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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si alguna duda quedaba sobre la crisis en México de un régimen político agotado y caduco que, habiendo tocado fondo no encuentra salida racional, baste ver lo que sucede en Veracruz para confirmarlo.

La corrupción impune niega el estado de derecho y este, en su inoperancia auspicia el dejar hacer, deja pasar ante la imposibilidad práctica de recuperar un mínimo de gobernabilidad en la entidad que le justifique. Puede más la insania de un gobernador fallido que ha perdido la razón, que la razón de Estado, ante la indiferencia del gobierno central que, desde el altiplano, contra todo y contra todos obsesionado está concentrado en imponer reformas y políticas públicas contrarias a lo que la ciudadanía espera de un buen gobierno.

A pesar de la autocensura obligada, la mayoría de los medios de comunicación veracruzanos se han soltado el pelo, ampliamente secundados por la prensa nacional exhiben la miseria de un gobierno ayuno de división de poderes en el que el titular del ejecutivo, en su afán de salvar el pellejo, tunde a palos lo que en las redes sociales se califica ya como “la piñata veracruzana”.

Para quien esto escribe, no hay necesidad de entrar en detalles; la prensa diaria, impresa o en línea está siendo pródiga en ello, dando cuenta puntualmente de hechos inéditos en la conducción de un gobierno que ya son del dominio público. En su momento y con toda anticipación, ya apuntábamos de la necesidad, como prioridad inexcusable el frenar a Duarte de Ochoa, impedir un mayor daño gracias a los coletazos de impotencia a que habría lugar de no hacerlo.

Esto último antes de iniciar el proceso electoral que desembocara en la elección del 5 de junio. Hoy a escasos 25 días de la elección la terca realidad lo confirma y justifica la opinión vertida. Habiendo sido derrotado en todos los frentes, el resultado del sufragio aceleró temor e impotencia, floreciendo lo peor de la condición humana en quien obligado estaría lo mismo a aceptar que respetar la voluntad ciudadana expresada en las urnas.

La descomposición del régimen, reflejada hoy en Veracruz, está a la vista de todos. Impotencia, sectarismo, autoritarismo y resistencia a ceder terreno a reivindicaciones de necesidades sentidas y reales de la población, habla de un divorcio de Estado entre gobernantes y gobernados. La brecha entre los dos estamentos cada día es más amplia y, el gobierno lejos de escuchar y ponderar con racionalidad lo que en México se está viviendo, se concreta a amenazar a aquellas personas o movimientos sociales que piensan diferente.

Pluralismo e inclusión como norma de convivencia civilizada, quedan en simple retórica en el  discurso oficial.  Pensamiento único, cartucheras al cañón, quepan o no quepan, es lo que el régimen anhela y ofrece.

O estás con las reformas estructurales o estás en contra; estás conmigo o  en mi contra, es la bandera del Sr. Peña Nieto. No hay marcha tras afirma y es secundado en ello por sus subordinados, aprendices de brujo que no ven más allá de un presunto complot por parte de un populismo que, desde las trincheras del neoliberalismo aldeano, hay que combatir hasta erradicarlo de la mente de los mexicanos.

En tal orden de prioridades, lo demás es lo de menos. Fiel tardíamente a la consigna que en su momento dictara Washington, para Peña Nieto y su reducido grupo de iluminados, lo determinante es vencer al populismo, aquí y fuera de nuestras fronteras, en tanto que la realidad real, como se lo echara en cara el Sr. Obama, exhibe su incapacidad e ineficacia en la atención a la economía macro y micro,  y los efectos negativos en la vida de las mayorías empobrecidas de una globalización mundo en la que los poderosos perdidos en sus propias contradicciones, no saben cómo paliar su propia crisis.

Peña Nieto afirma que no ha sido omiso. Veracruz entero lo desdice. Lo que se vive hoy con los últimos coletazos de quien ya se siente tras las rejas, pudo frenarse a tiempo, hoy ya es tarde. Gobernabilidad y estado de derecho están en entredicho. Para el imaginario popular ni hay gobernador ni hay gobierno. La anarquía es un hecho. El atentar impunemente contra la integridad física del gobernador electo por parte de una organización lumpen, es apenas la punta del iceberg que está emergiendo. Lo de siempre, se va a investigar y se actuará conforme a la ley con aquel o aquellos que resulten responsables. Lo que nadie cree ni incita a confianza alguna.

Si esto no es tocar fondo, no sé a ciencia cierta cómo podría calificarse la tragedia. Ya no es gobierno, partidos o actores políticos que le representan y sostienen quienes han fracasado. Es el régimen vigente en México cuya fecha de caducidad está vencida. Tanto como para que el partido endenantes hegemónico a lo largo de más de 8 décadas, haya dejado de serle funcional.  No más clientelismo sustentado en sindicatos y organizaciones agrarias; no más paternalismo ni apapacho a la mayoría empobrecida, no más PRI en los términos históricamente conocidos. O se está con el neoliberalismo o se está con el execrado populismo, no hay más lugar a medias tintas.

Roto el pacto social que los mexicanos se dieran, la administración de conflictos está rebasada. Frente a movimientos sociales de protesta y resistencia que surgen por doquier, al régimen sólo le queda el uso de la fuerza. “El Estado soy yo”, y la población acata, se dobla o se atiene a las consecuencias, es la bandera del gobierno peñanietista. A la amenaza le sigue la represión como secuela de incapacidad e impotencia para gobernar a un país que no se entiende.

El régimen político fuera de época y sustentado en una partidocracia corrupta e indolente, ya no se corresponde con una realidad nacional en la que el gatopardismo ya no tiene cabida.

Veracruz está en sintonía. Ayuna la entidad de un gobierno respetable y respetado, el violentar lo mismo la ley que la elemental armonía social que la convivencia entre diferentes recomienda como sustento de la gobernabilidad, es la tónica. Ausencia de credibilidad y confianza en instituciones e institutos políticos, es la respuesta ciudadana ante un régimen político que ya no da más. De aquí a la anarquía sólo hay un paso.

La alternancia como solución al conflicto, no da señales de enmendar el entuerto. Si con gobiernos priístas se orilló a Veracruz al desastre, con el PAN como conductor de la administración pública, a contracorriente de la realidad nacional e internacional, sin recursos, sin el respaldo de las mayorías y con un priísmo que va por la revancha, en el marco de la crisis generalizada que como la humedad se extiende a lo largo y ancho del país, nada halagüeño debe esperarse.

Y es en este escenario crítico que nuestra aldeana clase política y sus adláteres desde los medios de comunicación, cifran sus esperanzas, las propalan y esperan sean escuchadas y atendidas, en que por la vía electoral, en el 2017 o en el 2018, cual Ave Fénix Veracruz recuperará el rumbo perdido. Falsa expectativa, ni el sistema de partidos ni el régimen político están en condiciones de lograrlo. Los canales de comunicación entre Gobierno y ciudadanos están rotos; la participación ciudadana va por lo suyo por caminos diferentes. O se apuesta a un nuevo pacto social que renueve rumbo y destino en México restableciendo la unidad de Estado, o Veracruz con o sin el mesías en turno,  profundizará su caída.

Hojas que se lleva el viento

Una vez más. Un nuevo intento del PRI en Veracruz tras la derrota, por renovarse y recuperar la hegemonía perdida. Sin aún reconocer a ciencia cierta el porqué de su derrumbe electoral, el tricolor sustenta su estrategia de renovación en un mayor protagonismo de su vieja guardia respaldada con sangre joven, entreverando generaciones. Algo así como la “Alianza generacional” que le sirviera como plataforma de despegue a Héctor Yunes Landa. Esfuerzo en vano, o el PRI se renueva en su totalidad prescindiendo de los mismos rostros, las mismas mañas y los mismos intereses creados que le orillaran a la derrota, o seguirá el mismo camino que el PRD deambulando entre las tumbas como cadáver viviente. El camino para su renovación, a mi juicio, debería ser el de la democratización plena de su vida interna. ¿Será eso posible? Es de dudarse, la democracia y participación de sus bases en la toma de decisiones no está en su naturaleza.

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Ensoberbecido por el resultado de la elección del 5 de junio, Cuitláhuac García  olvida que es gracias a López Obrador y al partido al que se debe y no a su tesitura triunfalista personal que Morena creció electoralmente en Veracruz. Se subió al ladrillo y ya se mareo, perdiendo todo viso de humildad. Jugó y perdió, así que ahora a otra cosa mariposa, o se pone a trabajar en serio en pro del fortalecimiento de la estructura partidista, auspiciando claridad programática, organización, cultura política y cercanía con movimientos sociales, o las bases se encargarán de bajarle de la nube.  Así de simple.

Mérida, Yuc.- Julio 5 del2016.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Teniéndose en alta estima al que paga, y entre mejor pague mayor mérito, diversos medios informativos descuidando a sus lectores no dudan en faltarles a éstos el respeto que se merecen, subestimando la inteligencia de aquellos a los que, en teoría, deberían servir. Cosas de un moderno periodismo-empresa en el que la censura y la autocensura tienen valor de cambio.

En este marco, es explicable, aunque en lo personal no justifico, el que con motivo del I Informe de gobierno del alcalde xalapeño, se oculten ineficiencias y carencias, destacándose la imagen de un Américo Zúñiga que, afirman, estando haciendo bien las cosas merece reconocimiento público y aceptación de los xalapeños. “A mí me trata bien, cosa que le agradezco, afirma el diputado federal perredista Uriel Flores Aguayo, haciendo eco de lo que la mayoría de la prensa oficialista difunde.

Lo que bien se guarda y se esconde tras la autocensura, es que la añeja problemática de la ciudad capital, desde tiempos de Reynaldo Escobar Pérez, seguido de David Velasco Chedrahui, Ricardo Ahued y Elizabeth Morales, no ha pasado de un simple manoseo mediático en el que un superficial maquillaje no basta para solucionar lo sustantivo de una ciudad que languidece en medio del atraso económico, carencias de infraestructura urbana, asentamientos irregulares, caótica vialidad y comercio informal, así como un palpable abandono oficial.

En el primer año de cuatro, con Américo Zúñiga al frente de la comuna, la tónica del gobierno municipal no ha cambiado. La pavimentación e introducción de drenaje en algunas calles o la “manita de gato” en parques y jardines, no es respuesta a una problemática que se incrementa con el desordenado crecimiento de la mancha urbana.

Lo más evidente en las “cuatro Xalapas” que conforman la capital veracruzana, es el problema de la seguridad pública, seguido de la basura, el comercio informal y la cada vez más complicada vialidad en la que toda calle es estacionamiento vehicular. Temas recurrentes a los que hace alusión la población en referencia a su vida cotidiana. Minimizándose la ausencia de un crecimiento urbano ordenado, así como la existencia de cientos de colonias periféricas cuyas calles siendo lodazales intransitables, en ellas se asientan humildes viviendas que careciendo de servicios básicos, hacen de sus moradores clientela electoral segura siempre dispuesta a entregar su voto a cambio de migajas.

No todo es responsabilidad única del alcalde en turno. Para el gobierno estatal Xalapa es el patito feo de Veracruz. Lo malo es que los dos órdenes de gobierno se tapan con la misma sábana, priorizando la proyección de imagen y no la búsqueda de soluciones reales a una problemática que rebasa su capacidad de gestión. Es más útil, para el gobernador y el alcalde, pagar por el silencio a modo, censura y autocensura mediática, que sentar las bases para un crecimiento y desarrollo sostenido. Nada extraordinario, siendo esto último el pan de todos los días, generó ya conformismo en una sociedad que exigiendo poco, muy poco recibe.

Hojas que se lleva el viento

El “buen fin” conspiró contra la tradicional alegría de las fiestas decembrinas. De la clase media “media” para abajo, el aguinaldo, cuando lo hay, apenas alcanza para pagar deudas contraídas en el jolgorio consumista pre navideño. Ya en pleno puente “Guadalupe Reyes”, ha caído como balde de agua fría la noticia de que el incremento al salario será más que insignificante, por lo que el inicio del 2015, es difícil, muy difícil, que a las mayorías les ofrezca torta bajo el brazo. Y en esas estamos, cuando el gobernador de Veracruz turna al Congreso local una iniciativa tendiente a eliminar la tenencia vehicular. Medida pensada para calmar las malas vibras de una clase media que haciendo verdaderos malabarismos para sostenerse en el alambre, ha retirado su simpatía, apoyo y aceptación al régimen duartista. No se pagará tenencia pero el impuesto predial para el año venidero se incrementa, así están las cosas y ni para donde hacerse.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Habiendo sentado sus reales en el estado tanto el autoengaño como la persistente ofensa a la inteligencia de los veracruzanos, bajo el domo protector del poder coyuntural todo es posible. Definidos por el gobernador  los límites entre la realidad real y la mediáticamente virtual que gracias a la ausencia de oposición partidista, autocensura  en medios de comunicación y carencia de participación ciudadana responsable, marchan en paralelo y sin puntos de encuentro,  hasta la estupidez tiene cabida en la entidad.

Sólo así se explica el que en un escenario diferente a las comparecencias en el Congreso local en las que pesa más el protagonismo de funcionarios y diputados, hilando en torno a más de lo mismo que preocupados y ocupados en un debate serio que pudiera dar luz sobre las condiciones fallidas del gobierno de la entidad y como salir del atolladero, el Sr. Erick Lagos, secretario de gobierno, ante un selecto ramillete de juristas con todo desparpajo afirmara que “Hoy Veracruz disfruta de una democracia participativa y plena”.

Aventurada afirmación carente de todo viso de sensatez del responsable de la política interna veracruzana y en teoría segundo de a bordo del titular del ejecutivo, que sólo cabe en el pequeño mundo feliz del círculo de enanos que medra en la administración pública de la entidad.

Formado éste en el pedestre ejercicio de la política jarocha, cargando el maletín del que manda, seguramente no ha contado con el mínimo de formación intelectual y de cultura política que demanda el cargo que ostenta; exhibiendo total desconocimiento de nuestra Carta magna y, peor aún, de la realidad nacional, por lo consiguiente también de la que en la entidad ignora el mundo feliz y próspero del proyecto transexenal Herrera-Borunda.

En su reciente encuentro con los integrantes de la Asociación “Otero Ciudadano” e invitados, el Diputado Juan Bueno Torio dando repuesta a inquietud de uno de los presentes, tuvo la atingencia de recordar que conforme a lo dispuesto por la Constitución General de la República, la democracia en México es representativa y no participativa, por lo que toca únicamente al Poder Legislativo el revisar, ponderar, modificar, aprobar o no según el caso,  las iniciativa presidenciales.

Más claro ni el agua. Guste o no, en esa realidad real nos movemos y, en tal contexto, lo dicho por el secretario de gobierno de Veracruz, es una soberana tontería, por decir lo menos. Una más de las tantas que a diario mediáticamente nos endilgan quienes viven de y para una realidad virtual ajena a la que en paralelo cotidianamente sufre la mayoría de los veracruzanos.

Si ya de sí la democracia representativa en México es tan incipiente, tomando la partidocracia para sí  lo que en justicia es del pueblo, afirmar que en Veracruz hoy se disfruta de democracia participativa plena, además de soberbio desplante retórico, es muestra evidente de carencia de ubicación política y exceso de simulación que, afortunadamente, los veracruzanos ya identifican como tónica de gobierno en la entidad.

Y aun así, el ignorante y fatuo funcionario, partiendo de la idea de que si en Veracruz -por encargo de Fidel Herrera Beltrán- interviene, decide y controla la vida interna de siete partidos políticos, cree tenerlas todas para aspirar a la candidatura de su partido a la gubernatura del estado en el 2016.

Estamos en Veracruz, todo es posible, hasta la ignominia.

Hojas que se lleva el viento

Qué tiempos aquellos, Sr. Don Simón, cuando a la dirigencia estatal del viejo y nunca renovado PRI y a la administración pública, llegaran personajes  formados en el ejercicio de una sólida conjugación de la cultura y la praxis política. El estimado profesor, abogado, pedagogo, orador, destacado escritor y hoy rector de la Universidad Popular Autónoma de Veracruz,  Guillermo H. Zúñiga Martínez, quien el sábado presentara su más reciente obra literaria, es un ejemplo de ello. Hoy día, en los sexenios de la prospera simulación, la cultura no forma parte del equipaje de los jóvenes priístas que han optado por transitar los caminos de la política y el servicio público.

Tal fuera su prisa por ascender en la rueda de la fortuna, que la saliente presidente municipal de la capital veracruzana no vio ni quiso ver lo que bajo sus pies pasaba y,  en su soberbia, olvidara que el que montado en el artefacto desde arriba escupe a los de abajo, al descender tarde o temprano también será escupido. Hasta nunca Elizabeth.- Xalapa, Ver., noviembre 24 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En tiempos de crisis leer enriquece

En tiempos de crisis leer enriquece

Resulta cada día más difícil escribir sobre aquello que se contrapone a los circunstanciales intereses económicos o políticos de los propietarios de los medios de comunicación. El ámbito del periodismo crítico en la provincia  se reduce de tal manera,  que  el universo objeto de investigación, opinión, comentario o análisis, para el escribidor, amateur o profesional,  el carecer de tema para echar a volar la pluma a sus anchas y con plena libertad es cosa cotidiana.


El ejercicio de la autocensura personal para el escribidor, se convierte en el pan de cada día. No hay tema válido, social o político que abordar.  Debiéndose recurrir entonces al periodismo menor, aquel en el que lo más sano y políticamente correcto es decir lo que la audiencia en los círculos cercanos al poder, quiere leer o escuchar, o lo que al gobernador en turno le interese difundir.


Las reglas del juego son claras, y a ellas hay que atenerse si se quiere figurar en blanco y negro en los medios impresos, o a todo color en los electrónicos. Tratar de romperlas es bordar en el vacío. O el escribidor se condena a sí mismo al ostracismo, o recurre a su inventiva para laborar sobre pedido como texto servidor, con la esperanza de que el editor algún día extreme su generosidad y le salpique un poco de sus pingües ganancias. Existiendo siempre la posibilidad de negociar por su cuenta y riesgo y en su propio beneficio, lo que por principio mercantil corresponde cobrar al o los empresarios propietarios del medio que le emplea. Pero eso, más allá del tradicional e institucionalizado “chayo”, es mal visto y , además, condenado por las  empresas editoras en tanto constituye una falta a la “ética”  que norma al artesanal ejercicio periodístico.


Pero volviendo al restringido universo de la temática, son tan abrumadoras y en tal cantidad las noticias que hablan sobre el desastre económico y moral a que nos han conducido  los pésimos gobiernos federales a lo largo de más de cinco lustros, que el tema ya es del dominio público.  Habiendo sido ya abordado por las vacas sagradas de la prensa nacional, resulta para el escribidor local algo más que innecesario, salvo que el tan negativo escenario que se vive en el país, sea tomado como contexto referencial para destacar la corresponsabilidad que en ello llevan gobernadores y presidentes municipales en nuestro ámbito más cercano. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo. Tal tema cae en el tan sobado ámbito de la obligada autocensura personal o en el intercambio de favores entre las empresas editoras y quienes ejercen el poder formal de la entidad federativa de que se trate. En nuestro caso particular, Veracruz.


Pensaba escribir este día sobre el joven cordobés cuyo sueño guajiro de llegar a ser gobernador de Veracruz le fuera impuesto, muy a su pesar, ya que en lo personal conoce a la perfección cuales son sus limitaciones y el reto de tener que contender con quienes han aprendido a lo largo de muchos años el ABC de la política, que, por cierto, algunos dominan a la perfección. El tema es tabú. El escribir con talante crítico sobre Javier Duarte de Ochoa, o la división que su anticipada y costosa promoción está dando lugar al interior de su partido, ni es políticamente correcto ni reditúa ganancia alguna para los medios en los que generosamente se me brinda espacio y oportunidad.


Con este antecedente, opto por escribir dirigiéndome a un público que por principio debería ser electoralmente neutro y ajeno a los valores entendidos, el de los filósofos, intelectuales libres, y aquellos ciudadanos que de buena fe, con camiseta de algún color, o sin ella, conservan el privilegio de pensar. Proponiéndoles substraerse tanto de la realidad real como de la virtual que construyen los medios de comunicación y que  tanto daña al espíritu; dedicándole tiempo, inteligencia, conocimiento y talento a un tema al que, hasta donde yo sepa, hasta ahora no ha sido tocado: La naturaleza humana. Esto en el contexto de la evolución de las especies que sustenta la hasta ahora no superada teoría de Charles Darwin (El origen de  las especies, 1859; El origen del hombre, 1871). Que, entre otras cosas relevantes, afirma que “la evolución es el proceso por el que una especie cambia con el correr del tiempo en las generaciones. Dado que se lleva a cabo de manera muy lenta han de sucederse muchas generaciones antes de que empiece a hacerse evidente alguna variación”.


Si la audiencia a que me he referido, parte  de tal sustento teórico y está de acuerdo con éste, podría preguntarse, especular sobre ello y olvidarse de la hambruna que amenaza al planeta: ¿En que etapa del proceso evolutivo se encuentra la especie humana, tras el salto dialéctico de la transformación del último de los Homo habilis, primer espécimen del género Homo, en los seres humanos modernos que hoy sobre poblamos el planeta que nos acoge? ¿Formamos parte de una generación cuyo proceso evolutivo de la especie ha concluido y se prepara para el salto hacia un nuevo tipo de hombre? ¿Nos encontramos a medias del proceso y de ahí nuestra imperfección como seres pensantes?


Buen tema, si estamos conscientes del primitivismo que parece dominar en el  irracional comportamiento de la naturaleza humana en los tiempos que corren y que, en suerte, nos están tocando vivir.


Ahí se los dejo de tarea.

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