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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

No es que Jorge Carlos Ramírez Marín, secretario de  Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano pretenda descubrir el hilo negro o el agua tibia,  cuando afirma que La planeación urbana es lo único que puede evitar riesgos para la población frente a fenómenos climatológicos extraordinarios. Lo que sucede es que tal verdad de Perogrullo no figura en las estrategias gubernamentales  de las que tanto se hace gala en materia de protección civil en México y ello, permite al distinguido político yucateco adornarse ante la ignorancia de sus pares.

No obstante, el secretario se queda corto en su aserto. La planeación urbana sólo tiene cabida en un país que cuente con un sistema  racional de planeación integral de la vida económica y social, del cual se carece en México.

Luego resulta que Ramírez Marín, responsable del desarrollo territorial y urbano, justifica su ineptitud en aquello de lo  que el país carece. Ahogado el niño, hablar de previsión sin un plan rector espacial y sectorialmente previsor, sí que resulta novedoso.

Como indudablemente también resulta novedoso el que el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, afirme ante propios y extraños que “Veracruz si sabe hacer bien las cosas”, poniendo como ejemplo el accionar de los programas de protección civil del gobierno a su cargo, ignorando la verdad de Perogrullo del Sr. Secretario de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano del gobierno federal.

Si a ello agregamos el hecho de que en el nivel paradójicamente más bajo de los tres órdenes de gobierno, los responsables de la administración pública ni por aquí les pasa que la planeación regional y urbana juega a favor de la previsión de desastres motivados por fenómenos naturales, el escenario de ausencia de estrategias válidas de protección civil está completo; Xalapa, y la mayoría, si no es que todos los municipios veracruzanos, son ejemplo vivo de ello, como les consta fehacientemente a sus pobladores.

Los factores de riesgo se acumulan. Han pasado ya varios años desde que estudiosos y expertos han advertido de la vulnerabilidad territorial y urbana de Veracruz frente al fenómeno del cambio climático y han sido ignorados. Hoy, ante los efectos de “Manuel” e “Ingrid”, los conocedores del paño vuelven a poner el dedo en el renglón, advirtiendo nuevamente del peligro latente,  con énfasis en el poblamiento en el extenso litoral veracruzano ante una ya confirmada elevación del nivel y calentamiento de los mares a consecuencia del deshielo en los polos.

A palabras sabias, oídos necios; la previsión ante un riesgo inminente, se detiene ante el valladar de los intereses creados, la corrupción e ineficiencia gubernamental, reduciéndose a declaraciones mediáticas como la vertida por el gobernador de Veracruz, que si sabe hacer bien las cosas.

Veracruz cuenta con organización, mapas de riesgo a nivel municipal y protocolos para operar, estando a la vanguardia frente a otras entidades federativas en el tema de la protección civil, afirma.  ¿Y?

¿Acaso se hace algo al respecto para hacer de tales instrumentos medidas eficaces frente al desastre anunciado?

¿No se siguen autorizando asentamientos humanos en el litoral, incluso afectando manglares, humedales y dunas alterando los ecosistemas costeros e incrementando factores de riesgo para la población?

¿Se está procediendo a la reubicación de poblaciones enteras asentadas en sitios de alto riesgo?

No hay que ir muy lejos para encontrar las respuestas. En la capital del estado, las colonias colgadas de los cerros o asentadas en cañadas  hablan por sí del como lo estampado en papel y difundido mediáticamente no libra a la población de lo que el gobierno dice prever.

Con o sin mapas de riesgo o detallados protocolos ajenos a una visión integral del problema y con mayor razón a planes específicos espacial y sectorialmente sustentados en diagnósticos puntuales,  los veracruzanos han estado y siguen estando a merced de los embates de la naturaleza.

Después del niño ahogado viene la reconstrucción. Se repondrá toda la infraestructura dañada, se afirma. ¿Y?

¿Acaso con ello los veracruzanos quedan a salvo ante eventos futuros? Distribuir despensas, colchonetas y cobijas no es la respuesta.

Si el secretario Ramírez Marín no está inventando el agua tibia, si pone el dedo en la llaga. El hacer bien las cosas empieza por condicionar asentamientos humanos y actividad productiva  a un plan racional de previsión a futuro.

Hojas que se lleva el viento

El senador José Francisco Yunes Zorrilla aprendió para bien la lección. Lo que no se hizo previamente a la aprobación de la reforma educativa, lo viene realizando en tierras veracruzanas explicando, consultando, escuchando y obteniendo consensos entre los diversos actores de la sociedad que se sienten afectados por  una reforma hacendaria a todas luces regresiva. Con razón o sin razón en su argumentación en defensa del bodrio peñista, cumple con el llamado de su partido a defender en la calle lo que la mayoría rechaza.

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