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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Dicen que autoelogio es vituperio. Acepto el riesgo.

Siempre dentro de la esfera subjetiva de la percepción me anticipe observando que negros nubarrones en la vida de la Nación anunciaban el tocar fondo de un régimen político sustentado en una partidocracia en crisis; los partidos políticos habiendo perdido confianza y credibilidad se desbarrancaban y con ellos la incipiente democracia representativa que el pueblo de México se ha dado, y así lo publique en diciembre del 2011 en un maquinazo que llevaba por título: “ ¿Crisis del régimen político en México”.

Me colgaron la etiqueta de tremendista y “contreras”. Pareció exagerado lo que en mis juicios se contradecía con una realidad en la que no pasaba nada; argumentándose que el seguro retorno del PRI ante el mal gobierno de Felipe Calderón, aseguraba el rescate del Estado-nación, afrontando con responsabilidad los estropicios de la alternancia, dando un nuevo rumbo a la economía, a la política y a la vida social del país.

Con el arribo de Enrique Peña Nieto al gobierno de la república, la integración de un gabinete federal de experimentadas chuchas cuereras y un experto economista al frente de la secretaría de hacienda, así como posteriormente la aprobación en cascada de reformas presuntamente estructurales ampliamente difundidas como panacea para sacar a México del ostracismo, mi reiterada insistencia en una crisis que sólo en la forma pareciera inexistente, fue suficiente motivo para ser objeto de burla y descalificación.

Aguanté la burla sin quitar el dedo del renglón, la crisis política percibida se profundizaba, ahora acompañada de descalabros concretos en la economía e incremento de conductas antisociales radicales que la guerra declarada de Calderón en contra de la delincuencia organizada exacerbó. Guerra que Peña Nieto continuó, con otra estrategia igual de ineficaz.

Hechos posteriores ratificaron la percepción vertida en mis maquinazos; politólogos y analistas en la prensa nacional con mayor información y mejores elementos de juicio y olfato político concentraron sus baterías en un proceso galopante de descomposición política, deterioro de la economía y malestar social. Persistiendo en quienes siguiendo llamándome “contreras” la idea de que no pasaba nada, antes al contrario, en México se respiraba un aire de seguridad, certidumbre, bonanza y prosperidad bajo la conducción priísta del país que se reflejaba en Veracruz. El PRI si sabe gobernar, me insistían.

Peña Nieto desestimó la gravedad de la crisis

En el gobierno federal el estado crítico del régimen fue desestimado, así como sobreexpuesto por el llamado “Pacto por México”. La crisis hizo crisis, arrastrando consigo a todo el régimen político en su conjunto con consecuencias directas en credibilidad y confianza en las instituciones republicanas así como en el consenso social en torno al gobierno peñista. En este marco de deterioro, Ayotzinapa jugaría el papel de detonador del descontento y hartazgo acumulado, abriéndose la caja de Pandora y exhibiendo la carencia de capacidad de respuesta del régimen político vigente para administrar el control de daños, primero, para posteriormente mostrar las llagas de una sociedad enferma paradigmáticamente conducida por una cleptocracia corrupta, voraz y sin llenadera.

El considerado “crimen de Estado” por lo acontecido en Iguala, paralizó al gobierno, enmudeció a los partidos políticos y desató una movilización social sin precedente en las últimas décadas; aflorando abiertamente en una sociedad lastimada, los signos inequívocos de la corrupción e impunidad en las altas esferas del gobierno y una resistencia creciente en la base de la pirámide poblacional. A ello siguió la brusca caída en el precio del crudo mexicano, el deterioro de las finanzas públicas en los tres órdenes de gobierno, el recorte al presupuesto federal aprobado por el Congreso de la Unión, el estancamiento del crecimiento y la paulatina pero constante pérdida del empleo y poder adquisitivo del salario así como el punto de quiebre de las fuerzas político-electorales. Los negros nubarrones en la percepción de un tundeteclas provinciano se materializaron en una compleja y muldimensional crisis del Estado mexicano que el gobierno de Peña Nieto parece o pretende ignorar o subestimarle.

México vive hoy lo que la maestra Dulce María Sauri Riancho, ex presidente nacional del PRI calificara como “la tormenta perfecta”. Pasada esta –cuándo, quien sabe- Es de esperarse el inevitable “tsunami” y el pago de los platos rotos por los mismos de siempre.

Mi observación no estaba del todo errada; mi percepción personal de la crisis es apenas pálido reflejo de estudios más agudos y profundos de analistas y politólogos calificados, que por diversos caminos están llegando a la conclusión de la necesidad impostergable de un proceso de rescate y renovación ya no sólo del régimen político, sino de la estructura misma del Estado mexicano como un todo, proponiendo un Congreso constituyente que dé a México una nueva Constitución Política para el Siglo XXI que de viabilidad a la refundación del Estado.

El régimen político rebasó su fecha de caducidad

Hoy día, la crisis de representación tanto de los partidos políticos como de la administración pública en sus tres niveles de gobierno, ya no anida sólo en la percepción colectiva; objetivamente en hechos concretos se exhibe como tal en todo el territorio nacional. El régimen político, alcanzó su fecha de caducidad, los partidos políticos sin excepción han perdido su razón de ser, están divorciados de la sociedad con el agregado de que la llamada clase política se niega a reconocer la gravedad de una crisis con síntomas de padecimiento terminal. El Sr. Peña Nieto y sus “reformas estructurales” pagan el costo de la imprevisión, impaciencia y ausencia de un diagnóstico preciso de la realidad nacional, en medio de un torbellino que se refleja en estancamiento económico, creciente deterioro del tejido social y una movilización de hartazgo y resistencia.

No es la economía ni la crisis globalizada del neoliberalismo, como muchos piensan la que arrastra al resto en este proceso de deterioro, en México es a mi juicio, la política política que ha perdido rumbo, principios y justificada existencia. Bajo este supuesto, la elección de junio próximo no es la mejor salida para corregir el entuerto, antes al contrario, agudizará las contradicciones del régimen con resultados nada optimistas.

Con preocupación aquellos que me llamaran “contreras”, expresan el existir de un consenso cada vez más amplio de que Peña Nieto llevó a las muchachas al baile equivocado y que eso habrá de reflejarse en las urnas.

¿Y de Veracruz y su pésima administración pública?

Bajo el título: “Duarte un peligro para Veracruz” en mayo del 2010 y en plena campaña electoral del entonces candidato priísta a la gubernatura de Veracruz, ya advertía que nada bueno esperaba a la entidad.

El 25 de diciembre del mismo año, ya siendo gobernador el Sr. Duarte de Ochoa, en otro maquinazo expresé que: “Javier Duarte de Ochoa está obligado a poner las barbas en remojo;  por lo que publican los medios de comunicación el joven gobernador tiende a seguir el mismo camino de su antecesor, improvisando, errando el camino, y apoyándose, con honrosas y contadas excepciones, en lo más nefasto de la llamada clase política y cúpula sindical, en aras de un inconsciente deseo de legitimarse con exacerbado protagonismo y falso triunfalismo; a sabiendas de que la situación que guardan las arcas públicas, la reducida captación y déficit fiscal que le hace dependiente en grado superlativo de las aportaciones federales, el cada vez mayor endeudamiento público, así como el deterioro creciente de la economía veracruzana, obliga a gobernar con cautela, mesura, humildad  y buen juicio”.

Rematando, en abril del 2011, ya siendo del dominio público la tendencia de la nueva administración pública veracruzana a cargo del Sr. Dr. Duarte de Ochoa, bajo el título El discurso de Javier Duarte. Entre la realidad y la utopía en un maquinazo más expresé: “… La honestidad de un gobierno no sólo radica en cuidar el buen manejo de las finanzas públicas y que nadie le meta mano al erario en provecho propio. Eso es relevante, pero no substituye a la honestidad intelectual que exige el reconocer, con humildad y buen juicio, que la siempre necia realidad supera nuestras fortalezas y posibilidad de transformarle por decreto. No reconocer nuestras debilidades es engañarnos a nosotros mismos y, en su caso, como conductor de la vida política, económica y social de Veracruz, es engañar al pueblo que en usted confía.”

Percibiendo que el gobernante veracruzano transitaba ya por el delgado hilo de un triunfalismo desbocado y sin sustento, colocándose en la cúspide del arco iris ocultando o pretendiendo ignorar la realidad de la entidad y de su propia administración. “La prosperidad” consolidada, como cortina de humo mediática, pretendiendo ocultar el arribo de lo más atrasado y corrupto de la llamada clase política al gobierno de la entidad, confirmándose que el Dr. Duarte efectivamente resultaba ser y es un peligro para Veracruz.

Ya en los prolegómenos del quinto año de gobierno del Sr. Dr. Duarte de Ochoa, la realidad, sí, la necia realidad se está encargando de exhibir todo el daño que un gobierno fallido puede acarrearle a una sociedad ávida de progreso, seguridad y bienestar. Hechos concretos, no palabras que se lleva el viento, así lo confirman. No me equivoque advirtiendo de la proximidad de la llegada del lobo, los números duros hablan por sí de ineficiencia, desorden administrativo y “una licuadora” financiera que no logra ocultar a los ojos de la Auditoría Superior de la Federación el saqueo de que ha sido objeto el erario público veracruzano. Mis detractores ahora coinciden en que el peor legado de Fidel Herrera Beltrán ha sido el haber impuesto a su delfín.

Si el autoelogio es vituperio, asumo el riesgo de escupir para arriba. Está confirmado que el nuevo PRI no sabe gobernar. Mis maquinazos a lo largo de los últimos seis años, han pecado de congruencia, así como de una atinada y oportuna crítica sin más ánimo que contribuir con un granito de arena a despejar el fétido ambiente político que ahoga a México y a nuestra entidad.- Xalapa, Ver., febrero 22 de 2015.
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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Se escuchó hasta el cansancio la frase acuñada por Calderón Hinojosa: “López Obrador es un peligro para México”,  y de ello derivó el rechazo de amplios sectores de clase media a las aspiraciones del político tabasqueño de alcanzar la primera magistratura del país en la elección presidencial del 2012. La izquierda se equivocó con la postulación de López Obrador, si se hubiera inclinado a favor de Marcelo Ebrard, demócrata sensato y bien portado, Peña Nieto no se levanta con la presidencia, se dijo en su momento.

Hoy esa misma clase media ramplona se desgarra las vestiduras ante los excesos de corrupción en la administración calderonista, que demuestran que el  verdadero enemigo residía en Los Pinos.

Seis años antes, esa misma clase media votó en contra de Andrés Manuel convencida de que nada bueno podía esperarse de un candidato que viendo moros con tranchete, resumía toda su propaganda electoral denunciando a las mafias que, desde los poderes formal y fáctico, saqueaban a la nación. Dos frases del tabasqueño fueron suficientes para concretar el rechazo: “Al diablo con sus instituciones” y,  “Ya cállate chachalaca” en referencia a los constantes y estúpidos exabruptos del presidente Vicente Fox,  abriéndole el camino a Felipe Calderón.

Hoy día, esas mismas clases medias, empobrecidas, frustradas en sus intentos de movilidad social y ascenso económico, son las primeras en reconocer y aceptar que López Obrador tenía razón al calificar en lenguaje llano como “chachalaca”,  a un presidente que aún ahora en su carácter de ex, no controla ni la  lengua ni a su familia. Así como acepta y lo expresa de diversas formas, en privado o en la calle, que las corruptelas que no cesan, o las  políticas públicas aprobadas y puestas en práctica por el poder formal respondiendo a los dictados e intereses mafiosos del poder fáctico,  tienen al país en un brete.

 Así como se reconoce en amplios sectores de la clase media,  que en el actual estado de cosas las instituciones republicanas se corresponden con un pacto social que para México resulta ya anacrónico y obsoleto. “Al diablo con sus instituciones”, es un sentir cada vez más generalizado entre esas clases medias que le abrieran la puerta a una trunca transición política que hoy de manera casi explícita, nos lleva a un nefasto bipartidismo bajo la conducción de un PRI que, con Peña Nieto como presidente,  retoma del viejo régimen y recicla  centralismo, autoritarismo y simulación.

Siendo evidente en la sociedad de un México plural que ya no es la del 2006 o 2012, el rechazo a partidos políticos,  organismos electorales, de defensa de los derechos humanos, de trasparencia y acceso a la información, de seguridad, procuración y administración de justicia, de asistencialismo social, entre otras instituciones del Estado,  y ni que decir, de las municipales, hacendarias y de promoción económica tiende a polarizar a la sociedad. Ausencia de credibilidad y confianza en las instituciones republicanas, es la constante.

Estado de derecho, instituciones públicas  y conducción política, han dejado de ser referentes del pacto social que históricamente nos diera identidad, pertenencia, cohesión y unidad como Estado independiente y soberano. El México de hoy, como en su momento afirmara Andrés Manuel López Obrador, requiere de un nuevo pacto entre los mexicanos que responda a las necesidades de nuestro tiempo; no basta con reformas presuntamente estructurales ni mucho menos con una reforma política ajena al sentir y necesidades de participación ciudadana, cuyo único beneficiario es una parasitaria partidocracia. El país exige un cambio verdadero desde abajo, democratizando la vida de la nación.

Vueltas que da la vida, a 12 años de distancia, el “al diablo con sus instituciones” y el “ya cállate chachalaca”, con un “¡Ya Basta!”  Y,  “que se vayan todos”, refrendan su valia,  dándoles plena vigencia en un México que día con día cambia para seguir igual.

Hojas que se lleva el viento

Definitivamente la humildad no es virtud en la administración pública veracruzana. No se quiere aceptar que en una cajetilla para 20 cigarrillos no caben 500 ni haciéndolos talco. Ni con toda la infraestructura hotelera y restaurantera con que cuenta la entidad, es posible en la conurbación Veracruz-Boca del Río, alojar y dar de comer  a 2 millones de visitantes durante los tres días que dura el carnaval jarocho. Euforia y triunfalismo sin sustento continúan siendo la tónica en una administración pública estatal que gobierna con anuncios de ocasión.

-ooo-

No se quiere aceptar que lo primero es lo primero. En el orden de prioridades de la agenda veracruzana los medios de comunicación ya impusieron el tema de la sucesión por sobre la búsqueda de soluciones a problemas ingentes de la población. O no quieren al Sr. Dr. Duarte de Ochoa y ya les urge que se vaya, o bien, toman parte en la construcción de una cortina de humo que desvíe la atención de los veracruzanos para minimizar denuncia, protesta y reclamo social que sube de tono. Y en este escenario, la consigna parece ser la de confrontar y desgastar en el camino a los dos senadores priístas y el solitario  del PAN que aspiran a la gubernatura. Xalapa, Ver., Marzo 1 de 2014.

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Pulso crítico

José Enrique Olivera Arce

Para un pueblo feliz, lo comido y lo bailado también es futuro. Reflexión personal de libre interpretación.

Si en la forma se cambia de traje y en el fondo tendremos la misma fiesta, no debemos olvidar que en su momento para Jesús Reyes Heroles, forma era fondo. Unidad indisoluble que en sí misma conlleva contradicción y conflicto. Enrique Peña Nieto no podrá sustentar su gobierno, objetivos y propósitos,  sin resolver antes esta ecuación, so pena de teñir su mandato de tricolor engaño y simulación ampliando la brecha entre gobierno y ciudadanía. 

La parafernalia dispuesta para la toma de protesta y posesión del encargo como titular del Poder Ejecutivo federal, pone desde ya al Sr, Peña en esta tesitura. Gobernará con y para el pueblo de México ó gobernará alejado de este, a cubierto tras bayonetas y vallas metálicas. La percepción popular se alimenta de imágenes y símbolos, lo dispuesto como medida de seguridad para el acto protocolario del cambio de estafeta en la Cámara de diputados, la forma niega el contenido de lo que los mexicanos podríamos esperar del nuevo gobierno.  

Democracia republicana de dientes para afuera ó autoritarismo presidencialista en los hechos, es la interrogante para un Estado-Nación que dando un paso adelante retrocede dos.  

Es un asunto de confianza y de credibilidad: el nuevo presidente confía o no en el pueblo que gobernará para que este, a su vez, confíe o no en quien habrá de gobernarle y, para ello, el simbolismo de las formas debe ir de la mano del contenido implícito y explícito del programa de gobierno que se pretende poner en marcha, para que así se construya un clima de credibilidad. Resolver la ecuación en sentido positivo asegurará gobernabilidad ó, de lo contrario, como dicotomía irreconciliable, antagónica, enfrentará al mandato presidencial con un pueblo ya de si hasta la coronilla de hartazgo e incertidumbre. 

De cómo inicia esta nueva versión de alternancia, simbólicamente dará la pauta que habrá de plasmarse indeleblemente en el imaginario popular. No olvidemos que lo mismo para Vicente Fox que para Felipe Calderón, el acto de toma de posesión les marcó en su desempeño a lo largo de su respectivo mandato. El primero rompió las formas protocolarias y se llevó entre las botas a lo que de el esperaba el pueblo de México. El segundo, huyó de la escena, salió por la puerta de atrás y nunca perdonó el oprobio. 

Si bien no hay consenso en torno a lo que es y representa el Sr. Peña en un nuevo ciclo del PRI en Los Pinos, el mensaje inicial en las formas y en el fondo debería trasmitir confianza, seguridad y rumbo. Pedir un destino claro de adonde se quiere arribar con el nuevo gobierno, sería pedir demasiado, para ello será la historia la que registre la bondad o el fracaso de la continuidad con una nueva alternancia bajo la conducción de la derecha en el poder. Por lo pronto, queda en el imaginario popular que las vallas metálicas blindando la toma de posesión en San Lázaro, son forma tras la que se oculta un fondo nada halagüeño para los mexicanos.

Hojas que se lleva el viento 

En apenas escasos dos años, resuelto el problema de la seguridad pública, con una cubertura al 100 por ciento en la atención a la salud, satisfecha la calidad educativa, 50 mil nuevas viviendas, 200 mil empleos, generados y 53 mil millones de inversión privada directa, más lo que se acumule, Y si a eso le agregamos que con Peña Nieto se crearán miles de nuevas empresas abatiendo desempleo y pobreza, sobran razones para aceptar que también los veracruzanos somos tan felices y prósperos como el resto de los mexicanos. Con una amplia sonrisa podemos ufanos decirle al mundo que el alma de Dorian Gray reencarnó en Veracruz.

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J. Enrique Olivera Arce

En artículo anterior, bajo el título Peña Nieto: el garlito del combate a la corrupción, señalaba: “Si el ajedrez político indica que el primer año de gobierno del Sr. Peña estaría destinado a legitimar su cuestionado mandato, con su aceptación tácita al garlito legislativo que le tendiera Calderón se exhibe ante la opinión pública, bien como ingenuo ó más grave aún, como continuador de las políticas antipopulares de su antecesor como resultado de un pacto no escrito que le permite al PRI el retorno a Los Pinos”.

Todo apuntaba en tal sentido, la trampa estaba puesta y el Sr. Peña la aceptó. La bancada del PRI en la Cámara de diputados impuso la aprobación de la llamada reforma estructural laboral, dejando fuera el tema de la transparencia sindical y la revocación de mandato, poniendo al Sr. Peña entre la espada y la pared: o quedaba bien con Calderón sujetándose a lo convenido ó afrontar tanto a una opinión pública adversa como a un desgaste innecesario con los partidos políticos que serán oposición a partir del primero de diciembre. Cediendo a presión e intereses creados de lo más corrupto del corporativismo sindical.

Una pretendida salida de la trampa quedó en manos de la bancada priísta senatorial, buscándose en el seno de la Cámara alta el conciliar intereses de tirios y troyanos. Todo iba bien hasta que  en sendos congresos, Elba Esther Gordillo y Carlos Deschamps fueran ratificados como dirigentes máximos del magisterio y trabajadores petroleros. La amenaza, más que mensaje de la maestra en Playa del Carmen, fue claro y rotundo: la autonomía sindical no se toca si es que el Sr. Peña quiere aliados y no enemigos en el marco de la necesaria gobernabilidad de un país convulsionado.

El día de hoy, el Senado de la República acusó el golpe reculando. La bancada priísta recibió línea desde el bunker del Sr. Peña, votando a favor de dejar el tema de la transparencia sindical en los términos propuestos por calderón, eliminando unicamente lo concerniente a la revocación de mandato. Sacrificando así el respaldo de un corporativismo venido a menos electoralmente y privilegiando el objetivo de legitimación del Sr. Peña quien, ante la opinión pública, estaba más que obligado a demostrar quien mandará en este país. La minuta fue devuelta a la Cámara de origen y ahora los diputados tendrán dos opciones: o la congelan o acatan lo aprobado por el Senado. En uno u otro caso, el PRI pierde terreno y Calderón Hinojosa avanza en su magistral jugada de ajedrez.

Pero no termina ahí la cosa. Queda la duda de si todo no se reduce a un simple juego de valores entendidos, en el que más allá de los propósitos y objetivos explícitos de la iniciativa preferente de Calderón, subyace una expresión más de simulación y gatopardismo con reformas y adiciones a la Ley Federal del Trabajo que, en principio,  nacen muertas al imponerse la realidad por sobre las presuntas buenas intenciones plasmadas en la exposición de motivos.

La burra no era arisca, reza la conseja popular. Ante la miseria moral de una clase política que vive de y para la corrupción, el combate de esta lacra por parte del Sr. Peña, sin tocar al poder de lo que queda del corporativismo sindical en México, para la opinión pública resulta una grave ofensa a la inteligencia de los mexicanos. Hasta no ver no creer, con transparencia sindical por decreto y una cuestionada desde ahora legislación anticorrupción, todo cambiará para seguir igual.

La inteligente perversidad de Calderón Hinojosa, pegó en blandito. En tanto el Sr. peña no nos sorprenda con un “quinazo” auspiciando la construcción de una auténtica democracia sindical, el PRI queda en entredicho, perdiendo ganando la elección presidencial, en el marco de la exigible legitimidad de quien gobernará por seis años a un México que harto de la corrupción y la simulación, ya está despertando.

No más Elba Esther Gordillo, Carlos Deschamps y demás líderes charros viviendo y acumulando riqueza a costa de los trabajadores, es lo mínimo que se exige ahora al Sr. Peña para legitimarse. Calderón con una iniciativa preferente que beneficia a la patronal, así lo planeó, el PAN lo sabe y no quitará el dedo del renglón.

Hojas que se lleva el viento

Vaya manera vil y pedestre de tirar a la basura un capital político ganado con la participación de López Obrador en las boletas electorales. Si aún quedan personas con vergüenza y dignidad al interior del PRD en Veracruz, es la hora de decirle adiós a un partido político que dejó de ser tal, convirtiéndose en botín a disputar entre un puñado de corruptos burócratas al servicio del mejor postor.

Para el priísmo veracruzano la fractura de la dirigencia perredista se considera un golpe maestro del Sr. Enrique Ampudia Mello, subsecretario de gobierno, que con ello deja sin contrapesos a la política electoral en la entidad. La verdad es que el cochinero tiene historia. Fue Fidel Herrera el artífice,  quien por conducto de Erik Lagos, hoy presidente estatal del tricolor y con la ayuda del perredista Fredy Ayala y sus porros, comprara y sometiera a las cabezas de las facciones que en Veracruz representan a la organización tribal nacional. En la elección de gobernador en la que obtuviera el triunfo el Sr. Dr. Duarte de Ochoa, también Miguel Ángel Yunes Linares participó en el tianguis, comprando voluntades de personeros de todos conocidos que llamaran a votar por el choleño y que, más tarde, abiertamente hicieran labor de proselitismo a favor de la Sra. Vázquez Mota en la reciente elección federal.

Así las cosas, se confirma que el ahora diputado federal Uriel Flores Aguayo, borda en el vacío al confiar que el perredismo veracruzano está llamado a colocarle como alcalde de la capital del estado. A sabiendas de cómo se teje el cochinero al interior de su partido, más le vale abandonarle y buscar cobijo en “Morena” como un militante más de base, con obligaciones y sin cargo ni prebendas.- Xalapa, Ver., 23 de octubre de 2012.

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J. Enrique Olivera Arce

Vaya contradicción. Por un lado el presidente electo se dice complacido por la aprobación de la iniciativa preferente de Calderón en materia de contabilidad gubernamental y transparencia, como instrumento legal para transparentar el gasto y combatir la corrupción y, por el otro, aplaude y apapacha a la diputación federal por la aprobación en la Cámara baja de una reforma que modifica y adiciona la Ley Federal del Trabajo, que se abstiene de meterle mano al corporativismo sindical, dejando intacta la relación gobierno, partidos políticos y camarillas dirigentes del sindicalismo nacional.

Mal inicio. Si el ajedrez político indica que el primer año de gobierno del Sr. Peña estaría destinado a legitimar su cuestionado mandato, con su aceptación tácita al garlito legislativo que le tendiera Calderón se exhibe ante la opinión pública bien como ingenuo ó más grave aún, como continuador de las políticas antipopulares de su antecesor como resultado de un pacto no escrito que le permite al PRI el retorno a Los Pinos.

Aunque falta aún conocer la última palabra de la colegisladora,  Calderón se saldría con la suya imponiendo cambios y adiciones regresivos a la Ley Federal del Trabajo, en tanto que Peña Nieto conservaría la nefasta alianza con lo más corrupto de su base social de apoyo, los “charros sindicales”. Por cierto, no cualquier charro, sino los más representativos de un corporativismo que se resiste a morir, como son las dirigencias de los gremios con presencia nacional como el petrolero, eléctrico, magisterial y trabajadores al servicio del gobierno federal. Entidades que gravitan en torno al erario en un claro y nefasto maridaje entre servidores públicos y burocracia sindical.

Sin embargo, Calderón con la batuta del mando aún en la mano, coloca al Sr. Peña de espaldas contra la pared al obtener la aprobación de su iniciativa preferente en materia de contabilidad gubernamental y transparencia. El futuro presidente tendrá que gobernar de la mano con la corrupta mafia sindical y, en paralelo, combatir la inacabable lacra de la corrupción. Combate este último de antemano perdido ante la opinión pública si no rompe, ahora de facto, con la corrupción e impunidad de las mafias sindicales que ahogan a Pemex, CFE y SNTE, las que por cierto, ampliamente enquistadas en las bancadas legislativas del PRI.

Por lo pronto, para la opinión pública está claro que personajes como Elba Esther Gordillo en el SNTE, Carlos Romero Deschamps en el SNTPRM ó Joaquín Gamboa Pascoe en la CTM, entre otros, para el Sr. Peña serán intocables, bajo el pretexto de los legisladores del PRI de que su permanencia responde a condiciones de la vida interna sindical normados por la Carta Magna y acuerdos internacionales, que el Estado mexicano está obligado a respetar.

Curándose en salud, los diputados que aprobaran la minuta ya turnada a la Cámara de senadores para su revisión y rechazo o aprobación en su caso, con la venia del presidente electo dejan en manos de las asambleas sindicales la potestad de sacudirse a la parasitaria dirigencia, atendiendo a una democracia sindical inexistente.

El garlito calderonista por ahora está funcionando. ¿Cómo va a librarse del jaque el Sr. Peña? Está por verse, aunque cabe señalar de antemano sin necesidad de ser clarividente, que las reformas propuestas con carácter preferente por Felipe Calderón no le serán funcionales a la administración pública federal entrante. Enrique Peña Nieto y su partido tendrán que echar mano de mucha imaginación para que éstas no operen en contrario en la búsqueda de legitimación de un muy cuestionado proceso de alternancia.

Hojas que se lleva el viento

Tuve en suerte escuchar el discurso de toma de posesión de Orlando Zapata Bello como gobernador Constitucional de Yucatán. No obstante ser considerado como activo del priísmo duro yucateco, su mensaje, así sea de dientes para afuera, sin estridencias fue firme pero conciliador aceptando con humildad y tolerancia el dialogo con todas las fuerzas vivas de la entidad. Destacando un realismo pie a tierra que ya quisiéramos los veracruzanos. Nada de triunfalismo sin sustento, reconociendo el peso de la pobreza como condicionante de la democracia y el crecimiento económico, poniendo énfasis en que las tareas por venir son tareas de todos, poniendo cada quien lo mejor de sí mismo por el bien común de Yucatán. Honestidad, austeridad y administración por resultados como norma de gobierno, fue la línea marcada a quienes serán sus más cercanos colaboradores por el sucesor de la frívola Ivonne Ortega. El mensaje de Zapata Bello fue bien recibido por la comunidad yucateca que no ve con malos ojos que el poder estatal y municipal, en el caso de Mérida, se compartan entre el PRI y el PAN, habida cuenta del bipartidismo dominante. Cd. Caucel, Yuc., octubre 2 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La crisis post electoral del PAN tras la derrota en la elección presidencial saca a flote las diferencias entre Calderón Hinojosa y Josefina Vázquez Mota, pero también la verdadera intención presidencial de inclinar la balanza a favor del candidato Enrique Peña Nieto como último recurso para dar continuidad al proyecto calderonista, confirmándose que el PRIAN en ningún momento le apostó a un cambio de rumbo y de brújula en la conducción del país.

Calderón fue muy claro al reconvenir a Vázquez Mota por perder dos meses de campaña en explicar por qué era “diferente” en lugar de presumir los logros de los gobiernos emanados del PAN. “Cuando el PAN gobierna ya no queda el eje del cambio, queda el eje de la continuidad…”, dijo el chaparrito pelón de lentes al reprobar ante la cúpula blanquiazul el lema de campaña de la candidata presidencial de su partido. Josefina se fue por la libre y de ahí la falta de un apoyo presidencial más contundente.

Se buscaba que el electorado refrendara el mandato de Calderón y no una propuesta “diferente” que pusiera en duda la intención presidencial de continuidad del proyecto. No se logró, antes al contrario, el electorado derroto tanto el más de lo mismo calderonista  como un presunto proyecto “diferente” impulsado por Vázquez Mota.

Así las cosas, para Calderón Hinojosa la opción de continuidad ya no está en su partido sino en el PRI y su candidato presidencial, con un proyecto de cambio “light” opuesto al de un cambio verdadero propuesto por López Obrador.

No es entonces circunstancial que tras la impugnación de la elección presidencial por parte de las llamadas izquierdas,  con la reprimenda de Calderón a Josefina se desatara un nuevo embate contra el político tabasqueño y la coalición Movimiento Progresista, por parte de las cúpulas empresariales que están por la continuidad del modelo neoliberal que ha venido impulsando el PRIAN por más de tres décadas, y no por un nuevo proyecto de nación que a decir de la dirigencia nacional del PRI, desestabilizaría al país. El fantasma del “peligro para México” vuelve a las andadas en otro momento y bajo otras circunstancias, pero al fin un riesgo percibido por los poderes fácticos.

Si para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la presión de la protesta ciudadana es de considerarse, con mayor razón la de las cúpulas empresariales que se suben sin tapujos al ring aprovechando el regaño presidencial a Vázquez Mota. Generándose un escenario en el que todo indica que la calificación de la elección es ya un hecho consumado a favor de Peña Nieto. Confirmándose con la tregua pactada entre Jesús Zambrano del PRD y las Cámaras empresariales bajo la promesa de que las izquierdas respetarían la decisión última, inobjetable e inatacable del Tribunal Electoral.

Hasta aquí llegó López Obrador como candidato presidencial, así estaba previsto. Lo que haga en adelante será bajo su propia responsabilidad y sin el cobijo de las izquierdas electorales, colocándose en la tesitura de tener que enfrentar su circunstancia personal como un  luchador social marginal, enemigo del régimen y, por ende, atenido a las consecuencias que ello amerita frente a un régimen autoritario y de mano dura como se espera sea el que presida el Sr. Peña, al gobernar con una base social minoritaria.

Lo comentamos en su oportunidad. Andrés Manuel en su segundo intento no podía aspirar a más en el marco de la partidocracia y los intereses de los poderes fácticos que ésta representa.

De acuerdo con lo declarado por Manlio Fabio Beltrones, la impugnación a la elección se permitió hasta un límite razonable. El arroz ya se coció y antes de la fecha límite el TRIFE declarará presidente electo al ex gobernador de Edomex. El PAN así lo acepta y ya habla su dirigencia nacional de un colaboracionismo acorde con el interés nacional, que no puede ser otro que el que decida el PRIAN en cogobierno.

Si los plazos se le vencieron a López Obrador, queda en el imaginario popular la idea del fraude electoral y, a partir de ésta, la protesta ciudadana por diversos cauces y tonalidades continuará hasta donde el cuerpo aguante. Para la izquierda auténtica, la llama de la esperanza está puesta en un movimiento juvenil que crece cualitativamente en un intento más por democratizar al país desde abajo. Este tiene ahora la palabra, el tiempo dirá hasta donde llega antes de ser acallado. Xalapa, Ver., agosto 8 de 2012.

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J. Enrique Olivera Arce

Protesta de jóvenes universitarios en la Estela de Luz


Si alguien aún duda de que la elección presidencial del 2012 sería un proceso atípico, vale la pena eche a andar la memoria en reversa y tratar de recordar si en los últimos cincuenta años, el zócalo de la Cd. De México se llenara en repulsa a un candidato considerado por medios de comunicación y casas encuestadoras como el puntero favorito. Podría consultar también en su memoria si recuerda que después del genocidio del 2 de octubre de 68, se abarrotara la Plaza de Las Tres Culturas en Tlatelolco con jóvenes estudiantes provenientes de todo el país participando en un proceso electoral.

Piénsele estimado lector. Como comentara en mi artículo anterior bajo el titulo “Parafernalia electoral y participación social”, el México de hoy es cualitativamente otro. El régimen político caduco de nuestro país le queda chico a una sociedad con más de 110 millones de habitantes, habilitados hoy con nuevas y avanzadas tecnologías de la información y la comunicación (TIC´s); los partidos políticos existentes que conforman la partidocracia nacional, han sido rebasados ideológica, programáticamente y como instrumentos de control por el “espontáneo” de la tarde en el redondel: la juventud de México hábida de participar en la construcción de su futuro. Si me equivoco, ruego me lo hagan saber.

Para el candidato repudiado, su partido y el periodismo orgánico, un estimado de 40 mil jóvenes en pie de lucha marchando del Zócalo al Monumento de la Independencia en el centro neurálgico de este país, no significan nada frente a millones que confían en el cumplimiento de sus compromisos ante notario público. Esta bueno saberlo, con ello confirma su carencia de visión de Estado y conocimiento de lo que en política representa una vanguardia juvenil movilizada. Las últimas experiencias en el mundo globalizado, no le iluminan el camino a la par que se  niegan a la posibilidad de autocrítica y corrección de rumbo y estrategia.

Pero también ignoran el efecto multiplicador que en el seno de la sociedad tiene un ejército emergente de jóvenes desencantados, cuyas expectativas de inclusión y de futuro perciben está cancelado de continuar el actual estado de cosas que predomina a lo largo y ancho del país.

Flaca memoria del candidato repudiado. Otro, su oponente desde las izquierdas, en Tlatelolco le recuerda el papel de la juventud movilizada y masacrada del 68 en la transformación de la vida política de un país cuya Revolución fuera traicionada e interrumpida por un régimen autoritario que, secuestrando la voluntad popular diera al traste con la democracia representativa que México se diera como forma de vida.

México cualitativamente es otro. Se necesitó de la participación activa y consecuente de una vanguardia juvenil, en su mayoría sin partido, para que el ahora llamado “viernes negro” desatara el ascenso de un nuevo movimiento de masas, al que no tardarán en sumarse  los desposeídos de siempre y una clase media empobrecida. Nueva ola que no por pacífica y bien intencionada dejará de ser determinante, tanto en los resultados de la elección presidencial en puerta como en la búsqueda de caminos más amplios para avanzar con paso firme en la recuperación y reconstrucción del país.

Los mismos que descalifican a López Obrador minimizándole y cuestionando su liderazgo indiscutible, son ahora quienes le acusan valerse de los jóvenes inexpertos y desinformados manipulando a estos con fines electorales. ¿Quién los entiende?, ¿Andrés Manuel tiene la suficiente capacidad para ello ó es el político bronco y auto descalificado venido a menos tras seis años de necio desgaste?. Golpeando al candidato de las izquierdas, al que daban por muerto en el proceso electoral en marcha, descalifican capacidad, talento e iniciativa de una juventud que invita a la sociedad toda a abrir los ojos. “Motor del cambio verdadero” llama López Obrador a una nueva generación que habrá de relevar a las precedentes que no supimos dar rumbo cierto a un país hoy en descrédito.

No hay peor ciego que el que no quiere ver. A este le está vedado otear el horizonte. El tiempo se agoto para el autoritarismo y el neoliberal proyecto de desarrollo que empobreciera a la Nación. Un nuevo régimen político, incluyente y democrático amenaza a una partidocracia incapaz de reconocer su crisis y actuar en consecuencia. La elección presidencial anunciará un nuevo despertar, que ya no será el renacer cual Ave Fénix de los partidos políticos caducos, el pueblo y la memoria historia a su tiempo se encargarán de sepultarlos.

Sea bienvenido el viento fresco de una juventud rebelde que desde las entrañas del México profundo, anuncia el amanecer de un nuevo día.

Hojas que se lleva el viento

Elba Esther Gordillo enseña las uñas y muestra el cobre, amenazando por interpósita persona a Josefina Vázquez Mota y López Obrador con sacar a la calle a sus porros sindicales si estos siguen insistiendo en el discurso que intervendrán en la vida interna del SNTE. Si Josefina va en picada habiendo descendiendo al tercer lugar en la contienda, no se necesita ser sabio para entender que la amenaza va dirigida al candidato de las llamadas izquierdas y, por ende, forma parte de la estrategia de “desagravio” emprendida por el PRI en respuesta a la repulsa de los jóvenes a su candidato. Ya se veía venir, Peña Nieto se jugará su última carta con la intervención abierta de la maestra, confrontando a mentores con educandos.

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Calderón muestra su juego. Primero exhibe una presunta relación de militares de alto rango (en retiro) con la delincuencia organizada y declarando que la aplicación de la ley es pareja para todos y habiéndole tentado el agua a los tamales, ahora se lanza a la yugular de los ex gobernadores priístas empezando por el de Tamaulipas, Tomás Yarrington. Sería ingenuo pensar que el Departamento de Justicia de nuestros vecinos del norte no consultara a Calderón antes de acusar al ex gobernador de recibir millones de dólares del narcotráfico, existiendo una estrecha coordinación entre autoridades de ambos países. ¿Quién sigue en la lista para levantar de la lona a Josefina?.-  Xalapa, Ver., mayo 23 de 2012

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Pulso crítico

 J. Enrique Olivera Arce.

 “No es mi intención dividir a México”, reitera el Sr. Enrique Peña Nieto deslindándose de la guerra sucia que empaña al proceso electoral en curso. La carga histórica que lleva a cuestas es más pesada que sus intenciones, el país no solamente está polarizado desde la elección presidencial del 2006, además el PRI se encargó de dividirlo en un proceso paulatino pero creciente de auspicio a la exclusión, desigualdad y  pobreza. Todo lo que el tricolor le señala a los gobiernos panistas de Vicente Fox y Felipe Calderón, aunque no se aleja de la verdad es la cereza de un pastel en el que  la inmensa mayoría sólo ha recibido migajas.

 Incluso, al interior del Revolucionario Institucional, pese a que se presuma de una sólida unidad, esta es fruto de una disciplina partidista impuesta con la zanahoria por delante. Es público y sabido que la alta burocracia y su círculo cercano de tecnócratas y amanuenses se despacha con la cuchara grande, lo mismo por la vía legal asignándose altísimos emolumentos, canonjías y prebendas, que por la ilegal participando en el carrusel de la corrupción mientras que la mayoría de la militancia está integrada por una masa informe de manipulados descamisados sin presente ni futuro. El acarreo electoral del llamado “voto duro”, funciona por que existe un clima de necesidad y miseria del que se vale el tricolor para mostrar imagen de fortaleza y unidad.

 México está dividido desde endenantes, el reto para partidos y candidatos no es convencer de buenas intenciones como la expresada por el Sr. Peña, es el como atemperarla reduciendo la brecha de la desigualdad para, con equidad solidaria, acercar a quienes todo lo tienen con aquellos que ya no tienen nada que perder. La palanca es sin duda económica, sin generación de riqueza y crecimiento sostenido no hay nada que repartir con sentido de justicia, pero esta herramienta se sustenta a su vez tanto en  voluntad política como en un clima social propicio para que expectativas y oportunidades den seguridad y certeza para afrontar las tareas del desarrollo. Sin un plan preconcebido que con carácter participativo y visión de amplio espectro marque rumbo, objetivos y metas por alcanzar  el reto es mayúsculo.

 En medio de la parafernalia electorera, el discurso a modo, promesas, propuestas y compromisos de partidos y candidatos sueltos y deshilvanados, el electorado no alcanza a percibir que tal reto esté presente en el ánimo de los presidenciales, salvo Andrés Manuel López Obrador, que no pierde congruencia en torno al hilo conductor de su propuesta de un nuevo proyecto de Nación sintetizado en 50 puntos, que vinculan  los grandes temas torales de la problemática histórica de México con el que hacer en el mediano y largo plazo. Para algunos, utopía, romanticismo trasnochado ó falacia electorera, para otros realista y esperanzador, pero al fin un documento marco, punto de partida para la reflexión, el debate y construcción de consensos.

 En tanto no se asuma con seriedad el como afrontar en las campañas electorales el reto de la desigualdad, la pobreza, la corrupción y el crecimiento con equidad y justicia el clima baciniquero de la descalificación per se, dominará el escenario. La guerra sucia entre partidos y candidatos generará en la sociedad más morbo y desanimo que interés por participar contribuyendo con un voto razonado en una elección que como bien señala López Obrador,  “… es definitoria, última oportunidad para salvar al país”,  en un escenario de crisis en que la economía se derrumba, arrastrando consigo más deterioro social, más pobreza y violencia. En lo político no puede echarse en saco roto lo que afirmara Calderón Hinojosa a su homólogo peruano Ollanta Humala sobre un crimen organizado que ya reemplaza funciones del Estado. Preocupante,  de la dualidad de poder a la ingobernabilidad y el caos sólo hay un paso. Únicamente la unidad consensuada en torno a un proyecto de Nación incluyente, con visión democrática de futuro que atienda a la deteriorada realidad de un México plural  y dividido, podrá ofrecernos la tablita salvadora.

 Hojas que se lleva el viento

El primero de mayo, Día Internacional del Trabajo, no es motivo de celebración ni fiesta nacional propicia para el asueto, el descanso y la recreación, es un llamado a la memoria histórica de los pueblos para recordar que las banderas de la lucha obrera por un mundo mejor, libre de la opresión del hombre por el hombre están de pie.

 Nos solidarizamos con «Proceso» y nos unimos a la indignación y enérgica condena por el artero asesinato de Regina Martínez Pérez, mujer ejemplar y destacada periodista, reportera y digna corresponsal del semanario,  que con valor y compromiso honrara la palabra escrita. Diversos comentaristas independientes le han manifestado al Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa que si no puede renuncie. El acumulado en año y medio de ineptitud, simulación, escándalos, corrupción e impunidad derramó el vaso, por el bien de Veracruz el gobernador efectivamente debe renunciar. Mérida, Yuc. Mayo 1 de 2012

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Pulso crítico

 J. Enrique Olivera Arce

No se vale hacer negocios con mordidas, afirmara Calderón Hinojosa en relación a la acusación del New York Times sobre la cadena comercial Wall Mart. Claro que no se vale, aquí y en China, pero indudablemente se puede, tanto que no hay país en el mundo que se atreva a mostrarse como blanca paloma en materia de corrupción y opacidad lo mismo en el ámbito gubernamental que en el empresarial. La única diferencia, quizá, resida en que en países con mayor grado de democracia y participación ciudadana, no resulta fácil remover el estercolero sin que un alto funcionario público o privado se salve de ir a la cárcel, así sea como simple chivo expiatorio.

En México sin duda Calderón se mordió la lengua al mostrarse extemporáneamente como indignado por los presuntos cochupos de Wall Mart en los que seguramente están coludidos no pocos personajes de alto nivel. Y digo extemporáneamente porque fue necesario que el rotativo neoyorquino destapara la cloaca para que el gobierno de México reaccionara ante un hecho que, en nuestro país, es público y sabido se tiene como cotidiano y parte del subsistema de corrupción e impunidad en la relación entre los sectores público y  privado, cuanti más si se trata de las grandes y poderosas empresas trasnacionales que suelen vendernos espejitos bajo valores entendidos.

El llamado “diezmo” se tiene como práctica de uso corriente y es una vía tanto para violentar la legislación como para favorecer el enriquecimiento ilícito aunque explicable de servidores públicos en los tres órdenes de gobierno. En nuestra aldea, tal práctica se llevó al extremo por parte del ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, incrementándose la “mordida” hasta un 30 por ciento del valor nominal de los contratos de obras y servicios, según afirman tanto empresarios coludidos como aquellos que no aceptaran las condiciones impuestas por el ex gobernador.

Por cierto, ¿les suena el nombre de “granjas Carroll de México ò poblado de La Gloria”?

Como todo hecho de corrupción de tal naturaleza, para que funcione no puede ser unilateral, se requiere de valores entendidos entre las partes. Servidores públicos y empresarios tapándose con la misma sábana. Si no es así, no hay negocio, regla de oro que el gobierno veracruzano trastocó al no dar cabal cumplimiento a lo acordado. Se presume y también fuentes dignas de todo crédito lo afirman, que servidores públicos en la administración fidelista recibían “el diezmo”, asignaban la obra y es hora de que a los empresarios involucrados no se les paga la parte que les corresponde.

De ello bien podría dar cuenta el actual gobernador de Veracruz, quien en su calidad de secretario de finanzas intervenía en tales acuerdos ¿Y Carlos García Méndez”, secretario de desarrollo económico? El colmo, según se afirma, el “negocio” se hizo extensivo a la política electoral, vendiéndose las candidaturas de diputados locales y alcaldes, con el compromiso de sumarse a la corrupción del gobierno fidelista. Cuentan que Jorge Carvallo, en su carácter de presidente del CDE del PRI en Veracruz, así como su sucesor en el cargo, Erick Lagos, eran los encargados de pasar la charola.

Así que Calderón Hinojosa no tiene que darse por sorprendido y mucho menos indignarse sin escupir para arriba, puesto que por comisión u omisión tiene vela en el entierro. Los “negocios” con mordida es práctica común en los tres órdenes de gobierno y el, en su carácter de presidente de la República, está o debiera estar enterado actuando en consecuencia. Y si no, entonces se pasa de ingenuo e irresponsable al dejar hacer, dejar pasar, sin oler la nauseabunda fetidez que se desprende de la generalizada corrupción que ahoga a este país.

Tras la indignación presidencial no faltarán aquellos que desgarrándose las vestiduras se den también por sorprendidos. Como no faltarán los que llevando agua a su molino, incluyan el tema en la guerra sucia electoral. La corrupción en el patio del vecino da para eso y más.

Cuanta razón tiene Andrés Manuel López Obrador, lo prioritario en México es desatar el nudo de la corrupción. Sin ello, no hay modelo o fórmula válida que valga para destrabar a México del estancamiento y el retroceso. Enrique Peña Nieto miente cuando afirma que el PRI y el gobierno federal que de este emane si triunfa en la elección, se comprometen a imprimir los cambios que el país requiere, cuidándose de no mencionar en lo absoluto la lacra histórica de la corrupción y la impunidad que agobian a la sociedad mexicana. Es parte de, por lo que está inhabilitado para hablar de honestidad y transparencia.

Lo que debería avergonzarnos es el hecho de que la ropa sucia de México se ventile en el extranjero, privándonos de calidad moral y política para alzar la voz en los foros internacionales en relación a la libertad de comercio, proteccionismo, crecimiento económico y combate al crimen organizado, cuando el servicio público nacional está coludido hasta el tuétano en actos de corrupción e impunidad. Seguramente que no se vale pero si se puede hacer negocios con “mordida” con los delincuentes de cuello blanco que tras bambalinas manejan el tráfico de enervantes, armas y manufacturas que ilegalmente inundan a México, nos echarían en cara.

Mal momento para la indignación de calderón Hinojosa. Servidores públicos y empresarios involucrados en negocios con mordida, se la cobrarán en la elección de julio próximo,  si tras el discurso a modo le da por  hace olas en la cloaca.

Wall Mart es apenas un pálido reflejo  del cochinero. No es de extrañarse entonces que para muchos, incluida la prensa servil que también participa del cochupo,  es mejor que las cosas sigan como están; mil veces preferible apostarle a la mordida que a un cambio verdadero.

Hojas que se lleva el viento

Semana de lamentos, también el candidato presidencial de la coalición «Compromiso por México»,  expresó su pesar en Tlaxcala «porque el campo está sufriendo y no tiene apoyos». Comprometiéndose a rescatar la agricultura nacional y fortalecer seguridad alimentaria. “México no ha recibido la atención necesaria en los últimos años, ni mucho menos las mejores condiciones para vivir, porque lamentablemente, el campo sigue siendo el rostro de la pobreza de México y eso es lo que queremos cambiar», dijo insinuando que los culpables son los gobiernos panistas y callando que fueron los priístas quienes desmantelaron la infraestructura de respaldo al sector agropecuario, privatizaron el ejido, abrieron las puertas a la importación desmesurada y sin control de alimentos básicos, y desataron la migración de campesinos tanto al extranjero como del medio rural a las principales ciudades del país. Carencia de memoria histórica u olvidos calculados, para el caso es lo mismo. El rostro de la pobreza de México que el Sr. Peña se compromete a cambiar se curtió al calor del partido hegemónico, como todo mundo sabe y reconoce. El PAN sólo clavó la puntilla.

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La cuenta regresiva para Calderón Hinojosa queda enmarcada por la no aprobación de la Cuenta Pública 2009 por una mayoría abrumadora de diputados de las bancadas de los partidos opositores en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Con ello el mensaje es claro, si Calderón sigue metiendo las manos en el proceso electoral en curso las descalificaciones a su gestión irán en crescendo, como si hicieran falta mayores elementos para que la población le repruebe como presidente espurio. Pero, cuidado, el michoacano también cuenta con suficiente información para, con inusitados coletazos de fin de ciclo, ponga en aprieto al PRI, sus aliados y sus candidatos, incluida la facción colaboracionista del PRD. Así que la guerra sucia predominará en el proceso electoral en una competencia abierta en torno a quien pisa más colas sucias, las que por cierto abundan por doquier.

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En Veracruz la vida transcurre en santa paz, no pasa nada. Cuerpos sin vida de líderes sociales y periodistas, pecata minuta. No hay dinero para seguridad pública pero si para quedar bien con la grey católica remozando su catedral. Para Javier Duarte de Ochoa la prosperidad jarocha es un hecho, aunque los candidatos priístas al Senado en sus peroratas digan lo contrario.

Mérida, Yuc., abril 29 de 2012

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Estimado Sr. Lino Perea:

En primer lugar agradezco se haya tomado la molestia de comentar en una larga misiva una afirmación que hago en mi más reciente artículo de opinión que titulé” Caída de Josefina complica escenario a Peña Nieto” respecto a la baja en las encuestas de la candidata del Partido Acción Nacional, Josefina Vázquez Mota.

A propósito de mi afirmación de que “la campaña de la candidata oficialista hace agua y que pese a los golpes de timón, la guerra sucia y el presunto refuerzo de personajes cercanos al presidente Felipe Calderón, el tour proselitista de la panista va rumbo al naufragio”, hace usted un amplio recuento sobre diversas cuestiones en abono a su tesis de que el estancamiento de la campaña de la candidata presidencial panista no es tal y repasa algunos aspectos de las nefastas prácticas políticas o de coacción del voto que caracterizan al PRI, la manipulación de los medios de comunicación, de sus percepciones sobre el posicionamiento de los candidatos y de la forma cómo se ha gobernado nuestro país, entre otros puntos que pretenden ser una defensa, al final, de la posibilidad de que Josefina Vázquez Mota gane la elección del próximo 1 de julio.

Entiendo desde luego que no comparta mis puntos de vista respecto al rumbo que lleva proceso electoral en curso, habida cuenta su militancia en Acción Nacional, y mis asertos sobre el estancamiento que cuando no caída en las preferencias electorales tiene la señora Vázquez Mota y mi opinión sobre el saldo de doce años de gobiernos panistas. Lo de la baja en las encuestas no es invención del suscrito sino una evidencia que puede encontrarse al revisar los más recientes sondeos de las casa encuestadoras y lo del desencanto que hay en amplias capas de la población sobre lo que han hecho dos administraciones blanquiazules queda de manifiesto justamente en los problemas que ha enfrentado su candidata para entusiasmar al electorado, pues si estuviéramos ante el final de un gobierno que deja ampliamente satisfecha a la población lo lógico sería que la abanderada del partido en el poder estaría cosechando el apoyo masivo de la gente y sería la candidata puntera en todas las encuestas. Pero es evidente que ello no está ocurriendo.

No obstante, en su comentario sobre mi artículo pareciera que usted interpreta que estoy defendiendo o que simpatizo con la posibilidad de que Enrique Peña Nieto sea el próximo Presidente de México. E incluso al final de su texto afirma “quedamos cien panistas a sus órdenes para un debate público, de quien gobernó mejor México, el PRI en el siglo pasado o el PAN en este siglo”.

Le doy mi respuesta: La posibilidad de un regreso del PRI a Los Pinos me parece que sería algo lamentable y que se explicaría antes que en las fortalezas o un nuevo rostro u oferta del partido hegemónico en el siglo XX en nuestro país, por el quiebre de las expectativas, enormes expectativas diría yo, que había entre la sociedad mexicana con la alternancia en el poder que se dio en el año 2000 y la llegada del PAN a la Presidencia de la República. Entusiasmo democrático que se convirtió doce años después en decepción y frustración.

En el año 2000 el triunfo de Vicente Fox sintetizaba el anhelo de cambio de millones de mexicanos –entre ellos el que escribe- por construir una nación más democrática, con una mayor participación de los ciudadanos en el escrutinio de los asuntos públicos, con rendición puntual de cuentas de los gobernantes, con equilibrios y contrapesos reales entre los poderes públicos, con un ejercicio republicano del poder, con el combate a fondo a la corrupción y la impunidad, entre una larga lista de temas pendientes, entonces y ahora -lamentablemente-, en la agenda nacional.

El PRI perdió en el 2000 por el hartazgo de los mexicanos con la simulación, la corrupción, la mezcla de los negocios y el uso patrimonialista del poder que eran moneda corriente en su forma de ejercer el poder y lo sigue siendo en las entidades que gobierna, y el PAN, o concretamente el ex mandatario Fox, enarbolaron la bandera del cambio, de acabar con las “tepocatas”, las “víboras prietas” y demás alimañas, como decía el guanajuatense, e iniciar una nueva etapa de transformaciones que consolidara nuestra transición a la democracia y la calidad de vida de las familias. Pero ello no sucedió. Ni se combatió la corrupción ni se fortaleció a cabalidad nuestra vida institucional o se abatieron rezagos en materia económica o social.

Fox dilapidó el enorme capital político con que llegó a la presidencia. Parece que su agenda se agotó al recibir la banda presidencial, su único afán era sacar al PRI de Los Pinos y lo logró, pero luego o no supo qué hacer o encontró el camino fácil: apropiarse de los resortes, mecanismos y maniobras de la cultura política priista para beneficiar a unos cuantos –su familia en primerísimo lugar- y se olvidó de sus promesas de renovación. Recordemos los escándalos de corrupción en que se vieron envueltos los hijos de su esposa Marta Sahagún, los lujos y excesos con que vivieron en la residencia oficial, las denuncias penales contra el propio Fox presentadas desde la legislatura número 59 por legisladores de partidos de oposición, que no avanzaron por el encubrimiento de la PGR, y lo que todos vimos al final: el enriquecimiento del ex presidente que es totalmente explicable por la ecuación poder y negocios que inauguró en su tiempo el PRI y que siguió tan campante en ese primer gobierno federal de extracción panista. Ya lo dijo quien fuera su operador financiero de campaña en el 2000, el empresario Lino Korrodi: “cuando era gobernador de Guanajuato no tenía más que una vaca, y tenía una deuda de un millón de pesos. No tenía riquezas y ni con su sueldo ni el de Marta como vocera hay justificación de su fortuna”. Y hoy el ex presidente tiene hasta su Centro Fox.

¿Y qué decir del actual gobierno de Felipe Calderón? El hoy primer mandatario llegaría a Los Pinos después de una muy cuestionada elección de la que no pocos están convencidos que le fue robada a Andrés Manuel López Obrador, el entonces enemigo común de la pedestre derecha gobernante y de los grandes empresarios de este país reacios en ese tiempo y siempre a perder privilegios.

Felipe Calderón llegó a la presidencia precedido de esa mancha de origen que habría de seguirlo siempre y que hoy, a unos meses de que entregue la banda presidencial que recibió en medio de abucheos, mentadas de madre, a empujones y resguardado por panistas y priistas en una caótica y memorable sesión de Congreso General, arroja un saldo desastroso que mantiene al país en una situación límite, evidencia de nueva cuenta y con claridad el agotamiento del experimento de doce años del Partido Acción Nacional en el poder.

Ahora, a poco más de dos meses de la elección presidencial y de diputados y senadores, es más que evidente que el tan manoseado cambio nunca llegó y la transparencia gubernamental o la vigencia plena del estado de derecho se quedaron en el discurso.

¿En donde se torció el camino y se diluyó la posibilidad de impulsar una genuina renovación de la vida pública en México? ¿O es que nunca se tuvo la intención de llevarla a cabo, sea por cortedad de miras –donde la falta de preparación académica y de formación cultural en el caso de Fox jugaron un papel fundamental para explicarse los dislates y la errática conducción política, y donde la tozudez, el trauma de origen, el desgano y aún el aislamiento en su grupo de amigos y de copas, de Calderón prohijaron un escenario de catástrofe- o porque nunca se tuvo claro para que querían gobernar este complejo país los panistas? Lo cierto es que hoy existe un mayoritario sentimiento de desencanto por la alternancia fallida y los magros resultados de las administraciones de Fox y Calderón que, para pesar de su partido y de Josefina Vázquez Mota, ponen cuesta arriba la continuidad de su partido en el poder.

Ejemplos de esa pesada herencia abundan. Enumero algunos, los más visibles y que han sido en los años recientes tema obligado en editoriales periodísticos, en columnas políticas, en tertulias de café, en charlas de sobremesa, en el aula universitaria, en cualquier reunión de más de tres personas y, ahora, desde luego, en los discursos de los candidatos opositores al PAN:

1. La descontrolada guerra contra el crimen organizado que tiene acorralado al Estado mexicano y que es, sin duda, el más grave problema de seguridad nacional que se recuerde, que ha convertido a vastas zonas del país en escenario de ejecuciones y cruentos combates entre bandas de narcotraficantes y las fuerzas armadas, donde los muertos se cuentan por decenas de miles, con familias enlutadas, incontables desaparecidos, dolor y zozobra por doquier, mientras el poder corruptor del narcotráfico sigue tan campante pervirtiendo la vida pública, reclutando jóvenes sicarios, comprando conciencias, protección policial y apoyo logístico de quienes dicen combatirlo, y diseminándose entre clases sociales y gobiernos de todo signo.

2. La persistencia de un estado de derecho simulado, con un aparato de procuración e impartición de justicia corroído por la corrupción, con la impunidad como norma, con transparencia a conveniencia y rendición de cuentas acotada, sin que se persiga a los lavadores de dinero, a ex gobernantes, políticos y personajes varios profusamente señalados por sus abusos, latrocinios y complicidades con el crimen organizado que viven tan felices sin que nadie los moleste.

3. La falta de resultados tangibles en los bolsillos de los mexicanos en materia económica, donde la estabilidad macroeconómica en los indicadores –aunque se publicite que tenemos las menores tasas de inflación en los años recientes o de que nuestra economía está blindada para resistir crisis internacionales- no se ha traducido en capacidad de nuestro aparato productivo para revertir desequilibrios, fortalecer a las pequeñas y medianas empresas y lograr un crecimiento sostenido capaz de atender la creciente demanda de empleo y de mayor ingreso.

4. La derrota en el combate a la pobreza, al tiempo que crece geométricamente el número de mexicanos que se ve obligado a cruzar la frontera, no en busca del “sueño americano”, sino para encontrar el empleo y la subsistencia que no encuentran en el campo o en las ciudades.

5. La incapacidad para generar acuerdos con un Congreso opositor y la falta de reloj político y de estrategia para concretar las reformas estructurales, lo mismo en materia fiscal, laboral, energética, en materia de telecomunicaciones y en un largo etcétera, que abortó toda posibilidad de modernizar y poner al día a nuestro país para lograr con bases sólidas un crecimiento económico real y asegurar la reforma política e institucional que habría permitido acceder, de verdad, a la transición democrática que se ha quedado suspendida en el tiempo.

Puedo seguir la enumeración de las insuficiencias e inconsistencias de dos sexenios del PAN en la Presidencia de México, pero ya me he extendido demasiado.

Sin embargo lo hecho, hecho está y basta con conversar con cualquier ciudadano de a pie para ampliar la lista. La conclusión de algunos es que estábamos mejor cuando estábamos peor. Y ese es un escenario lamentable: el retorno del PRI de siempre, incorregible, ducho para los negocios y el ejercicio patrimonialista del poder, envalentonado porque ya le urge volver a las andadas desde Los Pinos, como lo hacen alegremente en las entidades donde gobiernan.
La gran pregunta es si la apuesta del presidente Calderón, el verdadero coordinador de campaña de la señora Vázquez Mota, es confiar en la flaca memoria de la gente, en la maquinita de repartir dinero y hacer votos, en el clientelismo que nunca falla, en la intromisión gubernamental en el proceso electoral sin que alguien lo impida, en la guerra sucia o en lo que sea para evitar entregar el poder a sus adversarios.

La sociedad mexicana, el ciudadano, tiene en el voto la mejor arma para hacer oír su voz, para castigar o premiar al gobernante, para decir hasta aquí llegamos, nos seguimos de largo u optamos por una tercera opción, según la visión de cada quien.
Ojalá despertemos del letargo y remontemos el desencanto que paraliza. Que los mexicanos ejerzamos a plenitud en la próxima elección y todos los días nuestra condición de ciudadanos.

Ya el 1 de julio, más allá de sus opiniones o las mías, los mexicanos dirán la última palabra en las urnas.

Lo saludo cordialmente, y celebro la posibilidad de que podamos contrastar nuestros puntos de vista.

Gracias por su atención y estoy a sus órdenes.

Emilio Cárdenas Escobosa

jecesco@hotmail.com

www.cronicadelpoder.com 

 

Réplica publicada en Periódico Veraz

 

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