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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Peña Nieto no es monedita de oro, como se pudo observar en los resultados de la elección presidencial del 2012. Sin embargo, habiendo iniciado su mandato con un afán renovador que por principio de cuentas apuntaba a un combate real a la corrupción,  se ganó el beneficio de la duda, sobre todo, en amplios sectores de clase media impactados por la defenestración y encarcelamiento de “la maestra”, Elba Esther Gordillo.

Hoy día las cosas son diferentes, el presidente Peña acusa un notable descenso en popularidad, el beneficio de la duda se ha perdido y sus reformas presuntamente estructurales, como el mismo afirma, encuentran resistencia y rechazo en amplios sectores de la población.

Entre errores propios del “aprendizaje” de inicio de sexenio, arrastre no previsto de inercias nocivas de usos y costumbres políticas, y un entorno internacional negativo, la falta de claridad de rumbo y destino propició un sub ejercicio presupuestal a lo largo de 9 meses del orden de 28 mil millones de pesos,  que impactó en la vida económica de las entidades federativas y, por ende, en el conjunto de la economía nacional, generándose un clima de estancamiento y desaceleración cercano a la recesión que ya impacta, a su vez, en la economía familiar.

Caldo de cultivo para el descontento y protesta ciudadana, que enmarca el rechazo a las reformas laboral, de comunicaciones, educativa y fiscal propuestas por el titular del ejecutivo federal.’ Así como el estira y afloja en el Congreso de la Unión por una reforma electoral que pretende modificar sin consenso,  reglas del juego  para la partidocracia.

Esto como prolegómeno a la “madre de todas las batallas”, la reforma energética, que en sus propósitos y alcances no del todo explicitados,  más que sumar divide lo mismo a las fuerzas político-electorales, que a las élites empresariales, academia y a una escéptica opinión pública poco informada pero perspicaz en sus percepciones.

Ante la proximidad del Primer Informe de Gobierno del Sr. Peña, las cosas no le pintan como este deseara y, en su frustración e impotencia, se obliga a sí mismo a imponer más que a convencer, mostrándose proclive a un autoritarismo que, de entrada, genera más rechazo y resistencia social a leyes y políticas públicas reformistas que se derivan de modificaciones constitucionales que viene aprobando un Congreso  pusilánime, sometido tanto al poder ejecutivo como a intereses coyunturales partidistas.

En este escenario de deterioro económico con pinceladas de inseguridad e ingobernabilidad en diversas regiones del país, el presidente Peña anuncia una más de sus reformas en cascada, la del sector agropecuario, sin tener claro que con la continuidad de la contrarreforma salinista en el campo, se mete en camisa de once varas.

Si bien México está ávido de incrementos substanciales en productividad y rentabilidad de la fábrica nacional para hacerle frente al mercado mundial en condiciones de los mínimos de competitividad que este exige, no se puede aplicar tabla rasa en aplicación de políticas públicas neoliberales en un sector en el que la desigualdad social, económica, tecnológica e incluso orográfica, climática y ecológica, es la constante.

El afirmar que se buscaría pasar de los subsidios a los incentivos productivos, buscando poner al día las normas y reglamentos del sector para incentivar las inversiones, combatir la pobreza, generar más empleos y elevar su productividad, como lo comentara el Sr. Peña con diputados de su partido, sin tener a mano un diagnóstico socio-histórico de la conformación estructural del campo mexicano, es a mi juicio un paso al vacío.

A lo largo de más de 70 años el  PRI-gobierno, en congruencia con su traición a los postulados de la Revolución Mexicana, con una Reforma Agraria más ambiciosa en el papel que en los hechos, lo intentó todo, valiéndose de diversas fórmulas, unas extralógicas y otras de manufactura nacional, contando con lo mejor del pensamiento agrario que, teórica y pragmáticamente estuviera a disposición del régimen. El PRI topó con pared al igual que en su momento, con la alternancia aconteciera con el PAN en el poder.

La contrarreforma salinista  continuada con Zedillo, lo único que logró fue profundizar las contradicciones propias del sector, agudizándose desigualdad, pobreza y abandono de la producción en el campo mexicano.

De que la estrategia asistencialista que substituyera al paternalismo populista, con fines más electoreros que de racionalidad productiva, ha sido un fracaso, no hay duda. La fórmula no funcionó, salvo para incrementar corrupción. Debe por tanto someterse a una revisión estricta para actuar en consecuencia. Se requiere una reforma sí, pero de fondo, que incida a profundidad en la estructura agraria y productiva del campo mexicano  pero, por favor, sin pensar en Monsanto, sus semillas transgénicas y su control de la producción y del mercado, como beneficiario directo.

Y este nuevo capítulo de una reforma agraria inacabada, traicionada y vuelta a traicionar por la revolución hecha gobierno, considero no puede ser otro que aquel que surja tanto de un diagnóstico preciso, regional, micro regional y por cuencas hidrológicas de la realidad del campo mexicano, pero sobre todo, de un nuevo pacto social incluyente en el medio rural, que con visión de largo aliento   y voluntad política, convenga en que no es ya posible que el campo mexicano continúe transfiriendo capital neto vía políticas de precios de alimentos y materias primas, al hoy magro desarrollo nacional.

Si profesores, sindicatos, pequeños, medianos y grandes empresarios, están brincando de la sartén al comal con lo que ya se aprobara en materia de reformas presuntamente estructurales, no quiero imaginarme lo que sucedería, no estando el horno para bollos, si a continuación de la reforma energética, diputados y senadores le entraran a una reforma agropecuaria como la que pretende el Sr. Peña. Este debe pensarlo dos veces antes de que se le incendie la pradera en su afán modernizador y transformador, que no es otro que darle oxígeno a un neoliberalismo trasnochado cuyo fracaso histórico transita a lo largo y ancho de los llamados países del primer mundo.

Hojas que se lleva el viento

El gobernador veracruzano les modificó la plana a sus críticos. Personalmente el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, ante la cúpula de la Confederación de Cámaras Industriales (CONCAMIN), aclaró que las 600 empresas de nueva creación en el trienio en curso, no son MIPYMES, sino grandes empresas aportadoras de multimillonarias inversiones en dólares y generadoras de más de 200 mil nuevos empleos. Las MIPYMES ordinarias de nueva creación, para ser precisos mencionó, ascienden a 8,400.

Como en su momento Fidel Herrera respondiera a la crítica por sus presuntos logros en materia de construcción de un titipuchal de puentes, si no las han visto, búsquenlas, que 9,000 empresas de nueva creación no se pueden esconder bajo la alfombra.- Xalapa, Ver., noviembre 13 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

El engarzar cifras alegres para engalanar el III Informe de gobierno del mandatario veracruzano, ocupara tiempo y afanes de amanuenses  especializados, texto servidores oficiales y oficiosos, ex profeso contratados para tan enjundiosa tarea la que,  por cierto, no es nada fácil.

Convencer de lo que pudo haber sido y no fue, es el reto. Son más los desaciertos que los aciertos en 36 meses de infructuosa labor gubernamental. Pero esa es su chamba y el compromiso es cumplir en tiempo y forma con tan alto cometido, no hay de otra si en navidad se quiere obsequiar a la familia con  pavo relleno de trufas  importadas.

Parafraseando al escritor Rafael Junquera Maldonado, “mañana también es pasado”,   presente y futuro se le niegan a un pasado persistente,  que no necesita de destacarse en letras de molde para exhibir el poder de los hechos. A este contradictorio fluir de realidades y palabras no escritas que sutilmente se oponen al mensaje subliminal del escribano, tendrán que enfrentarse.

La maquinaria mediática ya se echó a andar. Los primeros textos en blanco y negro  jalonan lo que será una muy larga jornada de marchas forzadas, navegando  contra una terca realidad que ya ayer cuestionara y negara  lo que hoy obligadamente desde palacio se  afirma.

Las letras

Audacia es el juego, quién mejor hile la palabra escrita sin caer en el lugar común de la lambisconería y el servilismo, mayores posibilidades tiene de no ser juzgado y puesto en la picota por una opinión pública que si ve, si escucha, si constata en el transcurrir de su vida cotidiana, el peso de una agobiante realidad que le lastima.

Innoble y difícil la tarea a cuestas de amanuenses, texto servidores oficiales y oficiosos. Insoportable para hombres y mujeres comunes, el peso irritante de la simulación y la mentira puesta en letra de molde.

Como bien afirma nuestro buen amigo Jesús Castañeda Nevares, “porka miseria”. Estamos en Veracruz, eso lo dice todo.

Sin embargo, respetable es el esfuerzo y respetable quien en busca del diario sustento lo carga a sus espaldas. Alguien lo tiene que hacer, que caray, comer con manteca a diario y tres veces al día es recompensa valedera. Así es el oficio, lo comido es lo que cuenta.

Los números

Y en este escenario previo al Tercer Informe de Gobierno del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, las cifras preliminares no cuadran, llamando a su minuciosa espulgada por los críticos que, sin ser del círculo rojo, el azul,  o el tornasol que comparte el pan y la sal con el mandatario, no le encuentran cuadratura al ovoide que en el nido empollan los artificiosos hacedores de la prosperidad papel de china.

No hay lógica, dicen. Inversión, número de empresas, empleos generados, a la luz de la elemental aritmética no se corresponden con el estancamiento en la generación de riqueza y bienestar de los veracruzanos.

Si los números no mienten, quienes los acomodan sí, insisten, recurriendo a las cifras duras que provee el INEGI y otros organismos afines  para sustentar sus argumentos.

Las 600

Recurriendo a la clasificación de las unidades productivas en México, que pueden ser micro, pequeñas, medianas y grandes empresas, la crítica se regodea poniendo en aprietos a los artesanos de la comunicación social.  Para ocupar un lugar en esta estratificación se toma como base número de empleados y monto anual de ingresos, como quedara asentado en el acuerdo publicado el día 30 de Junio de 2009 en el diario oficial de la federación por la secretaria de economía de México.

Ingresos anuales aparte, por el personal ocupado se considera  para las micro de 1 a 10 trabajadores; de 11 hasta 50 para las pequeñas, y de 31 hasta 100 para las medianas.

En este marco conceptual se escudriña el objetivo para el sexenio de las mil empresas de nueva creación y, por ende, la meta superada de 600 unidades para el primer trienio de la administración duartista. Y los números siguen sin cuadrar.

Suponiendo, comentan, que de las 600 cacaraqueadas la mitad estando por arriba del estatus de micro, fueran pequeñas empresas, estaríamos hablando como máximo de 15 mil nuevos empleos y, exagerando, que las 300 restantes fueran medianas, su aporte al empleo sería como máximo de 30 mil plazas, lo que arroja un total de 45 mil nuevos empleos.

Los garbanzos de a libra que por su tamaño e ingresos anuales se considerarían como grandes empresas y que no entran en la clasificación anterior, atendiendo a cifras oficiales publicadas, estarían aportando no más de 20, 000 empleos.

Sumando un gran total de 65 mil nuevas plazas de trabajo para el trienio en curso. Y siguen entonces sin cuadrar las cifras alegres.

En este orden de ideas, no conformes con la información que se pretende encuadrar en el III Informe de gobierno, los “contreras” se preguntan:

¿De qué tamaño de empresas estamos hablando cuando se afirma que en tres años el emprendimiento empresarial se incrementó en 600 establecimientos de nueva creación?

¿Por cada nueva empresa, cuántas a su vez colgaron los tenis en Veracruz por incosteables?

¿Cuántos empleos reales se generaron en el cumplimiento de la meta rebasada?

Si se diera a conocer esta información por parte de las autoridades responsables, se conocería el número real de nuevos empleos generados y los a su vez perdidos en el mismo  lapso, argumentan. Pero como esto se mantiene en la opacidad, amanuenses, texto servidores  oficiales y oficiosos, por más que estiren la cobija no logran hacer que cuadren los números.

La sopa

Y así, para cada rubro a considerar en el informe del fin del primer  trienio del Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa, unos tejen de día con singular esfuerzo  y otros, los no invitados a la fiesta, destejen de noche lo que al final será para el consumo de propios y extraños, sopa aguada de números con ensalada de letras. Y no habrá de otra, la imaginación no da para más… hasta la simulación tiene sus límites.

En este brete, la palabra escrita se desgasta, no más que la credibilidad de quien lo propicia; como en política el árbol que da moras, estéril el esfuerzo entre escribanos y los números.

Hojas que se lleva el viento 

Enrique Cambranis, presidente del PAN en Veracruz, tras la trifulca en el exterior del Congreso estatal, afirmaría que las instituciones merecen respeto de los mentores movilizados. Acertada postura, más sin embargo, el respeto se  gana, no cae del cielo y no se impone por decreto. La casa del pueblo, que es de todos y que aloja a la Legislatura local, efectivamente merece respeto, empezando por aquellos diputados que no haciendo honor a la representación popular que la ciudadanía mandata, son expresión viva de la corrupción e impunidad que tanto daña a la entidad y a nuestra incipiente democracia. ¿O no es así, Sr. diputado Juan Nicolás callejas Arroyo?

Xalapa, Ver., noviembre 6 de 2013.-

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Pude concretar tres promesas expresadas al llegar al poder: primero voy a hacer lo necesario, después lo posible y, cuando menos lo imagine, estaré haciendo lo imposible. Quedó probado que es factible crecer distribuyendo riqueza”. Luiz Inacio Lula da Silva

La “Comisión Plural Nacional De Preservación del Entorno político de Equidad en la competencia Electoral”, creada como instrumento del Consejo Rector del llamado Pacto por México para entre los diversos partidos políticos cuidarse unos a otros, habla por sí del clima de descomposición que priva en la partidocracia, así como de la necesidad de generar nuevas reglas del juego que restablezcan certeza y confianza tanto en los procesos como en las instituciones comiciales.

En el actual escenario de nuestra tan incipiente como deformada democracia representativa, en tanto no se actualicen las reglas del juego electoral, adecuándolas legal y operativamente al México plural de hoy día, equidad y competencia entre las diversas fuerzas político electorales serán tema permanente de cuestionamiento de legitimidad democrática.

Lo grave de esta situación que pareciera ser insoluble, es que la administración y control del conflicto político resultando insuficiente e ineficaz, arrastra al resto de la vida económica y social del país, frenando crecimiento económico y bienestar de la población.

Frente a ello, no hay pacto o comisión que con visión de largo aliento ordene y arbitre el quehacer político en un régimen desgastado y evidentemente obsoleto,  en tanto el contexto general acuse profundización de descomposición, corrupción e impunidad en todos los órdenes de la vida política nacional.

Pacto y crecimiento

Como es dable observar, un pacto nacional sustentado en acuerdos políticos cupulares, sin base social de apoyo, que de facto sustituye al Congreso de la Unión en la toma de las grandes decisiones que a su vez son respuesta a recomendaciones externas, más que contribuir a las tareas del desarrollo propicia confusión e incertidumbre en la planta productiva, así como malestar entre los sectores más vulnerables de la población. El resultado, cuando menos en el corto plazo,  es el crecimiento “del Producto Interno Bruto, a niveles insatisfactorios” a decir del presidente Peña, así como una creciente tendencia a la protesta ciudadana organizada en torno a movimientos sociales contestatarios que se multiplican como hongos.

Preocupante que la tasa de evasión tributaria sobre el impuesto a la renta empresarial de acuerdo con indicadores del BID, alcance ya alrededor de 48 por ciento (La Jornada 19/05/2013), lo que a su vez lleva aparejada la evasión de responsabilidades de seguridad social, en un país en el que empleo, masa salarial, consumo y crecimiento económico de la mano se soportan en la micro, pequeña y mediana empresa, cuyo deterioro es evidente no obstante generar el 53% del PIB (Vanguardia 19/05/2013).

Esto en el marco de políticas públicas que inercialmente privilegian un modelo de crecimiento económico y distribución del ingreso que no se corresponde con la obvia necesidad de fortalecer un mercado interno deprimido. La creciente pauperización de grandes sectores de clase media que se suman a los pobres de siempre; la precarización del empleo y el congelamiento del salario, así como el incremento galopante de la economía informal, interactúan sobre la oferta y la demanda de bienes y servicios, castigándose al consumo y, por ende, a una la fábrica nacional estancada y ya en franco retroceso.

La OCDE y la inviabilidad de lo imposible

Ya en enero pasado comentaba que la paradoja existente entre fortaleza macroeconómica y la microeconomía que descansa en el bolsillo de los mexicanos, es una ecuación no resuelta que limita los márgenes de maniobra del nuevo gobierno. 

Hoy dos noticias alarmantes lo confirman: la revisión a la baja por parte de la Secretaría de Hacienda de la tasa de crecimiento estimada para el presente año, y la advertencia de la misma dependencia federal de que de persistir el bajo índice de crecimiento se verá afectado el ingreso fiscal y, por ende, la disponibilidad presupuestal para atender los compromisos gubernamentales.

Anuncio que pone sobre la mesa la necesidad de revisar y recortar metas en los compromisos asumidos por el Sr. Peña, tanto en su discurso de campaña como en la temática de propósitos y objetivos del llamado pacto por México. La paradoja persiste y el margen de maniobra se reduce tanto en lo político como en lo económico, con repercusiones en lo social.

Situación propicia para que la OCDE recomiende al gobierno de México profundizar en los procesos de privatización de recursos energéticos, educación y salud, así como en la política fiscal eliminando la tasa cero en el IVA para alimentos y medicinas para fortalecer finanzas públicas.

Lo inquietante de este ramillete de recomendaciones es que en el seno del “Consejo Rector” del llamado pacto por México, el gobierno federal y la partidocracia las hagan suyas, como hasta ahora se ha caminado en el tema de las reformas presuntamente estructurales ya aprobadas por el Congreso de la Unión, cuya iniciativa no surge premeditadamente del presidente Peña sino de organismos internacionales como el Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y la OCDE.

Renunciando de facto el gobierno de México a políticas públicas redistributivas del ingreso y abatimiento de la desigualdad, para atender requerimientos sistémicos internacionales de incremento de plusvalía y tasa de ganancia del capital como “blindaje” frente a la crisis globalizada. No siendo circunstancial que el secretario de hacienda a su vez llame a la “democratización de la productividad” para socializar las pérdidas y privatizar las utilidades, como también lo recomienda la OCDE para acelerar el crecimiento.

Políticas sociales

De persistir tal situación, el hilo habrá de reventarse por lo más delgado: la cruzada nacional contra el hambre. El énfasis de la acción de gobierno en un clima nacional de privatizaciones, se pondrá en la creación de infraestructura e  inversión productiva para reactivar la economía. La justicia social, como siempre, no traspasará los límites del asistencialismo público y privado, persistiendo desigualdad y pobreza en espera de mejores tiempos.

Si para Luiz Inacio Lula en Brasil la tónica de su gobierno fue: primero lo necesario, después lo posible y, cuando menos se imaginara, estaría  haciendo lo imposible,  para el régimen a cargo del Sr. Peña, la tónica a seguir será el someter lo deseable a lo posible ante la inviabilidad de lo imposible. Lo necesario ante la escasez de recursos y la obligatoriedad de atender recomendaciones externas, quedará fuera de agenda.

“El logro de un Estado eficaz para una democracia de resultados” no ha caminado más allá del slogan de campaña. El ímpetu con el que inicia el Sr. Peña su gobierno, se ve frenado por una terca realidad que lo mismo en lo político que en lo social y económico, no sabe de pactos, treguas y acuerdos cupulares. El divorcio entre política y economía es evidente, la justicia social es la que hoy y siempre paga el pato. Cd. Caucel, Yuc., mayo 19 de 2013.

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