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Pulso crítico

Enrique Olivera Arce

Reflexión coyuntural: En la política la fidelidad tiene un altísimo costo personal y colectivo. Veracruz lo está viviendo en carne propia.

Metiendo baza en la telaraña de especulaciones y adivinanzas en torno a la sucesión del Sr. Duarte de Ochoa en el 2016, en mi maquinazo anterior ( La sucesión. Especular es el juego)  consideré como determinante, en la designación de candidato viable, el mayor o menor acercamiento y compromiso con el proyecto neoliberal que en el país impulsa el Sr. Peña Nieto. Esto referido a los partidos signatarios del llamado “Pacto por México” y en específico al PRI y al PAN, e implícitamente aunque no se mencionan, a los satelites subordinados. 

Uno de mis contados lectores, me hace la observación de que en la contienda también cuenta la participación  de la autollamada izquierda. en el juego electoral, luego no se puede ignorar.  

Indudablemente tiene razón, no obstante, mi apreciación gira en torno a los “adelantados” que, de motu propio se han lanzado al ruedo  o bien, mediáticamente señalados como aspirantes a la minigubernatura de 2 años. Y entre estos, aún no figura ningún “madrugador” que pudiere ser respaldado por los partidos de la izquierda electoral. En la inteligencia de que el PRD no entraría en esta denominación, ya que se auto descalifica en tanto se ha alineado a la derecha con el proyecto neoliberal peñista. 

Por lo que, a mi juicio, estaríamos refiriéndonos a Morena, Movimiento Ciudadano y, si acaso, al Partido del Trabajo -en vías de perder su registro-. Institutos políticos que aún no dan color sobre la posibilidad o no de una alianza formal o de facto,  nominando a un candidato único, o si se inclinan con ir solos a la elección como en su momento lo ha considerado Andrés Manuel López Obrador. 

Guardando un mínimo de congruencia, tanto Morena como Movimiento ciudadano, ambos opositores al proyecto trasexenal de Peña Nieto, solos o en alianza, en su momento tendrían que optar por un candidato afín a su carácter opositor. No sin antes sopesar que la única forma de competir con relativo éxito en la contienda, es mediante una alianza táctica en el 2016 con vías a otra, de carácter estratégico y a nivel nacional con vías a la sucesión presidencial en el 2018.  

En el marco de este supuesto, nadie de la llamada izquierda tempraneramente ha dicho esta boca es mía, independientemente de si aspiran o no a competir por la candidatura al gobierno de Veracruz. Empero, si de especular se trata,  mediáticamente se ha insinuado que la diputada federal electa por el Distrito de Coatzacoalcos, Rocío Nahle García, podría ser nominada por Morena, habida cuenta no solo de su cercanía con Andrés Manuel, sino también por su destacado papel en el Movimiento que encabezado por  el tabasqueño se aplicó en la defensa del petróleo y Soberanía Nacional en contra del proyecto privatizador que, como “reforma energética estructural”, aprobara por mayoriteo el Congreso de la Unión.

Norma Rocío Nahle García, Ingeniero Químico con especialidad en Petroquímica. y con un amplio currículum tanto en el tema energético como en el campo de la lucha social que le respalda, por acuerdo del grupo parlamentario de su partido, coordinará la bancada lopezobradorista en la LXIII Legislatura.

Cabe señalar que la diputada electa también mantiene una estrecha relación de amistad y compañerismo con la dirigencia nacional tanto de de Movimiento Ciudadano como del PT. Lo que le coloca en la tesitura de aspirar a la candidatura común de una posible alianza, aunque por ahora lejana, Morena-MC.

Fuera de Norma Rocío Nahale García, no se vislumbra en Veracruz otro personaje con tamaños suficientes para dar la pelea en contra del proyecto neoliberal, privatizador y empobrecedor de Peña Nieto y los partidos que le respaldan. Si así se dieran las cosas, la ingeniero participaría en un proceso polarizado en el que estaría en juego el destino próximo de un Veracruz que exige rescate y nuevo rumbo.

¿Qué tanto pese en la contienda veracruzana el peso específico del liderazgo social y político de López Obrador, para que la presumiblemente candidata al gobierno de dos años, competitivamente pueda dar paso a la alternancia? Eso estaría por verse, empero no hay que echar en saco roto que los veracruzanos ya no quieren más queso, sino salir –literalmente- de la ratonera.

Igual cabría la misma pregunta, referida a Dante Delgado y en relación a Movimiento Ciudadano, si capitalizando la experiencia recien vivida en Jalisco, se aplica con seriedad, coherencia y congruencia en la entidad veracruzana.

Los plazos se acortan y los aspirantes del PRI a diferencia de Nahale García, ya llevan un largo camino andado. El tiempo nos dirá si la o los candidatos de la izquierda electoral acortan la distancia.

Por lo pronto no se puede ignorar que el propio Peña Nieto ya deslindo el campo electoral: neoliberalismo a ultranza, o “la amenaza que representa el populismo”, en referencia a López Obrador, Morena un nuevo proyecto de Nación.

Este deslinde, a mi juicio, sería el marco de referencia para la contienda del 2016 y 2018 entre el PRI-AN y la autollamada izquierda electoral. Lo mismo podría decirse para la masa nacional y estatal de electores que, por ahora, solo jugando el papel de mirones de palo tiene ante sí la disyuntiva del más de lo mismo o correr el riesgo de un auténtico cambio de rumbo.

Como tampoco se puede ignorar que las circunstancias coyunturales modifican todo escenario previsible. De la semana anterior al día de hoy, con la amplia repercusión nacional e internacional de ejecución de 5 jóvenes en la ciudad de México, entre los que se encuentra un reportero grafico, así como una activista de la Universidad Veracruzana, los nomios actúan de manera determinante en contra del partido gobernante, vetando, de facto, toda posibilidad de que el gobernador Duarte de Ochoa pueda influir en su sucesión.

Quiero dejar constancia de que se especula en torno a la designación de candidatos, la elección de gobernador es otro cantar y la decisión última residirá en el Poder Judicial de la Federación.

Hojas que se lleva el viento

Sin proponérselo, el legítimo movimiento de indignación pública, solidaridad, protesta y exigencia de justicia en torno al asesinato del periodista Rubén Espinosa, la activista de la UV, Nadia Vera y 3 mujeres más, contribuyen como un distractor que aleja a la población del interés por los problemas torales de orden económico, financiero y de deterioro del tejidos social, que tienen postrada a la entidad. El peso del bombardeo de la prensa nacional e internacional se deja sentir con toda intensidad, reflejando la pérdida de aceptación y confianza en las autoridades. El ya basta de periodistas y activistas asesinados, se generaliza alimentando la sensación de inseguridad y actuando como catalizador del descontento y hartazgo social.

Sea cual fuere el resultado de la investigación y sanción a quien o quienes resulten responsables del artero crimen, lo cierto es que en el imaginario colectivo la percepción tiene peso y consecuencias políticas. El que pega primero pega dos veces y, en este penoso y condenable suceso, en Veracruz las redes sociales llevan ventaja exhibiendo la autocensura en la mayoría de la prensa estatal, en detrimento de la credibilidad en autoridades y medios locales de comunicación. El gobernador veracruzano está en la picota pública nacional e internacional y el silencio pagado no es su mejor defensa.

Desde estas líneas nuestra solidaridad con el gremio periodístico y nuestro sentido pésame a familiares y amigos cercanos de Rubén Espinoza y Nadia Vera, haciendo votos porque de una vez por todas se frene el clima de violencia y atentados contra la libertad de expresión que se deja sentir sobre comunicadores, activistas y líderes sociales veracruzanos.- Xalapa, Ver., agosto 5 de 2015.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Dada la situación que está viviendo la sociedad mexicana, considero de mal gusto hablar de la soga en casa del ahorcado. La sola mención de la palabra “cadáver” crispa los nervios de más de uno, quizá por ello los excluidos del PRD en la aldea, autodenominados “amarillos”  para diferenciarse de sus correligionarios “rojos” uncidos al gobierno estatal, se niegan a reconocer  públicamente que el partido del sol azteca tiempo ha es fiambre insepulto, en Veracruz cuando menos.

Si así lo hicieran, en congruencia lejos de desgastarse inútilmente en una ramplona pelea que no lucha, al interior de su instituto político, tendrían por principio de cuentas que reconocer que la fuerza electoral de la izquierda ya no está en los partidos que,  en la geometría política nacional  se asumen como exponentes, representación y voz autorizada  de los intereses de una ciudadanía opositora en desacuerdo con las políticas públicas que vulneran soberanía, democracia y bienestar de la gente.

Si su corta visión les permitiera ver más allá de lo electoral y de los beneficios personales, prebendas y canonjías  que acarrea el ejercicio de la política y el servicio público, actuarían en consecuencia identificando quienes son en la realidad los electores que materializan en las urnas sus apetitos de acceso al poder formal. Y sin embargo, no parece tengan claro que la fuerza electoral real de la izquierda electoral no radica ni en las dirigencias espurias ni en una raquítica militancia que ha sido desplazada por los movimientos sociales contestatarios que, al margen de siglas y color de camisetas partidistas, optan por la autodefensa de sus más caros intereses, lo mismo de inclusión y participación solidaria y democrática en las tareas del desarrollo nacional que en aquellos asuntos que les afectan trastocando su vida cotidiana en el seno de las comunidades que les son propias.

Defensa popular a la que los partidos autodenominados de izquierda son ajenos, como bien se constata con  las diversas movilizaciones sociales que pugnan por hacerse cuando menos escuchar por las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

A estos movimientos sociales lo electoral les vale un cuerno. Pero sus integrantes ejercen su derecho a votar a sabiendas de que la democracia representativa es un mito, en tanto esta esté secuestrada por la partidocracia y que el gobierno en sus diversas esferas de la administración pública está para servir a los poderes fácticos y no al mandato de la voluntad ciudadana recibido en las urnas. Pero también recurren por la libre en la defensa de sus legítimos intereses.

Lo mismo les vale un rábano la pugna entre amarillos y rojos al interior del PRD en la entidad o la tribal que se da a nivel nacional, que para el caso es lo mismo. Identificado como partido palero, coparticipe en el diseño y aprobación de políticas públicas antipopulares y contrarias al interés nacional, más que como un aliado de valía al que otorgarle un voto de confianza, se le ve como un obstáculo más a enfrentar en el accidentado camino de la lucha social.

Los perredistas honestos y bien intencionados, que los hay, no quieren o no pueden ver que con la reforma política peñista, o sin esta, los dueños de las canicas son quienes por la buena o a la mala, imponen sus reglas y que, en éstas, la izquierda partidista es un mal necesario al que hay que acotar, usar y desechar cuando así convenga en oposición a la izquierda social y sus pretensiones de inclusión y participación en un juego al que no está invitada. Que, por tanto, como un bien utilitario al servicio de los poderes fáctico y formal, hay que cultivar y conservar compartiéndole clientelarmente algunas de las migajas que ofrece el servicio público a la servidumbre leal y bien portada.

Falta de visión y de ubicación política, que a esta militancia bien intencionada  le lleva a confiar y actuar en consecuencia en una confrontación electoral que no ofrece futuro y, de ahí, el que se preocupen y ocupen en dirimir diferencias internas que les restan presencia y peso en el escenario electoral; paseando de cuerpo presente  a un corrompido difunto que habiendo cumplido su ciclo en el escenario político nacional, exige ya, con urgencia, cristiana sepultura.

Tanta es su miopía que marginados de la lucha social trascendente, día con día alimentan odios y rencores al interior del partido, absurdamente a sabiendas de que en tanto la militancia no renuncie a la estructura tribal y se sacuda a “los chuchos”, todo queda en inútiles amentos.

Por cuanto a las dirigencias espurias del sol azteca, hace ya un buen tiempo que espaldas de la militancia se olvidaron del cadáver, utilizando el petate del muerto para mantener vigente la posición de dependiente utilitario  y el disfrute de prerrogativas, prebendas y canonjías que en vida le fueran concedidas al difunto.

Para la izquierda electoral no hay dilemas. Cumplió en su momento con el papel asignado por el Estado mexicano al sacar del closet a la izquierda histórica en la clandestinidad, extirpándole los dientes. Cumplido su ciclo y auto marginada de la lucha social de las mayorías empobrecidas y lastimadas, sólo le queda un camino, el de sepulturero de su propio despojo.

Hoy la sociedad es otra en un México que paradójicamente, se transforma para seguir igual en su estructura desigual y excluyente. Los tiempos presentes son para la izquierda social que, expresándose en un cada vez mayor número de movilizaciones de la más diversa índole, reclaman para sí el espacio  que venían ocupando los “partidos tradicionales de izquierda electoral”.  Y esto, pese a mi simpatía explicita para con Andrés Manuel López Obrador y su persistente llamado al cambio verdadero, va también para el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), aspirante aún a partido político, en tanto no represente a la auténtica izquierda social y haga suyas, sin eufemismo, medias tintas y al margen del juego electoral,  las demandas de las mayorías hoy movilizadas;  en un programa mínimo para la acción, que incluya, unifique y de sentido con visión de largo plazo a las buenas intenciones que hoy animan a las fuerzas contestatarias de este país que se oponen al modelo neoliberal expoliador.

Hojas que se lleva el viento

No nos engañemos, la autodefensa no sólo se expresa en el ámbito de la seguridad pública, ni la mejor expresión de este fenómeno se da en terrenos michoacanos. Es una realidad nacional que cotidianamente se expresa en todos los órdenes de la vida social; los mexicanos vivimos día a día auto defendiéndonos de abusos, agravios e injusticias que derivan de un estado de derecho imperfecto, vulnerado y copado por la corrupción,  impunidad, intereses fácticos, pobreza y desigualdad e ineficiencias de un gobierno fallido. Y en este escenario, quien tiene más saliva come más pinole.- Xalapa, Ver., febrero 9 de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

No podía esperarse otra cosa. Sólo la ingenuidad, corta visión o arreglo simulado  de la cúpula perredista bajo el control de “los chuchos”, le permitió al PRD confiar en que en el llamado pacto por México o en el Congreso de la Unión, las dirigencias formales o de facto del PRI y PAN hicieran honor a su palabra.

La reforma energética fue aprobada,  promulgada y entra en vigor a partir de este sábado, en tanto que el compromiso de sacar adelante la ley secundaria que normaría la consulta ciudadana, quedó en la congeladora del senado. Tengan su consulta, diría Gustavo Madero al perredismo, cuando afirmara que la consulta en los actuales términos plasmados en la Carta Magna, no aplica ni en la energética ni en el resto de las reformas ya aprobadas tanto en el Congreso de la Unión como en los correlativos de las entidades federativas.

Estaba más que visto. Cartucheras al cañón quepan o no quepan. El talante autoritario del presidente Peña anidado en lo más reaccionario de su partido, llegó para quedarse. El sólo pensar que no prosperarían las llamadas reformas estructurales por la oposición de la izquierda electoral, más que bordar en el vacío ante un hecho inminente rondaría en los terrenos de una supina estupidez política.

El subestimar la probada capacidad de maniobra del PRI-gobierno, sobrevalorar el peso social y político de las llamadas izquierdas representadas por un tribal PRD en decadencia, si no es que a estas alturas insepulto, o es ingenuidad política de la cúpula chuchista o juego perverso previamente pactado en lo oscurito con el dueño de las canicas.

El error, de motu propio o negociado, para el PRD fue el haber aceptado jugar en el llamado pacto por México, bajo las reglas impuestas por Peña Nieto y en franca oposición a la izquierda social bajo el liderazgo de López Obrador. A partir de ese momento, sacrificando lo más por lo menos, se propició y auspicio la división de la izquierda electoral, el divorcio con los movimientos sociales opositores al actual régimen, así como el freno a la inercia  del descontento y rechazo a una elección presidencial cuestionada de origen.

Sin estrategia de mediano y largo plazo, el PRD abandonó la resistencia opositora plegándose en la coyuntura a los acuerdos del pacto peñista. Participó activamente en el diseño y aprobación de las reformas laboral, educativa, de comunicaciones, financiera y hacendaria, pretendiendo frenar la energética a cambio de migajas pactadas en una reforma política que no beneficia a nadie y mucho menos a nuestra incipiente democracia.  Hoy es dado observar que no obtuvo nada a cambio, más que el desprecio de sus adversarios y el rechazo de amplios sectores de la izquierda electoral y social que sintiéndose traicionados, fijan ya fecha de caducidad al partido negro amarillo.

Las reformas van, porque así lo quiere Peña Nieto, incluida la energética, afirmáramos en artículo anterior. No procedía duda alguna al respecto. Sin objetivamente división de poderes en México no podría esperarse otra cosa de senadores y diputados sumisos, obedientes y alcahuetes. El PRD no lo entendió así o no quiso entenderlo, prestándose al juego de Peña Nieto; reduciendo a la izquierda electoral a su mínima expresión y abriendo la puerta a un nefasto bipartidismo sustentado en lo más reaccionario de la derecha, hoy representada sin distingo alguno por el PRI y, a la zaga, el PAN.

Con pacto o sin pacto, con representación en el legislativo o sin esta, el PRD ya no es nada. La historia que cotidianamente viven y escriben los pueblos ya le colocó en el basurero. Otras fuerzas, otra izquierda más conciente y consecuente, reclama ya para sí el espacio vacío aprestándose para una lucha que apenas empieza.

Las reformas ya constitucionales, son hechos consumados, verdad jurídica, dicen los que saben del paño. Movilizaciones y protestas callejeras no modifican en nada este hecho incuestionable. Pretender echarlas abajo por la vía de multitudinarios mítines callejeros, desgastante protesta social y ruido mediático, es tanto como mantenerse en la misma posición que condujera al PRD al fracaso y al ridículo, resistiendo para fortalecer al indeseable autoritarismo que deviene de la restauración del viejo régimen.

Frente a hechos consumados, legales pero no legítimos, cabe entonces el alto en el camino, la reflexión autocrítica y el reagrupamiento de la izquierda social en base a estrategias claras e incluyentes. Sin organización y militancia conciente en torno a un programa de clase que oriente y ordene para la acción consecuente, el camino de la protesta es estéril frente al autoritarismo gatopardista de una clase política insensible.

Leyes del embudo y de Herodes

“La reforma energética a la población le vale madre”, afirmara de manera contundente el dirigente nacional del PAN y a mi juicio tiene razón. Para la mayoría del pueblo de México el reformismo peñista ni le beneficia ni le perjudica en tanto no viva en carne propia sus efectos, luego se muestra indiferente en la forma percibida, atento y preocupado bajo la superficie alimenta hartazgo y descontento. Quebrado el espíritu nacionalista y de profundo sentido humanista de la reforma del 17 a la Carta Magna y con ello el pacto social que nos une,  leyes más, leyes menos, no hacen Estado de derecho.

Para la mayoría -que para la partidocracia se muestra indiferente y ajena a la trascendencia de las reformas-, bástele saber que las únicas leyes válidas y vigentes en nuestro bananero país, son la del embudo y la de Herodes. La vía electoral y concertacesiones en las Cámaras, rato ha que dejo de ser opción para el cambio verdadero y a eso se atiene.

Cuando de hecho en este país no existe ciudadanía conciente y responsable, como lo reconociera Gustavo Madero, la democracia a secas en México considerada por el Sr. Peña como madura, con el 66 % de los mexicanos en condiciones de pobreza, sin oportunidades y sin expectativas de futuro, no existe. Como no existe democracia representativa cuando senadores y diputados atienden a todo menos al interés de sus representados.

Para una izquierda responsable y con visión de largo aliento, en su laberinto reivindicar democracia construyendo ciudadanía participativa es la tarea pendiente para recuperar el camino extraviado. La lucha será ardua y prolongada y así se debería entenderse para no caer en pesimismo y desanimo.

No entenderlo así, privilegiando pragmatismo coyuntural electorero o protesta callejera sin sentido claro por sobre propósitos y objetivos de largo plazo, es a mi juicio volver a caer en el juego del dueño de canicas y reglas del juego que en el terreno legislativo empinara al PRD.- Mérida, Yuc., diciembre 21 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

 “Los moralistas quieren, ante todo que la historia les deje en paz…” León Trotsky  (Su moral y la nuestra)

Con la plena convicción de que la hipocresía es consustancial a la simulación, corrupción e impunidad  que domina a este país y que, para la gente bonita las “malas palabras” constituyen atentado flagrante a la cultura  y reglas elementales de decencia, respeto  y buen gusto,  con igual convicción quiero considerar que lo expresado en tribuna por la Sra. Senadora Layda Sansores, en relación al prácticamente hecho consumado de la privatización de los Recursos energéticos de la Nación por el mayoriteo del PRI y el PAN en el Congreso de la Unión, en su contexto coyuntural tiene un alto contenido de cultura política, elevando el lenguaje llano popular, por su énfasis y contenido, al rango de connotación objetiva de la realidad real que se vive en México.

  Aclarado lo anterior, salvando respetables excepciones y corriendo el riesgo de ser etiquetado como políticamente incorrecto, cito en todas sus letras lo expresado por la Sra. Senadora quien parafraseando a Saramago dijera a sus pares del PRI y del PAN:

 “[…] Vayan y privaticen a la puta madre que los parió […] No tienen vergüenza”.

 Expresión que se puede consultar en todos sus términos en la WEB, accediendo a la página de  YouTube, con dirección:

 http://www.youtube.com/watch?v=t2PTqrHTzsg&feature=youtube_gdata

Nunca en los últimos tiempos, en la vida política de México se había escuchado una frase tan contundente y tan bien aplicada. Reflejando no una postura partidista de una izquierda electoral que ni como caricatura es de izquierda, más sí, el hartazgo e indignación de amplios sectores de la población que, sin voz ni voto en los Congresos federales y locales, en toda su connotación política y social hacen suyo en forma y contenido el tajante y oportuno exabrupto.

Y aún más, la voluntariosa invitación de la política campechana se hace extensivo lo mismo a senadores que a diputados del PRI, del PAN, la morralla satélite o la fracción entreguista del PRD, que tras haber insistido en que con la reforma energética no se pretendía privatizar el recurso petrolero y eléctrico, patrimonio de la Nación, hoy alineados en el extremo de la ultraderecha de la partidocracia, exhiben carecer de vergüenza y de amor a México.

 La duda razonable ha sido disipada en el Senado. Lo que en el Congreso de la Unión se debate y se aprueba, es un proyecto privatizador a ultranza que pone en manos de las trasnacionales petroleras el destino de recursos que hasta hoy en principio son de la Nación.

 Decisión cupular de los partidos mayoritarios -sediciente representación de las más importantes fuerzas políticas de este país-, expresión de la alianza entre los poderes partidocrático y fácticos, que incluso, rebasa lo que de primera intención propusiera sobre la materia el presidente Peña.

 En el ejercicio democrático electoral en el que se sustenta la democracia representativa que nos rige, nadie mandató en las urnas al presidente de la República, senadores y diputados a tomar tan trascendental decisión. Tampoco éstos en campaña, ofertaron y pusieron a consideración a los votantes modificar la Constitución en tan lesivos términos con los que hoy se entrega petróleo y electricidad a empresas privadas domésticas y extranjeras.

 En los hechos, una pandilla de corruptos y farsantes simuladores, de motu propio y sin mediar consulta ciudadana alguna, toma para sí y entrega a particulares la riqueza nacional.

 Eufemismo. Los recursos petroleros en el subsuelo son de la Nación, en la superficie pasan a ser de empresas privadas.

Ultraderecha, objetivo cumplido. El artículo tercero transitorio ya establece un plazo a más tardar de dos años, a partir de que se publique la reforma constitucional para que Pemex y CFE dejen de ser paraestatales, y se conviertan en «empresas productivas del Estado«.

Muertos PEMEX y CFE, se acabó la rabia.

 Frente a este crimen -no se puede llamar de otra manera-,  es el que la Senadora Sansores haciendo uso de “las malas palabras”, en una frase calificara políticamente a los privatizadores, interpretando fielmente lo que las mayorías empobrecidas del pueblo de México piensan y sienten de una presuntamente respetable pléyade de indignos legisladores.

 Con ello, la tan atinada como combatida expresión de Andrés Manuel López Obrador, cobra plena vigencia para las mayorías de este país: “Al diablo con las instituciones”.

 No porque el pueblo de México pretenda vivir en la anarquía, desconociendo instituciones que él mismo se diera. Simplemente porque la pandilla en el poder despachándose con la cuchara grande en favor de intereses personales o de grupo, no honra la representación y mandato ciudadano.

 La serpiente devorándose a sí misma. Ante el pueblo de México el cínico e indignante entreguismo de la representación popular en las Cámaras, se exhibe como lo que es, negando la vigencia de la democracia representativa como mandataria de la voluntad popular.

 Paradoja, el gobierno impone por la fuerza para cambiar, el pueblo pacíficamente cambia rechazando imposición y autoritarismo.

 Lo que Leyda Sansores dijera en tribuna, forma ya parte del nuevo México en el que historia y cultura construyéndose cotidianamente en la calle,  el pueblo rescata, retoma y a su modo impone en el imaginario colectivo.

 PRI y PAN cierran el último capítulo de la Revolución Mexicana en su versión oficial y el pueblo, en su permanencia, retoma memoria histórica y le da continuidad. Así se escribe la historia. – Xalapa, Ver., diciembre 11 de 2013.

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J. Enrique Olivera Arce

“La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños”: Jacinto Benavente

Mal que bien, tenemos que reconocer que en el mundo convulsionado de hoy se impone el triunfo de lo más rancio de la derecha. Los afanes democratizadores en la mayoría de los países van a la zaga de instituciones y políticas públicas contrarias a los intereses vitales de las mayorías. La salida que toma a la austeridad gubernamental y a la precariedad del empleo como respuesta a la crisis global de un sistema económico y social injusto y en decadencia, es el denominador común que prevalece, socializándose las pérdidas y privatizándose la magra ganancia de un crecimiento económico venido a menos.

Crece déficit fiscal y deuda pública, se rescatan las pérdidas de la banca y poderosas empresas transnacionales, condenando a los más pobres, incluida una deteriorada clase media, a pagar los platos rotos en un clima de franca indefensión para los que menos tienen.

México no es la excepción. El triunfo de la derecha con Enrique Peña Nieto como presidente de la República, es inobjetable. Si se ganó en las urnas o se compró la presidencia, queda para el anecdotario popular. Lo determinante es que lejos de mejorar las condiciones del país, con la derecha en el poder la continuidad del modelo económico y social prevaleciente será la constante.

Podrán variar algunos matices, las aristas más agudas de la realidad nacional que ponen en riesgo la gobernabilidad  pero, lo sustantivo es que el crecimiento económico deseable, de darse este, seguirá gravitando en torno a la concentración del ingreso en unas cuantas manos y el empobrecimiento de las mayorías. La llamada segunda transición del poder político en México, continuará por el mismo camino que su antecesora del 2000, sorteando mayores obstáculos, pero al fin más de lo mismo, bajo la egida de los poderes fácticos que, por cierto, no son ninguna mafia, simplemente son los dueños del país.

El adversario a combatir y vencer, para la izquierda, es a mi juicio en este escenario, éste y no otro en todas las latitudes del orbe y, en particular en nuestro  país. Los malabarismos de la llamada izquierda, combatiendo al gobierno, sus adalides, y no al capitalismo rampante en su fase más salvaje de la historia, son eso, simples malabarismos políticos llamados a encubrir su complicidad con el adversario. Lo mismo en los llamados países del primer mundo, los emergentes o los condenados de la tierra.

No reconocer el triunfo de la derecha, exaltando el éxito de pequeñas escaramuzas que en lo virtual colocan a las llamadas izquierdas como la segunda fuerza política en México, es gloria vana. Tan virtuales y efímeros son los triunfos parciales como sus resultados para hoy, el mediano plazo y lo que se espera en un horizonte de largo aliento en tanto estos no apunten a una mejor calidad de vida de millones de mexicanos.

Reconocerlo para actuar en consecuencia, es a mi modo de ver la postura a asumir en congruencia con una realidad que, a gritos, desaforadamente anuncia la incapacidad y falta de visión de la izquierda para retomar el hilo conductor de la historia. Izquierda sin partido y partidos sin izquierda, más temprano que tarde terminan combatiendo fantasmas, como en lo que nos atañe sucede en nuestro país con los partidos políticos de la autonombrada izquierda, enclenques organismos carentes de vitalidad y de futuro cuya única función social y política es colocar la alfombra roja al paso del PRIAN, derecha electoral triunfante al servicio de los poderes fácticos domésticos y externos.

En unas horas Peña Nieto y su cohorte tricolor, protocolariamente inician la segunda alternancia, anunciando a bombo y platillo combate a la corrupción, eficiencia administrativa, crecimiento económico con incremento de productividad y competividad, seguridad pública, rescate del tejido social, así como nuevas medidas asistencialistas para paliar desigualdad y pobreza. La autonombrada izquierda elevará tibia protesta contra lo que dicen es imposición de un personaje que compró la presidencia, lo sustantivo, razón de Estado, queda en el tintero. Para tirios y troyanos tras una espesa cortina de humo en la algarada, lo relevante son las formas políticamente correctas, para el pueblo empobrecido el contenido implícito de un rumbo sin destino al paso de la derecha triunfadora.

Hojas que se lleva el viento

Dice el gobernador Duarte de Ochoa que se vale especular, ejemplarizándolo con su anuncio de que se irá en el 2017. La invitación del presidente electo a integrarse al gabinete, por hoy se rechaza, será en el último jalón de despedida del Sr. Peña, una vez alcanzada plena  prosperidad para las familias veracruzanas cuando entregará los bártulos a su sucesor. El senador Héctor Yunes no cree en especulaciones, convencido de que el Sr. Dr. Duarte de Ochoa pronto tirará la toalla levanta la mano y dice: yo soy el llamado a gobernar a Veracruz, Pepe Yunes será senador de seis años y los delfines en un mar de lágrimas, con el bat en la mano quedarán en la banca rumiando su dolor.

–ooo-

La verdad demostrada no aparece. Flor de un día la parafernalia mediática en torno al Segundo Informe de Gobierno del Sr. Dr. Duarte de Ochoa. 24 horas de labia cumpliendo con el protocolo y a otra cosa mariposa. Ni se le han cubierto adeudos pendientes a la mayoría de los medios impresos de comunicación con convenio de propaganda suscrito, ni el mensaje al pueblo veracruzano, preñado de mentiras por dos años de caprichos, inconsecuencias y estrafalario triunfalismo verbal, dieron para más.

-ooo-

Malestar entre priístas. No ven con buenos ojos que desde palacio se jueguen dos cartas para la candidatura a la alcaldía de Xalapa. Una tricolor, abierta, con la efigie de Américo Zúñiga y otra boca abajo, con la de un aspirante de la maiceada oposición.

-ooo

Insólito, pero así es como se expresa el cariño sexenal. Nadie del priísmo veracruzano ha salido a dar la cara en defensa de Carolina Goudiño, alcaldesa del puerto y fidelista despechada.

-ooo-

En Otero Ciudadano no se aprendió la lección. A propuesta de la alcaldesa Elizabeth Morales se tiene programado un nuevo encuentro para volver a escuchar más de lo mismo sobre su pésima gestión al frente de la comuna xalapeña y proyección de imagen. Pérdida de tiempo y ofensa a la inteligencia de los integrantes de la cada vez más sólida agrupación de la sociedad civil.

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José Enrique Olivera Arce

“Un partido vive cuando viven una doctrina y un método de acción. Un partido es una escuela de pensamiento político y, por consiguiente, una organización de lucha. El primero es un hecho de conciencia, el segundo es un hecho de voluntad, más precisamente, de tendencia a una finalidad.”: Federico Engels

El diputado federal veracruzano Uriel Flores Aguayo en su artículo semanal, bajo el título “El PRD y Peña Nieto”, comparte con sus lectores su preocupación sobre el papel a asumir por el Partido de la Revolución Democrática frente al gobierno de Enrique Peña Nieto, a partir de la toma de protesta del priísta el próximo primero de diciembre.

“Son tiempos de definición para la izquierda mexicana, el PRD centralmente en ella”, reflexiona, agregando que es imperativo que el partido se ubique en el momento histórico, que precise como quiere ser y que quiere para México”.

Reflexiones válidas, efectivamente enmarcadas en el momento histórico que vive nuestro país. Más no precisamente por el retorno del PRI con Peña Nieto a la presidencia de la República, sino por el entorno global de una crisis recurrente más del capitalismo, dentro del cual se cuestiona el modelo neoliberal, económico y social de nuestro país que, agotado, requiere de reformas estructurales de fondo y no actos legislativos simulados, que den viabilidad al Estado-Nación para su transcurso en el nuevo siglo.

Las definiciones que se reclaman no sólo atañen a la izquierda mexicana, a un partido político en particular, sino a todo el Estado-Nación en su totalidad en un horizonte de mediano y largo plazo, no solamente en la coyuntura sexenal de de un proceso político administrativo de continuidad de la administración pública federal.

En este sentido, a mi juicio la atención, preocupación y reflexión de Flores Aguayo sobre su partido, debería ser extensiva a toda la sociedad en su conjunto. Qué y como concebir a México para la próxima centuria, a partir de lo que es hoy a la luz de realidades objetivas, así como percepciones que suman experiencias de un ayer guardadas en la memoria histórica, y el quehacer presente sin rumbo y sin un destino claro al cual arribar.

Más sin embargo, el diputado se queda corto. Su estrechez de miras dominada por el pragmatismo de los tiempos que corren, ideológicamente no dan para tanto. No obstante refleja una preocupación real y la confusión existente (izquierda sin partido, partido sin izquierda) no sólo en muchos perredistas bien intencionados, que ven en la izquierda una alternativa de lucha acorde con su concepción del mundo, de la vida y el quehacer político que exige mayor participación ciudadana en la búsqueda de equidad y democratización del país.

Su planteamiento se sustenta en premisas a mi juicio falsas que desvirtúan su preocupación e interés como hombre de izquierda.

Argumenta razones de gobierno y no de Estado en cuanto al papel del PRD como partido de oposición. Lo sustantivo a mi entender no es quien gobierne sino como gobierne, con que propósitos y con que objetivos se orientará la marcha del Estado-Nación. En este marco no se puede hacer de lado que la razón última de todo partido es la toma del poder político del Estado.

Afirma que el PRD es un partido de izquierda, cuando no lo es en el sentido clásico del concepto y denominación y, ni siquiera puede ubicársele como de “izquierda moderna” en los terrenos reformistas de la social democracia europea. Su eclecticismo ideológico, oportunismo pragmático y falta de compromiso para con las clases subordinadas en pie de lucha, le desdibuja como partido y como movimiento social.

Como una conjunción de fracciones o tribus de lo más disímbolo en propósitos y objetivos, carente de un programa unitario para la acción lo mismo para el corto plazo que en un horizonte de largo aliento, si en el marco del sistema político electoral en México se le puede considerar como partido político, este en tal escenario jurídico se ubica ideológicamente en el centro del espectro en la actual correlación de las fuerzas político electorales en el país, dominadas por cierto por las corrientes de centro-derecha.

Para dar contenido a su preocupación, Flores Aguayo recurre a los resultados de la última elección presidencial por la autodenominada izquierda, agrupada en el  “Movimiento Progresista”.

Si bien la alianza electoral cuantitativamente obtuvo algo más de 16 millones de votos, el PRD, por sí mismo participando solo en la contienda no habría alcanzado tal cifra que, objetivamente, fue un logro atribuible al liderazgo de López Obrador como candidato común. Cualitativamente, lo alcanzado es resultado de un proceso de maduración en amplias capas de la población que en medio del hartazgo y la frustración, votaran a favor de un cambio verdadero no más allá del reformismo limitado ofertado por el político tabasqueño. En esta premisa, vale acotar que con la salida de Andrés Manuel de las filas perredistas, el partido se queda huérfano de liderazgo y capacidad opositora.

Partiendo de tales premisas, considero que no hay mucho de que discutir en torno al papel que debiera jugar el PRD a lo largo del mandato del Sr. Peña, incluyendo el acto formal de toma de posesión en el seno del Congreso de la Unión. Por cuanto a la izquierda real, social y políticamente relevante, sus preocupaciones y tareas van más allá de los límites de los partidos políticos actuales cuyo agotamiento para hacer frente a las expectativas de la sociedad mexicana en el Siglo XXI, también están agotados.

El Partido de la Revolución Democrática simplemente jugará el papel protocolario que como “oposición de izquierda”, le fije e imponga el sistema político nacional. Lo demás, incluida la toma de tribuna o no en San Lázaro, es un simple show para justificar obtención y uso de las prerrogativas que se le tienen asignadas. Como sin duda ocurrirá con los partidos del Trabajo y Movimiento Ciudadano.

Luego la preocupación central de Flores Aguayo sobre el futuro de su partido, cae en el vacío por irrelevante, cuando lo que sí debería ser objeto de revisión y debate, es el papel que los partidos políticos juegan en el Estado-Nación mexicano, implicando ello  revalorar lo que la ciudadanía en general y la militancia para el caso  particular del PRD, espera de ellos. Aclarándose una confusión que ya deviene en crisis político existencial para la izquierda electoral.

Los perredistas de buena fe que vienen de la izquierda histórica, lo viven y sienten en carne propia, resistiéndose a abandonar las filas de lo que aún creen es una alternativa opositora válida en México, cuando al mismo tiempo están cada vez más convencidos de que con el PRD no van a ningún lado, ni en lo electoral ni el propósito sustantivo de todo partido que es la toma del poder.

Sentimiento de inmovilidad e impotencia que se incrementa conforme se observa un ascenso mundial de masas, en el marco de la nueva expresión de confrontación clasista frente a los triunfos coyunturales de la derecha. Una nueva oportunidad de ascenso para la izquierda, jalonada por la movilización internacional de trabajadores, profesionistas, amas de casa y estudiantes bajo banderas rojas, frente a las medidas de austeridad fiscal y precariedad del trabajo consecuencia de la crisis sistémica global. Es la hora de la izquierda al lado del pueblo y,  para los perredistas bien intencionados su partido se mantiene al margen, les fue secuestrado por una burocracia insensible, acomodaticia y corrupta. Ahora están a la deriva, confundidos ideológicamente sobre el qué hacer y frustrados por equivocar el camino.

Dentro de esta crisis ideológica, ética y moral se encuentra Flores Aguayo. Por un lado se aferra a un  PRD social y políticamente agotado, con la intención de sumarse a su rescate desde dentro, asegurando supervivencia política y modus vivendi con el cargo que detenta, por otro, su sensibilidad social y experiencias del pasado, le dice como ciudadano de a pie y simpatizante de López Obrador que el camino a seguir es participar en Morena como nuevo partido en construcción. Su indefinición y falta de decisión para abandonar el PRD, lo mismo le genera rechazo al interior de su partido y  en las filas de Morena que un vacío existencial.

Sin una u otra opción, no es nada, como nada son quienes como el diputado no se atreven a dar un paso adelante. Sobre ello se debería reflexionar, más que preocuparse por si la cúpula tribal y burocrática del PRD concilia o no con el Sr. Peña y su proyecto de continuidad.

Hojas que se lleva el viento

Gracias al talante democrático que priva en el seno del PRI en Veracruz, el Consejo Político del tricolor en asamblea celebrada el pasado domingo ratificó a Erick Lagos como presidente del CDE, cumpliendo así con la instrucción del gobernador Duarte de Ochoa de premiar al destacado organizador de derrotas. El fidelismo, de plácemes. Xalapa, Ver., 21 de noviembre de 2012.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Interesante aunque nada extraño el que en México, tras un cuestionado proceso electoral en el que la izquierda institucional se da por robada, hoy los extremos se tocan, poniéndose sobre la mesa una presunta alianza del PRD con el PAN. Pragmática alianza en la búsqueda del poder por el poder mismo, sin sustento ideológico ni principios y valores éticos que le acerquen en lo más mínimo a necesidades reales y sentidas de una sociedad que,  en medio del hartazgo  y la inseguridad, en la encrucijada quiere encontrar rumbo y destino cierto.

Sumar fuerzas en el Senado de la República para impedir que el PRI se salga con la suya aprobando una reforma laboral acorde a sus intereses partidistas y de grupo, es el pretexto. Como si de matizar una reforma laboral que nos regresa al Siglo IXX, dependiera que en lo sustantivo el PRIAN traicionando los intereses de los poderes fácticos se retractara de lo ya aprobado en la Cámara baja del Congreso de la Unión. Y, peor aún, si de las pretendidas reformas a la Ley Federal del Trabajo dependiera el destino de la nación en un país de leyes en el que la ley es letra muerta.

No se si el PRD peca de ingenuo ó de simulador. Aunque me inclino por lo segundo agregándole por mi cuenta oportunismo y colaboracionismo en el marco de un régimen de partidos políticos al servicio de la gran burguesía doméstica y externa. Lo cierto es que con su pretendida alianza a modo con el PAN, lejos de ganar pierde en su afán por hacerse del poder político en México por la única vía que conoce, que es la electoral. Para una gran mayoría del electorado, el ir contra natura de un partido que se dice representar a las fuerzas progresistas de este país, la presunta alianza tiene sabor a traición.

En Veracruz la situación es más simple y pedestre. Una alianza electoral de un PRD venido a menos con el PAN para los comicios locales en el 2013, que no tiene más propósito que derrotar al PRI en las urnas para hacerse de alcaldías y diputaciones locales para, en los hechos, saquear las arcas públicas tanto o más que los personeros del partido político que pretenden sacar de la jugada. Interés, personal y de grupo de dirigentes espurios, tras el mermado botín ahora en manos de los priístas, sin mediar simulación alguna que pudiera justificarles ante el electorado. Cinismo y descaro de una flaca izquierda institucional veracruzana que, en la búsqueda de las migajas del poder, se cobija con lo más rancio de la derecha jarocha.

Propósito aliancista  en el que el PRD veracruzano, cual galgo en alocada carrera en un esfuerzo inútil que sólo sirve a los intereses de los apostadores, jamás dará alcance al conejo porque así es la naturaleza del juego. El PAN velará por sus intereses, hoy coincidentes con los del PRI en una alternancia negociada, en tanto que el perredismo habrá de conformarse con las migajas del convite.

Lo que llama la atención es que perredistas honestos, bien intencionados, que los hay, se dejen ganar por el canto de las sirenas haciendo suya la idea de que el aplastante triunfo de Uriel Flores Aguayo como candidato del Movimiento Progresista a la diputación federal por Xalapa urbano,  fuera resultado de una inclinación tácita de las preferencias electorales a favor del PRD veracruzano y no fruto de unas circunstancias determinadas por el hartazgo social, un pésimo candidato del PRI , y el peso específico de la presencia de López Obrador en las boletas electorales como candidato a la presidencia de la República. Engañosa aritmética que la cúpula perredista pretende capitalizar en provecho propio pero que no convence a nadie como presunta expresión de una fuerza política de oposición de izquierda.

Y aquí cabe un paréntesis. Un destacado articulista xalapeño comentó que la izquierda no ha existido en Veracruz, confundiendo a la izquierda electoral institucional con la izquierda social. Equívoco histórico que niega lo mejor y más relevante de las ejemplares luchas obreras y campesinas en tierras veracruzanas, precursoras de la Revolución Mexicana imbuidas e impulsadas por ideologías socialistas y anarquistas, cuya contribución a la vida nacional no puede ni debe ser  ignorada.

El PRD es otra cosa. Salvo honrosas excepciones, sus militantes carecen de sustento ideológico de izquierda, su objetivo es cortoplacista, electoral y ajeno a la lucha histórica nacional e internacional de los trabajadores urbanos y rurales. Hasta aquí el paréntesis.

Hojas que se lleva el viento

Contra los malos augurios de la derecha internacional, el presidente venezolano Hugo Chávez logró derrotar a sus opositores en las urnas. Al término de los polarizados comicios presidenciales que tuvieran lugar el día de hoy con una afluencia de votantes de más del 80% del padrón electoral, se dio a conocer oficialmente la victoria clara del Presidente. Hugo Chávez quien se reelige con el 54% de los votos, frente a 44% del candidato de la oposición unificada, Henrique Capriles.

¿Por qué debemos aceptar que el parche del PRIAN a la Ley Federal del Trabajo, le es útil a la Nación? Entérese estimado lector consultando la explicación que sobre el particular ofrece a los veracruzanos el senador priísta Héctor Yunes Landa en su último artículo.

Y vuelve la burra al trigo. No obstante ser del dominio público que la bursatilización, engañifa de Fidel Herrera, en nada beneficio a los veracruzanos, el gobernador Duarte de Ochoa pretende fondear unas finanzas públicas quebradas con la misma fórmula, pignorando las aportaciones federales y acrecentando el endeudamiento bajo el pretexto de una nueva reestructuración de la deuda pública vigente. No es deuda dirá el secretario de finanzas y sus texto servidores orgánicos, sólo es la misma gata pero revolcada.

La lucha de la organización civil “Chucho el Roto” es justa y en ello coincide el legislador priísta Américo Zúñiga, pero lo que rechaza es el método para hacerse escuchar. Por ello el diputado local xalapeño se pronunció por aplicar todo el peso de la ley en contra de aquellos –que por justa que sea su causa- afecten los derechos de terceras personas, publica gobernantes.com. No cabe duda, en su desesperación por figurar en la terna de la que saldrá el candidato priísta a la alcaldía de nuestra ciudad capital, el protagonismo y sed de notoriedad gana en el ánimo de nuestra clase política local. Para el novel diputado Américo Zúñiga lo ideal sería que en lugares estratégicos de la entidad se establecieran “manifestodromos” adecuadamente regulados por la autoridad, para que las protestas ciudadanas no dañen los derechos de terceros. Guardándose de ir a las causas que dan lugar a manifestaciones, marchas y plantones por parte de ciudadanos que ya están hasta la madre de tocar puertas y no ser escuchados por funcionarios sordos, ciegos e insensibles, el diputado ignora que por encima de reglamentaciones administrativas está el sagrado derecho constitucional de la libertad de expresión. Xalapa, Ver., octubre 6 de 2012

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

 “Las impugnaciones a la legalidad de la elección ofenden la dignidad de los mexicanos que votaron en libertad”: Pedro Joaquín Coldwell

El que nada debe nada teme… Si el PRI no dudara del triunfo de su abanderado dejaría correr el agua sin inmutarse y, sin embargo…

Paradójico. El PRI, sus satélites y algunos segmentos de la clase media minimizan el indiscutible liderazgo de Andrés Manuel López Obrador responsabilizándole a su vez de estar atrás de las crecientes manifestaciones populares de protesta que, en oposición a Enrique Peña Nieto, dan oscuras pinceladas no previstas en el paisaje postelectoral.

Les duele que el político tabasqueño no respete el pacto de civilidad signado por los candidatos presidenciales aceptando su derrota en las urnas, pero se  desgarran las vestiduras porque el abanderado del Movimiento progresista conforme a derecho, impugne la elección del primero de julio recurriendo al Tribunal Electoral Federal.

Lo ideal para el PRI y su aún candidato presidencial, sería que Andrés Manuel aceptara sin más la derrota, bajara los brazos y se retirara a “La chingada”, como se denomina su rancho en Palenque, Chiapas. Renunciando a la última instancia legal que le ampara, dejando colgados de la brocha a sus millones de seguidores que con no poca reticencia aún confían en la administración de justicia electoral.

Número, extracción social y motivación de los manifestantes que han tomado la calle pareciera tenerles sin cuidado. Desconcertados ofenden la inteligencia de quienes protestan, reduciéndoles a simples marionetas manipuladas por un López Obrador que “no se acostumbra a la derrota”.

Le temen más a un López Obrador que  sin salirse de la cancha de la partidocracia, les obliga a jugar  como se juega en el llano. Aceptan muy a su pesar que López Obrador sea capaz de llevar en paralelo y simultáneamente el trámite legal de la impugnación de la elección y “la manipulación” de un creciente movimiento popular. Reconociendo entonces que el tabasqueño supera en mucho la capacidad de Peña Nieto y los partidos que le postularan tanto para la defensa de la pretendida razón legal que les asiste, como para obtener el respaldo de una sólida base social en que apoyarse.

Incapaces de entender y aceptar la movilización social en su contra por sus probadas trapacerías, sólo les queda el recurso de calificar a López Obrador como el enemigo público que, sin aceptar razones, pretende arrebatarles un triunfo cada vez más cuestionado. Así, lejos de atemperar la protesta le ponen más leña al fuego con pueril negación de aquello de lo en el imaginario popular ya se percibe como fraude electoral.

Paradójico. Lejos de contrarrestar y menguar simpatía y apoyo a López Obrador, obtienen lo contrario, confirmando el liderazgo  del abanderado de las llamadas izquierdas. Lo vulnerable de su pírrico triunfo les ciega, complicando el escenario previo al cambio de estafeta.

El horno ya no está para bollos. Calderón vuelve a las andadas anticipándole a Peña Nieto una tersa transición cuando el proceso electoral aún no concluye, sin parar mientes en que provoca a los indignados que ya han dicho ¡Basta!

Las protestas suben de tono rebasando las estructuras partidistas, como ya lo reconoce el PRD, generándose de facto un frente amplio popular que ya aglutina a estudiantes, movimientos sociales independientes y gremios obreros de conocida oposición al régimen, en una movilización inédita en defensa de la democracia.

Cuidado, una chispa podría incendiar la pradera. Si la libre manifestación aún es pacífica, no faltarán provocadores que induzcan a la violencia, ese el riesgo. ¿Cómo evitar esto último?

Si López Obrador en circunstancias diferentes en el 2006, con inteligencia canalizo indignación y enojo, difícil es prever cual será el camino que hoy tome la movilización popular si el IFE y el TRIFE no cumplen a cabalidad con su encomienda.

¿Cual será la postura a adoptar por el tabasqueño una vez desahogada la etapa de la impugnación?  ¿Bajará los brazos para retirarse a la comodidad de su hogar? Si esto último se da, ¿quién encausara a los indignados para que liberen enojo y frustración? Eh ahí la interrogante.

Paradójico. Los hoy detractores de López Obrador serán los primeros en pedir su permanencia. El que abandone la lucha dejando a su libre albedrío a la movilización social, no es aceptable para la gente bonita, demasiado riesgo para un país en vísperas del cambio de estafeta presidencial. La oposición creciente a la toma de posesión de Peña Nieto, sin liderazgo claro que le encauce, eso si es un peligro para México y, también “para todos”, parafraseando al amanuense veracruzano  Rafael Martínez  Zaleta.

Difícil disyuntiva para el PRI y su candidato. La dirigencia nacional no encuentra respuestas válidas frente a la protesta popular. Si afloja pierde, si resiste llevando las cosas hasta sus últimas consecuencias, imponiendo a Peña Nieto contra la voluntad popular, pierde. De una u otra forma pagará las facturas acumuladas a lo largo del amañado proceso. Mató a la esperanza y el pueblo se lo cobrará puntualmente.

Difícil también la disyuntiva para Andrés Manuel, si la autoridad electoral falla en su contra.

Y para el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, ni se diga.

¿Por quién entonces doblarán las campanas el primero de diciembre?

Hojas que se lleva el viento

La defensa de Peña Nieto en Yucatán es prácticamente nula. El PRI en el estado cumplió su parte en la elección presidencial y enfoca todas sus baterías a la campaña post electoral de Rolando Zapata, gobernador electo, quien recorre el estado sin descanso agradeciendo el apoyo popular que en las urnas le ofrendaran los electores. El alcalde electo de Mérida, de extracción panista, calladito se ve más bonito.

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J. Enrique Olivera Arce

Ante el reiterado menosprecio del PRI para con millones de votantes, al ignorar el desacuerdo de éstos con un proceso electoral que se percibe inequitativo y amañado, afirmando que López Obrador es el único responsable del ríspido clima postelectoral “demostrando una vez más ser un mal perdedor” al impugnar la elección, considero lo siguiente.

Partiendo de la premisa de que el pueblo de México habla a favor de un proceso pacífico de cambio, no debemos olvidar, lo reitero, de que López Obrador como abanderado de una difusa izquierda electoral, aceptó jugar en la cancha y bajo las reglas y prácticas antidemocráticas de un régimen político  bajo el control de los poderes fácticos y la partidocracia que a ellos sirve. El resultado no debe sorprender a nadie, simplemente el político tabasqueño y sus seguidores obtuvimos lo que de antemano era de esperarse y, algo más, que es en lo que debería estarse poniendo énfasis con talante crítico y autocrítico:

La sorprendente participación ciudadana antes, durante y después de la elección del primero de julio venció al abstencionismo y, pese a presuntas amenazas de inseguridad, sin distingo de preferencia electoral salio a la calle confirmando su deseo y convicción de que el único camino para avanzar en la transformación del país es por la vía pacífica.

La opción electoral por el cambio verdadero movilizó a más de 15 millones de mexicanos que, en las urnas, expresaron con su voto conciencia, voluntad, y compromiso, para explorar en el terreno de la izquierda el camino para avanzar en la construcción de ciudadanía y democracia. La organización desde abajo mediante la acción consecuente del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) no debe ser ignorada y sí valorada como una auténtica corriente, con peso propio en la nueva correlación de fuerzas políticas en el país.

La asombrosa irrupción no esperada de la juventud estudiosa en la vida política del país, exigiendo con visión de futuro oxigenar la institucionalidad republicana. Su protesta trasciende un coyuntural rechazo a Enrique Peña Nieto y lo que este representa, para ubicarse como un movimiento social incluyente y plural de largo aliento.

La obsolescencia de un régimen político caduco y corrupto en el que los partidos políticos ni cumplen con su cometido social ni representan con legitimidad los intereses de las mayorías. Siendo un estorbo a librar en las tareas de democratización del país.

El instrumento árbitro de la contienda, presuntamente ciudadanizado, dejó de cumplir con su cometido, manifestándose omiso frente a evidentes irregularidades en el proceso electoral.

Son más los ciudadanos que votaran en contra del abanderado de la dupla PRI-PVEM, que los que se expresaran a favor del mexiquense. La suma de los votos a favor de Josefina Vázquez Mota y Andrés Manuel López Obrador, deslegitima y da pie al autoritarismo sectario de capilla de un por ahora virtual presidente electo, que intentará gobernar con una base social de apoyo minoritaria.

El fortalecimiento de la izquierda social como expresión y opción política con visión de largo plazo, minimizó corrupción y oportunismo de liderazgos tribales en la coyuntura electoral, manifestándose como la auténtica segunda fuerza política en México. Este fenómeno no se puede echar en saco debiéndosele insertar en el contexto de la búsqueda de la democracia participativa.

El indiscutible liderazgo de Andrés Manuel López Obrador, quien pese a los obstáculos que le siembran propios y ajenos despierta, alimenta y mantiene esperanza y voluntad de cambio en amplios sectores de la población. Liderazgo que no puede ni debe desecharse por razones electoreras de coyuntura en un largo camino aún por recorrer en la búsqueda de la transformación del país.

Todo ello en un escenario nacional en el que se confirma la persistencia de la desigualdad y pobreza que, en México, limita la libre y consciente expresión política en el ámbito de la vida cotidiana de más de 50 millones de compatriotas. Distorsionando y vulnerando los principios de la democracia representativa consignados en la Carta Magna. De persistir tales fenómenos estructurales, a los que se le suma la corrupción y la impunidad que vulneran el estado de derecho, no es viable para el futuro cercano la ruta electoral para avanzar en el largo y azaroso camino de la democratización del país.

Si en la coyuntura electoral el resultado fue el esperado, acotado como está por una partidocracia que responde a intereses espurios y una legislación que ya no responde a la nueva realidad de México, para el largo plazo sin embargo el balance es positivo. Se pierde una batalla pero no la guerra, diría el clásico. La lucha de la izquierda social continúa y se debería exigir a sí misma su profundización, fortaleciendo participación y organización, por lo que no debe caber  ni frustración ni vanas lamentaciones, cuando queda mucho por hacer.

En este marco de referencia, a mi juicio el sedicente virtual presidente electo no sabe que terreno pisa cuando exige, secundado por no pocos medios de comunicación, “no polarizar a México”, como si bastara su discurso autoritario para desarmar a un movimiento social y político dispuesto a seguir adelante. Lamentable sí pero la polarización es inevitable, Enrique Peña Nieto, las prácticas antidemocráticas del PRI y los candados impuestos por la partidocracia, son los responsables. No tienen calidad moral y política ni credibilidad para, pretendiendo tapar el sol con un dedo, mandar a parar lo que ellos iniciaran. La fuerza de los pocos no es suficiente para frenar indignación y protesta. Los muchos desde abajo saben de su fuerza y es de esperarse que la ejerzan pacifica y consecuentemente.

Lo deseable para el bien de México no se dio en el proceso electoral que aún no culmina. Autoritarismo, corrupción e imposición vulneraron la mejor intención de los sufragantes. La voluntad popular fue burlada una vez más. Sin embargo el intento valió la pena, la ciudadanía abrió los ojos y ha tomado la iniciativa haciendo valer su voz. .- Playa del Carmen, Q. Roo., Julio 13 de 2012

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J. Enrique Olivera Arce

“La identidad de deseos y la convergencia de voluntades son, por extraño que pueda parecer, las causas más corrientes de los conflictos”. Giovanni Papini

Teniendo como marco referencial a una crisis de identidad, representatividad, credibilidad, así como de confianza ciudadana, cada vez más profunda de los partidos políticos en México, el Partido de la Revolución Democrática es a mi juicio el primero en tocar fondo. No es la primera vez que comento tal percepción.

Nacido como la suma de una heterogénea multiplicidad de grupos lo mismo de la izquierda socialista histórica -salida de la clandestinidad- que de movimientos sociales urbanos, rescoldos de los viejos y desgastados partidos de izquierda electoral y no pocos desilusionados del PRI, se fortaleció en la coyuntura sin haber logrado la ansiada unidad en torno a una plataforma ideológica común y un  programa de acción con visión de largo plazo.

Sometiéndose a las reglas electorales de un sistema político nacional prediseñado para la continuidad del partido hegemónico en el poder, más temprano que tarde el PRD fue cooptado, asimilado y ganado por la corrupción y espurios intereses personales y de grupo, deviniendo en lo que hoy conocemos como el costal en el que, cual perros y gatos, tribus de lo más disímbolas andan a la greña permanentemente.

Teoría y práctica revolucionaria se diluyó en el camino para unos, en tanto que para otros, simplemente nunca abrazaron ideología y programa de acción alguna que les identificara como de izquierda, en los términos históricos de la connotación de tal definición política.

Los mejores tiempos electorales en la breve historia del PRD, se dan con el impulso a las candidaturas de Cuauhtemoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, respectivamente, que en su momento recogieran, canalizaran y capitalizaran el creciente descontento popular  frente a un régimen político, agotado que, de la mano con el partido hegemónico, no supo o no quiso encontrarle la cuadratura al círculo, en la transición del modelo estabilizador de desarrollo al proyecto neoliberal en boga.

Para los tecnócratas que para entonces se incrustaran en la administración pública para más tarde hacerse del poder formal en México, se encontró más cómodo y conveniente el transitar por el camino de la alternancia con la derecha antes que permitir el acceso de las izquierdas a la conducción del país. El papel asignado al PRD de comparsa en la democracia electoral simulada, hasta ahí llegó en sus aspiraciones por ganar el acceso a la primera magistratura del país. Topo con pared como instrumento político útil pero incómodo para el sistema dominante.

De ahí  para adelante, se conformó con las migajas, obteniendo algunas gubernaturas, alcaldías y representación tanto en el Congreso de la Unión como en las legislaturas locales. Perdido en la coyuntura el objetivo inicial, la pugna por el reparto de canonjías y prebendas, los arreglos en lo oscurito por mayores tajadas del pastel asignado, ha sido la constante.

En un permanente todos contra todos, los “liderazgos” tribales se divorciaron de la mayoría de las bases partidistas, alejándose de los movimientos sociales en que se apoyaran tanto para impulsar la candidatura presidencial de Cuauhtémoc como en su caso la de López Obrador. Hoy con dificultad el PRD se sostiene como la tercera fuerza electoral manteniendo su registro en tanto aún es funcional al régimen político. Debilitado y auto flagelado, el PRD se enfrenta en la coyuntura a la posibilidad de capitalizar una nueva y más fortalecida oleada de descontento popular con rumbo al 2012, sin el menor asomo de viabilidad. Si aún le es útil al régimen, para la gran mayoría del pueblo de México dejó de ser referente de la izquierda nacional.

Carente de visión de largo plazo, privilegia al personaje que mejor conviene a sus intereses y no a un proyecto de nación con el que se apueste al cambio y transformación del país. De ahí que de espaldas a sus propias bases y a la realidad nacional, los “liderazgos” tribales en la cúpula se polaricen entre optar por una candidatura de unidad con Andrés Manuel o con Marcelo, auspiciando división y dispersión entre sus filas. El cochinero y la búsqueda del acceso facil a la mazorca, de antemano pierde a las tribus en un nuevo intento coyuntural por ascender en la escala del sistema político nacional, dejando libre el camino ya no al PRI sino al PRIAN que, con el común acuerdo de los dos partidos con mayor presencia en México, representa los intereses de una derecha conservadora vinculada a los poderes fácticos domésticos y externos.

Para algunos poco informados, lo que alcanzan a percibir e interpretar es un “pleito brutal” entre López Obrador y Marcelo Ebrard, sin entender que el problema por el que atraviesa el PRD es de carácter estructural, resultado de una crisis general del sistema político nacional que se expresa con mayor profundidad en el eslabón más débil de los tres partidos mayoritarios. Lo que para el PRD está en juego es su supervivencia como ente político colaboracionista y afín al sistema, en tanto que para el movimiento que encabeza el político tabasqueño, con perspectiva de largo plazo, lo que se juega es el como ir más allá del 2012 como un nuevo partido político de izquierda que represente a las fuerzas progresistas en México.

Así que, resumiendo, la disputa política que no pleito personal entre los dos aspirantes del partido del sol azteca a la candidatura presidencial, no es otra que, por un lado, el objetivo de supervivencia del desgastado PRD como representante de la izquierda electoral y, por el otro, el afán del Movimiento de Regeneración Nacional de ser este, como partido político, el que impulse con visión de futuro un nuevo proyecto de nación acorde con la nueva realidad del país, desplazando y sepultando a lo que queda del partido del sol azteca. Bajo esta óptica, el PRD está muerto y aún insepulto para la vida política futura de México.

Las presuntas diferencias personales entre Marcelo y López Obrador, a mi juicio no pasan de lo anecdótico alimentando mediáticamente los buenos deseos de la derecha. Si Ebrard gana la mayoría de preferencias necesitará de “Morena” y de Andrés Manuel para hacer un papel medianamente digno como candidato en la elección presidencial. Si al contrario, en la selección interna triunfa Andrés Manuel, con o sin Marcelo, con o sin “los chuchos”, e incluso con o sin el PRD, el nuevo proyecto tanto de las izquierdas como de la nación para el mediano y largo plazo contemplará en el 2012 la búsqueda de Los Pinos como una meta, un alto en el largo camino por recorrer en el proceso democratizador de la vida nacional.

El propósito y objetivo último del Movimiento Nacional de Regeneración es la transformación de México, en tanto que los propósitos del PRD se circunscriben a objetivos y metas cortoplacistas de reparto de prebendas, así como del usufructo de las prerrogativas que de acuerdo con la legislación vigente, les otorga el pueblo de México. A mi juicio, ahí residen las diferencias.

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