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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Leí con interés el último artículo de Uriel Flores Aguayo,  ex diputado federal perredista y ahora flamante subsecretario de desarrollo educativo en el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares, publicado en diversos medios de comunicación y  en el que bajo el título “La crítica fácil y la piel delgada“,  se refiere a la crítica periodística que en la entidad se vierte en torno al gobierno yunista.

Celebro que no tenga pelos en la lengua para abrir un debate sobre un tema por lo demás controvertido, como lo es el desempeño del periodismo en Veracruz y, específicamente, el que con talante crítico cuestiona al gobierno bianual de la alternancia a escaso mes y medio de iniciado el mandato constitucional. Y lo celebro porque no es nada común el que un funcionario público abiertamente con el mismo talante a su vez cuestione el quehacer cotidiano de los medios de comunicación.

En aras de contribuir al debate, debo mencionar que quien esto escribe dándose por aludido en tanto que en más de un maquinazo ha hecho señalamientos en torno a la alternancia y al Sr. Yunes Linares, aclara que por principio no es nada personal lo expresado en este espacio. No se juzga a priori ni a la ligera. Se aprecia y se emite una opinión crítica a partir tanto de una percepción políticamente válida como de hechos concretos que ponen de relieve tendencias negativas que, de tener continuidad, bien pudieran anticipar el fracaso del mini gobierno de dos años en Veracruz, entre otras, pretender combatir la ilegalidad con ilegalidad en el afán si bien legítimo de restablecer el imperio de la ley por ahora extraviado,  no por ello deja de ser equívoco. O bien, anteponer el énfasis en privilegiar las limitaciones financieras y desorden administrativo heredadas de sus enemigos más que adversarios políticos  por sobre la atención a problemas estructurales que conformando la actual crisis multidimensional y multisectorial de la entidad, tienen a Veracruz en franca indefensión frente a lo que en el futuro inmediato se espera con el arribo de Donald Trump a la presidencia de EE. UU.

Se puede por lo que toca a quien estas líneas escribe, estar equivocado en esta apreciación en cuanto a tan corto período de gestión más no puede, a mi juicio,  calificarse de ligera o “facilona” cuando está de por medio no el rescate de la administración pública sino algo de mayor trascendencia como el futuro económico y social de una entidad federativa que ha perdido rumbo y destino.

La prensa veracruzana no es ajena a la crisis que en todos los órdenes se vive en la entidad. De una u otra forma no sólo la refleja también la vive en carne propia. De ahí que recogiendo el guante lanzado por Uriel Flores,  por principio soy de la idea de un repensar del periodismo en Veracruz, eso sí, pero entendido este más que como ideal subjetivo de una actividad llamada a pugnar por el bien común colectivo, como lo que es realmente: un negocio empresarial como cualquier otro en el que obtener ganancias es el propósito último.

Debiendo superarse el viejo y ya caduco esquema de confundir información con propaganda política,  jerarquizando en primer término en el orden de prioridades no lo que el poder formal o fáctico quiere que la gente conozca y actúe en consecuencia sino que, en sintonía con la vida cotidiana de la población, el responder a la necesidad de la sociedad de estar bien informada; contribuyendo tanto a la construcción de ciudadanía como de una vida en democracia que perfeccione con respeto, tolerancia inclusión la necesaria convivencia civilizada entre diferentes en una colectividad en principio plural.

¿Es pedirle peras al olmo?

En este marco de reflexión, cabe tomar en cuenta algunas consideraciones a mi juicio relevantes para dar contexto a la inquietud del subsecretario: 

  1. El periodismo-empresa es un negocio que como tal requiere de vender mercancía (espacio-información) para obtener una legítima ganancia que justifique su presencia y quehacer social;
  2. Tanto la verdad como la objetividad en el periodismo-empresa, son relativos y no conceptos absolutos. Como negocio privado responde a motivaciones, propósitos y objetivos en función del mercado al cual concurre. El cliente que paga manda, en términos llanos;
  3. La libertad de expresión la ejerce el capital y no los periodistas, es decir, cada propietario de una empresa y no los que profesionalmente le venden su fuerza de trabajo puesto que quien decide que, como y cuando publicar es el dueño del negocio;
  4. Los periodistas en particular pueden ser asalariados o colaboradores sin remuneración, profesionales o “amateurs”, pero siempre sujetos a la línea editorial o interés último del propietario del medio informativo;
  5. La empatía entre emisor y receptor de los mensajes depende teóricamente del criterio de los lectores y no necesariamente del periodismo-empresa, dependiendo de ello el éxito o fracaso editorial;
  6. Paradójicamente en Veracruz, aunque no es la excepción, el fracaso o el éxito editorial no depende del lector, del grado de aceptación, orientación, tiraje, penetración o influencia ante la opinión pública del medio, sino de la capacidad de negociación del propietario ante el poder público o sus personeros, clientes podría decirse,  si no únicos si sustantivos para la supervivencia del medio periodístico.

El periodismo ciudadano o independiente y no comercial, tiene sus propios asegunes, siempre también motivado por propósitos y objetivos coincidentes o no con el periodismo-empresa, coincidentes o no con el interés general de la sociedad, pero siempre acicateado por un interés específico, implícito o explícito, que le somete también a la relatividad de la verdad y la objetividad como paradigmas de la prensa impresa o electrónica.

Nadie escapa a un mínimo de intencionalidad individual o colectiva respecto al mensaje a difundir. En este juego todos participamos, el sistema y su ideología dominante nos iguala.

De estas consideraciones, entre otras que pudieran enumerarse, siempre a mi juicio habría que partir para poner en su exacta dimensión a lo que conocemos como crítica periodística, amén de que a esta también habría que diferenciarle, pues no es lo mismo la especulación, la denuncia, el comentario, la opinión fundada, o el simple chisme tan socorrido en el síndrome de la grilla electorera que caracteriza a la vida política en la entidad.

Expuesto lo anterior, cabe entonces recordar que en el mundo de la percepción que anima al imaginario colectivo, cada cabeza es un mundo. Reflejándose ello en el ejercicio del talante crítico a que hace referencia el ahora subsecretario de desarrollo educativo de la SEV, en relación a lo que se dice o deja de decirse del gobierno bianual de la alternancia en Veracruz.

A lo que habría que incorporar otro elemento que no puede soslayarse: el factor tiempo, ya que no es lo mismo 45 días en un gobierno de dos años que 45 días en uno normal de seis, dando lugar lo mismo a impaciencia por parte de los gobernados que a desesperación e impotencia del poder público para legitimarse en un plazo tan perentorio.

Uriel Flores nos dice en un recadito como colofón a su artículo: “El pesimismo de la inteligencia contra el optimismo de la voluntad”. Frase razonable, el voluntarismo irracional siempre estará en contraposición a la inteligencia y, yo agregaría, al sentido común, puesto que en el caso que nos ocupa, suele pensarse en la cúpula del poder que el ciudadano de a pie careciendo de inteligencia fundamenta su pesimismo en la ignorancia y no en el optimismo voluntarista que se pretende inocularle desde las esferas del poder.

Y hago referencia al sentido común, porque nadie puede ignorar que la inviabilidad del gobierno de la alternancia no reside únicamente en el estilo personal de gobernar del Sr. Miguel Ángel Yunes Linares o de los propósitos de una alianza PAN-PRD circunstancial y perentoria, sino que, fundamentalmente en el contexto que da marco al desempeño de un gobierno que pretendiendo navegar contra la corriente, está sujeto a una cruda realidad que oponiéndosele, condiciona presente y futuro del país y por ende, de la entidad veracruzana.

La gente no es tan tonta como se piensa. Observa, calla y guarda en el morral sus percepciones y conclusiones esperando su oportunidad como en junio pasado; nadie en su sano juicio, puede asegurar sin un dejo de pesimismo que la realidad que lastima a las mayorías gracias a políticas públicas contrarias al interés nacional, como el gasolinazo y la brutal pérdida real de la capacidad de compra del salario, rebasa por mucho optimismo y buena voluntad del gobierno actual de Veracruz en su pretendido afán de rescate de una entidad cuya crisis tiempo ha tocara fondo. 

Ante “la crítica facilona” cabe entonces la “piel gruesa” y poco sensible, aceptándose que en la relación gobierno-prensa, cercanos o distanciados del bien común, como en el juego de Juan Pirulero uno y otro atendiendo a su juego lleva agua a su respectivo molino. No hay de otra… por ahora.

En el inter, la crisis multidimensional y multisectorial que afecta a Veracruz sigue sin respuesta que valga.

Hojas que se lleva el viento

No se murió la gallina de los huevos de oro, gobiernos neoliberales por más de 30 años le retorcieron el pescuezo, como bien afirmara López Obrador. Políticas públicas entreguistas, corrupción y saqueo, imprevisión y pésima administración, dieron al traste con la industria energética nacional hoy a merced de las trasnacionales domésticas y extranjeras. La reforma energética auspiciada por los gobiernos de Fox y Calderón e implementada por Peña Nieto, fue sólo la puntilla.

-ooo-

Siempre oportuno y a caza de la ocasión, el Sr. senador Héctor Yunes Landa nos dice que hay que prepararse para lo que viene, recomendándole a los veracruzanos generalidades y lugares comunes  pero, eso sí, sin comprometerse a emitir propuestas concretas que, como legislador debería elevar como iniciativas al Congreso de la Unión en previsión a las arremetidas del presidente electo de los EE UU. Tampoco reconoce, como es lógico, la necesidad de presionar al Sr. Peña Nieto para que dé marcha atrás a sus presuntas reformas estructurales que, como la energética y laboral ponen a la sociedad contra la pared.

-ooo-

Gobierno de Veracruz, duro y tendido en todos los frentes contra molinos de viento. Hombre orquesta solo contra el mundo, más que gobernador operador político, Yunes Linares olvida que gobernar es saber delegar.

Cd. Caucel, Yuc., enero 17 de 2017.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

“Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo…” Gabriel García Márquez

En la jungla política veracruzana el periodismo no sólo es espectador, cronista o mensajero, también juega papeles protagónicos invalidando aquello de que en el oficio “perro no come perro”. Todos contra todos en la búsqueda no sólo de la cotidiana chuleta.

La mayor o menor cercanía con los primeros círculos de la administración pública estatal y municipal hace de la audacia el juego, haciendo nugatorio todo intento por lograr la unidad gremial frente al poder.

Ante la ausencia de expectativas viables de dignificación de la prensa veracruzana y de quienes directa o indirectamente participamos en esta actividad, el periodismo empresa fabrica también sus propias cortinas de humo para ocultar autocensura y proclividad probada de sometimiento a las reglas del juego del poder y de un mercado en el que el único consumidor de la letra impresa que paga, y paga bien, es la llamada clase política en sus diversos niveles y estamentos. Y en este escenario las infanterías del periodismo se van con la finta, prestándose a dicho juego, ahora con falsos debates como el que ocupa a los que auto etiquetándose como “periodistas críticos”, rompen lanzas bien en contra del periodismo ciudadano, bien en contra de los colegas “empíricos” o improvisados que sin contar con título profesional expedido por una institución de educación superior, incursionan en el oficio “sin estar técnicamente capacitados para ejercer”.

No podría afirmar si por soberbia, protagonismo o por sentirse desplazados o rebasados no obstante sus años de formación universitaria ante los alcances de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (TIC´s) que modifican la relación entre emisor y receptor del mensaje, o simplemente por descalificar el trabajo de otros, lo cierto es que con su actitud exhiben el cobre sobre su muy cuestionado desempeño profesional, ignorando lecciones de vida dictadas desde las redacciones por periodistas del tamaño de Gabriel García Márquez o Ryszard Kapuscinski, cuya reconocido valor como paradigmas internacionales del oficio se sustenta en una fructífera práctica y no en su paso por las aulas universitarias.

Aunque cabe reconocer que hoy día, las redacciones dejaron de ser escuela en tanto que el boletín oficial se impone por sobre el trabajo del reportero por muy capacitado que este sea. La rentabilidad para el periodismo empresa, es mayor cuando se privilegia el chisme cortesano, la filtración a modo o la propaganda política y no el mejor de los trabajos de reportaje, crónica o investigación periodística socialmente trascendentes.

A mi juicio, el destacar tal “debate” entre sordos resultaría irrelevante, pérdida de tiempo, si no fuera porque refleja el estado que guarda el ejercicio del periodismo crítico en la entidad y, con ello, el mediocre papel de la prensa veracruzana en la vida social y política de la entidad. Lo importante se oculta tras la superfluo y baladí, destacando las formas y no el fondo de la crisis que en todos los órdenes afecta a Veracruz.

Todo en torno al pequeño mundo de Don Javier, su sucesión, el mayor o menor grado de corrupción de funcionarios menores o las aspiraciones de aquellos que se sienten con tamaño y padrinazgo para ser nominados candidatos a diputados federales. Nada que enriquezca construcción de ciudadanía y democracia; mucho menos aporte significativo a la búsqueda de soluciones a la quiebra moral, económica y social de una entidad federativa al borde del colapso.

Para eso no se necesita estudiar periodismo en la universidad, cualquier hijo de vecino lo percibe en su vida cotidiana, lo difunde entre sus cercanos, o lo hace evidente en las redes sociales hoy instrumento comunicacional con un alto grado de desperdicio en el ejercicio de la libertad de expresión y fortalecimiento de la vida en democracia.

Lo lamentable, siempre a mi juicio, es que se ponga más énfasis en dividir que en auspiciar unidad gremial, en un oficio en el que se denuncia lo externo y se tolera la vida interna de la prensa empresa, como la ausencia de ética periodística, el mal trato, acoso, bajos salarios, o el escamoteo de prestaciones laborales, capacitación y reconocimiento a la entrega del periodista para con su centro de trabajo.

Perro si come perro para satisfacción y conveniencia de quienes desde las esferas del poder sostienen la correa.

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J. Enrique Olivera Arce

«Haiga sido como haiga sido», de motu propio o por “recomendación” externa, el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa en el conflicto de intereses entre prensa y gobierno, para la opinión pública capituló, dando por su lado a los medios de comunicación sobre la actuación tanto de su Procurador de justicia como de su vocera y Coordinadora de Comunicación Social.

Pese a que los texto servidores oficialistas de siempre afirman que el gobernante con el “manotazo”  aplicando los tan necesarios como urgentes cambios en el primer círculo del gabinete, así como advirtiendo que “… son tiempos de entrega , no de  mezquindades, y que en este gobierno no hay espacio para la división, que no caben los personalismos e intereses ajenos a los de los veracruzanos, ni proyectos personales y tampoco ineficiencias en los resultados”, el gobernador sale fortalecido de la crisis que derramara el vaso en materia de seguridad, lo que a mi juicio se percibe es todo lo contrario.

En lo que va del sexenio del Sr. Dr. Duarte de Ochoa, con la misma cantaleta se han celebrado los cambios, enroques y “manotazos”, sin que nada cambiara en la conducción de la administración pública veracruzana. Todo lo contrario, las cosas han transitado de malo a peor. En esta ocasión, no hay elementos que permitan estimar que sea diferente.

El gobernador acusa  los índices más  bajos de aceptación en amplios sectores de la población y lo menos que se dice y no precisamente en voz baja,  es que sus empleados a más de ineficientes, únicamente cumplen con lo que de arriba se les ordena, dando pésimos resultados en el desempeño de su gestión.

De ahí que no es de extrañarse que para la opinión pública todo cambio o ajuste en el gabinete duartista es para seguir igual, o peor. Una  nueva dosis de gatopardismo de un gobierno fallido que considera a los veracruzanos como menores de edad.

Lo que de entrada se confirma es que con el cambio de estafetas lo mismo en la Procuraduría que en Desarrollo Social que en Comunicación Social, la iglesia sigue en manos de Lutero; corrupción e ineficacia seguirá siendo la constante  en el pequeño mundo de Don Javier. ¿O acaso se cuenta con elementos de juicio que aseguren lo contrario?

En tanto no se dé un cambio a profundidad en las estrategias fallidas de gobierno y este se ponga al servicio de las mayorías con honestidad, transparencia, eficiencia y eficacia, hombres y mujeres lo mismo surgidas del fidelismo que de reducido círculo de amigos de Don. Javier Duarte, por muy talentosos que estos sean son irrelevantes si de mejorar se trata. Estos y estas seguirán la misma tónica de mezquindad, atención a intereses  personales o de grupo a los que se refiere el gobernador  con su presunto “manotazo”. Para unos estas conductas son resultado de la condición humana, para mi gusto es fruto indeseable de un caldo social de cultivo en el que la descomposición política y la ausencia de participación democrática y responsable de una endeble ciudadanía, auspician y hacen permisible el fenómeno.

En artículo anterior consideraba que es de suma gravedad el que con la débil respuesta del gobernador al conflicto de intereses entre gobierno y medios de comunicación, lo que es de esperarse es no otra cosa que el reacomodo con fines electorales de las escasas piezas con las que cuenta el gobernante,  para así asegurar que su sucesor le cubra las espaldas. Priorizándose en la agenda del Sr. Dr. Duarte el tema de la sucesión por sobre la atención a los graves problemas económicos y sociales que aquejan a la entidad. Y ni que decir de la problemática financiera que tiene postrada de rodillas a la administración pública veracruzana.

Cambiar para seguir igual, o peor, por donde se le quiera ver. Salvo la mejor opinión de aquellos empresarios de medios de comunicación que, dándose por satisfechos con “el manotazo”, hoy ven en el  cuestionado ex alcalde tuxpeño, ex titular de desarrollo social y hoy flamante Coordinador de Comunicación Social al enderezador de entuertos, que les brinde la oportunidad tanto de resarcirse de sus pérdidas como de reconciliarse con las políticas públicas emanadas del régimen duartista.

Para las mayorías ofendidas, no queda más que apechugar o construirse como ciudadanía responsable,  para intentar paliar la tormenta de  fracaso anunciado de una administración pública que, en candoroso gatopardismo, ni les ve ni escucha.-

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J. Enrique Olivera Arce

¿Vale la pena tanto desgaste pretendiendo cambiar las cosas a periodicazos?, me pregunta un buen amigo que sigue mis maquinazos. Quizá sí, quizás no, es mi respuesta, todo depende de la intencionalidad y orientación  social y política ó  interés comercial del medio informativo de que se trate.  Existen medios para los que la denuncia reiterada es buen negocio y otros en los que no siendo redituable económicamente,  es el “gancho” para ganar audiencia, prestigio o simplemente para enmascarar subliminalmente propaganda política que si deja dinero a los empresarios de la comunicación de masas.

Con el relativo bajo costo y facilidad que da la Internet, también se da el caso de medios independientes que en la WEB, o bien satisfacen la necesidad de expresar su desacuerdo con el estado de cosas prevaleciente o  simplemente,  ejerciendo  el derecho a la libertad de expresión aspiran a ser escuchados sin mayor pretensión que la de participar en el diálogo de sordos entre las esferas del poder y la ciudadanía.

Nadie da paso sin huarache, diría mi abuela. Es por ello que pretender que la información que se difunde se apegue a la verdad y a la objetividad, no pasa de ser lugar común sin anclaje con la realidad real. Cada cabeza es un mundo, cada quien tiene su propia verdad, sus propios intereses y apetitos, y cada quien ve y procesa lo que subjetivamente percibe al través de la ventana a la que le es dado o permisible asomarse.

De lo que si estoy convencido es de que a periodicazos ni a las moscas. La denuncia periodística es un arma de dos filos, o crea enemigos gratuitos a quien la ejerce, o gana amigos entre aquellos colegas que cobran y cobran bien desmintiendo o minimizando los hechos denunciados. Para efectos prácticos, beneficia más que perjudicar al o los denunciados que, al amparo de la impunidad satisfacen su ego al ver su nombre en letra impresa. Dante Delgado, en los inicios de su carrera, decía que no importaba si la prensa le trataba bien o mal, lo importante era que se destacara su presencia en la vida pública veracruzana.

El estado de cosas en el país y en nuestra aldea, ejemplifica con creces tanto la intención como la inutilidad de la denuncia periodística. Salvo muy contadas excepciones si de cambiar o mejorar las cosas se trata, es mayor el desgaste que los resultados,  A nuestra clase política le resbala la crítica y está muy lejos de aceptar que la autocrítica ante el señalamiento preciso, es el camino para ser no ya mejores personas pero sí, cuando menos desempeñarse en el servicio público de manera más honesta, eficiente y eficaz.

Cuantas veces no se ha insistido en que la actual etapa de la administración pública veracruzana transita por el camino equivocado. Se denuncia de manera reiterada ineficiencia, corrupción y ausencia de visión política y administrativa, así como un absurdo negarse a la aceptación de una realidad agobiante para los gobernados y para el propio gobierno, asumiéndose una actitud acrítica y triunfalista que termina por ser objeto de rechazo por la población. El resultado está a la vista, tanto va el cántaro al agua que es mayor la apatía e indiferencia en las audiencias  frente a hechos periodísticamente denunciados, que la intención de la administración por corregir sus propios entuertos.

Como todo lo que se da en exceso, termina por ser contraproducente; la denuncia reiterada termina en la basura a la par que exacerba  impunidad y valemadrismo en la llamada clase gobernante. Ni contribuye en la población a elevar los niveles de conciencia e interpretación de la realidad real, ni muchos menos a generar participación, consenso y unidad para una acción concertada encaminada a transformar el statu quo prevaleciente. Antes al contrario, funciona como catarsis social frente a la impotencia y el hartazgo, propiciando desahogos emocionales estériles como es dado observar en las redes sociales en las que, para solaz y esparcimiento de los participantes, prolifera el chiste político de mal gusto o imágenes degradantes.

Pero bueno, en estos caminos transitamos, unas veces a pie y otras andando. Así se da la actividad periodística, aquí y en China. El desgaste es indudable y los resultados estarían por verse en una sociedad con tan poca ciudadanía y en una tan frágil democracia representativa. Para algunos el desgaste es inversión redituable, para otros, masoquismo consciente. De todo hay en la Torre de Babel, lo cierto a no dudarlo es que, cuando menos en Veracruz, lo que se cuente y diga en letra impresa con el afán de denunciar, en eso queda, salvo los penosos y lamentables casos en los que el mensajero termina por ser  victimado.-

Hojas que se lleva el viento

Indignación e impotencia en Veracruz. Con el deceso del periodista Gregorio Jiménez, víctima de la violencia criminal, se ha desatado una ola de indignación en la entidad que se pone de manifiesto de manera exacerbada en las redes sociales; destacándose el sentimiento de impotencia ante la falta de respuesta eficaz y oportuna del gobierno estatal en materia de prevención del delito.  Ante la serie de contradicciones y cortinas de humo en que en relación a este suceso incurriera el gobierno estatal, queda exhibido el Sr. Dr. Javier Duarte de Ochoa como falto de sensibilidad política e incapaz para asegurar el libre ejercicio del periodismo en la entidad.-Xalapa, Ver., febrero 12 de 2014.

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J. Enrique Olivera Arce

Es preciso revertir una peligrosa tendencia que se sintetiza en una consigna rayana en el suicidio: “al enemigo no se lo estudia sino que se lo combate.” Atilio A. Boron

Los tragos decembrinos no son buenos consejeros cuando de satisfacer el ego y alimentar el morbo de lo más atrasado de los lectores se trata. Sólo así se explica el que un renombrado periodista veracruzano afirmara sin más que “cualquier pendejo es presidente”, haciendo referencia a la elección y presuntas reformas estructurales del Sr. Peña Nieto.

Ligereza e irresponsabilidad cuando cualquier papanatas se asume periodista, porque si de algo carece el presidente de México es del atributo que el culto tundeteclas le atribuye.

Una cosa es estar en desacuerdo con su entreguista estrategia y desempeño neoliberal y otra, muy distinta, el considerar que esté actuando por ignorancia y  sin conocimiento de causa en asuntos de la mayor trascendencia para el presente y futuro de México.

Atribuirle debilidad mental  al presidente es ignorancia supina de quien cuelga la etiqueta; el Sr. Peña desde su toma de posesión hizo suyos los tiempos, jugó en abierto sus cartas, incorporó al PAN y a la izquierda electoral al llamado pacto por México, haciéndoles partícipes de la traición a México; propició una amplia difusión de sus pretensiones privatizadoras, dando lugar de facto a un amplio debate público al que no faltó lo más lúcido de la academia,  sin ceder en lo más mínimo en su propósito imponiéndose a la crítica y a la protesta popular.

Por la vía del fast track, contando con la complicidad de senadores y diputados, salió avante con sus presuntas reformas estructurales. Aprobadas estas por el Congreso de la Unión y ya promulgadas, nos guste o no, son de observancia general.

Los resultados son los que cuentan y, aunque a mi juicio pírrico e ilegitimo, no se le puede escatimar al Sr. Peña un triunfo fruto de alguien que sabe como mover el abanico en un sistema político decadente y antidemocrático que responde a intereses ajenos a los más caros de la Nación.

De paso, alineó a la mayoría de los gobernadores en su propósito de restauración del viejo régimen presidencialista, recuperando para el centro el control de las entidades federativas en manos de cuasi virreyes.

Y por si fuera poco, eliminó al PRD como expresión opositora en el Congreso de la Unión jugándole el dedo en la boca; poniéndole la zanahoria por delante, en éste se apoyó para dar paso a un nefasto bipartidismo de ultraderecha que está llegando para quedarse.

Y aún hay más.

Así las cosas, el Sr. Peña no es ningún “pendejo”. Que no nos guste el modo es otra cosa. Que el pueblo de México perdido en la indiferencia y en el “buen fin” previo al canto de los villancicos navideños, haya optado por dejar hacer, dejar pasar, descansando en lo que bien a bien pudiera hacer el oportunista y acomodaticio PRD en contra de la aprobación de las reformas, es diferente.

Como otra cosa también es el hecho de que las clases medias empobrecidas y sin conciencia plena de su situación y expectativas económicas y sociales, en su momento le dieran la espalda a López Obrador y su movimiento en contra de la privatización de la industria petrolera nacional.

Hoy, a toro pasado, se reacciona mal y  tardíamente. Frente al autoritarismo de una nueva manifestación del presidencialismo centralista, ante hechos consumados gritos y sombrerazos y,  peor aún, expresiones soeces fruto de incomprensión e impotencia cuando lo que cabe es la reflexión y autocrítica constructiva por aquello que como mexicanos no hemos sabido o no hemos querido defender.

Ofender al hombre sin referencia al sistema que contextualiza el ejercicio del poder, o es ignorancia o pedestre mala fe. Ubicar los propósitos privatizadores como debilidad mental de un presidente y no como objetivos sistémicos neoliberales de ajuste global, es ignorar la realidad del mundo y el papel que a México históricamente le asignan poderosos intereses de nuestro vecino del norte.

El ofendido es presidente de la República, el que ofende es cuenta cuentos pueblerino, he ahí la pequeña diferencia.

Paradójico, quien acusa al gobernador de Veracruz de restringir la libertad de expresión, cae en el más corriente libertinaje en el ejercicio de la libertad que dice vulnerada. Ayuno de ideas arremete contra molinos de viento, haciendo de la crítica vulgar parodia de un aldeano tundeteclas que así mismo se cuelga del pescuezo la etiqueta: “Cualquier pendejo es periodista”.- Cd. Caucel, Yucatán, diciembre 30 de 2013.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Las piezas se acomodan, en su momento y todo a su tiempo, que al fin y al cabo en la sociedad de consumo todo tiene fecha de caducidad. A la idea del crecimiento económico se le hace transitar por su compañera de camino, la obsolescencia en un proceso presuntamente infinito de producción-distribución-consumo-caducidad-producción en que se sustenta la acumulación de capital.

Si hasta la década de los sesenta la tecnología aplicada a los bienes de consumo intermedio se orientaba a la “perpetuidad” de lo producido, hoy día está programada para que toda innovación impacte en el mercado, poniendo en juego la capacidad de asombro del incauto consumidor que no alcanza a percibir que lo que adquiere, está diseñado para alcanzar su nivel de obsolescencia en un corto plazo.

Sin consumo no hay producción, sin producción no hay empleo, salarios y capacidad de compra;  luego entonces no se da la acumulación de capital y reinversión, por lo que la llave maestra en la sociedad de consumo para asegurar crecimiento económico está en fijar plazos para que el producto adquirido por el público, alcance la fecha límite de caducidad en un tiempo  calculado.

A la tecnología se le asigna cumplir con esta condicionante de diseño y, a la propaganda el mantener viva en el consumidor tanto la capacidad de asombro frente a la innovación, como el deseo e impulso de adquirirla cuanto antes para aprovechar al máximo la vida útil programada.

El mercado marca los ritmos al proceso productivo; el consumidor lo acata sin chistar sin parar mientes en que forma parte del juego perverso de un sistema que paradójicamente le apuesta al infinito, en un planeta cuyos recursos son finitos.

Cuando por cualquier razón se interrumpe el proceso o se rompe el equilibrio de mercado, el crecimiento económico se frena. De ahí las crisis recurrentes del capitalismo.

La política, la administración y sus actores, no escapan a esta verdad sistémica. La propaganda política como mercancía no tiene porqué ser la excepción.

Mercado de medios informativos

Lo anterior viene a cuento porque la semana anterior comentaba que el gobernador de Veracruz estaba por aplicar un reordenamiento en el manejo de la comunicación social de su administración, con el que se anticipaba el término del ciclo de vigencia de la Coordinadora del área en el puesto.

Al margen de filtraciones, chismes y desmentidos en el juego aldeano del rumor, lo que debería ser del interés ciudadano es la aplicación y eficacia del dinero público. El qué, cómo, cuánto y a donde van a parar los recursos fiscales a cargo del gobierno estatal es lo que define su eficiencia y eficacia como administrador y, en este marco,  considero a manera de “divertimento” especulativo lo siguiente:

Gina Domínguez Colío alcanzó su más alto nivel de eficiencia y con ello su condición de obsolescencia. No porque dejara de ser inteligente, capaz o por perder la confianza de su empleador, como se rumora.

 

Conocemos a la distinguida periodista desde lejanos tiempos en que ella se desempeñaba como reportera en Quintana Roo y quien esto escribe, como delegado federal de pesca en esa entidad federativa, luego cuento con elementos de juicio para reconocer que su límite no está determinado por falta de capacidad profesional, como tampoco seguramente por su ahora cuestionado desempeño honestidad aparte,  como servidora pública.

Antes que todo debemos aceptar que no se manda sola, cumple órdenes como subordinada del gobernador. Es en este en quién recae la responsabilidad de comunicar a la sociedad lo que juzgue o entienda pertinente.

Afirmo que alcanzó su tiempo de vida útil como Coordinadora de Comunicación Social, simplemente porque así lo está determinando el mercado de medios de comunicación masiva en la entidad lo que obliga a su vez al gobierno del estado, consumidor del producto ofertado, a poner en práctica una nueva estrategia de consumo, orientada a obtener el mayor impacto comunicacional en la población con el menor costo político y financiero.

El producto ofertado, periódico y revista, por los varios cientos de micro, pequeñas y medianas empresas periodísticas que pululan en la entidad, no responde ya a las necesidades y posibilidades del gobierno y a la atención de la audiencia a la que va dirigida la publicidad gubernamental. Así de simple, estimo. Luego, ¿se justifica seguir manteniéndoles?

Racionalización y política pública

 El equilibrio se rompió. El exceso de oferta supera la capacidad teórica y real de consumo. Demasiados medios medrando al amparo del poder público y poco o nulo el impacto deseado, a un precio por pagar demasiado alto para un gobierno escaso de recursos. Cabe entonces preguntarse si la nueva estrategia de racionalización del gasto del gobierno estatal está considerando le es desfavorable la relación costo-beneficio y de ahí nuevas políticas públicas, o es respuesta mecánica a su vulnerable debilidad financiera.

De una u otra posibilidad, creo que depende en mucho el futuro de la Coordinación de Comunicación social y su relación con los medios.

 A la Sra. Domínguez Colío tocándole hoy bailar con la más fea del cotarro, corresponde el aplicar las nuevas políticas de comunicación social y, por tanto, ser blanco por sí o por interpósita persona, de las expresiones de descontento y hasta de presunto chantaje de los empresarios periodísticos, que consideran verse afectados con una nueva estrategia gubernamental que racionaliza el gasto,  orientándolo en primer lugar al pago de publicidad a la prensa nacional  impresa y electrónica y, en segundo término, a los pocos medios locales que se considera tienen una mayor penetración e impacto en la audiencia a la que se pretende llegar  e influenciar.

No se puede hacer de lado que la irrupción en la Internet del periodismo alternativo y ciudadano, a través de portales noticiosos y redes sociales, con contenido en tiempo real, supera políticamente en eficacia, penetración e influencia a la prensa escrita en la entidad, limitando la vida útil de decenas de medios de comunicación que, sobreviviendo a costillas del erario público, para el gobierno estatal salen sobrando.

Considero de buena fe que no es nada personal, es un asunto de racionalidad en el ejercicio del gasto público. Así quiero entenderlo para no caer en el juego de los intereses y conveniencias de la política jarocha en la relación gobierno-medios de comunicación.

Luego nuevas políticas públicas exigen nueva administración. Pasado el tiroteo del momento y el lógico desgaste a que está sometida dando cumplimiento a lo que el patrón ordena, la Sra. Gina Domínguez cumpliendo su cometido alcanza muy a su pesar un nivel de obsolescencia acorde con el alcanzado por la mayoría de los medios de comunicación con los que trata y controla.  Debiendo entonces ceder los bártulos a  otra persona que con mayor, igual o menor capacidad se haga cargo del changarro, bien sea para innovar o perecer en el intento por interpretar lo que el gobernador quiere y a su gobierno conviene.

“Ginos” o no “Ginos”, tendrán que ajustarse a la nueva realidad o aceptar también que su fecha de caducidad llegó a buen término.

Lo dice el mercado en la sociedad de consumo. No otra cosa.

Tocará al gobernador de acuerdo a los usos y costumbres, premiar con un nuevo cargo a la distinguida periodista, o refrendando su confianza en ella dejarle en su puesto actual auspiciando su paulatino o bien brusco descenso en su nivel de eficiencia y eficacia. Lo digo yo en un ejercicio de “divertimento” especulativo personal, no atiende a filtraciones ni a rumores. Con algo, dado  el calor alcanzado por el horno,  tiene uno que entretenerse para no ser una víctima más del  pesimismo que invade a un país con rumbo incierto.

Mientras tanto, “perro si come perro”. ¿O no?

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Regina Martínez en portada

Horacio Zaldívar / Vanguardia

Periodismo en tiempos de Calderón: crimen y ¿castigo? Hoy reproducimos extracto del texto principal que se publica esta semana en la revista Proceso 1853, ya en circulación, en memoria de nuestra compañera Regina Martínez.

En tiempos de Felipe Calderón el periodismo se ha convertido en un oficio de muerte. No para todos. Hay quienes intercambian silencio o complicidad por seguridad. Otros, muchos, optan por no tomar riesgos. Regina Martínez, asesinada atrozmente la madrugada del sábado 28 en su casa de Xalapa, Veracruz, formaba en las filas de los periodistas que incomodan al poder. A nuestra querida compañera la mataron, en conjunción, la mente asesina que urdió el crimen y la mano presta que lo ejecutó. Pero la privó de la vida también la descomposición que invade como cáncer el organismo nacional y, en este caso particular, el estado de Veracruz, donde crímenes semejantes se repiten en medio de la impunidad. A Regina la mató de igual forma el clima de hostilidad manifiesta en el que desempeñaba su trabajo como corresponsal de Proceso. Lastimados e indignados, el domingo 29 acudimos a la sede del Poder Ejecutivo de Veracruz  y fuimos recibidos por el gobernador y sus colaboradores. Pocos minutos duró el encuentro. Julio Scherer García atajó la retórica vacua de Javier Duarte: Es inútil, señor gobernador, no le creemos…

XALAPA, VER.- Ante la tragedia, el derroche, la ostentación del poder. La retórica por delante del gobernador Javier Duarte de Ochoa.

Helicópteros de la Secretaría de Seguridad Pública y el espacioso aparato tipo Bell en que él mismo se traslada, camionetas Van blindadas, una sala de juntas en el hotel Crown Plaza local…, todo a disposición de Proceso.

Hacia el mediodía del domingo 29 de abril, en la Casa de Gobierno de esta ciudad el ambiente era abrumador. Más que dar confianza, apantallaba con el peso del aparato gubernamental y el uso de los recursos públicos. En la mesa de la sala de recepción, desplegada en forma ostensible, la reciente edición especial de Proceso dedicada a Los Zetas.

Ese día, a la residencia oficial que Duarte amplió el año pasado, comprando casas vecinas, había llegado un nutrido grupo de funcionarios de seguridad y justicia encabezado por el procurador Felipe Amadeo Flores Espinosa. Estaba también un fiscal que lo mismo atiende delitos electorales que “denuncias contra periodistas y/o comunicadores”.

Duarte los sentó a su izquierda en una larga mesa de juntas. A su derecha, el fundador de Proceso, Julio Scherer García, el director Rafael Rodríguez Castañeda, el subdirector Salvador Corro, el fotógrafo Germán Canseco y este reportero.

Erguido, cuidadoso de que no se le arrugara su guayabera blanca, el gobernador comenzó a “lamentar el doloroso asesinato” de Regina Martínez Pérez, la corresponsal de la revista en Veracruz, muerta por estrangulamiento la madrugada del día anterior.

Consabidas las frases: “Tengan ustedes la seguridad de que llegaremos hasta las últimas consecuencias”, “destacada periodista”, “prestigiado medio que usted dirige”…

Sólo dio una información: la solicitud que hizo a la Procuraduría General de la República (PGR) y a la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) para que junto con Proceso coadyuvaran en la investigación. Una “comisión interinstitucional” la llama, y promete transparencia.

Luego pide a sus funcionarios convocados que enlisten sus actuaciones desde que se conoció el asesinato, la tarde del sábado 28 de abril. Después de las explicaciones técnicas, Duarte vuelve a hablar.

Lo interrumpe Julio Scherer. Sus palabras, le dice,  son “retórica ritual”. “Lo que usted nos está diciendo y lo que acabamos de escuchar no es más que la superficie. No hay explicación alguna de las aguas profundas en las que ocurrió el asesinato de nuestra reportera”.

Un silencio espeso en la sala de juntas. Quizás, la respiración entrecortada del gobernador.

Continúa el también presidente del Consejo de Administración de la revista:

“La muerte de Regina Martínez es producto de la descomposición del estado y del país. Queremos saber qué es lo que hay debajo de esa superficie. Aunque en suma, señor gobernador, no les creemos”.

Por segundos nadie habló.

Ante el silencio del gobernador y sus colaboradores, Rodríguez Castañeda les dijo que en Veracruz ha existido un “ambiente de hostilidad” hacia la revista. Le mencionó la frecuente desaparición de ejemplares cuando contienen información sobre seguridad en el estado. La más reciente, apenas el 8 de abril pasado, cuando se publicó información sobre dos de los candidatos a diputados federales por el PRI bajo el título “Dos regresos peligrosos” (Proceso 1849).

Duarte siguió sin decir nada. En el silencio quedó implícita también la incautación de los ejemplares de la edición 1821 en septiembre de 2011, cuando se daba cuenta del violento reacomodo de los grupos de delincuencia organizada desde su llegada al gobierno en diciembre de 2010 y cuya primera expresión fueron los 35 cuerpos arrojados a una vía rápida, al lado del Centro Comercial Plaza de las Américas, en Boca del Río.

También fue “desaparecida” la edición 1736, del 7 de febrero de 2010, sobre las actividades en el estado de la organización delictiva que se conoció como La Compañía durante el sexenio de Fidel Herrera Beltrán, que acabó en diciembre de 2010.

Hoy reproducidos esta nota para recordarles que no se mata la verdad matando periodistas…

Descanse en paz nuestra compañera Regina Martínez.

Raúl Abraham López Martínez

Los que conocimos personalmente a Regina, y todos aquellos que conocieron de la entereza y profesionalismo de su actividad periodística nos sentimos muy dolidos del asesinato que fue víctima.

Regina, fue una connotada mujer, que se ganó su lugar en el escenario veracruzano debido a su alto compromiso con los valores de la honestidad y la verdad. Aunado a su personal interés de otorgarle voz a todos aquellos actores que se han manifestado críticamente en contra del autoritarismo y la corrupción que se vive en el territorio veracruzano.

En sus reportajes, Regina Martínez visibilizó de manera ejemplar a ese otro Veracruz, al Veracruz profundo que se manifiesta en las luchas de los movimientos sociales, de los ambientalistas, y en tiempos recientes, Regina especializó su trabajo de investigación periodística en el tema de seguridad pública.

En la década del noventa, en pleno auge de las políticas represivas del ex gobernador de Veracruz  Patrio Chirinos  y del gobierno de Carlos Salinas de Gortari; en un ambiente político en donde la mayoría de los medios de comunicación locales encabezados por el Diario de Xalapa se dedicaron a bloquear y a estigmatizar a los opositores, Regina Martínez, siendo reportera del periódico Política, en ese entonces dirigido por el licenciado Ángel Leodegario Gutiérrez Castellanos, se convirtió en un importante referente de comunicación para las voces disidentes.

El asesinato de Regina Martínez, es reflejo del actual contexto político que se vive en Veracruz. Un contexto en donde el PRI se ha negado a abandonar el poder recurriendo a toda una gama de mecanismos corruptores y de control político. Uno de estos mecanismos de control ha consistido en comprar a los medios de comunicación local y el de corromper a un significativo grupo de trabajadores de los medios que se ostentan como reporteros o periodistas cuando en realidad su función es la de  texto servidores.

En este contexto, cuando algún periodista se salta las trancas, le dan la tarea a gente de la calaña de Reynaldo Escobar, quien ocupando el cargo de Secretario de Gobierno de Veracruz, se dedicó a amedrentar a los comunicadores que no se dejaron doblegar por el “chayote”.

Con sus convicciones y fortaleza, Regina logró transcender a este contexto de sumisión para convertirse en corresponsal de la revista Proceso. Un medio de comunicación que se ha caracterizado en contar con un equipo de periodistas comprometidos con la verdad de los sucesos.

A Regina Martínez la asesinaron justamente porque su presencia ejemplificaba una certera amenaza a este orden prepotente y autoritario que se ha instalado en Veracruz. A este orden, que busca obtener por medio de la prensa una legitimidad que no logró ganarse en el proceso electoral del 2010.

La involuntaria muerte de Regina Martínez, nos tiene que llevar a alzar la voz, tal y como cientos de ciudadanos lo han hecho mediante las redes sociales. Tenemos que alzar la voz y exigir que las investigaciones conducentes sobre el asesinato de la periodista las lleven a cabo gente que no tenga relación con las redes del PRI.

Las circunstancias políticas del asesinato de Regina, también nos obliga a presionar al gobierno estatal a implementar en lo inmediato una distensión de sus autoritarias y represivas relaciones de poder. La muerte de Regina no puede ser en vano, su muerte nos exige a actuar con firmeza en la construcción del respeto a la libertad de expresión y al impulso democrático que tanto requiere Veracruz.

 

*Director de la Revista Digital Independiente Voz Universitaria 

www.vozuniversitaria.org.mx

raul@vozuniversitaria.org.mx 

facebook.com/raul.lopezmartinez   

 

José Enrique Olivera Arce

Fue en el sexenio de José López Portillo cuando dio inicio el proceso de eliminación de la ley no escrita: “Mordaza” que,  en oposición a lo dispuesto por la Constitución General de la República, como espada de Damocles, operara de manera eficaz para el viejo régimen priísta en su prolongada “dictablanda”;  doblegando a la prensa y alejándola de su razón sustantiva de ser reflejo, vocero, y canal de la libre expresión de la sociedad.

Paradójicamente, fue en el mismo período en el que,  con mayor sutileza,  se encontrara la fórmula idónea para seguir haciendo de la prensa instrumento al servicio del gobierno y no al de la sociedad: la propaganda oficial, pagada con recursos públicos, el intercambio de favores y el abierto contubernio entre la autoridad y los propietarios de los medios, al margen de eso que delincuencialmente se conoce cono “conflicto de intereses”. Haciéndose famosa aquella frase de López Portillo ante la salida del huacal de algunos medios que no siguieran a pie juntillas la regla no escrita: “No les pago para que me peguen”.

La frase fue histórica y de ahí pal real tuvo su secuela: el ejercicio de la autocensura en los medios de comunicación de masas, como fórmula para no perder privilegios y canonjías. Con la implantación del modelo neoliberal en México, a partir del sexenio de Miguel de la Madrid, se institucionalizó el cinismo y la desvergüenza: para la mayoría de los medios de comunicación, impresos o electrónicos, el ejercicio  periodístico dejó de ser servicio público, transformándose en el mayor de los casos en espurias empresas mercantiles privadas,  regidas no por la ética e interés de la sociedad en su conjunto, sino por las leyes del mercado: la oferta y la demanda. La información se trocó en grosera mercancía. Sobre todo en aquellos medios marginales que sobreviven gracias a la propaganda política oficial u oficiosa, generosamente pagada con recursos públicos.

Entronizados en México el cinismo, la desverguenza, la corrupción e impunidad, la prensa, salvo honrosas excepciones, está en estrecho contubernio con los poderes formales y fácticos en la innoble tarea de saquear al país. “No se le pega al que paga ni se le paga al que pega”, es ahora el paradigma mediático.

Dentro de esas excepcionales y honrosas excepciones destaca el diario “La Jornada”, que si bien no puede   substraerse del todo, por razones obvias, del carácter mercantil a que están sujetos los medios de comunicación, cumple y ha cumplido a cabalidad, 25 años al servicio de la sociedad; habiendo mantenido contra viento y marea tanto la ética que honra al buen periodismo como el carácter plural y de servicio a la comunidad que le distingue. Para quienes a lo largo de cinco lustros le hemos tomado como paradigma en el ejercicio del periodismo, o como lectores comprometidos con las mejores causas de México, mentiría,  si afirmara en contrario, que a  “La Jornada” la sentimos en lo personal como propia y, en lo colectivo, parte del patrimonio nacional.

Hace unas semanas, con motivo del primer número de La Jornada Veracruz, hice público mi beneplácito por el inicio de un proyecto que inyectaba renovado oxígeno a la prensa veracruzana, confiando en el aval ético y moral que bajo el nombre y el prestigio de eso que sentimos como nuestro, habría de respaldarle. Sólo espero que mi optimismo en ese momento desbordado, se mantenga en el tiempo y que las nuevas generaciones puedan, en su momento, sentirse orgullosas de que Veracruz cuente con su propia “Jornada”. De sus editores depende que en sus páginas se refleje el espíritu que ha animado a “La Jornada” nacional a lo largo de 25 fructíferos años.

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Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

En tiempos de crisis leer enriquece

En tiempos de crisis leer enriquece

Resulta cada día más difícil escribir sobre aquello que se contrapone a los circunstanciales intereses económicos o políticos de los propietarios de los medios de comunicación. El ámbito del periodismo crítico en la provincia  se reduce de tal manera,  que  el universo objeto de investigación, opinión, comentario o análisis, para el escribidor, amateur o profesional,  el carecer de tema para echar a volar la pluma a sus anchas y con plena libertad es cosa cotidiana.


El ejercicio de la autocensura personal para el escribidor, se convierte en el pan de cada día. No hay tema válido, social o político que abordar.  Debiéndose recurrir entonces al periodismo menor, aquel en el que lo más sano y políticamente correcto es decir lo que la audiencia en los círculos cercanos al poder, quiere leer o escuchar, o lo que al gobernador en turno le interese difundir.


Las reglas del juego son claras, y a ellas hay que atenerse si se quiere figurar en blanco y negro en los medios impresos, o a todo color en los electrónicos. Tratar de romperlas es bordar en el vacío. O el escribidor se condena a sí mismo al ostracismo, o recurre a su inventiva para laborar sobre pedido como texto servidor, con la esperanza de que el editor algún día extreme su generosidad y le salpique un poco de sus pingües ganancias. Existiendo siempre la posibilidad de negociar por su cuenta y riesgo y en su propio beneficio, lo que por principio mercantil corresponde cobrar al o los empresarios propietarios del medio que le emplea. Pero eso, más allá del tradicional e institucionalizado “chayo”, es mal visto y , además, condenado por las  empresas editoras en tanto constituye una falta a la “ética”  que norma al artesanal ejercicio periodístico.


Pero volviendo al restringido universo de la temática, son tan abrumadoras y en tal cantidad las noticias que hablan sobre el desastre económico y moral a que nos han conducido  los pésimos gobiernos federales a lo largo de más de cinco lustros, que el tema ya es del dominio público.  Habiendo sido ya abordado por las vacas sagradas de la prensa nacional, resulta para el escribidor local algo más que innecesario, salvo que el tan negativo escenario que se vive en el país, sea tomado como contexto referencial para destacar la corresponsabilidad que en ello llevan gobernadores y presidentes municipales en nuestro ámbito más cercano. Y ahí es donde la puerca tuerce el rabo. Tal tema cae en el tan sobado ámbito de la obligada autocensura personal o en el intercambio de favores entre las empresas editoras y quienes ejercen el poder formal de la entidad federativa de que se trate. En nuestro caso particular, Veracruz.


Pensaba escribir este día sobre el joven cordobés cuyo sueño guajiro de llegar a ser gobernador de Veracruz le fuera impuesto, muy a su pesar, ya que en lo personal conoce a la perfección cuales son sus limitaciones y el reto de tener que contender con quienes han aprendido a lo largo de muchos años el ABC de la política, que, por cierto, algunos dominan a la perfección. El tema es tabú. El escribir con talante crítico sobre Javier Duarte de Ochoa, o la división que su anticipada y costosa promoción está dando lugar al interior de su partido, ni es políticamente correcto ni reditúa ganancia alguna para los medios en los que generosamente se me brinda espacio y oportunidad.


Con este antecedente, opto por escribir dirigiéndome a un público que por principio debería ser electoralmente neutro y ajeno a los valores entendidos, el de los filósofos, intelectuales libres, y aquellos ciudadanos que de buena fe, con camiseta de algún color, o sin ella, conservan el privilegio de pensar. Proponiéndoles substraerse tanto de la realidad real como de la virtual que construyen los medios de comunicación y que  tanto daña al espíritu; dedicándole tiempo, inteligencia, conocimiento y talento a un tema al que, hasta donde yo sepa, hasta ahora no ha sido tocado: La naturaleza humana. Esto en el contexto de la evolución de las especies que sustenta la hasta ahora no superada teoría de Charles Darwin (El origen de  las especies, 1859; El origen del hombre, 1871). Que, entre otras cosas relevantes, afirma que “la evolución es el proceso por el que una especie cambia con el correr del tiempo en las generaciones. Dado que se lleva a cabo de manera muy lenta han de sucederse muchas generaciones antes de que empiece a hacerse evidente alguna variación”.


Si la audiencia a que me he referido, parte  de tal sustento teórico y está de acuerdo con éste, podría preguntarse, especular sobre ello y olvidarse de la hambruna que amenaza al planeta: ¿En que etapa del proceso evolutivo se encuentra la especie humana, tras el salto dialéctico de la transformación del último de los Homo habilis, primer espécimen del género Homo, en los seres humanos modernos que hoy sobre poblamos el planeta que nos acoge? ¿Formamos parte de una generación cuyo proceso evolutivo de la especie ha concluido y se prepara para el salto hacia un nuevo tipo de hombre? ¿Nos encontramos a medias del proceso y de ahí nuestra imperfección como seres pensantes?


Buen tema, si estamos conscientes del primitivismo que parece dominar en el  irracional comportamiento de la naturaleza humana en los tiempos que corren y que, en suerte, nos están tocando vivir.


Ahí se los dejo de tarea.

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