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Tag Archives: Delegaciones federales

En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce


El tiempo sigue inexorablemente su marcha. Las crisis concurrentes derivadas de la debacle económica y social del país no se detienen. Antes al contrario, se profundizan mientras en Veracruz el tiempo no cuenta, la crisis menos. Lo relevante es inventar candidatos, especular en torno a dimes y diretes, regocijarse por la paja en el ojo ajeno, haciendo de la polémica estéril, fuente inagotable de estulticia política ayuna de propuestas racionales que con visión y compromiso contribuyan a paliar el descalabro.

Si no es el tema inagotable de la bursatilización, mejor conocida por los que saben, como deuda, es el presupuesto del Instituto Electoral Veracruzano, o si le rebajan nominalmente el salario a los servidores públicos de primero o segundo nivel. Lo relevante es polemizar y, si es en los medios de comunicación, mejor, para dar públicamente la apariencia de que la inmovilidad y triunfalismo sin sustento de la administración pública es mito infundado.

En este permanente escenario en el que el perder el tiempo es pasatiempo, una nueva polémica preocupa y ocupa lo mismo a la alta burocracia que a sesudos politólogos: ¿Sirven o no sirven de algo las delegaciones del gobierno federal en la entidad? ¿Deben desaparecer?

Naturalmente los dimes y diretes lo mismo tíñanse del color rojo fidelidad que del azul celeste que tanto escozor provoca en la administración fidelista. Ello enmarcado en una “patriótica” concepción de un federalismo venido a menos, así como al mismo tiempo deleznable competencia por ver quien se beneficia del voto popular en las elecciones del año venidero.

Para el joven delfín el hilo negro es novedoso: “Vivimos aún en un régimen presidencialista”. La última palabra la tiene el titular del ejecutivo federal, pero ya se encargará la diputación veracruzana de modificar históricas reglas del juego que hacen de las delegaciones federales onerosa carga para una hacienda pública quebrada que se niega a compartir lo poco que le queda.

Para otros, el tal presidencialismo es cosa del pasado. Con el PRI fuera de Los Pinos el presidencialismo se tornó entelequia. Vivimos un proceso de feudalización en el que los gobernadores cual señores de horca y cuchillo definen el rumbo del país. No es tanta la preocupación de los nuevos señores feudales lo que en pesos y centavos representa el mantener las tales delegaciones del gobierno federal; cuenta más el papel lo mismo de vigilantes del manejo de las aportaciones federales a las haciendas locales que el de operadores políticos trabajando para inclinar la balanza electoral a favor del desgobierno panista.

Lo importante es polemizar. Pero todos se niegan a reconocer que en tanto el cordón umbilical que mantiene el nexo indisoluble entre el presidencialismo venido a menos y la presunta autonomía de los señores feudales, siga siendo la hacienda pública federal. Todo intento de “balcanizar” a un Veracruz que todo lo tiene, que todo lo puede pero que en términos de finanzas públicas depende y vive en más de un 90% de la federación, tan estéril es el intento como la polémica desatada. Las delegaciones federales, representantes localmente del gobierno federal, son intocables.

Se habla de dualidad de funciones. Más ardor debería causar la viga en el ojo propio que la paja en el ajeno. Si de reducir dispendios onerosos en la hacienda pública se trata, lo que cabría es una revisión a fondo de las dependencias  diversas del gobierno estatal y las correspondientes a los gobiernos municipales. Desorden y despilfarro en ambos órdenes de gobierno son más que evidentes. Están a la vista de todos y los ciudadanos son los primeros en descalificar el gasto superfluo en que se incurre, así como lo que, al margen de la legalidad va a parar a los bolsillos de corruptos servidores públicos, cuyo pronto enriquecimiento  es objeto de obscena ostentación.

Sobre esto último no se da la polémica. Todo marcha bien, en tanto el poder salpique, aunque las respuestas a la crisis sigan el mismo tenor de pasar el tiempo entre dimes y diretes.

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