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Tag Archives: Combate a la pobreza

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Conforme se incrementa la profundidad de la crisis por la que atraviesa Veracruz, nadie parece estar interesado en mover un dedo para amainar la debacle económica, deterioro del tejido social y miseria política. La sociedad pareciera haber bajado la guardia, impotente para no solamente frenar la crisis, sino también para vislumbrar nuevos y más amplios derroteros. Adormilada por la machacona idea de que aquí no pasa nada, deja hacer, deja pasar, esperando que la realidad cambie por sí misma.

El valemadrismo y simulación de una administración pública corrupta, impune y financieramente desfondada, de tanto promocionarse pareciera haber contagiado a la mayoría de la población del síndrome de indiferencia frente a una realidad que tocando cotidianamente a la puerta de las familias, se anuncia como algo que llegó para quedarse.

El descontento, hartazgo y desánimo en el imaginario colectivo, lejos de canalizarse en la búsqueda de mejores y más amplios caminos para alcanzar crecimiento y desarrollo, provoca un impasse perverso en la vida social y económica de la entidad. La sociedad, impotente frente a una realidad que aún percibiéndola no se atreve a enfrentarle, acepta el más de lo mismo como si no existiera salida alguna a una crisis que habiendo tocado fondo, se revuelve y se agiganta en medio del valemadrismo.

Y es en este punto muerto en el que perdida capacidad de indignación y de reacción, la sociedad veracruzana cual mirón de palo haciendo como que la virgen le habla, deja hacer sin mayor reparo a la llamada clase política que, a sus anchas, se despacha con la cuchara grande socavando la incipiente democracia a la que como forma de vida aspiramos.

Resignación. No hay nada que se pueda hacer para enmendar lo hecho. Sólo queda cifrar esperanzas en el relevo gubernamental, con más fe ciega que convicción de que con el cambio de estafeta en la gubernatura, habrán de resolverse por sí mismo los problemas que hoy aquejan a la entidad veracruzana. Falsa ilusión, la crisis es tal y en todos los ámbitos que la oferta política de los adelantados se siembra en tierra infértil.

El contexto más general dentro del cual se da la crisis multidimensional de una entidad federativa que mereciera mejor destino, sin la participación responsable y consecuente de la población hace nugatorio todo intento por enmendar la plana. No es Veracruz, es el todo nacional que gravitando en torno a un modelo de país empobrecededor, responde más a las propuestas sistémicas del capitalismo salvaje internacional que a las necesidades concretas de impotentes mayorías.

El impasse es general. Ni para atrás ni para adelante, todo está estancado en el afán neoliberal de un Peña Nieto que cifra esperanzas de progreso en presuntas reformas que chocan con la terca realidad. De cara al mundo, más desanimo y más pobreza, es la constante.

La gente lo percibe e impotente frente a una realidad que le supera, opta por el camino facil de la indiferencia, profundizando el divorcio entre población y gobierno, auspiciando la respuesta individualista: que cada quién se rasque con sus propias uñas. Mientras no falte el pan en mi mesa, el sufrimiento ajeno me vale, el Sr. Peña y sus aprendices de brujo bien pueden hacer y deshacer.

Así, el discurso, como la parafernalia al estilo de los viejos tiempos no logra penetrar la coraza de indiferencia de una sociedad dormida. Anclada en el más de lo mismo como expectativa presente y futura, la mayoría de incipientes ciudadanos, deja hacer, deja pasar, sin esperar nada que no sea un milagro. Y en ese punto muerto, para beneplácito del gobernador fallido, el más de lo mismo de la clase política, con el respaldo de la mayoría de los medios de comunicación, actúa como eficaz distractor librándole de la picota pública. El poner nuevamente en escena el combate a muerte entre los Yunes buenos y los Yunes malos en una grosera campaña proselitista adelantada de quienes aspiran a sucederle, libra al Sr. Duarte de Ochoa de dar la cara como único responsable de entuerto tras entuerto en una entidad federativa que arrastrando la cobija .no encuentra rumbo ni destino cierto.

El no pasa nada y el valemadrismo de una administración pública desfondada, en medio del cochinero político se retroalimenta, agudizando los efectos de una crisis que no se resolverá con una gubernatura de dos años. De perdida lo que aparezca y lo que se nos oferta políticamente en Veracruz, marcha en tal tesitura. Nada en los adelantados indica posibilidad de cambio real, ampliando los terrenos del desanimo e indiferencia. Voceros oficiosos de un modelo de país que no ofrece garantías de progreso, lo más destacado de un ejército de aspirantes a la gubernatura no tiene nada sólido que ofrecer.

Paradójicamente, el que se considera puntero en la justa adelantada, nos dice que el enemigo a vencer es la pobreza, cuidándose de no aclarar que ésta es consecuencia y no causa resultado del modelo privatizador y empobrecedor de un neoliberalismo que en el mundo entero está agotado. El paradigma es Peña Nieto y en su nombre se oferta más de lo mismo, retroalimentando indiferencia, así como profundización del divorcio entre las clases subordinadas y los administradores formales del poder fáctico real que vela por los intereses sistémicos del gran capital.

La correa de trasmisión que armoniza el interés común está rota. La política como expresión objetiva del régimen que en teoría los mexicanos nos hemos dado, está fracasando en el intento. La suma de las partes arrastra al todo y en ello Veracruz no es ajeno.

En esas estamos, México y Veracruz viviendo un perverso punto muerto. Ni la clase gobernante ni los gobernados, tienen asidero confiable para romper el círculo vicioso. Unos y otros en espera del milagro coyuntural que ilumine el camino.

Hojas que se lleva el viento

Entre lo nauseabundo del fango, algunas voces clasemediaras se levantan en Veracruz, apostándole al rescate. La fórmula: más de lo mismo con un candidato a la gubernatura de dos años que desde las filas del PRI se asuma como el Mesías salvador.- Xalapa, Ver., julio 24 de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En el marco nacional de una profunda crisis económica, social y política, a falta de resultados tangibles se impone el triunfalismo sin sustento de un presidente Peña que da para todo, menos para enderezar la nave y darle rumbo cierto.

El proyecto neoliberal de país que el presidente propone y la mayoría de la población rechaza, hace agua por doquier, desmintiendo las absurdas y contradictorias aseveraciones sobre el crecimiento de la economía nacional, abatimiento de la violencia criminal y el respaldo social a un modelo de desarrollo privatizador avalado por el triunfo del partido gobernante en las urnas.

Aseveraciones triunfalistas enfocadas a recuperar un clima de confianza y credibilidad que persiste en ir a la baja bajo el peso de la realidad real, nunca antes tan terca como en los tiempos que bajo el gobierno del Sr. Peña nos ha tocado vivir.

Más absurdo aun cuando los números duros del Banco de México, Secretaría de Hacienda, INEGI, Coneval y el INE, desmienten tal triunfalismo. Y ni que decir de organismos internacionales que monitoreando la situación de México, colocan de hecho al país entre los que acusan menores índices de crecimiento económico y desarrollo humano.

Con la elección del domingo siete, el presidente Peña gana el control de la Cámara baja pero de hecho, da por concluido su primer trienio de mandato sin más resultados que los estampados en el papel, con la aprobación “a la pela vaca” por el Congreso de la Unión de reformas legales que no aterrizan y que si concitan rechazo y resistencia social. Para el segundo trienio, el Sr. Peña anuncia a bombo y platillo que gracias al respaldo electoral mayoritario al partido en el gobierno, su administración va a concretar las metas trazadas al inicio de su gestión.

¿Cuál respaldo social mayoritario? ¿Qué no los números duros indican que la alianza del PRI-PVEM alcanzó en la elección intermedia una votación no mayor al 14 por ciento del padrón nacional electoral?

¿Cuáles metas a concretar? ¿Acaso concluir con la privatización de lo público? ¿Hacer nugatorio un empleo decente para las nuevas generaciones?

Desigualdad y pobreza lejos de abatirse se incrementan a lo largo y ancho del país en el marco de una economía estancada, un régimen político cuestionado y un tejido social en franco deterioro. ¿Cuál es la meta a concretar en este verdadero escollo estructural?

El tiempo se le echó encima al Sr. Peña. Si en el primer trienio no se legitimara consolidando confianza y credibilidad entre sus gobernados, para el segundo podría anticiparse será perdido lo mismo para los afanes neoliberales que para las expectativas de progreso y bienestar de los mexicanos. Día con día, la movilización social se lo hará saber.

La misma clase política lo intuye. No es circunstancial el surgimiento anticipado de aspirantes a la primera magistratura del país en el 2018, indicador de una urgencia percibida por cambiar de página y explorar nuevas alternativas para el rescate y control de economía y sociedad, que por ahora se percibe se le escurren entre los dedos.

“Ya hay ansiedad porque la administración finalice. La inquietud es general. No han terminado las ansiadas reformas estructurales todavía en proceso ni se ha aliviado la tensión en que vive buena parte del país debido al crimen organizado y la debilidad microeconómica que ha pegado a las mayorías”, comenta Julio Faesler (Excélsior 20/06/2015).

Veracruz. La sucesión

Y en este escenario nada optimista, en la aldea los senadores priístas inmersos en el juego anticipado de la sucesión, propician y auspician un desborde mediático preñado de especulaciones, rumores y malos entendidos que lejos de oxigenar el clima político veracruzano, desde ya contaminan el proceso de cambio de estafeta que culminará en el 2016 con la elección de gobernador por ahora aún de dos años.

Como aspirantes a suceder al gobernador fallido, no pierden oportunidad para ventanearse, darse baños de pueblo y ofrecer lo que, de antemano se sabe difícilmente cumplirán. Encontrando en los medios de comunicación el espacio propicio para confundir más que para proponer salidas concretas a la crisis multidimensional que lo mismo vive la administración pública, que el todo de un estado que, como Veracruz, pese a su potencial no tiene para cuando salir de su postración.

La mayoría de los medios de comunicación, no pudiendo o no queriendo abordar con seriedad la temática toral de la crisis veracruzana, se hacen eco del desbocado discurso de los aspirantes priístas sin cuestionarlo; recurriendo entonces a lo que bien conocemos en la entidad: la grilla palaciega, la especulación sin sustento, la denuncia del día a día que nunca prospera, las medias verdades o medias mentiras sobre el desempeño de los personajes de marras, y hasta del fuego amigo que va poniendo piedritas en el camino a quienes queriendo solamente ser gobernadores de dos años y no enderezadores de entuertos, trotan que trotan a lo largo y ancho de la entidad prometiendo el oro y el moro.

Nada que lejos de confundir a la audiencia, apunte a respuestas congruentes y viables a la problemática estatal ni propuestas concretas para rescatar y enderezar el rumbo, lo mismo en la postrada economía que en un tejido social en franco deterioro, en el que la pobreza, el descontento y el hartazgo pesan más que la razón.

Y por si fuera poco quienes ya se asumen como sus adversarios en el 2016, también imbuidos por el afán madrugador en medio de la confusión transitan sobre lo mismo; priorizando en su orden de jerarquías el ruido mediático por sobre el obligado diagnóstico del momento que vive la entidad y las posibles respuestas que enmarcadas en un plan emergente, den viabilidad a un gobierno acotado por un tiempo límite de 24 meses escasos.

Lo más singular es que en la coyuntura, no hay nada aún para nadie. Todo se reduce a simples aspiraciones, suspiros por un anhelo tempranero y ajeno a lo que los veracruzanos piensan y viven en su cotidianidad.

Sin visión de Estado y de futuro el país y Veracruz marchan al garete. Guardadas las proporciones del caso entre lo nacional y lo local, todo apunta a sexenios perdidos en medio de un escepticismo preñado de desconfianza, incredulidad e incertidumbre, que coloca lo mismo al Sr. Peña que al Sr. Duarte entre los gobernantes en México con los índices más bajos de aceptación de las últimas décadas.

Si la elección del 2015 se toma como referente, más que motivo de triunfalismo y regocijo los números duros indican que el segundo trienio de Peña Nieto y el último año de gestión de Duarte de Ochoa, no estarán libres de tropiezos, incrementándose descontento, hartazgo y resistencia de una sociedad que para mitigar sus cuitas ya no quiere más remedios fallidos.

Hemos de insistir en que con esta carga negativa, salvo mejor opinión, los aspirantes al gobierno de dos años en Veracruz tendrán que pedalear cuesta arriba para convencer en los tendidos y, para ello, el discurso facilón, el baño de pueblo y el ostentarse como enemigos de la corrupción impune, emergiendo del mismo nido de buitres, no es garantía de triunfo ni de respuesta a la problemática veracruzana.

Lo que se espera del sucesor del gobernador Duarte de Ochoa no es un plan protocolario de desarrollo para salir del paso y basado en el mismo modelo que de dientes para afuera se pretende superar. Lo que a mi juicio deberíamos esperar es un Programa Minimalista de Rescate, integral y acotado por el brevísimo tiempo y escasez de recursos con se contará, del que se desprenderían acciones jerarquizadas y puntuales por realizar con metas medibles, consensuadas regional y sectorialmente que contribuyan a salir de la crisis.

Sobre esto último se debería debatir, y no más perder el tiempo con especulaciones sin sentido sobre si los aspirantes barrerán para atrás o sí apoyan más el pie derecho o el izquierdo, en su prolongado peregrinar.

Ganar una elección, como históricamente está demostrado, es lo de menos, si se atiende al apotegma de que en política lo que se compra con dinero es barato. Lo difícil es legitimar el triunfo y, en el caso que nos ocupa, el sacar a Veracruz del empantanado sendero en el que la llamada clase política nos tiene encajonados.

Más de lo mismo no es solución, los aspirantes al gobierno de la entidad deberían de saberlo. Éstos tienen la palabra.

Hojas que se lleva el viento

A falta de resultados que destacar de un gobierno fallido, no queda de otra que conformarse mediáticamente con calificar al Sr. Duarte de Ochoa como “el gran tejedor”, atribuyéndole extraordinarias dotes políticas para amarrar 20 diputaciones de la alianza PRI-PVEM en las elecciones del domingo siete. Sus únicos traspiés, los enanos en la sopa que ya pagan caro su osadía.

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El Congreso de la Unión al parecer y tras tentarle al agua a los camotes, dará marcha atrás a la discusión y aprobación en su caso, en el proyecto privatizador de reforma a la Ley de Aguas vigente. Caso distinto el de una privatización del vital líquido, primero en la conurbación Veracruz-Medellín y más temprano que tarde, en el resto de la entidad. El encarcelamiento del director de la empresa brasileña Odebrecht, no es impedimento para que a partir de este 31 de agosto esta empresa brasileña y Aguas de Barcelona, conjuntamente den servicio de agua potable, alcantarillado y drenaje a los municipios de Veracruz y Medellín, declaró el alcalde Ramón Poo. ¿Seguiría Xalapa, también haciendo caso omiso de la opinión de los usuarios como acostumbra Américo Zúñiga?

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Borrón y cuenta nueva en el proyecto de túnel sumergido de Coatzacoalcos. Tras el sonado fracaso y responsabilidad impune de un primer intento en el que la corrupción fue la constante, obra y operación se concesiona a Carlos Slim, elevándose el costo total a más de 5 mil millones de pesos. Veracruz aguanta esto y más. Si el gobierno no puede, Don Carlos siempre dispuesto al rescate que al fin y al cabo, los usuarios pagarán. Un ejemplo más de la impunidad en el marco del nuevo sistema de combate a la corrupción que tanto se pondera.

Xalapa, Ver., junio 20 de 2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Corrupción e ineficiencia a la ofensiva.

Más valdría tarde que nunca…  si no fuera por la simulación rampante.

El Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa protocolariamente se manifiesta públicamente como gobernante comprometido con las iniciativas del presidente Peña, lo mismo en el combate a la corrupción, abatimiento del flagelo del hambre, formalización de la economía e impulso a la generación de empleos bien pagados en la ínsula veracruzana.

No resulta difícil tal compromiso cuando este es únicamente mediático. Al igual que el Sr. Peña, no nos dice cómo, con qué, cuando empezar y por donde, ni se establecen metas cuantificables por alcanzar en espacio y tiempo. Tampoco se aclara si la limpieza empezará por casa, erradicando corrupción e impunidad en el ámbito de la administración pública estatal y municipal y, mucho menos, con que ramillete de políticas públicas y a cargo de quién, se revertirá el fenómeno de la informalidad en una economía estancada y un régimen fiscal diseñado para evadirlo.

Por cuanto a la generación de empleos bien pagados, con anunciar de manera reiterada que es objetivo prioritario del gobierno estatal, es suficiente. Ya lo ofreció al inicio de su gobierno y no pasó nada. Ni se perjudica ni se beneficia a nadie con anunciar una vez más lo que, ni yendo a bailar a Chalma, despierta el más mínimo interés en nuestro ramplón y cuenta chiles sector empresarial veracruzano, responsable de generarlos.

Lo que no toma en cuenta el gobernador veracruzano, es que anuncios y compromisos por este expresados, así sea para seguirle la corriente al presidente en turno, carecen en lo absoluto de impacto entre los veracruzanos.

A casi tres años de lo mismo sin resultados palpables a la vista, la administración pública corrupta e ineficiente va de la mano con un gobernante que a mi juicio no cumple a cabalidad con su encargo. Más o menos compromisos no cambian nada la percepción que los veracruzanos tienen del sucesor de Fidel Herrera Beltrán.

Por más ruido que metan los panegiristas a sueldo al servicio del Sr. Dr. Duarte de Ochoa, calificándolo ahora como líder indiscutible  de los veracruzanos tras el pírrico triunfo electoral del PRI el pasado siete del mes en curso, el único logro a la vista es el sobresaturado clima mediático para el cual la población bien se pone a cobijo para no verse contaminada.

Ya bastante tiene la mayoría de los veracruzanos con rascarse con sus propias uñas, haciendo funcionar, con no poco esfuerzo, sacrificio y baches por librar, a una maltrecha economía de subsistencia, como para ingenuamente esperar mayor cosa de un gobierno que camina de espaldas a los gobernados y, peor aún, de una realidad que desde las esferas del poder formal ni se ve ni se escucha.

Pero la culpa no la tiene el indio… Seguimos con inaudito masoquismo inercial el dejar hacer dejar pasar votando en las urnas a favor de más de lo mismo. Ni protesta, ni reclamo, mucho menos exigencia y propuestas valederas para sacar al buey de la barranca. Querámoslo o no, nos guste o no, aquí si cabe afirmar que los responsables del tiradero somos todos. Veracruz no se lo merece.

Si realmente estuviéramos a favor de un cambio cierto, lo menos que deberíamos exigirnos es participar en todas aquellas decisiones que como sociedad nos compete y afecta y lastima. Sin participación organizada, aceptémoslo, nuestra indefensión como ciudadanos ante la corrupción e ineficacia gubernamental, es inevitable. Seguiremos dándole vueltas a la noria hasta que el cuerpo aguante.

Hojas que se lleva el viento

El gobierno de México ni se dio por enterado ante la fiesta nacional cubana. Tampoco al gobierno cubano y mandatarios y representantes de varios países del Caribe y Sudamérica, les causo extrañeza alguna la ausencia de México en la conmemoración del 60 Aniversario del asalto al cuartel Moncada. Con el “comes y te vas” de parte de Fox al Comandante Fidel castro, México definió su política exterior para con la mayor de Las Antillas y América Latina, lo que seguramente no cambiará un ápice con el presidente Peña ya totalmente entregado a los intereses imperiales de nuestro vecino del norte.

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Cómo que sabe lo que son sus alas, Américo Zúñiga, presidente municipal electo, ni suda ni se acongoja frente a lo que le espera. Tras su pírrico triunfo toma vacaciones dándose por satisfecho con su escaso logro electoral. Ya tendrá tiempo y oportunidad a lo largo de los próximos cinco meses para compenetrarse de lo que la mayoría de los xalapeños consideran como buen gobierno para la ciudad capital. Por lo pronto, manos libres a la corrupta alcaldesa para maquillar a modo lo concerniente a la entrega y recepción de la administración municipal.

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 Análisis Político, revista quincenal veracruzana, de manteles largos. El próximo 10 de julio del año en curso su Director general, colaboradores y familiares así como personal técnico y administrativo y distinguidos amigos, celebrarán en la capital del estado  el XXXV Aniversario de la publicación. Desde estas líneas, nuestra sincera felicitación a Melitón Morales Domínguez por un indiscutible logro que le concede sin regateos un lugar de privilegio en la historia de la prensa veracruzana..- Chelem Pto., Yuc., 29 de julio de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En casa del herrero, azadón de palo: Conseja popular

 Enfático, el presidente Peña no quita el dedo del renglón: Su gobierno no permitirá el uso electoral de los programas sociales. Buenas intenciones derivadas del “affaire Veracruz” pero que difícilmente convencen al respetable. No porque se dude de la palabra presidencial, el Sr. Peña merece credibilidad toda vez que ha iniciado su mandato a todo vapor y con claras intenciones de sacudir al país de su modorra y estancamiento, a su modo y real entender pero al fin agitando enérgicamente lo que se podría considerar voluntad de cambio.

Y asevero que no convencen sus buenas intenciones no porque no sean tales, sino por el hecho objetivo de que se enfrenta a un movimiento inercial de resistencia anclado en una clase política en el que la costumbre es ley.  Nadie cree a estas alturas del mandato del Sr. Peña que sus declaraciones, por muy enfáticas que sean, podrán modificar  de la noche a la mañana un statu quo regido por usos y costumbres en una clase política insensible, parasitaria y proclive a la corrupción, simulación y engaño.

En la Convención Nacional Bancaria el Sr. Peña lo reconoció: Toda reforma genera resistencias en una sociedad plural.

Las elecciones se ganan con dinero, el origen de este es irrelevante, así sea desviando recursos públicos destinados a fines trascendentes, como el aliviar desde el Estado desigualdad, pobreza y hambre entre los mexicanos con mayores índices de exclusión y abandono. Lo saben y es práctica común lo mismo en los partidos políticos que en aquellos servidores públicos de los tres órdenes de gobierno que patrimonialmente disponen de programas y recursos, y a ello inercialmente se atienen.

Hoy y siempre, con mayor o menor descaro, el fenómeno se da con incidencia exponencial en épocas electorales. Con dinero se compran lo mismo conciencias que votos, lo sabe el Sr. Peña y ahora se encuentra en la tesitura de combatirlo con apego al estado de derecho, como si la ley fuera vacuna contra un mal endémico profundamente arraigado en la cultura política de los mexicanos. Corrupción e impunidad es el corolario.

Ejemplo de ello: Peña Nieto enfatiza lo que para su gobierno es prioridad en materia de uso transparente y eficaz de los recursos públicos destinados a los programas sociales y, en Veracruz, el gobernador nos dice: Manzur no se va, seguirá al frente de la secretaría de finanzas y planeación porque nada debe. No obstante haber sido ampliamente señalado como protagonista de un presunto delito electoral que involucra desvío de recursos públicos con fines proselitistas.

Sea responsable o no de lo que se le imputa, el Sr. secretario de finanzas, por salud política, debería habérsele separado del cargo en iguales términos que los aplicados por la Sra. Rosario Robles al delegado de la Sedeso en Veracruz, esto en tanto se concluye la investigación por la demanda interpuesta por la dirigencia nacional del PAN.

El ratificarlo sin más en el cargo elogiando sus falsas virtudes, es ratificar la política del avestruz. Es grilla, aquí no pasa nada, Veracruz marcha por un sólido camino tras el vellocino de oro que nos espera al otro lado del arco iris.

Que mejor ejemplo de inercia impune, oponiendo usos y costumbres a la decisión presidencial de limpiar la casa. A ello se enfrenta el presidente Peña y en ese camino habrán de transitar sus buenos deseos.

Hojas que se lleva el viento

En la política veracruzana todo se vale, no importa si se toma a la casa por zahúrda, el gobernador lo avala. Como avalado ha sido el amañado proceso interno de selección de candidatos del PRI, PVEM y Nueva Alianza por el dirigente nacional del tricolor Cesar Camacho, sin importar en lo más mínimo lo que la ciudadanía piense, que al fin y al cabo sólo es mirón de palo acostumbrado a recibir trato de menor de edad e indigente moral. Una ofensa más a la inteligencia de los veracruzanos que no ven, no escuchan, no se inmutan ante las tropelías de los “ladrones de elecciones” que, impunes, anuncian el triunfo del PRI en el ejercicio comicial de julio próximo.

Y en medio del cochinero, el libérrimo ejercicio del derecho a la libre expresión o libertinaje que priva en Veracruz (lo que hace o deja de hacer Gina Domínguez o la autocensura en la prensa es pecata minuta $$$), se deja sentir con expresiones “críticas e independientes” que rayan en el absurdo, como: “los asesinatos de periodistas en Veracruz son crímenes de Estado”. Así están las cosas en una entidad federativa en el que sobra simulación y falta un buen gobierno.- Cd. Caucel, Yuc., abril 30 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

En un clima político por demás turbulento, no ha habido necesidad de esperar que el presidente Peña Nieto cumpla los primeros 100 días de su mandato para juzgar, a bote pronto, propuestas de gobierno y resultados. Tanto se ha propuesto llevar a cabo en el primer año de su gobierno sin antes consolidar su legitimación, que nada le sale bien, como ya empiezan a señalarlo expertos y analistas en diversos medios de comunicación.

Hasta ahora, ninguna de sus iniciativas, anunciadas a bombo y platillo, ha cuajado. Trátese de reformas a la legislación que medidas concretas para adecuar a la administración pública a los retos que impone una nueva manera de gobernar, o bien, el llamado “Pacto por México” y la “Cruzada contra el hambre”, todo ha topado con pared. La apertura simultánea de varios frentes, ha resultado negativa; los dispersos intereses creados de la sociedad mexicana brincan por doquier, cuestionando una por una y todas a la vez las iniciativas presidenciales.

Son tantos y de tan diferente peso económico, político o social, los callos que pisa en su acelerado transitar por imponer su personal estilo de gobernar, que son más los que se sienten lastimados que los que aplauden la presunta bondad de esta la segunda alternancia en el ejercicio del poder presidencial. Dividiendo, más que sumando en una sociedad que no encuentra luz al final del túnel.

A ello habría que agregar la serie de eventos negativos, domésticos y externos, que circunstancialmente ha debido enfrentar en esta su primera coyuntura en el largo camino por recorrer, respondiendo discursivamente con improvisaciones que no convencen y si, contribuyen  a una creciente pérdida de credibilidad en sus presuntos buenos deseos y propósitos para los mexicanos todos.

Todo se resuelve con dinero, pareciera ser la salida. Dinero que no hay  con la suficiencia que la respuesta reactiva amerita.

Y por si fuera poco, como era de esperarse, los gobiernos estatales no caminan al parejo del titular del Poder Ejecutivo Federal. Los gobernadores, acostumbrados a un virreinato de facto, no asimilan aún la idea de que circunstancias y escenarios ya no son los mismos. El presidencialismo centralista y autoritario regresa por sus fueros, acotando el omnímodo poder de los que se dice mandan en sus respectivos feudos. Reflejándose coyunturalmente en la dinámica de jaloneos en el diseño y aplicación de estrategias encaminadas al control y administración de los procesos electorales en puerta. Configurándose un vacío de poder en el que no se sabe, cuando menos en el caso de las entidades federativas gobernadas por el PRI, quién manda a quién.

Las expresiones de respaldo y apoyo al presidente de la República por parte de los gobernadores,  o son de dientes para afuera ó de plano se quedan en un infantilismo político que llama a risa, por no tenerse ni la más mínima idea de que es lo que respaldan, apoyan o torpedean bajo la mesa. La incongruencia entre el discurso de los gobernadores y su actuación en los hechos, lo confirman, como bien se observa en Veracruz.

¿O va en serio el propósito de cambiarle el rostro al país ó todo es cortina de humo para ocultar el verdadero objetivo electorero de las iniciativas presidenciales?  Parece ser la interrogante a que se enfrentan los hasta ahora virreyes en vías de dejar de serlo. Obligándose a tirar golpes de ciego en uno u otro sentido de la dicotomía planteada. La falta de una clara ubicación de los gobernadores frente al poder presidencial es evidente. ¿Cual es la prioridad? ¿O es todo a la vez?, se preguntan, manifestándolo de facto en su actuación.

En el pasado, refiriéndonos al peculiar y perverso estilo personal de gobernar de Fidel Herrera Beltrán, afirmamos que no era posible una buena interpretación de una clásica sinfonía si el director ignoraba a los integrantes de la orquesta, y viceversa. Como fue,  sin una clara definición de donde iniciaba ó terminaba el papel del director y donde el de la orquesta, el resultado fue un pésimo son cuenqueño que hoy todo Veracruz lamenta. Y eso se observa en el concierto nacional cuando aún no arribamos a las primeros cien días del gobierno peñista. No hay aún la química necesaria entre el que agita la batuta, la partitura, y los virtuosos ejecutantes que no terminan de afinar los instrumentos.

Demasiada prisa. Mucho ruido y pocas nueces sin pausas que permitan asimilar el que, como y con que de la estrategia presidencial para cambiar lo que a juicio del Sr. Peña se deba cambiar para seguir igual.

Hojas que se lleva el viento

Once mil familias en extrema pobreza en Veracruz le dirán “Adiós a la pobreza”, informó la presidenta del Patronato del DIF Estatal, en referencia a las acciones del programa “Adelante” que se llevan a cabo en Mixtla de Altamirano y  Tehuipango. Por ahora ya se llevan tres mil familias de esas once mil, a las que se está apoyando con este programa de combate a la pobreza, indicó la Sra. Karime Macías de Duarte, agregando que “solo falta que la Coneval realice la medición” para confirmar los excelentes resultados obtenidos.

Magnífico logro en apenas dos años de ardua labor, faltaría saber si los habitantes de esas marginadas comunidades estarán de acuerdo en que ya salieron de pobres, como en su momento lo refleje la evaluación del Coneval.

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Como era de esperarse, en Veracruz la recién creada comisión para la atención y protección de los periodistas, burocracia al fin, está más preocupada por repartirse el presupuesto de 15 millones asignado que por cumplir con la misión encomendada. Y mientras esto sucede, a varios cientos de reporteros se les sigue negando un salario digno y prestaciones de ley a que tienen derecho, como también se les niega el expresarse con verdad bajo el pretexto de que no pueden ni deben dar de patadas al pesebre atentando contra los intereses de sus empleadores. Xalapa, Ver., 13 de febrero de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En previsión al incremento de rumores, cuestionamientos y crítica fundada sobre el desempeño de su administración, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa salió a dar la cara, exhibiendo su limitada percepción de la realidad y desnudando su peculiar estilo personal de gobernar. En entrevista pactada con el Diario de Xalapa, publicada el pasado lunes 12  bajo el título “La delincuencia está contenida; Veracruz vive un nuevo ambiente” y firmada por René del Valle, el gobernador de Veracruz se suelta el pelo. 

Larga entrevista en la que Duarte de Ochoa confirma lo que sus aduladores no se atreven a advertirle. Marcha desnudo entre la multitud, presumiendo de finos ropajes que bordados de oro y fina pedrería son inexistentes. Gina Domínguez Colío, periodista de larga trayectoria y hoy novel política estrenada como vocera del ejecutivo estatal, conduce la sombrilla de seda y brocado, bajo cuya sombra ante los medios apenas se protege el joven  gobernante. 

Nada nuevo bajo el sol al que se pretende ocultar con un dedo. El Docto gobernante, reafirma con énfasis ante el reportero lo que cotidianamente, en público, a solas, o entre cuates insistentemente se repite: “Vamos bien”.  

“Adelante”, fórmula estratégica de su mandato para reducir en un 50 % la pobreza que arrastra Veracruz, cumple con una obra cada día, el éxito no tiene parangón comparado con el asistencialismo del gobierno federal. Con la corresponsabilidad ciudadana se construye con cemento y varilla el camino de la prosperidad, el que no participa y no trabaja no come ni se beneficia en “Adelante”. “Sudor y lágrimas” el costo, apunta Don Javier.

Desafortunada exhibición de triunfalismo sin sustento que le respalde. Si apaciguar el temor ciudadano ante esporádicas manifestaciones de violencia fuere el propósito, lo anotado por René del Valle no oculta delincuencia y zozobra desbordada. Contradictorio, se toma como propio lo que a la federación corresponde. “Veracruz seguro” con la Armada de México al frente controla el C-4 y se extiende ya a varias localidades importantes de la entidad, cumpliendo con una tarea civil que corresponde a una policía estatal y municipal ineficiente y penetrada por los dineros mal habidos. El gobierno de Calderón es malo electoralmente, bueno cuando respalda al priísmo en el gobierno, por algo será. 

Interesante aunque frustrante intento en época de veda electoral. La entrevista a modo impactó más para mal que para bien, pues el rumor, el cuestionamiento y la crítica sustentada ni amainó ni se amilanó frente a lo dicho, antes al contrario, la audiencia se agitó 

“Un nuevo ambiente vive Veracruz”, mientras la delincuencia hace caso omiso, la inseguridad como percepción ciudadana alienta desconcierto y temor. Pero “vamos bien” insiste el señor Doctor Javier Duarte de Ochoa. más el discurso triunfalista se agotó. Hechos no palabras, esperan desconfiados los pobres de hoy y de siempre.

Sin estrategias de desarrollo regional y microregional que respondan a diagnósticos puntuales en los que con visión de futuro se tome en cuenta necesidades reales y sentidas de la población, «Adelante» no es la solución. Acaso paliativo electoral y nada más. 

Hojas que se lleva el viento 

El estadio azul en el D.F., parece ser la tumba anticipada de la campaña de la Sra. Vázquez Mota. Pésima organización, grosero desaire en los tendidos y una andanada de críticas fue el resultado de su pomposamente anunciada protesta como candidato blanquiazul a la presidencia de la República. Los encuestadores ya tienen tela de donde cortar para incrementar mediáticamente la ventaja del señor de “tres libros y un copete”. 

¿Por qué primero Movimiento ciudadano y no el PRD? Pregunta obligada con la protesta el pasado domingo de Andrés Manuel López Obrador como abanderado del partido naranja en la contienda por la presidencia de la República. ¿Confía más el ahora candidato en Dante Delgado que en “los chuchos? Tiempo al tiempo, en política como en el futbol esto no se acaba hasta que se acaba, diría el clásico. 

Más vale tarde que nunca. Contra el tiempo ya se asignaron uno o más distritos electorales a los titulares de las diversas dependencias del poder ejecutivo estatal, quienes serán responsables de contrarrestar la influencia de los programas asistenciales del gobierno federal en el área geográfica asignada.  El objetivo, con “Adelante” como ariete acarrearle votos al PRI. Reñida pues la competencia con el PAN por hacerse de la clientela electoral. La pregunta obligada: ¿Podrán con el paquete los señores funcionarios? Lo de menos, cada uno será reforzado con el equipo profesional de operadores políticos mejor conocidos como “mapaches”, a los  que pomposamente el PRI llama “estructura”.

Enhorabuena. Si para Fidel Herrera Beltrán el niño de La gloria le rindiera dividendos, el panista Osiel Castro de la Rosa, Director de bodrio mejor conocido como “Inverbio” no tiene por que quedarse atrás. Ya no sólo oferta a Pemex 50 millones de litros de bioetanol con 30,000 de nuevas hectáreas productoras de caña de azúcar, actualizado suma a lo anterior producción incalculable de biocombustible procedente del cultivo de Maguey. Si La Gloria da para fétidos puercos con auxilio de Carroll, por que nó una planta de etanol para acabarla de joder. Siempre queda la esperanza del paracetamol, que según el médico Fidel, cura lo mismo influenza porcina que uno que otro sabañón. 

Xalapa, Ver., 14/03/2012

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José Enrique Olivera Arce

En sentido inverso al discurso oficial la realidad de un país estancado y ya en el tobogán del retroceso, va ganando terreno. La desigualdad y la pobreza avanzan a pasos agigantados, haciendo nugatorio todo esfuerzo por combatirles o, cuando menos frenar tal fenómeno de nuestro tiempo.

No hay estrategia que valga en el ámbito internacional que pudiera aplicarse en México, como se pudiera constatar en la reciente reunión del grupo G-20,  cuando se apunta a ponerle más leña al fuego a las causas que dieran lugar al empobrecimiento de la mayoría de la población mundial. Lo que acontece en la llamada sociedad del bienestar en Europa, es apenas la punta de de un  gigantesco iceberg que pugna por salir a flote.

La concentración del ingreso en una minoría hábida de mantener inalterable la tasa de ganancia del capital, no puede seguir descansando en el empobrecimiento galopante de la mayoría y, sin embargo, en ello se insiste confiando en las bondades de un modelo económico agotado. Si con el neoliberalismo se pretendía generar tal acumulación de riqueza que, por sí misma y con ayuda del mercado, se derramara en beneficio de los menos favorecidos, el resultado al paso de los años confirma el equívoco mostrando que a mayor acumulación y concentración del producto social en pocas manos, mayor pobreza y desigualdad.

En esa vorágine de crisis económico-financiera y política, México ya no siente lo duro sino lo tupido. Los números fríos que arrojan los estudios de Naciones Unidas (PNUD), son apenas un indicador  de lo que realmente subyace en el seno de la sociedad mexicana. “En un año el país sufrió un retroceso del 23 % en desarrollo humano, elevándose  los índices de pobreza por sobre el promedio de América Latina”.

De acuerdo a cifras dadas a conocer por el  Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la situación de pobreza en el país es muy grave, aumentó en el último año, de 48 a 52 millones de personas. Sólo en el estado de Veracruz “se incrementó en 100 mil personas más, al aumentar su tasa de 24 al 25.4 por ciento de la población”.

Indicadores que muestran que lejos de abatirse el desempleo, pobreza y desigualdad, estos fenómenos estructurales van en aumento, siendo insuficientes o equivocadas las estrategias del sector público para combatirles y abatirles, en tanto éstas se sustentan en recetas de organismos financieros internacionales como el FMI y el Banco Mundial, ampliamente aplaudidas y estimuladas por el sector privado de la economía, en la medida en que favorecieran en el pasado reciente tanto la concentración de la riqueza en pocas manos como la reproducción barata de fuerza de trabajo vía asistencialismo.

Fenómeno este último que ya resulta contraproducente. El equilibrio entre mano de obra ocupada y el ejercito de los sin empleo, se rompió. De la disponibilidad de mano de obra desocupada, como reserva, se pasó a la manutención improductiva de hombres y mujeres por parte del Estado. Sostener deprimidos los salarios bajo el supuesto de la existencia de una reserva laboral que presionara sobre el empleo-salario, frena ya la reproducción ampliada del capital. Aparejado al bajo nivel salarial va de la mano la contracción de la demanda interna en perjuicio de la producción de bienes y servicios destinados al mercado interno y, por tanto, presionando a la baja la tasa media de ganancia del capital.

Por otro lado, la crisis europea y la que ya acusan los Estados Unidos de Norteamérica, inciden en el mercado de exportación de bienes y servicios nacionales. La mano de obra barata dejó de ser factor determinante para una mayor productividad y competitividad en los mercados internacionales. El proteccionismo comercial en los países destino y la paridad cambiaria del peso frente al US Dólar y el Euro, son elementos determinantes para competir en desventaja en una relación tecnológicamente asimétrica. La necesidad de bienes de capital para una producción intensiva que sea competitiva, haciendo más con menos, se impone por sobre la necesidad de ocupación extensiva de mano de obra, propiciando el desempleo masivo y, por ende, incrementándose pobreza y desigualdad. A mayor tecnificación y modernización focalizada del aparato productivo, mayor el número de desocupados.

Luego el insistir en conjugar modernización, productividad y competividad con políticas públicas asistencialistas, en las actuales condiciones del país ya es no sólo contradictorio sino verdadero nudo gordiano al que no se le encuentra la punta del mecate en el modelo económico y social dominante. O se corrige y cambia de modelo ó la economía nacional se verá en serios aprietos en el mediano plazo, arrastrando consigo en su caida al país entero.

Hablar de esta situación en Veracruz no tiene sentido. La realidad habla por sí misma, mostrando serias fracturas estructurales en una sociedad que privilegia la política electoral a políticas públicas medianamente racionales. Oídos sordos a las campanadas de alerta de la crisis global, es la constante en una entidad federativa que se gobierna sin receta. Lo que se puede decir sin temor a equivocarse, es que más temprano que tarde el bolsillo hablará por varios cientos de miles, si no es que millones de veracruzanos. Entonces, posiblemente, nuestra aldeana y ramplona clase política se tome el trabajo de escuchar.

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J. Enrique Olivera Arce

Con afecto para Alfredo Martínez de Aguilar, quien deja la dirección del diario “Despertar”,  en Oaxaca, con la satisfacción haber cumplido su misión con valor, integridad e indudable profesionalismo.

 Los tiempos para hacer valedero el concederle el beneficio de la duda al joven e inexperto gobernador de Veracruz, se agotan. A escaso mes y medio de cumplir su primer año a cargo de la administración pública, ni fu ni fa.  Las arcas vacías cobran la factura y la autocomplacencia es la constante.

Afirmar que “El primer año, el primer año que ha sido el construir las bases de la prosperidad, un año que nos ha permitido poder avanzar enormemente hacia donde queremos llegar, que es hacia el progreso y el bienestar”, es la medida del discurso.

Los primeros diez meses de su mandato han transcurrido con más contratiempos que con hechos contundentes que destacar en el intento de hacer de Veracruz un estado próspero. El discurso triunfalista, reactivo, atropellado y sin sustento, no cubre las expectativas de quienes votaran a favor del priísta, Dr. Javier Duarte de Ochoa. Mucho menos de quienes le negaran el sufragio pero le concedieran el beneficio de la duda. La palabra fácil y la propaganda a modo de tanto repetirse, no ha funcionado como el aglutinante idóneo para el logro de la unidad de los veracruzanos que legitime el triunfo electoral del 2010.

El gobierno estatal marcha sin rumbo cierto. El llamado plan estatal de desarrollo una falacia, en tanto que el programa “adelante” no logra convencer de la presunta diferencia entre lo que es precario asistencialismo a secas y política pública de combate a pobreza y desigualdad. El gobernante le tira a todo lo que se mueve, sin propósitos y objetivos claros; no hay jerarquización de prioridades cuando todo es tan urgente como necesario y todo, al unísono, al mismo tiempo conduce al ilusorio camino de la prosperidad.

La incertidumbre priva en la conducción del gobierno veracruzano. Todo y nada es prioritario. Lo mismo se le apuesta a los biocombustibles, que a PEMEX y los combustibles fósiles, a la infraestructura carretera, a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, al turismo, la cultura, la educación, la alta costura, al apostolado magisterial o a la universidad abierta para pobres, como panaceas para el logro del bienestar de los veracruzanos, mientras la inseguridad se alimenta de inmovilidad y desconcierto.

Quien apuesta por necesidad pierde por obligación, reza la conseja popular,  siendo aplicable a la actual administración pública veracruzana. Se le apuesta a todo, sin respuesta redituable. El resultado es que quien mucho abarca con tan poco, poco aprieta, en medio de la dispersión regional y sectorial de objetivos y propósitos encaminados a fortalecer crecimiento económico y bienestar social. Más que políticas públicas, respuestas a modo a las demandas ciudadanas en la tónica cotidiana del discurso.

Contradicciones… entre otras cosas.

No es posible que en la euforia del discurso no se sepa de la abismal diferencia entre agricultor y campesino indígena. Mucho menos entre promover la autosuficiencia alimentaria y descuidar esta, para favorecer una incierta economía agrícola, sustentada en la producción masiva de materias primas para la producción de etanol en un sector rural que clama por justicia. La pobreza extrema en las comunidades indígenas remontadas en las sierras, hablan de hambre no de prosperidad y  de esperanza.

Abatir la pobreza al 50% en el sexenio tan  utopía resulta como el abatir y exterminar la corrupción. Baste decir respecto a esto último, que en la Secretaría de Finanzas personajes muy cercanos al gobernante, funcionarios de todas sus confianzas, exigen a contratistas y proveedores entre el 30 y el 40 por ciento del monto que el gobierno les adeuda, con el compromiso de ponerles en lugar privilegiado en la lista de cuentas por pagar.

El magisterio es el héroe en el mediático show, la educación marcha adelante, mientras el gobierno se hace bolas al no encontrar salida al fraude de que se le acusa, tras retener y hacer uso indebido de un dinero, descontado en nómina al profesorado y destinado a pagar créditos para vivienda, automóviles y enseres domésticos.

La corrupción no se agota, se reproduce y crece al igual que la pobreza. Prosperidad para unos cuantos, abandono a su suerte para los más. Eso es “adelante”.

Al estar por cumplirse el primer año de Gobierno del Dr. Duarte, vale preguntarse entonces: ¿Seguiremos otorgándole el beneficio de la duda?

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J. Enrique Olivera Arce

Era de esperarse que el PRI en Veracruz pretendiera deslindar la participación del gobierno estatal en el aumento de la pobreza en México, destacando la pésima actuación del gobierno federal a cargo de Felipe Calderón y minimizando o ignorando la parte de responsabilidad que le corresponde a la administración pública de la entidad durante el período de Fidel Herrera Beltrán, quien hoy por cierto con todo cinismo nos dice que «abatir la pobreza es un reto inaplazable». 

Ello es lógico por dos razones:

  • Estamos ya inmersos en la carrera por la presidencia de la República, luego cabe cargarle todas las pulgas al PAN en la persona del “presidente del empleo”.

  • Descalificar al gobierno del oriundo de Nopaltepec descobijaría a la actual administración a cargo del “delfín” de Herrera Beltrán, obligando al Dr. Duarte de Ochoa   a reconocer el fracaso de su antecesor en materia de empleo y combate a la pobreza, habiendo sido pieza importante en el diseño y aplicación de políticas públicas fallidas, incluido el pésimo y opaco manejo financiero gubernamental.

Flaca memoria del priísmo veracruzano o interés sesgado por no reconocer la responsabilidad de Herrera Beltrán, para el caso es lo mismo. Los veracruzanos no olvidamos que a lo largo del sexenio fiel la tónica del discurso oficial ampliamente respaldado por la prensa, fue el éxito en la generación de nuevas fuentes de trabajo, colocando en todo tiempo a Veracruz por debajo de la media nacional en desempleo y pobreza. Tanto se hizo alarde de ello que incluso se llegó al extremo de involucrar a empresas chinas en un montaje circense que aún subsiste en las instalaciones del llamado “armadillo amarillo”, a un costado de la autopista Xalapa-Cardel,  tras el sonado viaje del ex gobernador al país asiático.

La verdad es tan terca como la realidad. Siempre terminan por imponerse por sobre la propaganda mediática artificiosamente diseñada para dorarle la píldora a un pueblo en constante indefensión frente a los despropósitos de los gobiernos en turno. Hoy, tras el anuncio en el que se atribuye a la administración calderonista el haber incrementado en 13 millones el número de pobres en el país a lo largo de lo que va del sexenio, la prensa internacional con base en las mismas cifras dadas a conocer por el Coneval, destaca que:  “De los 3.2 millones de mexicanos que en 2010 se sumaron a la población pobre, 600,000 fueron veracruzanos, lo que significa que el estado sureño contribuyó con el 18.75% del aumento de las personas que viven en pobreza, según los datos más recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) difundidos el pasado 29 de julio”.

Sin dejar de considerar que el “presidente del empleo” ha fallado de manera escandalosa tanto en sus propósitos como en sus logros, tergiversando el orden de las prioridades de su gobierno y profundizando las causas origen de la desigualdad y pobreza en México, no se puede menos que reconocer que el viraje priísta en la conducción del país, acatando las recetas neoliberales del llamado “Consenso de Washington”, tienen mucho que ver en el deterioro económico y social que hoy se padece y que, de manera fehaciente, dieran continuidad los gobiernos panistas en la alternancia. Si se debe atribuir responsabilidad alguna por la pobreza y desigualdad acumulada a lo largo de cuando menos cinco lustros, esta estaría compartida solidariamente por el PRI y el PAN y, en última instancia, por el masoquismo congénito de todos los mexicanos que con singular indiferencia dejamos hacer, dejamos pasar.

Por cuanto a Veracruz, a lo largo de los cinco lustros considerados, ha sido gobernado por el PRI bajo las mismas recetas neoliberales aplicadas por el gobierno federal. Ninguno de los gobernadores priístas en su momento se opuso o cuando menos se expresó en contra del cambio de rumbo derivado del “Consenso de Washington, siendo por omisión o comisión, corresponsables del desaguisado. Otra cosa es que el PRI lo niegue por así convenir a sus intereses electorales.

Al Dr. Javier Duarte de Ochoa no se le puede señalar responsabilidad alguna, como gobernador. En el tema de la desigualdad y pobreza, en el breve lapso de su administración ni perjudica ni beneficia con su inocuo programa «Adelante». Navegando con la bandera multicolor de la presunta prosperidad, atado de manos frente al tigre heredado, capea el temporal discursivamente,  procurando no hacer olas respecto a la pésima actuación de su antecesor al que ya se considera el peor gobernador que ha padecido Veracruz en los últimos cincuenta años, estirando la cuerda hasta donde aguante con medidas como la reciente aprobación por el Congreso de la redocumentación de la onerosa deuda pública con la que iniciara su mandato.

Por cierto, valdría la pena considerar que con la redocumentación de la deuda bancaria no necesariamente el gobierno estatal obtiene liquidez, por lo que la presión de los acreedores y demandantes de obra pública relevante, va para largo.

Coloquialmente, así las cosas al priísmo estatal más le convendría no hacerla de tos tratando de llevar agua a su molino con fines electoreros. Podría revertírsele el chirrión de sopesar el electorado que tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata, pues no se puede hacer de lado que tan responsable de la lastimosa condición de pobreza en México es el presidente Calderón a nivel nacional, como los gobernadores, ahora virreyes, en sus respectivas heredades.

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J. Enrique Olivera Arce

 Ante la ausencia de una racional jerarquización de prioridades, mediáticamente todo es importante y pareciera que todo y nada es prioritario, en tanto se observan acciones reactivas de la administración pública veracruzana frente a una realidad que le desborda. Ya no se sabe si se atiende a lo dispuesto en el Plan Veracruzano de Desarrollo o se reacciona a los palos de ciego de un Felipe Calderón que, en su quinto y penúltimo año de gobierno, ya no quiere queso sino salir de la ratonera.

 La anterior administración a cargo de Fidel Herrera Beltrán, creo el caos, apuntalándole con el despilfarro de recursos públicos y el aplauso acríticamente mayoritario e irresponsable de la prensa. La actual, con inopia inmovilista, lo profundiza sosteniéndole con saliva, sin contar con el apoyo unánime de los medios de comunicación. El impacto del rumor en la calle es superior a las campañas mediáticas en una prensa desacreditada, malquerida y pusilánime.

 Esto en el marco de un adelantado proceso electoral, en el que los partidos políticos exhiben fehacientemente su pérdida de razón de ser, en el contexto de crisis del sistema político nacional e internacional. El hartazgo y la indignación sellan con broche de oro la pérdida de representatividad y legitimidad de la democracia representativa en el mundo.

 

En México, el conato de acuerdo del PRI, PAN y PRD para ir con candidato único a la elección de gobernador en Michoacán, es el rasero. No existe diferencia de fondo entre los tres partidos políticos más importantes del país. El oportunismo en la coyuntura les iguala dejando sin opción al electorado. En tanto que en Veracruz no gobierna más el PRI,  que va a la zaga de un ecléctico Poder Ejecutivo estatal que marcha a bandazos, sin brújula ideológica que le guíe en el azaroso contexto de un mundo en decadencia.

 En múltiples ocasiones desde diciembre de 2007, he destacado mi percepción personal de una profunda crisis en el sistema político nacional, expresado en notable pérdida de los partidos políticos tanto de ideología, principios, valores, como de capacidad de interlocución con una sociedad que les cuestiona. Hoy a mi juicio estimo que tal crisis está tocando fondo, sin que a la vista se observe el menor afán por recobrar lo perdido, reflejándose lo mismo en la conducción del país que en el deterioro creciente del tejido social.

 Considero que Veracruz no escapa a ello. En nuestra aldea, el reflejo se da tanto en la conducción errática de la administración pública como en la vulnerabilidad fáctica de la división de poderes. El endeble estado de derecho da paso al endurecimiento de un principio de autoritarismo, impulsado más por la impotencia del momento para encontrar el camino que por respuesta a una oposición política responsable, por ahora inexistente. El escepticismo y desconfianza de la población frente a la descomposición política, económica y social generalizada, se deja sentir en el ánimo del titular del Poder Ejecutivo de la administración pública de la entidad.

 

No es circunstancial tanto el vació informativo en torno a la última visita de Andrés Manuel López Obrador a la capital de Veracruz, como la respuesta positiva, en esta ocasión de un mayor número de asistentes convocados al mitin de “Morena” en la Plaza Lerdo. La autocensura inducida de los medios de comunicación y la aún tímida pero destacable respuesta ciudadana a la convocatoria de los organizadores, van de la mano.

 No pasa nada en Veracruz, se dice en círculos oficialistas, y no precisamente por razones de seguridad y violencia, que si pasa. A mi juicio algo anda mal en la administración pública y que aún no se percibe de manera generalizada. Creo que es tiempo de ajustar las tuercas antes que el hartazgo y la indignación propiciada por el gobierno federal,  alcance los aparejos en la aldea.

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