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Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce

A muchas habladurías se ha prestado el anuncio de un cambio en el partido cuyo Consejo Nacional preside el senador veracruzano Dante Delgado Rannauro, así como la oposición que a dicha medida expresara el ex diputado local y ex presidente de Convergencia en la entidad Alfredo Tress.

Lo mismo se dice que a falta de un auténtico partido político, Dante Delgado entrega el membrete de la franquicia de su propiedad al movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador con vías a la elección presidencial del 2012, o bien que como una expresión más del oportunismo político que siempre ha caracterizado al senador veracruzano, de motu propio, sin acuerdo de las bases convergentes, se cuelga del tabasqueño para revitalizar su desgastada imagen. 

Y efectivamente, mucho es lo que se puede decir de Dante Delgado y de Convergencia, sobre todo en Veracruz, donde el hombre y su partido vieran la luz primera, y teniendo como antecedente cercano la elección de gobernador en el 2010

Sin embargo, a mi juicio vale la pena profundizar más en la decisión adoptada y puesta a la consideración del Consejo Nacional cuando ya se velan armas para la contienda por la presidencia de la República; abonándosele cierta lógica no a dante Delgado sino a la decisión colegiada de la cúpula convergente, que rebasa en sí misma  tanto la chabacana idea de  una aparente transacción comercial “poniéndose en venta la franquicia”, como que el cambio anunciado sea simplemente expresión coyuntural de oportunismo político del senador veracruzano.  

En primer término, pese a su reducido tamaño y mínimo peso específico en la correlación de fuerzas en la vida política nacional, no podemos hacer de lado que en dicho partido militan hombres y mujeres de carne y hueso, de diferente estrato social, que están en Convergencia por libre decisión y convencidos de que ésta es una opción política que conviene a sus intereses personales o de grupo. Decir que el cambio anunciado es decisión unilateral y definitiva de Dante Delgado, de espaldas a las bases, es menosprecio y ofensa a estas personas, etiquetándoles como menores de edad y privándoles de su capacidad para decidir si permanecen en el partido, o se van.  

Si están de acuerdo con el cambio, adelante. Y si no lo están, tomarán la decisión que mejor les convenga, como ya lo hiciera en Veracruz el gris ex diputado local Alfredo Tress, sedicente vocero de la corriente convergente más conservadora en la entidad. 

En segundo término, el cambio propuesto está a la consideración de la militancia tras la sesión del Consejo Nacional que aprobó por mayoría -174 votos a favor, 1 en contra y cero abstenciones-, la convocatoria para la realización de la Tercera Asamblea Nacional Extraordinaria, en la que habrá de escucharse a la base del partido y, en su caso, aprobarse tanto el cambio de nombre como de sus nuevas bases programáticas y estatutarias, en los términos establecidos por la legislación vigente que norma la vida interna y funcionamiento de los partidos políticos nacionales. 

Y tercero, más que oportunismo político, el cambio que se propone Convergencia, es a mi juicio, una medida pragmática con la que este partido se adelanta -en el marco de la crisis general del sistema político nacional- en la adecuación a una nueva realidad en la que, para la ciudadanía, los partidos políticos han dejado de ser referente válido de la democracia representativa. La correlación de las diversas fuerzas políticas en México ya no está determinada por la rigidez piramidal de la institucionalidad partidista, sino por una fluctuante y aún amorfa movilidad y movilización social que busca nuevos caminos de participación y expresión política. 

Pragmatismo que, renglón aparte, ya no es extraño a ningún partido político en México. 

Aclaro que mi opinión personal no es en defensa de Dante Delgado Rannauro, a quien considero mi amigo desde hace muchos años sin necesariamente coincidir con su manera de pensar y de actuar, como en su momento lo expresara en varios artículos a lo largo de la campaña electoral del 2010. Únicamente estimo que el simplismo de calificar la decisión convergente bajo los cánones tradicionales de la politiquería, no cabe en un intento serio por interpretar un fenómeno social y político que no escapa al clima de crisis tanto de las estructuras formales del poder, como de un intento de la llamada sociedad civil por modificar el actual estado de cosas.  

El tema es complejo y atañe lo mismo a todos los partidos políticos que a la sociedad en su conjunto, en la búsqueda de nuevos derroteros tendientes a remontar la crisis del sistema político mexicano. 

Si hoy un partido pequeño cambia de nombre, bases programáticas y estatutarias, con la aceptación de cúpula dirigente y bases, no es una medida al azar ni puede dejarse de analizar en el contexto más general de la vida política nacional. Si Convergencia se propone a estas alturas un cambio, es porque puede hacerlo en función de su propio tamaño y de una corriente social que está a favor precisamente de un modo diferente de hacer política. Los partidos mayoritarios, anquilosados y sujetos a toda una maraña de contradicciones e intereses, no están en condiciones de plantearse la más mínima modificación cuando ya la elección del 2012 está a la vuelta de la esquina. 

Desde el punto estrictamente electoral, Delgado Rannauro en su intervención ante el Consejo Nacional fue muy claro: “Lo hacemos ante la negación de la partidocracia para abrir espacios a las candidaturas de la sociedad; estamos trabajando para consolidar un gran movimiento ciudadano a favor del pueblo, en defensa de los que no tienen voz y a quienes se les pretende engañar desde el poder”. ¿Oportunismo? ¿Medias verdades, medias mentiras? Quizá en contenido y tónica del discurso, más no en una interpretación sensata de la realidad y de lo que anida en la percepción popular. 

Que ello favorece en la coyuntura a la posible candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República, ante un nada imposible cambio de timón del PRD a favor de Marcelo Ebrard, sin duda. Convergencia, con nueva cara, pudiera postular como candidato ciudadano al tabasqueño, sin transgredir su base programática y estatutaria, la legislación electoral vigente y la voluntad expresa de sus bases, ganándose simpatía y voluntad del movimiento social “Morena”. Abriéndose con ello la puerta a la posibilidad en el mediano plazo de situarse, como un partido renovado, en  la segunda posición en la preferencia electoral nacional. 

En la inteligencia de que en términos prácticos, la cúpula convergente quedaría subordinada al tabasqueño; a la par que el partido se identificaría electoralmente como de centro izquierda, incluyente y moderado. Condición nada exenta de jaloneos, en tanto la militancia convergente e integrantes de “Morena”, se acomodan y ocupan el lugar que les corresponde en torno a un programa de unidad. 

Desde el punto de vista social, para el mediano y largo plazo, legitimidad y representatividad estarían en duda, de darse en Convergencia un simple maquillaje coyuntural para dejar las cosas como están. Ese sería el reto a considerar tanto por la militancia, simpatizantes y agregados de “Morena”, que desde abajo tendrían que impulsar un cambio auténtico, democratizando la vida interna del partido, sirviendo a la sociedad en la atención de sus demandas más sentidas y fortaleciendo el papel de la izquierda frente a la crisis partidista generalizada. 

En fin, hay mucha tela de donde cortar en un tema complejo. Corresponderá a los analistas más calificados y con información sensible a la mano, el desentrañar motivación y alcances de lo que se propone Convergencia con el cambio anunciado. 

Pero sin duda, quien tiene la última palabra es la militancia que pondrá a prueba su madurez y visión para secundarlo o rechazarlo. Sin perder de vista que la tentación de un gatopardismo a modo, pudiera dar al traste con el intento. Los políticos suelen atender más a su naturaleza que a la razón. Al tiempo.

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Amigas y amigos:

Aquí en el Zócalo, hace cerca de cinco años, tomamos entre todos la decisión de seguir luchando hasta lograr la transformación del país. Si después del fraude nos hubiésemos retirado o, peor aún, si hubiésemos transado con la mafia del poder, hoy no existiría este movimiento que es la única esperanza para millones de mexicanos, sobre todo, para los más desamparados y pobres de México.

Andrés Manuel López Obrador, junio 5 de 2011

Hemos echado a andar un plan sencillo, pero eficaz y trascendente. Estamos llamando a ciudadanos que simpatizan con nuestro movimiento a que participen como protagonistas del cambio verdadero. Se trata de que cada mujer, cada hombre consciente, se apersone y convenza, entre familiares, amigos, compañeras y compañeros de trabajo, a cinco ciudadanos más. Informo a ustedes que ya se han inscrito un millón 300 mil ciudadanos como protagonistas del cambio verdadero, a finales de este año, serán 4 millones, y si cada uno cumple con su compromiso de convencer a cinco, tendremos el respaldo de 20 millones de ciudadanos. De esta forma, haciendo cada quien lo que nos corresponde y, de manera pacífica, sin violencia, con la participación organizada del pueblo, vamos a lograr que se inicie, en el 2012, una nueva etapa en la historia de México.

Aquí quiero señalar que hablamos de protagonistas, no de promotores, porque el objetivo de este movimiento va más allá de las elecciones. No se trata únicamente de llegar a los cargos públicos. No es la lucha del poder por el poder. El objetivo superior es la transformación del país.

Para que se entienda mejor y todos sepamos de qué se trata, pensemos que sólo han habido tres transformaciones en la historia de nuestro país: la Independencia, la Reforma y la Revolución, y nosotros queremos llevar a cabo la cuarta transformación de la vida pública de México.

Apostamos a la transformación del país porque no vemos otra salida. La crisis actual demanda cambios profundos. Nada bueno debe esperarse si continúa el actual régimen. Tenemos claro que el principal problema de México es el predominio de una mafia del poder y que a ello se debe la decadencia y la tragedia nacional.

Texto completo del discurso de Amlo hoy 5 de junio de 2011, en el Zócalo de la Ciudad de México.

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

 Tras observar y escuchar al ex candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, conocer de los esfuerzos por construir la unidad de la izquierda en torno a la candidatura de Alejandro Encinas  en el estado de México, y enterarse que en Veracruz declara Juan Carlos Mezhua Campos, espurio dirigente estatal del PRD, que tanto AMLO como Marcelo Ebrard dividirán el voto en la contienda electoral del 2012 por la presidencia, no puede uno sino confirmar una vez más que el partido del sol azteca en la entidad no pasa de ser insepulto y ya hediondo cadáver.

 

Ajeno al sentimiento y convicción de las dispersas bases perredistas, Carlos Mezhua no hace sino reflejar el pensamiento derrotista y practica oportunista de los diversos “capos” de las también diversas tribus que en Veracruz conforman el PRD, que se resisten a aceptar tanto que su partido es un vacío cascarón sin presencia ni peso en la entidad, como el que la militancia tiempo ha que conjuntamente con las de Convergencia y PT y un buen número de ciudadanos sin partido, está a favor de impulsar desde ya y nuevamente la candidatura de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de la República y no la del Jefe de gobierno del D.F.

Bien maiceado y sin capacidad e inteligencia para ver más allá de su ombligo e intereses pueblerinos, lo que hace que Mezhua Campos afirme que se dividirá el voto, no es otra cosa que contemplarse en el espejo. El, como la mayoría de los dirigentes formales o morales del PRD en Veracruz, son los que desde la pasada campaña del ahora gobernador, Javier Duarte de Ochoa, dividieran el voto perredista, llamando a sufragar a favor de Miguel Ángel Yunes Linares, unos, en tanto que otros, tibiamente, a favor de Dante Delgado Rannauro. Para terminar trabajando para su santo, conformándose con las migajas que bien a bien les cediera el PRI.

Lo curioso de tal situación es que en Veracruz, la gente poco informada o desinformada por los medios de comunicación -que por cierto no entienden o no les conviene entender, de la diferencia entre el PRD y el movimiento social “Morena”-, desconoce la fuerza de Andrés Manuel López Obrador al equipararlo con el cochinero de la cúpula perredista. Sin que ello necesariamente les lleve a inclinarse a favor de Marcelo Ebrard, a quien la mayoría no conoce más que de oídas.

Situación que se agrava para el movimiento nacional que encabeza Andrés Manuel, en tanto que sus seguidores en Veracruz no tienen con qué, no saben, o no quieren, difundir de manera masiva la aclaración pertinente, que de luz sobre las abismales diferencias entre el cadáver nauseabundo y el Movimiento de Regeneración Nacional que impulsa el tabasqueño. Limitante que a su vez no es subsanada en apoyo por diversas y sólidas agrupaciones en constante movilización y organización en la capital de la República.

Perdiéndose la oportunidad en el tiempo, de aglutinar de manera organizada y consecuente a los simpatizantes del movimiento en Veracruz que, no siendo pocos, desorganizados y dispersos no reconocen más liderazgo que el que les ofrece López Obrador, toda vez que los liderazgos locales o no existen, están ausentes, o no crecen al no tener clara la diferencia entre los intereses partidistas del PRD, Convergencia y PT,  y los objetivos perseguidos por “Morena”.

Pues si bien en la coyuntura el Movimiento de Regeneración Nacional está dispuesto a participar electoralmente, impulsando la candidatura de Encinas en Edomex y en su momento la de Andrés Manuel en la búsqueda de la presidencia, los objetivos de mediano y largo plazo de la organización rebasan las expectativas electorales del corto plazo, como está explicitado en el programa de 50 puntos para cambiar a México. Así como también rebasan el estrecho marco ideológico, programático y operativo de la izquierda electoral representada por los partidos Convergencia, PT y PRD.

El movimiento de Regeneración Nacional es ciudadano, apartidista y con visión de largo aliento, no es un partido político más ni una extensión de los partidos arriba mencionados. Eso debe quedar claro y el explicitarlo es la tarea de los Comités locales de “Morena”, para avanzar en la organización y pesar en consecuencia en la entidad.

Lo que queda del PRD, así como Convergencia y el PT, son compañeros de camino en la coyuntura, no la fuerza sustantiva de “Morena”. De ahí que resulte inconsecuente la afirmación de Mezhua. El voto no se dividirá entre López Obrador y Marcelo Ebrard, uno y otro ya fijaron su postura, estando dispuestos a ceder en su momento a favor de quien tenga mayores posibilidades de triunfo. Corresponde a “Morena” hacer pesar su fuerza por sobre los limitados intereses electorales del PRD, imponiendo su convicción moral y política por sobre el pragmatismo cortoplacista de los oportunistas y vividores de la falsa izquierda de siempre, para inclinar la balanza a favor de Andrés Manuel.

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Gertz ManeroEl partido Convergencia, informó que su precandidato al gobierno del estado de México es el ex secretario de seguridad Pública federal, Alejandro Gertz Manero. Luis Walton, presidente de Convergencia, dijo que este organismo político ha decidido ir en alianza en el estado de México solamente con el Partido del Trabajo (PT) y por lo tanto, con el movimiento de Andrés Manuel López Obrador. Hace unos minutos, en conferencia de prensa, Walton disipó  que la decisión de competir en la contienda mexiquense con PT y López Obrador, será practicada  por lo órganos de dirección de su partido. El dirigente fue acompañado por los gobernadores aliancitas electos de Oaxaca y Puebla, Gabino Cué y Rafael Moreno Valle, respectivamente. El Universal

La licenciada  María del Carmen Alanís,  Magistrada Presidente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, dio a conocer el fallo que se emitió y que le fue favorable a Jorge Herrera Caldera. La funcionaria, arriba citada, declaró que los partidos perdedores cuyo candidato fue José Rosas Aispuru,  no lograron acreditar las nueve impugnaciones que según ellos se llevaron a cabo en la elección de gobernador en esa entidad federativa, razón por la cual, por unanimidad, todos los magistrados integrantes de este tribunal, validaron la victoria de Herrera Caldera. Con dicho fallo, el próximo gobernador, tomará posesión de su cargo en el estado de Durango en el mes de octubre de este año, y culminará su período hasta el 2016

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Teniendo en perspectiva la elección presidencial del 2012, tras un conflictivo proceso electoral que aún no concluye en Veracruz, cabe a mi juicio hacer algunas apreciaciones en torno a la alianza de Convergencia, PRD y PT en la entidad. En primer término, reitero que tal coalición no fue derrotada al participar en condiciones asimétricas en una “elección de Estado”, como afirma Dante Delgado Rannauro. Se derrotó a sí misma, habiendo nacido electoralmente muerta. En su oportunidad lo señalamos observando que a Convergencia le convenía más ir solo que mal acompañado; el cargar con el lastre del PRD y su alianza con el PAN en otras entidades federativas, anunciaba por anticipado la derrota en la elección de gobernador.

Al día de hoy, tras los resultados en las urnas, Convergencia se ha negado a una autocrítica seria y opta por el camino fácil de la impugnación, colgándose de los reclamos del panismo veracruzano que podrían o no prosperar en el Tribunal Electoral de la Federación. Mientras su principal coaligado, el PRD azul, festina las migajas que alcanzaran con su traición, a la par que desnuda una vez más ante la opinión  pública su oportunismo y desverguenza, anunciando un día la expulsión de “los traidores” y, al siguiente, la reivindicación de éstos atendiendo a necesidades de “rentabilidad electoral”. El PT, quizá por su insignificante presencia en Veracruz, simplemente da por concluida su participación en la alianza pactada.

Con todo el respeto que me merecen los veracruzanos honestos que de buena fe militan en los partidos coaligados, debo decirles que se pasan de ingenuos si asumen que, con estos,  Veracruz tendrá una participación destacada de la izquierda en la búsqueda de la presidencia de la República en el 2012. Si con anterioridad al proceso electoral del presente año, afirmara que el PRD era un cadáver viviente, hoy hago extensiva tal apreciación respecto a lo que queda de Convergencia y el PT. En la inteligencia de que pequé de igual ingenuidad, estimando que Dante Delgado Rannauro podría tener oportunidad de hacer un papel más decoroso en una elección a todas luces polarizada entre el partido de Calderón Hinojosa y el del gobernador Herrera Beltrán. El candidato de mi preferencia no sólo fue derrotado, también contribuyó con su equívoca estrategia a la percepción generalizada del derrumbe de las fuerzas de “centro izquierda electoral” en Veracruz.

Tal percepción generalizada es hoy punto de partida para lo que viene. O la militancia recobra el control de sus respectivos institutos políticos en un esfuerzo por democratizarles e inyectarles nueva vida, o los abandonan en busca de nuevas expectativas de participación política. No hay de otra, con la salvedad de que la elección presidencial del 2012 está a la vuelta de la esquina.

En este escenario entra el movimiento lopezobradorista, que en la entidad deberá optar en seguir manteniéndose al margen de la Izquierda electoral, supuestamente representada por el PT y el PRD,  ó sumarse al rescate desde abajo de estos partidos políticos, trabajando por la unidad de la izquierda en torno a un candidato presidencial único. No hay otra opción de participación electoral del lopezobradorismo bajo las condiciones impuestas por la  legislación vigente, salvo entregar la plaza al enemigo, dejando las cosas como están, o entrando en una alianza “contra natura” con el PRD azul o con el PRIAN.

Convergencia perdió su oportunidad en la izquierda para el 2012. Sin identidad propia que le distinga en el espectro político, se corrió a la derecha entregándose al PAN como uno más de sus satélites. El lopezobradorismo le pasará factura. Al tiempo.

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Pulso Crítico

J. Enrique Olivera Arce

Partiendo del principio de que esto no se acaba hasta que se acaba, el proceso electoral en Veracruz sigue a tropezones su marcha rumbo a la decisión última e inatacable de la Sala Electoral del Poder Judicial de la Federación. Manteniéndose el crispado clima de polarización entre los seguidores de Javier Duarte de Ochoa y Miguel Ángel Yunes Linares, con su consiguiente carga de obcecación hasta el absurdo en ambos bandos, así como la creciente percepción en hombres y mujeres comunes de que tanto al gobernador electo como a su impugnador neopanista, lo único que les motiva es alcanzar el poder por el poder mismo, augurándose un más de lo mismo.

Para la oposición de centro izquierda electoral, conforme con las migajas que le deja la elección, se da por bien servida, retornando inercialmente a su permanente lucha tribal por el control de posiciones, rebanadas del pastel de sus prerrogativas, e indudablemente por las prebendas y canonjías que a sus capitostes cupulares les deja el apoyar a uno u otro de los dos contendientes en pugna por la gubernatura. El 2012 lo observan como algo lejano y, en la coyuntura, le apuestan al mejor postor en la lucha por el poder en Veracruz. Dante Delgado, como desde el principio del proceso, marcha sólo y de espaldas a la realidad política de la entidad y a su propia circunstancia, arremetiendo contra molinos de viento.

En tanto que lo que a mi juicio se podría considerar como “la izquierda legítima”, seguidora de Andrés Manuel López Obrador, no encuentra como conciliar sus carencias organizativas con el programa de acción que, con vías al 2012, se delineara el pasado domingo 25 en el zócalo de la Ciudad de México. Lo que observa y le motiva de la movilización, conciencia, participación y avance organizativo del movimiento lopezobradorista en el Distrito Federal, no guarda correspondencia con el atraso y falta de rumbo que vive en Veracruz. El peso específico del pragmatismo electoral partidista que domina en la entidad, dificulta al lopezobradorismo el aterrizaje y congruencia entre lo deseable y lo posible.

Al no encontrar acomodo en el PRD, PT y Convergencia, que lo mismo se pintan de azul que de colorado atendiendo a intereses cupulares, cual perrito sin dueño el lopezobradorismo se auto margina y se pierde en la denuncia, el insulto al “espurio” y su partido, al perredismo azul, o a las expresiones visibles de “la mafia”. Como si las mentadas de madre y las descalificaciones per se, contribuyeran al fortalecimiento de la resistencia popular. La organización, orientación, concietización y el sumar con mentalidad ganadora rompiendo el cerco informativo, es opacada por un sectarismo, negativo y pedestre, que ante la sociedad en su conjunto le hace ver como simple apéndice radical y dogmático del PRD.

Carente de liderazgo real de alcance estatal -Dante Delgado perdió su oportunidad al aliarse con Jesús Ortega y el perredismo azul-, la izquierda lopezobradorista marcha dispersa, acorralada, sin más aliciente que la esperanza. El liderazgo a distancia de Andrés Manuel no es suficiente ni substituye organización y congruencia de un movimiento que se pierde en la anarquía, la improvisación y el aislamiento. Tomado de sorpresa por la declaración anticipada de López Obrador para ir desde ya a la búsqueda de una nueva oportunidad electoral en el 2012, así como por la indefinición de que partido habrá de postular al lider nacional, el movimiento en Veracruz, al garete, no sabe como hacer del entusiasmo, optimismo y convicción, herramental de inclusión, integración, organización y vinculación con sectores más amplios de la sociedad.

En este escenario, el tiempo apremia, siendo este el mejor aliado en el momento, como lo expresara Andrés Manuel. La izquierda lopezobradorista en Veracruz,  para avanzar, debería, a mi entender, capitalizar a su favor el contar con un Proyecto Alternativo de Nación que los adversarios electorales potenciales no tienen. Tomarlo como instrumento programático, organizativo, crear grupos de estudio y debate en torno a éste, discutirlo y difundirlo, construyendo desde abajo, con espíritu democrático e incluyente, la estructura electoral y el liderazgo con que hoy por hoy no se cuenta. No puede seguir a la zaga de los partidos de centro izquierda electoral, dejándose envolver por la corruptela cupular, falsas alianzas, y estrategias electoreras ajenas al sentir e intereses de sus bases.  La autonomía e independencia en la coyuntura, de aquí al 2012, son fortaleza y no debilidad y de ello creo debería tomar conciencia el movimiento social de resistencia si es que quiere aprovechar la ventaja del tiempo a su favor.

Para la izquierda lopezobradorista en la entidad,  la elección del 2010 debería quedar atrás. Hay que dejar que los interesados de la partidocracia en mantener vivo el proceso electoral inconcluso, diriman sus pleitos y diferencias en la calle o en el tribunal, desgastándose. Pues gane el que gane la gubernatura, para la mayoría de la población significa más de lo mismo; sería ocioso tomar partido a favor o en contra en un pleito que es ajeno cuando el tiempo se escurre entre los dedos. Lo que en adelante cuenta es trabajo, organización, construcción de liderazgos, nueva manera de hacer política e impulsar la democracia, así como la firme convicción de que buscar nuevamente  la presidencia de la República, es por el cambio y nuevos derroteros para México.

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J. Enrique Olivera Arce

Los resultados definitivos del proceso electoral de sucesión de Fidel Herrera Beltrán en el gobierno de Veracruz, estarán sujetos a lo que los tribunales electorales, estatal o en su caso el TRIFE, determinen y, mientras esto sucede, la llamada izquierda electoral deberá asumir que ya se transita en el largo y escabroso camino de la elección presidencial del 2012. Debiéndose atender a diversos supuestos que a mi juicio irán configurando un nuevo escenario para las distintas corrientes de centro izquierda que, en un nuevo intento por participar y pesar en el proceso, le apostarán a un frente amplio electoral.

La elección en Veracruz quedó atrás. Sea quien fuere el próximo gobernador en la entidad, su designación oficial se conocerá hasta el mes de noviembre, pero es indudable que éste, a su vez,  en su momento tendrá que enfrentar a una oposición a la que deberá considerar seriamente en la toma de decisiones, para así obtener un mínimo de consenso que le permita gobernar sin tropiezos. Para la izquierda esto debería ser la primera conclusión a sacar si es que se pretende avanzar. Asumiéndose que la nueva administración pública veracruzana desde sus inicios estará acotada, primero, por la Legislatura en la cual ni el PRI ni el PAN contarán con mayoría absoluta y, segundo, por finanzas públicas deficitarias sobre las que habrán de gravitar cuantiosas deudas heredadas; obligándose a privilegiar gobernabilidad por sobre otro desgastante esfuerzo electoral con vías al 2012.

Lo anterior permite considerar un escenario inédito para un Veracruz que vive de y para la política electoral. Siendo este el punto de partida para afrontar los retos y tareas a que están obligadas las corrientes de centro izquierda electoral, si su propósito es salir de su marasmo en la entidad.

Agotado el esquema de la Fidelidad como proyecto transexenal del PRI, sustentado en el falso supuesto de que todo es rojo en la geografía política veracruzana y en el mito de la infalibilidad, omnipotencia y omnipresencia del Maestro Fidel Herrera Beltrán, se transita ya por un complejo proceso de reacomodo de las diversas fuerzas que configuran el espectro político electoral. Este a mi modesto entender, ofrecerá nuevas posibilidades de rescate, crecimiento y fortalecimiento de los ahora cascarones partidistas de Convergencia, PRD y PT, e inclusive, para el movimiento social plural de resistencia ciudadana que encabeza el lopezobradorismo, llamado a jugar un importante papel en la elección presidencial del 2012, si se decide a salir del closet.

En este nuevo escenario de la vida política de Veracruz, a mi juicio resaltan varios elementos a considerar como contexto previo para todo esfuerzo unitario de las fuerzas electorales de centro izquierda, que merezca tanto el respaldo del lopezobradorismo como de aquellos ciudadanos considerados “indecisos” pero que, por sus condiciones de vida, expectativas de inclusión, crecimiento y aspiraciones futuras canceladas, se identificarían con los propósitos y objetivos de un amplio  movimiento social en la construcción de un frente ciudadano, único y renovado.

  1. Las derrotas enseñan. Las militancias del PRD, Convergencia y PT, e incluso el movimiento lopezobradorista en Veracruz, deberían estar sacando conclusiones en torno al fracaso electoral.
  2. El principal enemigo de la izquierda, hoy y siempre, es la propia izquierda. No se puede seguir confiando en dirigencias espurias enemigas de la democracia;
  3. El enemigo a vencer en el 2012 es el PRI. El PAN se está derrotando a sí mismo a nivel nacional por las políticas erráticas y antipopulares de la administración federal a cargo de Calderón Hinojosa;
  4. El PRI en Veracruz hasta ahorita pierde ganando. No cuenta, como ha venido afirmando, con el monopolio de la vida política en la entidad; habiendo quedado claramente sentado que apenas alcanzó la primera minoría en el espectro plural electoral de la entidad.
  5. Pese a todos los esfuerzos gubernamentales y de las dirigencias colaboracionistas, por sepultar a las fuerzas de centro izquierda, estas se mantienen vivas y actuantes gracias al compromiso, convicción ideológica y voluntarismo de las bases partidistas.
  6. Mal que bien y pese a todas las imprevisiones, improvisaciones, errores, traiciones y desviaciones de los conductores de la llamada izquierda electoral, ésta alcanzó en la elección de gobernador alrededor de medio millón de votos, es decir, el 14 % del total de los votos computados, habiendo contribuido a desenmascarar los mitos de la “Fidelidad”.
  7. En el ámbito nacional, con las alianzas triunfantes en Oaxaca, Puebla, Sinaloa y posiblemente en Durango e Hidalgo, quedó expuesta la debilidad del panismo y de su conductor, Calderón Hinojosa. Sin la participación en alianza de las fuerzas de centro izquierda, pese a presentarse estas fragmentadas, usadas y manipuladas, el fracaso electoral del PAN frente al PRI hubiera sido total. Luego insisto, a mi entender el enemigo a vencer en el 2012 es el PRI, no hay de otra y, en torno a este supuesto, habría  que trabajar intensamente, desde abajo, confiando en la fuerza, creatividad  y compromiso de las bases.

Estos, entre otros elementos relevantes que para mi gusto deja tras de sí la elección del domingo cuatro de julio, bastarían para reafirmar optimismo y confianza para un borrón y cuenta nueva para lo que viene en el 2012. Las fuerzas de centro izquierda electoral en Veracruz, aún sin la participación del lopezobradorismo que le dio la espalda tanto a las alianzas con el PAN como a la simulación político electoral, fueron derrotadas pero no vencidas y, si tomamos en cuenta su propio cochinero a lo largo de los últimos cuatro años, afirmaría que ganó perdiendo, si es que toma conciencia de que habiendo tocado fondo en sus crisis recurrentes, llegó la hora del resurgimiento y reconstrucción con autenticidad y compromiso.

A todo esto se agregaría el hecho de que, no obstante el cerco informativo aplicado al movimiento social de resistencia en defensa del petróleo, la soberanía y la economía popular, se cuenta con el liderazgo de Andrés Manuel López Obrador que se fortalece a nivel nacional,  en contrario a la “muerte política” del tabasqueño que muchos analistas de buena fe o textoservidores orgánicos al servicio de la reacción, propalan como cierta. Y aquí cabe aclarar que AMLO no perdió la elección presidencial en el 2012  como consecuencia de la frase “Al diablo con las instituciones” o el ya clásico “Cállate chachalaca” que le recetara a Vicente Fox, como tampoco por el “López Obrador, un peligro para México” que propalaran PAN y PRI en alianza con un sector ultra conservador de la iniciativa privada. La elección no la perdió, le fue robada a los electores, mediante un megafraude ampliamente documentado y presente en el imaginario popular.

Cabe también aclarar que la radicalización que se critica y condena del movimiento Lopezobradorista, devino de la movilización de resistencia ciudadana frente al fraude y el colaboracionismo del PRI y la corriente Nueva Alianza del PRD, que pretendieran legitimar tanto la elección del 2006 como el mandato de Calderón Hinojosa, y no de un presunto complot para desestabilizar a México, como ha quedado ampliamente comprobado. El verdadero peligro para México era y lo sigue siendo Felipe Calderón.

Como bien lo afirma Mario Di Constanzo, la izquierda tiene como único líder nacional a López Obrador. De su reconocimiento como tal por las fuerzas de centro izquierda partidista en Veracruz, depende en mucho la recoja eficaz de los tepalcates y ulterior renovación con la participación activa del lopezobradorismo. Desdeñar nuevamente a éste movimiento, escuchando el canto de las sirenas de “los chuchos” y demás colaboracionistas que se inclinan a favor de una alianza cupular para impulsar la candidatura de Ebrard o cualquier otro para la elección presidencial del 2012, es, a mi juicio, un nuevo tropezarse de la izquierda con la misma piedra, rechazando la oportunidad de aprender de su propia historia, negándose a un escenario que hoy por hoy está dado para avanzar.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En Veracruz, para la llamada “izquierda electoral” llegó la hora de la autocrítica y la racionalidad democrática. No puede pensarse en una desgastante lucha por el reconocimiento de las irregularidades que sustenten la impugnación parcial de la elección de gobernador, sin el reconocimiento de los propios errores que condujeran a la derrota en las urnas del candidato postulado por los tres partidos en coalición,  habida cuenta de que a sabiendas de las condiciones en que habría de participarse en un proceso electoral atípico, al que se ha dado en llamar “elección de Estado”, aceptaran hacerle el juego al PAN y al PRI. (Dante Delgado, exceso de confianza frente a una realidad adversa)

Nadie puede darse por engañado. Desde antes de iniciarse el proceso ya se sabía del pleito personal entre el gobernador y Miguel Ángel Yunes Linares y como este derivaría en una guerra sucia electoral sin cuartel. Las limitaciones ofrecidas por una legislación electoral federal y estatal inequitativa, un árbitro amañado, así como las condiciones asimétricas de disponibilidad legal y extralegal de recursos materiales, humanos y financieros, fueron aceptadas desde el momento mismo en que se decidiera contender.

El diseñar una estrategia de participación respetando tiempos y reglas del juego apegada a derecho, tras observarse que a lo largo del proceso los adversarios actuarían en contrario, es algo que deberá revisarse con mucha objetividad.

Igualmente es el caso de la alianza parcial entre tres partidos que prácticamente partían de cero. El supuesto de que se repetiría la experiencia del 2006, cuando desde la elección presidencial a la fecha de la firma del convenio de coalición, el PRD se encontraba prácticamente dividido, liquidado para la ciudadanía,  y sumido en su propio cochinero, en tanto que el PT y Convergencia apenas habían obtenido en la elección del 2009 el mínimo de votos para no perder el registro, fue una inconsecuencia estratégica y táctica que terminó en desastre.

En 80 días no se puede cosechar lo que no se sembró en cuatro años.

Esto obliga a pensarse en serio en la necesidad de poner los pies sobre la tierra, replantearse la reconstrucción de los tres institutos políticos desde abajo y sujetos a condiciones de racionalidad democrática, con vías a su participación como alianza de centro izquierda en la elección presidencial del 2012. Sin un proceso auténtico de autocrítica, corrección y trabajo intenso a todos los niveles, esto no será posible.

La simulación ideológica en esta ocasión fue factor de peso en la configuración de la derrota electoral de centro izquierda. Los tres partidos en alianza se han asumido como centristas, de izquierda, o socialdemócratas,  sin serlo. Identificados por la ciudadanía en Veracruz como enemigos irreconciliables del calderonismo, se aliaron en otras entidades con el PAN y con el colaboracionista Jesús Ortega y sus seguidores, exhibiéndose como oportunistas y acomodaticios. Los veracruzanos que en el 2006 votaran por la opción de izquierda que encabezara Andrés Manuel López Obrador, así los vieron y les dieron la espalda en las urnas. 500 mil votos “útiles” posiblemente ingresaron a la cuenta de los candidatos del PAN o del PRI. Que desperdicio.

El actual  e inconcluso proceso electoral demuestra con creces que las candidaturas competitivas no se inventan ni se imponen desde la cúpula, se construyen a lo largo del tiempo en la vida partidista y con la participación activa de la militancia. Sin vida de partido sustentada en la participación democrática, la artificialidad de una candidatura queda a expensas de la corrupción y las componendas, siendo por principio rechazada por los electores e incluso, por la misma militancia.

Los resultados obtenidos en el presente proceso electoral tienen mucho que enseñar al respecto en los tres partidos en alianza. La cúpula del PRD en Veracruz mostró su cara más sucia, despreció a su militancia y traicionó a sus aliados en la coalición. El PT no fue capaz de elegir a sus dirigentes estatales, debiendo recurrir a un comisionado de la dirigencia nacional, en tanto que Convergencia, durante el lapso de tiempo comprendido entre la elección del 2006 y la del presente año, careció de vida de partido, supeditándose a las decisiones cupulares del centro, por cierto muy cuestionables. Debería asimilarse la lección y actuar en consecuencia.

La unidad para el 2012

Con el mutuo destape para el 2012 de Andrés Manuel López Obrador y Marcelo Ebrard, se inicia una nueva etapa para los tres partidos políticos en cuestión. Divididos no ofrecen ser competitivos frente al PRI y el PAN, que irán con todo, los primeros en su afán de retornar a Los Pinos y, los segundos, a mantenerse a cualquier costo en la presidencia de la República. Siendo, por tanto, más que exigible la unidad de las fuerzas políticas de centro izquierda. De ahí la pregunta obligada: ¿podrá construirse de aquí al 2012 un proceso que desemboque en un frente amplio, unitario, en torno a uno de uno de los dos aspirantes destapados, ante el embate de la derecha? O esperaremos el triunfo de un indeseable bipartidismo en México.

En las condiciones actuales, tal frente único a mi juicio es imposible. La división es profunda y la vida democrática de partido inexistente. En tanto las bases no tomen el control, dominarán los intereses cupulares. Andrés Manuel lo dijo con todas sus letras, confía en las bases del perredismo, no en las dirigencias partidistas. Por su lado, Marcelo Ebrard, en su calidad de Jefe de Gobierno del D.F.,  requiere lo mismo de su acercamiento con Calderón Hinojosa que de “los chuchos” para construir su candidatura. Lograr la unidad para 2012 sin una solución a fondo de la crisis que viven los partidos de centro izquierda electoral, parece ser un reto insuperable.

Y mientras debería de esperarse una autocrítica seria, responsable para avanzar, la inconsecuencia de Convergencia se repite: el presidente nacional de este partido declara, en respuesta a López Obrador, que respetará los tiempos electorales. Vaya pérdida de tiempo y prevalencia de ingenuidad política. O los tres partidos se depuran, reconstruyen y se ponen en serio a trabajar desde ya en torno a un programa unitario, o se olvidan del futuro.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Hay ocasiones en que lo más sensato para nuestra salud mental es aceptar nuestra realidad, tal cual, me dice un vecino. Esto, referido al proceso electoral en Veracruz, cuya conclusión no tiene para cuando, encierra una gran verdad. No podemos pedirle peras al olmo, sin riesgo de incurrir en demencia. El arroz ya se coció, chueco o derecho, Javier Duarte será Gobernador. No porque estemos convencidos de que el voto le hubiera favorecido, simplemente porque no podemos ir en contra de la realidad de un país en el que la voluntad soberana de las mayorías está secuestrada por los poderes fácticos que controlan la vida económica, política y social de México como Estado-Nación. Así de simple.

El argumento de que en las democracias se gana o se pierde por un voto, es una falacia a modo de quien lo defiende. Para que esta tesis tuviera un mínimo de sustento, tendría que existir la democracia como algo concreto, tangible y no como utopía con la que sueña el hombre libre desde la noche de los tiempos. Cuantitativamente gana Javier Duarte la gubernatura de Veracruz -así lo afirmé desde el mes de marzo-, porque por sobre todas las cosas, así lo quiso el Maestro Fidel Herrera Beltrán, quien, desde la aprobación de las reformas al código electoral, designación de candidato de su partido hasta el control del Instituto Electoral Veracruzano y, posiblemente del Tribunal Estatal Electoral, tomara unilateralmente aquellas decisiones que mejor convinieran a sus intereses y los que representa en la entidad.

Cualitativamente, es otro cantar. Javier Duarte de Ochoa “gana” hasta este momento la elección por la voluntad de un millón 392 mil 386 votos, reales o de origen dudoso, y contra la voluntad de un millón 736 mil 847 de veracruzanos que sufragaran en contra del candidato priísta a la gubernatura. Es decir, gana con el 44 % del total de sufragios “legalmente” válidos. En una “democracia madura”, para obtener el triunfo debería haber obtenido el 50 % más uno para que éste fuera legítimo. Un voto entonces si hubiera significado cualitativamente la diferencia a su favor, lo cual no sucedió.

Si el “triunfo” lo refiriéramos a la lista nominal validada por el IFE, el número de votos obtenido por el Sr. Duarte, apenas representaría el 26 % del total de electores potenciales. Y aunque el candidato priísta no tuviera la culpa de que el sufragio no alcanzara el 100 por ciento de los votantes registrados en el padrón, legítimamente no está en condiciones de afirmar que será gobernador por la voluntad mayoritaria de los veracruzanos.

Bastaría con remitirse a la desagregación de los resultados electorales, Distrito por Distrito, para echar por tierra su aseveración y la de quienes desde su partido y la mayoría de los medios de comunicación se hacen eco de tal apreciación.

La teoría es una cosa y la realidad es otra y a ella tenemos que remitirnos para no incurrir en insanía mental. Hasta este momento nos guste o no nos guste, digan lo que digan los porcentajes aludidos, debemos esperar que el Tribunal Electoral de Veracruz expida constancia de mayoría al Sr. Duarte, quien así asumirá el carácter de gobernador electo, en tanto el TRIFE no sentencie en contrario.

Lo que sigue, en términos prácticos ya no es de nuestra incumbencia como ciudadanos. Nuestra participación, buena, mala o regular se expresó el domingo 4 del presente. Hasta ahí tuvimos vela en el entierro. El tema del cómputo, las impugnaciones y lo que los tribunales determinen al respecto, está fuera de nuestra esfera de competencia como sufragantes modositos y bien portados. Lo que tres personas desde el Poder Judicial de Veracruz o, en su caso, el Tribunal Federal Electoral, sentencien sobre el particular, es lo que cuenta, estando todos obligados a apechugar en consecuencia.

Así que estimados paisanos, a lo nuestro. Que reine la calma entre nosotros y todo mundo a lo suyo, la persecución cotidiana de la chuleta y los buenos ratos de solaz esparcimiento frente a la tele. Dejemos que nuestras autoridades, los partidos, los políticos y los jueces,  hagan lo que saben hacer y olvidémonos por un buen rato de la democracia. No desesperemos, ya vendrán tiempos mejores en los que habiendo aprendido a abrir los ojos, exijamos aquello que establece nuestra Carta Magna como derecho inviolable de los ciudadanos.

Valoremos nuestra salud mental. Digamos, convencidos o no, al unísono con las empresas periodísticas, que el Sr. Duarte de Ochoa sucederá al Maestro Fidel Herrera Beltrán en la gubernatura de Veracruz. Lo demás será tema anecdótico para esos buenos escritores que, de manera tan brillante, saben acomodar la realidad poniéndola al alcance de la comprensión del ciudadano de a pie, y no motivo de desavenencias familiares o entre amigos que a nada positivo conducen.

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