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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Habiéndose puesto de moda por la presidencia de la república el combate frontal a la pobreza en su expresión más aguda, como es el hambre y sus negativas secuelas, sobre todo en la población infantil, la administración pública en sus tres órdenes de gobierno hace como que hace sin que su accionar apunte a las raíces mismas del problema.

El asistencialismo como eje sustantivo de la guerra contra el hambre, con todo y que está demostrada su ineficacia y fracaso, fruto de la inercia pero también de la ausencia de visión de futuro e integralidad, sigue demostrando lo inútil de destinar esfuerzos y recursos en políticas públicas que nacen muertas.

Y peor aún, ante la ineficiencia e ineficacia, se opta por la simulación y el triunfalismo sin sustento, como es el caso de Veracruz.

A más de dos años de iniciado el programa “Adelante”, cuyo propósito explícito fuera abatir la pobreza en un 50 % de la población objetivo, ha quedado en simplemente propósito de legitimación de un gobernante impuesto, con el objetivo de incidir en un cuadro estadístico que coloca a la entidad entre las que cuentan con los municipios  más pobres con altos índices de pobreza extrema.

Los resultados, por más que se festinen, son tan pobres o más que la pobreza que se pretende abatir. Se podrá incidir mínimamente en las estadísticas pero en la realidad, tras generarse falsas expectativas, indica que la pobreza crece en lugar de disminuir. El asistencialismo y la simulación reafirman el carácter de objeto y no sujeto de crecimiento y desarrollo a la población objetivo.

Ni se incrementa la inversión productiva y el empleo remunerado en la economía formal, ni mucho menos mejora el nivel sustentable de ingresos reales y alimentación en las comunidades y municipios inicialmente señalados como objetivos del programa.

Es por ello que llama la atención que ahora, con el Sr. peña como presidente, el DIF hable de un nuevo programa que substituye al anterior, sin que se cuente con una evaluación de acciones y resultados alcanzados a lo largo de casi tres años. Salvo el poner como ejemplo mediático al municipio de Mixtla de Altamirano. ¿Qué se logro? ¿Qué no funcionó? Es lo de menos, lo importante es estar a tono con la moda.

“Adiós a la pobreza”, nuevo programa con la misma estrategia, sobre los mismos municipios que la estadística señala como los de mayores índices de pobreza extrema.

Y llama la atención porque días antes de divulgarse con tono triunfalista el inicio del nuevo programa de combate a la pobreza, el DIF en el estado aseveró que no tiene ni idea de cuantos niños veracruzanos encontrándose en condición de pobreza extrema, padecen hambre y desnutrición.

Indicando lo anterior que se carece de un diagnóstico puntual sobre el cual operar, sustentando un plan integral que de razón de propósitos, estrategia, objetivos, metas y mecanismos de evaluación y control de resultados.

Más de lo mismo, con parafernalia mediática diferente. Sólo que ahora en tiempos electorales, desnudando los propósitos implícitos de un programa asistencialista que, incidiendo entre los más pobres, asegure el voto de la miseria a favor del partido del Gobernador.

Digno de un panorama kafkiano, la percepción que se tiene es que son más los recursos públicos que se invierten en la parafernalia mediático propagandística que en un efectivo combate a la pobreza y abatimiento del hambre. Recursos humanos, materiales, financieros, respaldados por campañas publicitarias en prensa y TV, sirven de cortina de humo para ocultar ineficiencia, ineficacia y, porque no decirlo, corrupción e impunidad.

Toda una estrategia de simulación en pro de ganarse la buena voluntad del presidente Peña, sumándose a la campaña nacional contra el hambre, mientras la pobreza crece en Veracruz, se incrementa desigualdad y disminuye calidad de vida entre la población más vulnerable.

Ya habrá quien, entre los estudiosos de los problemas torales de la entidad, de cuenta pormenorizada, con pelos y señales, de cuanto se ha invertido y cuales son los resultados en los municipios más emblemáticos de la pobreza y pobreza extrema en la entidad. Por ahora, queda la percepción, que no por subjetiva deja de tener impacto político y social para un gobierno cuyo estandarte es la simulación.

Hojas que se lleva el viento

¿Con qué autoridad legal, política y moral el llamado “Pacto por México” atenderá y dará solución a las demandas del magisterio contestatario? Con la autoridad de facto que le da ser engendro presidencial. Así de simple.

-ooo-

La estrategia electoral a cargo de Fidel Herrera para la elección de diputados locales y alcaldes ahora de 4 años, parece estar haciendo agua. Arrinconada en la cúpula de la oficina del  secretario particular del Sr. Duarte de Ochoa y del CDE del PRI, es víctima del fuego amigo.

Dos senadores de la República que ven amenazado su futuro y el control del Congreso ahora en manos de los alemanistas con quien mece la cuna desde una diputación federal, torpedean bajo el agua los arreglos copulares cuyo propósito es dar continuidad al proyecto transexenal del  fidelismo.

Al parecer Fidel perdió terreno y, con él, su ahijado y discípulo, dando lugar a un todos contra todos al interior del tricolor, obligando al gobernador a tratar de hacerse fuerte en sus municipios consentidos: Tuxpan, Córdoba y Boca del Río, en los que deposita su confianza con vías a su sucesión. Aunque quienes se dicen conocedores del paño, pese a los arreglos en lo oscurito del secretario de gobierno, ya dan por perdida la plaza de Córdoba para el PRI. Xalapa, Ver., abril 10 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Estimando que en la elección de gobernador en el 2010 alrededor de 2 millones de veracruzanos no sufragaran a favor del Dr. Javier Duarte de Ochoa, éste está más que obligado a demostrar que conducirá a la entidad por el camino correcto. Se le ha brindado el beneficio de la duda a partir de considerársele un político limpio, preparado y bien intencionado, que fuera más que beneficiario, víctima de los excesos de Fidel Herrera Beltrán, pero debe hacerse acreedor a tal muestra de  generosidad.

Igualmente se le concede el justificarle confusión en el arranque; no es fácil para nadie estrenarse como gobernador de una entidad federativa tan compleja y desigual en sus vastas regiones y, aún menos, habiendo heredado de su antecesor una administración pública tan cuestionada por su corrupción y desorden, como financieramente desfondada.

Sin embargo,  tal beneficio no puede otorgarse ilimitadamente. Cien días al frente de la administración son suficientes para conocer si ofrece rumbo, certidumbre y voluntad política para atender a las necesidades crecientes de Veracruz.

En unos cuantos días se vence tal plazo y, sin ánimo de juzgar a priori, por lo que hemos visto hasta ahora honestamente considero no convence el estilo personal de gobernar del Dr. Duarte de Ochoa; la impresión a bote pronto es de que formado políticamente al lado de Herrera Beltrán, se inclina más a seguir el estilo aprendido de su mentor y amigo que a manifestar uno propio, congruente con su preparación académica y la esperada comprensión que como joven ilustrado debe tener respecto a los retos de nuestro tiempo.

Hasta hoy, domina el viejo y sobado estilo. Tremendismo mediático, anuncios espectaculares de propósitos difíciles si no imposibles de cumplir y, para no perder el camino aprendido de su antecesor, un triunfalismo sin sustento que choca con la realidad.

En la forma se refleja el contenido. Más que palabras del gobernante los ciudadanos esperamos políticas públicas acordes con necesidades reales y sentidas de la mayoría de los veracruzanos, empezando con aquellos más desprotegidos.

En este contexto, es de llamar la atención que, sin mayor análisis, el Dr. Duarte de Ochoa de un plumazo transfiera al DIF y al voluntariado de la mal llamada “sociedad civil”, tareas que son de la absoluta competencia del gobierno que preside, como es el caso de la atención a los quince municipios de mayor atraso relativo en la entidad.

A diferencia de mi amigo Alfredo Bielma Villanueva, quien me distingue generosamente con sus valiosos aportes a mi sitio en la Red de Redes, estimo que tal transferencia de responsabilidades constituye una pésima decisión.

El atraso de los quince municipios seleccionados en principio, no es coyuntural ni puede atribuirse a los mini huracanes que tanto se han publicitado. Tiene carácter estructural, identificado plenamente como rezago social y económico y deuda histórica con nuestros pueblos originarios condenados a sobrevivir en condiciones de explotación, exclusión, desigualdad y pobreza extrema, en las serranías veracruzanas.

Tal deuda histórica no se resuelve con políticas públicas asistencialistas, en palabras más crudas, con limosnas provenientes de personas o instituciones privadas o subsidiarias del poder público “bien intencionadas”, para las que la caridad es manera de alcanzar la gloria eterna, negocio terrenal redondo, vía exención de impuestos ó, en su caso, careta propagandística de pedestres intereses políticos.

Sólo faltó que se dijera que el rescate de los 15 municipios en cuestión, correría a cargo del “redondeo” que con toda impunidad aplican las cadenas comerciales a sus consumidores cautivos.

¿O es que acaso se pretende que, como en el pasado reciente, el DIF substituya a las secretarías de salud, educación, agricultura, desarrollo social y económico, finanzas, y al propio Congreso local? Instituyéndose de facto a la “primera dama” como “vice gobernadora”.

Si es así, ya empezamos mal.

Si verdaderamente existe interés en rescatarles e incorporarles a la senda de prosperidad que se anuncia para Veracruz, como prioridad ello se debe reflejar presupuestalmente en medidas serias y a profundidad a cargo de los gobiernos estatal, y municipales, para erradicar analfabetismo, insalubridad, desempleo, exclusión e injusticia, así como en la dotación integral de infraestructura. Estableciendo metas concretas en tiempo y espacio, soportadas con la participación activa de las propias comunidades, como sujetos con mayoría de edad y no objeto inerte a expensas de la caridad.

Estamos aún  a tiempo. Bien vale un alto en el camino recien andado y reflexionar sobre el que y como reorientar con visión de Estado, rumbo y destino perdido en el sexenio precedente. Está más que comprobado que los palos de ciego con eco mediático de tres cuadras a la redonda, no conducen a buen puerto. El joven Duarte tiene que aprender a paso acelerado que una cosa es ser gobernador y otra, más difícil y compleja, es gobernar.

No debe echar por la borda el beneficio de la duda que con generosidad le conceden alrededor de dos millones de votantes.

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J. Enrique Olivera Arce

“Fidel inició su mandato engañando y lo concluye engañando. Nos mintió a todos”, me comenta un ex alto funcionario del gobierno de Veracruz., por cierto muy cercano a Javier Duarte de Ochoa. Los únicos beneficiarios de un gobierno sustentado en la mentira y el engaño fueron aquellos, por cierto no todos veracruzanos, que conformaran la caterva de jovenzuelos arribistas que, a la sombra protectora y cómplice del “señor”, se enriquecieron sin medida en escasos seis años, agregara a su comentarios mi interlocutor…

Nada nuevo bajo el sol. Conforme se reducen la cuenta regresiva para la conclusión del mandato del Mtro. Fidel Herrera Beltrán y se amplía el plazo para conocer en definitiva la resolución inatacable del TRIFE en relación a la elección de gobernador, entre propios y extraños se arriba a la misma conclusión: Fidel le mintió a los veracruzanos, ofreciendo las perlas de la virgen para terminar con una administración pública en bancarrota y dejando la más abultada deuda pública de que se tenga memoria.

Por cuanto a los jovenzuelos sinvergüenzas, y uno que otro viejo mañoso, nadie se da ya por sorprendido. Los resultados de sus pillerías están a la vista y la ostentación que hacen de estos es del dominio público.

Lo que si no deja de sorprender es que varios de estos últimos, ya se nominan como continuadores impunes del saqueo, como acompañantes de Javier Duarte de Ochoa, hasta ahora gobernador electo de Veracruz, como herencia que Fidel Herrera Beltrán lega a su sucesor. De ahí que se derive la idea de que a lo largo de los próximos seis años, no va a variar, ni un ápice, la tónica de gobierno del hijo predilecto de Nopaltepec. “Fidel será el poder tras el trono”, se afirma.

Nada más alejado de la verdad, me comenta un analista bien informado y profundo conocedor de las entrañas de la fidelidad. Fidel termina y se va de Veracruz, sin dejarle a Duarte mayor legado que la imagen de un pésimo gobierno, así como la titánica tarea de enmendar entuertos, tapar hoyos y coordinar la reconstrucción de un Veracruz abatido por los efectos de una naturaleza desbordada. La realidad es otra, el poder tras el trono será ni más ni menos que Doña Rosa Borunda Quevedo, ya deslindada de los excesos del marido, me dice.

Es cuestión de observar, más que ver, comenta mi informante. Para empezar y bajo el supuesto ya casi un hecho de que Javier Duarte de Ochoa sea el próximo gobernador, puntualiza, la mejor y más destacada virtud del joven cordobés es la gratitud, no existiendo la menor duda de que sabrá honrarla en todo momento. Duarte le deberá la gubernatura a Doña Rosa y no a Fidel, así como de resultarle negativo el resolutivo del TRIFE, el golpe provendrá del comportamiento del actual gobernador a lo largo del proceso electoral y no de la ponderada, discreta  y calculada actuación de la señora, que supo operar con gran acierto en todo el estado desde un exitoso DIF.

Y aún hay más, agrega. Duarte de Ochoa no tiene más equipo político que aquel que Doña Rosa Borunda le acerque. Javier es demasiado joven y sus limitados andares en la vida política, no le han permitido hacerse de un equipo sólido que gire a su alrededor, tanto a nivel de Veracruz como en el ámbito nacional. La señora subsana tal limitante y basta con observar quienes son los personajes de que se está haciendo rodear el gobernador electo, empezando por la ex secretaria auxiliar de Mario Villanueva Madrid, ex gobernador de Quintana Roo, persona muy cercana y de todas las confianzas de la aún Primera Dama de Veracruz

Fidel Herrera es historia pasada, insiste el analista consultado. Lo actual, en términos de poder político, es Doña Rosa Borunda Quevedo y, por cierto, su apoyo a Javier no es de gratis, tenga la seguridad, me dice, de que La llamada fidelidad se agotó y lo que sigue es “La dinastía Borunda”, que dará de que hablar por varios sexenios por venir.

¿Será cierta tanta belleza? El tiempo lo dirá.

Por lo pronto, las vacaciones de tres de los siete ministros de la Sala Electoral del Tribunal Superior de la Federación prolongan la angustiosa espera del resolutivo final sobre la elección de gobernador y, con ello, crece la especulación sobre la posibilidad de la anulación y la designación de gobernador interino.

Y a manera de trascendido, se ha filtrado que en el grupo cercano del Sr. Duarte, Doña Gina Domínguez ya trabaja en el análisis y depuración de medios de comunicación al servicio de la administración pública estatal, privilegiándose criterios tales como tiraje, calidad de contenidos, penetración e influencia local, estatal y nacional, y, en congruencia, montos de convenios a considerar, sobre la base de reducir el gasto en medios y campañas publicitarias, acorde con la austeridad exigida por la situación que se vive en Veracruz.

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