatán para transparentar la transición gubernamental. Rolando Zapata Bello designó a un equipo de la sociedad civil que se encargará de la recepción de la administración pública a cargo de Ivonne Ortega Pacheco. Más sociedad y menos política. Lástima que el paso dado sea incompleto ya que organizaciones y personas designadas representan en su mayoría al sector empresarial de la entidad y muy poco o nada a los yucatecos de a pie. Lo destacable es que ya se da un primer paso en materia de transparencia y participación social en las tareas gubernamentales.

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 En Veracruz nada nuevo bajo el sol. Ya no hay nada que decir en una entidad federativa que es vanguardia nacional en todo, hasta en el número de indigentes morales que se regodean y hacen gala de su explicable enriquecimiento a costa del erario público.

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 En febrero de 2011, el portal de noticias Sexenio.com.mx inició como un proyecto destinado a crecer; en Septiembre de este año cumplió su primer aniversario y a siete meses de haberse lanzado a través de la Internet, registra un promedio de 20 mil visitas diarias. El éxito del trabajo que se lleva a cabo en Sexenio fue reiterado apenas el pasado 23 de agosto en una medición de comScore, luego de aparecer en 5to lugar nacional, sólo por debajo de importantes medios como El Universal, El Informador, Reforma y El Norte. Mi más calurosa y sincera felicitación al equipo que ahora integra el Grupo Sexenio Comunicaciones por su exitosa labor. Cd. Caucel, Yuc., septiembre 11 de 2012

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Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce

“Todo Estado de derecho que está seguro de sí mismo, considera que la desobediencia civil es una parte componente normal de su cultura política, precisamente porque es necesaria”. Jürgen Habermas

Urgido el PRI de legitimación del cuestionado triunfo de Enrique Peña Nieto, desde el momento mismo en que este fuera declarado presidente electo se inició desde los foros más diversos la andanada de llamados a la unidad nacional, “ver hacia delante y ponerse a trabajar”, incluido el de Calderón Hinojosa durante su mensaje a la nación con motivo de su sexto y último informe de gobierno. 

En paralelo, las autonombradas izquierdas o izquierda institucional, preparan una solicitud de juicio político en contra de los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, por su actuación en el juicio de impugnación promovido por la coalición electoral “Movimiento ciudadano”; cortina de humo con la que se pretende apaciguar y encauzar indignación y enojo ciudadano, hoy expresado con movilizaciones sociales que de motu propio y al margen de las componendas partidistas se manifiestan en contra del resolutivo del Tribunal. 

Por su lado, el ex candidato de las “izquierdas”, Andrés Manuel López Obrador habiendo cerrado su ciclo como opción electoral, asumiéndose como luchador social convoca a una masiva concentración en el zócalo de la capital del país para el domingo 9 de los corrientes, tras haberse manifestado a favor de la “desobediencia civil”, medida reformista, pacífica y dentro del marco del Estado de derecho, como respuesta a la sentencia del Tribunal Electoral. 

Y, para completar el escenario, en las filas del PAN se gesta una revuelta al considerar no pocos militantes distinguidos que Calderón pactó con el PRI la entrega de la presidencia al Sr. Peña. 

Y mientras esto ocurre en los círculos políticos, la población resiste una andanada más en contra de la economía popular. El encarecimiento de los energéticos, alimentos y servicios básicos y la inmovilidad del salario,  propician mayor pobreza y desigualdad mientras el Congreso de la Unión privilegia reformas estructurales neoliberales que, atentando contra el bienestar de la mayoría de los mexicanos, confirman inmovilismo y gatopardismo de un régimen político renuente a cambiar de rumbo. 

El clima general es de división y encono, a ello van dirigidos los llamados a la unidad nacional que, como los llamados a misa, sólo son escuchados por la feligresía con mayor apego y disposición a su obligación dominical. El PRI atiende a una situación concreta dada, la resistencia popular a la unción de Peña Nieto como presidente constitucional de México, lo demás, cuando menos por ahora, le tiene sin cuidado.

En el Congreso de la Unión va tras la aprobación de las propuestas inmediatistas del Sr. Peña, el corruptor promulgando leyes para combatir corrupción que, en esencia, es su razón de ser y permanecer. Mientras en la coyuntura,  obligado por las circunstancias se avocará al análisis, modificación o, en su caso, la aprobación de la iniciativa de reforma laboral con la que, Calderón Hinojosa se les anticipara en resguardo a la imagen del presidente electo ya de sí deteriorada. 

En el imaginario popular la gente se pregunta: ¿Puede el PRI y el Sr. Peña lograr la unidad nacional cuando conjuntamente con Calderón ha sido auspiciador de la división y polarización que hoy priva en todo el territorio nacional?  

No hay nada a la vista que rescate la unidad perdida. La desideologización del discurso no da elementos de cohesión y, los hechos cotidianos, lejos están de favorecerle. El patriotismo, el orgullo nacional, sólo se ponen de manifiesto cuando las botas nacionales se visten de gloria en un campo de futbol. Son más los agravios sufridos por la ciudadanía que los logros en su beneficio. Resultando por tanto que los llamados a la unidad nacional quedan como un recurso político coyuntural del PRIAN, y del Sr. Peña en su nada oculto propósito de legitimar una elección cuestionada por una indignada  base social que les da la espalda. 

El horno no está para bollos. Y, por si fuera poco, el PRI le pone más leña al fuego inmerso como está en dimes y diretes encaminados a eliminar de la escena pública a López Obrador. A destiempo pide investigar las fuentes de financiamiento del político tabasqueño y su movimiento social; mediáticamente le ataca con todo, como si “muriendo el perro, se acabara la rabia”, incapaz de entender que el liderazgo lopezobradorista  responde a la aceptación y simpatía que genera en millones de mexicanos hartos del actual estado de cosas en el país. 

La cúpula partidista de la coalición de las llamadas izquierdas pretende entenderlo  al vivirlo en carne propia. De ahí su actual dilema: Acepta abiertamente a Enrique Peña Nieto como presidente de México ó se suma a la desobediencia civil de López Obrador. En ambos casos, de acuerdo a la aritmética tribal de “los chuchos”, sale perdiendo. No podrá aceptar el llamado a la unidad, sin antes resolver internamente sus propias contradicciones.

Luego en tales circunstancias, ¿tiene hoy sentido llamar a la unidad nacional? Legitimidad y unidad se construyen, no se imponen por decreto y,  mucho menos, atendiendo discursivamente en lo inmediato ¿a una justificada paranoia?

Hojas que se lleva el viento 

“Dime con quién andas y te diré quien eres…”  La plana mayor del viejo PRI avaló con su presencia la gestión de la gobernadora de Yucatán con motivo de su V y último informe “popular” de gobierno. Sin faltar el clásico acarreo con torta y refresco, Ivonne Ortega Pacheco celebró a lo grande, bailando jarana y festinando el que el gobernador de Edomex le destapara como segura integrante del gabinete peñista. Testigos del bailongo de gala, Pedro Joaquín Coldwell, Manlio Fabio Beltrones y Emilio Gamboa Patrón  Como invitados destacados el  “gober precioso” Mario Marín Torres y el  ex obispo de Ecatepec, Onésimo Zepeda. Ivonne se congratuló del voto de los yucatecos a favor de Peña Nieto y Rolando Zapata, candidato a gobernador, pero se abstuvo de mencionar en su reporte que el PAN el primero de julio recuperó Mérida.

La sociedad yucateca discrimina al indígena maya. (“Mesticito”, le llaman) a la par que se ostenta con orgullo como legítima heredera de cultura y tradición del milenario Mayab. Vaquería y jarana en el V Informe «popular» de la Sra. Ivonne Ortega aplaudida por los rescoldos de la “casta divina”, teniendo como escenario al inconcluso museo  “Mundo maya”, cuya edificación se contratara con empresas de Jorge Hank Rhon bajo la modalidad de “Proyectos para la prestación de servicios” ((PPS), endeudando a la entidad

Cd. Caucel, Yuc., septiembre 4 de 2012

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J. Enrique Olivera Arce

 “Las impugnaciones a la legalidad de la elección ofenden la dignidad de los mexicanos que votaron en libertad”: Pedro Joaquín Coldwell

El que nada debe nada teme… Si el PRI no dudara del triunfo de su abanderado dejaría correr el agua sin inmutarse y, sin embargo…

Paradójico. El PRI, sus satélites y algunos segmentos de la clase media minimizan el indiscutible liderazgo de Andrés Manuel López Obrador responsabilizándole a su vez de estar atrás de las crecientes manifestaciones populares de protesta que, en oposición a Enrique Peña Nieto, dan oscuras pinceladas no previstas en el paisaje postelectoral.

Les duele que el político tabasqueño no respete el pacto de civilidad signado por los candidatos presidenciales aceptando su derrota en las urnas, pero se  desgarran las vestiduras porque el abanderado del Movimiento progresista conforme a derecho, impugne la elección del primero de julio recurriendo al Tribunal Electoral Federal.

Lo ideal para el PRI y su aún candidato presidencial, sería que Andrés Manuel aceptara sin más la derrota, bajara los brazos y se retirara a “La chingada”, como se denomina su rancho en Palenque, Chiapas. Renunciando a la última instancia legal que le ampara, dejando colgados de la brocha a sus millones de seguidores que con no poca reticencia aún confían en la administración de justicia electoral.

Número, extracción social y motivación de los manifestantes que han tomado la calle pareciera tenerles sin cuidado. Desconcertados ofenden la inteligencia de quienes protestan, reduciéndoles a simples marionetas manipuladas por un López Obrador que “no se acostumbra a la derrota”.

Le temen más a un López Obrador que  sin salirse de la cancha de la partidocracia, les obliga a jugar  como se juega en el llano. Aceptan muy a su pesar que López Obrador sea capaz de llevar en paralelo y simultáneamente el trámite legal de la impugnación de la elección y “la manipulación” de un creciente movimiento popular. Reconociendo entonces que el tabasqueño supera en mucho la capacidad de Peña Nieto y los partidos que le postularan tanto para la defensa de la pretendida razón legal que les asiste, como para obtener el respaldo de una sólida base social en que apoyarse.

Incapaces de entender y aceptar la movilización social en su contra por sus probadas trapacerías, sólo les queda el recurso de calificar a López Obrador como el enemigo público que, sin aceptar razones, pretende arrebatarles un triunfo cada vez más cuestionado. Así, lejos de atemperar la protesta le ponen más leña al fuego con pueril negación de aquello de lo en el imaginario popular ya se percibe como fraude electoral.

Paradójico. Lejos de contrarrestar y menguar simpatía y apoyo a López Obrador, obtienen lo contrario, confirmando el liderazgo  del abanderado de las llamadas izquierdas. Lo vulnerable de su pírrico triunfo les ciega, complicando el escenario previo al cambio de estafeta.

El horno ya no está para bollos. Calderón vuelve a las andadas anticipándole a Peña Nieto una tersa transición cuando el proceso electoral aún no concluye, sin parar mientes en que provoca a los indignados que ya han dicho ¡Basta!

Las protestas suben de tono rebasando las estructuras partidistas, como ya lo reconoce el PRD, generándose de facto un frente amplio popular que ya aglutina a estudiantes, movimientos sociales independientes y gremios obreros de conocida oposición al régimen, en una movilización inédita en defensa de la democracia.

Cuidado, una chispa podría incendiar la pradera. Si la libre manifestación aún es pacífica, no faltarán provocadores que induzcan a la violencia, ese el riesgo. ¿Cómo evitar esto último?

Si López Obrador en circunstancias diferentes en el 2006, con inteligencia canalizo indignación y enojo, difícil es prever cual será el camino que hoy tome la movilización popular si el IFE y el TRIFE no cumplen a cabalidad con su encomienda.

¿Cual será la postura a adoptar por el tabasqueño una vez desahogada la etapa de la impugnación?  ¿Bajará los brazos para retirarse a la comodidad de su hogar? Si esto último se da, ¿quién encausara a los indignados para que liberen enojo y frustración? Eh ahí la interrogante.

Paradójico. Los hoy detractores de López Obrador serán los primeros en pedir su permanencia. El que abandone la lucha dejando a su libre albedrío a la movilización social, no es aceptable para la gente bonita, demasiado riesgo para un país en vísperas del cambio de estafeta presidencial. La oposición creciente a la toma de posesión de Peña Nieto, sin liderazgo claro que le encauce, eso si es un peligro para México y, también “para todos”, parafraseando al amanuense veracruzano  Rafael Martínez  Zaleta.

Difícil disyuntiva para el PRI y su candidato. La dirigencia nacional no encuentra respuestas válidas frente a la protesta popular. Si afloja pierde, si resiste llevando las cosas hasta sus últimas consecuencias, imponiendo a Peña Nieto contra la voluntad popular, pierde. De una u otra forma pagará las facturas acumuladas a lo largo del amañado proceso. Mató a la esperanza y el pueblo se lo cobrará puntualmente.

Difícil también la disyuntiva para Andrés Manuel, si la autoridad electoral falla en su contra.

Y para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ni se diga.

¿Por quién entonces doblarán las campanas el primero de diciembre?

Hojas que se lleva el viento

La defensa de Peña Nieto en Yucatán es prácticamente nula. El PRI en el estado cumplió su parte en la elección presidencial y enfoca todas sus baterías a la campaña post electoral de Rolando Zapata, gobernador electo, quien recorre el estado sin descanso agradeciendo el apoyo popular que en las urnas le ofrendaran los electores. El alcalde electo de Mérida, de extracción panista, calladito se ve más bonito.

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J. Enrique Olivera Arce

“Señor, si me quitas el éxito déjame fuerza para triunfar del fracaso”: Mahatma Gandi

¡¡Te lo dije!! Me escribe un buen amigo, advirtiendo que “si Ebrard hubiera sido el candidato de las llamadas izquierdas, Peña Nieto no gana la elección”.

El hubiera no existe en política. El candidato fue Andrés Manuel y a ello debemos atenernos. Sin embargo la expresión de mi amigo da tema para la reflexión en torno a una situación que me llamara poderosamente la atención y que dejara asentado en mi artículo publicado el 22 de abril bajo el título “Andrés Manuel baila con las más feas. No hay de otra”. El político tabasqueño ha sido postulado por la coalición integrada por el PRD y las morrallas denominadas Partido del Trabajo y Movimiento ciudadano. Institutos electorales que en el marco de una partidocracia rampante y un régimen político obsoleto y corrupto, carecen de autoridad ideológica, moral y política para ser considerados como de izquierda. Una y otra vez señalé que estos partidos políticos más que aportar a la campaña electoral de López Obrador, constituían una pesada loza sobre las espaldas del candidato presidencial.

López Obrador superó los 15 millones de votos legítimos a pesar de, y no por el trabajo político desarrollado por la cúpula partidista de la Coalición “Movimiento Progresista”. Los candidatos al Senado y Cámara baja en su gran mayoría cartuchos quemados impopulares impuestos por “los chuchos” de ello dan constancia. El resultado aún en trámite de la elección confirma tal percepción.

Se jugo en la cancha de la partidocracia conforme a sus reglas y sus prácticas antidemocráticas. Luego nadie puede darse por sorprendido ante la cada vez mayor evidencia de escamoteos de la voluntad popular a lo largo y ancho del país. No obstante, gracias al Movimiento de Regeneración Nacional, “Morena”, en el que participan millones de ciudadanos convencidos de la necesidad de un cambio verdadero, irregularidades aparte de un proceso electoral inequitativo y amañado, Andrés Manuel llegó hasta donde le permitieron llegar. Hoy la decisión final y el futuro de México está en manos del “arbitro” y del Tribunal Federal Electoral, así es el juego. Los partidos postulantes de la llamada izquierda electoral ganan perdiendo.

“Morena”  trabajó intensamente a ras del suelo, en la calle, en las aulas, en el taller, en el surco, en el hogar, siempre confiando con voluntad de triunfo en el liderazgo del político tabasqueño. Jóvenes y no tan jóvenes se pusieron la camiseta y, contra la corriente y contra la estructura partidista de la coalición dominada por las tribus perredistas y sus corruptas y oportunistas dirigencias, sacaron adelante la campaña presidencial. De eso no tengo la menor duda.

Andrés Manuel cometió errores, no se puede negar. Pero así como se equivocó confiando en las estructuras partidistas coaligadas, fue certero al sustentar su campaña en “Morena”. Fue la ciudadanía organizada y movilizada la que le impulsó para cuesta arriba dejar atrás a Josefina Vázquez Mota y alcanzar a Peña Nieto. Con este impulso López Obrador gana en su propósito democratizador al lograr movilizar a más de 15 millones de mexicanos en pos de la esperanza democrática. La ciudadanía salió a la calle y con su voto manifestó su voluntad de cambio. Si hoy se pierde la elección, no fue en vano. La ciudadanía con su participación activa gano terreno y experiencia en la búsqueda de un camino más amplio para avanzar el  rescate de la voluntad popular, hoy secuestrada por la partidocracia y los poderes fácticos.

La construcción de la anhelada democracia transita por un largo camino de aciertos y errores, triunfos y derrotas. Los resultados no se alcanzan en meses o años sino en períodos históricos. Pero cada paso dado fortalece a quienes lo emprenden. Estoy seguro de que la experiencia vivida por la ciudadanía movilizada en este proceso electoral, pesará más en la vida política de México que el triunfo mismo de las llamadas izquierdas. Un importante segmento de la sociedad ha dicho basta y encontró el camino para avanzar participando consecuentemente.  Esto es un logro a mi juicio histórico. No cabe la frustración ni el desanimo, se dio el primer paso y eso es lo que cuenta. Lo que sigue para la izquierda consecuente es la autocrítica y sacar las conclusiones pertinentes para seguir marchando a paso firme y con la frente en alto.

Si Peña Nieto de ser ungido como presidente quiere gobernar, lo tendrá que hacer no en el vacío con el indignante y lastimero voto comprado. Más temprano que tarde tendrá que recurrir a la ciudadanía movilizada. En ella está el que se avance o se retroceda en la construcción del futuro de México.

Hojas que se lleva el viento

En nuestra próspera aldea jarocha siempre sí la elección presidencial, de acuerdo a los resultados preliminares (PREP), se fue a tercios. El triunfalismo priísta se vino abajo y el cacaraqueado triunfo por parte de su dirigente estatal, Erik Lagos fue pírrico. La dupla PRI-PVEM obtuvo un total de 1, 180,147 votos contra 1, 179,327 del PAN. Por su parte Movimiento progresista 1, 1012,818 sufragios. Así, Peña Nieto obtuvo menos votos en Veracruz que los obtenidos por Javier Duarte de Ochoa como candidato a la gubernatura. No cabe duda de que hizo falta el alquimista Fidel Herrera Beltrán para cumplirle satisfactoriamente al mexiquense de acuerdo a lo ofrecido.- Xalapa, Ver., Julio 4 de 2012

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