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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Difícil si no es que imposible tratar de rasguñar el futuro incierto cuando nos aferramos a ser lo que éramos hace apenas un instante… Reflexión personal

Cuando la vida cotidiana gira en torno al cardiólogo, al gastroenterólogo, al odontólogo, al oftalmólogo, al urólogo, al gerontólogo, al terapeuta y su correlato de análisis clínicos, dietas especiales y demás obligaciones que nos impone el peso de la edad, es la hora de hacer un alto en el camino y reflexionar sobre lo que a nuestro escaso juicio justificara nuestra presencia en el mundo de los vivos.

La hora del balance entre lo que somos y lo que hubiéramos querido ser, lo que recibimos, lo que dimos y lo que no dimos de nosotros mismos a nuestros semejantes, aceptando con talante autocrítico que en nuestra precaria existencia es más lo que esperamos que lo que logramos al paso del tiempo.

Con el México que nos viera nacer, algo hay de eso. A doscientos años de declararnos independientes de unos voraces colonizadores que nunca se fueron de la vida nacional, observamos que la salud del país siendo deficitaria, se deteriora aún más día con día, debiendo recurrir a especialistas que, a cual más, diagnostican minusvalía, sin ofrecer otra cosa que recetas extra lógicas, sin dar oportunidad al paciente de enfrentarse por sí mismo a una agobiante realidad.

Es la hora de hacer un alto en el camino. Retomar la sabiduría de un Morelos, la insistencia indomable de un Zapata por defender lo que es de todos, la audacia de un Francisco Villa, la visión de futuro de los Constituyentes del 57 y 17, o el espíritu nacionalista de Lázaro Cárdenas y, a la luz de su experiencia vivida reflexionar sobre lo que un rico pasado histórico devino en mediocridad, corrupción, desigualdad, pobreza y remedo de vida en democracia.

Postrado de rodillas frente a los poderes fácticos, el México de hoy requiere de sus hijos para con ambicioso talante crítico y autocrítico, formular un balance entre lo que esperábamos como país independiente, soberano y próspero y lo que hoy al paso del tiempo con pesar contemplamos frente al espejo. Ya no para prolongar lo decrépito de una sociedad que en el tiempo perdiera lo mismo rumbo que principios y valores, sino para ofrecer un México mejor para las nuevas generaciones.

Si la senectud en el hombre es el anuncio ineluctable de lo que pudo haber sido y no fue, en un país potencialmente beneficiado para tenerlo todo, es oportunidad para un renacer rico en experiencia acumulada, en nuevos bríos para desprenderse de lo que sobra en las alforjas y afrontar el presente con visión de un futuro digno de la raza humana.

Para mi generación ya es algo tarde para ello, se va cerrando el ciclo. Perdimos tiempo y energía. El balance es negativo; siendo mayor el déficit que el logro transformador que haría de nuestros sueños libertarios realidad. La vida se agota y magra herencia dejamos; es más lo que las nuevas generaciones reclaman para sí y las venideras que lo que queda de aquella imagen de país a la que muchos aspiráramos en nuestros años mozos.

Es ahora la oportunidad para las generaciones que precedemos de demostrar de qué están hechas para retomar memoria histórica y pugnar por hacer realidad el sueño de ese gran patriota -entre otros de igual talla universal-, el cura Morelos y Pavón, siervo de la entonces joven Nación.

Es su hora, México reclama de su juventud la reconstrucción nacional, sabiéndose de antemano que sabrán en la reflexión sobre su pasado, presente y expectativas de futuro, encontrar el hilo conductor de la historia en el quehacer cotidiano de hombres y mujeres comunes, en la vitalidad de un pueblo que en sus orígenes e identidad encuentra voluntad y fuerza para que cual Ave Fénix en un permanente renacer, flaqueza y renuncia no sean nunca las últimas palabras en lo perenne del sueño libertario.

Hojas que se lleva el viento

Si la clase política abandonando ideología como guía para una acción consecuente ha optado por un grosero pragmatismo, la sociedad civil desconfiando del futuro le juega las contras con la misma moneda, atendiendo a los tiempos políticos con singular intuición; habiendo aprendido a vivir en la coyuntura ni suda ni se acongoja ante el fenómeno que en Veracruz viven los que viven de la poliquería electoral, el de “los adelantados”. Todo a su tiempo, de ahí que resulte harto ocioso el que los senadores veracruzanos descuiden su compromiso con la entidad federativa que representan para darse baños de pueblo, ofertar lo que no está en sus manos dar y cacaraquear las reformas del Sr. Peña como panaceas para alcanzar una tan incierta como volátil prosperidad. Todo a su tiempo cuando lo que sobra es tiempo y la llamada sociedad civil se lo toma en serio, ignorando propósitos, objetivos y falsas promesas de precampañas tempraneras; viviendo su día a día con relativo éxito y dentro de las posibilidades que su realidad ofrece, a sabiendas de que un gobierno partidocrático corrupto y simulador no es garantía de futuro. Si la clase política, no ve, no escucha, el pueblo llano pie a tierra vive con intensidad su presente velando armas para lo que el mañana depare.- Xalapa, Ver., abril de 2014

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Al tenor de la frase clásica, ni perjudicó ni benefició, sino todo lo contrario, quiero calificar así al año que culmina. Estancamiento y retroceso en todos los órdenes de la vida nacional como herencia de una primera alternancia virtual y, más de lo mismo en el marco de una elección presidencial cuestionada, por decir lo menos, con la que se inicia una nueva edición corregida y aumentada del retorno del PRI a Los Pinos que, en lo sustantivo se niega al reconocimiento de la profundidad de la crisis que nos inmoviliza y, por ende, a corregir rumbo y destino.

Esperanza de cambio como quimera entre las mayorías, y gatopardismo como ofrenda gubernamental a la ingenuidad masoquista de los mexicanos. Celebración de la ratificación de la derecha como hilo conductor de la historia nacional y lamentos y desgarre de vestiduras de un fracaso más de la izquierda en el terreno electoral, como síntesis del final de un ciclo y el inicio de otro.

Visión personal que indudablemente pareciera lleva consigo una gran carga de pesimismo, cuando mediáticamente se afirma lo contrario. Una cosa es el fallido gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y otra, muy distinta, la renovada esperanza que anima a los mexicanos con el gobierno de Enrique Peña Nieto, se propala por todos los medios.

Nada nuevo bajo el sol, modorra inercial de un México sin rumbo y sin destino cierto y la indiferencia de una mayoría acotada por la desinformación mediática y secuestrada por una partidocracia rampante al servicio de una voraz minoría. Es el México de ayer de hoy, y de siempre que bate palmas por lo que nos deja el viejo año anunciando con fanfarrias el inicio de otro ciclo anual, tan malo o peor que el que se va. Ni uno ni otro, preñados de inmovilismo y carencia de visión de futuro, perjudican ni benefician, sino todo lo contrario a un pueblo que se niega a sí mismo cifrando sus esperanzas en el Dios omnipotente  hacedor de incierto destino.

El tiempo no perdona, la realidad sigue su curso río abajo arrastrando todo entre sus turbulentas aguas; Ayeres acumulados siempre en espera del cambio que no se da, pesan sobre la espalda cada vez más encorvada, los sueños juveniles de un mejor mañana, ahora difusos, inalcanzables se escapan como arena entre las manos.

No hay un mañana, siempre el presente recreando el pasado borra entendimiento y esperanza, aunque esta, muriendo al último, no deja de ser compañera de camino de la incesante lucha por la quimera que nos acompañará a la tumba. La edad y la cercanía de la muerte fortalecen la impaciencia. El saber que no alcanzaremos a ver el futuro anhelado alimenta el egoísmo de los viejos, pretendiendo quemar etapas caemos en querer arrebatarle el futuro a los que precedemos en el camino andado.

Todo a su tiempo, nos dice el sabio tiempo, mientras nos arrebata el tiempo para alcanzar a tener entre las manos el fruto por largos años anhelado, otorgándonos a cambio el bien logrado pesimismo que aniquila.

Y sin embargo, el sueño en la brevedad de la vida que se extingue es perenne y, muy en lo profundo, aún acariciamos con optimismo la idea de que nada es eterno,  la posibilidad de cambio y un mejor mañana para el país que nos viera nacer, iluminan el último tramo por recorrer.

Mientras haya vida la lucha continua y a esta última idea me aferro. Quiero compartirla con quien quiera compartirla, deseando sinceramente que  no por inalcanzable hombres y mujeres, jóvenes y viejos de buena voluntad desmayen en perseguir la quimera que alimenta sueños y realizaciones. Por el bien de México que el 2013 en la permanente pugna del hombre contra lo humano, deje algo positivo en nuestros corazones.

Como colofón, traigo a la memoria las palabras al pie de la horca del patriota y dirigente comunista checo, Julius Fucik:: “He vivido por la alegría, por la alegría he ido al combate, y por la alegría muero. Que la tristeza nunca sea unida a mi nombre. Hombres: yo os amé. Estad alertas.» Frases de un militante revolucionario que supo encontrar su sino en el perseguir un ideal trascendente; sin disposición a entregar la vida con alegría por aquello en lo que creemos y defendemos, la brevedad del ser y querer ser resulta estéril.

Hojas que se lleva el viento

Pedro Ojeda Paullada falleció hoy sábado a la edad de 78 años. Quien esto escribe sirvió bajo sus apreciables órdenes como Delegado Federal de Pesca en Quintana Roo. Descanse en paz.-

Cd. Caucel, Yuc., a 29 de diciembre del 2012

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Pulso crítico

 J. Enrique Olivera Arce

 «No soy un libertador. Los libertadores no existen. Son los pueblos quienes se liberan a si mismos»
Ernesto “Che” Guevara

 En diversas ocasiones me he referido a la cada vez más clara percepción de que el sistema político nacional atraviesa por una profunda crisis, que hoy, a mi juicio, con la elección del 2012 en puerta parece confirmarse con la confrontación entre los Poderes federales, Ejecutivo y Legislativo; el show mediático de la detención de Jorge Hank Rhon, y el cuestionamiento del Poder Judicial por la liberación de toda responsabilidad de Onésimo Cepeda, dos pillos de cuidado a los que se les extiende patente de impunidad estrictamente por razones políticas.

 Confirmación que exhibe un más que evidente resquebrajamiento del Estado de derecho en México, y que se hace acompañar por claros indicios de pérdida de gobernabilidad, vacío de poder frente a la delincuencia organizada en diversas regiones del país, así como de una notoria ausencia de representatividad y control por parte de los partidos políticos. Factores que contribuyen al deterioro del tejido social.

 Sin embargo, en mi apreciación no tomaba en cuenta la otra cara de la moneda: la crisis que acusa la sociedad misma en su conjunto que, para bien, parece ser de crecimiento con la irrupción de los jóvenes en la búsqueda de nuevas expectativas de participación, desarrollo y paradigmas acordes con la nueva realidad global.

 El haber leído el artículo La crisis del imaginario social. Inteligencia colectiva, las nuevas Dos Españas y un cine que habrá que construir, del cineasta contestatario español Gerardo Tuduri, publicado en su blog de internet, me ha permitido reflexionar sobre ello; intentando entender y aceptar que al no considerar la totalidad del fenómeno, su interrelación, y su mutua retroalimentación en el marco de la crisis sistémica derivada del agotamiento del neoliberalismo a escala global, todo intento por acercarme a un mínimo de comprensión de la realidad, me resultaba insuficiente.

 El leer a Tuduri, me aclara que la crisis del sistema político mexicano, en su expresión partidocrática, no puede separarse de la crisis del imaginario social, alimentados ambos fenómenos por el agotamiento del modelo económico neoliberal global. Van dialécticamente de la mano, aunque con diferente velocidad expresándose de manera desigual y asincrónica.

 No puede uno acercarse a la comprensión de ambos fenómenos tratándoseles por separado, constituyendo una unidad indisoluble cuya dinámica está determinada por el origen, desenvolvimiento, y consecuencias presentes y futuras del modelo económico dominante.

 Partiendo de la experiencia de la “acampada del 15-M” en la Plaza madrileña del Sol, Gerardo Tuduri se plantea que: “En cuatro semanas de Movimiento, no es posible reconocer lider o lideresa alguna de forma nítida sino caras que han ejercido funciones de manera frecuente…”. “Lo que parece suceder es que cuando se trata del ámbito común, de lo político común, algo se activa en este movimiento que suspende (no elimina) el interés individual. Las operativas colectivas que han irrumpido en nuestra sociedad a través del 15-M han tocado otros resortes a nivel humano. No los ha inventado, los ha activado…”.

 A partir de esta reflexión Tuduri saca en conclusión que este fenómeno es la expresión de una “…crisis de un tipo de imaginario social ante el nacimiento de una realidad inmersa en otro y que ya muta con gran rapidez. La puesta en escena de la otra política que ha sido la Plaza del Sol con sus asambleas y casi sistema de vida, al mismo tiempo que se desmonta, no ha hecho más que crear otras situaciones que abruman el imaginario: los lugares públicos intocables se están viendo invadidos por grupos de personas o verdaderas multitudes en otros casos. Lo colectivo de un movimiento como el 15-M parece a-rrepresentacional, si entendemos como representación las antiguas imágenes con las que operábamos…”.

 Explicándose que se trata de “Un movimiento horizontal de personas sin cúpula  que no responde ya a las viejas categorías del imaginario social, que nos gobiernan como fantasmas nómadas”.

 “Los líderes, la cúpula, los cabecillas; una masa, participantes de relleno, seguidores, convencidos, seducidos por esos líderes que les nutren de argumentos, los grandes hombres, quedan como viejas codificaciones, caducas, obscenas, de chiste <…>. Un estado de crisis de nuestro imaginario como el que estamos viviendo, trae como consecuencia, un obligado despertar. Ya no como gloria de alguna iluminación sino simplemente como ejercicio cotidiano ante la aceleración de los hechos a los que debemos mirar minuto a minuto. Para mirar hay que estar despiertos. Incluso en los que deseábamos un acontecer revolucionario para este país, el imaginario previo debe entrar en crisis. La imaginería de la revolución tienen que dar paso a los hechos revolucionarios, siempre más desbordantes, más cutres, más locos, más incomprensibles, más idiotas, que nuestra comprensión: “si la comprendes, no es una revolución”.

 Reflexiones de un cineasta progresista que posiblemente tocaría a los estudiosos tomar en consideración para una profundización y mayor comprensión de un fenómeno, al parecer por ahora irreversible, que atañe ya a  la aldea global en su conjunto. Los movimientos sociales impulsados por las nuevas generaciones, están tocando a la puerta de un nuevo orden social. Lo colectivo, el nosotros solidario, se le impone en épocas de crisis al individualismo que históricamente nos es dictado desde las estructuras de poder.

 Tuduri afirma que: “Hoy son otros tiempos. No hay «grandes hombres» donde fijar la vista…”, refiriéndose sin duda a una nueva etapa histórica en la que la crisis de lo caduco que no acaba de morir, se hace acompañar de una crisis de crecimiento de una sociedad que no cabiendo ya dentro de los moldes a que está sujeta, pone en duda paradigmas superados por la realidad presente, apuntando a la construcción del hombre del mañana.

 Aunque cabe señalar que se podría estar idealizando un movimiento social que podría disolverse sin más en su condición embrionaria, o bien prolongarse a lo largo de todo un periodo histórico, bien vale plantearse -siempre a mi juicio-, la necesidad de abordar por igual, lo mismo la crítica de la estructura del poder, como de todo el andamiaje teórico que ancla a la izquierda en el pasado, tamizándoles a la luz de las nuevas realidades que, nutriendo la percepción del hombre común, construyen el cambiante imaginario social.

 La lectura de Gerardo Tuduri me remite a otro texto. Este, ensayo del pintor mexicano Jacobo Silva Nogales, bajo el título de: La política como extracción de una forma particular de plusvalía”, complementa las reflexiones del cineasta español, abordando la analogía entre explotación económica y política en el capitalismo, partiendo de la idea de que Lo nuevo se comprende mejor cuando se expresa en términos de lo ya conocido”.

 Jacobo Silva Nogales concluye en su ensayo, entre otras cosas, con que:

 “Nuevos conceptos, nuevos enfoques, nuevos encuadres se hacen necesarios al internarse en terrenos insuficientemente explorados todavía y en los que no existen caminos andados y en los que no basta con la terminología en uso. Mucho más ocurre esto en la lucha social, donde hasta el terreno aparentemente conocido se ha transformado profundamente en las últimas décadas. Nuevos sentidos comunes acordes con la realidad contemporánea y opuestos a los falsos que se pretende imponer desde el imperio, nuevas formas organizativas que eliminen de sí mismas lo que pretenden abatir, que reconstruyan sobre bases nuevas, acordes con las nuevas situaciones los tejidos sociales debilitados ya por la estrategia de la dominación de espectro completo, eso se requiere con carácter urgente.<…> El Estado, el poder, las clases, los objetivos, la estrategia, la táctica, deben verse bajo una nueva óptica, para detectar en ellos los nuevos aspectos y matices que ahora es posible percibir y poder ir más allá de lo que se ha ido hasta el momento presente.

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El desempleo juvenil alcanzó niveles históricos a causa de la crisis económica global, con una tasa mundial del 13 por ciento en 2009 y la perspectiva de que aumente este año, según informó hoy la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
«Los jóvenes ya no saben dónde ni cómo buscar empleo», dijo Steven Kapsos, economista de la «Unidad de Tendencias de Empleo» de la OIT en Ginebra, donde se presentó el informe sobre Tendencias Mundiales del Empleo Juvenil 2010 con ocasión del lanzamiento del Año Internacional de la Juventud de Naciones Unidas.

Según el informe, de los 620 millones de jóvenes económicamente activos en el mundo entre 15 y 24 años, 81 millones estaban desempleados a finales del 2009, el número más alto de la historia. En porcentaje, el desempleo juvenil aumentó de 11,9 por ciento en 2007 a 13 por ciento en 2009, y la OIT prevé una subida de hasta el 13,1 por ciento para finales de año.

Además, dentro de este grupo son las mujeres quienes afrontan más dificultades a la hora de encontrar empleo; en 2009, la tasa de desempleo juvenil femenina fue del 13,2 por ciento, en contraste con el 12,9 por ciento entre los hombres.
El desalentador escenario hace que ya se hable de la «generación perdida», que denomina al «grupo de jóvenes desanimado que, después de una larga y frustrada búsqueda de empleo, se excluye del mundo laboral», explicó Sara Elder, economista de la OIT. Crónica del Poder

Pulso Crítico

J. Enrique Olivera Arce

Los candidatos a la gubernatura velan armas. Tras el registro y su aceptación por el Instituto Electoral Veracruzano, habrán de iniciar el sábado 15 de mayo sus campañas formales en pos del voto ciudadano, que definirá quién de los tres aspirantes gobernará a la entidad.

El reto es convencer. El objetivo, una mayoría de votantes potenciales ajenos a los partidos políticos y coaliciones en contienda, entre los que destaca un amplio espectro de jóvenes que ya sistemáticamente vienen dando la espalda a la elección de representantes populares. Mismos a los que los candidatos no tienen nada que ofrecer, como hasta ahora ha sido observado en las llamadas eufemísticamente “pre campañas”.

Poca importancia se le dio  por parte de los precandidatos a la información que divulgara Sergio Vera Olvera, Vocal del Registro Federal de Electores en Veracruz, en torno al hecho de que 160 mil jóvenes contarán con mayoría de edad para inicios de julio, y 128 mil no tramitaron su credencial de elector. Hecho que el propio funcionario calificara como  grave, en la medida que “demuestra fehacientemente el que los políticos no han despertado ningún tipo de entusiasmo en la juventud que le concite a participar electoralmente”.

Contextualizando lo anterior en el marco del actual proceso electoral, el número de jóvenes que dan la espalda a una elección que debería ser relevante en función de que en ello va de por medio el futuro de Veracruz y sus propias expectativas de realización personal, pone en entredicho el exceso de confianza que la clase política tiene depositada en la juventud. Sin excepción, sin distingo partidista, se parte del supuesto, primero, de que este sector de la población es homogéneo y, segundo, que el pretendido relevo generacional en la vida política de la entidad ha calado hondo en los jóvenes, como lo afirma de manera categórica la corriente priísta de la “Fidelidad” en Veracruz.

Respecto a lo primero, no se puede tasar con tabla rasa a una juventud en principio plural, que no escapa a las condiciones de desigualdad económica, social y cultural que privan en la entidad, por no decir que en todo el país; cada joven en el seno familiar, piensa y actúa según su origen regional y de clase, según le va en la feria a sus padres, hermanos o parientes y amigos cercanos, reafirmándose su particular percepción de la realidad y su entorno cercano, al socializar con otros jóvenes de igual o diferente estatus, en el barrio, la escuela, el taller o en el surco.

Adicionalmente, la diferencia de género establece también proyectos diferenciados de vida para los y las jóvenes; las expectativas de inclusión, movilidad social, mejoría económica, oportunidades de empleo y educación, rol a desempeñar en la familia, no son comunes a ambos sexos. Luego no se puede generalizar metiendo a unos y a otras en el mismo costal.

En cuanto al pretendido relevo generacional en la vida política, para la gran mayoría de los jóvenes es más que entelequia, burda simulación. A nadie escapa que los cargos públicos recaen, salvo honrosas y muy contadas excepciones, en los hijos, entenados, protegidos o amantes de encumbrados políticos y empresarios. Para el pueblo llano, el futuro político de sus jóvenes, si bien les va, como subordinados termina en donde empieza el encumbramiento de la clase dominante.

Lo que la juventud tiene a la vista como paradigma de movilidad política en Veracruz, es la cada vez mayor presencia de oportunistas y vividores que siendo jóvenes piensan como viejos decrépitos, sin mayor motivación que enriquecerse cuanto antes; dignos herederos de la corrupción, impunidad y simulación, refractarios a todo cambio que implique trastocar sus intereses presentes y futuros.

Así que de cuál relevo generacional se estaría hablando, y qué políticas públicas destinadas a la juventud proponen los candidatos que pueda atraer a las nuevas generaciones de votantes. Sin embargo, tampoco podemos incurrir en el mismo error, generalizando. Las excepciones se dan confirmando la regla y un buen número de jóvenes escuchando el canto de las sirenas, ponen su mejor esfuerzo en aplicarse a una asimétrica competencia con la esperanza de que el poder “les salpique”, y puedan fundar sus expectativas de desarrollo personal en el ejercicio de la política y el servicio público. Pero de eso a considerar que nuestros jóvenes, sin más, expresen un especial entusiasmo por participar en un proceso electoral que sienten ajeno e impuesto a sus propias aspiraciones, hay mucho trecho; esto debería considerar todo aquel que en sus letanías proselitistas, pretenda ignorar  que la suma de dos más dos no necesariamente arroja como producto un cuatro.

Charlando con un grupo de jóvenes que contemplan en teoría a la participación de la juventud como oportunidad generacional para sanear la vida política, económica y social de Veracruz, impulsando el desarrollo y abatiendo la desigualdad y la pobreza, éstos me compartieron tales reflexiones; justificando el por qué no se sienten atraídos por los llamados a participar en el actual proceso electoral. “Los políticos no tienen nada que ofrecernos, están entregados a los poderes fácticos y no hay ninguna diferencia entre lo que nos propone el PRI, el PAN  ó los partidos que se dicen de izquierda”.

¿Y que proponen entonces? Les dije, pues con su manera de pensar y de actuar, les guste o no les guste están participando en la vida política de Veracruz, y habrán de influir para bien o para mal en el resultado electoral. Se asumen como fuerza beligerante pero a su vez no quieren comprometerse como jóvenes con un proceso que demanda la participación de todos. Si rechazan al PRI y al PAN al mismo tiempo que a los partidos de la coalición de centro izquierda, ¿cómo van a expresar este rechazo  en las urnas?

“No vamos a votar. Sería hacerle el juego a la mafia en el poder.”, dicen mecánicamente unos, en tanto que otros simplemente se encogen de hombros.

¿Ya pensaron en que la abstención lo mismo que el voto nulo numéricamente benefician al PRI o al PAN, fortaleciéndose la tendencia a un bipartidismo nefasto? Les pregunté.

“Peor sería el voto útil a favor del PAN como lo proponen  los chuchos que controlan al PRD en Veracruz”, contestaron en coro.

Cierto es que en el actual proceso electoral no hay mucho de donde escoger, la contienda está polarizada entre los candidatos del PRI y el PAN que representan continuidad y retroceso; marginalmente, como tercera opción se tiene a la coalición de centro izquierda, con todas sus limitaciones, pero al fin una opción válida para intentar dejar atrás el más de lo mismo. De ahí que si bien la actuación de los políticos, tanto en su vida personal como en el quehacer público, no despierta en los jóvenes ningún tipo de entusiasmo e interés en participar electoralmente, las nuevas generaciones de ciudadanos no deberían dejar de considerar que hoy por hoy en nuestra incipiente democracia, sólo hay de dos sopas: o participas o te quedas al margen. No votar, marginándose, o tomar el camino cómodo del voto útil sin mayor reflexión, condena a los jóvenes a seguir siendo ignorados y excluidos.

Bien vale la pena que los jóvenes participen, alcen la voz, exijan, propongan, haciéndose presentes inyectándole nuevos aires a un anquilosado Veracruz postrado en el subdesarrollo. Chance y así los candidatos entiendan que el futuro de la entidad está en manos de esa fresca, abigarrada, incomprendida y rebelde juventud que hoy exige sin encontrar un camino válido, dejar de ser un número más en la aritmética político electoral.

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Estimados amigos y amigas:

La Comisión de análisis y estadística de Redes Universitarias se echó un clavado por las Encuestas y documentos oficiales y encontramos los siguientes datos:

De acuerdo a la Encuesta Nacional de la Juventud de 2005… y CONAPO… hicimos estos cuadros…


Cuadro 1: Población de 12 a 29 años que estudia (2005)

Grupos de Edad

Población por Grupo de Edad

Población que estudia

%

Absoluto

12-14

6,568,057

93.5

6,141,133.295

15-19

10,376,099

68.4

7,097,251.716

20-24

9,501,779

33.5

3,183,095.965

25-29

8,829,656

8.5

750,520.76

Total

35,275,591

49.1

17,320,315.181

De acuerdo a la ENJ 2005 en promedio sólo 49.1 % de los jóvenes entre 12 y 29 años estudia, si se observa estos datos como una pirámide inversa, el acceso a la educación disminuye a medida que avanza el rango de edad lo que se corresponde con los niveles educativos (secundaria, bachillerato, licenciatura, posgrado). Es decir, entre «más elevado» sea el nivel de estudios disminuye el número de jóvenes que accede a ellos…


Sin embargo, si lo vemos sólo para el rango de edad de 15 a 29 años, tenemos que sólo 36.85 estudian, es decir, el 63.2% de los jóvenes en ese rango de edad no tiene acceso a la educación, lo que significa alrededor de 18,443,160.498 chavos y chavas fuera de la escuela


Si nos basamos sólo en los jóvenes entre 15 a 24 años (en edad de estudiar el bachillerato y la licenciatura) tenemos que en promedio sólo el 50.95% tiene acceso a la educación, lo que quiere decir, que casi la mitad de esos jóvenes está fuera de la escuela…


¿Cómo la ven? ¿Cuál desarrollo?


Eso no es todo, si revisamos con más calma la Encuesta Nacional de la Juventud de 2005 encontramos un rubro de jóvenes que No estudia ni trabaja…


Cuadro 2. Población de 12 a 29 años que no estudia ni trabaja (2005)

Grupos de Edad

Población por Grupo de Edad

Población que no estudia ni trabaja

%

Absoluto

12-14

6,568,057

6

394,083.42

15-19

10,376,099

16

1,660,175.84

20-24

9,501,779

28.9

2,746,014.131

25-29

8,829,656

34

3,002,083.04

Total

35,275,591

22

7,760,630.02

De acuerdo a la Encuesta hay 7,760,630.02 jóvenes entre 12 y 29 años que no estudian ni trabajan…

Si tomamos en cuenta el sector de 15 a 24 años (que en teoría serían los jóvenes en edad de estudiar el bachillerato y licenciatura) tenemos que:


En promedio 22.45% de jóvenes entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja, es decir, alrededor de 4,462,583.611


Se preguntarán ustedes porqué esos chavos y chavas «no estudian ni trabajan», será porque son muy flojos? o realmente es porque este modelo económico no ofrece ninguna alternativa a la juventud… no será que faltan espacios educativos y empleos?


Redes Universitarias estará presentando estos datos y te invita a participar en la Comisión de Análisis y Estadística porque la lucha sin argumentos es vacía, nosotros te invitamos a preparar las Mesas de Trabajo con datos y argumentos…


Enviado por Cesar R., estudiante de 3er semestre del CCH Sur…

Redes Universitarias 28/08/09

Pertenecemos a una generación ausente de las teorías sociológicas, y de los libros de texto, se nos ha denominado a veces la generación X, la generación sin nombre, sin identidad, sin sentido… se dice que pertenecemos a una nueva ola conservadora y que estamos instalados en la comodidad y la búsqueda de los beneficios económicos, se habla de nuestra pasividad mientras se anhela nuestra vitalidad y se vende nuestra imagen con un uso cada vez más desconsiderado… se nos simplifica y utiliza, somos moneda de cambio y preocupación de todos en la elaboración de discursos e ilusiones, en la identificación de viejas nostalgias del pasado, pero no se nos conoce y no se nos quiere dejar sitio.

Pertenecemos a una generación con contradicciones y diversidades, como todas las demás generaciones, pero no somos una generación contradictoria, pertenecemos a una juventud sometida a una elevada dosis de incertidumbre que a veces se convierte en indefensión y desengaño, no podemos desarrollarnos, crecer y encontrar un papel, la complejidad de lo concreto parece abstraernos sin dejarnos reflexionar mas allá del día a día, del carpe diem…

Somos hijos del consumo y de la generación del 68, de los revolucionarios hoy convertidos en burócratas, de la economía como principal fuerza vertebradora de la realidad social, del postmodernismo y los cambios tecnológicos, políticos y sociales vertiginosos, hijos de una generación que lucho por la libertad y construyo una sociedad de progreso universalizando la educación o la salud, por ejemplo, pero que hoy se encuentra sin respuesta ante los vertiginosos retos que nos amenazan.

Quizá, estamos cayendo en la trampa de tanta ideología destructora de la lucha generacional y la búsqueda de identidad como estrategia sofisticada de eliminación de los que vienen por debajo para mantener la propia posición ventajosa, como siempre ha pasado pero con nuevas estrategias e instrumentos de acción, los medios de comunicación, el descrédito, la descalificación a la nueva identidad que parece servir solo para elevar los niveles de renta…

Aunque aún hay muchos de nosotros que no se lo creen, somos una generación con un enorme potencial en su interior, pertenecemos a una generación con valores, identidades e ideales distintos. Estamos preparados para enfrentarnos a los nuevos retos que se vislumbran en el horizonte… Somos la generación mejor formada de este país, la generación con más nivel de participación socio- política, (en la concepción amplia de la palabra, que no se reduce a la lucha política en los partidos o sindicatos, hoy lejanos de la realidad del joven como resulta lógico si contemplamos su falta de apertura o cercanía), la generación que nació y vive en democracia, una generación infra valorada y utilizada, una generación que se moviliza en las ONGS, una generación que coopera y busca sus nuevas formas de identidad y expresión lejos de las antiguas y anquilosadas formas, una generación sometida a elevados niveles de incertidumbre, simplificada e invertebrada ante la diversidad del mundo que vivimos (reflejada en la diversidad de jóvenes).

Solo si comenzamos a creer en nuestro potencial, si conseguimos reabrir un debate casi olvidado de conflicto generacional positivo y constructivo, si logramos romper la simplificación y acortar distancias con lo general partiendo de la realidad en la que nos encontramos, desde el compromiso concreto y cercano, podremos realmente resolver los nuevos retos que se nos presentan…

No olvidamos el pasado pero queremos pasar la pagina y hacernos dueños de nuestro propio futuro, queremos jugar un papel en esta sociedad que parece negarnos un lugar situándonos en los márgenes y concediéndonos muchas veces un mero papel de bufones anhelados por sus características físicas, queremos ser capaces de asumir el legado de nuestros mayores con respeto, de asumir que fueron ellos los que nos han permitido vivir en libertad y en democracia, para, a partir de esta realidad pedirles que nos dejen seguir adelante, que se olviden de viejas nostalgias, que respeten nuestra nueva identidad, que dejen de identificarnos con su mundo o crean que somos ignorantes, que dejen de compararnos y descalificarnos, que olviden de una vez la lucha contra viejos fantasmas y nos dejen encabezar la búsqueda de nuevas respuestas, que nos dejen hacer el cambio y la construcción de la sociedad, desde nuestra propia realidad y no desde una realidad proyectada en el pasado, anclada en conceptos que muchas veces nos resultan extraños y lejanos, como si todo fuese una frustración mal digerida ante el incumplimiento de los objetivos de su revolución (véase Mayo del 68, por ejemplo).

Solo los jóvenes podemos tomar el testigo, somos el futuro, queremos serlo y responsabilizarnos del mismo, queremos cometer nuestros propios errores y luchar por nuestros ideales, con memoria histórica y agradecimientos pero también con renovación y lucha, con energía y de manera diferente a las adoptadas hasta el momento.

El argumento numérico («sois pocos», «menos que nosotros») no es en este caso un buen argumento para cerrarnos las puertas de la responsabilidad, es, más bien, un argumento demagógico, las revoluciones, todas, han sido desarrolladas por pocas personas en sus inicios, por pocas personas en un nivel global y profundo de implicación, pasando posteriormente esos pocos elementos activos a movilizar a muchas más personas, cada una en distintos niveles de implicación… la generación de la que somos herederos no asumió responsabilidades políticas desde el primero al último, ni todos corrieron delante de los grises, ni todos fueron líderes que movilizasen a sus compañeros… el movimiento estudiantil del que tanto nos han hablado como vanguardia de la lucha por la transición y contra la dictadura, debió ser necesariamente minoritario, entre otras cosas, porque pocos eran los matriculados en la Universidad en aquellos tiempos, porque tampoco consiguieron cambiar la situación radicalmente, porque también el dictador tenía apoyos en el mismo movimiento.

Quizá las grandes diferencias se produzcan con respecto a las interpretaciones y la importancia cualitativa y en el imaginario que se concede a los fenómenos, en el viejo mecanismo de lo mío es lo mejor.

Hoy, como ayer, seguimos siendo pocos, como siempre ha sido, los que tenemos un proyecto de vida y político de renovación profunda de una realidad que no nos gusta, pero hay muchos más que se movilizan en lo concreto, en lo cotidiano, en lo local, en lo cercano, en el día a día y que generan nuevas respuestas a retos diferentes, esa es nuestra realidad y si no se quiere ver mal irán las cosas. Cualquier tiempo pasado no fue mejor.

O se nos abren las puertas y se nos deja espacio permitiéndonos asumir responsabilidades o tarde o temprano, lucharemos por derrumbarlas, por encontrar nuestro lugar y construir una realidad diferente a la que tenemos; si alguien ha pensado alguna vez que era posible saltarse un par de generaciones, dejarlas sin espacio esta equivocado.

Venimos con ganas de luchar y de abrir nuevas formas de participación sociopolítica, con ganas de asumir responsabilidades y de aprender cometiendo errores y de enfrentarnos a la realidad compleja que se nos presenta delante. Queremos, nosotros también, transformar el mundo y desarrollar un proyecto político globalizador y progresista, que nadie lo dude, y seremos capaces de ello con o sin la ayuda de los que nos preceden; la elección de nuestros mayores esta ahí; no apoyar a los que somos el futuro de este país y del mundo sería «suicidarse» políticamente o esperar la confrontación abierta para que las puertas se abran por completo y de una vez por todas a las nuevas y diferentes energías e ideas, una situación política que margine a los jóvenes, una generación que tapone nuestras inquietudes y motivaciones, que infravalore nuestras capacidades y nuestra realidad diferencial, nuestra forma de ver y pensar el mundo de manera distinta, una sociedad que siga situándonos en los márgenes, camina a la autodestrucción y el anquilosamiento en el pasado, camina al estancamiento y el desanimo, al desaliento y la nostalgia.

Nos queda tomar conciencia de la situación, elaborar un proyecto que analice la realidad a la que nos enfrentamos y estructure alternativas y redes que de manera coordinada consigan abstraer de los caminos ya iniciados de solidaridad concreta, de participación o reflexión, un proyecto de renovación y regeneración, que imprima un nuevo sello e identidad a una realidad extremadamente compleja, que debemos ver como un reto a superar más que como un abismo insuperable… que ahora nos sea más difícil identificar un «enemigo» o elaborar un objetivo común o que el «futuro» se presente como extremadamente complejo debe servirnos de aliento y estímulo, de reto, más que de desengaño o descrédito, nos encontramos con una sociedad en que permanecen las desigualdades, al darse procesos de globalización comenzamos también a descubrir que estas desigualdades se dan también en el ámbito mundial, percibimos como el planeta y sus recurso sufren un deterioro insostenible y como la hipótesis de un desarrollo eterno y sin barreras se quiebra, comprobamos como el consumismo o el individualismo ha eliminado casi cualquier estructura coherente de valores, salvo la del «sálvese quien pueda»… las circunstancias a las que nos enfrentaremos y a las que nos enfrentaremos, como siempre ha sido, son las que determinaran y estimularan este proceso de toma de conciencia y elaboración de un proyecto común en el que todos debemos estar implicados.

Huyamos de creernos impotentes, indefensos, indiferentes, aislados, consumidores consumados, jóvenes sin futuro y sin proyecto, egoístas o sin valores. Somos el futuro de la sociedad y del mundo. Asumamos el reto de luchar por un mundo mejor, busquemos nuestro lugar en él y actuemos anteponiendo nuestros ideales a la comodidad pasiva e irresponsable.

Desentenderse de la sociedad humana de la que formamos parte es una actitud tan imprudente como ir en un avión con un piloto borracho, viendo como fallan los motores… y en lugar de unirnos al resto de pasajeros sobrios y cuerdos para salvarnos, nos dedicamos a silbar mientras contemplamos el paisaje por la ventana o reclamar a la azafata el almuerzo. Podemos y debemos ser los dueños de la década. «El peor es aquel que no hace nada porque esta convencido de que sólo puede hacer poco».

Siempre hemos sido personas muy viscerales y nos indignamos ante la injusticia que mucha gente sufre por parte de los más fuertes, pero siempre solemos atribuir estos problemas a ese ente extraño y que parece no tener entidad propia, cúmulo de todas las desgracias, etéreo e inalcanzable, la sociedad… olvidamos así por miedo o por vergüenza que somos también sociedad y que la intolerancia, la violencia, la explotación nacen y se desarrollan también entre nosotros y gracias a nuestra pasividad. Asume el reto de sentirte dentro y lucha. Busca tu propio lugar en el mundo, protesta anteponiendo tus ideales a tu seguridad interior, a la comodidad. «No admires al hombre solidario, ponte a su lado». De nada sirve mirar a un lado o al cielo, porque la realidad siempre nos golpea con toda su fuerza.

Es verdad que los problemas son muchos y no todos podemos estar comprometidos en todo y a todos los niveles, es verdad que son problemas no solucionables por completo, pero, al menos, como mínimo tenemos aún un reducto del que somos mandatarios absolutos, nuestras conciencias, fundamentales para atrincherarnos en ellas ante el increíble bombardeo comercial al que nos vemos sometidos, para mantener viva la llama del espíritu critico y humano. Esto supone alterar nuestras vidas y el orden de valores por el que nos guiamos, supone también perder comodidad, pero ganar en el desarrollo autónomo y real, «las revoluciones nacen de las ideas y desde abajo» y desde la conciencia sí podremos pasar a la actuación, modesta o llamativa pero siempre comprometida cuando nace de esa convicción plena.

Abogamos y lucharemos por una sociedad mejor o al menos distinta, renovada desde nuestra forma diferente de ver las cosas, desde nuestra distinta educación y formación… queremos demostrar que estos jóvenes de los 90, machacados e insultados, no estamos muertos, ni vivimos sin ideas o despreocupadamente, tenemos muchas cosas que decir y que hacer, muchas construcciones que realizar a partir de nuestra vivacidad e ideas.

Queremos despertarnos y despertar con nuestro trabajo, energía y esfuerzo inquietudes, pensamientos y acciones hoy adormecidas por el consumo o el individualismo.

Vivimos hoy instalados en el desencanto, en el vacío, en la perdida de anclajes, dentro de un mundo que se nos presenta, al tiempo duro e imposible de cambiar, ya que el futuro parece no importar nos guiamos por el disfrute de al menos el presente, de la vida sin frenos del momento, sin planteamientos de consecuencias, parece que nos olvidamos de nuestra dimensión social y sólo importa concentrar nuestras energías en la realización personal, pasando por encima también de «deudas» u «obligación» y sustituyendo la ética por la estética, el interés colectivo por el individual, la solidaridad por la competitividad, la lucha y la participación por el desánimo y la pasividad…

Creemos que se pueden y se deben encontrar cauces nuevos de desarrollo recuperando cuestiones que hoy parecen olvidadas pero dándoles tonalidades distintas, las nuestras.

José Guillermo Fouce es Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos I y militante socialista

http://agora.ya.com/jeomx/pfouce.htm

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