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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Sin pena ni gloria se celebró en tierras veracruzanas la XXIV Cumbre Iberoamericana. Con importantes ausencias, legaciones de 22 países bordaron en vano con buenos propósitos en torno a una realidad global que, como bien señala José Mújica, presidente de la República Oriental del Uruguay y el único que explícitamente se solidarizó con el pueblo de México, no se puede ocultar con  el paraguas.

Cumpliéndose con la parafernalia protocolaria propia de estas estériles reuniones, el presidente Peña como anfitrión, no pudo evitar que la preocupación en el seno de la Cumbre y en el exterior de los recintos destinados para el efecto, se concentrara implícitamente en la profunda crisis que se vive en México y la incapacidad nuestro gobierno para darle un cauce satisfactorio.

La temática, como suele suceder en Cumbres de igual naturaleza, giró en torno al crecimiento, innovación y desarrollo, así como  la cooperación económica y social para la construcción de sociedades más justas. Peña Nieto le definió como la oportunidad para potenciar la riqueza en los países concurrentes, desentendiéndose de la crisis globalizada que rondando los terrenos del estancamiento y recesión,  hace nugatorios los esfuerzos neoliberales por darle salida en el marco de las reglas impuestas por las grandes potencias.

Y en este orden de cosas, la mandataria brasileña de haber asistido es la única que podría aportar algo a nuestro país en la reactivación económica, ya que con excepción de Uruguay, tanto España como la mayoría  de países iberoamericanos con mandatarios y Jefes de Estado presentes en la Cumbre, se encuentran en igualdad de condiciones críticas que México. Sin embargo, Dilma Rousseff está más comprometida con la agenda de UNASUR que con América del Norte.

Independientemente de los logros que pudieran haberse alcanzado en conversaciones bilaterales entre los mandatarios asistentes, las conclusiones generales y acuerdos específicos dados a conocer al término del encuentro, no son nada alentadoras para el bloque iberoamericano como tal. Dando la impresión de que los acuerdos signados son más buenos propósitos y lugares comunes que compromisos viables.

Propósitos como poner empeño en promover la inclusión de los sectores más marginados y de construir sociedades igualitarias, al tiempo que trabajar en estrategias para garantizar una educación universal y de calidad,  en un clima de fortalecimiento de la Conferencia Iberoamericana para una cooperación horizontal que refleje la realidad de la región, son sólo palabras de dientes para afuera cuando la prioridad real es como salir airosos de la crisis globalizada en cada uno de los países participantes.

La Cumbre satisfizo el libreto preestablecido, cumpliendo, para el presidente de México como distractor a la par que oportunidad para recuperar autoridad en el ámbito internacional. Empero, la crisis en México sigue, profundizándose bajo una dinámica en la que los tres poderes de la Unión y los tres órdenes de gobierno, están atrapados frente a una auténtica rebelión de la sociedad movilizada,  a la que no satisface ni la temática del control de daños propuesta por el Sr. Peña Nieto ni la respuesta a bote pronto tanto de los órganos de procuración de justicia como del poder legislativo.

La interrogante que flota en el aire, es: ¿Qué sigue? Cuando 2014 concluye sin restañarse aún  las heridas abiertas.

Hojas que se lleva el viento.

Habida cuenta de que el gobierno de Veracruz no tocó baranda en la organización, desarrollo y clausura de la Cumbre Iberoamericana, al titular del poder ejecutivo estatal le tocó jugar el papel marginal de convidado de piedra y, por más esfuerzos que se le acreditan por estar cerca y tomarse la foto, tanto con el Sr. Peña Nieto como con los mandatarios asistentes, su presencia careció de relevancia alguna, pese a que su vocero y coordinador de comunicación social afirmara lo contrario en sus ya clásicos anuncios de ocasión.

Salvo, claro está, el que para el presidente de México sea relevante el clima de inconformidad social que se manifestara en diversos puntos de la entidad veracruzana durante la Cumbre, dándole marco a la inocultable crisis de gobernabilidad y de inseguridad que con carácter expansivo va cubriendo la casi totalidad del territorio nacional.

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Concluidos tanto los Juegos Centroamericanos y del Caribe como la XXIV Cumbre Iberoamericana, Veracruz retorna a su permanente estado de letargo, disponiéndose sus habitantes a terminar el año en las mejores condiciones posibles; dándose espacio para albergar un poquitín de esperanza y optimismo y pasar las fiestas decembrinas sin sobresalto que altere tranquilidad en el seno de la familia y en el ya de antemano desfondado bolsillo.

Por cierto que las comparecencias de los integrantes del gabinete del jefe ejecutivo estatal que ya también quedaran atrás, aparte de prácticamente no interesar para nada a nadie, confirmaron tanto la vacuidad del IV Informe de Gobierno del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa como la mediocridad de  diputados locales y comparecientes de entre los cuales, destaca el secretario de turismo, que se aventó la desafortunada puntada de elevar al infinito tanto el número de visitantes como derrama económica a lo largo del IV año de gobierno en la actividad bajo su responsabilidad, mereciendo la rechifla de un respetable harto de engaño y simulación.-

Xalapa, Ver., diciembre 10 de 2014.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Todo el país ha sido cultivado con mucho esmero durante los años recientes para que se esparza en él la desobediencia y la insurrección”. José M. Murià

Gobernador de Veracruz

Gobernador de Veracruz

Estimo que en el estilo personal de gobernar cuenta, y cuenta mucho si no es que lo determina, el origen, las raíces familiares, el entorno de crecimiento y desarrollo, educación, experiencia, ambiciones personales y, sin duda, el estilo de vida a que está acostumbrado el gobernante. Salvo un excepcional garbanzo de a libra, considero que nadie en la llamada clase política escapa a esta condicionante.

No es por tanto casual el que en Veracruz suframos un gobernador como el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, cuyo estilo personal de gobernar a mi juicio acusa pobreza de atributos sólidos en su hoja de vida.

En la entidad y fuera de ésta, tal estilo es considerado mediocre y, dada la conformación de nuestra clase política en México, eso es ya decir mucho, más cuando el estilo de gobernar no se ve reforzado con una mediana visión de Estado, sensibilidad, tacto y voluntad política en el desempeño de la función para la cual fue electo. Atributos estos que se sustituyen con alegórica fantasía y triunfalismo mediático, pagado y sin sustento, al cual es aplicable la fábula del emperador desnudo.

Hombre de pocas luces

Si el gobernador veracruzano superara en algo la mediocridad y egocentrismo en su estilo personal de gobernar, habría empezado por rodearse de un equipo de funcionarios preparados, eficientes y eficaces que suplieran sus deficiencias y carencias y, además, desde el inicio de su mandat, romper el cordón umbilical que le mantiene atado a su padrino y antecesor en el ejecutivo estatal. Lejos de ello, así como se ha mantenido el lazo que le une a Fidel Herrera Beltrán, en la misma forma se rodea y hace equipo o establece relaciones de complicidad, con lo más atrasado de nuestra aldeana clase política.

Ser sensible a las necesidades del pueblo que gobierna, saber observar, valorar la realidad y escuchar para actuar en consecuencia, al fin hombre de pocas luces no se le da; sus limitaciones reflejadas en su hoja de vida no se lo permiten. Si a ello le agregamos tozudez para conservar y preservar su propia visión de una realidad inexistente, el retrato hablado está completo.

Luego es absurdo el pretender que el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa sea congruente con la situación de profunda crisis que hoy día vive México. No está ni en un talante autocrítico que pudiera orientarle, ni en su estilo triunfalista de gobernar; mientras México entero sufre una crisis combinada de estancamiento económico, confusión e inmovilidad del régimen político, deterioro de un estado de derecho cuestionado, así como una movilización social sin precedentes que en la calle expresa descontento y hartazgo, para el gobernador en Veracruz se vive una próspera etapa de prosperidad, seguridad, paz social, economía boyante y en constante crecimiento, acompañada por la aceptación, credibilidad y confianza en las instituciones de los gobernados.

Si el Sr. Peña es incapaz de lograr encontrarle la punta al mecate, desbarrando y dando palos de ciego para poner a salvo ya no su personal proyecto de nación y presuntas reformas estructurales que le sustentan, sino como prioridad su mandato constitucional, en Veracruz el gobernador presume y lo divulga a los cuatro vientos, de que aquí las cosas son diferentes, aquí sí se sabe cómo gobernar.

Ya no es carencia de tacto político que exige guardar cuando menos las apariencias, sino pecado capital de incongruencia y ausencia de visión de Estado. Pasando por alto que Veracruz no sólo es parte y responde al todo nacional, sino que además contribuye en gran medida al deterioro que en todos los órdenes acusa el Estado-Nación. El análisis, diagnóstico y resultados reflejado en estadísticas oficiales divulgadas ampliamente, así lo confirma. Y aun así, el Sr. Dr. Duarte de Ochoa ni suda ni se acongoja, insistiendo cotidianamente en su visión triunfalista de una realidad que no entiende o no quiere entender. Los problemas que aquejan al presidente de la república no son problemas de la incumbencia del gobernador de Veracruz, así de simple.

Para tranquilidad de nuestra conciencia y salud mental, ya no le exijamos peras al olmo con desgastantes señalamientos, crítica y denuncias. Es tan desgastante como estéril perder el tiempo en ello cuando hay otros temas de mayor relevancia de los que ocuparse y preocuparse. Faltan dos años para que termine la pesadilla, el aguantar es la opción. ¿O existe otra?

El proceso electoral en marcha.

Y en este marco se ubica el actual proceso electoral que desembocará en la entidad con la elección de diputados federales. Proceso de capital importancia para el Sr. Peña, exigido a contar con mayoría absoluta en el Congreso de la Unión y que en la entidad veracruzana es desdeñado, privilegiándose en el orden de prioridades electorales la sucesión en el gobierno de Veracruz. ¿Falta de control de la vida política por parte del gobernador? ¿O es el no entender donde tiene puesta la prioridad electoral el presidente de México?

Lo más grave es que son las dos cosas. Ni hay control ni se entiende la señal presidencial. De otra manera los madrugadores senadores no andarían por la libre agitando e avispero, ni el fuego amigo al interior del partido gobernante estuviera poniendo en riesgo en la entidad el por cierto ya dudoso triunfo del PRI en la elección del año próximo. ¿En 2015 vamos a elegir gobernador de dos años o diputados federales? Se pregunta una población confundida.

Si el no saber gobernar es el estilo personal que prevalece, en la hoja de vida del Sr. Dr. Duarte de Ochoa está la respuesta, no hay de otra y así lo debemos aceptar para no seguir dando vueltas a la noria, exigiéndole más de lo que el gobernante puede y está dispuesto a dar.

Para estar en consonancia, pensemos en cuál en una muy flaca caballada, será la mejor opción para suceder al actual mandatario y olvidemos el desgranar la mazorca tratando de encontrar en la mediocridad de la llamada clase política, las mejores opciones para ocupar en el 2015 una curul en la Cámara baja del Congreso de la Unión. O de plano, si convencidos estamos de la inutilidad de tratar de que las cosas cambien para bien en los terrenos de la partidocracia, dejemos que se sigan haciendo bolas, gobernador, partidos y políticos, y esperemos con paciencia la hora del sumar a favor del voto de castigo.

Hojas que se lleva el viento.

Dentro de lo relativo que es lo que debemos entender por libertad, destaca el descaro del deteriorado régimen político mexicano, que nos receta una llamada ley de movilidad universal para proteger los derechos de terceros atentando contra los derechos de todos, en su esfuerzo por tapar el pozo tras el niño ahogado. Lo que no se atreven a decir explícitamente diputados, senadores y el mismo Sr. Peña, “autor” de la iniciativa, es que ante el miedo de que la movilización social tome el camino de una auténtica y legítima rebelión, están optando por el camino fácil de un estado de excepción en México que les de seguridad.

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Para “la gente bonita” lo más destacado de la XXIV Cumbre Iberoamericana que inicia mañana en Veracruz, es el contar con la presencia del rey de España, mandatario que representa lo más rancio del trivial glamour de la aristocracia europea en el ámbito de la crisis económica, corrupción, saqueo y exclusión. Para “la prole” el referente principal indudablemente será José Mújica, presidente de la República Oriental del Uruguay, hoy por hoy paradigma mundial de gobernante honesto y comprometido con su pueblo. Dos visiones en el México dividido, polarizado y transitando por la peor crisis de Estado en los últimos cincuenta años.

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No nos esforcemos en ponerle cortinas al edificio cuyos cimientos apenas estamos pretendiendo construir. Todo a su tiempo, el cambio y transformación del país es un proceso largo, azaroso y no libre de obstáculos que exige voluntad, toma de conciencia, serenidad, trabajo, disciplina, sacrificio, noción de unidad basado en la solidaridad y respeto al pluralismo, así como visión de futuro y mucha paciencia confiando en la fortaleza de un pueblo dispuesto.

No por mucho madrugar amanece más temprano, diría mi abuela y eso cabe para quienes estén dispuestos a transformar a México poniéndolo al servicio de todos. Si no es hoy con nosotros, será mañana con las nuevas generaciones, pero será y en ello hay que confiar.

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