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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Si alguien debería saber de la relación entre política y economía, lo es sin duda el presidente de la Comisión de Hacienda del senado de la república. Con información privilegiada y hablando el mismo idioma del secretario Videgaray, José Yunes Zorrilla debe contar con elementos de juicio suficientes para afirmar con toda seguridad  que “…El país va caminando en la dirección correcta no obstante lo volátil y complicado del entorno internacional”.

Tal afirmación implica, por un lado, conocer a detalle el entorno internacional a que hace referencia y lo insoluble de una crisis globalizada que representa para el mundo entero algo más que una simple amenaza. Por el otro, antecedentes históricos, situación actual y tendencias para el futuro inmediato, tanto de la economía nacional como de las políticas públicas que animan al proyecto neoliberal de país que impulsa el Sr. Peña Nieto. Esto le coloca en el quehacer político como uno de los hombres del presidente responsables de estrategia y conducción del México de nuestros días.

Luego no habría razón para que hombres y mujeres de a pie, sin mayor conocimiento que lo que se nos ofrece mediáticamente, podamos albergar la menor duda de que el senador veracruzano está en lo cierto al afirmar que México camina en la dirección correcta. Y sin embargo, no convence, como tampoco convence en su totalidad el proyecto de país que se nos impone. Correspondiendo al propio Estado mexicano, con la información que difunde y pone a disposición de la audiencia, el alimentar desconfianza e incredulidad.

Si nos atenemos a lo que por un lado difunde el Banco de México, el INEGI, y la propia Secretaría de Hacienda, la información respecto a la marcha presente y futura de la economía nacional y su caldo de cultivo social que le arropa, es contradictoria y resta congruencia al triunfalismo que pareciera carecer de sustento, con el que se afirma que todo es miel sobre hojuelas  a pesar del entorno internacional negativo,  que condiciona sistémicamente el comportamiento de la economía y finanzas públicas de cada país, chico o grande, débil o poderoso  que sea.

Está claro y así debemos entenderlo, que el senador Yunes Zorrilla no se manda solo, como tampoco el propio Secretario de Hacienda. Su estrecha vinculación con el presidente Peña y su compromiso con el proyecto neoliberal de país, obliga, entre otras cosas, a mostrar y exaltar lo positivo de la estrategia neoliberal, ya que mostrar el lado oscuro no sería políticamente correcto. Luego el triunfalismo debe tomarse con cautela para que, en su momento, no nos agarren con los dedos tras la puerta.

Y digo que con cautela, porque el confiar en exceso en el triunfalismo gubernamental tiene consecuencias, como ha quedado demostrado en Veracruz.

Más aún, cuando es evidente que el entorno negativo internacional está más allá de las posibilidades reales del gobierno de México para paliar la crisis globalizada y sus efectos en el ámbito doméstico. Como ejemplo, bastaría saber que el peso específico de la política monetaria de USA o el precio internacional de la mezcla del crudo, es tal que como espada de Damocles, pende sobre nosotros determinando presente y futuro del quehacer económico y financiero nacional.

Y para no ir muy lejos ni meternos en honduras, también es evidente que en el terreno microeconómico, el del bolsillo cotidiano de las mayorías, el triunfalismo macroeconómico no pesa en la percepción que anida en el imaginario colectivo. A contrario sensu de la afirmación gubernamental, la realidad real se encarga de convencer a hombres y mujeres que algo anda mal en lo que se propone construir el régimen peñista. Controlada o no la inflación y la paridad cambiaria frente al US dólar, el deterioro del empleo y el poder adquisitivo del salario es creciente y permanente; la reducción del consumo familiar y el incremento de la pobreza como corolario, ya es tema cotidiano. Frente a ello no hay triunfalismo que valga.

La estrategia neoliberal es empobrecedora y excluyente, aquí, en la Unión Europea, o en China. Convencer de lo contrario en un país que arrastra a 55 millones de seres humanos en situación de pobreza y pobreza extrema, con el argumento de que gracias a las llamadas reformas estructurales,  México va por buen camino reflejándose ello en la mejoría en el nivel de vida de sus habitantes, me parece fuera de lugar.

Empero, acostumbrados ya al triunfalismo sin sustento, palabras más, palabras menos de los hombres del presidente, ni perjudican ni benefician, simplemente en el imaginario colectivo fortalecen la idea de la necesidad impostergable de cambio de rumbo.

Hojas que se lleva el viento 

Bajo el título:  Zonas económicas especiales: Nueva escalada neoliberal, el 25 de agosto del presente año comentaba en mi maquinazo que a mi entender las Zonas Económicas Especiales que propone el presidente Peña, son en esencia un paso adelante en el proyecto neoliberal del Sr. Peña, pero tambien un paso atrás para el pueblo de México. “Un giro de 180 grados tanto en la economía nacional como en las políticas públicas y la política política, que por principio de cuentas, auspiciará mayor aceleración de desigualdad y pobreza entre regiones y, al interior de cada una de éstas, polarizando y confrontando al México neoliberal “modernizante” con el México más atrasado y estancado en el subdesarrollo”.

Estimo no estar equivocado en tal apreciación. El anuncio en Puerto Chiapas del proyecto de tres zonas especiales en el sur-sureste, por su localización geográfica, potencial productivo e intencionalidad, lo dejó claro, priorizándose el interés privado por sobre el interés social más general en una estrategia de expoliación y saqueo lo mismo de recursos naturales que de pueblos enteros. Pero aún hay más, en la negociación en lo oscurito del Acuerdo Transpacífico (TPP), que signara el gobierno de México  a espaldas de la ciudadanía y a instancias del gobierno norteamericano, en el orden nacional ya se contemplaba la inserción de las Zonas Especiales de Puerto Lázaro Cárdenas, Puerto Chiapas  y el corredor Coatzacoalcos-Salina Cruz en este acuerdo multinacional que nos subordina a intereses supranacionales que se sintetizan en la frase que se le atribuye al presidente Obama: “No dejaremos a países como China escribir las reglas de la economía global”.

 Abriéndose la puerta en un acuerdo asimétrico más, a poderosas trasnacionales energéticas y alimentarias en perjuicio de la fábrica nacional, sin que mediara consulta alguna a los actores políticos, económicos y sociales por involucrar en estas regiones.

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Cuestión de enfoques. Si Juárez no hubiera muerto otro gallo cantaría, así, para el titular de Sedesol, José Antonio Meabe, si la pobreza se midiera en México en base a estándares internacionales, para nuestra tranquilidad este flagelo se abatiría en un 77 por ciento. Chingón ¿No?

Cd. Caucel, octubre 7 de 2015. 

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Reflexión coyuntural: En la política la fidelidad tiene un altísimo costo personal y colectivo. Veracruz lo está viviendo en carne propia.

Metiendo baza en la telaraña de especulaciones y adivinanzas en torno a la sucesión del Sr. Duarte de Ochoa en el 2016, en mi maquinazo anterior ( La sucesión. Especular es el juego)  consideré como determinante, en la designación de candidato viable, el mayor o menor acercamiento y compromiso con el proyecto neoliberal que en el país impulsa el Sr. Peña Nieto. Esto referido a los partidos signatarios del llamado “Pacto por México” y en específico al PRI y al PAN, e implícitamente aunque no se mencionan, a los satelites subordinados. 

Uno de mis contados lectores, me hace la observación de que en la contienda también cuenta la participación  de la autollamada izquierda. en el juego electoral, luego no se puede ignorar.  

Indudablemente tiene razón, no obstante, mi apreciación gira en torno a los “adelantados” que, de motu propio se han lanzado al ruedo  o bien, mediáticamente señalados como aspirantes a la minigubernatura de 2 años. Y entre estos, aún no figura ningún “madrugador” que pudiere ser respaldado por los partidos de la izquierda electoral. En la inteligencia de que el PRD no entraría en esta denominación, ya que se auto descalifica en tanto se ha alineado a la derecha con el proyecto neoliberal peñista. 

Por lo que, a mi juicio, estaríamos refiriéndonos a Morena, Movimiento Ciudadano y, si acaso, al Partido del Trabajo -en vías de perder su registro-. Institutos políticos que aún no dan color sobre la posibilidad o no de una alianza formal o de facto,  nominando a un candidato único, o si se inclinan con ir solos a la elección como en su momento lo ha considerado Andrés Manuel López Obrador. 

Guardando un mínimo de congruencia, tanto Morena como Movimiento ciudadano, ambos opositores al proyecto trasexenal de Peña Nieto, solos o en alianza, en su momento tendrían que optar por un candidato afín a su carácter opositor. No sin antes sopesar que la única forma de competir con relativo éxito en la contienda, es mediante una alianza táctica en el 2016 con vías a otra, de carácter estratégico y a nivel nacional con vías a la sucesión presidencial en el 2018.  

En el marco de este supuesto, nadie de la llamada izquierda tempraneramente ha dicho esta boca es mía, independientemente de si aspiran o no a competir por la candidatura al gobierno de Veracruz. Empero, si de especular se trata,  mediáticamente se ha insinuado que la diputada federal electa por el Distrito de Coatzacoalcos, Rocío Nahle García, podría ser nominada por Morena, habida cuenta no solo de su cercanía con Andrés Manuel, sino también por su destacado papel en el Movimiento que encabezado por  el tabasqueño se aplicó en la defensa del petróleo y Soberanía Nacional en contra del proyecto privatizador que, como “reforma energética estructural”, aprobara por mayoriteo el Congreso de la Unión.

Norma Rocío Nahle García, Ingeniero Químico con especialidad en Petroquímica. y con un amplio currículum tanto en el tema energético como en el campo de la lucha social que le respalda, por acuerdo del grupo parlamentario de su partido, coordinará la bancada lopezobradorista en la LXIII Legislatura.

Cabe señalar que la diputada electa también mantiene una estrecha relación de amistad y compañerismo con la dirigencia nacional tanto de de Movimiento Ciudadano como del PT. Lo que le coloca en la tesitura de aspirar a la candidatura común de una posible alianza, aunque por ahora lejana, Morena-MC.

Fuera de Norma Rocío Nahale García, no se vislumbra en Veracruz otro personaje con tamaños suficientes para dar la pelea en contra del proyecto neoliberal, privatizador y empobrecedor de Peña Nieto y los partidos que le respaldan. Si así se dieran las cosas, la ingeniero participaría en un proceso polarizado en el que estaría en juego el destino próximo de un Veracruz que exige rescate y nuevo rumbo.

¿Qué tanto pese en la contienda veracruzana el peso específico del liderazgo social y político de López Obrador, para que la presumiblemente candidata al gobierno de dos años, competitivamente pueda dar paso a la alternancia? Eso estaría por verse, empero no hay que echar en saco roto que los veracruzanos ya no quieren más queso, sino salir –literalmente- de la ratonera.

Igual cabría la misma pregunta, referida a Dante Delgado y en relación a Movimiento Ciudadano, si capitalizando la experiencia recien vivida en Jalisco, se aplica con seriedad, coherencia y congruencia en la entidad veracruzana.

Los plazos se acortan y los aspirantes del PRI a diferencia de Nahale García, ya llevan un largo camino andado. El tiempo nos dirá si la o los candidatos de la izquierda electoral acortan la distancia.

Por lo pronto no se puede ignorar que el propio Peña Nieto ya deslindo el campo electoral: neoliberalismo a ultranza, o “la amenaza que representa el populismo”, en referencia a López Obrador, Morena un nuevo proyecto de Nación.

Este deslinde, a mi juicio, sería el marco de referencia para la contienda del 2016 y 2018 entre el PRI-AN y la autollamada izquierda electoral. Lo mismo podría decirse para la masa nacional y estatal de electores que, por ahora, solo jugando el papel de mirones de palo tiene ante sí la disyuntiva del más de lo mismo o correr el riesgo de un auténtico cambio de rumbo.

Como tampoco se puede ignorar que las circunstancias coyunturales modifican todo escenario previsible. De la semana anterior al día de hoy, con la amplia repercusión nacional e internacional de ejecución de 5 jóvenes en la ciudad de México, entre los que se encuentra un reportero grafico, así como una activista de la Universidad Veracruzana, los nomios actúan de manera determinante en contra del partido gobernante, vetando, de facto, toda posibilidad de que el gobernador Duarte de Ochoa pueda influir en su sucesión.

Quiero dejar constancia de que se especula en torno a la designación de candidatos, la elección de gobernador es otro cantar y la decisión última residirá en el Poder Judicial de la Federación.

Hojas que se lleva el viento

Sin proponérselo, el legítimo movimiento de indignación pública, solidaridad, protesta y exigencia de justicia en torno al asesinato del periodista Rubén Espinosa, la activista de la UV, Nadia Vera y 3 mujeres más, contribuyen como un distractor que aleja a la población del interés por los problemas torales de orden económico, financiero y de deterioro del tejidos social, que tienen postrada a la entidad. El peso del bombardeo de la prensa nacional e internacional se deja sentir con toda intensidad, reflejando la pérdida de aceptación y confianza en las autoridades. El ya basta de periodistas y activistas asesinados, se generaliza alimentando la sensación de inseguridad y actuando como catalizador del descontento y hartazgo social.

Sea cual fuere el resultado de la investigación y sanción a quien o quienes resulten responsables del artero crimen, lo cierto es que en el imaginario colectivo la percepción tiene peso y consecuencias políticas. El que pega primero pega dos veces y, en este penoso y condenable suceso, en Veracruz las redes sociales llevan ventaja exhibiendo la autocensura en la mayoría de la prensa estatal, en detrimento de la credibilidad en autoridades y medios locales de comunicación. El gobernador veracruzano está en la picota pública nacional e internacional y el silencio pagado no es su mejor defensa.

Desde estas líneas nuestra solidaridad con el gremio periodístico y nuestro sentido pésame a familiares y amigos cercanos de Rubén Espinoza y Nadia Vera, haciendo votos porque de una vez por todas se frene el clima de violencia y atentados contra la libertad de expresión que se deja sentir sobre comunicadores, activistas y líderes sociales veracruzanos.- Xalapa, Ver., agosto 5 de 2015.

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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

El sorpresivo triunfo electoral de Morena en Xalapa y Coatzacoalcos, tiene necesariamente que inscribirse para su análisis no sólo en la permanencia de Andrés Manuel López Obrador en el ánimo de los votantes, como factor nacional, y el trabajo pie a tierra, casi subterráneo, de los candidatos en un caldo de cultivo estatal de descontento y rechazo social, propicio para enfrentar con relativo éxito a sus adversarios. También y de manera determinante, en una coyuntura en la que tanto el PRI como el PAN en Veracruz subestimaron a Morena a la hora de seleccionar sus candidatos.

Sin menosprecio del triunfo con el que se estrena Morena en Veracruz o de sus candidatos, así como de la capacidad vigente de convocatoria del lópezobradorismo, otro gallo cantaría si los candidatos ganadores se hubieran enfrentado a adversarios de mayor nivel y presencia, que los hay, postulados por el PRI y el PAN. Luego no cabe ni triunfalismo ni el escuchar el falso canto mediático de las sirenas, y sí, con toda responsabilidad, hacer un balance de aciertos y errores, casilla por casilla en el mapa electoral de resultados en los distritos conquistados, aprendiendo de este primer ejercicio como Instituto Político con registro nacional.

Aceptando que la magra pero suficiente votación para salir airosos, no es la suma de un voto duro propio ni consecuencia de un trabajo electoral a fondo, sino fruto de circunstancias que le favorecieran. Aprender para crecer en el marco adverso de unas reglas del juego dispuestas para obstaculizar y frenar electoralmente, a una oposición consecuente que refleje malestar, rechazo y resistencia de amplios sectores de una sociedad que, exigiendo un cambio auténtico del régimen político vigente, le apuestan a nuevas alternativas para avanzar.

Aprender de los errores y aciertos propios, pero también los de sus adversarios, su estrategia y su maquinaria electoral construida a lo largo de más de medio siglo, si es que Morena en Veracruz aspira a crecer y participar con relativo éxito en elecciones venideras. Sin perder de vista que la fuerza electoral del nuevo partido descansaría en su vinculación con la sociedad y, específicamente, en los movimientos sociales surgidos del seno de los sectores más desprotegidos a los que el partido aspira a representar, y no en una estructura burocrática remedo de la existente en prácticamente todos los partidos políticos a los que se opone y enfrenta.

El hacer suyas, sin temor, las reivindicaciones y aspiraciones de los sectores movilizados, evadiendo posiciones soberbias de dogmatismo así como prácticas clientelares o excluyentes que reproduzcan el fenómeno tribal del PRD, es a mi modesto entender el camino para Morena. Esto sustentado en un programa mínimo que sin perder de vista el amplio horizonte del largo plazo en una estrategia de transformación y cambio, en la coyuntura electoral responda a denominadores comunes que auspicien liderazgo, organicidad, unidad y congruencia en el amplio movimiento social contestatario, hoy fragmentado y disperso.

Esto, entendiendo que izquierda como etiqueta, es solo eso, una manida etiqueta y no una forma de vida partidista, colectiva e individual que se construye con participación y compromiso cotidiano entre toda la militancia, bajo los auspicios de una dirección respetuosa e incluyente.

La suma aritmética de militantes y simpatizantes no hace al todo; partido, programa, militancia y dirección es el edificio a construir en el día a día. La unidad en torno a ello es el crisol ético y moral en el que se funde la fuerza política a que se aspira. De no avanzarse en estos campos, el triunfalismo sin sustento y el ondear de banderas al paso del viento, es el camino al fracaso.

Un paso a la vez. Hay tiempos para reír y tiempos para llorar; que el trabajo cotidiano haga la diferencia. El voto llegará por añadidura.

Hojas que se lleva el viento

De los resultados de la elección del7 de junio, los votantes también tenemos mucho que aprender, asimilar la experiencia y reflexionar sobre la diferencia entre un voto mecánico y un voto razonado. El gobierno peñista, con pleno conocimiento de causa, intencionalidad y propósitos, logró su objetivo obteniendo la ansiada mayoría para Peña Nieto en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Su estrategia de dividir y dispersar la opción electoral le funcionó; con diez opciones partidistas y “n” número de candidatos independientes, dividió a los electores; así como también le diera resultado el fortalecer la intencionalidad del sufragio a favor del PRI y sus satélites en los distritos con menor densidad de población de clase media urbana, poniendo en el asador toda la carne previamente sazonada en el medio rural con programas sociales inductivos y amenazas de cancelar beneficios. La pregunta obligada es si el voto de la pobreza a favor del PRI y sus satélites, es equiparable al beneficio tangible y medible que esperan recibir los que votaron a favor de lo mismo.

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La señal mandada por el gobernador de Veracruz de dar por cerrado el capítulo de las denuncias en contra de la corrupción y saqueo durante la gestión de Fidel Herrera y la suya propia, se hace acompañar del silencio de la Contraloría Superior de la Federación. A buen entendedor pocas palabras, de ahí que insista en que ya no hay nada que decir en torno al gobernante fallido. Seguir dándole vueltas a la noria sería necedad, pérdida de tiempo e infantilismo político. Si el pueblo acepta y confía en el borrón y cuenta nueva, que con su pan se lo coma.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En el marco nacional de una profunda crisis económica, social y política, a falta de resultados tangibles se impone el triunfalismo sin sustento de un presidente Peña que da para todo, menos para enderezar la nave y darle rumbo cierto.

El proyecto neoliberal de país que el presidente propone y la mayoría de la población rechaza, hace agua por doquier, desmintiendo las absurdas y contradictorias aseveraciones sobre el crecimiento de la economía nacional, abatimiento de la violencia criminal y el respaldo social a un modelo de desarrollo privatizador avalado por el triunfo del partido gobernante en las urnas.

Aseveraciones triunfalistas enfocadas a recuperar un clima de confianza y credibilidad que persiste en ir a la baja bajo el peso de la realidad real, nunca antes tan terca como en los tiempos que bajo el gobierno del Sr. Peña nos ha tocado vivir.

Más absurdo aun cuando los números duros del Banco de México, Secretaría de Hacienda, INEGI, Coneval y el INE, desmienten tal triunfalismo. Y ni que decir de organismos internacionales que monitoreando la situación de México, colocan de hecho al país entre los que acusan menores índices de crecimiento económico y desarrollo humano.

Con la elección del domingo siete, el presidente Peña gana el control de la Cámara baja pero de hecho, da por concluido su primer trienio de mandato sin más resultados que los estampados en el papel, con la aprobación “a la pela vaca” por el Congreso de la Unión de reformas legales que no aterrizan y que si concitan rechazo y resistencia social. Para el segundo trienio, el Sr. Peña anuncia a bombo y platillo que gracias al respaldo electoral mayoritario al partido en el gobierno, su administración va a concretar las metas trazadas al inicio de su gestión.

¿Cuál respaldo social mayoritario? ¿Qué no los números duros indican que la alianza del PRI-PVEM alcanzó en la elección intermedia una votación no mayor al 14 por ciento del padrón nacional electoral?

¿Cuáles metas a concretar? ¿Acaso concluir con la privatización de lo público? ¿Hacer nugatorio un empleo decente para las nuevas generaciones?

Desigualdad y pobreza lejos de abatirse se incrementan a lo largo y ancho del país en el marco de una economía estancada, un régimen político cuestionado y un tejido social en franco deterioro. ¿Cuál es la meta a concretar en este verdadero escollo estructural?

El tiempo se le echó encima al Sr. Peña. Si en el primer trienio no se legitimara consolidando confianza y credibilidad entre sus gobernados, para el segundo podría anticiparse será perdido lo mismo para los afanes neoliberales que para las expectativas de progreso y bienestar de los mexicanos. Día con día, la movilización social se lo hará saber.

La misma clase política lo intuye. No es circunstancial el surgimiento anticipado de aspirantes a la primera magistratura del país en el 2018, indicador de una urgencia percibida por cambiar de página y explorar nuevas alternativas para el rescate y control de economía y sociedad, que por ahora se percibe se le escurren entre los dedos.

“Ya hay ansiedad porque la administración finalice. La inquietud es general. No han terminado las ansiadas reformas estructurales todavía en proceso ni se ha aliviado la tensión en que vive buena parte del país debido al crimen organizado y la debilidad microeconómica que ha pegado a las mayorías”, comenta Julio Faesler (Excélsior 20/06/2015).

Veracruz. La sucesión

Y en este escenario nada optimista, en la aldea los senadores priístas inmersos en el juego anticipado de la sucesión, propician y auspician un desborde mediático preñado de especulaciones, rumores y malos entendidos que lejos de oxigenar el clima político veracruzano, desde ya contaminan el proceso de cambio de estafeta que culminará en el 2016 con la elección de gobernador por ahora aún de dos años.

Como aspirantes a suceder al gobernador fallido, no pierden oportunidad para ventanearse, darse baños de pueblo y ofrecer lo que, de antemano se sabe difícilmente cumplirán. Encontrando en los medios de comunicación el espacio propicio para confundir más que para proponer salidas concretas a la crisis multidimensional que lo mismo vive la administración pública, que el todo de un estado que, como Veracruz, pese a su potencial no tiene para cuando salir de su postración.

La mayoría de los medios de comunicación, no pudiendo o no queriendo abordar con seriedad la temática toral de la crisis veracruzana, se hacen eco del desbocado discurso de los aspirantes priístas sin cuestionarlo; recurriendo entonces a lo que bien conocemos en la entidad: la grilla palaciega, la especulación sin sustento, la denuncia del día a día que nunca prospera, las medias verdades o medias mentiras sobre el desempeño de los personajes de marras, y hasta del fuego amigo que va poniendo piedritas en el camino a quienes queriendo solamente ser gobernadores de dos años y no enderezadores de entuertos, trotan que trotan a lo largo y ancho de la entidad prometiendo el oro y el moro.

Nada que lejos de confundir a la audiencia, apunte a respuestas congruentes y viables a la problemática estatal ni propuestas concretas para rescatar y enderezar el rumbo, lo mismo en la postrada economía que en un tejido social en franco deterioro, en el que la pobreza, el descontento y el hartazgo pesan más que la razón.

Y por si fuera poco quienes ya se asumen como sus adversarios en el 2016, también imbuidos por el afán madrugador en medio de la confusión transitan sobre lo mismo; priorizando en su orden de jerarquías el ruido mediático por sobre el obligado diagnóstico del momento que vive la entidad y las posibles respuestas que enmarcadas en un plan emergente, den viabilidad a un gobierno acotado por un tiempo límite de 24 meses escasos.

Lo más singular es que en la coyuntura, no hay nada aún para nadie. Todo se reduce a simples aspiraciones, suspiros por un anhelo tempranero y ajeno a lo que los veracruzanos piensan y viven en su cotidianidad.

Sin visión de Estado y de futuro el país y Veracruz marchan al garete. Guardadas las proporciones del caso entre lo nacional y lo local, todo apunta a sexenios perdidos en medio de un escepticismo preñado de desconfianza, incredulidad e incertidumbre, que coloca lo mismo al Sr. Peña que al Sr. Duarte entre los gobernantes en México con los índices más bajos de aceptación de las últimas décadas.

Si la elección del 2015 se toma como referente, más que motivo de triunfalismo y regocijo los números duros indican que el segundo trienio de Peña Nieto y el último año de gestión de Duarte de Ochoa, no estarán libres de tropiezos, incrementándose descontento, hartazgo y resistencia de una sociedad que para mitigar sus cuitas ya no quiere más remedios fallidos.

Hemos de insistir en que con esta carga negativa, salvo mejor opinión, los aspirantes al gobierno de dos años en Veracruz tendrán que pedalear cuesta arriba para convencer en los tendidos y, para ello, el discurso facilón, el baño de pueblo y el ostentarse como enemigos de la corrupción impune, emergiendo del mismo nido de buitres, no es garantía de triunfo ni de respuesta a la problemática veracruzana.

Lo que se espera del sucesor del gobernador Duarte de Ochoa no es un plan protocolario de desarrollo para salir del paso y basado en el mismo modelo que de dientes para afuera se pretende superar. Lo que a mi juicio deberíamos esperar es un Programa Minimalista de Rescate, integral y acotado por el brevísimo tiempo y escasez de recursos con se contará, del que se desprenderían acciones jerarquizadas y puntuales por realizar con metas medibles, consensuadas regional y sectorialmente que contribuyan a salir de la crisis.

Sobre esto último se debería debatir, y no más perder el tiempo con especulaciones sin sentido sobre si los aspirantes barrerán para atrás o sí apoyan más el pie derecho o el izquierdo, en su prolongado peregrinar.

Ganar una elección, como históricamente está demostrado, es lo de menos, si se atiende al apotegma de que en política lo que se compra con dinero es barato. Lo difícil es legitimar el triunfo y, en el caso que nos ocupa, el sacar a Veracruz del empantanado sendero en el que la llamada clase política nos tiene encajonados.

Más de lo mismo no es solución, los aspirantes al gobierno de la entidad deberían de saberlo. Éstos tienen la palabra.

Hojas que se lleva el viento

A falta de resultados que destacar de un gobierno fallido, no queda de otra que conformarse mediáticamente con calificar al Sr. Duarte de Ochoa como “el gran tejedor”, atribuyéndole extraordinarias dotes políticas para amarrar 20 diputaciones de la alianza PRI-PVEM en las elecciones del domingo siete. Sus únicos traspiés, los enanos en la sopa que ya pagan caro su osadía.

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El Congreso de la Unión al parecer y tras tentarle al agua a los camotes, dará marcha atrás a la discusión y aprobación en su caso, en el proyecto privatizador de reforma a la Ley de Aguas vigente. Caso distinto el de una privatización del vital líquido, primero en la conurbación Veracruz-Medellín y más temprano que tarde, en el resto de la entidad. El encarcelamiento del director de la empresa brasileña Odebrecht, no es impedimento para que a partir de este 31 de agosto esta empresa brasileña y Aguas de Barcelona, conjuntamente den servicio de agua potable, alcantarillado y drenaje a los municipios de Veracruz y Medellín, declaró el alcalde Ramón Poo. ¿Seguiría Xalapa, también haciendo caso omiso de la opinión de los usuarios como acostumbra Américo Zúñiga?

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Borrón y cuenta nueva en el proyecto de túnel sumergido de Coatzacoalcos. Tras el sonado fracaso y responsabilidad impune de un primer intento en el que la corrupción fue la constante, obra y operación se concesiona a Carlos Slim, elevándose el costo total a más de 5 mil millones de pesos. Veracruz aguanta esto y más. Si el gobierno no puede, Don Carlos siempre dispuesto al rescate que al fin y al cabo, los usuarios pagarán. Un ejemplo más de la impunidad en el marco del nuevo sistema de combate a la corrupción que tanto se pondera.

Xalapa, Ver., junio 20 de 2015

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Si la plataforma de lanzamiento para la búsqueda de la candidatura al gobierno de Veracruz es el resultado de la elección del pasado domingo 7 de los corrientes, pedalear cuesta arriba para los aspirantes será toda una “Odisea”, habida cuenta de que llevarán a cuestas la carga negativa de un régimen político que, a nivel nacional se exhibe como caduco, corrupto e ineficaz y, en lo local la realidad incuestionable de una entidad federativa con un gobierno fallido.

Lo curioso del caso es que a tal régimen le corresponde una sociedad que no se aventura a dar el paso para renovarle, ni la clase política acepta el juicio social para cambiar por sí misma, retroalimentándose ambos entre sí estableciendo un impase que, en términos reales, da lugar a estancamiento económico, violencia criminal y mayor deterioro del tejido social.

Fenómeno que en la entidad veracruzana se confirma con los resultados de la elección de diputados señalados como delincuentes impunes.

En esas estamos y en este escenario se enmarca la sucesión en Veracruz.

Los aspirantes.

La lista de los que queriendo tienen hasta el día de hoy alguna posibilidad, se reduce a tres militantes de los dos partidos que mantienen el primero y segundo lugar en la correlación de fuerzas político electorales en la entidad, no hay más y a sólo a uno de estos les tocará intentar revertir el clima de desaliento y hartazgo de una población que ya no quiere más queso, sino salir de la ratonera en la que en la entidad le ha enclaustrado lo mismo un gobierno fallido que una partidocracia teñida de corrupción e impunidad, o bien, como hasta ahora se observa, dar continuidad a gatopardismo y corrupción impune.

Hay quien se aventura, por ingenuidad o desconocimiento de la realidad nacional, a poner sobre la mesa la idea del surgimiento de un aspirante más, el independiente o “bronco veracruzano”, pretendiendo extrapolar la experiencia vivida en Nuevo León el pasado domingo. Nada más absurdo si tomamos en cuenta que la sociedad veracruzana no está preparada para tal opción electoral, ni las condiciones políticas están dadas para que de manera espontánea surgiera un liderazgo capaz de reproducir tal experiencia, enfrentando con relativo éxito a una maquinaria electoral que capitaliza para sí desigualdad y pobreza.

Lo cierto es, siempre a mi juicio, que revertir la percepción colectiva de un gatopardismo a modo que elección tras elección receta a la población más de lo mismo con distinto ropaje, es el reto y, para ello, las manidas estrategias electoreras no son ya garantía de aceptación en una población lastimada, dolida y con más ganas que voluntad para expresar su hartazgo.

El pedalear cuesta arriba ya no se puede sustentar en vanos discursos, pedestres baños de pueblo y el caudal de promesas que nunca se van a cumplir. O se cambia o se fracasa en el intento a mitad de la cuesta y, desde ya, tal cambio debe ser una necesidad más que evidente.

Más cuando está más que sabido que dos años y nada es lo mismo, cuando de transformar una realidad adversa a la gran familia veracruzana se trata. Y cuando hablamos de la terca realidad, nos referimos al grave estado de cosas que privando en Veracruz, lo mismo está referido a la economía, al deteriorado tejido social, a un gobierno fallido que a la política política, que tocando fondo en un proceso irreversible de descomposición, contamina y arrastra a las finanzas públicas estatales y municipales.

Gobernador de dos años, ¿para qué?

En esta ocasión, pese a lo que afirman la mayoría de medios informativos, la garantía de triunfo considero no está en el padrinazgo que del centro a la periferia y a la inversa, se dice cobija a los aspirantes. En reflexión anterior señalaba que lo relevante no es el quien gana, sino para qué y con qué propósito y este debería ser el meollo del asunto, ¿para qué Veracruz requiere de un gobernador de dos años y que propósitos animarían a éste en la búsqueda del rescate de una entidad postrada, sin rumbo, sin brújula, sin liderazgo, y sin ánimo y voluntad para cambiar el actual estado de cosas?

Porque ganar una elección y encaramarse a la primera magistratura del estado es una cosa, y otra, muy distinta, el afrontar la problemática actual y actuar en consecuencia para sacar al buey del atolladero. Y esto último es lo que en la mayoría de los veracruzanos anida en su mente, cuando con toda la ligereza del mundo, no sólo se aprueba la gubernatura de dos años, también con la misma ligereza, quienes aspiran a gobernar a Veracruz lo aceptan y se asumen como el mesías que desde los confines celestiales en 24 meses bajará el maná salvador.

Y es aquí donde la marrana tuerce el rabo. Los aspirantes deberán atender a las expectativas de rescate, cambio y progreso de esas mayorías más que al respaldo cupular del flamígero dedo. Y si no es así, podrán ganar una elección pero no gobernar en el sentido y propósitos deseables para la mayoría, poniéndose en riesgo la ya de sí frágil gobernabilidad, prolongando la crisis.

Esa mayoría silenciosa no cuenta, dirán quienes ahora, tras la elección del domingo pasado, sin el más mínimo talante crítico afirman que gano la democracia en Veracruz, siendo pieza clave Javier Duarte de Ochoa y su fallida administración que con el respaldo de una minoría, le cumplió al presidente Peña, avalando las llamadas reformas estructurales (y las que siguen). Porque en efecto, en términos cuantitativos la minoría ganó 16 diputaciones federales, en tanto que quienes se le oponen con un mayor número de sufragios apenas obtuvo 5 de las 21 curules en disputa.

La lección del domingo siete

Cuestión de enfoques ya que cualitativamente los comicios no modifican en nada la percepción que alimenta Javier Duarte de Ochoa tanto de un gobierno fallido como de una economía estancada. Como tampoco en nada se reduce la crisis de credibilidad y de confianza en las instituciones republicanas.

Luego no confundir gimnasia con magnesia. Las circunstancias son cambiantes y una cosa es elegir a Juan de los Palotes en una elección intermedia para que represente a sus electores en una democracia representativa simulada, y otra, muy distinta, elegir a quien chueco o derecho gobernará los destinos de toda una entidad federativa ya de sí compleja, desigual y sin destino cierto que, a su vez, está enmarcada en una realidad nacional prendida con alfileres.

Las mayorías suelen equivocarse, pero aprenden sobre la marcha de sus propios errores enriqueciendo la memoria colectiva. El 7 de junio quedó claro que un estómago vacío y la cabeza ardiendo de descontento y hartazgo, electoralmente no son garantía de cambio; pesando más el voto del hambre, el voto esquirol y el voto mercenario bajo la conducción de una maquinaria electoral corrupta, que una voluntad de triunfo desorganizada, fragmentada y sin un programa mínimo para la acción que aglutine, una y haga pesar la necesidad común de cambio y transformación que anida en las mayorías.A la luz de los resultados del domingo siete, la lección queda en el imaginario colectivo. No es ya aceptable el que la sociedad siga siendo manipulada, mangoneada y obligada a transitar por rumbos equívocos, por una minoría que sigue apostándole al más de lo mismo.

Necesidad de cambio

¿Qué tanto aprendió la sociedad de éste traspiés? Eso está por verse pero, poco o mucho, generará condiciones inéditas para la elección de gobernador en 2016, y ello debería ser suficiente para hacer girar la bola de cristal anticipando que los por ahora aspirantes a la gubernatura ni las tienen todas consigo ni pueden proclamar a los cuatro vientos que cabalgan en corcel de hacienda. Las mayorías les dejan hacer, les observan, escuchan, miden, sin olvidar cuál es su procedencia política y el papel que jugaran en el denostado pacto por México y la aprobación de la privatización de la industria energética en lo nacional, así como en lo local el no haber movido un dedo para frenar el descalabro del gobernador fallido.

De ahí que lo menos que se espera de los suspirantes es un diagnóstico serio, realista y a fondo de la realidad veracruzana, como punto de partida en sus afanes electorales, para de ahí actuar y proponer lo que proceda para, en un tiempo acotado de dos años y en espacios específicos, actuar en consecuencia bajo el eje rector de un programa mínimo con propósitos, objetivos y metas por alcanzar, debidamente jerarquizados, priorizados y consensuados con la población. Sin este enfoque que atendería a la necesidad de cambio, que requiere de honestidad intelectual y compromiso con las mayorías, éstas serán inmunes al mensaje proselitista y se prepararán para llegado el momento cobrar facturas pendientes.

Toca a los suspirantes determinar si transitan por el camino correcto aligerando la carga o, con toda ésta sobre las espaldas, intentar remontar la cuesta. A la sociedad, por su parte, le toca definir si nuevamente le apuestan al más de lo mismo o están por trascender el actual estado de cosas que tiene postrado a Veracruz.

Hojas que se lleva el viento

Inaudito aunque nada del otro mundo. Quienes de entre la militancia perredista, no supieron o no quisieron medir los tiempos renunciando con oportunidad al partido del sol azteca y sumarse a Morena, hoy pretenden colgarse del triunfo electoral del joven ingeniero Cuitláhuac García asumiéndose como los hacedores del marco social que posibilitara la derrota de Elizabeth Morales en la capital veracruzana. Oportunistas al fin, ya buscan establecer los puentes que les permitan encaramarse al nuevo instituto político y, tanto seguir medrando a costillas del erario público como obtener ventajas futuras en el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Ojo, mucho ojo, la llegada de última hora de ex perredistas a las filas de Morena, debe ponderarse con cuidado antes que estos den al traste con propósitos y objetivos de renovación y oxigenación de la vida política veracruzana.

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Y a propósito del maestro Cuitláhuac García, se equivocan tanto los que minimizan la campaña electoral que le llevara al triunfo, como los que aseguran es un improvisado al que nadie conoce en la capital veracruzana. Cuitláhuac ha venido picando piedra desde el 2006, organizando y alentando la participación ciudadana en el Movimiento Nacional de Regeneración Nacional en Veracruz. No es de gratis que cuente con toda la simpatía y confianza de Andrés Manuel, la dirigencia nacional y la militancia de Morena dándole un voto de confianza. Como él, un cada vez más amplio grupo de jóvenes y entusiastas veracruzanos trabajan con visión de futuro y voluntad de triunfo a lo largo y ancho de la entidad, no hay que perderlos de vista.

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Noé Valdez, estimado amigo y destacado periodista, falleció hoy domingo tras penosa enfermedad. Nuestro más sincero pésame a su apreciable familia. Descanse en paz.

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Interesante el proceso de democratización de la vida política en el reino de España. Los patos le tiran a las escopetas y una buena parte de las alcaldías, entre ellas las de Madrid y Barcelona, electoralmente son ganadas por una movilización social harta de corrupción y políticas públicas contrarias al legítimo interés de las mayorías. La Unión Europea bajo cuyo manto pretende cobijarse nuestro ínclito presidente Peña, se está reventando por lo más delgado, griegos, españoles y figurando ya en la agenda los franceses, están apostándole al sí podemos.

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Todo parece indicar que a los yucatecos la elección federal intermedia les tiene sin cuidado. Para elegir a sus cinco diputados federales de mayoría relativa, la mayoría voto en automático e inercialmente, favoreciendo al PRI. No así en el caso de la contienda local que motiva y moviliza a prácticamente a toda la población en edad de votar, destacando la elección de alcaldes, en especial en el ayuntamiento de Mérida en el que asentándose más del cincuenta por ciento de la población estatal, en esta ocasión el sufragio nuevamente dio la ventaja al PAN. Lo destacable es que en Yucatán a diferencia del resto del país, la participación ciudadana superó el 67%.

Xalapa, Ver., junio 14 de 2015
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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce 

Lo relevante no es el quien ganó, sino para que y con qué propósito.

Dada la complejidad de la elección del domingo próximo pasado, a lo que habría que agregar la contaminación, por decir lo menos, que sufriera el proceso comicial de elección de diputados federales desde sus inicios, salvo para los expertos que conocen del paño y sus “inteligentes audiencias”, la interpretación de sus resultados para hombres y mujeres comunes resulta ser un verdadero reto. Quizá por ello amplios sectores de la población optan por lo más simple y entendible: ni son confiables ni modifican para bien el grave estado de cosas que aqueja a un país gobernado por un presidente que no inspira credibilidad y confianza.

Posiblemente se  tenga razón al optar por lo más simple, dejando que la partidocracia y sus adláteres se haga bolas en el análisis acucioso del resultado y sus consecuencias futuras para sus particulares intereses, o bien, para justificar ante la audiencia el porqué de su derrota tras haber aprobado nuevas reglas de un juego electoral que no respeta.

¿Derrota? Sí, los números hablan. La elección, con sus asegunes, podrá ser legal a la luz de la legislación vigente que la misma partidocracia se ha dado, pero de ninguna manera es legítima a la luz de un mínimo de normalidad democrática. Una elección financiada con alrededor de 8 mil millones de pesos tomados del erario público, ni arrojó los resultados deseados de un fortalecimiento de la base social de apoyo para un presidente cuestionado, ni mucho menos, recuperó certidumbre, confianza, y credibilidad en el régimen político, representatividad democrática e instituciones republicanas. Esto, para quien escribe estas líneas no puede calificarse sino como una derrota.

Debiendo destacarse que en toda elección  democrática de representantes de la voluntad popular, lo relevante no es quien ganó sino para qué y con que propósito.

Veamos.

Los números que por ahora arroja el “Programa de Resultados electorales preliminares” (PREP), en su simplicidad que no necesariamente en su confiabilidad, nos dicen que con el 93.19% de las actas contabilizadas, de un total de 77, 913, 406 votantes potenciales listados en el Padrón federal vigente, hicieron valer su derecho al voto 36, 623, 125 ciudadanos; cifra de sufragios que representa el 47.5 % del total mencionado en tanto que 41, 290, 281 ciudadanos se abstuvieron de votar. Es decir, el 52.5% de los votantes potenciales se quedó en casita ajeno al juego electoral.

Hay mucha tela de donde cortar para explicar o justificar el fenómeno del abstencionismo. Lo cierto es que este se dio y peso en el resultado final de la elección, quedando a juicio de los propios votantes el juzgarle. Aunque cabe señalar que en política el hubiera no existe como para saber a ciencia cierta cuál hubiere sido el resultado con una mayor participación ciudadana. Empero, con los números en la mano, si se puede colegir que en una democracia medianamente decente menos del 50% de participación en las urnas no legitima una elección, por legal que esta sea, salvo en el remedo que vivimos en México.

Puede argumentarse cualquier cosa, como el que en toda elección intermedia es de esperarse poco interés en los votantes potenciales, lo cierto es que objetivamente tal desinterés responde a algo específico y a la partidocracia corresponde el revertirlo. En esta ocasión, el INE y los partidos políticos fracasaron en el intento, exhibiendo la vulnerabilidad de un régimen político carente de legitimidad democrática.

Aunque no puede dejarse de lado que se cumplió con el propósito de asegurar una mayoría dócil en la Cámara baja para los fines del proyecto neoliberal de Peña Nieto.

Por cuanto a los resultados de la votación, siempre siguiendo los números del PREP, el partido que resultara beneficiado con el mayor número de votos -de acuerdo con las actas contabilizadas en el momento de escribir este artículo-, fue el PRI, con un total de 10, 660, 241 sufragios. Votación a su favor que representa el 13.58 % del total nacional del padrón y el 29.10% de los votos emitidos en la elección. Porcentajes que ni uno ni otro dan visos de legitimidad al pírrico triunfo, ni deberían dar lugar al triunfalismo desplegado por el partido tricolor.

Sumada la votación del PRI con la de su satélite, el Verde Ecologista, el PREP arroja un total de 13, 248, 129 sufragios. Cifra menor al total de la sumatoria de votos a favor de sus adversarios y votos nulos, que ascendió a 23, 374, 996. Razón ésta por lo que el Revolucionario Institucional no alcanza la calificación de partido mayoritario y si, de una cuestionada primera minoría, en la correlación de fuerzas político-electorales en contienda. Todos los partidos que integran la partidocracia, son minoría en este país y ninguno alcanza el mínimo de legitimidad que toda elección en democracia exige.

Hasta aquí la numeralia electoral que arroja la elección nacional de diputados del pasado domingo 7. Que cada quien de acuerdo a su interés y posibilidades, la analice, juzgue y califique, antes o después de conocido el cómputo final que no definitivo, puesto que existen impugnaciones en puerta que tendrá que dirimir el Tribunal Superior Electoral del Poder Judicial de la Federación e, incluso, la Suprema Corte de Justicia de la nación.

Las cifras son públicas y están al alcance de todos.

«Sospechosismo» en Veracruz

Para el caso de Veracruz, sólo acierto por el momento a destacar que el triunfador de la elección fue el “sospechosismo”. Al calor de la noche pudieron pasar muchas cosas como para revertir una tendencia a todas luces contraria al partido en el gobierno y la gente así lo percibe, cuando los números finales benefician de manera más que escandalosa a los candidatos priístas más cuestionados del cotejo e incluso, señalados por la opinión pública como presuntos coparticipes de la quiebra moral, política y financiera del gobierno de la entidad.

No puede pasarse por alto también que:

Morena, de nueva creación, en el primer proceso electoral al que concurre, y a menos de un año de haber obtenido su registro como partido, se coloca ya en la entidad como la tercera fuerza electoral. Ganando con apenas 26, 368 votos la diputación en el Distrito Xalapa Urbano en la capital veracruzana, tomando con los dedos tras la puerta tanto al PRI como al gobierno del estado, que ignoraron o subestimaron lo mismo la inercia del efecto López Obrador y la transferencia de gran parte del voto duro perredista al nuevo instituto político, como el  claro rechazo al PRI, al PAN, al PRD y a la morralla de viejo y nuevo cuño que anima a los xalapeños. 

El voto efectivo de sectores participativos y bien informados de la población urbana xalapeña, es suficiente para nulificar la estrategia electoral, pedestre y antidemocrática del partido gobernante y su “aceitada” maquinaria. 

Como corolario y fuera del menú,  la candidata derrotada fue víctima tanto de su propia soberbia como del fuego amigo de sus correligionarios priístas. Un PRI dividido se unió y operó en contra de la candidatura de Elizabeth Morales, ex diputada federal, ex alcaldesa de Xalapa y ex presidente del CDE del tricolor, dejándole sola en los tendidos a diferencia del apoyo brindado a los “cochinitos” respaldados por Duarte de Ochoa y su padrino y mentor.

La elección de diputados federales para la ciudadanía concluyó. La pelota ahora está en el terreno institucional de árbitros y calificadores, pero eso no obsta para que conste que, de acuerdo a “usos y costumbres” de los veracruzanos, termina un proceso electoral y, de inmediato, inicia otro para no perder la aviada. Hoy a un día después del evento comicial del domingo siete, ya está en marcha el proceso que desembocará en el 2016 con la elección del sucesor del gobernador fallido.

 Hojas que se lleva el viento

El evento comicial en Veracruz dejó en claro que para la vida política de la entidad,  la crítica y denuncia mediática carecen de peso y efectividad en materia electoral en un régimen que,  premiando corrupción e impunidad, el estado de derecho no cuenta. El más de lo mismo entre los mismos, es la constante.

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La mayoría de los medios de comunicación son extensión de la partidocracia rampante, por lo que para amplios sectores de la población en Veracruz y en tratándose de la libertad de expresión, consideran no hay nada que celebrarle a los tundeteclas. Razón ésta quizá, por la que el festejo del “Día de la libertad de expresión” se reduce a los variopintos “Clubs de Tobi”, en los que se reconoce y premia a lo más selecto de su cofradía.-

Xalapa, Ver., 8 de junio de 2015.

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Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce

En el marco del policromo escenario de un país forzado a conjugar desigualdad y pobreza con expectativas de desarrollo y una cuestionada prosperidad relativa, todo es posible, incluso un régimen político sustentado en el secuestro de la democracia representativa y el escamoteo de derechos sustantivos de los mexicanos.

Y es en este escenario en el que nunca como hoy, la partidocracia se viera enfrentada a la ciudadanía en un proceso electoral que en unos días desembocará en la elección nacional de diputados federales, así como en diversas entidades federativas gobernadores, diputados locales y alcaldes.

Días contados para poner toda la carne en el asador en un horno que no estando para bollos, lo mismo exuda lo mejor de una sociedad en movimiento, que los detritus de una partidocracia que en un país sin rumbo se revuelca en su miseria moral y política.

Si ya para el análisis simplista y lineal basado en experiencias previas de procesos electorales, resulta harto difícil plasmar en letra de molde lo que entre brumas dicen tantas bolas de cristal como opinadores existen, cuantimás si la complejidad de la elección en puerta reviste ya no sólo incertidumbre y confusión por lo que está en juego en el todo nacional, también por hacerse acompañar de elementos inéditos, como el estar insertos, y a la vez perdidos, en una crisis mundial multidimensional y globalizada con sus secuencias de deterioro económico, político y social que todo lo trastoca.

Y a ello, el sumarse en México una también inédita confrontación en varios frentes entre el régimen político vigente y su partidocracia, contra lo mismo una delincuencia desbordada que con una ciudadanía marcada por descontento y hartazgo que está diciendo basta.

Todos contra todos sin un mínimo de claridad que deslinde lo que es la disputa por el poder político y la confrontación entre intereses creados en la esfera de los poderes fácticos, en tanto que para las mayorías empobrecidas lo que se vislumbra es un intento por el rescate para todos lo mismo de la democracia secuestrada que de un modelo de país sustentado en justicia social y bienestar para todos.

En este complejo galimatías tanto partidos políticos, candidatos y la mayoría de opinadores, tratan en vano de acomodar las piezas, optando los más por la comodidad del análisis simplón, haciendo prevalecer más el interés coyuntural y protagónico de los actores en contienda, que el análisis serio y de profundidad que, con visión de futuro, vislumbre y comparta lo que a México depara de seguir marchando por el camino equivocado.

Lo que se disputa, a mi juicio, va más allá de la simple confrontación electoral entre partidos, candidatos y electores potenciales. Ubicándose ya en un universo más amplio de desconfianza en las instituciones, dualidad de poderes en cada vez más extensos territorios, ingobernabilidad y movilización contestataria. Es en este terreno y no otro es en el que estimo se habría de ubicar al actual proceso electoral y los venideros.

Considerar de manera simplista que es y será lo que antes fue, no tiene sentido. El México de hoy es otro y su circunstancia política por lo consiguiente es diferente. No es por nada el que las campañas electorales transiten por un sendero y, en paralelo, la sociedad ajena a propósitos, objetivos y propuestas de la partidocracia, reivindique el derecho y voluntad mayoritaria de darse un nuevo pacto social que contemple un nuevo régimen político. Cobrando una inédita connotación lo que se conoce como “elección intermedia”.

Plebiscito

A manera de plebiscito ciudadano, el 7 de junio próximo habrá de conocerse a pie de urna, profundidad y alcance de tal confrontación entre un régimen político agotado y una ciudadanía que despierta.

En este contexto lo inédito manda y, seguramente, es por ello que no se alcanza a percibir con objetividad el por qué para la clase política y la gran mayoría de los medios de comunicación, así como para partidos políticos y candidatos, las estrategias electorales a escasos diez días de la elección, entre el lodo topan con pared; las campañas no prenden en el ánimo de los votantes potenciales en la medida de lo esperado, diluyéndose entre pinceladas de una realidad nacional que, reflejada en una percepción en el imaginario colectivo cada vez más arraigada y más amplia, parece indicar que es el régimen político vigente y su partidocracia el adversario a vencer en las urnas. El 7 de junio por la noche se sabrá si lo que cuenta es tal percepción o los votantes se inclinan por el cómodo más de lo mismo, avalando una marcha sin destino cierto.

Hojas que se lleva el viento

En Veracruz no se tiene más nada que perder y si todo por ganar dándole la espalda a la continuidad de un estado de cosas que ya no se resuelve con dinero. La clase política, sin excepción válida, agotada se revuelca entre corrupción e impunidad mientras sociedad y economía aceleran su caída. Y esto no es especulación ni protagónico y mal intencionado cuento chino para amarrar navajas. Los números duros lo confirman.

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Erradicar corrupción e impunidad a periodicazos, sin sentido y pérdida de tiempo. A las ratas públicas y privadas las reproduce, prohija y cobija un sistema económico y social cuyo motor es la apropiación privada de la riqueza social, por el medio que sea. No tiene rostro ni patria, y sus principios éticos y morales se sustentan en la ganancia y la acumulación. Por ello resulta hasta cómica lo mismo la denuncia mediático-protagónica que el discurso anticorrupción de los corruptos. O se combate al sistema corrupto y corruptor o se toleran a las ratas, he ahí el dilema para una sociedad que a trompicones avanza sin rumbo y sin destino.

Cd. Caucel, Yuc., mayo 26 de 2015
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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

De acuerdo a la lógica formal que enseñan en la escuela, 1+1=2, luego si a 2 le sumamos 1, el resultado es tres. A la luz de este razonamiento el PRI hace cuentas alegres respecto al resultado que espera obtener en la elección de junio próximo. De acuerdo a las reglas electorales que algunos dicen que los mexicanos nos hemos dado, con un voto se gana la elección; luego si sólo votan tres ciudadanos, con dos que crucen la boleta a favor del tricolor, ya la hicieron, el PRI legalmente se levanta con el triunfo. De ahí que bajo este supuesto, al priísmo le valga si el abstencionismo o el voto nulo superan al voto efectivo.

Como lo asentado en la ley es lo que cuenta en la democracia mexicana y no la legitimidad democrática, por anticipado la cúpula del PRI canta ya su triunfo en las urnas.

Por eso resulta sospechoso el que desde la esfera oficialista, e incluso el Instituto Nacional Electoral, presuntamente ciudadano, se muestren tan preocupados ante la amenaza del fantasma del abstencionismo o el voto nulo de castigo.

¿A qué le tienen miedo si todo está a su favor?

En lo interno a la partidocracia más o menos votantes le tiene sin cuidado. La fuerza de la costumbre manda y el pueblo, “haiga sido como haiga sido”, sin chistar lo acata.

No así en lo externo, para Peña Nieto y su necesidad de legitimación en un escenario internacional que le ha dado ya la espalda, una copiosa votación en junio próximo sería su oportunidad para cacarear el triunfo de la democracia en México, validando su gestión al frente de un gobierno que se considera roza los límites de lo fallido.

El régimen político y su sistema de partidos políticos, quedaría a salvo y, con un voto de diferencia a favor del PRI y sus satélites, salvaría ante la opinión pública internacional el hoy más que cuestionado prestigio del presidente reformista.

La otra lógica

Bajo otra lógica, la del hartazgo y rechazo social, podría darse el caso de que el resultado de 1+2 para el partido en el poder no fuera 3, sino menos 2, perdiendo por un voto. Esto si la ciudadanía le tomara la palabra a la propaganda oficial, reduciendo en números absolutos y relativos tanto el voto nulo como el fenómeno del abstencionismo, pero inclinando la balanza en contra del PRI y sus aliados satélites, votándose por otra opción político electoral.

Hasta donde se alcanza a percibir en el ánimo e intención del voto en la opinión pública, la lógica del descontento y del hartazgo está imponiéndose, bajo el supuesto de que es mayor el deseo de cambio real y la voluntad de así hacérselo saber al régimen, que una dosis de más de lo mismo.

No se puede hacer de lado que la elección que nos ocupa, en esta ocasión constituye un plebiscito de facto a mitad del río, que pone a prueba la aceptación del desempeño tanto del Sr. Peña Nieto como del régimen que representa; asignándole al voto en contra del partido gobernante una especial connotación en el marco de una creciente exigencia de revocación de mandato.

El 7 de junio próximo en las urnas se verá si los mexicanos aún confiamos en el valor de espejitos y abalorios para seguir manteniendo el gatopardismo y la simulación democrática, o si el México que ha despertado en el imaginario colectivo, pone un hasta aquí y se manifiesta electoralmente por la vuelta a la tortilla.

En esta ocasión a las mayorías les tiene sin cuidado el resultado de la elección. Se tiene conciencia plena que para efectos prácticos, el relevo es irrelevante. Secuestrada la democracia representativa, el cambio de estafeta es para seguir igual. La motivación que mueve a sectores mayoritarios de la población a expresarse en las urnas no es otra que hacer camino al andar transitando por la única vía válida para mantener la fiesta en paz.

Si para la lógica formal a mayor número de votos efectivos mayor prestigio internacional para Peña Nieto y el régimen, la lógica del descontento, hartazgo y rechazo que mueve a las mayorías, a mayor número de votos mayor la oportunidad para avanzar en el camino del rescate de la voluntad popular. Ya se verá de que cuero salen más correas. Por lo pronto, ante el desconcierto del partido en el gobierno, Peña Nieto se mantiene en caída libre ante la opinión pública nacional e internacional.

Hojas que se lleva el viento

La honestidad de los servidores públicos no sólo se mide por su rechazo a meter las manos en el cajón de los dineros públicos. En épocas de crisis la deshonestidad intelectual en el resistirse a aceptar la realidad y actuar en consecuencia, es un indicador que cuenta y cuenta mucho. La simulación y el engaño pudieren ser más graves para un país en crisis que el saqueo de las arcas públicas. Es el caso de los señores senadores veracruzanos de extracción priísta, en tanto sustentan su aspiración a gobernar a Veracruz con más medias mentiras que medias verdades. Se matan solos, únicamente basta leer lo que en medios informativos y plazuelas declaran para saber de qué pie cojean ante una opinión pública que no olvida el llamado pacto por México, la aprobación de las reformas energética, laboral, educativa y fiscal entre otras aberraciones avaladas por el Congreso de la Unión.

Quién sirve a dos amos con uno queda mal. O los senadores Yunes landa y Yunes Zorrilla están a favor de necesidades y demandas no satisfechas de los veracruzanos, o con los gobiernos de Peña Nieto y Duarte de Ochoa y sus nefastas secuelas de entrega de soberanía, corrupción, impunidad e ineficacia en el manejo de los destinos de la nación y de la entidad en lo específico.

Y a propósito de falta de congruencia y deshonestidad intelectual, cuando el Sr. Peña declara de dientes para afuera que “La justicia en sus diferentes materias está rezagada, olvidada y rebasada. Es excluyente, lenta compleja y costosa, además de inaccesible y poco útil, por lo que genera espacios de ilegalidad, impunidad, corrupción y abuso.”, Es porque está urgido de decirle al pueblo lo que este quiere escuchar y no necesariamente como un reconocimiento tácito a su garrafal equivocación privilegiando en el orden de prioridades nacionales a unas reformas, presuntamente estructurales, cuando debió atenderse en primer lugar los rezagos de desigualdad, pobreza y corrupción, rescatando a la olvidada y enterrada justicia social por la que tanta sangre se derramara en la Revolución Mexicana. Equivocación o desconocimiento de nuestra historia y requerimientos presentes del país, entre comillas, ya que en realidad Peña Nieto actúa con conocimiento de causa en su afán por consolidar un modelo neoliberal contrario a los intereses más caros del pueblo de México.

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¡Qué ironía! Hablar en Veracruz de la bondad del Sistema Nacional Anticorrupción es tanto como el que el verdugo celebre la efectividad de la soga en casa del ahorcado. Los corruptos impunes aprueban la ley, estos mismos vigilarán que se cumpla y se sancione a quien la infrinja. Paradójicamente en un Estado de derecho cuestionado y atravesando por una crisis de confianza y credibilidad que atañe a todas las instituciones republicanas.-

Cd. Caucel, Yuc., mayo 6 de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La política importa. Más que nunca, importa y dirige nuestras vidas, economías y culturas. David Runciman

Es tanto el ruido que resulta casi imposible substraerse del juego electoral que mantiene ocupada lo mismo a la clase política que a medios de comunicación y amplios sectores de la llamada sociedad civil que, para bien o para mal, ven en este evento de democracia simulada una oportunidad para participar y expresarse a favor o en contra del proceso comicial que desembocará en la elección bien de gobernadores, bien de diputados federales o alcaldes.
Y es en este escenario, en el que es más lo que se tiene que perder que lo que se pudiera ganar en favor de la democracia, que la bola de cristal gira incesantemente, mostrando caleidoscópicas imágenes de lo que hasta ahora no pasa de ser más malos que buenos augurios.

La moneda está en el aire y como bien se afirma, no hay nada escrito para nadie, salvo inicuas y dispendiosas campañas electorales financiadas con recursos públicos salpicados con otros de dudoso origen, en las que se refleja la miseria moral, intelectual y política no sólo de partidos y candidatos en contienda, también de algunos adelantados que en río revuelto pretenden hacen crecer aspiraciones y proyectos futuristas.

En este marco de referencia se encuadran las cifras dadas a conocer en Veracruz por la Consultora Santoyo y Asociados que, a una semana de iniciadas las campañas electorales de quienes aspiran a una curul federal por el Distrito Xalapa Urbano, nos dice “… casi el 60 por ciento de la población desconoce qué elecciones se realizarán el próximo siete de Junio”. En el universo del 40 por ciento restante, la intención del voto a favor de la candidata de la coalición PRI-Verde, Elizabeth Morales es del el 26.6 contra el 22.6 del candidato del PAN.

Si los números no mienten, del total de 282 864 votantes potenciales que registra la lista nominal del INE para el Distrito X de Veracruz, 169,118 que no tienen ni idea de que elecciones tendrán lugar en junio próximo, tampoco, por lo consiguiente, cuentan con intención de voto a favor o en contra de tal o cual partido o candidato. Luego el universo de preferencias electorales dentro del cual compiten Elizabeth Morales y sus adversarios, se reduce a sólo 113 145 sufragios potenciales.

Así, la ex alcaldesa de Xalapa con el 26.6 % de la intención de voto, si hoy fueran las elecciones contaría apenas con 30,096 votos efectivos, contra 25 570 de su oponente panista y 57 478 del resto disperso y fragmentado de contendientes que participan como candidatos a una diputación federal en el proceso electoral en curso.

Elizabeth Morales se levantaría con el triunfo con apenas el 10.6 % del total del listado nominal. Y aun así, la coalición PRI-Verde echa las campanas al vuelo, a sabiendas de que con la sumatoria de sufragios efectivos a su favor, ganaría la elección.

Con un voto se gana en la democracia a la mexicana, la ley es la ley y en las reglas del juego dictadas por los dueños de las canicas, la legitimidad no cuenta.

Triste pero real. De mantenerse la tendencia, frente a la “indiferencia” ciudadana la primera minoría se levantaría con el triunfo, reduciéndose a eso la “fiesta democrática” para Xalapa urbano en el 2015. Un buen de Ignorantes, indecisos y apáticos xalapeños, le pondrían al PRI-Verde, en bandeja de plata la oportunidad de contribuir a la construcción de la mayoría que desde la Cámara de diputados aprobará la gestión de Peña Nieto y la profundización de sus reformas en el segundo y último tercio del actual mandato presidencial.

Esto en el marco de un análisis simplista y lineal que parte de la presunta fortaleza histórica de la estructura, recursos financieros, materiales y humanos que, con recursos públicos sustenta una ya muy cuestionable hegemonía del PRI en Veracruz. Empero, a mi juicio la cosa no es tan simple en la actual circunstancia política y social que se vive en México, en la entidad y en la capital veracruzana. Bajo el agua podría estarse gestando un “voto de castigo” para el PRI-Verde, precisamente en el ámbito de los llamados indecisos, los que dicen aun no decidir su intención del voto y los que dicen desconocer en qué elección están llamados a participar.

No puede ignorarse que la ciudadanía deberá votar por candidatos seleccionados por un grupo de notables y no por consulta a las bases partidistas; mucho menos a los ciudadanos sin partido que son mayoría en la población xalapeña. El voto duro partidista podría no ser tal, como lo pone en evidencia la Consultora Santoyo y Asociados, y la llamada estructura o maquinaria electoral sueño guajiro de pasadas glorias.

Son muchos los agravios sufridos a últimas fechas por la militancia priísta en Xalapa a manos de su propio partido y del gobierno duartista, a lo que habría que agregar el clima de desconfianza y crisis de credibilidad que coloca al presidente Peña y su gestión al borde del colapso. Esto cuenta y seguramente influirá en el voto duro de la coalición PRI-Verde en demérito de una candidata ya de sí cuestionada y señalada por la opinión pública como amoral, oportunista y corrupta.

De aquí al 7 de junio los tiempos se acortan, el control de daños no se contempla en la campaña electoral de la señora Morales ni ésta incide en los indecisos en la medida de lo deseable para el PRI-gobierno. Mucho ruido auditivo y visual con pocas nueces en la capital veracruzana, no es garantía para revertir la percepción negativa que anida en el imaginario colectivo. Como tampoco es garantía el que con apenas el 10.6 % a su favor del total de la lista nominal para el Distrito X, la Sra. Morales pueda legitimarse en un Xalapa urbano que por principio le rechaza muy a pesar de lo que digan o dejen de decir sus apologistas gratuitos o de paga.

La última palabra la dirán los xalapeños el 7 de junio. Tienen mucho que decir y esta será la oportunidad para expresarse participando con responsabilidad y buen juicio el día de la elección. Quedarse en casa, dando la espalda a los comicios y evadiendo el ejercicio de un derecho conquistado no es el camino. Basta ya de masoquismo ciudadano; refrendarlo es garantía de un más de lo mismo reciclado que hoy lamentamos.

Mostremos a la Sra. Morales de que cuero salen más correas. Ni un voto a la coalición PRI-Verde.

Hojas que se lleva el viento

El sistema nacional anticorrupción nace muerto. Como la cosecha de mujeres, corrupción e impunidad nunca se acaban, corre en las venas de una clase política insensible y sorda que no está dispuesta al suicidio.

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México está blindado, dice Luís Videgaray. ¿Y los mexicanos también?

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Considerándose muy “sácale punta”, los senadores veracruzanos deberían explicarnos qué es y con qué se come esa última jalada de los tecnócratas aprendices de brujos, pomposamente llamada “presupuesto base cero”.
Yunes Zorrilla, presidente de la Comisión de Hacienda y Crédito Público de la Cámara alta, con tantita honestidad intelectual no se atrevería. Sabe bien que sin un sistema nacional de planeación participativa que involucre regional y sectorialmente a la población en la formulación de diagnósticos puntuales, presupuestos por programa sustentados en proyectos específicos, y todo un mecanismo de seguimiento, control y evaluación en tiempo real, el presupuesto con base cero de antemano va camino al fracaso, uno más de Peña Nieto y sus aprendices de brujo por desconocer el terreno que pisan. La estructura orgánica, dinámica inercial burocrática e intereses creados de la administración pública en los tres niveles de gobierno, sería el obstáculo número uno a salvar, y eso está en mandarín.

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Mérida, capital de Yucatán, ciudad blanca y de la paz es hoy un horno. Temperaturas de más de 42 grados y el termómetro sigue subiendo…
Cd. Caucel, Yuc., abril 22 de 2015
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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Si para amplios sectores de la población el presidente Peña no se hace merecedor a confianza y credibilidad, y lo mismo podría decirse de los gobernadores, procuración y administración de justicia y partidos políticos, la pregunta obligada, a tres meses escasos de las elecciones del 2015, es ¿por qué sí se debe creer y confiar en el Instituto Nacional Electoral?

¿Es acaso entre todas las instituciones republicanas la joya de la corona, hoy fuera del alcance de la simulación y corrupción impune? ¿O es una pieza más en el juego perverso de la partidocracia en el afán de esta por mantener secuestrada y bajo control a nuestra incipiente democracia representativa?

El reto para el organismo, ya encarrilado el proceso electoral sería demostrar que efectivamente es digno de confianza y credibilidad para que, en su papel de organizador y árbitro de los comicios venideros justifique ante el pueblo de México la razón de su existencia.

Y esto, a mi juicio, por lo que se alcanza a percibir en las crónicas periodísticas, está en chino. La descomposición del régimen político conforme pasan los días se observa transita montada en un tobogán sin control, reflejándose en un estira y afloja al interior del INE en el que los partidos políticos, cada uno por su lado, pretenden imponer lo que mejor conviene a sus intereses de coyuntura, trasladando su crisis de representación a una institución presuntamente ciudadana. Poniéndose en evidencia el cada vez mayor divorcio entre la clase gobernante y las subordinadas.

La brecha se amplía y no se observan los necesarios puentes para acotarla y achicarla, antes al contrario, lo que se percibe es un conjunto de puentes rotos que entre acuerdos en lo oscurito, medias verdades y medias mentiras, acompañados de hechos concretos en la vida cotidiana de la población, no ofrecen seguridad alguna de que el divorcio en el corto plazo llegue a buen término.

Credibilidad y confianza en el régimen político e instituciones se dan por perdidas e incluso, el gobierno de Peña Nieto por conducto de su secretario de hacienda, reconoce que sin éstas no hay forma de aterrizar y concretar objetivos y metas del proyecto de país pensado y diseñado en Los Pinos. Para la cúpula empresarial esto es mala señal y ya exigen claridad y mano dura para enderezar el rumbo del país.

Entre la población el dilema entre votar y no votar en los próximos comicios, se alimenta de esta falta de confianza y credibilidad y, en el mejor de los casos, el debate deriva a los terrenos del por quién votar, cuando frente a la oferta partidocrática no hay opción; cada partido selecciona a sus candidatos de manera vertical, de arriba hacia abajo, sin consulta previa con sus bases y menos con los millones de votantes llamados a sufragar. En este escenario antidemocrático Morena no es la excepción, con una auténtica vacilada que le iguala con sus adversarios irresponsablemente recurre a “la tómbola” como fórmula de selección, supeditando la democracia partidista a pedestre lotería.

Tocaría al Instituto Nacional Electoral el poner orden y reencauzar el proceso electoral por el sendero de una auténtica democracia representativa. Y no es así. Luego el reto de muy corto plazo de restaurar confianza y credibilidad para unos comicios exitosos, parece serle inalcanzable al organismo electoral. La partidocracia impone su crisis y arrastra por un conflictivo rumbo a lo que debería ser instrumento al servicio de los votantes. Malo para México, pésimo para las aspiraciones democráticas de millones de mexicanos.

Hojas que se lleva el viento

El forcejeo en el Senado de la República para sacar adelante la ley anticorrupción, refleja una pugna sin cuartel en la que cada partido ahí representado pretende imponer su propia visión e intereses en un tema de la mayor relevancia para el país. Hasta este momento, vía negociaciones en lo oscurito parece que la discusión en comisiones está llegando a su término con un aparente consenso que deberá ser ratificado en el pleno. El acuerdo, en congruencia con las condiciones generales que se viven en el país, parece estar sustentado en una expresión más de gatopardismo que se concretará en una ley sin dientes que dejará incólume a no dudar una lacra histórica que no se acabará por decreto. Borrón y cuenta nueva, no se barrerá para atrás y todos felices y contentos.

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Frente a la tormenta que azota a la administración pública veracruzana, calladito se vería más bonito el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, dejando que el área técnica de la secretaría de planeación y finanzas haga su trabajo en el arduo compromiso de justificar lo que a todas luces parece injustificable. El anticiparse expresando con optimismo que las observaciones puntuales de la Auditoría Superior de la Federación a su gobierno serán solventadas en forma y fondo a la mayor brevedad, sin realmente contarse con elementos fiables de que así será, más agita el cotarro. Y por cierto, es de llamar la atención el que no exista al interior del gobierno estatal una voz con autoridad moral y política que salga en defensa del ahora vapuleado gobernante que, en su rostro al aparecer ante los medios de comunicación afirmando que las finanzas públicas veracruzanas gozan de cabal salud, da la impresión de que para sus adentros quisiera gritar: “No me lo dejen sólo…”.- Xalapa, Ver. 26/02/2015

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