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Tag Archives: Pobreza en México

Pulso crítico

J. Enrique Olivera Arce

Era de esperarse que el PRI en Veracruz pretendiera deslindar la participación del gobierno estatal en el aumento de la pobreza en México, destacando la pésima actuación del gobierno federal a cargo de Felipe Calderón y minimizando o ignorando la parte de responsabilidad que le corresponde a la administración pública de la entidad durante el período de Fidel Herrera Beltrán, quien hoy por cierto con todo cinismo nos dice que «abatir la pobreza es un reto inaplazable». 

Ello es lógico por dos razones:

  • Estamos ya inmersos en la carrera por la presidencia de la República, luego cabe cargarle todas las pulgas al PAN en la persona del “presidente del empleo”.

  • Descalificar al gobierno del oriundo de Nopaltepec descobijaría a la actual administración a cargo del “delfín” de Herrera Beltrán, obligando al Dr. Duarte de Ochoa   a reconocer el fracaso de su antecesor en materia de empleo y combate a la pobreza, habiendo sido pieza importante en el diseño y aplicación de políticas públicas fallidas, incluido el pésimo y opaco manejo financiero gubernamental.

Flaca memoria del priísmo veracruzano o interés sesgado por no reconocer la responsabilidad de Herrera Beltrán, para el caso es lo mismo. Los veracruzanos no olvidamos que a lo largo del sexenio fiel la tónica del discurso oficial ampliamente respaldado por la prensa, fue el éxito en la generación de nuevas fuentes de trabajo, colocando en todo tiempo a Veracruz por debajo de la media nacional en desempleo y pobreza. Tanto se hizo alarde de ello que incluso se llegó al extremo de involucrar a empresas chinas en un montaje circense que aún subsiste en las instalaciones del llamado “armadillo amarillo”, a un costado de la autopista Xalapa-Cardel,  tras el sonado viaje del ex gobernador al país asiático.

La verdad es tan terca como la realidad. Siempre terminan por imponerse por sobre la propaganda mediática artificiosamente diseñada para dorarle la píldora a un pueblo en constante indefensión frente a los despropósitos de los gobiernos en turno. Hoy, tras el anuncio en el que se atribuye a la administración calderonista el haber incrementado en 13 millones el número de pobres en el país a lo largo de lo que va del sexenio, la prensa internacional con base en las mismas cifras dadas a conocer por el Coneval, destaca que:  “De los 3.2 millones de mexicanos que en 2010 se sumaron a la población pobre, 600,000 fueron veracruzanos, lo que significa que el estado sureño contribuyó con el 18.75% del aumento de las personas que viven en pobreza, según los datos más recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) difundidos el pasado 29 de julio”.

Sin dejar de considerar que el “presidente del empleo” ha fallado de manera escandalosa tanto en sus propósitos como en sus logros, tergiversando el orden de las prioridades de su gobierno y profundizando las causas origen de la desigualdad y pobreza en México, no se puede menos que reconocer que el viraje priísta en la conducción del país, acatando las recetas neoliberales del llamado “Consenso de Washington”, tienen mucho que ver en el deterioro económico y social que hoy se padece y que, de manera fehaciente, dieran continuidad los gobiernos panistas en la alternancia. Si se debe atribuir responsabilidad alguna por la pobreza y desigualdad acumulada a lo largo de cuando menos cinco lustros, esta estaría compartida solidariamente por el PRI y el PAN y, en última instancia, por el masoquismo congénito de todos los mexicanos que con singular indiferencia dejamos hacer, dejamos pasar.

Por cuanto a Veracruz, a lo largo de los cinco lustros considerados, ha sido gobernado por el PRI bajo las mismas recetas neoliberales aplicadas por el gobierno federal. Ninguno de los gobernadores priístas en su momento se opuso o cuando menos se expresó en contra del cambio de rumbo derivado del “Consenso de Washington, siendo por omisión o comisión, corresponsables del desaguisado. Otra cosa es que el PRI lo niegue por así convenir a sus intereses electorales.

Al Dr. Javier Duarte de Ochoa no se le puede señalar responsabilidad alguna, como gobernador. En el tema de la desigualdad y pobreza, en el breve lapso de su administración ni perjudica ni beneficia con su inocuo programa «Adelante». Navegando con la bandera multicolor de la presunta prosperidad, atado de manos frente al tigre heredado, capea el temporal discursivamente,  procurando no hacer olas respecto a la pésima actuación de su antecesor al que ya se considera el peor gobernador que ha padecido Veracruz en los últimos cincuenta años, estirando la cuerda hasta donde aguante con medidas como la reciente aprobación por el Congreso de la redocumentación de la onerosa deuda pública con la que iniciara su mandato.

Por cierto, valdría la pena considerar que con la redocumentación de la deuda bancaria no necesariamente el gobierno estatal obtiene liquidez, por lo que la presión de los acreedores y demandantes de obra pública relevante, va para largo.

Coloquialmente, así las cosas al priísmo estatal más le convendría no hacerla de tos tratando de llevar agua a su molino con fines electoreros. Podría revertírsele el chirrión de sopesar el electorado que tanto peca el que mata la vaca como el que le agarra la pata, pues no se puede hacer de lado que tan responsable de la lastimosa condición de pobreza en México es el presidente Calderón a nivel nacional, como los gobernadores, ahora virreyes, en sus respectivas heredades.

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En Perspectiva

J. Enrique Olivera Arce

El diputado federal Luis Videgaray Caso, presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública y presunto aspirante a la candidatura del PRI para la elección de gobernador en el estado de México, reconoció en una ponencia que presentara en Washington, la mediocridad del desempeño económico en nuestro país (Milenio.com).

Ahí, ante académicos, funcionarios de diversas áreas del gobierno norteamericano y de organismos internacionales, el diputado destacó que no obstante que en los últimos diez años México ha mantenido finanzas públicas sanas, control de la inflación, disciplina fiscal y una importante acumulación de reservas internacionales, la economía no crece a la altura del potencial de nuestro país. Si esto lo afirma quien es responsable de la comisión de presupuesto y cuenta pública de la Cámara baja, es porque tiene los pelos de la burra en la mano.

Lo anterior refleja una seria preocupación en amplios sectores de la vida económica y social del país, que consensualmente se preguntan qué es lo que falta para dar el brinco hacia delante.

Por qué si México es considerado por su producto interno bruto, entre las primeras quince economías más importantes del mundo, la realidad indica que tenemos estancamiento e incluso retroceso en los índices internos de crecimiento económico y desarrollo, es la pregunta que muchos nos hacemos. Observándose que lo aseverado por el diputado Videgaray coincide con la opinión de destacados analistas de la izquierda opositora, como es el caso entre otros de Mario Di Constanzo, Julio Boltvinik y Rogelio Ramírez de la O. ¿Qué es lo que pasa entonces que, a sabiendas de un diagnóstico que es negativo en cuanto al desempeño económico, no se corrige el rumbo?

Para el aspirante a la candidatura del PRI a la gubernatura del Edomex, en la ponencia de referencia, la mediocridad radica en la caída en la competitividad y una pérdida en la capacidad del país para atraer inversión extranjera, así como el bajo nivel de competencia económica y la alta proporción que la economía informal ha alcanzado en México, por lo que  “… es necesario emprender una reforma fiscal integral que permita elevar la calidad educativa, la inversión en investigación y desarrollo tecnológico -entre otros objetivos, a fin de contrarrestar los factores que frenan el crecimiento de México y le impiden competir eficazmente contra China y otras economías en auge”.

A lo que no se refirió es al rezago histórico y lastre estructural que arrastra México.

Contando con 108 millones de habitantes (INEGI febrero 2010), la población considerada estadísticamente como económicamente activa, de 14 años o más, asciende a 73.5 millones (68% del total. De este universo de PEA, 40, 259,081 personas (94.57%)  están -eufemísticamente hablando- empleadas o subempleadas en la  economía formal o informal. Estimándose, por otro lado, que alrededor del 40 por ciento de la población total subsiste en condiciones de pobreza o pobreza extrema.

Manifestándose en nuestro país un marcado desequilibrio regional y sectorial entre producción y consumo, que obliga a recurrir de manera creciente a la importación, con énfasis en alimentos básicos.

Así que la brecha entre quienes producen y quienes sólo consumen, así sea con el mínimo para sobrevivir, obliga a pensar en un México dual, uno rico y otro pobre, que no se refleja estadísticamente en el alto índice del PIB que nos hace aparecer como una potencia económica en el orden internacional.

Pero también obliga a pensar en que más que la caída en la competitividad  y el bajo nivel de capacidad para atraer inversión extranjera, en un mundo globalizado en franca convulsión es el modelo equivocado para impulsar crecimiento y desarrollo. En los últimos cinco lustros, con criterio neoliberal el énfasis en las políticas públicas se ha puesto en los sectores exportador y de servicios, abandonándose a su suerte tanto a la economía campesina de autosubsistencia en el medio rural como a la mediana y pequeña industria urbana, a la par que se ignora al mercado interno; desalentando la inversión privada y social, castigando la masa salarial total y, por ende, reduciendo a su mínima expresión la demanda agregada nacional. Es común escuchar que el patrón en las medianas y pequeñas empresas hace como que paga y el asalariado hace como que trabaja, con resultados nefastos en términos de productividad y calificación de la mano de obra. Con salarios congelados por décadas, se cierra el círculo perverso de baja productividad y competividad, con  demanda interna de supervivencia del que no podemos salir.

A ello habría que agregarle el flagelo de la corrupción en México, que todo lo que toca lo hace mierda, pero ese es otro rollo.

La crisis sistémica globalizada, trae aparejado el proteccionismo en los países desarrollados y los llamados emergentes (con excepción de México), que privilegia la producción orientada a su propio mercado interno desalentando importación y restringiendo la venta de alimentos al exterior para consolidar su reserva alimentaria, como es hoy el caso de China. La consecuencia de estas políticas en el entorno internacional está a la vista en nuestro país, el mercado exterior de bienes y capitales se reduce y tiende a la baja en tanto que nuestro mercado interno de 107 millones de consumidores no tiene la capacidad de compra suficiente para absorber una producción, paradójicamente excedentaria, de un sector exportador subsidiado al que en el exterior ya le cierran la puerta en las narices

Eso lo saben los especialistas como el diputado federal de Edomex, que diseñan las políticas públicas del gobierno mexicano y los expertos que las critican sin que se haga nada al respecto.

En ese camino estamos, detenidos en la encrucijada, sin que nada nos obligue a cambiar de rumbo, mientras se pierde un tiempo precioso en la cámara de diputados debatiendo para solaz y esparcimiento de los que no queriendo ver más allá de su ombligo viven de y para el chisme, si el presidente espurio, Felipe Calderón Hinojosa, gusta en exceso de las bebidas etílicas, responsabilizándole por ello de todos los males habidos o por haber, ó sólo es un borrachín social.de fin de semana, como lo puede ser cualquiera de la mayoría, políticos o no,  de adolescentes y adultos en este país.

Quiero pensar que lo verdaderamente relevante, más que un debate esteril,  es que ante un modelo agotado de crecimiento económico y desarrollo, a contracorriente del más elemental sentido común no existe en nosotros la voluntad de cambio, dejando hacer, dejando pasar lo que a bien le viene en gana tanto a la partidocracia como al poder ejecutivo federal, hasta que sea tarde para corregir.

Bien señalan diversos analistas que tras los sucesos en Túnez y Egipto, es la hora de poner nuestras propias barbas en remojo.

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