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Tag Archives: Cambios en gobierno

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Mucho se ha hablado en los últimos días sobre “los cambios” en el gabinete del gobernador Duarte de Ochoa, existiendo amplio consenso en que estos son expresión viva del gatopardismo que anima a los actos de gobierno ya no sólo en Veracruz, sino en el país entero;  en los que la simulación o interés implícito o explícito ocultando lo que compete o afecta a  ciudadanía y democracia, sólo modifica el tenor del discurso.

Sin embargo, poco o nada abonamos a favor de lo que deberíamos entender o esperar  de todo cambio impreso en la estructura orgánica de la administración pública veracruzana. Confundiéndose la necesidad de cambio en el contexto más amplio de la vida política y económica de la sociedad, con el cambio de actitud o de rumbo en el ejercicio del poder público que esperaríamos como sociedad de un gobierno por ahora fallido a los ojos de la ciudadanía.

Esto sin parar mientes en que si bien sociedad civil y gobierno se interactúan y retroalimentan, no necesariamente responden a los mismos propósitos y objetivos ni marchan al mismo ritmo. Como tampoco les afecta en igual medida el estado de cosas que configura el reino de las necesidades reales y sentidas y las respuestas y mecanismos para satisfacerlas.

En tal sentido, no se ve un punto de encuentro que permita aseverar que unidos, los veracruzanos transitamos por el mismo camino en la búsqueda de crecimiento y desarrollo.

En este orden de ideas cabe preguntarse entonces cuales son las expectativas de cambio de la sociedad civil, en que rubros y en qué orden de prioridades, así como cuáles serían los caminos más idóneos que se espera conduzcan a la búsqueda de respuestas eficaces al abanico de necesidades que ésta demanda para alcanzar estadios superiores de convivencia y bienestar.

Y, en este marco, delimitar lo que en justicia es tarea de la sociedad civil y cuál es la que corresponde al poder público en sus tres órdenes de gobierno. Para, a partir de esto, concretar lo que la sociedad espera de su gobierno, así como identificar y encuadrar lo que siendo tareas comunes, exigen la conjunción de propósitos, objetivos y tareas de todos,  en su respectivo ámbito competencia.

Si no se tiene clara esta situación, a mi juicio estaríamos recreando el clima de paternalismo de Estado del viejo régimen, esperando –dejando hacer, dejando pasar- que sea el gobierno el responsable único de proveer respuesta eficaz a todas nuestras necesidades como sociedad. Evadiendo lo que a cada quien corresponde aportar en la construcción de un país más amable y llevadero.

Si lo que se persigue es la utopía de una sociedad justa y solidaria que por sí misma construya y fortalezca lo que se ha dado en llamar “Estado del bienestar”,  lo que encontraríamos con tal talante de dejadez sería reafirmar el carácter ineficaz por sus resultados y autoritario por sus actos, de un régimen político que hoy día parece no dar más.

México ha cambiado, se dice con razón y, por ende, también Veracruz que va en el mismo barco. Habría que clarificar en qué, cómo y hacia donde apunta este cambio, para tomar conciencia de en donde estamos parados y que es lo que en dicho proceso, para bien o para mal, se ha quedado rezagado, y entonces pensar y actuar en consecuencia con visión de futuro. Si esto no se tiene claro, a mi modesto entender sociedad civil y gobierno van de la mano sin rumbo y a la deriva, compartiendo e intercambiando reclamos, lamentos e indiferencia.

Bajo esta óptica es que considero debe contemplarse el “gatopardismo” del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa.

¿Qué cambia para seguir igual? Lo mismo para las expectativas de la sociedad en su conjunto que para una administración pública que, en stricto censu, está obligada a desempeñarse bajo el mandato de la ciudadanía con honestidad, eficiencia, eficacia y transparencia, dando resultados palpables a sus mandantes como coadyuvante en las tareas del crecimiento y desarrollo.

De otra manera, tejeremos burdo o fino en torno a la idea de cambio como mera abstracción, frente a una realidad real que nos ofrece estancamiento económico, deterioro del tejido social y nulo avance en el bienestar de los veracruzanos. Realidad que exige algo más que elaborada retórica.

Hojas que se lleva el viento

Gobierno omiso. Hubo necesidad de un movimiento social de autodefensa en Michoacán para que el gobierno federal “descubriera”, en un mar de corrupción, cuantiosas operaciones presuntamente ilícitas en el puerto Lázaro Cárdenas en esa entidad federativa. Miles de toneladas de minerales y decenas de maquinaria pesada se ocultaban bajo la alfombra ante la mirada complaciente de las autoridades.

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El ya identificado como “falso debate” en torno a la centralización del cobro y administración del impuesto predial por parte del gobierno estatal, ha levantado ámpula en la sociedad. Más allá de la especulación, ignorancia o chisme palaciego, lo que vale y vale mucho, es lo que la ciudadanía percibe. Lo primero que se pensó es que el gobierno duartista ante la falta de dinero para afrontar el costo de los Juegos Centroamericanos, se ve obligado a irse sobre los recursos de los Ayuntamientos. Los veracruzanos no olvidan el affaire de la bursatilización y sus nefastos resultados.  La burra no era arisca…

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En Xalapa no hay obra pública porque aún no hay plan municipal de desarrollo, diría muy molesto el alcalde Américo Zúñiga ante la tempranera crítica. Y tampoco hay con qué, dicen los xalapeños. El Ayuntamiento de la capital veracruzana cuenta con más deudas que disponibilidades, y no es la excepción en el ámbito municipal de la entidad. Así que no nos queda más que aguantar y esperar a que los genios de la planeación, si es que los hay,  hagan de la crisis oportunidad para salir del bache.

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Y ya montados en las expectativas electorales del 2015 y 2016, pasamos por alto que lo que está en juego, de no entender y atender cuál debe ser la prioridad número uno de Veracruz, es su viabilidad económica y social.  El no avanzar en la concreción de logros tan importantes como urgentes de crecimiento económico, creación de empleos y aminorar los efectos de la miseria, desigualdad y marginación, así como en el combate a la corrupción, impunidad y dispendio de los recursos disponibles, la entidad no tiene futuro. De ahí la pregunta obligada: ¿El futuro de Veracruz depende de la política electoral o de la reactivación económica?.- Xalapa, Ver., marzo 5 de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Entre quienes ayer comían  de la mano de la señora que hasta mediados de la semana pasada  se desempeñara como Coordinadora de Comunicación Social en el gobierno de Veracruz, no faltan los ingratos. Muerto el rey viva el rey. Los asiduos lectores de las columnas políticas en medios impresos o en portales de la Internet, por su pluma los identificarán.

Otros, sin haber sido beneficiarios directos de las políticas equívocas de pago por servicios prestados, simplemente hacen leña del árbol caído, responsabilizando más de oídas que por conocimiento de causa, a la Sra. Gina Domínguez. Ingratos y no ingratos, pero también un buen número de afectados por su exclusión de la nómina gubernamental, se cuidan eso sí, de no mencionar que como empleada del gobernador o bien recibía órdenes o las interpretaba a su real entender, que para el caso es lo mismo en la medida en que contara con carta blanca para el ejercicio de su función.

El que ahora se autonombra “pavo Real”, es el bueno, el llamado a limar asperezas con los empresarios de la prensa y  a salvar con ello  la deteriorada imagen del gobernante. Alberto Silva, ex alcalde de Tuxpan, ex secretario de Desarrollo Social y hoy flamante Coordinador de Comunicación Social, merece no sólo el beneficio de la duda, sino que se hace acreedor al tendido de alfombra y quema de incienso de los aduladores que van tras la chuleta. Muerto el rey, viva el rey mientras el billete fácil fluya y las infanterías reporteriles no se le suban a las barbas a sus empleadores, como ya está ocurriendo.

Unos comen en bandeja de plata, otros, los más disfrutan de las migajas aún a costa de su integridad física, y así lo están entendiendo las infanterías del periodismo oficial u oficioso hoy al margen de un régimen salarial digno y de prestaciones sociales que hagan más llevadera tanto su tarea como el bienestar de la familia. La amenaza de despido no es impedimento para que se manifiesten en protesta.

Gina Domínguez deja el cargo para ocupar otro de menor valía. Cosa nada rara en la actual administración duartista, si suben o bajan lo que menos cuenta es dignidad. Para sus cercanos, la renuncia al cargo responde a fatiga y desencanto; el aceptar un nuevo encargo de escritorio, liberación oportuna de una carga ya insoportable para la salud física y mental de la señora.

Para sus críticos más amables, la oportunidad de servir más de cerca a su empleador,  hablándole al oído sobre espinosos temas, como una asesora más entre penumbras y entretelones.

Para el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, el relevo responde a su personal interpretación de una realidad y una actividad periodística profesional que no entiende; el ubicarle en otro puesto creado ad hoc, como es la secretaría técnica de la oficina del gobernador, salida lo menos traumática para quien le sirviera con relativa lealtad.

Sean cual fueren  las razones, la eficacia de su desempeño queda en duda; su presunto enriquecimiento a costa tanto del erario público como de su participación en lo oscurito en negocios poco claros, voz populi. Liberada de la carga no escapa al escarnio y la maledicencia; quedó señalada y marcada, por salud mental difícilmente podrá sin sobresaltos por las tardes compartir un café con quienes en el ejercicio periodístico fueran sus amigos y colegas.

El 19 de septiembre del año pasado, en el artículo de mi autoría publicado bajo el título “Vida útil y caducidad”, consideré: Gina Domínguez Colío alcanzó su más alto nivel de eficiencia y con ello su condición de obsolescencia. No porque dejara de ser inteligente, capaz o por perder la confianza de su empleador, como se rumora. Alcanzó su tiempo de vida útil como Coordinadora de Comunicación Social, simplemente porque así lo está determinando el mercado de medios de comunicación masiva en la entidad lo que obliga a su vez al gobierno del estado, consumidor del producto ofertado, a poner en práctica una nueva estrategia de consumo, orientada a obtener el mayor impacto comunicacional en la población con el menor costo político y financiero.

Si ella hubiera tenido clara esta situación, renuncia en la cúspide de su desempeño. No fue así como tampoco la nueva estrategia comunicacional cuajó, sin alcanzarse mayor impacto ni mucho menos el menor costo político, económico y financiero. Antes al contrario, socialmente se revertió en perjuicio de credibilidad e imagen de un gobernador confrontado con el periodismo.  Hoy Gina deja el cargo con la cola entre las piernas y a otra cosa mariposa. Ni hablar, el poder marea y así se escribe la historia en la política jarocha.

Hojas que se lleva el viento

Para Ripley.  En un santiamén el alcalde Américo Zúñiga exentó al cuerpo de bomberos de la capital veracruzana del pago de agua que le cobraban sus antecesores. Ojalá y tome la misma medida exentando del pago de saneamiento  a las decenas de colonias populares que carecen de drenaje.

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Ya trascendió. Ambición mata razón. Con los cambios en el gabinete duartista se hizo pública la contienda de perros y gatos que se traen en el seno del primer círculo de la administración pública veracruzana. Todos contra todos en el mismo costal, fuego amigo y patadas bajo la mesa es el escenario en el que el Sr. Dr. Duarte de Ochoa inútilmente clama por la concordia y unidad.

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Muchos se preguntan el por qué Alberto Silva se autonombró “Pavo Real”, al tomar posesión de su encargo como Coordinador de Comunicación Social, cuando cómodamente el mote de “Cisne” le quedaba a la medida. Ya salió el peine, se considera plumífero de ornato que distinguiéndose  por una amplia y colorida cola, ni perjudica ni beneficia en los floridos jardines de palacio.

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Este miércoles Carlos Luna Escudero presentó en sociedad al nuevo portal informativo «Sociedad 3.0» que,  bajo la conducción de Jaime Ríos Otero y Alfredo Bielma Villanueva, pretende ser un medio de comunicación que interactúe con sus lectores en un esfuerzo por sumar su grano de arena en el rescate del periodismo veracruzano,  hoy en crisis. Desde estas líneas expresamos nuestros mejores deseos para el buen éxito de esta iniciativa, haciendo votos por que cumpla a cabalidad su propósito de dar espacio a los sin voz en una entidad federativa en la que hombres y mujeres de a pie ni se ven ni se escuchan.

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