Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
Al iniciar el viernes formalmente la campaña electoral por la presidencia de la República tres meses antes de los comicios como dicta la ley, de acuerdo a las encuestadoras a modo el candidato del PRI Enrique Peña Nieto le lleva más de diez puntos de ventaja a Josefina Vázquez Mota, la representante del Partido de Acción Nacional (PAN), Andrés Manuel López Obrador, del Partido de la Revolución Democrática, de izquierda, va a la zaga como tercero. El candidato del Panal, ni siquiera pinta. Con esta fotografía al 30 de marzo, arranca la caballada, hagan sus apuestas.
Lo que no dicen las encuestas es que a partir del viernes cada uno de los aspirantes presidenciales deberá enfrentar su propia circunstancia en el marco de otra, general, que hoy acusa un México lastimado y dolido. Las expectativas creadas en torno a la alternancia y transición democrática, fracasaron. La partidocracia se consolidó como expresión antidemocrática y el Estado-Nación marcha a la deriva, generándose una crisis del régimen político que ya no responde a las necesidades del México presente en un escenario interno y externo ominosamente amenazador.
No son lo mismo los tres mosqueteros que 20 años después. Los presuntos puntos de ventaja del puntero tricolor se acumularon bajo otras circunstancias muy distintas, a la sombra de la gubernatura del estado de México y con todo el apoyo mediático de Televisa; Josefina remontó al perder terreno y caer de la gracia el delfín presidencial, en tanto que Andrés Manuel aparentemente se estancó entre el 17 y el 22 %, lo mismo en un intento cuestionado por convencer a las clases medias de que nunca ha sido “un peligro para México” como combatiendo al enemigo en casa. Para el imaginario popular, las últimas encuestas son eso, una imagen fija a contraluz susceptible de modificarse en los próximos tres meses.
Que tanto habrá de modificarse el escenario en el ánimo del electorado, está por verse. La encuesta válida que reportará la fotografía final, será la que resulte del ejercicio comicial de julio próximo, plasmada indeleblemente por la participación cuantitativa y cualitativa de la ciudadanía en su aceptación o rechazo lo mismo a la elección en si que las propuestas electorales de los contendientes. A esta ciudadanía deberán enfrentarse los tres principales actores de la contienda presidencial; cada uno a su modo, con todos los recursos a su alcance, sin salirse del libreto dictado por la partidocracia rampante y la legislación electoral emanada de ésta.
Con la salvedad de que el ciudadano de hoy ya no es el mismo del 2006. Más participativo e informado, toma conciencia de su papel de objeto y no sujeto en la construcción de su propio destino, oponiéndose cada vez más a los dictados de los partidos políticos. Como cuarto actor en el teatral reparto sabe es prescindible en todo tiempo pero, al fin protagonista en época electoral se resiste a ser simplemente el mirón de palo que escucha y observa sin derecho a voz. Su turno de hacerse escuchar le llegará al momento de presentarse ante las urnas, no antes, así está decidido. Su voz el día de los comicios dictará la última palabra si así conviene a los poderes fácticos, si no es así, corresponderá entonces al Tribunal Electoral Federal el arreglo en lo oscurito. La ciudadanía cumple, la partidocracia decide, no hay de otra en la incipiente y secuestrada democracia mexicana.
La circunstancia presente podría cambiar las reglas del juego. A la ciudadanía entre el hartazgo, incertidumbre y el estomago vacío, pudiera darle por alzar la voz antes de tiempo; de cómo cada uno de los presidenciales escuche e interprete el clamor popular dependerá que los momios permanezcan ó cambien las probabilidades estadísticas. Nada está escrito, aún no hay ganador, la historia suele dar vuelcos cuya previsión escapa al más pintado encuestador.
Entre fortalezas y debilidades de los presidenciables, pesará más lo segundo en el ánimo de la ciudadanía. Las fortalezas están por verse las flaquezas son históricas. Partidos y candidatos le apuestan a lo primero, la ciudadanía sopesará muy en serio si hay legítima intención de cambio o la cola sucia anuncia más de lo mismo.
Hojas que se lleva el viento
En Yucatán también hace aire. El enemigo a vencer para Andrés Manuel López Obrador son sus propios postulantes, dicen los conocedores peninsulares del paño. Los tres partidos de la coalición de las llamadas izquierdas van cada uno por su lado; víctimas de su carencia de visión y acendrada división y corrupción, cada uno cuida sus particulares intereses. Preservar magras prerrogativas es su tirada, Andrés Manuel teje en el vacío, las izquierdas en Yucatán de espaldas a la historia apenas son caricatura de lo que pudiendo haber sido nunca lo será.
Los beneficios anunciados del magno festival “Tajín 2012, se dejaron sentir el pasado martes 27 cuando el Sr. Dr. Duarte de Ochoa dentro del “programa alimentario 2012” del DIF estatal, “entregó a 2321 “abuelitos” indígenas del Totonacapan sendos desayunos fríos. Desayunen hoy con su torta y su refresco que ya mañana será otro día, es el mensaje de la prosperidad ampliamente difundido por la Coordinación general de comunicación social, con fotografía al calce.
Me admira el optimismo de mi buen amigo y destacado analista político Alfredo Bielma Villanueva, quien afirma que no todo está podrido en Dinamarca, que en el horizonte político nacional es posible advertir el surgimiento de una nueva generación de practicantes de la actividad política, poniendo como exponentes de su afirmación a personajes priístas veracruzanos como Pepe Yunes Zorrilla, Alejandro Montano e incluso Héctor Yunes Landa. Sin demérito de las virtudes e ignorando las debilidades de los mencionados, que por cierto me merecen respeto y reconocimiento, lo determinante no es el perfil y personalísima manera de matar las pulgas de los ahora candidatos a un cargo de elección popular, sino la sumisión que acusan a los viejos vicios y prácticas corruptas del partido que les postula. La descomposición sistémica les iguala con el resto, de otra manera no serían candidatos de un partido que se niega a cerrar un ciclo histórico agotado. Mérida, Yuc., marzo 31 de 2012