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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Ante la caótica situación que se vive en México, la pérdida de credibilidad y confianza en las instituciones republicanas es ya casi total. La entrevista concertada del candidato republicano a la presidencia de los EE. UU. con el ya presidente fallido de nuestro país en vísperas del cuarto informe de gobierno de este último, ha sido la puntilla como confirmación del sometimiento de Peña Nieto a los intereses trasnacionales, así como de la pérdida de soberanía y dignidad que su gobierno ha propiciado y auspiciado en acatamiento a lo dispuesto en el llamado “Consenso de Washington” por los organismos financieros de alcance mundial.

En el orden internacional, México está supeditado a las políticas neoliberales de libre comercio, reducido nuestro  gobierno a simple marioneta o esquirol al servicio del Departamento de Estado de los EE.UU. en contra flagrante del proceso de integración latinoamericana. En tanto que, en lo interno, la supeditación está referida a una concepción patrimonialista de un poder autoritario y represivo que dando la espalda a los intereses más caros de la Nación, privilegia el saqueo del patrimonio de todos los mexicanos y el uso del garrote antes que el diálogo constructivo y democrático. El llamado “pacto por México” signado por el PRI, PAN y PRD está vigente, ha reiterado el titular de la SEGOB.

La consigna acatada es reducir al Estado-Nación a su mínima expresión, privilegiando las leyes del mercado por sobre el Estado de derecho que los mexicanos nos hemos dado. Lo grave es que se está cumpliendo a raja tabla; cartucheras al cañón, quepan o no quepan, primero el interés oligárquico de unos cuantos y, si queda tiempo y recursos, las migajas para las mayorías empobrecidas.

Pero más grave aún es que frente a ello, impávidos seguimos comportándonos como simples mirones de palo, poniendo nuestra suerte, como Estado y como Nación, así como el futuro de las nuevas generaciones en manos de una partidocracia cómplice que nos mantiene quietos ya no a base de pan y circo como endenantes, sino simplemente a base de atole con el dedo con promesas triunfalistas sin sustento.

¿Qué hacer?

Interrogante a la que Lenin en la ex Unión Soviética, dedicara todo un volumen en su basta aportación a la lucha internacional en la búsqueda de la utopía socialista y a cuyas reflexiones vertidas, no podemos ni debemos acceder, pues como afirma el ex diputado federal veracruzano Uriel Flores Aguayo desde su posición de una autonombrada  “izquierda” –conciliadora, sometida a los intereses creados, en vías de extinción y sin más visión de Estado que la lucha electoral por el poder formal-, es pensamiento caduco, rescoldo de “ideologías huecas” ajenas a las aspiraciones democráticas del pueblo de México y de América Latina.

¿Y entonces? ¿Qué hacer frente a un Estado-Nación cuyo gobierno neoliberal conduce al desastre?

La respuesta se la dejo a mis cuatro lectores, que ya bastante tenemos con aprendices de brujo enfocados a la construcción de un México próspero sin mexicanos,  como para proponer desde este maquinazo una receta más.

¿Y si no hay respuesta?

Bueno, aún nos queda seguir mentándole la madre en las redes sociales a aquel o aquellos que nos tienen de rodillas. No implica costo alguno y sí nos deja satisfechos y en paz con nosotros mismos.

Hojas que se lleva el viento

Arribamos al cuarto informe de gobierno de Peña Nieto y Javier Duarte se mantiene firme en el cargo, compartiendo corrupción impune con quienes desde la cúpula del poder formal obligados legalmente están a ponerle un hasta aquí. Frente a esta cruda realidad el gobernador electo patinando en la encrucijada.

Y a propósito del Sr. Lic. Miguel Ángel Yunes Linares, parece que este ya escucho la caída del veinte, aceptando que la situación que guardan las finanzas públicas veracruzanas es de reprobadas según las calificadoras internacionales, por lo que su capacidad de maniobra para emprender un buen gobierno está acotada por la realidad real. Esta tácita aceptación obliga a pensar en el cómo va a afrontar el pago de la cuantiosa deuda pública –formal e informal- que heredará en diciembre próximo. ¿Acaso se contemplará en el “Plan Veracruzano de Desarrollo” el contar con una varita mágica para su pronto y oportuno pago?

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Ingenuidad, simpatía a ultranza, intereses creados, o incertidumbre ante un futuro incierto, es lo que se percibe en la línea editorial de no pocos medios de comunicación veracruzanos que, inercialmente, siguen considerando al PRI como el ombligo del mundo y en torno al cual hay que girar. Difícil aceptar que estamos dentro de una nueva época en la que el tricolor habiendo perdido hegemonía dejó en el camino credibilidad, confianza y fortaleza clientelar.

Esto último aceptando también que el dinosaurio no está muerto. Un ejército mercenario envuelto en la bandera tricolor, -cuya soldadesca bajo el mando del senador Emilio Gamboa Patrón está dispuesta a defender a Peña Nieto y sus reformas-, se dispone a evitar que Morena y López Obrador le enmienden la plana.

Xalapa, Ver., 1 de septiembre de 2016

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sin demérito del reconocimiento y simpatía que quien esto escribe tiene para con Andrés Manuel López Obrador y lo que este representa en el despertar de las conciencias de un cada vez mayor número de mexicanos, he reiterado en mis maquinazos no estar de acuerdo con el machacón discurso en el que, por encima de un análisis a profundidad de la realidad nacional en sus diversos tonos de grises y el qué hacer para trascenderla para bien, coloca a una etérea “mafia” presuntamente encabezada por Carlos Salinas de Gortari como origen de todos los males que México padece.

Los grandes problemas nacionales son estructurales y sistémicos. Con o sin la “mafia salinista», el México neoliberal no tiene futuro.

Aclarado esto y tras observar la tónica pedestre que dominara el “debate” que en Coatzacoalcos confrontara a seis de los 7 candidatos a la gubernatura de Veracruz, no tengo más remedio que aceptar que si la temática dominante en la guerra sucia electoral en curso, es la pátina ética y moral  de cuyo recubrimiento cada uno de los contendientes participantes presume adorna a su persona a la par que cuestiona la calidad de la de sus adversarios,  el candidato de mayor mérito ético y moral –por no tener cola visible que le pisen- es Cuitláhuac García, postulado por Morena e impulsado por López Obrador.

Corresponde al votante potencial el valorarlo.

Empero, me mantengo en lo dicho, el joven maestro universitario en el terreno de la política política aún está verde para menesteres como el enfrentarse a las chuchas cuereras de un sistema de partidos corrupto y pragmático al extremo que, de todas se las saben todas en tratándose de envolver con papel fantasía su afán último por alcanzar el poder por el poder mismo.

Frente a la retórica demagógica, consabidas mañas y mutuo baño de hediondeces de sus oponentes punteros, el candidato de Morena aún exhibe inexperiencia e ingenuidad, tanta como para dejarse llevar por la tentación de subirse al ring e involucrarse en el intercambio de lodo y detritus en una guerra sucia sin cuartel,  en detrimento del manejo de ideas, diagnóstico puntual de la realidad a la que los veracruzanos nos enfrentamos, así como propuestas concretas, viables y aceptables,  que no paren simplemente en considerar la urgente necesidad del rescate y reordenación de la administración pública a cargo del gobernador fallido,  cuando esto último es apenas una faceta más de la crisis multidimensional y multisectorial de un Veracruz postrado.

La sociedad veracruzana requiere cambios verdaderos en todos los ámbitos de la vida social, económica y política de la entidad y el proponer el qué y el cómo satisfacer esta necesidad es lo que, en la medida de lo posible y viable para un gobierno de dos años -¿o año y medio?-, debería ser el énfasis de la campaña proselitista del joven candidato. Ese es el reto para Cuitláhuac.

En el entendido de que en el marco de la estrategia de un paso a la vez en una constante de aproximaciones sucesivas de Morena para la presidencial del 2018, el nuevo partido-movimiento gana aun perdiendo la elección del 2016 en Veracruz,  sacrificando a Cuitláhuac pero fortaleciendo su propuesta de gobierno, incipiente estructura y cuadros probados en distritos claves de la geografía política veracruzana.

Esto en el entendido de que por todos los medios a su alcance, Peña, como ya lo ha manifestado, no dejará que el “populismo” de López Obrador triunfando en las urnas,   dé marcha atrás a las llamadas reformas estructurales del neoliberalismo dominante.

Luego el adversario a vencer en esta etapa, a mi juicio no son los candidatos que postula el PRI y sus satélites o la coalición PAN-PRD, compitiendo con estos en una tan absurda como pedestre guerra de lodo, sino la desinformación, apatía y dispersión de un  electorado frustrado, lastimado y harto de más de lo mismo, ofertando el maestro García expectativas de cambio real mediante el rescate de la política política y participación consecuente de las mayorías en la construcción de un nuevo modelo de sociedad para el bien común de todos los veracruzanos. Si se puede y de eso toca a Cuitláhuac el convencer con vías a la elección presidencial del 2018,  madre de todas las batallas en la confrontación entre el modelo neoliberal de país que impulsa Peña Nieto y el reformismo progresista que propone López Obrador.

Hojas que se lleva el viento

En el marco de la guerra sucia electoral que se auspicia desde el gobierno del estado, llama la atención el que los candidatos a la sucesión del gobernador fallido, coincidan en propalar que cuentan con una varita mágica y,  con ésta en mano, ofertan los cuernos de la luna, caso de resultar electos.

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J. Enrique Olivera Arce

Especular por especular a estas alturas de los prolegómenos del proceso electoral que desembocará con la elección del gobernador de dos años, a mi juicio carece de sentido. De una u otra manera los aspirantes por los diversos partidos políticos y los que están optando por la candidatura independiente ya están más que vistos, su discurso proselitista anticipado ya es del conocimiento público y la simpatía en torno a uno u otro ya se ha expresado por las cúpulas de las diversas fuerzas políticas que electoralmente operan en Veracruz.

Faltaría únicamente el que la ciudadanía, hombres y mujeres de a pie, se exprese, pero esto tendrá que esperar a que lo hagan en las urnas ya que por lo pronto, las mayorías participamos únicamente como mirones de palo en asuntos que son estrictamente de la incumbencia de la partidocracia por más que en ello se disponga del futuro de todos.
Así que no queda de otra que esperar, dándole tiempo al tiempo para que tengamos candidatos oficialmente designados, para que el proceso tome otro nivel, al igual que la guerra sucia auspiciada por el gobernador Duarte de Ochoa que no cede en su propósito de imponer la continuidad del fidelismo, llegando, incluso, a violentar la legislación electoral vigente.

Lo que sí podría adelantarse, es que todo apunta al más de lo mismo. En el caso del PRI y habiendo cedido los bártulos el senador José Yunes Zorrilla a la espera de mejores tiempos, no deja de ser significativa la alianza de facto de los líderes la nueva CNC de propietarios rurales pudientes y SNTE en la entidad, Juan Carlos Molina Palacios y Nicolás Callejas, con Héctor Yunes Landa, aspirante presuntamente ya ungido por el CEN del tricolor. En tanto que por el PAN, Miguel Ángel Yunes Linares, fuera del agresivo discurso de valentón de barrio, no oferta nada que pudiere inclinar la balanza a favor de un auténtico rescate de la entidad.

La morralla partidista se suma al PRI o al PAN, por lo que en términos de cambio real no tiene la mayor relevancia, en tanto que Movimiento Ciudadano y Morena con sus aspirantes, hasta ahora no dan color si se trata de modificar el actual estado de cosas en materia económica y social que tiene a Veracruz sumido en una profunda crisis multidimensional.

Esto en el marco de una clase media que siendo la que realmente concurre en libertad a las urnas, ejerciendo su derecho al voto con más o menos razonamiento previo, cansada de tantos sobresaltos, dimes y diretes y cuestionada seguridad pública quiere que la fiesta transcurra en paz a lo largo del minigobierno.

Por otra parte, no podemos hacer de lado el peso específico de los propósitos neoliberales del gobierno de Peña Nieto, opuestos a todo barrunto de cambio que en las entidades federativas se constituyera en estorbo a su estrategia transexenal. Propósitos que sin duda hará suyos quien resulte candidato de unidad del PRI, como se intuye tras la concertacesión pactada entre Manlio Fabio Beltrones y Javier Duarte de Ochoa.
Luego no hay electoralmente para donde hacerse, sólo una sopa y esta es la del más de lo mismo en el banquete. Aguantar vara y resistir en la coyuntura, es la tónica del bailongo bianual para las mayorías.

Hojas que se lleva el viento

Acostumbrados como estamos a que el PRI nunca pierde en Veracruz y cuando pierde arrebata, en los círculos políticos y mediáticos afines, se da como un hecho que para el tricolor el adversario a vencer es la ya anunciada alianza PAN-PRD con Miguel Ángel Yunes Linares como candidato de unidad, minimizando lo que en términos electorales representa Morena, partido de nueva creación que viene creciendo en aceptación y simpatía entre los electores tradicionalmente indecisos. Pretendiéndose ignorar que en el escenario de la elección presidencial del 2018, para el PRI, el PAN y el PRD, el adversario a vencer es precisamente el partido de Andrés Manuel López Obrador, como ya lo ha dejado entrever Enrique Peña Nieto.

Lo que estaría por verse es si Cuitláhuac efectivamente será candidato a gobernador de Morena en la elección de junio próximo en la entidad, o si éste declinará en sus aspiraciones en favor de un correligionario o aspirante ciudadano con mayor presencia y experiencia.

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Si bien Javier Duarte ya pactó con el CEN del PRI, cediéndole a Héctor Yunes Landa la oportunidad de contender por el PRI en la búsqueda del gobierno de dos años, no se puede hacer de lado que una cosa es la elección de gobernador y otra, muy distinta, es la de diputados locales, en la que el fidelismo se jugará su resto. ¿Hasta dónde el PRI de Héctor Yunes va a permitir que Duarte de Ochoa imponga candidatos a diputados locales? Es la interrogante que flota en el ambiente. Si Héctor efectivamente es el bueno y llegara a ganar la elección, una Legislatura fuera de su control sería la piedra con la que tropezaría si realmente está dispuesto a transparentar el cochinero que deja el gobernador fallido.

Xalapa, Ver., enero 15 de 2016.

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J. Enrique Olivera Arce

Con el respeto y admiración que me inspira Andrés Manuel López Obrador, me tomo la libertad de manifestar no estar de acuerdo con la postura electorera que asumiera el pasado sábado en su visita a Xalapa, capital de Veracruz.

A mi juicio, a más de no tocar la problemática de fondo que acusa Veracruz, en la que deuda pública y percepción de inseguridad no son todo, con ligereza se inserta en el proceso electoral adelantado que desembocará con la elección de gobernador en 2016, sumando a Morena a los dimes y diretes, especulación y chismorreo que, como distractor, mantiene ocupados y preocupados lo mismo a suspirantes de todos sabores y colores, que a la clase política en su conjunto y mayoría de medios de comunicación.

A mi entender el eje central de los problemas que aquejan a Veracruz es una economía estancada y con visos ya recurrentes de recesión. Su rescate va más allá de buenas intenciones y posturas electoreras.

Y si bien es cierto que en esta crítica realidad incide negativamente una administración pública ineficiente, corrupta, moral y financieramente quebrada, es mayor el peso específico de un aparato productivo obsoleto y reacio tanto al cambio como a la innovación tecnológica. Situación que exige propuestas concretas y viables y no discursos sobre lo que electoralmente ofrece un futuro incierto.

El ex candidato presidencial y líder moral de Morena no lo ve así, pensando en términos de votos y preparación de una plataforma de despegue para una nueva nominación como candidato presidencial en el 2018. De ahí que, sin mediar talante democrático, sin más y sin consulta previa a las bases del partido en la entidad, insinúe, por decir lo menos, la posibilidad de que Cuitláhuac García, actual diputado federal por el distrito de Xalapa urbano, sea el indicado para contender en la búsqueda de la gubernatura veracruzana de dos años en el 2016

Reconozco la valía del joven diputado y así lo he manifestado en mis maquinazos, empero no lo considero a la altura de lo que Veracruz requiere para sentar las bases de su rescate. Mucho menos si anticipadamente, como quedara asentado el pasado fin de semana, lo lanzan a un proceso de desgaste mediático sin contar con capacidad y experiencia suficiente como para alternar competitivamente con los aspirantes rojos y azules descalificados por Andrés Manuel, a priori y con desconocimiento de la realidad electoral de Veracruz.

En maquinazos anteriores he considerado que antes de proponer candidato para hacerse cargo de abanderar a Morena en la contienda por la sucesión en Veracruz, el nuevo partido político deberá hacer un análisis exhaustivo de por qué y bajo que condiciones Morena ganó la diputación federal en Xalapa y Coatzacoalcos; valorando no sólo el peso indiscutible de la figura y liderazgo de Andrés Manuel, también, entre otras cosas, el hecho objetivo de la participación ciudadana que sin militar o simpatizar con un partido en especial, optara por castigar al partido gobernante.

Sin este análisis exhaustivo, identificando y reconociendo fortalezas y debilidades en el marco de la política electoral veracruzana, la actitud asumida por el ex candidato presidencial lanzando al ruedo al novel diputado federal, suena más a voluntarismo sin conocimiento de causa en la cúpula de Morena, que resultado de una ponderación democrática sustentada en la consulta de la base del partido-movimiento. Esto, a mi juicio resta y divide, más que sumar y multiplicar en un proceso de crecimiento y consolidación de Morena como partido político tanto en Veracruz como en el resto del país. Lo cual me parece equívoco y contraproducente para las aspiraciones del propio López Obrador y, lo más grave, para las expectativas de cambio de las fuerzas progresistas.

Veracruz no es Xalapa urbano ni Cuitláhuac siendo estatalmente un desconocido, es Morena. El mosaico multiregional estatal es más complejo, lo mismo electoralmente que en la vida económica y social de los veracruzanos en su cotidianeidad, como para encasillar la realidad política de manera simplista en la percepción de inseguridad, indignación, frustración y hartazgo que anima a una sociedad lastimada y dolida que quiere respuestas y no voluntariedad discursiva.

La reciente elección de diputados federales lo dejó claro. El clima de violencia y corrupción impune, así como el descontento y hartazgo, no pesaron lo suficiente en el electorado como para derrotar a la maquinaria del partido gobernante y sus satélites, alzándose como triunfadores en la contienda aquellos más señalados por la opinión pública como saqueadores de la hacienda pública.

El hartazgo social por sí mismo no gana elecciones. Sin Liderazgo, unidad, y participación consecuente, el descontento se fragmenta y diluye en las urnas, favoreciendo a un adversario político que dictando las reglas del juego, es además el dueño de las canicas.

Honestamente considero que Andrés Manuel en el tema electoral veracruzano se equivoca. No puede anticipar vísperas asegurando el triunfo de Morena en el 2016 con Cuitláhuac García, sin valorar con humildad la fuerza electoral, real y supuesta del partido-movimiento en la entidad. La manera como los medios de comunicación interpretaron el mensaje, lo dice todo, colocando a la militancia del nuevo partido como sumisos acatadores del dedazo voluntarioso y cupular del “Mesías”.

Para bien de la oposición progresista en Veracruz, ojalá y rectifique.

Xalapa, Ver., septiembre 14 de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

No nos hagamos bolas, si recordamos como se cocinó el llamado “pacto por México”, tenemos que entender que a partir del domingo siete de junio la derecha con el PRIAN y sus satélites tienen el sartén por el mango; impulsará una mayor profundización en las políticas públicas reformistas privatizadoras, y pugnará por consolidar el modelo neoliberal de país que auspician e imponen los organismos financieros internacionales, en detrimento de la soberanía nacional, el bienestar de la gente y el futuro para las nuevas generaciones. De ahí la necesidad de construir un frente amplio de la izquierda auténtica en torno a Morena, si es que se está por un cambio verdadero por la vía electoral… Y a otra cosa mariposa.

Una de las tantas contradicciones por las que transita la sociedad veracruzana, es la que atañe a los medios de comunicación de masas. La mayoría de los medios informativos, siempre prestos a denunciar injusticias, entuertos y componendas, impunemente violentan tanto le legislación laboral vigente como los más elementales derechos humanos de los trabajadores intelectuales, técnicos y manuales que, a su servicio, hacen posible la existencia del medio y el enriquecimiento de sus propietarios.

Empresarios ricos y reporteros jodidos, señala el comunicador Luís Velázquez, destacando esta contradicción, y así es en efecto. Ya en los inicios de mi desempeño como reportero en los diarios El Imparcial de Xalapa y El Tiempo, en la capital veracruzana, lo viví en carne propia como algo inaceptable, obligándome, primero, a sumarme a la organización y puesta en marcha de la Sección 50 del Sindicato Nacional de Redactores de la Prensa y, más tarde, a independizar mi trabajo incursionando en el entonces incipiente periodismo alternativo con el Boletín Diario de Noticias “Correo de la Noche” buscando otros horizontes.

Transcurridos casi 50 años, con un mayor número de medios y salvo contadas y honrosas excepciones nada ha cambiado en la relación laboral entre empresas periodísticas y sus trabajadores ni los periodistas cuentan con una organización gremial sólida y unitaria que vele por sus intereses El imbricado maridaje entre medios de comunicación y poder político no sólo niega el cumplimiento de la legislación laboral por parte de las empresas atentando contra los derechos de los trabajadores, también da lugar a la simulación y perversa práctica del “chayote” o “embute” que permite a reporteros, fotógrafos y columnistas, el redondear por debajo del agua sus magros ingresos para poder sobrevivir y sostener a la familia.

O bien, propiciando la proliferación de “texto servidores”, mercenarios que se doblegan sirviendo la más de las veces a no muy claros intereses en los círculos del poder formal y fáctico.

Nada es nuevo bajo el sol en México. No hay reproche. El no contar con un salario profesional digno y remunerativo, así como con las prestaciones de ley que dan acceso a la seguridad social individual y familiar, dobla a cualquiera. La necesidad obliga y la vocación queda.

A últimas fechas, se da otro fenómeno derivado de lo mismo: Los dueños de los medios de comunicación acumulan riqueza, prebendas y canonjías y los reporteros ponen los muertos.

En este escenario se celebra año con año en el mes de junio el “Día de la Libertad de Expresión”; fecha en la que el poder político formal refrenda jugosos convenios económico financieros con los propietarios de los medios y obsequia palmaditas y migajas a los periodistas de a pie.

Y en el marco de esta contradicción es que, como un hecho paradigmático, se presenta el no esperado fallecimiento del reportero gráfico y comentarista Noé Valdés. Hombre de bien, esposo y padre ejemplar, amigo entrañable de todos y con un singular cariño para Veracruz, muere al margen de la seguridad social desprovisto de derechos laborales que constitucionalmente deberían ampararle.
Toda una vida dedicada al desempeño del periodismo en diversos medios informativos, autodidacta, discípulo de otro amigo y colega en los viejos tiempos que se nos adelantara en el camino, el recordado reportero gráfico Saúl Sánchez.

Noé destacó como talentoso y sensible artista de la lente obsequiándonos imágenes invaluables del paisaje y vida comunitaria de un Veracruz que no todos aprecian. Y al final de su fructífera existencia, los gastos de la atención hospitalaria a su quebrantada salud, servicios funerarios y un modesto respaldo post mortem a sus deudos, habrán de solventarse en parte con la aportación solidaria del gremio gracias a la colecta que promueve el también comunicador Gustavo Cadena.

“¿Dormiste bien?”, era su saludo cotidiano. Hoy le decimos, Noé, duerme bien y descansa en paz.

Paradójicamente, quienes defienden con su trabajo la plena vigencia del Estado de Derecho, culminan su paso por el terrenal camino como víctimas de la injusticia impune. Llevándose como único consuelo la palabra solidaria de los amigos y compañeros que fieles a su vocación de servicio a la sociedad, comparten infortunio.

En los festejos del Día de la Libertad de Expresión, para los trabajadores de la prensa, nada que celebrar en Veracruz y sí un sentido reconocimiento a su entrega y compromiso con una vocación y una labor no valorada por la sociedad.

El discurso hueco de un gobernador fallido que reparte lo mismo mayor enriquecimiento para unos que limosna para los más, no puede ocultar u opacar el hecho inobjetable de que para al periodista de a pie la justicia está negada. ¿Hasta cuándo?

Hojas que se lleva el viento

Siendo la grilla electorera en Veracruz un continuum, o cuento de nunca acabar, para nuestra clase política y sus adláteres en un solo paquete se inserta la conclusión de la elección federal intermedia, las pre campañas de quienes aspiran a la candidatura a la gubernatura de la entidad en el 2016, y el salto a la palestra de quienes aspiran a una diputación local o a una alcaldía. Esto sin dar tiempo a que se presente y apruebe la iniciativa de reforma al Código Electoral de la entidad que el Sr. Duarte de Ochoa sacará de su chistera como aggiornamento para la elección de gobernador de dos años.

Lo curioso del caso es que todos, aspirantes y suspirantes, toman como plataforma de lanzamiento para sus sueños guajiros los resultados de la elección del domingo siete, como si estos fueran algo más que un triunfo pírrico de la partidocracia y no simple acceso de unos cuantos al botín. Deterioro y estancamiento de la economía veracruzana, desempleo, pérdida del poder adquisitivo y seguridad social de los asalariados así como la percepción de un despeñadero preñado de privatización y saqueo del patrimonio público, ni motivan preocupación ni quitan el sueño a los muchos tiradores que se apuntan, y los que surjan. Mucho menos, tiene cabida en su morral lo que la población inconsulta piense al respecto. Mala señal para el futuro inmediato.

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Y si de malas nuevas y señales se trata, hay que ir poniendo las barbas en remojo. Gracias al resultado de la elección del domingo siete, la privatización del agua en México es amenaza real anunciada. En Veracruz ya prácticamente es un hecho presuntamente irreversible que, parafraseando al Sr. Peña, a pesar de las resistencias, toma a los veracruzanos con los pantalones a las corvas. Después vendrán los impuestos por ventanas, jardines y mascotas, sin nada que lo impida.

Xalapa, Ver., junio 17 de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si la plataforma de lanzamiento para la búsqueda de la candidatura al gobierno de Veracruz es el resultado de la elección del pasado domingo 7 de los corrientes, pedalear cuesta arriba para los aspirantes será toda una “Odisea”, habida cuenta de que llevarán a cuestas la carga negativa de un régimen político que, a nivel nacional se exhibe como caduco, corrupto e ineficaz y, en lo local la realidad incuestionable de una entidad federativa con un gobierno fallido.

Lo curioso del caso es que a tal régimen le corresponde una sociedad que no se aventura a dar el paso para renovarle, ni la clase política acepta el juicio social para cambiar por sí misma, retroalimentándose ambos entre sí estableciendo un impase que, en términos reales, da lugar a estancamiento económico, violencia criminal y mayor deterioro del tejido social.

Fenómeno que en la entidad veracruzana se confirma con los resultados de la elección de diputados señalados como delincuentes impunes.

En esas estamos y en este escenario se enmarca la sucesión en Veracruz.

Los aspirantes.

La lista de los que queriendo tienen hasta el día de hoy alguna posibilidad, se reduce a tres militantes de los dos partidos que mantienen el primero y segundo lugar en la correlación de fuerzas político electorales en la entidad, no hay más y a sólo a uno de estos les tocará intentar revertir el clima de desaliento y hartazgo de una población que ya no quiere más queso, sino salir de la ratonera en la que en la entidad le ha enclaustrado lo mismo un gobierno fallido que una partidocracia teñida de corrupción e impunidad, o bien, como hasta ahora se observa, dar continuidad a gatopardismo y corrupción impune.

Hay quien se aventura, por ingenuidad o desconocimiento de la realidad nacional, a poner sobre la mesa la idea del surgimiento de un aspirante más, el independiente o “bronco veracruzano”, pretendiendo extrapolar la experiencia vivida en Nuevo León el pasado domingo. Nada más absurdo si tomamos en cuenta que la sociedad veracruzana no está preparada para tal opción electoral, ni las condiciones políticas están dadas para que de manera espontánea surgiera un liderazgo capaz de reproducir tal experiencia, enfrentando con relativo éxito a una maquinaria electoral que capitaliza para sí desigualdad y pobreza.

Lo cierto es, siempre a mi juicio, que revertir la percepción colectiva de un gatopardismo a modo que elección tras elección receta a la población más de lo mismo con distinto ropaje, es el reto y, para ello, las manidas estrategias electoreras no son ya garantía de aceptación en una población lastimada, dolida y con más ganas que voluntad para expresar su hartazgo.

El pedalear cuesta arriba ya no se puede sustentar en vanos discursos, pedestres baños de pueblo y el caudal de promesas que nunca se van a cumplir. O se cambia o se fracasa en el intento a mitad de la cuesta y, desde ya, tal cambio debe ser una necesidad más que evidente.

Más cuando está más que sabido que dos años y nada es lo mismo, cuando de transformar una realidad adversa a la gran familia veracruzana se trata. Y cuando hablamos de la terca realidad, nos referimos al grave estado de cosas que privando en Veracruz, lo mismo está referido a la economía, al deteriorado tejido social, a un gobierno fallido que a la política política, que tocando fondo en un proceso irreversible de descomposición, contamina y arrastra a las finanzas públicas estatales y municipales.

Gobernador de dos años, ¿para qué?

En esta ocasión, pese a lo que afirman la mayoría de medios informativos, la garantía de triunfo considero no está en el padrinazgo que del centro a la periferia y a la inversa, se dice cobija a los aspirantes. En reflexión anterior señalaba que lo relevante no es el quien gana, sino para qué y con qué propósito y este debería ser el meollo del asunto, ¿para qué Veracruz requiere de un gobernador de dos años y que propósitos animarían a éste en la búsqueda del rescate de una entidad postrada, sin rumbo, sin brújula, sin liderazgo, y sin ánimo y voluntad para cambiar el actual estado de cosas?

Porque ganar una elección y encaramarse a la primera magistratura del estado es una cosa, y otra, muy distinta, el afrontar la problemática actual y actuar en consecuencia para sacar al buey del atolladero. Y esto último es lo que en la mayoría de los veracruzanos anida en su mente, cuando con toda la ligereza del mundo, no sólo se aprueba la gubernatura de dos años, también con la misma ligereza, quienes aspiran a gobernar a Veracruz lo aceptan y se asumen como el mesías que desde los confines celestiales en 24 meses bajará el maná salvador.

Y es aquí donde la marrana tuerce el rabo. Los aspirantes deberán atender a las expectativas de rescate, cambio y progreso de esas mayorías más que al respaldo cupular del flamígero dedo. Y si no es así, podrán ganar una elección pero no gobernar en el sentido y propósitos deseables para la mayoría, poniéndose en riesgo la ya de sí frágil gobernabilidad, prolongando la crisis.

Esa mayoría silenciosa no cuenta, dirán quienes ahora, tras la elección del domingo pasado, sin el más mínimo talante crítico afirman que gano la democracia en Veracruz, siendo pieza clave Javier Duarte de Ochoa y su fallida administración que con el respaldo de una minoría, le cumplió al presidente Peña, avalando las llamadas reformas estructurales (y las que siguen). Porque en efecto, en términos cuantitativos la minoría ganó 16 diputaciones federales, en tanto que quienes se le oponen con un mayor número de sufragios apenas obtuvo 5 de las 21 curules en disputa.

La lección del domingo siete

Cuestión de enfoques ya que cualitativamente los comicios no modifican en nada la percepción que alimenta Javier Duarte de Ochoa tanto de un gobierno fallido como de una economía estancada. Como tampoco en nada se reduce la crisis de credibilidad y de confianza en las instituciones republicanas.

Luego no confundir gimnasia con magnesia. Las circunstancias son cambiantes y una cosa es elegir a Juan de los Palotes en una elección intermedia para que represente a sus electores en una democracia representativa simulada, y otra, muy distinta, elegir a quien chueco o derecho gobernará los destinos de toda una entidad federativa ya de sí compleja, desigual y sin destino cierto que, a su vez, está enmarcada en una realidad nacional prendida con alfileres.

Las mayorías suelen equivocarse, pero aprenden sobre la marcha de sus propios errores enriqueciendo la memoria colectiva. El 7 de junio quedó claro que un estómago vacío y la cabeza ardiendo de descontento y hartazgo, electoralmente no son garantía de cambio; pesando más el voto del hambre, el voto esquirol y el voto mercenario bajo la conducción de una maquinaria electoral corrupta, que una voluntad de triunfo desorganizada, fragmentada y sin un programa mínimo para la acción que aglutine, una y haga pesar la necesidad común de cambio y transformación que anida en las mayorías.A la luz de los resultados del domingo siete, la lección queda en el imaginario colectivo. No es ya aceptable el que la sociedad siga siendo manipulada, mangoneada y obligada a transitar por rumbos equívocos, por una minoría que sigue apostándole al más de lo mismo.

Necesidad de cambio

¿Qué tanto aprendió la sociedad de éste traspiés? Eso está por verse pero, poco o mucho, generará condiciones inéditas para la elección de gobernador en 2016, y ello debería ser suficiente para hacer girar la bola de cristal anticipando que los por ahora aspirantes a la gubernatura ni las tienen todas consigo ni pueden proclamar a los cuatro vientos que cabalgan en corcel de hacienda. Las mayorías les dejan hacer, les observan, escuchan, miden, sin olvidar cuál es su procedencia política y el papel que jugaran en el denostado pacto por México y la aprobación de la privatización de la industria energética en lo nacional, así como en lo local el no haber movido un dedo para frenar el descalabro del gobernador fallido.

De ahí que lo menos que se espera de los suspirantes es un diagnóstico serio, realista y a fondo de la realidad veracruzana, como punto de partida en sus afanes electorales, para de ahí actuar y proponer lo que proceda para, en un tiempo acotado de dos años y en espacios específicos, actuar en consecuencia bajo el eje rector de un programa mínimo con propósitos, objetivos y metas por alcanzar, debidamente jerarquizados, priorizados y consensuados con la población. Sin este enfoque que atendería a la necesidad de cambio, que requiere de honestidad intelectual y compromiso con las mayorías, éstas serán inmunes al mensaje proselitista y se prepararán para llegado el momento cobrar facturas pendientes.

Toca a los suspirantes determinar si transitan por el camino correcto aligerando la carga o, con toda ésta sobre las espaldas, intentar remontar la cuesta. A la sociedad, por su parte, le toca definir si nuevamente le apuestan al más de lo mismo o están por trascender el actual estado de cosas que tiene postrado a Veracruz.

Hojas que se lleva el viento

Inaudito aunque nada del otro mundo. Quienes de entre la militancia perredista, no supieron o no quisieron medir los tiempos renunciando con oportunidad al partido del sol azteca y sumarse a Morena, hoy pretenden colgarse del triunfo electoral del joven ingeniero Cuitláhuac García asumiéndose como los hacedores del marco social que posibilitara la derrota de Elizabeth Morales en la capital veracruzana. Oportunistas al fin, ya buscan establecer los puentes que les permitan encaramarse al nuevo instituto político y, tanto seguir medrando a costillas del erario público como obtener ventajas futuras en el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Ojo, mucho ojo, la llegada de última hora de ex perredistas a las filas de Morena, debe ponderarse con cuidado antes que estos den al traste con propósitos y objetivos de renovación y oxigenación de la vida política veracruzana.

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Y a propósito del maestro Cuitláhuac García, se equivocan tanto los que minimizan la campaña electoral que le llevara al triunfo, como los que aseguran es un improvisado al que nadie conoce en la capital veracruzana. Cuitláhuac ha venido picando piedra desde el 2006, organizando y alentando la participación ciudadana en el Movimiento Nacional de Regeneración Nacional en Veracruz. No es de gratis que cuente con toda la simpatía y confianza de Andrés Manuel, la dirigencia nacional y la militancia de Morena dándole un voto de confianza. Como él, un cada vez más amplio grupo de jóvenes y entusiastas veracruzanos trabajan con visión de futuro y voluntad de triunfo a lo largo y ancho de la entidad, no hay que perderlos de vista.

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Noé Valdez, estimado amigo y destacado periodista, falleció hoy domingo tras penosa enfermedad. Nuestro más sincero pésame a su apreciable familia. Descanse en paz.

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Interesante el proceso de democratización de la vida política en el reino de España. Los patos le tiran a las escopetas y una buena parte de las alcaldías, entre ellas las de Madrid y Barcelona, electoralmente son ganadas por una movilización social harta de corrupción y políticas públicas contrarias al legítimo interés de las mayorías. La Unión Europea bajo cuyo manto pretende cobijarse nuestro ínclito presidente Peña, se está reventando por lo más delgado, griegos, españoles y figurando ya en la agenda los franceses, están apostándole al sí podemos.

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Todo parece indicar que a los yucatecos la elección federal intermedia les tiene sin cuidado. Para elegir a sus cinco diputados federales de mayoría relativa, la mayoría voto en automático e inercialmente, favoreciendo al PRI. No así en el caso de la contienda local que motiva y moviliza a prácticamente a toda la población en edad de votar, destacando la elección de alcaldes, en especial en el ayuntamiento de Mérida en el que asentándose más del cincuenta por ciento de la población estatal, en esta ocasión el sufragio nuevamente dio la ventaja al PAN. Lo destacable es que en Yucatán a diferencia del resto del país, la participación ciudadana superó el 67%.

Xalapa, Ver., junio 14 de 2015
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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce 

Lo relevante no es el quien ganó, sino para que y con qué propósito.

Dada la complejidad de la elección del domingo próximo pasado, a lo que habría que agregar la contaminación, por decir lo menos, que sufriera el proceso comicial de elección de diputados federales desde sus inicios, salvo para los expertos que conocen del paño y sus “inteligentes audiencias”, la interpretación de sus resultados para hombres y mujeres comunes resulta ser un verdadero reto. Quizá por ello amplios sectores de la población optan por lo más simple y entendible: ni son confiables ni modifican para bien el grave estado de cosas que aqueja a un país gobernado por un presidente que no inspira credibilidad y confianza.

Posiblemente se  tenga razón al optar por lo más simple, dejando que la partidocracia y sus adláteres se haga bolas en el análisis acucioso del resultado y sus consecuencias futuras para sus particulares intereses, o bien, para justificar ante la audiencia el porqué de su derrota tras haber aprobado nuevas reglas de un juego electoral que no respeta.

¿Derrota? Sí, los números hablan. La elección, con sus asegunes, podrá ser legal a la luz de la legislación vigente que la misma partidocracia se ha dado, pero de ninguna manera es legítima a la luz de un mínimo de normalidad democrática. Una elección financiada con alrededor de 8 mil millones de pesos tomados del erario público, ni arrojó los resultados deseados de un fortalecimiento de la base social de apoyo para un presidente cuestionado, ni mucho menos, recuperó certidumbre, confianza, y credibilidad en el régimen político, representatividad democrática e instituciones republicanas. Esto, para quien escribe estas líneas no puede calificarse sino como una derrota.

Debiendo destacarse que en toda elección  democrática de representantes de la voluntad popular, lo relevante no es quien ganó sino para qué y con que propósito.

Veamos.

Los números que por ahora arroja el “Programa de Resultados electorales preliminares” (PREP), en su simplicidad que no necesariamente en su confiabilidad, nos dicen que con el 93.19% de las actas contabilizadas, de un total de 77, 913, 406 votantes potenciales listados en el Padrón federal vigente, hicieron valer su derecho al voto 36, 623, 125 ciudadanos; cifra de sufragios que representa el 47.5 % del total mencionado en tanto que 41, 290, 281 ciudadanos se abstuvieron de votar. Es decir, el 52.5% de los votantes potenciales se quedó en casita ajeno al juego electoral.

Hay mucha tela de donde cortar para explicar o justificar el fenómeno del abstencionismo. Lo cierto es que este se dio y peso en el resultado final de la elección, quedando a juicio de los propios votantes el juzgarle. Aunque cabe señalar que en política el hubiera no existe como para saber a ciencia cierta cuál hubiere sido el resultado con una mayor participación ciudadana. Empero, con los números en la mano, si se puede colegir que en una democracia medianamente decente menos del 50% de participación en las urnas no legitima una elección, por legal que esta sea, salvo en el remedo que vivimos en México.

Puede argumentarse cualquier cosa, como el que en toda elección intermedia es de esperarse poco interés en los votantes potenciales, lo cierto es que objetivamente tal desinterés responde a algo específico y a la partidocracia corresponde el revertirlo. En esta ocasión, el INE y los partidos políticos fracasaron en el intento, exhibiendo la vulnerabilidad de un régimen político carente de legitimidad democrática.

Aunque no puede dejarse de lado que se cumplió con el propósito de asegurar una mayoría dócil en la Cámara baja para los fines del proyecto neoliberal de Peña Nieto.

Por cuanto a los resultados de la votación, siempre siguiendo los números del PREP, el partido que resultara beneficiado con el mayor número de votos -de acuerdo con las actas contabilizadas en el momento de escribir este artículo-, fue el PRI, con un total de 10, 660, 241 sufragios. Votación a su favor que representa el 13.58 % del total nacional del padrón y el 29.10% de los votos emitidos en la elección. Porcentajes que ni uno ni otro dan visos de legitimidad al pírrico triunfo, ni deberían dar lugar al triunfalismo desplegado por el partido tricolor.

Sumada la votación del PRI con la de su satélite, el Verde Ecologista, el PREP arroja un total de 13, 248, 129 sufragios. Cifra menor al total de la sumatoria de votos a favor de sus adversarios y votos nulos, que ascendió a 23, 374, 996. Razón ésta por lo que el Revolucionario Institucional no alcanza la calificación de partido mayoritario y si, de una cuestionada primera minoría, en la correlación de fuerzas político-electorales en contienda. Todos los partidos que integran la partidocracia, son minoría en este país y ninguno alcanza el mínimo de legitimidad que toda elección en democracia exige.

Hasta aquí la numeralia electoral que arroja la elección nacional de diputados del pasado domingo 7. Que cada quien de acuerdo a su interés y posibilidades, la analice, juzgue y califique, antes o después de conocido el cómputo final que no definitivo, puesto que existen impugnaciones en puerta que tendrá que dirimir el Tribunal Superior Electoral del Poder Judicial de la Federación e, incluso, la Suprema Corte de Justicia de la nación.

Las cifras son públicas y están al alcance de todos.

«Sospechosismo» en Veracruz

Para el caso de Veracruz, sólo acierto por el momento a destacar que el triunfador de la elección fue el “sospechosismo”. Al calor de la noche pudieron pasar muchas cosas como para revertir una tendencia a todas luces contraria al partido en el gobierno y la gente así lo percibe, cuando los números finales benefician de manera más que escandalosa a los candidatos priístas más cuestionados del cotejo e incluso, señalados por la opinión pública como presuntos coparticipes de la quiebra moral, política y financiera del gobierno de la entidad.

No puede pasarse por alto también que:

Morena, de nueva creación, en el primer proceso electoral al que concurre, y a menos de un año de haber obtenido su registro como partido, se coloca ya en la entidad como la tercera fuerza electoral. Ganando con apenas 26, 368 votos la diputación en el Distrito Xalapa Urbano en la capital veracruzana, tomando con los dedos tras la puerta tanto al PRI como al gobierno del estado, que ignoraron o subestimaron lo mismo la inercia del efecto López Obrador y la transferencia de gran parte del voto duro perredista al nuevo instituto político, como el  claro rechazo al PRI, al PAN, al PRD y a la morralla de viejo y nuevo cuño que anima a los xalapeños. 

El voto efectivo de sectores participativos y bien informados de la población urbana xalapeña, es suficiente para nulificar la estrategia electoral, pedestre y antidemocrática del partido gobernante y su “aceitada” maquinaria. 

Como corolario y fuera del menú,  la candidata derrotada fue víctima tanto de su propia soberbia como del fuego amigo de sus correligionarios priístas. Un PRI dividido se unió y operó en contra de la candidatura de Elizabeth Morales, ex diputada federal, ex alcaldesa de Xalapa y ex presidente del CDE del tricolor, dejándole sola en los tendidos a diferencia del apoyo brindado a los “cochinitos” respaldados por Duarte de Ochoa y su padrino y mentor.

La elección de diputados federales para la ciudadanía concluyó. La pelota ahora está en el terreno institucional de árbitros y calificadores, pero eso no obsta para que conste que, de acuerdo a “usos y costumbres” de los veracruzanos, termina un proceso electoral y, de inmediato, inicia otro para no perder la aviada. Hoy a un día después del evento comicial del domingo siete, ya está en marcha el proceso que desembocará en el 2016 con la elección del sucesor del gobernador fallido.

 Hojas que se lleva el viento

El evento comicial en Veracruz dejó en claro que para la vida política de la entidad,  la crítica y denuncia mediática carecen de peso y efectividad en materia electoral en un régimen que,  premiando corrupción e impunidad, el estado de derecho no cuenta. El más de lo mismo entre los mismos, es la constante.

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La mayoría de los medios de comunicación son extensión de la partidocracia rampante, por lo que para amplios sectores de la población en Veracruz y en tratándose de la libertad de expresión, consideran no hay nada que celebrarle a los tundeteclas. Razón ésta quizá, por la que el festejo del “Día de la libertad de expresión” se reduce a los variopintos “Clubs de Tobi”, en los que se reconoce y premia a lo más selecto de su cofradía.-

Xalapa, Ver., 8 de junio de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

A nadie le gustan las comparaciones, pero en eso de la política, se hace difícil. Especialmente por quienes le apuestan o creen que México, va directo a ser dirigido por la izquierda gorilezca”.

Dra. Zaida Alicia Lladó Castillo, catedrática de la Universidad Veracruzana.

Considerando a la Dra. en Ciencias Políticas Zaida Alicia Lladó Castillo como una profesional de ganado prestigio, con una amplia y respetable trayectoria tanto como docente en la Universidad Veracruzana como en las filas del PRI, me resulta harto difícil poder calificar los exabruptos que vertiera en el artículo de su autoría publicado el pasado domingo en Crónica del Poder, bajo el título “El gorila mexicano”. 

Consecuente con el nerviosismo de su partido al ver que su abanderado en la contienda presidencial pierde puntos en las preferencias electorales, la distinguida académica se suma a la «guerra sucia» soltándose el pelo arremetiendo contra Andrés Manuel López Obrador con un argumento a todas luces absurdo, aberrante, fuera de lugar, e indudablemente carente de la objetividad y ponderación que como investigadora podríamos esperar de ella y solamente a la altura de un Vicente Fox Quesada que confunde gimnasia con magnesia. 

Toda comparación es odiosa, pero en política necesaria para confrontar perfiles, conductas, concepción del mundo y de la vida, así como propuestas encaminadas a objetivos concretos. Pero de ahí a comparar al candidato de las autollamadas izquierdas con los clásicos gorilas golpistas o con dictadores populistas como la autora califica a Evo Morales, Fidel Castro y al presidente Hugo Chavez, más que improcedente la comparación lleva implícita una grave ofensa a la inteligencia, ya no sólo para los millones de seguidores de López Obrador, sino también a pueblos hermanos como el argentino, el cubano, el boliviano, el nicaragüense, o el venezolano, a los que juzga incapaces de discernir bajo sus particulares circunstancias lo que mejor conviene  en la construcción de su propio camino. 

Intolerante en el más amplio sentido de la palabra, el artículo en cuestión por muy respetable que sea la opinión vertida por una ilustre veracruzana, nos remite al golpismo militar latinoamericano de viejo cuño. Equiparando en el mismo nivel  a los “gorilas» golpistas de triste memoria con un patriota intachable como Salvador Allende en Chile, con Fidel Castro en Cuba,  o con el ilustre revolucionario Augusto Cesar Sandino en Nicaragua, colgándoles peyorativamente  la etiqueta de   izquierda gorilesca, dentro de la cual inserta al “ignorante”, “mitómano”, “inestable”, y “falto de consciencia” López Obrador, ubicándole en la categoría política y social de un  “gorila populista”. 

La Dra. Lladó Castillo recurre a la experiencia de una álgida etapa de la política argentina, sin conocer de la vida interna del peronismo histórico y el que hoy domina el escenario en ese país sudamericano, pero bien se guarda de comentar que para América Latina el término “gorila”, hoy y siempre, es sinónimo de militar golpista al servicio de los intereses de lo más retrógrado de los Estados Unidos de Norteamérica, dentro del cual de ninguna manera caben los “populistas” que han dado dignidad a la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo yanqui. 

Flaca memoria histórica o pedestre y consciente deseo de dañar la imagen de un adversario que no enemigo de su partido y de su candidato presidencial. Denostando a quienes ella considera como  izquierda gorilesca, la ideóloga priísta ignora el “populismo” de una Revolución Mexicana de la cual deviene un régimen político con un partido hegemónico que gobernó por más de 70 años en este país, el  «Revolucionario» Institucional.

Sin parar mientes en la falacia de su argumentación la Dra. Lladó Castillo nos dice: “… sostengo que Andrés M. López candidato de PRD-PT-MC a la Presidencia, por sus antecedentes personales y políticos, propio y de sus allegados, por su historia profesional y de gobierno, por su comportamiento rebelde, incendiario e irracional, jamás podrá ser un personaje confiable en la Presidencia, porque la convertiría en un espacio de su propiedad para emprender desde ahí su lucha gorilesca”. 

El horno no está para bollos. Despropósitos como el manifestado por una universitaria veracruzana, estimada y reputada como brillante en todos los círculos sociales y académicos de la entidad, más que ayudar con ruines exabruptos viscerales a un partido político que ha perdido rumbo e identidad, abona en su contra exacerbando los ánimos; haciendo de un ejercicio constructivo de democracia como es el electoral, un coliseo en el que los contendientes en un todos contra todos habrán de valerse de lo peor de sí mismos para sobrevivir.  

Ni justo ni necesario, pero así entiende el ejercicio de la vida en democracia un partido político superado por la historia.-

Hojas que se lleva el viento

En el más depurado pragmatismo la traición se premia. En Veracruz el panista Gerardo Buganza llamó a votar por el priísta Javier Duarte de Ochoa, obteniendo para si la secretaría de gobierno en la administración duartista, hoy Vicente Fox convoca a sufragar a favor del abanderado de la dupla PRI-PVEM, ¿Qué premio espera recibir?. Lo admirable no es la carencia de principios, valores y convicción partidista de los panistas tránsfugas, lo que debería sorprendernos es que el PRI les reciba con los brazos abiertos, denotando que sus cuadros no son suficientes para convencer y ganar una elección.

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El affaire de los 25 millones retenidos al gobierno de Veracruz concluyo satisfactoriamente. La federación devolvió el dinero y hasta con intereses. Esto después de la plática en privado del Sr. Dr. Javier Duarte con Calderón durante los festejos del Día de la Marina. Seguramente no fue de gratis, algo más se cocinó entre los dos mandatarios ¿que cedió don Javier a cambio?

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Hacerlo voluntario sería como pretender hacer el pago voluntario de los impuestos”, dijo Peña Nieto manifestándose en contra de suprimir el descuento directo de las cuotas sindicales a los maestros. Sin comentarios, el mensaje a la Gordillo más claro ni el agua.- Xalapa, Ver., 04/05/2012

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Peña Nieto parece entender mejor que sus rivales en qué año vive. Y a qué mexicanos les está hablando”: Ciro Gómez Leyva

No hay dinero más caro que el que no se tiene, dice la conseja popular, lo cual podría aplicarse a la incipiente democracia en México, cuando se observa la pobreza de contenido del mensaje mercadológico de las ofertas de partidos y candidatos en la contienda por la presidencia de la República.

Unos más unos menos, lo que ofrecen al electorado nada tiene que ver con la realidad en la que se vive en un país dominado por la corrupción, pobreza y la desesperanza. El no contar con una democracia representativa auténtica y sustentada en la participación conciente y consecuente de la ciudadanía, resulta demasiado caro para un México que históricamente aplica grandes esfuerzos en su intento por salir del subdesarrollo.

A unos días de que inicien formalmente las campañas proselitistas, todo está listo para que el pueblo de México se vea bombardeado por spots televisivos, planas enteras en la prensa e intenso intercambio de lo mismo sesudos análisis de reconocidos politólogos, que trivialidades y lugares comunes. Todos partiendo de la premisa de que el mensaje a emitir va dirigido a un receptor inteligente, informado y pensante que, participando en el libre juego democrático, en su momento sabrá discernir si su voto está a favor de mercancía chatarra o a favor de una renovada esperanza sobre un futuro bonancible de progreso y bienestar para todos.

Lo cierto, salvo mejores opiniones, es que el México y los mexicanos electores potenciales al cual está enfocado el mensaje electoral a emitir, de acuerdo con lo aprobado por el IFE, no se corresponde con la realidad presente que la mayoría percibimos pero que políticamente no procesamos de manera consecuente.

Con índices de pobreza y pobreza extrema arriba del 40% de la población nacional, el subdesarrollo del país está  muy lejos del México ideal que nuestra clase política contempla, punto de partida éste para las campañas políticas de proselitismo que iniciarán el 30 del presente. Las promesas a ofertar habrán de referirse a un deseable futuro y no a un pasado y presente con atraso estructural no superado. Se reivindicará una ilusión y se guardará una vez más en el baúl del olvido reivindicaciones que en la memoria histórica nos remiten a una Revolución Mexicana interrumpida, desviada y traicionada en propósitos y objetivos de desarrollo con justicia social.

La modernidad como ilusorio escenario democrático de una sociedad del bienestar en un país que, históricamente, tiene como asignatura pendiente remontar el atraso y subdesarrollo que se pretendiera superar allá en los albores del siglo pasado por hombres y mujeres que ofrendaran su vida por un México mejor, más justo y más humano. Vana ilusión cuando en nombre de ese futurismo especulativo a que nos remiten partidos políticos y candidatos, se propone dar marcha atrás en lo que con sangre derramada fuera conquistado como irrenunciable, lo mismo en derechos individuales y sociales que en soberanía e independencia nacional.

Espejitos y abalorios artificiosamente envueltos en papel de seda, cuando es sabido que sin importar el ropaje, el mono, mono se queda.

Pareciera que me contradigo con lo ya expuesto en entregas anteriores sobre Andrés Manuel López Obrador, a quien considero guarda entereza, visión, esperanza y congruencia en sus propuestas. No es así. A mi juicio pese a considerarlo el mejor contendiente por la presidencia de la República, el político tabasqueño también parte de premisas falsas en el mensaje que emite a la ciudadanía; pecando de exceso de optimismo o ingenuidad, al estimar que el receptor de su propuesta electoral en su mayoría es un mexicano libre, informado, pensante, y dispuesto a sumarse al esfuerzo de transformación del país que propone, cuando la realidad indica lo contrario.

La libertad para manifestarse en las urnas, está subordinada a la necesidad creciente de un pueblo orillado a la pobreza y a la subcultura política de la simulación y el engaño. A mayor pobreza en el país, mayor es la posibilidad de que la presunta libertad se vulnere una vez más, sometiéndose la voluntad ciudadana a prácticas electoreras perversas como la compra del voto por partidos y candidatos. Prácticas que a su vez hacen nugatorio el propósito ideal de que la ciudadanía se exprese sufragando con información, conocimiento de causa y discernimiento sobre lo que más conviene al México real en el que en suerte nos toca vivir.

La sociedad mexicana está muy lejos del ideal democrático en que Andrés Manuel López Obrador sustenta su propuesta electoral. El  listado de candidatos de la Coalición de las llamadas izquierdas, tanto al Senado como a la Cámara baja, salvo contadas y respetables excepciones, son evidente reflejo del pantanoso y corrupto escenario antidemocrático nacional que precede a la campaña política formal del tabasqueño.

Ojala y no me equivoque en esto último ni se tome a mal interpretándose mis palabras como pedestre subestimación peyorativa de un pueblo que, pese a su condición de pobreza y pobreza extrema,  constantemente da muestra de fortaleza y amor a México. Pero no es posible ignorar una realidad que pesa y determina en todo proceso electoral, Cuantimás en el presente, en el que la corrupción, el dinero y no la libre voluntad del elector parece ser la constante en un régimen político agotado, en crisis terminal que ayuno de rumbo y visión de Estado, nos arrastra en su caída.

Ni el electorado en su gran mayoría es libre para expresar su voluntad en las urnas ni la política apunta a la construcción de una democracia representativa sustentada en la búsqueda del bien común. Ausencia de ciudadanía y perversidad política van de la mano. Sin participación en la toma de aquellas decisiones que le afectan y competen, el pueblo de México seguirá siendo rehén de la partidocracia rampante.

En política todo lo que se compra con dinero es barato, afirmaba cínicamente Fidel Herrera Beltrán, resumiendo una verdad insoslayable en la realidad del México de hoy. Lo que el electorado en respuesta al mensaje de partidos y candidatos debería expresar en las urnas es que la democracia no está en venta. Pero no puede hacerse de lado que la democracia simulada está al alcance del mejor postor. Y, desafortunadamente, todo parece indicar que  ésta última le resulta en extremo barata a un régimen político que ya no da más.

“Dinero mata carita”, paradigma de nuestro tiempo en el imaginario popular. El mensaje electorero a emitir, presuntamente parece apostarle a la imagen mediática de un México inexistente cuando la realidad indica que el partido y el candidato ganador será el que más dinero aplique a la compra de conciencias y voluntades de un inerme electorado que, a cambio, recibirá más de lo mismo: espejitos y abalorios como espejitos y abalorios nos ofertarán partidos y candidatos.

Hojas que se lleva el viento

Veracruz paradigma de capacidad de convocatoria en turismo gracias al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa. Ni la misa oficiada por el pontífice Benedicto XVI en Guanajuato, con 640 mil asistentes, pudo opacar la multitudinaria afluencia de visitantes a la Cumbre Tajín 2012, la mejor, más vistosa y más ilustrativa de las profundas raíces de los veracruzanos, desde que se instituyera este evento como el más importante de la entidad. Y viene lo mejor: Semana Santa, festividad a la que se espera confluyan en nuestras playas más de cuatro millones de paseantes, incluido el turismo tradicional de jícama y horchata que es atraído con despensas y paraguas tricolores.

Mérida, Yuc., a 25 de marzo de 2012

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En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

Hasta donde mi percepción lo permite, considero que Calderón Hinojosa no perdió con el triunfo de Josefina Vázquez Mota por sobre las aspiraciones de Ernesto Cordero, como mucho se dice. Al contrario, su partido, el PAN, salió fortalecido de la contienda interna por la candidatura presidencial, mostrando músculo y una estructura electoral inesperada. Se dice fácil, pero lograr que más del cincuenta por ciento de militantes y adherentes, en día domingo partidos de futbol de por medio y con un mínimo de irregularidades,  manifestara en abierto sus preferencias, dice mucho a favor de la estructura panista a nivel nacional.

Ya quisieran tanto el PRI como el PRD, poder llevar a cabo una elección interna abierta sin mayores tropiezos y,  sin que resulte un clásico cochinero de la magnitud a que ya nos tienen acostumbrados.

Ahora bien, considero que no se debe hacer de lado que el triunfo de Vazquez Mota se sustentó en actitud y discurso encaminado a convencer en primer término a una la militancia conservadora por tradición histórica. No podía ser de otra manera so pena de ser rechazada por amplios sectores de lo más radical de la derecha panista. No obstante, a lo largo de su pre campaña dejó entrever presencia, capacidad, experiencia y flexibilidad para convencer a un electorado de indecisos que, sin militar en el PAN, pudieren no comulgar con las propuestas del PRI-PVE y Movimiento progresista. Matando así dos pájaros de una sola pedrada hasta donde lo permitiera un laxo Instituto Federal Electoral.

Esto último apenas una muestra del tono con que Josefina afrontará a sus oponentes a lo largo de la campaña electoral. Sin perder de vista que “Haiga sido como haiga sido”, Calderón estará dispuesto a respaldarle con todo.

En este marco estimo que se van aclarando las cosas en el reacomodo de las diversas fuerzas políticas que electoralmente se expresan en México. Mediando de por medio la mano presidencial, el PAN se correrá hacia el centro, cediendo en donde haya que ceder y apretando hasta donde las circunstancias lo ameriten sin perder su inclinación ideológica de derecha, con una campaña destinada a convencer tanto a lo más conservador de la sociedad mexicana, como a los sin partido que a última hora se inclinan simplemente por cumplir con su compromiso cívico sin mayores broncas.

Por su parte, el Movimiento progresista ya mostró sus cartas. De una izquierda intransigente ha pasado a un discurso suave y terso en las formas y firme en el contenido, corriéndose en igual forma al centro del espectro político electoral para ganarse a una clase media que está y no está por el cambio que requiere con urgencia el país. El pacto de las izquierdas, a mi juicio histórico, entre López Obrador, Marcelo Ebrard y Cuauhtemoc Cárdenas apunta en esa dirección.

En cuanto al PRI, mis dudas. No logra abandonar actitudes, discurso y concepción de estructura partidista  propias del siglo pasado. Pareciendo que se conforma con su voto duro como si este fuera suficiente para alzarse con el triunfo. Paradójicamente lejos de fortalecerse en el centro del espectro, lo mismo coquetea discursivamente con la derecha que con la izquierda sin lograr una clara definición que atraiga a los indecisos, antes al contrario, con sus palos de ciego y su pésima elección de candidatos, se aleja de su ubicación centrista tradicional. Esta percepción obliga a pensar en un desdibujamiento de un PRI otrora triunfador que no aprendió de las lecciones del 2000 y 2006.

Si esta percepción es pretendidamente correcta, estaríamos hablando de una polarización de las fuerzas políticas del país en el que el PRI, sus aliados y su candidato presidencial, jugarían nuevamente el papel de compañeros de viaje sin destino cierto en un proceso electoral en el que el PAN y el Movimiento Progresista, se disputarían nuevamente la presidencia de la República con resultados por ahora impredecibles.

A escasos cuatro meses y medio de la elección, pueden suceder muchas cosas, no obstante, corregir rumbo y visión para adecuarse a las nuevas circunstancias de un México al borde del desastre, resultaría ya extemporáneo para el PRI. Ya lo veremos, si Calderón no dispone otra cosa.

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