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Roberto Fonseca Flores / Pulso crítico

Julio Hernández López, autor de la popular columna “Astillero” que diariamente se publica en la Jornada, calificó a la comparecencia e interrogatorio de Andrés Manuel López Obrador en las oficinas del Instituto Federal Electoral (IFE) como “Kafka Electoral”, al darse el caso de que el compareciente y presunto violador de lo dispuesto por el Código Federal Electoral,  terminara por sentar a los consejeros del Instituto en el banquillo de los acusados, erigiéndose como el juez de la causa. Caso extraordinario, efectivamente digno del imaginario de Kafka.

Sin duda, el también director de La Jornada de San Luis, no conoce Veracruz.

En nuestra entidad la connivencia o, para ser más precisos, la complicidad entre la administración pública estatal y la mayoría de los medios impresos de comunicación, hace del escritor austriaco, sus elucubraciones, especulaciones, nihilismo y paradigmáticas afirmaciones, un enano de la literatura universal.

El imaginario kafkiano, en Veracruz se queda chico frente al surrealismo informativo con que se nos bombardea cotidianamente desde la Dirección General de Comunicación social del gobierno de la fidelidad. El boletín oficial, reproducido y pagado con creces en cada uno de los diarios, revistas y pasquines religiosos (circulan cuando Dios quiere), se encarga de construir de tal manera la imagen del diario acontecer, que la mentira oficial se torna  realidad objetiva. Si en suerte nos tocara vivir en un país sin vida democrática, podría afirmarse que los veracruzanos padecemos de lavado colectivo de cerebro.

Pero no solo eso, más allá del bombardeo mediático, es la propia realidad la que se ofrece, más que como imaginario kafkiano, fruto del surrealismo del francés André Bretón. El peso específico de lo absurdo, conforma y determina el diario pensar y hacer de los veracruzanos. Únicamente en la fantasiosa isla del encanto escarlata, el surrealismo de “Alicia en el País de las Maravillas” domina el escenario. No observamos, no escuchamos, no pensamos, sólo nos dejamos llevar por la maravillosa  melodía del flautista de Hamelín.

José Enrique Olivera Arce

Fue en el sexenio de José López Portillo cuando dio inicio el proceso de eliminación de la ley no escrita: “Mordaza” que,  en oposición a lo dispuesto por la Constitución General de la República, como espada de Damocles, operara de manera eficaz para el viejo régimen priísta en su prolongada “dictablanda”;  doblegando a la prensa y alejándola de su razón sustantiva de ser reflejo, vocero, y canal de la libre expresión de la sociedad.

Paradójicamente, fue en el mismo período en el que,  con mayor sutileza,  se encontrara la fórmula idónea para seguir haciendo de la prensa instrumento al servicio del gobierno y no al de la sociedad: la propaganda oficial, pagada con recursos públicos, el intercambio de favores y el abierto contubernio entre la autoridad y los propietarios de los medios, al margen de eso que delincuencialmente se conoce cono “conflicto de intereses”. Haciéndose famosa aquella frase de López Portillo ante la salida del huacal de algunos medios que no siguieran a pie juntillas la regla no escrita: “No les pago para que me peguen”.

La frase fue histórica y de ahí pal real tuvo su secuela: el ejercicio de la autocensura en los medios de comunicación de masas, como fórmula para no perder privilegios y canonjías. Con la implantación del modelo neoliberal en México, a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, se institucionalizó el cinismo y la desvergüenza: para la mayoría de los medios de comunicación, impresos o electrónicos, el ejercicio  periodístico dejó de ser servicio público, transformándose en el mayor de los casos en espurias empresas mercantiles privadas,  regidas no por la ética e interés de la sociedad en su conjunto, sino por las leyes del mercado: la oferta y la demanda. La información se trocó en grosera mercancía. Sobre todo en aquellos medios marginales que sobreviven gracias a la propaganda política oficial u oficiosa, generosamente pagada con recursos públicos.

Entronizados en México el cinismo, la desverguenza, la corrupción e impunidad, la prensa, salvo honrosas excepciones, está en estrecho contubernio con los poderes formales y fácticos en la innoble tarea de saquear al país. “No se le pega al que paga ni se le paga al que pega”, es ahora el paradigma mediático.

Dentro de esas excepcionales y honrosas excepciones destaca el diario “La Jornada”, que si bien no puede   substraerse del todo, por razones obvias, del carácter mercantil a que están sujetos los medios de comunicación, cumple y ha cumplido a cabalidad, 25 años al servicio de la sociedad; habiendo mantenido contra viento y marea tanto la ética que honra al buen periodismo como el carácter plural y de servicio a la comunidad que le distingue. Para quienes a lo largo de cinco lustros le hemos tomado como paradigma en el ejercicio del periodismo, o como lectores comprometidos con las mejores causas de México, mentiría,  si afirmara en contrario, que a  “La Jornada” la sentimos en lo personal como propia y, en lo colectivo, parte del patrimonio nacional.

Hace unas semanas, con motivo del primer número de La Jornada Veracruz, hice público mi beneplácito por el inicio de un proyecto que inyectaba renovado oxígeno a la prensa veracruzana, confiando en el aval ético y moral que bajo el nombre y el prestigio de eso que sentimos como nuestro, habría de respaldarle. Sólo espero que mi optimismo en ese momento desbordado, se mantenga en el tiempo y que las nuevas generaciones puedan, en su momento, sentirse orgullosas de que Veracruz cuente con su propia “Jornada”. De sus editores depende que en sus páginas se refleje el espíritu que ha animado a “La Jornada” nacional a lo largo de 25 fructíferos años.

Semanario Pulso crítico

pulsocritico@gmail.com

Hoy lunes 29 de julio del 2009,  vio por vez primera la luz pública un diario matutino que podría ser llamado a revolucionar la imagen que de la prensa veracruzana se ha formado con el tiempo en el imaginario popular.


Modesto en su presentación inicial, encartado en La Jornada y apadrinado por este prestigiado rotativo nacional, Jornada Veracruz circuló la mañana de hoy en  toda la entidad, teniendo como carta de presentación un magnífico Editorial y  el directorio encabezado por la Directora General, Carmen Lira Saade, Tulio Moreno Alvarado como director, y Leopoldo Gavito Nanson, como subdirector de este nuevo proyecto editorial.

Por la relevancia que para la comunidad y para el gremio periodístico de la entidad tiene el conocer propósitos y objetivos de La Jornada Veracruz, a continuación me permito transcribir su primer Editorial:

“El papel de la prensa escrita como uno de los principales medios de información a través del cual los lectores se forman una opinión sobre los acontecimientos sociales y políticos está lejos de encaminarse a una etapa terminal, tal y como auguran los profetas de las nuevas tecnologías y, sobre todo, los predicadores del derrumbe de las ideologías como preludio final del conflicto social.

Este argumento viene a ser justificación válida para quienes, desde el poder, apuestan a la preservación del actual estado de cosas y es útil recurso para que gobiernos y partidos políticos justifiquen sus desaciertos, corruptelas y actos de enorme irresponsabilidad social, visible en particular en los últimos gobiernos de la República.

Por esta razón resultan riesgosas las tentaciones autoritarias de quienes pretenden desde los gobiernos, embaucar a la sociedad por medio de la proliferación del pensamiento rosa, proclamando a los cuatro vientos, principalmente a través de los medios electrónicos, que no hay visiones del mundo confrontadas desde distintas posiciones ideológicas, que el enemigo de todos es la pobreza, la inseguridad y la corrupción como ente difícil de percibir tras el velo de la propaganda oficial, pero evidentemente en el Estado en riesgo en que se ha convertido nuestro país.

El nacimiento de La Jornada Veracruz se da en medio de este escenario el cual hay mucho que decir y hacer, pero también para quienes integramos este proyecto, es momento obligado de reflexión al que nos lleva coincidentemente el 25 aniversario de la fundación de La Jornada, diario que se ha significado por ser un espacio abierto a las ideas y opiniones divergentes, tribuna libre anfitriona de todas las corrientes de pensamiento.

Los que haremos La Jornada Veracruz asumimos el compromiso de tener como referentes a los republicanos que fundamentaron, explicaron y después defendieron el primer proyecto de nación propiamente moderno que tuvo México: Rafael Lucio, Ignacio de la Llave, Manuel Gutiérrez Zamora, los hermanos Lerdo de tejada, son nombres asociados esencialmente a la política y luchas liberales pero también a la difusión de ideas y el periodismo.

Este fue el espíritu que animó hace meses al grupo de periodistas y profesionales que decidimos asociarnos para emprender un proyecto editorial que el día de hoy se concreta en la edición que el lector tiene en sus manos.

Hace un cuarto de siglo, en 1984, nació La Jornada en medio de otra de las recurrentes crisis económicas y de empobrecimiento por las que ha atravesado el país debido a gobiernos subordinados a intereses ajenos a los nacionales.

El profundo desgaste de esta larga crisis ininterrumpida hasta la fecha ha puesto a la Nación frente al imperativo de replantear sus arreglos fundacionales con base en el consenso de todas las fuerzas políticas y sociales, y no sólo sobre la base de la imposición de la facción triunfadora, como ha sucedido durante los últimos doscientos años.

Sólo que para llegar a esos acuerdos se precisa que sean escuchadas todas las voces.

Quienes la hacemos, pensamos que es posible ser un vehículo de expresión social cercano a las preocupaciones colectivas, particularmente de aquellos grupos que suelen quedar marginados de los espacios de discusión públicos.

Precisamente es en estos tiempos como éstos que es imperativo mantener la reflexión crítica, para hacer de la vida social un algo civilizado.

Con todo y la a veces abrumadora presencia de los medios electrónicos, la prensa impresa en papel sigue siendo el punto de partida para fundar y alimentar el intercambio de las  ideas, el debate y la formación de opinión pública. La lectura del periódico es el paradigma del acto cultural y cotidiano de las sociedades modernas democráticas. Es instrumento de avance para el pensamiento crítico; de la penetración en la reflexión antes que las meras coberturas audiovisuales.

La prensa regional editada en papel es el imperativo de la memoria colectiva y la firmeza de identidad en contextos más amplios. La vida del ciudadano es y seguirá siendo local. Veracruz tiene una grande tradición e historia. Hoy queremos sumarnos a ella.”

Desde estas modestas  líneas me sumo a las manifestaciones de  bienvenida a esta nueva publicación, deseándole éxito y larga vida.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Para sumarse a la gran familia de La Jornada, están por entrar en circulación las ediciones veracruzanas, impresa y en línea,  de la red de diarios que distingue a esa prestigiada cada editorial. Bajo la conducción del ameritado periodista Tulio Moreno Alvarado, La Jornada Veracruz ya anuncia su inicio de actividades en la entidad.


Tras un largo proceso de negociación, planeación y últimos ajustes, el diario saldrá a la luz pública en los próximos días, según nos lo diera a conocer Tulio Moreno quién, en una breve charla, delineó lo que será la línea editorial de la publicación, poniendo énfasis en que esta será congruente con la mantenida a lo largo de los años por el diario La Jornada. Resguardando independencia, compromiso con las mejores causas de la sociedad,  y el tan necesario pluralismo que de los medios de comunicación exigen los veracruzanos.


Con La Jornada Veracruz, la red contará adicionalmente a la del Distrito Federal, con las de Guerrero, Jalisco, Michoacán, Morelos, San Luís Potosí, la entidad veracruzana y la del oriente que cubre los estados de Puebla y Tlaxcala.


Se le preguntó al periodista Moreno Alvarado si La Jornada Veracruz no se dejará corromper por el poder, renunciando a la independencia y libertad de criterio. Con una amplia sonrisa Tulio señaló que el compromiso adquirido con la casa editorial que hace posible que La Jornada sea considerada como uno de los más sólidos baluartes de la libertad de expresión en México, es dejar en manos de los lectores el vigilar que tal posibilidad no se de.


Para bien de Veracruz bienvenida esta nueva ráfaga de viento fresco que, sin duda, redundará en un ascenso cualitativo en el cotidiano quehacer de informar y formar opinión.

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La aplanadora

Con una mayoría aplastante, priístas, panistas, verdes y Nueva Izquierda, acompañados en algunas votaciones por Convergencia y el Panal, votaron el paquete completo de reformas enviadas por el Senado: las leyes de la Comisión Reguladora de Energía, para el Aprovechamiento Sustentable, la de la Comisión Nacional de Hidrocarburos, la de Aprovechamiento de Energías Renovables, la Orgánica de la Administración Pública y la Reglamentaria del 27, sin cambios.

Impide el FAP albazo en contratos incentivados. Los dictámenes ya se encontraban en la Gaceta Parlamentaria

El Frente Amplio Progresista (FAP) logró impedir, en una intensa negociación de último momento, un albazo de la triada PAN, PRI y PVEM, que en la exposición de motivos de los dictámenes a las minutas de las leyes reglamentaria del artículo 27 constitucional y de Petróleos Mexicanos, pretendía abrir la puerta a los contratos incentivados a empresas privadas nacionales y extranjeras.

En los considerandos, cuyo contenido es vinculatorio al articulado, priístas y panistas buscaron que Pemex y sus organismos subsidiarios pagaran “incentivos en función del desempeño” de los provedores o contratistas, además de realizar el pago por servicios del capital privado “calculado con base en la cantidad de hidrocarburos producida”, así como entregar contratos para la extracción de petróleo y gas a los empresarios que descubrieran nuevos yacimientos.

En la ley de Pemex, esos partidos intentaron abrir otra rendija a la privatización, al manipular los dictámenes aprobados el sábado, en los cuales no se incluían los contratos incentivados, pues la Comisión de Energía avaló sin cambios las minutas de los senadores. Ayer, sin embargo, lo publicado en la Gaceta Parlamentaria, relativo a dicha ley, expresaba:

“Los terceros podrán hacer sugerencias a Petróleos Mexicanos o sus organismos subsidiarios, a efecto de modificar los proyectos con la finalidad de mejorar el resultado del mismo. Estas sugerencias se reflejarán en un mejor desempeño de los organismos en lo relativo al cumplimiento de su objetivo… los organismos subsidiarios podrán, en función del proyecto, establecer remuneraciones con base en el desempeño, o bien incentivos por la buena realización o éxito del proyecto”.

También se incluía: “Se pueden pactar compensaciones adicionales tendientes a maximizar la eficacia o el éxito de la obra o servicio, con base en los elementos que de forma enunciativa, mas no limitativa, se refiere en este precepto”.

Y en los considerandos de la reforma a la ley del 27 constitucional se afirmaba: “Se tendrá un pago en función o con base en una fórmula o esquema predeterminado que le da certeza al contrato. De acuerdo con lo anterior, en la celebración de contratos es factible que Pemex o los organismos subsidiarios paguen incentivos en función del desempeño de los proveedores o contratistas, metas de producción, resultado exploratorio, etcétera”.

Se añadía que, al estar comprendidos en el presupuesto, los pagos “rompen el vínculo que pudiera existir entre la remuneración y los ingresos de un proyecto en específico, lo que no obsta para que se dé una relación directa del pago con el éxito o fracaso en la ejecución del proyecto; es decir, con la pertinencia, el resultado de la obra o servicio y demás circunstancias relacionadas con la construcción o cumplimiento de los proyectos”.

Al descubrir que el priísta Raúl Cervantes, abogado de ese partido, metió mano al dictamen, el perredista Juan N. Guerra inició la negociación en el pleno y refirió que tanto a Héctor Larios como a Emilio Gamboa se les advirtió que el FAP reventaría la sesión si no se retiraban esos considerandos que alteraban sustancialmente los aprobados el jueves por los senadores.

“Están rompiendo lo que cuidó el Senado, por la terquedad de meter por la puerta de atrás a los contratos incentivados”, declaró Guerra después de que él y Javier González Garza, coordinador perredista, realizaron un intenso cabildeo con Larios y Gamboa.

Al evidenciarse el albazo, pues los dictámenes se encontraban publicados en la Gaceta Parlamentaria, en sus ediciones 2622-I y 2622-II, Larios y Gamboa no tuvieron más que aceptar que el presidente de la Comisión de Energía, el panista David Maldonado, pidiera al presidente de la mesa directiva, César Duarte, retirara los considerandos y que el pleno rectificara y votara los enviados como minuta por el Senado.

Al iniciar la aprobación del séptimo dictamen de la reforma, con la ley de Pemex (sustitutiva de la orgánica), Maldonado intentó diluir el conflicto que se había generado por la reforma ilegal a los considerandos: “Con su permiso, señor presidente, en nombre de la Comisión de Energía, como presidente, pido omitir los considerandos que dictaminamos y que quede tal como lo envió la Cámara de Senadores”.

Enseguida, la perredista Valentina Batres dijo: “Ustedes cambiaron la exposición de motivos que venía del Senado, hoy querían presentarnos otra, desvirtuada, donde pretendían meter los contratos de riesgo, la estimulación de esos privados que tanto les interesan y el pueblo no les interesa nada. Ya salió el peine, ustedes no querían que se leyeran los dictámenes, porque esta exposición truqueada no era la que venía del Senado. ¿Confiar en ustedes? ¡Simplemente no! ¿En ustedes que prometieron empleo y hoy tenemos más de un millón 800 mil desempleados? ¿Que prometieron bajar el precio de la gasolina y ya tenemos 24 aumentos? ¿Y confiar en Calderón, que se robó la elección?”

Hasta entonces PAN-PRI-Verde y sus aliados en Nueva Izquierda, entre ellos Ruth Zavaleta, se habían mantenido en la tesitura de aprobar el contenido de todos los dictámenes sin cambios. Zavaleta se equivocó y dio su aval a la modificación propuesta para prohibir la entrega de áreas exclusivas a empresas privadas, como propuso López Obrador. Al darse cuenta, dijo a Duarte: “Perdón, voy a corregir mi voto. Es en contra”. Incluso, la aplanadora fue tal que arrolló las propuestas de priístas como Carlos Rojas y Alfredo Ríos Camarena.

El diputado michoacano por el PRD Antonio Soto Sánchez la emprendió contra el presidente de la Comisión de Energía y advirtió: “Yo sé que la votación la vamos a perder, y se me hace ocioso, pero yo quisiera que no dejáramos pasar lo que ha sucedido hoy aquí. El presidente de una comisión (Maldonado) ordinaria se prestó a que hubiera en el dictamen de la minuta correspondiente una exposición con consideraciones que no reflejan el articulado enviado por la colegisladora.

“Esto moralmente es reprobable, pero además debiera tener implicaciones legales. No debiera ser presidente de una comisión tan importante. Si tiene dignidad y vergüenza debiera dejar la presidencia de esa comisión. ¡Alguien le ordenó que lo hiciera! Porque estoy seguro que de él no dependió. Hay un autor intelectual y hay quien escribió ese documento, que contraviene el espíritu de nuestra colegisladora”.

Casi al cerrar una atropellada sesión que duró seis horas diez minutos, el priísta Ríos Camarena definió lo sucedido en el salón de plenos, al revirar una interpelación del panista Juan José Rodríguez Prats: “Yo les pediría que voten todos, que pueda abrirse el debate, y entonces sí debatimos, pero mientras siga la aplanadora sacando nuestras propuestas, qué caso tiene que acepte preguntas. Dennos la oportunidad y vamos al debate y los que crean que tengan compromiso con el Congreso, ¡voten conmigo! No es correcto que la Cámara de Diputados y el Senado permanezcan al margen de este manejo indebido de los contratos a los que habrá mucho que agregar”.

La Jornada. Roberto Garduño y Enrique Méndez

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

La controvertida postura adoptada por Andrés Manuel López Obrador en torno al proyecto de Reforma Energética aprobado por el pleno del Senado y por la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, tras ser objeto de un linchamiento mediático más, a la luz de los últimos acontecimientos y análisis más detallados del grupo de asesores cercanos al FAP, se ha considerado como correcta y políticamente necesaria; pese a que un destacado medio de comunicación y los adversarios del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, hicieran mofa del ex candidato a la presidencia de la República, colgándole el mote de “El Sr. Contreras”, que ya hacen extensivo a todos sus seguidores. A esto último AMLO ha contestado: “Prefiero ser Don Contreras, que traidor”.

Más que un capricho y pretexto para darle continuidad al movimiento, la postura adoptada es resultado de una estrategia muy bien elaborada para contrarrestar la trampa que la derecha, en sus diversas expresiones partidistas y el grupo de cuates de Los Pinos, tendiera a López Obrador y al Movimiento de resistencia pacífica.

De manera sencilla, en muy pocas pero contundentes palabras, el periodista y autor de la columna “Astillero” de La Jornada, Julio Hernández López, hace una interpretación de la presunta trampa y de la estrategia adoptada por Andrés Manuel, de rechazo a la aceptación plena de los términos en que fuera aprobado el proyecto y por ende, a festinar un triunfo parcial de los legisladores del FAP y del Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que por cierto, se prestara a no poco “sospechosismo”, cuando éste diera lugar a declaraciones expresas de beneplácito de Felipe Calderón Hinojosa, Consejo Coordinador Empresarial, y la Conferencia Episcopal de México, entre otras voces de la derecha. Triunfo que a su vez prematuramente se adjudicara el PRD por voz de la actual dirigencia nacional, controlada por “Los Chuchos”, dándose por satisfecho en los términos de lo obtenido en el Senado.

En la parte sustantiva de su exposición, Julio Hernández señala: Los funerales políticos de López Obrador estaban disfrazados de fiesta. Sus letales adversarios políticos trataron de conducirlo a la kermés de la victoria, donde le coronarían rey de la legalidad triunfante, emperador de los acuerdos que sí se pueden, comandante supremo de los batallones de la negociación enchuchada, ideólogo y operador estrella del sistema elitista de entendimientos. De haber aceptado la entronización emponzoñada que sus antagonistas le habían fabricado, el jefe de la exitosa resistencia civil flotaría en los cuernos mediáticos de la luna de queso concertador (si fuera cortometraje, se llamaría Ingeniero Cárdenas 2), con la corte periodística, intelectual y política ensalzando su madura, racional y patriótica disposición a asumir la conquista increíble, inconmensurable e histórica, pero a partir de ese momento, en realidad, estaría convalidando las maniobras de mapachería legal que en los textos reformistas sembraron los habilidosos de siempre para hacer que más delante (con el opositor embriagado de incienso y su base social desmovilizada y recelosa) las armas de la transa acaben cubriéndose de gloria a partir de los resquicios, las lagunas y las imprecisiones intencionales que en su momento permitirán la realización de los grandes negocios… En ese contexto de lucha preservada, la movilización de este martes en San Lázaro no debe juzgarse en razón del éxito o fracaso que tenga en la búsqueda de que no se aprueben las reformas de privatización posdatada.

A la luz de esta lógica expresada por un periodista que ha seguido de cerca el proceso, se presume que Andrés Manuel y sus más cercanos colaboradores, no cayeron en el garlito. Acusados de “Contreras” y bajo la presión mediática, incluso proveniente de destacados intelectuales y analistas políticos afectos al líder popular, decidieron mantener en alerta al Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, frente a una Cámara de Diputados proclive a no modificar ni una coma a lo aprobado por la Cámara alta.

Así las cosas, se espera que mañana martes, la diputación federal, previo encuentro público de Andrés Manuel López Obrador y los integrantes de la Mesa Directiva de la Cámara baja propiciado por la bancada de Convergencia, apruebe los siete dictámenes que comprende la Reforma Energética; en un clima de alta tensión, en el que habrá de todo, y en el que cada legislador a conciencia habrá de enfrentarse a la historia de este cada vez más deteriorado país.

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Desfiladero

Jaime Ávilés. La Jornada

Mañana, a las 11:00 horas, habrá un pase de lista de adelitas en el Monumento a la Revolución. Pasado mañana, pero por la tarde, habrá otro, allí mismo, con las brigadas de varones. En ambos casos estará presente Andrés Manuel López Obrador, porque el martes, en el Senado, PRI y PAN tratarán de consumar la privatización de Petróleos Mexicanos mediante “pequeñas reformas” –“las que menos nos dividan” como país, según Manlio Fabio Beltrones– para que poco a poco los grandes consorcios internacionales en materia de hidrocarburos empiecen a adueñarse de la renta nacional de Pemex.

Claro está que eso no va a suceder, de ninguna manera, a menos que el Movimiento Nacional en Defensa del Petróleo, que se ha preparado para honrar su compromiso con la historia en estos momentos, sea derrotado en la batalla cívica: eso marcaría la cancelación de cualquier tipo de expectativas para México como país viable. Pero ésta no es una argucia para agitar a los indecisos de última hora: es la lógica conclusión de un análisis colectivo que han puesto en marcha pensadores como el premio Nobel de Economía Paul Samuelson, y el escritor catalán Ignacio Ramonet.

En opinión de Samuelson, la debacle de Wall Street y todas las bolsas de valores del mundo “es para el capitalismo lo que la caída de la Unión Soviética fue para el comunismo”. Para Ramonet, se termina el periodo, abierto en 1981, con la fórmula de Ronald Reagan: “el Estado no es la solución, es el problema”. La verdadera solución de todas las necesidades de la humanidad, se nos dijo tercamente desde entonces, es el mercado. En estos casi 30 años, continúa Ramonet, se formó una burbuja financiera de 250 billones de euros, una masa virtual, de papel, seis veces mayor que el total del dinero circulante en el planeta. Pero de pronto, hace unas semanas, esa burbuja reventó.

En un abrir y cerrar de ojos se esfumaron “más de 200 mil millones de euros”. Acto seguido, la banca de inversión “fue borrada del mapa”; sus cinco entidades principales –Lehman Brothers, Bear Sterns, Merrill Lynch, Goldman Sachs y Morgan Stanley–, dice Ramonet, “se desmoronaron”. Con esos gigantes, agrega, se hundieron “los bancos centrales, los sistemas de regulación, los bancos comerciales, las cajas de ahorros, las compañías de seguros, las calificadoras de riesgos (de inversión en cada país)” y todos los eslabones de la cadena financiera mundial. Los rescates hechos en estos días por los gobiernos nacionales de Estados Unidos, Europa y Asia, subraya, “demuestran que los mercados no son capaces de regularse por sí mismos. Se han autodestruido por su propia voracidad”.

¿Cómo? ¿Los mercados se han autodestruido? ¿Entonces, en países como el nuestro, ya no tenemos ni Estado ni mercado, porque uno renunció a su rol social en beneficio del otro? ¿Y si esto efectivamente es así como parece, qué nos queda entonces? ¿Nuestras “sólidas” reservas internacionales? No tanto, porque esta semana se le evaporaron a Carstens alrededor de 10 mil millones de dólares y el peso cerró a 13 por uno, y no sabemos qué pasará la próxima. Recordemos que a Zedillo se le vaciaron las arcas entre el uno y el 19 de diciembre de 1994. Y Salinas de Gortari tuvo mucha culpa en ello.

¿Qué nos queda entonces? ¿Las remesas de los braceros? Tampoco: éstas cayeron más de 50 por ciento con respecto a 2007, y decenas de miles de migrantes vienen ya de regreso, sin perspectivas de trabajo, sin ahorros ni capacidad de seguir sosteniendo a sus familias. ¿Los excedentes de la venta del petróleo? Se ve difícil: los precios internacionales del crudo se desplomaron esta semana en forma tan alarmante que la OPEP se reunirá de emergencia para tomar medidas extraordinarias.

¿Podemos confiar, al menos, en los efectos refrescantes que tendrán en nuestra economía las utilidades de las empresas mexicanas que exportan a Estados Unidos? Desde luego que tampoco: Estados Unidos está prácticamente en recesión y, peor aún, se aproxima a una depresión, peor que la de 1929.

¿Qué, repito, nos queda entonces? ¿Los proyectos de inversión directa, las divisas que traerán los turistas? No, la respuesta es, una vez más, no: si los grandes bancos de inversión privada se hundieron, si la crisis en Europa, Japón y Estados Unidos obligará a millones a permanecer en sus hogares con una mano por delante y otra por detrás, tampoco podremos apostarle a los vacacionistas ricos.

Lo único que nos queda en estos momentos es el petróleo, y la capacidad de defenderlo, mediante la movilización ciudadana, para impedir que un grupo de oportunistas con disfraz de pingüino haga el negocio de su vida, abriendo “pequeñas” rendijas jurídicas en las leyes secundarias de la Constitución, de modo que tales agujeritos se conviertan en boquetes que poco a poco le permitan a Repsol, Halliburton, British Petroleum y otros piratas del Golfo robarnos la renta nacional de Pemex y la viabilidad del país.

Total, si esta vez, excepcionalmente, las cosas no salieran como ellos calculan que van a salir para que México “viva mejor” ; si factores imponderables alteraran sus patrióticos planes y a la hora de la hora las petroleras de Bush y Cheney nos arrebatan mucho más de lo que ellos habían previsto; si por casualidad México se va a la quiebra, como se fue Argentina con el “corralito” siete años atrás, esos políticos, para entonces, tal vez habrán cobrado la ansiada recompensa que les tienen prometida, y si aquí la situación se pone insostenible, incluso para la permanencia de la actual caricatura de “gobierno”, huirán en sus aviones privados, a gozar de sus fortunas en paraísos secretos que siempre estarán disponibles para ellos, donde compartirán la nostalgia y el caviar del exilio con la íntima satisfacción de haber hecho lo que se les pegó la gana en contra del incierto futuro y las legítimas aspiraciones de todo un pueblo.

Para bien o para mal, sin embargo, todo indica que eso es justamente lo que van a tratar de hacer el martes. En la reforma energética, dijo Calderón anteayer, “deben prevalecer criterios técnicos, no políticos”. No debemos fijarnos, según esto, en los riesgos enormes que va a correr el país si lo despojan de su última fuente nacional de riqueza: debemos pensar en las transferencias de divisas que quizá ya estarán pendientes de firma en alguna parte del globo, esperando los cables de las agencias internacionales de noticias que anuncien la privatización de Pemex, la que “menos nos dividirá”.

La semana próxima la historia va a saber dónde y cómo habrá de escribir los nombres de Manlio Fabio Beltrones, Francisco Labastida, Gustavo Madero, Santiago Creel, Carlos Navarrete, Graco Ramírez, y detrás de ellos, Jesús Ortega, Guadalupe Acosta Naranjo, Ruth Zavaleta, Beatriz Paredes, Claudio X. González y, detrás de todos ellos, Carlos Salinas de Gortari.

Por: Annette Aurélie Desmarais y Jim Handy*

No morir de hambre es, después de todo, estricta justicia.

Titulares periodísticos en todo el mundo proclaman la actual crisis global de alimentos. Los precios de los granos básicos se van al cielo e imposibilitan a millones de personas la compra de comida suficiente para sostenerse; en varias partes del mundo estallan disturbios por alimentos y los gobiernos luchan por encontrar salidas rápidas. Entre tanto, conforme el hambre y el miedo al hambre se extienden, agroempresas trasnacionales, especuladores e inversionistas cosechan pingües ganancias.

¿Cuáles son las soluciones a esta crisis? Los partidarios de la globalización neoliberal quieren hacernos creer que la crisis súbita es resultado de “escasez de productos” y “fallas del mercado”. Nos aseguran que la mejor forma de salir adelante es evitar que los gobiernos nacionales intervengan en el mercado, elevar la producción mediante la adopción de semillas modificadas genéticamente, y liberalizar aún más la agricultura y los alimentos. ¡Tal parece que no hemos liberalizado lo suficiente!

En cambio, los campesinos, granjeros y comunidades indígenas del mundo organizados en La Vía Campesina sostienen que la crisis es resultado de décadas de políticas destructivas, que la globalización de un modelo agrícola neoliberal industrial y de capital intensivo es la causa precisa de la crisis actual, y que “ha llegado la hora de la soberanía alimentaria”.

*Annette Aurélie Desmarais es profesora asociada de estudios judiciales en la Universidad de Regina, Canadá, y autora del libro La Vía Campesina. Jim Handy es profesor de historia en la Universidad de Saskatchewan, Canadá.

Texto completo >>>>>

La Jornada. México 16/05/08

La secretaria de patrimonio nacional del “gobierno legítimo” presentó la propuesta alterna de Andrés Manuel López Obrador, la cual, detalló, parte de cinco ejes fundamentales: reagrupar Pemex en una sola entidad; canalizar a la empresa los recursos obtenidos por excedentes petroleros, unos 150 mil millones de pesos sólo este año; que el Estado absorba la deuda de la empresa; fomentar la investigación y el desarrollo tecnológicos, y crear un comité anticorrupción, con la finalidad de que no se repitan los Pemexgate o los “casos Mouriño y Bribiesca”.

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