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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“El primer emperador romano, Octavio Augusto, consiguió sus inmensos y abusivos poderes porque la República se los otorgó de buen grado. ¿Y por qué hizo semejante barbaridad la República romana, por qué se suicidó? Cuncta fessa, explicó Tácito: “Todo el mundo está cansado”. Sí, estaban cansados de la inseguridad política y social y no creían en las instituciones. Así perdió Roma sus derechos y libertades durante siglos. A veces los pueblos se suicidan”. Rosa Montero / El pais

Casi el paraíso para un México en el que la palabra presidencial es sagrada. Hasta el dirigente nacional del PRI, Cesar Camacho, se aventó la puntada de afirmar que gracias a las reformas de aquí en adelante el PRI ganará las elecciones. Ruido mediático con el que se pretende afirmar la supremacía del PRI y descalifica a los opositores a la panacea sexenal fraguada desde los centros del poder neoliberal global

“las principales fuerzas políticas y el gobierno de la República firmamos el Pacto por México, para impulsar juntos una amplia agenda de reformas. Gracias a este acuerdo nacional fue posible concertar en tan sólo 20 meses las reformas transformadoras que México necesitaba. Se trata de un gran logro de la democracia mexicana; son reformas estructurales que permitirán liberar al país de las ataduras que le han impedido desarrollarse a mayor velocidad”, ha afirmado Enrique Peña Nieto

Y al amparo de la optimista y aventurada declaración presidencial se soltó la cargada, las reformas que se presume son estructurales, para gobierno y partidocracia son la llave maestra de la puerta del desarrollo y prosperidad y mágica solución para enderezar entuertos pasados y presentes..

No será fácil ni los resultados llegarán de inmediato, afirma el Sr. Peña, pretendiendo sumar el esfuerzo unitario de todos para lograr que las reformas, hoy en el papel, se materialicen tras ser aprobadas sin consulta y sin consenso nacional por el grupo de notables que, desde la partidocracia, mantienen secuestrada a la democracia representativa en este país de larga data de autoritarismo y sumisión.

No será fácil. En ello lleva razón el presidente. La resistencia a la instrumentación y logro de propósitos y objetivos contemplados implícita y explícitamente en el rosario de leyes con las que se traiciona a México, silenciosa, sin aspavientos más allá de las clásicas movilizaciones manipuladas por la llamada izquierda para desinflar indignación y protesta, la resistencia popular en todos los rincones del país se encargará de que así sea, hasta donde el cuerpo aguante.

Más no sólo eso, al interior de la administración pública en los tres órdenes de gobierno, así como en el seno mismo del poder real y partidocracia, las contradicciones del sistema se harán sentir ocupándose la corrupción e intereses creados de generar su propia resistencia a la modificación de un estado de cosas del que hoy son beneficiarios.

La promesa de no privatizar la riqueza nacional, machaconamente expresada y difundida por el régimen peñista, abre la puerta a la resistencia popular. Peña Nieto y la partidocracia mintieron y manipularon la información, privatizando lo que por principio es de todos los mexicanos. La respuesta de un pueblo engañado y lastimado más temprano que tarde se dejará sentir en amplias capas de la población.

Afirmar que con las mentadas reformas se incrementa la calidad de la democracia, si que no tiene nombre.

Quien miente una vez, seguirá mintiendo. No hay nada que pueda impedir que no se crea más en la falsa panacea. Ni crecimiento económico con desarrollo, ni empleo y reparto con justicia y equidad social de la riqueza producida como camino al bienestar para todos, se toma ya como premisa válida de lo que desde Los Pinos se pretende vender como nueva época de vacas gordas para un México que se niega a crecer.

El pueblo de México calla, pero no es tonto. La prisa por entregar el país al capital trasnacional delata las intenciones perversas del gobierno neoliberal y así lo percibe la gente. La ofensa a la inteligencia está a flor de piel, retroalimentándose con un clima de desigualdad y pobreza que lejos de amainar anuncia con negros nubarrones la próxima tormenta.

No es circunstancial que los pobres entre los pobres de este país, los pueblos originarios, “condenados de la tierra” que no tienen nada que perder, conocedores de la secuela del despojo y consecuencias por tenerlo siempre por vivido, sean los primeros en velar armas preparándose para lo que viene. Tierra, agua y territorio se defienden.

No será fácil, Peña Nieto lo percibe en la burbuja de su mundo, ajeno a lo que se cocina en el mundo que le es desconocido. Para este último, el del pueblo en su vida cotidiana, Peña no tiene respuesta que le justifique.

Tan es así, que bajo su mandato paradójicamente se oferta con las reformas mal llamadas estructurales prosperidad y bienestar para todos a la par que se niega el incremento al salario, vía para estimular producción, productividad, capacidad real de compra, fortalecimiento del mercado interno y acceso a mejores condiciones de vida de la población. Eh ahí la gran paradoja de la borrachera reformista.

Bienestar y prosperidad sí, pero no para todos, la acumulación y concentración de la riqueza para los menos y desigualdad, pobreza y exclusión para los más, es el mensaje.

Hojas que se lleva el viento

La partidocracia puso en marcha una gran campaña mediática que a nivel nacional ofrece al pueblo de México el sacrificio de algunos panistas de renombre, a quienes se acusa de faltas a la moral republicana. Un distractor más al servicio de las reformas aprobadas, con el que se manipula a los sectores más atrasados de la población para desviar la atención de la opinión pública, alejándole de lo verdaderamente relevante y trascendente para México, la traición de diputados y senadores en el Congreso de la Unión bajo consigna y pago de por medio del presidente de México.

La campaña tiene su costo. ¿Cuál es la diferencia entre el rey de la basura cobijado por el PRI y los alegres panistas infractores? La moral sólo queda en el anecdotario como la mata que da moras. No hay diferencia y salvo contadas y respetables excepciones, la ética es ajena a la parasitaria clase política que gobierna.

Carencia de principios morales en la vida política de México es la constante. La corrupción iguala a todos; el pueblo lo percibe y lo sabe, ya llegarán los tiempos de cobrar factura en los comicios. Claro, si la sociedad decide no más suicidarse.- Cd. Caucel, Yucatán, 17/08/2014.

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J. Enrique Olivera Arce

A 18 meses de gobierno de Enrique Peña Nieto signos ominosos ensombrecen el panorama nacional. Estancamiento y retroceso económico, pérdida de expectativas de bienestar y un clima de inseguridad que ronda a lo largo y ancho del país, conforman prolegómenos de un Estado fallido.

El orden de prioridades de las grandes tareas del desarrollo está trastocado, la necedad de imponer reformas con simultaneidad y en cascada, contrarias tanto al sentir de amplias capas de la población en lo interno como a las tendencias más generales de recomposición y corrección de rumbo en un mundo de cabeza, lo mismo empantanó el quehacer político legislativo que frenó la actividad económico productiva a lo largo y ancho del país.

La vida social, a rastras de estrategias fallidas en materia de seguridad pública y políticas equívocas de atención a los avatares del mercado por sobre las necesidades reales y sentidas de una población en su gran mayoría empobrecida, agudiza su deterioro profundizándose pobreza y ampliándose la brecha de la desigualdad a la par de expresiones de descontento y hartazgo. Las reformas presuntamente estructurales no aterrizan y el tiempo ya juega en contra de los propósitos neoliberales de un presidente que, de 266 compromisos de campaña avalados por notario público, se le reconocen a lo largo de su mandato únicamente 13 (Vanguardia 12/05/2014).

Y en este marco, no son pocas las voces que advierten que en diversas entidades del país existen condiciones de gobierno fallido, que aceleran el proceso de deterioro social e inhiben tanto la consolidación de la fábrica nacional como nuevas inversiones productivas y generación de empleo, que ya se reflejan en los indicadores de desempeño económico nacional.

De acuerdo con informes del Banco de México y números duros del INEGI, la economía está estancada y con visos de recesión. Advertencia de entes autónomos que lejos de tomarse en cuenta por el poder ejecutivo federal, son desmentidas por el propio presidente y su secretario de hacienda, que sin el menor rubor, propalan que “la economía va por buen camino” y que, lejos de pisar los umbrales de la recesión, se transita por un camino sólido sustentado tanto en una macroeconomía boyante como en el incremento de exportaciones y crecimiento del aparato productivo estratégico.

Contradicción a los más altos niveles de la conducción económica del país, que lejos de asentar las aguas, propicia mayor desconfianza e incertidumbre, cuando a ojos vista la realidad nacional, si, la que se palpa en el terreno microeconómico y se mide en el bolsillo de los mexicanos, estancamiento y retroceso ya es evidente, reflejándose en desempleo, bajos salarios y pérdida del poder adquisitivo.

La población se llama a engañada y las promesas de bienestar a la vuelta de la esquina gracias a las reformas peñistas, se siembran en terreno infértil. La crisis de credibilidad en el gobierno y sus actores, se acentúa, a la par que la aceptación de Peña nieto por sus gobernados a la baja y polarizándose.

Si mediáticamente al secretario de hacienda se le consideraba el hombre fuerte, poder tras el trono, su fracaso en la conducción de la economía le ubica ya como triste caricatura objeto de escarnio y rechazo, señalándosele como el artífice del fracaso de Peña Nieto en el propósito de modernización, incremento de productividad y competitividad en la fábrica nacional.

Mal augurio que ya se hace sentir en una partidocracia ineficaz que no logra establecer acuerdos en torno a las iniciativas presidenciales, haciendo prevalecer intereses partidistas y dictados de los poderes fácticos que lejos de fortalecer al retorno del presidencialismo autoritario, le desgastan, estorbándole.

Y en esto último, el Partido Revolucionario Institucional se pone en evidencia como incapaz para brindar sustento social a Peña Nieto. Antes al contrario, marcha a la zaga de la movilización popular, ganándose a pulso crítica y rechazo de las mayorías.

Veracruz no es ajeno a este escenario. Pese a opiniones oficiales en contrario, números duros registran desempleo creciente, ausencia de crecimiento económico, y barruntos de recesión, contribuyendo al pésimo desempeño de la economía nacional. Condición que se hace acompañar de endeudamiento, corrupción e impunidad en las esferas de la administración pública, auspiciando deterioro y reclamo social, hablándose ya en círculos calificados de un gobierno estatal fallido, sin pies ni cabeza que se niega a reconocer la realidad de su crisis.

En esto andamos y no hay sol que nos caliente. México se deshace y no hay para cuándo ni cómo evitarlo.

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J. Enrique Olivera Arce

El optimismo es inaudito cuando de engañar o engañarse se trata. Llama la atención el que las autoridades hacendarias afirmen que con las reformas presuntamente estructurales que impulsa el Sr. Peña Nieto -con la complicidad de la partidocracia-, México será otro país.

¿Qué país? Nadie atina a decirnos que nuevo país debemos esperar, salvo insistir con la aplanadora mediática que se obtendrá crecimiento económico, productividad, competitividad y, por ende, mejores condiciones de vida de los mexicanos. Letanía que la realidad desmiente día con día. México no crece, antes al contrario, el estancamiento es evidente, académicos y analistas del sector privado pronostican que en el 2014 aún estamos lejos de alcanzar una meta de crecimiento superior al 3.9 %.

Más que optimista el oráculo habla de pesimismo frente a una terca realidad que en el mundo globalizado condiciona a México a jugar con las reglas y recetas que imponen los organismos financieros internacionales.

Por si esto fuera poco, un indicador más, el del ahorro y el crédito en México, señala que el dinamismo en estos rubros está a cargo de la informalidad. Más de 18 millones de usuarios confían más en operaciones no reguladas que en las instituciones bancarias. Los mexicanos ya no confían ni en su sombra y esto incide en el desempeño económico.

Así que pese a la engañifa que propalan las autoridades hacendarias, tenemos el México que conocemos y para un buen rato uno distinto al que soñamos. Más si se toma en cuenta que la corrupción e impunidad, como expresión sub cultural de los mexicanos, lejos de atemperarse cobra fuerza manifestándose a niveles de escándalo tanto en la esfera privada como en el sector público, en tanto que la desigualdad y pobreza, con carta de naturalización en el país desde siempre, se agudiza.

¿A qué le tiramos? ¿Qué país deseamos heredarle a las nuevas generaciones y con cual sueñan estas como expectativa de futuro?

Interrogantes que se quedan en el tintero. Nadie está de acuerdo con el actual, pero tampoco nadie puntualiza explícitamente cual es el deseable para actuar en consecuencia y, peor aún, no hay visos de un cambio real a la vista; conformándonos con el gatopardismo de siempre que hace de la simulación y engaño pan de todos los días, dejando hacer, dejando pasar cambiando para seguir igual.

En esta tesitura se contempla a las dichosas reformas que no aterrizando o forzadas a aterrizar contra lo que la opinión pública considera pertinente, destaca el hecho de que el propio impulsor de éstas, el Sr. Peña, espantado por los resultados de su ejercicio de aprendiz de brujo, hoy da marcha atrás en la reforma del sector de comunicaciones, proponiendo una ley secundaria que se contrapone con la reforma constitucional aprobada a jalones y estirones por el Congreso de la Unión en el 2013; dejando las cosas como estaban o peor, beneficiando al duopolio televisivo, como lo asienta el panista Javier Corral en un artículo publicado en el Universal que no tiene desperdicio.

Y por si fuera poco, en el colmo del cinismo, sin aún aprobarse por el Congreso de la Unión la legislación secundaria en materia energética, Peña Nieto ya subasta dos tercios de las reservas de petróleo y gas; potencial de hidrocarburos equivalente a la producción que ha tenido el país en los pasados 110 años según lo revelara PEMEX el pasado viernes. Obsequiando, con ello a las petroleras transnacionales interesadas en participar en el tianguis petrolero, el patrimonio nacional más valioso de la paraestatal como es el acervo acumulado de la prospección de las reservas de petróleo en el país.

Esto último, sin consulta previa ignorando al propietario de tal acervo, el pueblo de México que se asume una vez más como mirón de palo frente al despojo.

“Más vale malo por conocido que bueno por conocer” reza la conseja popular y, sin embargo, con una gran apatía nos dejamos arrastrar por lo desconocido acatando sin más, reformas neoliberales aprobadas al vapor que se imponen por sobre lo que nuestra historia y ubicación geopolítica y geoeconómica recomiendan como lo más conveniente para México en el mundo globalizado.

Aceptémoslo, con reformas o sin reformas, el México de mañana es el de siempre en tanto el pueblo de México no decida otra cosa… Y para eso falta un largo trecho por recorrer.

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J. Enrique Olivera Arce

Siendo la constante el desencuentro entre información oficial y terca realidad, el optimismo que pretende inocular el presidente Peña en relación a sus panaceas reformistas, se pierde en el vacío. La sociedad mexicana, cansada, frustrada y con cada vez mayores muestras de hartazgo, hace caso omiso del mensaje presidencial, ateniéndose a lo que en su vida cotidiana percibe: un gobierno fallido, incapaz de dar respuestas congruentes y eficaces en el combate a la inseguridad, pobreza, desigualdad y pérdida de expectativas de progreso para las nuevas generaciones.

En su mensaje de año nuevo el Sr. Peña afirmó que el 2014 sería de eficacia y resultados gracias a las reformas ya aprobadas por el Congreso de la Unión. A su regreso del Foro de Davos, se obliga a declarar que los beneficios de las reformas estructurales se irán «cosechando» gradualmente y que la actual generación conocerá de las bondades de las medidas adoptadas por su gobierno. Diluyendo indefinidamente en el tiempo los beneficios que afirmara se verían materializados en el presente año.

La realidad se impone. Hubo necesidad de que el Fondo Monetario Internacional le señalara que los efectos de las reformas no se verían en México en el presente año y que en Davos se le corrigiera mencionándole que sin seguridad no hay avances,  para que modificara el discurso.

La población observa, valora y duda, encontrando en las contradicciones en que incurre la administración pública en los tres órdenes de gobierno, razones para resistir a la aventura reformista del presidente Peña.

La no correspondencia entre propósitos de gobierno y rezagos manifiestos en la administración pública para aterrizar las reformas, es evidente. El peso específico de la corrupción e inercia burocrática es mayor que lo deseable explícitamente expuesto en el discurso. Si la sociedad no estaba preparada para asimilar la andanada de reformas presuntamente estructurales, la administración pública en los tres órdenes de gobierno, tampoco; generándose un empantanamiento en la mayor parte del territorio nacional que difícilmente podrá ser superado en el presente año y que se refleja en desacuerdos al interior de la administración y, hacia el exterior, en confrontaciones con diversos sectores de la vida económica y social del país.

En tanto que el deterioro económico y del tejido social, van en crescendo; incrementándose pérdida de confianza y credibilidad en las autoridades y profundizando la brecha entre sociedad civil y la llamada clase política. No hay asideros que permitan confiar en que en el corto y mediano plazo reformas que no tocan en lo más mínimo rezagos estructurales históricos, puedan incidir en mejores condiciones de vida de la mayoría de la población.

Con y sin reformas, fenómenos como desigualdad y pobreza, marcan presente y futuro de un país que no logra encontrar caminos viables para abandonar los terrenos del subdesarrollo y dependencia del exterior. Antes al contrario, tales lastres se agudizan. Los límites entre un gobierno fallido y un Estado fallido se difuminan, pendiendo de un hilo. El estado de derecho como marco de convivencia ya no es suficiente para marcar la diferencia.

El acumulado de pobreza crece y la desigualdad le acompaña. Más del cincuenta por ciento de la población en condiciones de pobreza y más del 60 por ciento de la economía en la informalidad, no auguran nada bueno; con o sin reformas presuntamente estructurales el país va en picada. El deterioro del tejido social es evidente, a la pérdida de valores se agrega la pérdida de expectativas de progreso, haciendo del cumplimiento de la ley letra muerta.

Si el neoliberalismo pretende más sociedad y menos Estado anteponiendo individualismo a solidaridad colectiva, lo está logrando, cada vez es mayor el sentimiento de que frente a la ineficacia del Estado el camino idóneo es rascarse cada quién con sus propias uñas; sobrevivir es el reto, al costo que sea. El surgimiento y expansión de las autodefensas comunitarias frente a la delincuencia, es un grito de alerta. Lo que habría que preguntarse es si la búsqueda de justicia por propia mano es el mejor camino para México.

El régimen político, incapaz de dar respuesta a la demanda social, está en crisis y no se quiere reconocer. Negarse mediáticamente a la realidad que le supera y rebasa, contribuye al deterioro en todos los órdenes de la vida nacional. O se avanza en el sendero del cambio verdadero, dando cauce a la democratización y participación consecuente de la ciudadanía en la toma de decisiones en aquello que le compete, o las reformas peñistas, más que panaceas terminarán como toda medida autoritaria e injusta, en el basurero de la historia. No se quiere entender así y las consecuencias están a la vista. No es posible avanzar sin atender rezagos históricos, afirma el rector de la UNAM, enfatizando en los niveles de desigualdad y pobreza acumulados a lo largo de 500 años; palabras sabias evidenciando el desencuentro y divorcio entre una clase política sorda y ciega y un país que merece un mejor destino.

Hojas que se lleva el viento

Y a propósito de desencuentros, en Veracruz el gobierno fallido a cargo del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, rebasa los límites de la paciencia de una sociedad lastimada y dolida a la que no se le quiere ver ni escuchar.- Cd. Caucel, Yucatán, enero 27 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

La gente protesta muy bien contra algo, pero lucha mucho mejor por algo. Alberto Garzón, economista español.

Entre excelentes, buenos, regulares y malos augurios para el futuro inmediato del país, cierra el 2013 cediendo el paso a un 2014 que para Peña Nieto será el de la consolidación de las grandes transformaciones. Y, para no quedarse atrás, para el gobernador de Veracruz con la reforma energética la entidad registrará el mayor crecimiento de su historia.

En el caso del Sr. Peña se justifica, que caray, tiene que salir a defender los frutos arrancados por la fuerza a la historia nacional. No así en tratándose del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, quien repite como loro huasteco lo que no entiende pero escucha de la voz que de las alturas baja.

Lo cierto es que con reforma o sin reforma, el futuro inmediato no sólo es incierto, todo apunta a estancamiento y retroceso en lo económico, así como a un deterioro creciente de la vida política de la Nación, tejido social y calidad de vida de los mexicanos.

Nada indica que para el 2014 las llamadas reformas estructurales y, en específico la energética, rindan frutos acelerando crecimiento económico, generación de empleos de calidad, o productividad y competividad en el quehacer productivo como afirma Peña Nieto y sí, indicadores sobran respecto a dos variables que a mi juicio en el marco de la crisis del sistema político y régimen de partidos políticos, se complementan y retroalimentan: ineficacia gubernamental y desigualdad con pobreza extrema.

Que se vayan todos, empieza a escucharse como en el 2000 se escuchara de viva voz en Argentina ante ineficacia y corrupción oficial, mientras la pobreza avanza sin freno, la protesta popular invade la calle y el autoritarismo enseña los dientes.

Por cuanto a Veracruz, la anunciada prosperidad sólo existe en la mente de un gobernador que ni el menor intento hace por conectarse con la realidad. Anuncio tras anuncio triunfalista y el 2013 se le escurre entre las manos, como habrá de escurrírsele el 2014 y así, hasta la conclusión de su mandato, cuente o no con la bendición papal que, para el caso, sale sobrando.

Buenos propósitos y optimistas deseos con motivo del año que comienza, parecen no tener cabida en la realidad que se vive hoy día. Optimismo no falta en los hogares –el consumismo lo delata-, de lo que se carece en lo colectivo es de esperanza para un país amenazado por un infausto futuro dominado por un clima de negros nubarrones de incertidumbre, pérdida de expectativas de progreso y de valores trascendentes que, a su vez, enmarca hartazgo social que se acumula.

Para las mayorías empobrecidas, nada que celebrar

Peña Nieto y partidocracia, celebrando pírricos triunfos navideños, confiados apuestan al camino andado sin visos de atender a lo que viene. Para Duarte de Ochoa el festejo es permanente, arribó a su mandato con la prosperidad bajo el brazo. Nada le inquieta, nada le quita el sueño, en Veracruz no pasa nada y si pasa, será para bien,  con la prometedora panacea de una reforma energética que ni perjudica ni beneficia a una entidad federativa en que todo ya está hecho; consolidar las grandes realizaciones de su régimen es su propósito para el año que comienza.

Para las mayorías empobrecidas, nada que celebrar. Ni fiestas decembrinas ni festejos de año nuevo, sobrevivir es propósito, objetivo y meta cotidiana. Si alguna vez lo comido era lo seguro, para el 2014, Dios dirá.

Se fue el 2013 con su pesada carga de traiciones. La historia habrá de registrarle como el año en que un puñado de notables cancelara la joya de la corona, inscrita con letras de sangre en la Constitución del 17. Entregada la cereza del pastel, con ello culmina también la época de la simulada democracia representativa. “El Estado soy yo”, dicta Peña Nieto y el país acata.

El que manda, manda, decía Napoleón Bonaparte, y si se equivoca vuelve a mandar. Regla de oro del autoritarismo, propósito restaurador del viejo régimen de espaldas a la voluntad y aspiración democrática de los gobernados.

Dejar hacer, dejar pasar, masoquista síndrome del mexicano, como contrapartida.

Con estas viejas fórmulas pendiendo cual “Espada de Damocles” sobre el México inerte e indefenso, arriba el 2014. Bienvenido sea y que cada quién se agarre donde pueda que con el cambio climático, todo es posible,  hasta perder lo que nunca se tuvo: libertad como conciencia de la necesidad.- Cd. Caucel, Yucatán, diciembre 25 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

“Pude concretar tres promesas expresadas al llegar al poder: primero voy a hacer lo necesario, después lo posible y, cuando menos lo imagine, estaré haciendo lo imposible. Quedó probado que es factible crecer distribuyendo riqueza”. Luiz Inacio Lula da Silva

La “Comisión Plural Nacional De Preservación del Entorno político de Equidad en la competencia Electoral”, creada como instrumento del Consejo Rector del llamado Pacto por México para entre los diversos partidos políticos cuidarse unos a otros, habla por sí del clima de descomposición que priva en la partidocracia, así como de la necesidad de generar nuevas reglas del juego que restablezcan certeza y confianza tanto en los procesos como en las instituciones comiciales.

En el actual escenario de nuestra tan incipiente como deformada democracia representativa, en tanto no se actualicen las reglas del juego electoral, adecuándolas legal y operativamente al México plural de hoy día, equidad y competencia entre las diversas fuerzas político electorales serán tema permanente de cuestionamiento de legitimidad democrática.

Lo grave de esta situación que pareciera ser insoluble, es que la administración y control del conflicto político resultando insuficiente e ineficaz, arrastra al resto de la vida económica y social del país, frenando crecimiento económico y bienestar de la población.

Frente a ello, no hay pacto o comisión que con visión de largo aliento ordene y arbitre el quehacer político en un régimen desgastado y evidentemente obsoleto,  en tanto el contexto general acuse profundización de descomposición, corrupción e impunidad en todos los órdenes de la vida política nacional.

Pacto y crecimiento

Como es dable observar, un pacto nacional sustentado en acuerdos políticos cupulares, sin base social de apoyo, que de facto sustituye al Congreso de la Unión en la toma de las grandes decisiones que a su vez son respuesta a recomendaciones externas, más que contribuir a las tareas del desarrollo propicia confusión e incertidumbre en la planta productiva, así como malestar entre los sectores más vulnerables de la población. El resultado, cuando menos en el corto plazo,  es el crecimiento “del Producto Interno Bruto, a niveles insatisfactorios” a decir del presidente Peña, así como una creciente tendencia a la protesta ciudadana organizada en torno a movimientos sociales contestatarios que se multiplican como hongos.

Preocupante que la tasa de evasión tributaria sobre el impuesto a la renta empresarial de acuerdo con indicadores del BID, alcance ya alrededor de 48 por ciento (La Jornada 19/05/2013), lo que a su vez lleva aparejada la evasión de responsabilidades de seguridad social, en un país en el que empleo, masa salarial, consumo y crecimiento económico de la mano se soportan en la micro, pequeña y mediana empresa, cuyo deterioro es evidente no obstante generar el 53% del PIB (Vanguardia 19/05/2013).

Esto en el marco de políticas públicas que inercialmente privilegian un modelo de crecimiento económico y distribución del ingreso que no se corresponde con la obvia necesidad de fortalecer un mercado interno deprimido. La creciente pauperización de grandes sectores de clase media que se suman a los pobres de siempre; la precarización del empleo y el congelamiento del salario, así como el incremento galopante de la economía informal, interactúan sobre la oferta y la demanda de bienes y servicios, castigándose al consumo y, por ende, a una la fábrica nacional estancada y ya en franco retroceso.

La OCDE y la inviabilidad de lo imposible

Ya en enero pasado comentaba que la paradoja existente entre fortaleza macroeconómica y la microeconomía que descansa en el bolsillo de los mexicanos, es una ecuación no resuelta que limita los márgenes de maniobra del nuevo gobierno. 

Hoy dos noticias alarmantes lo confirman: la revisión a la baja por parte de la Secretaría de Hacienda de la tasa de crecimiento estimada para el presente año, y la advertencia de la misma dependencia federal de que de persistir el bajo índice de crecimiento se verá afectado el ingreso fiscal y, por ende, la disponibilidad presupuestal para atender los compromisos gubernamentales.

Anuncio que pone sobre la mesa la necesidad de revisar y recortar metas en los compromisos asumidos por el Sr. Peña, tanto en su discurso de campaña como en la temática de propósitos y objetivos del llamado pacto por México. La paradoja persiste y el margen de maniobra se reduce tanto en lo político como en lo económico, con repercusiones en lo social.

Situación propicia para que la OCDE recomiende al gobierno de México profundizar en los procesos de privatización de recursos energéticos, educación y salud, así como en la política fiscal eliminando la tasa cero en el IVA para alimentos y medicinas para fortalecer finanzas públicas.

Lo inquietante de este ramillete de recomendaciones es que en el seno del “Consejo Rector” del llamado pacto por México, el gobierno federal y la partidocracia las hagan suyas, como hasta ahora se ha caminado en el tema de las reformas presuntamente estructurales ya aprobadas por el Congreso de la Unión, cuya iniciativa no surge premeditadamente del presidente Peña sino de organismos internacionales como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y la OCDE.

Renunciando de facto el gobierno de México a políticas públicas redistributivas del ingreso y abatimiento de la desigualdad, para atender requerimientos sistémicos internacionales de incremento de plusvalía y tasa de ganancia del capital como “blindaje” frente a la crisis globalizada. No siendo circunstancial que el secretario de hacienda a su vez llame a la “democratización de la productividad” para socializar las pérdidas y privatizar las utilidades, como también lo recomienda la OCDE para acelerar el crecimiento.

Políticas sociales

De persistir tal situación, el hilo habrá de reventarse por lo más delgado: la cruzada nacional contra el hambre. El énfasis de la acción de gobierno en un clima nacional de privatizaciones, se pondrá en la creación de infraestructura e  inversión productiva para reactivar la economía. La justicia social, como siempre, no traspasará los límites del asistencialismo público y privado, persistiendo desigualdad y pobreza en espera de mejores tiempos.

Si para Luiz Inacio Lula en Brasil la tónica de su gobierno fue: primero lo necesario, después lo posible y, cuando menos se imaginara, estaría  haciendo lo imposible,  para el régimen a cargo del Sr. Peña, la tónica a seguir será el someter lo deseable a lo posible ante la inviabilidad de lo imposible. Lo necesario ante la escasez de recursos y la obligatoriedad de atender recomendaciones externas, quedará fuera de agenda.

“El logro de un Estado eficaz para una democracia de resultados” no ha caminado más allá del slogan de campaña. El ímpetu con el que inicia el Sr. Peña su gobierno, se ve frenado por una terca realidad que lo mismo en lo político que en lo social y económico, no sabe de pactos, treguas y acuerdos cupulares. El divorcio entre política y economía es evidente, la justicia social es la que hoy y siempre paga el pato. Cd. Caucel, Yuc., mayo 19 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

La economía de México, reflejada en la medición del  Producto Interno Bruto, registró un crecimiento de 3.9% en 2012, nivel igual al del año anterior y menor al reportado en 2010, que fue de 5.3%, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).  Por su parte, la Secretaría de Economía, con base en el comportamiento de los flujos de inversión extranjera, habla de estancamiento. En este marco, no es nada sorprendente que la tasa de desocupación esté por arriba del 5 % de la población económicamente activa y que casi 29 millones de mexicanos se ubiquen en la economía informal.

Atendiendo a al informe del INEGI, es de destacarse que el magro crecimiento registrado por el PIB en el 2012 se sustentó en el desempeño de las actividades primarias -con énfasis en la extracción petrolera-, frente a  un raquítico 3.6 %  del sector manufacturero. Lo cual da razón del porqué no se avanza en el abatimiento de la desigualdad, pobreza y desempleo, justificando de alguna manera la preocupación del Secretario de Hacienda, Luís Videgaray, respaldada ahora por el PRI, por acelerar la puesta en marcha de reformas legislativas llamadas estructurales, bajo la miope óptica de una sociedad y su gobierno, reacios a cambiar de modelo de comportamiento y desarrollo.

Legislación y desarrollo

Independientemente de que partido político esté al frente del gobierno, los últimos treinta años en la vida nacional dan amplia cuenta de la inutilidad de la legislación como motor del desarrollo, si esta está sometida al egoísmo de los poderes fácticos.

El neoliberalismo impuesto a México por el llamado Consenso de Washington, como modelo económico y social apuntalado por políticas públicas regresivas, condujo al país al estancamiento en todos los órdenes. Hoy, con el gobierno del Sr. peña, no tiene porque ser diferente. Es el modelo extralógico impuesto el que alimenta al proyecto peñanietista y no la voluntad racional de cambio de rumbo que exige una gran mayoría de de mexicanos castigados con desigualdad y pobreza.

Las leyes, por más progresistas que pudieran ser, y así lo confirma la historia de México, por sí mismas no generan estabilidad, fortalecen la fábrica nacional, o generan empleo, ni dan de comer. Es la voluntad permanente de cambio de pueblo y gobierno la que, respondiendo a su circunstancia, impulsa crecimiento económico y desarrollo. Sin esta, las reformas estructurales que propone el Sr. Peña, frente a una realidad ignorada,  no siendo panacea quedarán en el papel, operando en contra del interés vital de las mayorías.

Economía y política

Lo que obliga a preguntarse si en los tiempos que corren es la política la que impulsa a la economía, o es esta última la que determina el quehacer político. No se observa congruencia entre política y economía. No se siente una complementariedad y retroalimentación entre ambos quehaceres, pareciendo a mi juicio que marchan por caminos paralelos sin punto de encuentro.

El pacto signado entre las cúpulas partidistas y el gobierno federal, es insuficiente. Queda enmarcado en el juego de intereses político partidistas ajenos a la sociedad en su conjunto. Sin la participación conciente, comprometida y consecuente de todos los sectores de la población, lo pactado está muy lejos de tener viabilidad.

No se puede seguir por el mismo camino, sin un punto de encuentro entre economía y política; entre crecimiento económico y desarrollo, entre lo que nos une y lo que nos divide, entre lo que dice la estadística y el bienestar deseable de la población. Con reformas legislativas o sin estas, sin la concurrencia puntual de pueblo y gobierno en torno a propósitos y objetivos comunes que responda a necesidades reales y sentidas de la sociedad, valga la manida frase, nos enfrentamos a un desastre anunciado.

Engañosa propaganda

En este escenario, llama a risa que en Veracruz se destaque a bombo y platillo que estadísticamente la entidad registre un crecimiento económico superior al nacional, ocupando el sitio de “tercera economía estatal”, cuando viajando en el mismo tren, es parte consustancial del estancamiento y pérdida de vigor del país en su conjunto. Lo que declara el gobernador de Veracruz como marco para el inicio de un proceso electoral, no se corresponde con lo que las mismas estadísticas señalan en torno a una creciente pobreza y desigualdad en la entidad. La numeralia triunfalista no lo es todo, por encima de esta pesa una realidad que nos dice que pueblo y gobierno en Veracruz marchan también por caminos diferentes, sin un punto de encuentro entre política y economía que responda a los requerimientos presentes.

Hojas que se lleva el viento

Merecido aplauso de la ciudadanía se lleva el presidente Peña al poner un hasta aquí a Elba Esther Gordillo. Un acto de congruencia más que de justicia le honra. Ojala y esta medida burda y autoritaria pero necesaria, sea el inicio de una auténtica cruzada contra la corrupción en todos los sectores y niveles de la vida pública nacional. No sólo es un reclamo generalizado, también condición sine qua non para sanear a un país cuyo atraso descansa en la simulación, la corrupción en todas sus expresiones, así como en el saqueo sin límite protegido por la impunidad.

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A propósito de la detención de Elba Esther Gordillo, en “Tabasco hoy” Leobardo Pérez Marín escribe: “Peña Nieto no montó ningún escándalo mediático, sabía dónde estaba la debilidad de ‘la maestra’ y le cayeron en la jugada; por lo tanto si las autoridades locales saben dónde están las huellas que han dejado líderes sindicales, ex gobernadores y sus funcionarios, es necesario que actúen, de lo contrario, si no pueden con el paquete, es tiempo que le pasen la papa caliente a la Secretaría de Hacienda, así como a la Procuraduría General de la República”. Atinada opinión, si el combate a la corrupción en el sector educativo va en serio, o todos coludos o todos rabones, los gobernadores en turno no pueden ni deben aplaudir al presidente y al mismo tiempo, ocultar bajo la alfombra  la basura acumulada durante decenios de contubernio entre el SNTE y la administración pública estatal. Veracruz no es la excepción, ya veremos si el Dr. Duarte de Ochoa es capaz de enfrentarse a su partido y a las mafias incrustadas en la SEV, acabando de una vez por todas con las múltiples anomalías y oscuros enjuagues en el entorno educativo.

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“La condonación el Congreso permite que los gobiernos locales se queden con algo que no es suyo”, expresó la politóloga Denise Dresser, en referencia al amparo que fue presentado por 19 contribuyentes el 12 de febrero y que este lunes fue admitido por el Juez Onceavo de Distrito en la Ciudad de México,  en contra del Artículo 9 de la Ley de Ingresos de la Federación 2013 que en su último párrafo exime a estados y municipios del cumplimiento de sus obligaciones tributarias en el pago del ISR que descuentan a sus empleados. La investigadora del Departamento de Estudios Políticos del CIDE, María Amparo Casar, precisó que ganen o pierdan no se sabrá nada hasta dentro de año y medio, pero esta acción “tiene un valor pedagógico”. Ojala y así sea pues ya viene siendo la hora de que los ciudadanos entendamos que la democracia representativa se construye desde abajo, participando y exigiendo honestidad y transparencia en la administración pública, así como la oportuna y puntual rendición de cuentas por parte de los servidores públicos.- Xalapa, Ver., a 27 de febrero de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Tianguis Avenida Orizaba. Xalapa, Ver.

Considerándome una víctima más del desorden urbano que priva en nuestra entrañable ciudad, estoy de acuerdo en que poco o nada hacen las autoridades municipales por resolver un problema administrativo, como el reglamentar el ambulantaje escuchando la opinión de los terceros afectados. Más no puedo estar de acuerdo en que, como algunos señalan, deba recurrirse a la fuerza de la autoridad para “acabar con la economía informal” que, en Xalapa, se hace presente en los tianguis, mercados sobre ruedas y puestos callejeros. Todo el peso de la ley, claman con criterio represivo y sin mayor análisis, pretendiendo hacerse eco de la opinión de la mayoría, cuando en realidad hablan en nombre de una minoría que se ve afectada en sus intereses económicos.

El fenómeno del “ambulantaje” o comercio callejero,  es expresión de otro, más profundo de orden económico, social y, por ende también de competencia política, como lo es la economía informal, en una sociedad que se manifiesta incapaz de proporcionar al ciudadano empleo remunerativo o, en su caso,  alicientes para ganarse la vida honestamente dentro de una formalidad regulada por leyes, reglamentos, códigos, usos y costumbres. Lo que habría que preguntarse entonces es porqué la economía informal crece en demérito de la bien entendida formalidad, antes de someter a la picota pública al “ambulantaje”.

La respuesta no es, sin duda alguna, el que la autoridad lo permite. En este caso específico, el Ayuntamiento xalapeño presidido por Elizabeth Morales.

Es demasiado simplista el considerarlo así, cuando en la capital veracruzana se acusa un alto grado de desigualdad, pobreza y remuneraciones salariales deprimentes para quienes tienen oportunidad de estar empleados, sin que ello necesariamente sea responsabilidad, sin distingo partidista,  de la autoridad edilicia o del próspero gobernador en turno. Vamos, ni siquiera del “presidente del empleo” al que hoy juzgamos por los pésimos resultados de su gestión. Es un problema estructural más del subdesarrollo que se viene arrastrando históricamente y que, en los años que corren, se agudiza como consecuencia de un crecimiento prácticamente nulo de la economía nacional.

La economía informal no es un fenómeno nuevo, viene de muy atrás, una veces por una mala costumbre heredada, otras por evasión al fisco deliberada o por ignorancia y, las más, simplemente por necesidad. En nuestra ciudad como en muchas otras, las razones se entremezclan generando en los hechos una competencia desleal para quien se acoge a la formalidad lo mismo en la producción y distribución de bienes y servicios, que para el contribuyente cautivo que por desempeñar un trabajo remunerado ve mermado su salario por contribuir obligadamente al fisco y la seguridad social.

La responsabilidad de las autoridades reside, en todo caso, en no saber, no poder, sujetarse a compromisos políticos creados, corrupción ó no querer tomar al toro por los cuernos aceptando la realidad y actuar en consecuencia, para ordenar un fenómeno económico y social por ahora inevitable, privilegiando el bien común evitando la afectación de terceros.

Pero también, y no dejaré de insistir en ello, es responsabilidad de todos. Tenemos la ciudad que nos merecemos dejando hacer, dejando pasar en tanto no se afecten nuestros personales o familiares intereses. Más allá de la consideración de fondo, a la economía informal contribuimos todos, bien como ofertantes, que como demandantes de bienes y servicios al margen de la formalidad, bajo el supuesto real o virtual de que así conviene a nuestro bolsillo.

Sin una demanda real, justificada ante una mejor oferta en términos de disponibilidad, calidad y precio al alcance del bolsillo de las mayorías, tianguis y mercados sobre ruedas no tendrían razón de existir en nuestra ciudad.  No se ignora que, en el caso de los mercados sobre ruedas, la oferta de productos perecederos procedentes de otras regiones del estado o fuera de este, responde a las necesidades y disponibilidades económicas de las amas de casa. Suprimirlos por disposición de la autoridad sería absurdo, mal visto y contrario al interés de la mayoría.

Son más los ofertantes y demandantes de escasos recursos que se benefician de la economía informal que los que tienen oportunidad y capacidad para desenvolverse en la formalidad. Y tan lo sabe la autoridad municipal que lo capitaliza electoralmente manipulando, tolerando desorden y corrupción, pero también callando las razones últimas por lo que se da el fenómeno de la economía informal. En una ciudad pobre como Xalapa, no hay empleo ni capacidad real de compra en la mayoría de quienes habitamos en la capital de Veracruz, tampoco inversión pública y privada para revertir el fenómeno.

Lo hemos dicho, contamos con una iniciativa privada carente de iniciativa para emprender negocios productivos generadores de empleo remunerativo. Tampoco disposición para pagar salarios dignos. Por ahí habría que enfocar el fenómeno de la economía informal en nuestra ciudad y, de paso, de nuestro estancamiento.

No caigamos en el juego de la simulación, Xalapa es una ciudad de pobres, con gobernantes, políticos y comerciantes prósperos, aceptemos las cosas como son, exigiendo, eso sí, que la autoridad ordene el uso de espacios públicos para tianguis y mercados sobre ruedas, escuchando a quienes se sienten afectados. Podría mejorar un poco nuestra ciudad y otro tanto la imagen de una alcaldesa que no ha sabido ganarse la buena voluntad de los gobernados.

Hojas que se lleva el viento

 “Ese fantasma que muchas veces gira sobre la imagen de Veracruz, que no tenemos recursos, que estamos quebrados y no sé qué tantos rollos más,  que nada tiene que ver con una connotación política, pero queda claro que a pesar de condiciones complejas, Veracruz va para adelante, sigue construyendo su futuro, desarrollando su infraestructura y cumpliéndole a la gente con programas importantes”: Javier Duarte de Ochoa.

Menos mal que el fantasma que recorre Veracruz de noche como de día, es sólo eso, rollo insustancial. Si tuviera connotación política el PRI no gobernaría a la entidad ni habría tema para un periodismo crítico creador de fantasmagóricos rollos. O quien sabe…

 Por cierto, Veracruz es una cosa y su gobierno otra muy distinta.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Lo he dicho y lo reitero. Si algo frena al desarrollo de Veracruz es la tendencia de su población a aferrarse a un constante estado de politiquería electorera.  Natural o inducida, tal tendencia se retroalimenta de la mediocridad de una clase política que todo lo quiere ver a la luz de la competencia electoral, partidizando hasta lo más nimio de la vida social, económica y cultural de la sociedad veracruzana, dando la espalda a la racionalidad y hasta al sentido común.

No culmina un proceso electoral cuando ya le encimamos el siguiente; concentrándose recursos públicos y privados, materiales, financieros y humanos, para afrontar el incierto futuro de la sucesión de gobernador, diputados federales y locales, alcaldes, dirigencias partidistas, líderes gremiales, comisariados ejidales,  y hasta presidentes de asociaciones de padres de familia, jefes de manzana, liderazgo estudiantil, o pseudo dirigentes de las varias decenas de organizaciones que dicen representar al periodismo veracruzano.

A todo esto habría que agregar la nociva tendencia de algunos funcionarios públicos afectos al lustre de imagen y al discurso fácil y triunfalista, que para sustentar y afianzar su protagonismo en la palestra político-electoral, hablan de más y a destiempo.

Lo anterior viene a cuento porque una vez más, gracias a eso que he afirmado es parte ya de nuestra naturaleza, no sólo ahuyentamos a una potencial inversión industrial chino-mexicana de varios millones de dólares, sino que también politizamos el tema. Especulando que la responsabilidad del siempre no de la empresa, es atribuible a la mala fe de panistas locales que por beneficiar a sus congéneres partidistas de Jalisco, sabotearan el proyecto.

La mayoría de los medios de comunicación, por motu propio o por consigna,  se han hecho eco de tal especulación, cediéndole el paso al desgarre de vestiduras y a una nada despreciable oportunidad de desviar la atención de un caso juzgado y archivado en el morral de la opinión pública, como la aprobación por parte de la diputación federal priísta de una Ley de Ingresos y Miscelánea Fiscal.

Especulación, sólo eso, toda vez que las decisiones de invertir o no,  millones de dólares en uno u otro sitio ni se dan de la noche a la mañana ni existe empresa que se repute como seria que no someta un proyecto de tal naturaleza a estudios acuciosos, evaluaciones financieras y considerandos sobre fortalezas o limitantes de orden social o económico. Si la empresa chino-mexicana ensambladora de tractores y camiones decidió no establecerse en Veracruz, no lo hizo ni por no gustarle el predio que se presume le sería cedido a “título gratuito” o vendido a precio de subasta de garaje, ni porque un político panista de  medio pelo opinara en contrario a lo ya dispuesto por la administración a cargo de Fidel Herrera Beltrán.

A escasa una semana de que el Congreso local aprobara la enajenación del Agrocentro Siglo XXI para  facilitar tanto la inversión ofertada como la generación de 5,000 empleos directos, y dos días antes de que la empresa de marras comunicará al gobernador la decisión tomada, Dionisio Pérez Jácome, jefe de la Oficina de Gobierno y Consejería Jurídica, no sólo ratificó que era un hecho que la ensambladora se instalaría en la entidad sino que, además opinó que “al reglarle el inmueble Veracruz sale ganando”.

Una de dos. O la empresa en ningún momento tuvo la intención de asentarse en los terrenos del Agrocentro y el triunfalismo desbordado local careció de fundamento, o factores y variables a considerar debidamente respaldados por los estudios respectivos, inclinaron la decisión final a favor de establecerse en Jalisco, no por ser un estado gobernado por panistas sino porque así lo recomendara la relación costo-beneficio a considerar. Decisión final que toda lógica indica que no se tomó en escasos cinco días ni es resultado de una pretendida ingerencia política de un panista deseoso de contrariar al gobernador Herrera Beltrán atendiendo a una consigna de Miguel Ángel Yunes Linares.

Más papistas que el Papa, nuestros políticos priístas, opinan en contrario. “El Pipo” ahuyentó a los chinos”. Sin ponerse a pensar que estos últimos, entre otras cosas y dada  su racionalidad fruto de una cultura que sabe diferenciar negocios de política,  pudieran haber sustentado su decisión final precisamente en el clima electorero de una entidad que vive de y para la polítiquería. Hay que aprender de los chinos. Mientras nosotros nos dedicamos al bla bla bla y a especular frente a la bola de cristal, ellos piensan, estudian, observan,  trabajan y conducen a su país a ser primera potencia mundial.

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