Pulso crítico
J. Enrique Olivera Arce
“Quien deja de lado su enojo vale más que un héroe, y el dueño de sí mismo, más que un conquistador” (Prov.16-12)
Dividida la opinión pública entre los que sin mayor talante crítico están por el dejar hacer dejar pasar, aceptando como presidente electo al Sr. Peña y, los que se oponen a lo ya resuelto e inatacable por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, los ánimos se calientan radicalizando y enrareciendo el escenario. Si bien en teoría cuantitativamente son más los primeros, no puede echarse en saco roto que los segundos con su carga de indignación y hartazgo, pesan e influyen más cualitativamente en el ánimo de una clase política que navega entre incertidumbres y dilemas no resueltos.
Guste o no guste a la “gente bonita” que viendo por sus particulares y egoístas intereses da por cerrada la página, la dicotomía surgida de un proceso electoral atípico y cuestionado, está presente y, por momentos, antagónicamente irreductible en sus alcances.
En este marco, destaca la precariedad política del presidente electo que dando pinceladas de soberbia, impotencia y sectarismo discursivo, lejos de contribuir a que las aguas se asienten, le pone más leña al fuego, como el hecho de condicionar el diálogo con López Obrador a que el tabasqueño reconozca el resolutivo del TEPJF y a su carácter de presidente electo de México. Condicionamiento que le desdice, si seguro está de su triunfo, no necesita de pedir reconocimiento a nadie. Mucho menos a un adversario al que el PRI, según afirma Pedro Joaquín Coldwell, da por descontado que llegó a su fin como piedra en el camino.
El Sr. Peña debería saber o cuando menos percibir, que Andrés Manuel no está sólo, que 16 millones de mexicanos al tabasqueño le refrendaron concientemente su confianza en las urnas, y una mayoría de éstos está dispuesto a no dar su brazo a torcer aceptando lo que juzgan inaceptable. Si lo sabe o alcanza a percibirlo, exhibe su debilidad condicionando el diálogo con quien fuera su oponente, asumiendo una postura intolerante y políticamente irreductible, que no va de la mano con sus llamados a la unidad nacional.
De seguir así las cosas, la vida nacional no trascenderá la etapa post electoral. El tiempo se perderá en dimes y diretes mediáticos, sin que se resuelva el problema de fondo que no es otra cosa que la confrontación entre el continuismo de un proyecto económico y social neoliberal del Estado-Nación, soportado por los poderes fácticos, y el cambio de rumbo, necesario y urgente a favor de un modelo acorde con las necesidades y expectativas de las mayorías. En tanto tal confrontación persista, su reflejo en la superestructura cultural y política atenderá a la no reconciliación entre los mexicanos.
Creo que se equivocan aquellos que superficialmente y sin espíritu crítico se atienen a las formas que asumen cultura política y política a secas, y no al fondo y contenido de la confrontación existente en los terrenos de la economía real y desarrollo humano. Lo que a mi juicio está en juego no es si se acepta a Peña Nieto como presidente de México, o se rechaza per se prevaleciendo el enojo visceral por sobre las razones por las que este debe considerarse un peligro real para las mayorías depauperadas de este país.
Lo que debería estarse tomando en cuenta es que la crisis sistémica global y sus particularidades específicas en México, están tocando fondo, sin solución viable a la vista, incrementándose los riesgos de una debacle de alcances insospechados. Los remiendos a las economías en el planeta no logran paliar decrecimiento y barruntos de recesión, tampoco ofrecen alternativas para frenar descomposición y retroceso social, nuestro país no está al margen de tal fenómeno; la no correspondencia entre el equilibrio macroeconómico y la microeconomía que se mide en la capacidad de oferta y demanda agregada real y capacidad de compra de los consumidores, es de un franco divorcio.
La insatisfacción e inconformidad crece en amplios sectores del país y no precisamente por el regreso del PRI a Los Pinos y la manera como “el precario” se hiciera del sufragio; pesa más el bolsillo y estómago vacío que las componendas cupulares de la política en un régimen que se empecina por mantener el statu quo. Injusticia, desigualdad, pobreza, exclusión, nulo crecimiento económico, corrupción e impunidad, son el problema real del México presente. La imposición del Sr. Peña, es apenas un mecanismo de autodefensa de los poderes fácticos frente al hartazgo de una sociedad que peligrosamente ya no aguanta más.
Siempre a mi juicio, el romper el círculo perverso del antagonismo por ahora irreductible en la política, empieza por atender a los verdaderos problemas torales del país. Con o sin el Sr. Peña, lo inaceptable es el modelo económico y social neoliberal que inaugurado por el PRI-gobierno y continuado con la alternancia panista, venimos arrastrando desde hace más de tres décadas. Por ahí debe hilvanar la izquierda nacional que se precie de tal, oponiéndose a la profundización del modelito con “reformas estructurales” contrarias al interés del Estado-Nación.
Lo que haga o diga la izquierda institucional respecto al Sr. Peña y su proyecto gatopardista, es irrelevante en tanto no representa los intereses más caros de la Nación. Toca a los sectores progresistas de este país hacerse oír y avanzar en la construcción de un nuevo frente amplio, incluyente y democrático, que desde abajo, con conciencia, organización y disciplina, frene el continuismo y retroceso que los poderes fácticos pretenden imponer.
Hojas que se lleva el viento
La burra no era arisca… Entre dimes y diretes mediáticos y partiendo de que en Veracruz no existe en los hechos división de poderes, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa se complace en anunciar que la Legislatura local tuvo a bien aprobar el acceso de su administración a los recursos federales del Fondo de Financiamiento para la Infraestructura y Seguridad Pública hasta por un monto de un mil 274 millones de pesos. Previamente el titular del poder ejecutivo aclaró a traves de medios informativos afines y texto servidores a modo, que la deuda por contraer no es deuda, aunque su servicio será cubierto en mensualidades a 20 años plazo.
El mandatario aseguró que con los recursos frescos a obtener “Veracruz contará con más obras que le permitirán consolidar su desarrollo”. Afirmación que no es creíble, primero, porque el total de la abultada deuda pública contraída desde los tiempos de Fidel Herrera Beltrán, no se refleja en mejoras sustanciales en la infraestructura estatal, eficiencia y eficacia gubernamental y crecimiento económico; segundo, porque ya nadie cree en los dichos triunfalistas del gobernante.
Lo deseable es que primero se haga un corte de caja exhaustivo, objetivo y creíble, de los montos y destino del endeudamiento previo, antes que contratar una nueva deuda que “sin ser deuda”, proporcionará recursos frescos al gobierno duartista que, adivinar adonde irán a parar.
Lo destacable en la grilla local es que el senador Yunes landa, ávido de protagonismo, saliera de inmediato al ruedo respaldando los presuntos fines de lo aprobado por la Legislatura local. Entendible, gobernador y senador se cubren con la misma sábana, aunque ninguno de los dos sepa a ciencia cierta que tanto daño se le hace a la entidad con el creciente endeudamiento gubernamental. Cd. Caucel, Yuc., septiembre 8 de 2012
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